Polyester

Terminando de ver “Polyester” (1981) de John Waters con Divine, Tab Hunter, Edith Massey, David Samson, Mary Garlington, Ken King, Mink Stole, Joni Ruth White, Stiv Bators entre otros.
Comedia que sigue a una ama de casa suburbana cuando su mundo se desmorona y experimenta un “martirio” a su alrededor, con su esposo pornógrafo infiel, su hija embarazada de un patán y un hijo criminal/fetichista de los pies.
Toda la producción es una excusa del director para reflejar su universo malsano, con esa falta de prejuicios que le ha hecho tan original como único.
Con un presupuesto de $300,000, esta es la 1ª película de John Waters en obtener una calificación de R en EEUU, pues todos sus filmes anteriores habían sido clasificados X o “No Clasificados”; pero igual la película equivale a nada, donde las tramas son demasiado ridículas; pero se nota que fue hecha con mucho amor, y eso es lo que cuenta.
La producción han sido diseñada de manera perfecta y desagradable, reflejando los suburbios estadounidenses; lo mismo el diseño de vestuario, absolutamente horrible con todo ese “poliéster” que da nombre a la producción; y al menos Waters es consistente que todos aquí son pésimos actores, ya que no hay absolutamente alguien que pueda tener un rendimiento decente; donde todos los personajes, salvo la protagonista, apestan al igual que un estercolero; reflejando, eso sí, a seres inadaptados, cuyas patologías los alejan de lo que se considera “normal”
Como dato, la mayoría de los actores pertenecían al grupo llamado “Dreamlanders” que habían aparecido en películas de Waters, con Edith Massey en particular, que es absolutamente demasiado horrible de ver; sin olvidar a la nueva adquisición, el actor e ícono de los años 50, Tab Hunter, que tiene una escena controversial al besarse con Divine, dando por un hecho su homosexualidad, que para esa época, el actor había tenido un “revival” en el cine y tenía poco que perder, además, él cantó la canción principal homónima de la película, que tenía letra y música de Chris Stein y Debbie Harry.
Pero sobre todos ellos, Divine es el centro de la película, en un personaje que recuerda a Elizabeth Taylor pero retratada en el perfil de una pobre desgraciada atrapada en una familia en la que no hay cabida para el afecto y el cariño, en un vecindario que la rechaza al no cumplir con los cánones de belleza y decencia aceptados a priori por esa “decente sociedad media de EEUU”
Por tanto, “Polyester” desemboca en una comedia muy negra adelantada a su época, pues muestra las miserias de la sociedad con un marcado estilo “trash” en diálogos y situaciones; al tiempo que la película supuso un cambio de rumbo en la carrera de Waters, que además de contar con más presupuesto, su carácter subversivo seguía estando muy presente, pero tanto el amateurismo visual y terriblemente cutre como el mal gusto quedaban aquí mucho más suavizados.
Y a diferencia de “Pink Flamingos” (1972) argumentalmente es una vuelta de rosca, donde Divine no es la asquerosa, sino que lo son todos a su alrededor; por lo que Waters no necesita depender tanto de los toques grotescos para contemplar ese maravilloso “American Way Of Life” desagradable y aberrante; y arrojar una áspera denuncia acerca de los mezquindades presentes en esa clase media sustentadora de la estructura social dominante de cualquier nación del mundo; sin olvidar denunciar la hipocresía de una sociedad desorientada por la televisión, los medios de comunicación y la corrupción que impera en todos los ámbitos.
Por tanto, esta es una exhibición perfecta del odio y una gran sátira de los valores morales estadounidenses comercializados por Hollywood, de ahí que la película parodia el género melodramático de “los filmes de mujeres”, particularmente las dirigidas por Douglas Sirk, que era un género “explotador” popular entre los años 1950 y 1960, que típicamente presentaba mujeres aburridas, insatisfechas o con problemas, generalmente amas de casa suburbanas de mediana edad, que se liberaban o escapaban a través de la llegada de un hombre más joven y guapo…
Generalmente esas eran películas B trilladas, por ello Waters diseñó el filme de la misma manera, utilizando técnicas de iluminación y edición muy similares, pero desarrollando temas más actuales como el divorcio, el aborto, el adulterio, el alcoholismo, el fetichismo de pies y el derecho religioso; pero lo más novedoso ha sido un truco llamado “Odorama”, por el cual los espectadores olían lo que veían en la pantalla usando “tarjetas de rascar y oler”, en un tributo estilístico al trabajo de William Castle, cuyas películas típicamente mostraban trucos llamativos; algo muy similar a lo que hizo “The Rocky Horror Picture Show” (1975) con la utilería, por ejemplo; teniendo como guía el sentido del olfato particularmente agudo de Francine; por lo que, en el cine, se distribuyeron tarjetas especiales con puntos numerados del 1 al 10 y gafas 3D; y cuando un número aparecía en la pantalla, los espectadores debían rascar y olfatear el número apropiado, cuyos olores incluían el aroma de flores, a pizza, pegamento, gas, pasto y heces.
De esa manera, durante el visionado, los espectadores eran sometidos a una serie de olores en su mayoría malolientes, siendo víctimas de la broma del director. 
Pero en el fondo, algo podrido se olía en la sociedad de EEUU, y esos olores procedían de los hogares de las bienintencionadas familias estadounidenses de principios de los 80, que escondían bajo el manto de virtudes y limpieza de sus ordenados jardines, auténticos cadáveres sociales atraídos por el alcohol, el sexo, las drogas y otros estupefacientes legales e ilegales para evadirse de la inmundicia vigente en el aire que se respiraba.
Por muchas razones, esta película de culto hoy no se podría rodar; no es casual que John Waters expresara su deleite de que el público de la película realmente “pagara para oler mierda”
RECOMENDADA.



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