Fantasmagorie

Animación es tanto arte como oficio; es un proceso en el cual el dibujante, ilustrador, artista plástico, guionista, músico, operador de cámara y director cinematográfico, combina sus habilidades para crear una nueva estirpe artística:
El animador.
El dibujo animado, tal como lo conocemos hoy tuvo un inicio, un principio, su origen.
Este se remonta hace más de 100 años, en 1908.
Émile Cohl fue uno de los pioneros de los dibujos animados, él comenzó su carrera en su Francia natal, y la continuó en Gran Bretaña y Estados Unidos, siendo uno de los primeros cineastas europeos que emigró a lo que sería la Meca del cine.
Cohl fue autor de más de 300 cortos de los que hoy sólo se conservan 65, y junto a su colaborador George McManus, desarrollaron las primeras series de dibujos animados.
Pero arruinado y en la indigencia durante los últimos años de su vida, Émile Cohl murió en 1938 a causa de un desgraciado accidente, cuando su barba se incendió con la llama de una vela en el asilo en el que estaba recluido.
No obstante, Émile Cohl encantó a chicos y grandes con sus cortos animados.
Fantasmagorie fue creado con 700 dibujos y tuvo una duración de casi un minuto y medio.
Su descubrimiento tuvo origen en la necesidad de generar efectos visuales para una película llamada “The Haunted Hotel” (1907)
Al revisar este film cuadro a cuadro, Émile descubrió la animación, cuya técnica se basa en dibujar un cuadro y fotografiarlo, para luego filmar el negativo.
Se cuenta que el dibujante basó su trabajo en la experiencia de James Stuart Blackton, fundador de los estudios Vitagraph, quien un par de años antes había realizado el corto animado “Humorous Phases Of Funny Faces” (1096), con una técnica que llamó “efecto línea de tiza”, en el que se filmaban líneas negras sobre fondo blanco, para luego revertir el negativo.
A pesar que los personajes de Blackton no se movían en su totalidad, era suficiente para inspirar un trabajo más elaborado y de corte más fantástico.
El impacto que tuvo Fantasmagorie en su momento fue impactante y si uno lo mira con detención, es imposible no sorprenderse con una técnica que generó una gran industria y que está día a día, presente en miles de canales y cientos de cines.
Pero para Cohl esa forma que el acababa de inventar tiene un aspecto nuevo y mucho más importante, un rasgo que se ha convertido en uno de los invariantes absolutos de la animación que surge una y otra vez en los grandes creadores.
Se trata de la absoluta libertad que concede esta forma de arte, puesto que al tratarse de líneas dibujadas, a las que sólo limita la voluntad del creador, todo es posible, cualquier cosa puede transformarse en cualquier otra y las situaciones más delirantes tener lugar... todo ello con el mínimo de medios, como es el caso, la “tiza” que pinta sobre una superficie, que no es tiza, y cuyos trazos son capturados fotograma a fotograma.
Fantasmagorie es un corto animado de 1908 dirigido y escrito por Émile Cohl y está considerada como la primera película completamente animada de la historia del cine.
Se compone de una serie de secuencias que van fusionándose entre ellas sin seguir una estructura narrativa.
En Fantasmagorie, el personaje de Cohl no sólo se mueve completamente, sino que sufre una serie de transformaciones y alucinaciones que bordean lo surrealista.
Fantasmagorie se estrenó el 17 de agosto de 1908, cuyo título hacía referencia al Fantasmógrafo, una variante de la linterna mágica que proyectaba imágenes fantasmales que flotaban por las paredes.
Fantasmagorie no tiene argumento, esencialmente son imágenes que llevan a otras imágenes de forma muy surrealista.
A pesar de no tener argumento, vemos en Fantasmagorie algunas escenas curiosas como un señor al que le tapa el sombrero de una mujer y decide hacerlo pedazos, da la impresión de que estén viendo una película o quizás una obra de teatro.
También vemos al protagonista perder la cabeza y un señor ponerse a jugar con ella, como metáfora no está nada mal.
Aunque lo más interesante es la interactuación del animador con la animación a la mitad del metraje, porque el protagonista se "rompe" y él lo recompone.
Visto hoy en día Fantasmagorie parece la obra de un niño, pero hay que pensar lo que debió costar animar el minuto y medio que dura en su momento.
Aunque el inicio promete cierta coherencia, el azar parece determinar los cambios que se producen en la pantalla.
A pesar de lo cual, a Émile Cohl le debemos la creación del primer personaje de dibujos animados, “Fantoche”, quien aparece en este filme inicial y en otros posteriores.
El estilo de Cohl en estos cortometrajes, sin perspectiva ni fondos, improvisado, donde una imagen lleva a otra, jamás tuvo una continuación clara en la animación, y sin embargo ha llegado hasta nuestros días como una de las formas más libres de animación, y un referente usado por muchos animadores frente al excesivo naturalismo de la animación tradicional.
No obstante hay que aclarar que Fantasmagorie no es el primer film de la historia, como se menciona en muchos lugares, sino el primero de los que se conserva una copia.
Y no por ser tan básico y rudimentario pierde su increíble valor histórico y de neto corte experimental, ya que no nos olvidemos que en ese entonces lo remotamente parecido a lo que Cohl iniciaría con esta obra eran los kinetoscopios o caleidoscopios, que circulaban de mano en mano entre niños de familias burguesas de la época.
Fantasmagorie es un auténtico documento fílmico.
Es una animación ocho años después del siglo XIX.
El sólo hecho de ponerse a pensar en que alguien por ese entonces estaba creando un género le da a uno escalofríos.
Con Fantasmagorie, Émile Cohl se convirtió en un pionero, un maestro y en un genio.



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