El Crimen del Padre Amaro

“Eres más bella que la Virgen”

La moral que maneja la Iglesia Católica es su talón de Aquiles, por donde hoy apuntan sus más fervientes adversarios.
Quien conozca la Iglesia Católica por dentro, que haya estado ligado alguna vez a una parroquia con su párroco y sus catequistas, beatas y praxis cristiana; reconocerá de una vez como realista, y calcado del día a día lo que aquí se presenta, los estereotipos clericales, las típicas maneras de vivir el sacerdocio que los formados en el catolicismo hemos visto en numerosas ocasiones:
El cura jovencito del que se enamoran todas las mujeres de la parroquia, el aficionado a pedir y acumular dinero, el asimilado a revolucionario izquierdista, el que remedia su monotonía vocacional con la gula y la bebida, etc., y por su puesto el obispo, el gallo jefe del gallinero, más pendiente del politiqueo y de salvaguardar sus intereses creados, que de ver la vida según la mentalidad o Buena Noticia de Jesús de Nazaret.
Una de las reglas impuestas a los ministros de la iglesia es el celibato.
Férrea como pocas, es un precepto muy difícil de seguir por la naturaleza humana.
Y es que el hecho de ordenarse sacerdote no le quita a un hombre sus impulsos.
Los sacerdotes son hombres, falibles y con necesidades como cualquiera.
Las historias relacionadas con el celibato han sido inspiración para historias en la literatura, en el cine y en el imaginario popular.
El enfrentamiento de los impulsos contra las reglas morales tiene el poder de crear un conflicto dramático de una gran fuerza.
“Dime tus pecados, hijo”
El Crimen del Padre Amaro es una película mexicana del año 2002 dirigida por Carlos Carrera Salen y adaptada por Vicente Leñero de la novela homónima “O Crime do Padre Amaro: Cenas da Vida Devota” del escritor portugués Eça de Queirós,
Protagonizada por Gael García Bernal, Ana Claudia Talancón, Sancho Gracia, Angélica Aragón, Luisa Huertas, Damián Alcázar, Pedro Armendáriz Jr., Ernesto Gómez Cruz, Andrés Montiel, Gastón Melo, Fernando Becerril, Verónica Langer, Jorge Zárate y Dagoberto Gama.
El Crimen del Padre Amaro fue candidata al Oscar de la Academia de Estados Unidos en la categoría mejor película en lengua no inglesa.
“O Crime do Padre Amaro: Cena da Vida Devota” fue escrita en 1875, y está considerada como la primera novela portuguesa del realismo.
Causó una gran polémica en el momento de su publicación por su denuncia de la hipocresía social y religiosa; donde castiga, con dureza y sin contemplaciones, el abuso de poder de la Iglesia en todas sus representaciones:
Por arriba en sus más altas autoridades y por abajo en sus curas de a pie, los bien preparados, cultos, y los más dados a los placeres terrenales.
Queirós fue pionero de la novela moderna, por eso hoy en día sus obras se pueden leer con entusiasmo:
Estilo original, dinámico, con personajes de gran riqueza psicológica, e historias narradas con rigor expositivo e ideas que en su tiempo fueron motivo de escándalo.
El director Carlos Carrera construye una impresionante e inolvidable película sobre el clericalismo en su contacto con lo secular, dejando excelente ejemplo de cómo contar una historia con fidelidad a la idiosincrasia de los personajes que la integran, no ya tanto por el crimen en sí que avisa el mismo título de la película, sino en cuanto al comportamiento habitual de los curas en sus parroquias y a todo ese ambiente de personas que les rodean, les temen, les protegen, les soportan o incluso les odian.
El Crimen del Padre Amaro es una crítica a los sacerdotes que llevan dos tipos de vida la de la espiritualidad y la del amor, en este caso, a una mujer; es un conflicto que se vive en casos de miembros dedicados a la vida espiritual y que juran celibato eterno y después no pueden cumplir la promesa, pero también El Crimen del Padre Amaro es la historia de un alma buena, un joven con buenas intenciones, con fe, que poco a poco se va corrompiendo, vendiendo a los intereses de la iglesia.
Ante la promesa de una mejor posición política dentro de la Institución, la generosidad y la riqueza espiritual se va convirtiendo en puro egoísmo y amargura.
El Padre Amaro resume en su persona pasiones contradictorias.
Está habitado por el deseo de cumplir con el compromiso que la Iglesia tiene con la gente más necesitada, pero no desea desobedecer a las disposiciones de la Diócesis.
Su ambición lo lleva a traicionarse.
Antes de su exhibición pública en México, se desató una controversia debido a que grupos católicos integristas intentaron prohibir El Crimen del Padre Amaro.
El gobierno del presidente Vicente Fox, a cargo de su entonces Secretario de Gobernación, Santiago Creel, exhibió privadamente la película ante personalidades religiosas, ya que el Instituto Mexicano del Cine (IMCINE) la produjo en parte.
Aunque el grupo derechista Pro-Vida intentó demandar al gobierno para prohibir su exhibición, El Crimen del Padre Amaro se convirtió en la más taquillera del cine de México.
Mucho alboroto por la escena previa al erotismo, se le acusaba a Ana Claudia Talancón de utilizar un manto similar al de la virgen de Guadalupe e incluso de su comparación en cuanta belleza con respecto al de la deidad.
Mucho escándalo, pero que tal cuando a Norberto Rivera le aflora ese léxico florido o incluso su supuesta complicidad con padres pederastas.
Lo malo es cuando los representantes de la iglesia se aprovechan de su posición para abusar de niños, por ejemplo, y eso no lo vi en ninguna película sino en los noticieros.
En El Crimen del Padre Amaro hay dos líneas importantes:
Por un lado la relación entre el Padre Amaro y Amelia, y por otro, la relación del poder y la Iglesia.
Aunque desde hace mucho tiempo los sacerdotes liberales procuran, además de ser guías espirituales, mejorar las condiciones reales de vida y las situaciones de justicia de la población, sectores encumbrados de la Iglesia, extremadamente conservadores, defienden activamente los intereses del poder.
Así las cosas, el recién ordenado Padre Amaro Viera (Gael García Bernal), un joven de sólo 24 años, es enviado a una pequeña parroquia en el pueblo de Los Reyes para ayudar al Padre Benito (Sancho Gracia) en sus menesteres diarios.
La corrupción de los gobernantes locales y del Padre Benito, además del atractivo de la joven Amelia (Ana Claudia Talancón) crea una situación difícil para el joven religioso.
En efecto, el Padre Amaro, es destinado a la parroquia de Aldama, México.
Al llegar es recibido por el Padre Benito, quien mantiene un romance con la Sanjuanera (Angélica Aragón), que es la encargada de la fonda cercana a la Iglesia, así como de las tareas domésticas de la Casa Parroquial.
El Padre Amaro poco a poco descubre los secretos del lugar, así como el lavado de dinero por parte del Narco y la Iglesia para construir un Dispensario (Hospital), además del romance del Padre Benito.
La joven Amelia, hija de la Sanjuanera, se enamora del Padre Amaro e intenta estar con él.
Con el tiempo comienzan una relación en secreto en un pequeño cuarto en la casa del Sacristán, el cual tiene una hija con retraso mental.
En esos encuentros exploran su sexualidad.
Amaro busca desesperadamente justificar el amor por Amelia buscando citas de poesía erótica en la Biblia y la imagen de la Virgen en su amante.
Pero la Joven Amelia se embaraza poco después, y tras un intento fallido de regresar con su anterior novio Rubén (Andrés Montiel), se deja convencer por el Padre Amaro de practicarse un aborto en una clínica clandestina.
El aborto sale mal, la joven sufre una hemorragia imposible de detener; esto lleva al Padre Amaro a trasladarla a un Hospital cercano.
Sin embargo, la situación es demasiado grave y la joven fallece.
Afuera de la clínica, Amaro cae en la cuenta de lo lejos que están los principios morales con los que llegó al pueblo.
La Virgen le concede a Amaro un siniestro milagro:
Amelia muere.
Entonces, el pueblo arma su versión de los acontecimientos:
Amelia, embarazada de su ex-novio que la abandonó para irse a México, acudió a una clínica clandestina para practicarse un aborto.
Al presentarse complicaciones, Dionisia (Luisa Huertas) acudió al Padre Amaro para llevarla a Villa Aldama.
El héroe llegó tarde y la muchacha murió en el camino.
El Padre Amaro oficia una misa de difuntos para el descanso del alma de Amelia.
Sólo el Padre Benito, mudo por una embolia, y Dionisia, comprada con dinero, conocen el secreto del Padre Amaro...
El crimen del Padre Amaro.
Pero sobre todo, el film trata del peor de los crímenes, que no es aquel que acaba con la vida de alguien, al fin, ese acaba y ya está, sino del crimen ético y moral, aquel por el cual ya vale todo, y todo es lavable y queda falsamente limpio.
Ahí es donde pone el dedo en la llaga El Crimen del Padre Amaro y dónde más les puede acabar doliendo a los ultraconservadores, y no tanto en que un cura se acueste con una mujer, o con un hombre, pues muchos lo han hecho y lo harán toda su vida.
El personaje de Amelia es un claro ejemplo de la confusión entre amor divino y amor carnal, facilitada por la mística católica.
Por su parte, Dionisia vive su locura a través de la religión, lo cual, paradójicamente, le presta un asidero a la realidad.
En El Crimen del Padre Amaro se pretende dar la voz, por medio de la creación de personajes consistentes, a distintas posturas y dudas ante lo espiritual.
Más que la maldad de personajes maniqueos, lo que nos importa es la complejidad de las motivaciones humanas.
El personaje de Amaro parece ser el incumplimiento de su promesa de castidad.
Se entrega decididamente al deseo sexual que siente por Amelia, y planifica cuidadosamente sus encuentros pasionales.
Cae en pecado y traiciona a su Iglesia.
La moral cristiana, sin embargo, receta restricciones semejantes para todos los hombres:
Cero sexo antes del matrimonio y después solamente con la esposa.
Por ende, el pecado y el crimen del Padre Amaro se convierten también en los de todos los hombres cristianos quienes no logran aferrarse a su promesa de castidad y fidelidad sexual en el matrimonio.
Pero los Padres primero son hombres y los hombres elegimos los mandatos del machismo sobre los de la religión.
¿Quién de nosotros, entonces, tirará la primera piedra al Padre Amaro?
Otra mirada al personaje del Padre Amaro sugiere que su crimen, más bien, es la obediencia ciega a su obispo de quien es el “hijo consentido”
Amaro se ubica entre dos curas de posiciones ideológicas antagónicas.
El Padre Benito se ha aliado con los ricos y los narcotraficantes y hace del dinero sucio obras dignas para el pueblo.
El Padre Natalio (Damián Alcázar), teólogo de la liberación, se ha entregado a la causa del campesinado explotado, dispuesto a abandonar el sacerdocio si es necesario.
Ambos hombres, llenos de contradicciones, están dispuestos a enfrentar las consecuencias de las opciones que han tomado.
En contraste, el único compromiso de Amaro es con su carrera eclesiástica.
Busca el éxito y el poder, y sabe que para lograrlos tiene que acomodarse con las autoridades imperantes.
Para el Padre Amaro la posesión y el ejercicio del poder es lo que define al hombre.
También vemos que a lo largo de El Crimen del Padre Amaro, el joven Amaro se presenta como un hombre amable y generoso pero se revela al final como un tipo nefasto.
Cuando Amelia anuncia que está embarazada, Amaro la golpea y la rechaza, y hasta reza, entre lágrimas, por un milagro.
No llora por ella, sino por los derechos y los privilegios que él está a punto de perder si asume la paternidad responsablemente.
Opta, entonces, por un aborto, una decisión que va contra todas las creencias religiosas y valores humanos que dice profesar.
Y Amelia, desesperada por el estigma social que significa ser madre soltera en una comunidad católica, concede.
Su crimen, sin embargo, no es el incumplimiento de las leyes de la Iglesia Católica sino más bien el cumplimiento fiel de los mandatos del machismo.
Y lo peor de todo es la negación total de cualquier responsabilidad por la muerte de Amelia.
Como Poncio Pilato, se lava las manos, mientras la sociedad y sus instituciones buscan a culpables ajenos:
Ateos, herejes, comunistas y hasta las mujeres mismas, tirando piedras por todos lados menos al responsable del crimen.
Cualquier institución social, política, económica, gubernamental, no gubernamental o religiosa que promueve la inferioridad, la sumisión y la subordinación de las mujeres es cómplice con el asesinato sistemático de ellas.
Para los hombres, El Crimen del Padre Amaro, representa una oportunidad para reflexionar sobre el grado de machismo que ejercemos a lo interno de nuestras iglesias, partidos políticos, centros de trabajo, etc., y las consecuencias para la salud y el bienestar de las mujeres.
La complicidad con la doble moral y la hipocresía, y el silencio, también contribuyen al feminicidio y es criminal.
Tirarle piedras al Padre Amaro es tirarnos piedras a nosotros mismos... mejor sería recoger las piedras que nos rodean a todos para contribuir a la construcción de un mundo sin violencia, de justicia e igualdad.
Por otro lado, El Crimen del Padre Amaro de Carlos Carrera, funciona muy bien por su perfecta adaptación a un mundo provinciano en el que puede reconocerse cualquier país del tercer y primer mundo:
Esa doble vida, esa doble pasión que no es más que abuso de poder que, en este caso, queda conmovedoramente plasmado por una realización eficaz y gran interpretación de García Bernal y la niña objeto de su deseo:
Corre el ardor juvenil de ambos personajes, la morbosa atracción de quien domina y quien tan a gusto es dominada.
Da escalofríos toda la historia y aterroriza el final, pues describe con gran riqueza poética y precisión cinematográfica hasta donde es capaz de llegar un tipo de esta calaña y la claridad con que el director expone el asunto con su terrible actualidad, pues hoy siguen ocurriendo esa clase de desmanes, en que numerosos muchachos son manipulados de este modo por propios y extraños.
Dejando a un lado valoraciones argumentales, El Crimen del Padre Amaro destaca por las interpretaciones, especialmente las de Sancho Gracia, Angélica Aragón y Damián Alcázar brillan en sus papeles; tanto que incluso opacan al protagonista.
Gael García Bernal se muestra inusualmente controlado, hasta el punto de la timidez.
Por un lado eso hace a su personaje más vulnerable, pero igualmente resta fuerza a su interpretación.
En general, el exhibir cintas de este tipo o el prohibirlas, no solucionará las problemáticas actuales ni las aumentará.
Es absurda la censura de productos así, cuando en cada puesto de revistas es factible, incluso para los menores, comprar decenas de publicaciones y cintas pornográficas que lesionan más la moral del individuo.
Juzgar El Crimen del Padre Amaro por faltas a la moral es querer utilizar un elemento individual y convertirlo en universal; lo que es moral para uno puede no serlo para otros y viceversa.
En el caso del amor que tuvieron estos protagonistas Amelia y Amaro, considero que la iglesia católica está en un error al tomar como un pecado a que el sacerdocio no pueda contraer matrimonio, porque considero que el amor, no es algo de lo que se pueda evitar, dado a que es un sentimiento normal e inevitable en todos los seres humanos.
Además, me resulta antagónico que alguien que nunca ha amado, predique sobre el amor.
Ahora, el uso descarado y mal intencionado de símbolos, que para los católicos son sagrados como la ostia y la Virgen María; cabe señalar que estos cuadros son parte si no indispensable, necesaria para el desenvolvimiento de la obra, y no lo considero como una burla.
El Crimen del Padre Amaro pone de relieve distintos niveles de conflicto entre la sociedad latinoamericana y la Iglesia Católica y, también, dentro de ésta.
Aunque trate sobre la realidad social, muchos de los temas tienen una dimensión más amplia.
Los dos principales conflictos que se plantean son:
El conflicto provocado por el enorme poder e influencia de la Iglesia Católica en la sociedad frente a una concepción laica que considera que esta iglesia está ocupando un lugar que no le corresponde.
No es el tema en el que vamos a fijar nuestra atención pero merece la pena observar esta tensión entre clericalismo y laicismo presente en El Crimen del Padre Amaro.
Esto se evidencia, por ejemplo, con el padre de Rubén, el periodista novio de Amelia, de origen librepensador, enfrentado con la iglesia y después agredido por un artículo de su hijo; o en el conflicto en el diario y la intervención del obispado atentando contra la libertad de prensa.
También el conflicto interno que divide a la Iglesia Católica entre su jerarquía, vinculada al poder y a los poderosos, y otro sector inspirado en la teología de la liberación y en la iglesia al servicio de los pobres.
En El Crimen del Padre Amaro se ven claramente dos modelos de iglesia:
La que está al servicio de los pobres y con los pobres, y la vinculada al poder.
El Padre Natalio representa esta opción por los pobres, vive con y como ellos, y lucha por cambiar su situación, pero este compromiso es molesto para la jerarquía de la Iglesia que lo acaba excomulgando.
Pero el Padre entiende que antes que su obediencia al obispado está su coherencia como cristiano y acepta quedar fuera de la Iglesia si es necesario:
"Mi única obediencia es a Dios y a mi gente", responde.
Mientras, nos retrata una jerarquía eclesiástica que forma parte de la clase social de los poderosos.
Las imágenes del Obispo son una muestra elocuente, pero también lo es la actuación del Padre Amaro.
Su historia nos muestra la evolución de una persona marcada por el afán de poder que lo lleva a actuar sin asumir responsabilidades, chantajeando, poniendo en peligro la vida de Amelia, levantando falsas acusaciones, etc.
Se trata de una Iglesia caracterizada por la contradicción, por la doble moral. Veamos algunos ejemplos:
Es una iglesia que acepta el dinero de los narcotraficantes para la construcción de un centro hospitalario, a quienes les otorga respetabilidad.
La vinculación con el narcotráfico es clara en el personaje del Padre Benito, pero también lo justifica el obispo cuando dice:
"Donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia"
Es una iglesia que se niega a abordar el tema del celibato, por ejemplo cuando lo plantea el Padre Amaro al principio de El Crimen del Padre Amaro, aunque, en cambio, el Padre Benito mantiene una relación amorosa con una mujer o el mismo Padre Amaro después mantiene una relación con Amelia.
Es una iglesia que vive y goza de los privilegios materiales.
Las escenas en las que aparece el Obispo o algunas comidas de los curas son un claro ejemplo de ello.
El aborto, tema que causó gran alboroto, es una realidad que vivimos en todo el mundo, cuando El Crimen del Padre Amaro se llevó a cabo, el aborto no era legal en México, lo cual no significa que no existiera, ya que las condiciones insalubres hacían que muchas mujeres murieran en el intento.
Una de las lecturas fundamentales que permite El Crimen del Padre Amaro es que este modelo de actuación de la jerarquía de la Iglesia Católica tiene consecuencias nefastas en materia de salud sexual y reproductiva para la población.
Esta es una Iglesia que educa en la ignorancia y no afronta el tema de la sexualidad, por ejemplo:
Cuando en catequesis están repitiendo en voz alta los diez mandamientos y un niño pregunta que qué quiere decir "no fornicarás" y Amelia contesta que no comer carne en Semana Santa.
Se trata de un discurso lleno de prejuicios, falsedades y doble moral lo que no permite a las personas educarse con responsabilidad acerca de la sexualidad, lo que provoca mayor desprotección de las personas, especialmente de las mujeres en un contexto de desigualdad entre géneros.
En la actualidad, puede relacionarse toda esta temática con la beligerancia de la Iglesia Católica contra los métodos anticonceptivos como mecanismo de protección frente al VIH-SIDA y a los embarazos no deseados.
Y como comentario final sobre la controversia, me parece muy sospechoso que las ligas católicas y demás hayan elegido denunciar El Crimen del Padre Amaro por el contenido sexual que, francamente, es bastante inofensivo comparado con la corrupción y malos manejos que se muestran en las altas esferas de esa misma Iglesia.
Interesante...

“¿Y sus pecados?”



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