تاکسی (Jafar Panahi's Taxi)
“آنها در راه است که ما را به دانستن آنها در حال تماشای ما اجازه کار.
تاکتیک های خود را آشکار است”
(Ellos trabajan de manera que nos permiten saber que nos están observando.
Sus tácticas son obvias)
El cine nace, cuando alguien tiene algo que contar, y hay una cámara que sabe filmarlo.
Así de simple, y así de complicado.
La Cultura Persa es milenaria, y a cada manifestación artística que nos llega, lo vuelve a dejar patente; es la demostración de que los pueblos sobreviven a sus dirigentes, a sus políticos, a sus gurús, y sus religiones y religiosos, sólo es cuestión de tiempo, paciencia, perseverancia y astucia.
Nada más triste y lamentable, que prohibir expresarse a las personas, por el medio que sea, por el motivo que sea, y con el fin que sea.
Si el ser humano se distingue de los demás animales por la creación y uso del lenguaje, la necesidad vital, primaria y social de dar forma a lo que nos pasa y compartirlo, es irrenunciable, sin importar para nada las cortapisas e impedimentos que traten de imponer.
Irán ocupa el lugar 173, de un total de 180 países en los índices de 2014 y 2015 de Reporteros sin Fronteras, y El Gobierno continúa reprimiendo duramente la libertad de expresión, prácticamente en todos los ámbitos.
En Irán, casi todos los sitios internet independientes de noticias, están bloqueados, y muchas personas, especialmente los defensores de Los Derechos Humanos y disidentes políticos, están sometidos a acoso, amenazas, y penas de cárcel por expresar su opinión de forma pacífica.
Las razones que alega El Estado para ejercer este tipo de censuras, son ambiguas, y se refieren a acusaciones como:
“Difundir propaganda contra El Estado”, “Publicar contenidos inmorales”, “Actuar contra La Seguridad Nacional”, e “Proferir injurias contra figuras religiosas”
Se sabe que al menos 2 personas están actualmente en el corredor de la muerte por “maldecir al profeta”, y en 2014, una persona ha sido ejecutada, acusada de “herejía”
Jafar Panahi, es uno de los directores de cine más influyentes de la llamada “nueva ola iraní”
Su trabajo, ha recibido grandes elogios tanto de los teóricos del cine, como de los críticos de todo el mundo.
Sus películas han recibido numerosos premios, entre los que destacan El León de Oro en El Festival Internacional de Cine de Venecia; y El Oso de Oro en El Festival de Cine de Berlín.
El estilo de Panahi, es a menudo descrito como una forma iraní del neorrealismo; y se han descrito sus películas, como conectadas por un “conflicto entre la inmediatez del documental, y una serie de normas estrictas con parámetros formales y muy definidos”, junto a una “ira abiertamente expresada a las restricciones impuestas en la sociedad iraní”
Al igual que los mejores directores iraníes que han sido reconocidos en el mundo entero, Jafar Panahi evoca el humanitarismo de una manera poco sentimental, a la manera realista, sin que sea necesariamente primordial el mensaje social o político.
En esencia, esto es lo que ha definido la peculiar estética del cine iraní.
Su sensibilidad, tiene tanta fuerza, que la única manera que tenemos de contemplar al cine iraní, es la de equipararlo con el concepto universal del humanitarismo.
Panahi explica, que su estilo puede ser descrito como “acontecimientos humanitarios interpretados de una forma poética y artística”
También dice:
“En un mundo en el que las películas están hechas con millones de dólares, nosotros hemos hecho una película sobre una niña que quiere compare un pez por menos de $1”
Y señaló:
“Yo era muy consciente de no intentar jugar con las emociones de la gente.
No tratamos de hacer secuencias que les hicieran llorar a borbotones.
Queríamos involucrar la parte intelectual de la gente, pero con ayuda del aspecto emocional, y que resultara una combinación de las 2”
No obstante, el 30 de julio de 2009, Mojtaba Saminejad, un bloguero y activista por la defensa de Los Derechos Humanos que escribe desde dentro de Irán, dio a conocer la noticia, de que Jafar Panahi había sido detenido en el cementerio de Teherán, donde había asistido junto a un numeroso grupo de personas, para el entierro de Neda Agha-Soltan, la joven iraní asesinada durante las protestas electorales en Irán de 2009, a manos de la milicia Basij, pues su muerte adquirió gran notoriedad en todo el mundo, por haber sido grabada por otros manifestantes, y difundida en Internet.
Más tarde, Panahi fue liberado, pero se le retiró el pasaporte, y se le prohibió abandonar el país.
En febrero de 2010, las autoridades islámicas no le permitieron viajar al Festival de Cine de Berlín, para participar en unas jornadas sobre el “Presente y futuro del cine en Irán: Expectativas dentro y fuera de Irán”
Y el 1 de marzo, Panahi fue detenido de nuevo, esta vez en su casa, junto con su mujer Tahereh Saidi, su hija Solmaz Panahi, y 15 de sus amigos, que fueron llevados a la cárcel de Evin, que queda en el barrio del mismo nombre en el norte de Teherán, y que es famosa por sus presos políticos.
Muchos de ellos, fueron liberados a las 48 horas...
Los también cineastas, Mohammad Rasoulof y Mehdi Pourmoussa, salieron en libertad el 17 de marzo de 2010, pero no Panahi.
Su detención fue confirmada por El Procurador General de Teherán, Abas Jafari Dolatabadi, que no especificó los cargos contra él, limitándose a asegurar que Panahi no había sido arrestado por ser “un artista o por razones políticas”, sino por haber “cometido un delito”
Ante los hechos, los directores de cine:
Ken Loach, los hermanos Dardenne, Jon Jost, Walter Salles, Olivier Assayas, Tony Gatlif, Abbas Kiarostami, Kiomars Pourahmad, Bahram Bayzai, Asghar Farhadi, Nasser Taghvai, Kamran Shirdel y Tahmineh Milani; así como los actores:
Brian Cox, Mehdi Hashemi, Fatemeh Motamed-Aria y Golshifteh Farahani; y los críticos de cine:
Roger Ebert, Amy Taubin, David Denby, Kenneth Turan, David Ansen, Jonathan Rosenbaum, y Jean-Michel Frodon, junto a La Federación Europea para Las Asociaciones Nacionales de Los Directores de La Televisión y del Cine (FERA), La Academia de Cine Europeo, los australianos:
Asia Pacific Screen Awards, la Network for the Promotion of Asian Cinema, El Festival de Cine de Berlín, El Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, El Festival Internacional de Cine de Róterdam, El Festival Cinematográfico Checo Febiofest, la estadounidense National Society of Film Critics, la canadiense Toronto Film Critics Association, y El Consejo Turco de Cine, pidieron su liberación, así como los ministros franceses:
Bernard Kouchner de Asuntos Exteriores; y Frédéric Mitterrand de Cultura y Comunicación; del mismo modo que El Ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle; el Gobierno Canadiense, la diputada verde finlandesa, Rosa Meriläinen; y Human Rights Watch, condenaron la detención.
Y 7 días después, un grupo de conocidos productores, directores y actores iraníes, visitaron a la familia de Jafar Panahi, para mostrarles su apoyo, y hacer un llamamiento por su inmediata liberación.
El 18 de marzo, se le permitió recibir visitas de su familia, y de un abogado.
El 14 de abril, El Ministro de Cultura iraní, dijo que Panahi había sido arrestado porque “estaba haciendo una película contra El Régimen, en la que se mostraban los acontecimientos posteriores a las elecciones de 2009”, pero en una entrevista con la AFP, a mediados de marzo, la mujer de Panahi ya había negado esa versión:
“La película estaba siendo rodada en el interior de nuestra casa, y no tenía nada que ver con El Régimen Islámico”
Así, muchos actores, directores y productores iraníes, firmaron una petición, pidiendo la inmediata liberación de Jafar Panahi.
El 30 de abril, un gran número de directores de Hollywood, entre los que se encontraban:
Robert Redford, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Robert De Niro, Ethan y Joel Coen, Michael Moore, Jonathan Demme, Jim Jarmusch, y Oliver Stone, firmaron una carta, insistiendo en la liberación del cineasta iraní.
La carta terminaba con estas líneas:
“Al igual que los artistas de todo el mundo, también los cineastas iraníes, deberían de ser reconocidos, y no censurados, reprimidos y encarcelados”
Elegido miembro del Jurado del Festival Internacional de Cine de Cannes en 2010, Jafar Panahi, no pudo acudir, porque seguía encarcelado, pero su silla se dejó vacía simbólicamente.
El 18 de mayo, periódicos de todo el mundo publicaban fragmentos del mensaje enviado por Panahi desde la cárcel:
“Por la presente declaro que he sido objeto de malos tratos en la prisión de Evin.
El sábado 15 de mayo de 2010, los guardias de la prisión, entraron de repente en nuestra celda, la número 56, y nos sacaron a mí y a mis compañeros, nos hicieron desnudarnos, y nos tuvieron en el frío durante una hora y media.
El domingo por la mañana, me llevaron a la sala de interrogatorios, y me acusaron de haber filmado el interior de mi celda, lo que es completamente falso.
Entonces, me amenazaron con encarcelar a toda mi familia en Evin, y maltratar a mi hija, en una prisión poco segura de la ciudad de Rejayi Shahr.
No he comido, ni he bebido nada desde el domingo por la mañana, y declaro que si mis deseos no son respetados, voy a seguir absteniéndome de beber y comer.
No quiero ser una rata en un laboratorio.
Víctima de sus enfermizos juegos, amenazado y torturado psicológicamente.
Mis exigencias son:
Tener la posibilidad de contactar y ver a mi familia, así como tener la completa seguridad de que están a salvo.
El derecho a tener y comunicarme con un abogado, pues ya he pasado 77 días en prisión.
La libertad incondicional hasta mi juicio, y el veredicto final.
Por último, juro por lo que creo que es el cine, que no voy a dejar mi huelga de hambre hasta que mis deseos sean satisfechos.
Mi último deseo, es que mis restos sean devueltos a mi familia, para que puedan enterrarme en el lugar que elijan”
Después de 10 días de huelga de hambre, y gracias a la movilización internacional en favor de su liberación, varias organizaciones como Amnistía Internacional, o la International Campaign for Human Rights in Iran, organizaron la recogida de firmas en apoyo del cineasta; y el 25 de mayo, Jafar Panahi salió de la cárcel bajo fianza de 2.000 millones de riales, equivalente entonces, a unos 150.000€.
En resumidas cuentas, Panahi estuvo 88 días tras las rejas; sin embargo, el 20 de diciembre de 2010, fue condenado a 6 años de cárcel, y 20 de inhabilitación para hacer cine, viajar al extranjero, o conceder entrevistas.
Panahi apeló la sentencia, pero en octubre de 2011, un Tribunal de Teherán, confirmó la pena que le habían dado.
El delito que se le imputa es “actuar contra La Seguridad Nacional, y hacer propaganda contra El Estado”
Farideh Gheyrat, la abogada del cineasta, anunció de inmediato, que recurrirá al Tribunal Supremo “en cuanto reciba la confirmación oficial de la condena”
Uno de los grandes nombres del cine iraní, Jafar Panahi, un hombre herido, oprimido y maniatado por los ambages de la retrógrada e intolerante sociedad que habita, mantiene en pie sus ansias de libertad filmando, incluso vacilando y divirtiendo, para clamar por su arte e independencia.
Bienvenido sea...
“آنها را نزدیکترین دوستان خود را به بدترین دشمنان خود را”
(Ellos hacen que sus amigos más cercanos sean sus peores enemigos)
تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) es un drama iraní, del año 2015, escrito y dirigido por Jafar Panahi.
Protagonizado por Jafar Panahi, Hana Saeidi, Nasrin Sotoudeh, y el pueblo de Teherán.
Jafar Panahi, ha planteado desde el asiento del conductor de un supuesto taxi, su tercer largometraje desde que El Gobierno de Irán lo sometiera a arresto domiciliario, y le prohibiera hacer películas; y ha sido descrita como “un retrato de la capital iraní, Teherán, una película-documental, cuyos pasajeros incluyen hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres, los tradicionalistas y modernistas, vendedores de vídeos piratas, y defensores de Los Derechos Humanos, que se sientan en el asiento del copiloto de un conductor sin experiencia, que ellos llaman آقای پناهی/ Aghaye Panahi o “El Señor Panahi”
Los pasajeros, son interpretados por actores no profesionales, cuyas identidades permanecen en el anonimato.
تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) se estrenó en competición en El 65° Festival Internacional de Cine de Berlín, donde ganó el premio mayor, El Oso de Oro; y El Premio FIPRESCI.
Como a Panahi “se le prohibió hacer cine y viajar”, su sobrina Hana Saeidi, que también aparece en تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), recogió el premio en su nombre.
Mientras El Presidente del Jurado del Festival de Berlín, Darren Aronofsky, describía la película como “una carta de amor al cine... llena de amor por su arte, su comunidad, su país y su público”
En una entrevista después de la victoria en Berlín, Jafar Panahi rogó a las autoridades, permitir que تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) se proyectará públicamente en Irán.
Por su parte, El Gobierno de Irán, mediante La Organización Cine, ofreció una declaración que era a la vez festiva y crítica, felicitando a Panahi por la victoria, al tiempo que acusa al Festival de Berlín, de difundir malentendidos con la concesión del premio a Panahi.
La acción de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) toma lugar dentro de un taxi que recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán.
Con pasajeros muy diversos, entran en el taxi, y expresan abiertamente su opinión, mientras son entrevistados por el conductor, que no es otro que el director del film, Jafar Panahi.
Allí veremos a:
El mercado negro, algún integrista, ciertas mujeres más comprensivas, una niña entrañable, una abogada a la que le van a prohibir ejercer, 2 ancianas supersticiosas, unos ladrones, o policía secreta; un supuesto amigo de la infancia… un variopinto y heterogéneo catálogo de personajes, que configuran un mosaico de la diversidad y disparidad humana en toda gran ciudad de nuestros días.
Su cámara, colocada en el salpicadero del vehículo, captura el espíritu de la sociedad iraní, a través de este viaje.
Al compartirlo con el director y sus “clientes”, nosotros somos conscientes y cómplices de esa lucha contra la censura:
Jafar Panahi, está rodando de forma clandestina, lo sabemos, y tememos que en cualquier momento lo descubran…
تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) es una película de indignación tranquila, pero profunda, riendo en la superficie, pero aullando de rabia justo debajo, con una portentosa capacidad de análisis, divertida e inquietante, como siempre, cuando dejamos de sonreír, y nos paramos a pensar en lo que acabamos de oír…
La mera existencia de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), supone un desafío político a las autoridades iraníes, digno de aplauso, pero además es un brillante ejercicio de reflexión cinematográfica; una película valiente, comprometida y sin duda, necesaria, por su reflejo de la sociedad iraní, pero que por desgracia, nunca se verá dentro de sus fronteras; ya que hemos tenido el privilegio de que algunos amigos la sacaron del país clandestinamente, para que pudieran apreciarse en el resto del mundo.
“پس از آن شما فکر می کنم همه شما می توانید انجام دهید این است یا کشور را ترک و یا دعا به بازگشت به آن سوراخ.
بنابراین تنها یک چیز برای انجام وجود دارد:
مهم نیست”
(Después de que usted piensa que todo lo que puede hacer es, o bien dejar el país, o rezar para volver a ese agujero.
Así que sólo hay una cosa que hacer:
No darle importancia)
Hablar de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), es hablar de Jafar Panahi.
Y hablar de Jafar Panahi, es hablar de Irán.
Para poder entenderla de verdad, más allá de la evidencia que supone verle conducir con cierta torpeza, un taxi mientras recoge y charla “fortuitamente” con determinados clientes, hay que conocer que el reputado director iraní, fue condenado por la justicia de su país a, entre otras cosas, 20 años de inhabilitación para hacer cine, viajar al extranjero, o conceder cualquier tipo de entrevistas.
Ahí está el matiz que marca la diferencia entre una carrera, y una buena carrera; y sorprendentemente, Jafar Panahi convierte un formato totalmente sencillo y económico, como es una cámara en el interior de un coche, en algo relevante y lleno de ideas reveladoras sobre la sociedad iraní.
Él emplea la estética neorrealista, para realizar una crítica severa de la censura y la inseguridad que padece Irán.
El condenado Panahi, desde la clandestinidad, nos ofrece una espléndida lección de para qué sirve contar historias:
La verdad y la belleza, son enemigas del poder.
Por supuesto, تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) es exactamente lo contrario a un acto de rendición.
Una película llena de habilidad, para burlar a sus censores, con perspicacia política inusual; y ha hecho de su trabajo, la única forma coherente de explicar el mundo, de darle sentido.
No es tanto un ejercicio de protesta, aunque también, como un oficio de resistencia.
Alguien podría aventurarse a llamarlo “vida”, sin más; pero por el momento, en un ejercicio que encanta, en lugar de quedarse con los brazos cruzados, prácticamente crea una nueva forma de hacer cine.
Para la realización, el cineasta ha recorrido discretamente Teherán, durante 15 días con su taxi, y su cámara escondida en el interior del vehículo, acompañado solo de algunos amigos actores y técnicos, “y procurando que no se notaran que estaban rodando”
Panahi conduce un coche por las calles de la capital iraní, haciéndose pasar por taxista; de este modo, con una cámara colocada sobre el salpicadero del vehículo que el mismo cineasta maneja cambiando su posición y enfoques, graba las conversaciones que tienen sus pasajeros, ya sea entre sí, en ocasiones desconocidos comparten la misma carrera a bordo del taxi; o con el propio Panahi al reconocerlo.
La llegada de un simpático enano vendedor de películas pirateadas, empieza a desmoronar el dispositivo de supuesto documental con cámara oculta que había comenzado a construir la película, sembrando la duda sobre si los pasajeros del taxi, son personas anónimas ajenas a la cámara, o actores, aunque se trate de no profesionales, improvisando sobre una situación fijada antes de rodar.
La docu/ficción, y su constante cuestionamiento, viajan juntas en el asiento del copiloto durante todo el metraje.
El punto álgido llega con la joven sobrina del director, Hana Saeidi, que introduce los comentarios más críticos, hacia las políticas censoras de la autoridad cinematográfica iraní.
Tanto su lectura infantil de las indicaciones para hacer “un filme distribuible”, como la secuencia en la que ella se queda sola en el coche, y decide grabar una película, pero se ve obligada a manipular la realidad; son momentos de gran elocuencia e inspirada reflexión crítica por parte de Panahi, todo un discurso sobre los mecanismos del cine, y la situación social en Irán, que emergen con naturalidad dentro de una “road movie” urbana, donde el cineasta no esconde la seriedad de su situación, y la de varias de sus amistades y colaboradores reprimidos por el régimen; pero la aborda con resolutivo ingenio para seguir rodando, seguir creando, seguir conduciendo hacia delante.
El detalle reside en que el cineasta instaló esta vez, una cámara en un taxi, como si fuera para grabar posibles robos, y salió a recorrer Teherán, como si estuviera levantando pasajeros.
Un juego divertido, que logra hacer verosímil la posibilidad de que algunos de los que suben al vehículo no sean actores, mientras que en otros casos, obviamente lo son, o se trata de personas que el director convocó para que aparecieran en la película...
A eso se añade la cómica justificación de la segunda cámara, la de la sobrina de Panahi, una niña con carácter que le reprocha que haya llegado tarde, cuando iba a recogerla a la escuela, porque iba a presentarle a sus compañeros su tío cineasta…
Su carácter inquieto y curioso, contagia al filme de una intensidad de la que carece el propio cineasta frente a sus cámaras.
La niña sostiene la clave que da sentido a toda la película:
“En clase quieren que hagamos una película sobre la realidad, pero evitar que la realidad sea demasiado sórdida”
Si no se puede filmar la realidad tal y como es:
¿Para qué hacer cine?
Jafar Panahi pone en boca de sus personajes, lo que su corazón siente con respecto a su profesión y su manera de vivir.
Mientras, su vehículo no deja de atravesar las calles de aquel país que le prohibió expresarse a través de su arte.
Hay ironía en la fama que se atribuye a un realizador proscrito.
La autoconsciencia de su cine, a veces permite que el ego hable en su nombre:
Al cineasta le resulta demasiado tentador, no terminar con una situación que realce su condición de mártir, perseguido por el gobierno.
Y termina eufóricamente, celebrando un triunfo nacional, que incluye el detalle de esperanza poética, una rosa roja sobre el tablero del taxi.
Contra el aparente pesimismo del realismo, el robo de la cámara, se subraya así, el optimismo de una bella fuerza de voluntad.
Del reparto, estamos ante actores que lejos de interpretar, plasman una exasperante realidad, y lo hacen desde un sorprendente y agradecido tono irónico, o incluso absurdo, que irradia vacileo y buen humor.
En un momento dado, el director discute de cine con un vendedor de DVD piratas…
Poco más tarde, traslada a un par de mujeres que sostienen en sus manos una pecera con un pez dorado dentro…
En otra ocasión, la víctima de un accidente que se ve morir, le solicita que le grabe en la cámara del móvil, una tercera cámara, la última voluntad.
Luego, es la grabación de una cámara de seguridad, la que se cuela en la narración.
Es cine que habla de cine; es la simple vida que se explica en la necesidad de convertirse en imagen filmada.
Desde el propio Panahi, haciendo de un entrañable “Taxi Driver”, a su mismísima sobrina en la vida real, pasando por el peculiar dueño de su clandestino videoclub, allá donde la piratería sí tiene su razón de ser; un vecino de su antiguo barrio, un hombre herido en accidente de tráfico,2 mujeres, cuya única y principal meta es poner en libertad a 2 pececitos que llevan en una pecera; o una abogada, Nasrin Sotoudeh, quien por decisión judicial, tampoco puede ejercer su oficio desde 2011.
Hasta la profesora y el radical, del inicio, que como dato, en Irán todo el mundo comparten taxis sin conocerse; que discuten sobre la pena de muerte…
Pero, entre la galería de personajes que utilizan el taxi de Panahi, considero que merece una mención especial, el vendedor clandestino de DVD, pues ésa es la única vía de acceder al cine extranjero, pero también, porque en las características físicas del “pirata”, me parece observar un guiño hacia algo tan del gusto surrealista como los enanos:
No es propiamente el vendedor en la producción de Panahi un enano, pero sí parece una importante tara física, que le aproxima a este colectivo tan entrañable.
De ser así las cosas, Panahi, sin renunciar a su propósito de hacer un nuevo tipo de películas, estaría rindiendo tributo a uno de los mayores cineastas de la historia, nada menos que a Luis Buñuel.
Todos ellos, conforman la gran familia iraní de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi)
Uno de los mayores méritos que atesora este largometraje, es su capacidad de mostrarse creíble, o lo que es lo mismo, tratar unas situaciones completamente ficticias, como unos hechos verídicos.
La naturalidad que desprenden cada una de sus escenas, logra que el espectador empatice con la situación narrada, en muchos casos, impregnada de un duro dramatismo.
Se trata por otro lado, de una película en la que no merece la pena detenerse a analizar sus recursos técnicos, bastante irrelevantes además; pero muy curiosos, como los fundidos en negro para cambiar las escenas, o bien las largas secuencias y el manejo de la luz dentro del taxi, etc.
La sencillez y la maestría de la misma, hacen que el peso recaiga en el propio guión, así como en los personajes que lo llevan a cabo.
Resulta curioso comprobar, cómo el director, dado el secretismo con el que tuvo que llevar a cabo este proyecto, prescinda de los títulos de créditos finales, en un alarde de generosidad por mantener el anonimato de los intérpretes, todos ellos actores y actrices no profesionales, entre los que se encuentra, como ya se ha señalado, su propia sobrina; pues “El Ministerio de Orientación Islámica, valida los créditos de las películas que se pueden distribuir.
Con gran pesar, esta película no tiene créditos.
Quiero manifestar mi gratitud a todos cuantos me han apoyado.
Sin su preciosa colaboración, está película no se habría hecho”
Y ya, fin sin más, tan sencillo y triste como eso.
Por tanto, تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) tiene 3 grandes bazas, y una de ellas, si no existiera, quizá haría que la película fuera menos interesante.
La primera es, sin duda, su tratamiento de “falso documental”:
La espontaneidad con la que los pasajeros suben y bajan, y hablan de sus problemas y preocupaciones, la presencia de la sobrina en la vida real del director, o su emotiva conversación con su abogada.
El espectador se cuestiona, si se trata de pasajeros reales, o está todo guionizado y esto, consigue transmitir a la cinta, un espíritu improvisado maravilloso, que nos acerca más a esa variopinta realidad iraní.
La segunda baza es, precisamente, esa aproximación a la realidad tan cruda de un país como Irán, a través de la ficción improvisada, y mucho sentido del humor.
En el taxi, se habla de la visión política, religiosa, y hasta familiar del país, a través de varias generaciones, gentes de varios oficios y clases sociales, y a pesar de lo que se nos cuenta y muestra pertenece a una cultura y sociedad totalmente opuesta a nosotros, y ciertas afirmaciones e ideas pueden llegar a parecernos terribles, Jafar Panahi se encarga de que los diálogos y situaciones, no pierdan comicidad en casi ningún momento.
La tercera ventaja, es su fuerte crítica contra la censura que, en un contexto diferente a la que está realizada la película, no funcionaría tan bien.
Y es que la conversación con su abogada, haciendo alusión a su encarcelamiento y su castigo; y toda la trama de la sobrina del director, gira en torno a las duras restricciones y la escasa libertad de expresión en Irán; puesto que la niña tiene que hacer una película para el colegio, y le lee a su tío la lista de duras y absurdas leyes de moralidad y corrección que debe seguir...
Su crítica a la represión en un régimen que celebra elecciones, y que por eso podría ser considerado democrático… entre los primeros pasajeros, se entabla un debate sobre la pena de muerte, con críticas a que Irán sea uno de los países que más ejecuciones lleva a cabo, sin que eso se traduzca en un efecto disuasivo, de acuerdo con la mujer opuesta a ese castigo…
Ese diálogo, y el aspecto de “ciudad moderna” que tiene Teherán en la película, crean una impresión de libertad y progreso, que va siendo puesta en duda por los detalles extraños que comienzan a acumularse, reveladores de una atmósfera opresiva.
Y es que solo la pena de muerte, en Irán que es después de China, el país del mundo donde más personas se ejecutan; la situación social de la mujer, la brutal represión política, la carencia de los derechos más elementales, el adoctrinamiento escolar, las supersticiones, la violencia, abogados que no pueden desarrollar sus defensas en libertad, etc., son un prisma completo de la sociedad que le ha tocado vivir a Jafar Panahi, donde a los cineastas se les exige que sus películas sean “distribuibles”, es decir, que rueden la realidad, pero que ignoren todo aquello que sea demasiado real.
Lo extraño incluye algunas posiciones de avanzada, que incluso parecen artificiosas, como las de las víctimas de robos que se niegan a denunciar a los delincuentes, porque saben lo que les espera, sino veamos el final...
También, hay detalles que son como pedradas por lo que denuncian, en especial para los espectadores de aquellos países que han conocido el horror de las dictaduras.
Un ejemplo es la voz del interrogador que Panahi cree reconocer en la calle, una experiencia característica del que ha sido mantenido bajo custodia con los ojos vendados, como los secuestrados políticos.
Otro, es la manera como la autocensura es enseñada a los niños por los maestros de escuela.
Pero la impresión general que puede causar تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) en el espectador de mente abierta, es que la situación de Irán, no admite descripciones simplificadoras.
Es de una lucidez notable, en un cineasta que ha sido víctima de la represión de ese sistema; siempre con un sorprendente dominio del lenguaje fílmico, y la dirección de actores y no actores, con gran respeto a la sincera religiosidad de sus personajes, y con una contagiosa cinefilia, que aquí le lleva a afirmar que “toda película es valiosa”, y a dar su opinión sobre filmes clásicos y modernos, muchos de ellos prohibidos en Irán, en el que tienen cabida toda clase de referencias cinéfilas que van desde:
“Érase una vez en Anatolia” a “The Walking Dead”; pasando por “Midnight in Paris”, Kim Ki Duk, Kurosawa, inclusive Mel Gibson, y “The Big Bang Theory”
Lo mejor que nos muestra تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), es el poco aprecio de la libertad cuando se tiene, y eso ya es mucho para que no nos olvidemos los que vivimos en sociedades libres, y para que nos acordemos un poco más de los que viven en “las mil y una tiranías del mundo”
Lo peor que podemos hacer, es juzgar a تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), como “una película filmada a escondidas” cuya gracia, en última estancia, reside simplemente en “haber sido filmado a escondidas”, algo que no tiene por qué llamar la atención de “La Generación YouTube”, que se distrae con cualquier gañan con un cámara, poca vergüenza, y mucho tiempo libre.
Un gran ejemplo de que la sencillez, y sobre todo la sutileza de una inocente conversación, aunque sea de “unos iraníes”, pueden ser un arma muy efectiva, sin que sea necesario alzar la voz, ni hacer uso de una gran retórica para mostrar, con claridad meridiana, un mensaje tan concluyente sobre un aspecto que en Occidente tan a menudo damos por sentado.
Y quedan las preguntas:
¿Cómo se las ingeniará Panahi, para seguir rodando?
¿Hasta cuándo va a durar el limbo judicial en el que se encuentra?
Aunque haga películas premiadas internacionalmente, en teoría, su trabajo es ilegal, y está expuesto a graves represalias.
“کسانی که فیلم در حال حاضر ساخته شده است، کسانی که کتاب در حال حاضر نوشته شده است.
شما باید به نگاه دیگر، شما باید برای پیدا کردن آن را برای خودتان”
(Esas películas ya están hechas, esos libros ya están escritos.
Usted tiene que buscar en otra parte, tienes que encontrarte a ti mismo)
Desde que fue condenado en 2010, Jafar Panahi ha dirigido 3 largometrajes:
El primero, titulado “این فیلم نیست/Esto No Es Una Película”, que es un documental sobre un día en la vida de Panahi, y se proyectó en 2011 en El Festival Internacional de Cine Cannes, New York y Varsovia.
La segunda película, titulada “پرده/Pardé” o “La Cortina Cerrada”, fue rodada juntamente con la directora iraní, Kambuzia Partovi, en una villa en el norte de Irán en 2012, y fue galardonada con El Oso de Plata al Mejor Guión en El Festival Internacional de Cine de Berlín de 2013.
Partovi y la protagonista femenina del largometraje, asistieron a La Berlinale en 2013, y a su regreso a Irán, a ambas se les confiscó el pasaporte en el aeropuerto de Teherán.
La tercera y última película, تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), está rodada en un taxi en Teherán, conducido por el propio Panahi, y reproduce conversaciones con los pasajeros que expresan su opinión sobre la sociedad, la política, los derechos humanos, y la vida en Teherán.
Ya ha recibido El Oso de Oro en La Berlinale de 2015; y de esta forma, podríamos decir que Jafar ha hecho una especie de “trilogía sobre la restricción de la libertad”
Los 3 trabajos realizados durante su época de cautiverio, son 3 ejemplos de cine de resistencia, en unos tiempos en los que uno creía que eso ya no se llevaba.
Son 3 ejercicios de estilo, que se revelan como una metáfora de la situación que vive en estos momentos su autor, pero que en ningún caso merecen una mirada condescendiente.
“El Gobierno de Irán, continúa intentando silenciar las voces independientes y pacíficas, que se alzan en favor de Los Derechos Humanos y la justicia”, declaró Karim Lahidji, Presidente de La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH)
“La FIDH, seguirá apoyando la libertad de expresión en Irán, así como el derecho de personas como Jafar Panahi, a trabajar en el ámbito que elijan, y a disfrutar de las libertades más básicas”, agregó.
“El mundo del cine, está siendo agredido, que cineastas estén en la cárcel por hacer películas, es algo intolerable, el mundo no puede quedarse indiferente ante este atropello, porque con esto, es el arte en su conjunto el que está preso”, ha dicho Abbas Kiarostami en lengua farsi, y en tono grave ante los periodistas acreditados en Cannes en 2010.
Y ha añadido después:
“El Gobierno iraní, no tolera a los cineastas independientes de mi país, y sólo pone palos en las ruedas del cine independiente... pero ahora ha traspasado unos límites inaceptables.
No sé lo que va a ocurrir, porque nada de lo que pasa en Irán es previsible”
Kiarostami, que ganó La Palme d’Or en Cannes en 1997, con “طعم گیلاس/Taste Of Cherry”, ya se las ha visto con los gobernantes de Teherán, que consideraron insoportable e inaceptable esa historia sobre las pulsiones suicidas de un hombre sin horizontes, y emitieron un comunicado de protesta.
También, otros cineastas iraníes, como los miembros de la familia Majmalbaf:
Mohsen, el padre, y sus hijas Hannah y Shamira, han sido objeto de ataques verbales, e incluso de intentos de secuestro por su postura crítica con El Régimen.
“Soy un cineasta.
No sé hacer otra cosa más que hacer películas.
Nada puede impedírmelo.
Y cuanto más me han empujado a los rincones más alejados, más he conectado con mi interior.
El cine como arte, se ha convertido en mi principal preocupación.
Y seguiré haciendo películas para sentirme vivo”, dijo Jafar Panahi, que sin embargo, continua dirigiendo películas en secreto, y alzando su voz contra la represión ejercida por El Gobierno de Irán.
“اول، آنها شما ارسال تا یک رکورد پلیس.
ناگهان، شما به عنوان یک عامل برای موساد، سیا متهم کرد.
سپس آنها را بر روی چیزی در مورد اخلاق، شیوه زندگی خود را رویه.
آنها زندگی خود را به یک زندان است.
اگر چه شما از زندان آزاد، اما جهان خارج تنها یک زندان بزرگتر است”
(En primer lugar, te escriben un registro policial.
De repente, se te acusa de ser un agente del Mossad, la CIA, o el MI5.
Entonces, te agregan algo acerca de tus costumbres, tu estilo de vida.
Ellos hacen tu vida en una prisión.
A pesar de que usted es liberado de la prisión, el mundo exterior es sólo una prisión más grande)
تاکتیک های خود را آشکار است”
(Ellos trabajan de manera que nos permiten saber que nos están observando.
Sus tácticas son obvias)
El cine nace, cuando alguien tiene algo que contar, y hay una cámara que sabe filmarlo.
Así de simple, y así de complicado.
La Cultura Persa es milenaria, y a cada manifestación artística que nos llega, lo vuelve a dejar patente; es la demostración de que los pueblos sobreviven a sus dirigentes, a sus políticos, a sus gurús, y sus religiones y religiosos, sólo es cuestión de tiempo, paciencia, perseverancia y astucia.
Nada más triste y lamentable, que prohibir expresarse a las personas, por el medio que sea, por el motivo que sea, y con el fin que sea.
Si el ser humano se distingue de los demás animales por la creación y uso del lenguaje, la necesidad vital, primaria y social de dar forma a lo que nos pasa y compartirlo, es irrenunciable, sin importar para nada las cortapisas e impedimentos que traten de imponer.
Irán ocupa el lugar 173, de un total de 180 países en los índices de 2014 y 2015 de Reporteros sin Fronteras, y El Gobierno continúa reprimiendo duramente la libertad de expresión, prácticamente en todos los ámbitos.
En Irán, casi todos los sitios internet independientes de noticias, están bloqueados, y muchas personas, especialmente los defensores de Los Derechos Humanos y disidentes políticos, están sometidos a acoso, amenazas, y penas de cárcel por expresar su opinión de forma pacífica.
Las razones que alega El Estado para ejercer este tipo de censuras, son ambiguas, y se refieren a acusaciones como:
“Difundir propaganda contra El Estado”, “Publicar contenidos inmorales”, “Actuar contra La Seguridad Nacional”, e “Proferir injurias contra figuras religiosas”
Se sabe que al menos 2 personas están actualmente en el corredor de la muerte por “maldecir al profeta”, y en 2014, una persona ha sido ejecutada, acusada de “herejía”
Jafar Panahi, es uno de los directores de cine más influyentes de la llamada “nueva ola iraní”
Su trabajo, ha recibido grandes elogios tanto de los teóricos del cine, como de los críticos de todo el mundo.
Sus películas han recibido numerosos premios, entre los que destacan El León de Oro en El Festival Internacional de Cine de Venecia; y El Oso de Oro en El Festival de Cine de Berlín.
El estilo de Panahi, es a menudo descrito como una forma iraní del neorrealismo; y se han descrito sus películas, como conectadas por un “conflicto entre la inmediatez del documental, y una serie de normas estrictas con parámetros formales y muy definidos”, junto a una “ira abiertamente expresada a las restricciones impuestas en la sociedad iraní”
Al igual que los mejores directores iraníes que han sido reconocidos en el mundo entero, Jafar Panahi evoca el humanitarismo de una manera poco sentimental, a la manera realista, sin que sea necesariamente primordial el mensaje social o político.
En esencia, esto es lo que ha definido la peculiar estética del cine iraní.
Su sensibilidad, tiene tanta fuerza, que la única manera que tenemos de contemplar al cine iraní, es la de equipararlo con el concepto universal del humanitarismo.
Panahi explica, que su estilo puede ser descrito como “acontecimientos humanitarios interpretados de una forma poética y artística”
También dice:
“En un mundo en el que las películas están hechas con millones de dólares, nosotros hemos hecho una película sobre una niña que quiere compare un pez por menos de $1”
Y señaló:
“Yo era muy consciente de no intentar jugar con las emociones de la gente.
No tratamos de hacer secuencias que les hicieran llorar a borbotones.
Queríamos involucrar la parte intelectual de la gente, pero con ayuda del aspecto emocional, y que resultara una combinación de las 2”
No obstante, el 30 de julio de 2009, Mojtaba Saminejad, un bloguero y activista por la defensa de Los Derechos Humanos que escribe desde dentro de Irán, dio a conocer la noticia, de que Jafar Panahi había sido detenido en el cementerio de Teherán, donde había asistido junto a un numeroso grupo de personas, para el entierro de Neda Agha-Soltan, la joven iraní asesinada durante las protestas electorales en Irán de 2009, a manos de la milicia Basij, pues su muerte adquirió gran notoriedad en todo el mundo, por haber sido grabada por otros manifestantes, y difundida en Internet.
Más tarde, Panahi fue liberado, pero se le retiró el pasaporte, y se le prohibió abandonar el país.
En febrero de 2010, las autoridades islámicas no le permitieron viajar al Festival de Cine de Berlín, para participar en unas jornadas sobre el “Presente y futuro del cine en Irán: Expectativas dentro y fuera de Irán”
Y el 1 de marzo, Panahi fue detenido de nuevo, esta vez en su casa, junto con su mujer Tahereh Saidi, su hija Solmaz Panahi, y 15 de sus amigos, que fueron llevados a la cárcel de Evin, que queda en el barrio del mismo nombre en el norte de Teherán, y que es famosa por sus presos políticos.
Muchos de ellos, fueron liberados a las 48 horas...
Los también cineastas, Mohammad Rasoulof y Mehdi Pourmoussa, salieron en libertad el 17 de marzo de 2010, pero no Panahi.
Su detención fue confirmada por El Procurador General de Teherán, Abas Jafari Dolatabadi, que no especificó los cargos contra él, limitándose a asegurar que Panahi no había sido arrestado por ser “un artista o por razones políticas”, sino por haber “cometido un delito”
Ante los hechos, los directores de cine:
Ken Loach, los hermanos Dardenne, Jon Jost, Walter Salles, Olivier Assayas, Tony Gatlif, Abbas Kiarostami, Kiomars Pourahmad, Bahram Bayzai, Asghar Farhadi, Nasser Taghvai, Kamran Shirdel y Tahmineh Milani; así como los actores:
Brian Cox, Mehdi Hashemi, Fatemeh Motamed-Aria y Golshifteh Farahani; y los críticos de cine:
Roger Ebert, Amy Taubin, David Denby, Kenneth Turan, David Ansen, Jonathan Rosenbaum, y Jean-Michel Frodon, junto a La Federación Europea para Las Asociaciones Nacionales de Los Directores de La Televisión y del Cine (FERA), La Academia de Cine Europeo, los australianos:
Asia Pacific Screen Awards, la Network for the Promotion of Asian Cinema, El Festival de Cine de Berlín, El Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary, El Festival Internacional de Cine de Róterdam, El Festival Cinematográfico Checo Febiofest, la estadounidense National Society of Film Critics, la canadiense Toronto Film Critics Association, y El Consejo Turco de Cine, pidieron su liberación, así como los ministros franceses:
Bernard Kouchner de Asuntos Exteriores; y Frédéric Mitterrand de Cultura y Comunicación; del mismo modo que El Ministro alemán de Asuntos Exteriores, Guido Westerwelle; el Gobierno Canadiense, la diputada verde finlandesa, Rosa Meriläinen; y Human Rights Watch, condenaron la detención.
Y 7 días después, un grupo de conocidos productores, directores y actores iraníes, visitaron a la familia de Jafar Panahi, para mostrarles su apoyo, y hacer un llamamiento por su inmediata liberación.
El 18 de marzo, se le permitió recibir visitas de su familia, y de un abogado.
El 14 de abril, El Ministro de Cultura iraní, dijo que Panahi había sido arrestado porque “estaba haciendo una película contra El Régimen, en la que se mostraban los acontecimientos posteriores a las elecciones de 2009”, pero en una entrevista con la AFP, a mediados de marzo, la mujer de Panahi ya había negado esa versión:
“La película estaba siendo rodada en el interior de nuestra casa, y no tenía nada que ver con El Régimen Islámico”
Así, muchos actores, directores y productores iraníes, firmaron una petición, pidiendo la inmediata liberación de Jafar Panahi.
El 30 de abril, un gran número de directores de Hollywood, entre los que se encontraban:
Robert Redford, Martin Scorsese, Steven Spielberg, Robert De Niro, Ethan y Joel Coen, Michael Moore, Jonathan Demme, Jim Jarmusch, y Oliver Stone, firmaron una carta, insistiendo en la liberación del cineasta iraní.
La carta terminaba con estas líneas:
“Al igual que los artistas de todo el mundo, también los cineastas iraníes, deberían de ser reconocidos, y no censurados, reprimidos y encarcelados”
Elegido miembro del Jurado del Festival Internacional de Cine de Cannes en 2010, Jafar Panahi, no pudo acudir, porque seguía encarcelado, pero su silla se dejó vacía simbólicamente.
El 18 de mayo, periódicos de todo el mundo publicaban fragmentos del mensaje enviado por Panahi desde la cárcel:
“Por la presente declaro que he sido objeto de malos tratos en la prisión de Evin.
El sábado 15 de mayo de 2010, los guardias de la prisión, entraron de repente en nuestra celda, la número 56, y nos sacaron a mí y a mis compañeros, nos hicieron desnudarnos, y nos tuvieron en el frío durante una hora y media.
El domingo por la mañana, me llevaron a la sala de interrogatorios, y me acusaron de haber filmado el interior de mi celda, lo que es completamente falso.
Entonces, me amenazaron con encarcelar a toda mi familia en Evin, y maltratar a mi hija, en una prisión poco segura de la ciudad de Rejayi Shahr.
No he comido, ni he bebido nada desde el domingo por la mañana, y declaro que si mis deseos no son respetados, voy a seguir absteniéndome de beber y comer.
No quiero ser una rata en un laboratorio.
Víctima de sus enfermizos juegos, amenazado y torturado psicológicamente.
Mis exigencias son:
Tener la posibilidad de contactar y ver a mi familia, así como tener la completa seguridad de que están a salvo.
El derecho a tener y comunicarme con un abogado, pues ya he pasado 77 días en prisión.
La libertad incondicional hasta mi juicio, y el veredicto final.
Por último, juro por lo que creo que es el cine, que no voy a dejar mi huelga de hambre hasta que mis deseos sean satisfechos.
Mi último deseo, es que mis restos sean devueltos a mi familia, para que puedan enterrarme en el lugar que elijan”
Después de 10 días de huelga de hambre, y gracias a la movilización internacional en favor de su liberación, varias organizaciones como Amnistía Internacional, o la International Campaign for Human Rights in Iran, organizaron la recogida de firmas en apoyo del cineasta; y el 25 de mayo, Jafar Panahi salió de la cárcel bajo fianza de 2.000 millones de riales, equivalente entonces, a unos 150.000€.
En resumidas cuentas, Panahi estuvo 88 días tras las rejas; sin embargo, el 20 de diciembre de 2010, fue condenado a 6 años de cárcel, y 20 de inhabilitación para hacer cine, viajar al extranjero, o conceder entrevistas.
Panahi apeló la sentencia, pero en octubre de 2011, un Tribunal de Teherán, confirmó la pena que le habían dado.
El delito que se le imputa es “actuar contra La Seguridad Nacional, y hacer propaganda contra El Estado”
Farideh Gheyrat, la abogada del cineasta, anunció de inmediato, que recurrirá al Tribunal Supremo “en cuanto reciba la confirmación oficial de la condena”
Uno de los grandes nombres del cine iraní, Jafar Panahi, un hombre herido, oprimido y maniatado por los ambages de la retrógrada e intolerante sociedad que habita, mantiene en pie sus ansias de libertad filmando, incluso vacilando y divirtiendo, para clamar por su arte e independencia.
Bienvenido sea...
“آنها را نزدیکترین دوستان خود را به بدترین دشمنان خود را”
(Ellos hacen que sus amigos más cercanos sean sus peores enemigos)
تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) es un drama iraní, del año 2015, escrito y dirigido por Jafar Panahi.
Protagonizado por Jafar Panahi, Hana Saeidi, Nasrin Sotoudeh, y el pueblo de Teherán.
Jafar Panahi, ha planteado desde el asiento del conductor de un supuesto taxi, su tercer largometraje desde que El Gobierno de Irán lo sometiera a arresto domiciliario, y le prohibiera hacer películas; y ha sido descrita como “un retrato de la capital iraní, Teherán, una película-documental, cuyos pasajeros incluyen hombres y mujeres, jóvenes y viejos, ricos y pobres, los tradicionalistas y modernistas, vendedores de vídeos piratas, y defensores de Los Derechos Humanos, que se sientan en el asiento del copiloto de un conductor sin experiencia, que ellos llaman آقای پناهی/ Aghaye Panahi o “El Señor Panahi”
Los pasajeros, son interpretados por actores no profesionales, cuyas identidades permanecen en el anonimato.
تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) se estrenó en competición en El 65° Festival Internacional de Cine de Berlín, donde ganó el premio mayor, El Oso de Oro; y El Premio FIPRESCI.
Como a Panahi “se le prohibió hacer cine y viajar”, su sobrina Hana Saeidi, que también aparece en تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), recogió el premio en su nombre.
Mientras El Presidente del Jurado del Festival de Berlín, Darren Aronofsky, describía la película como “una carta de amor al cine... llena de amor por su arte, su comunidad, su país y su público”
En una entrevista después de la victoria en Berlín, Jafar Panahi rogó a las autoridades, permitir que تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) se proyectará públicamente en Irán.
Por su parte, El Gobierno de Irán, mediante La Organización Cine, ofreció una declaración que era a la vez festiva y crítica, felicitando a Panahi por la victoria, al tiempo que acusa al Festival de Berlín, de difundir malentendidos con la concesión del premio a Panahi.
La acción de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) toma lugar dentro de un taxi que recorre las vibrantes y coloridas calles de Teherán.
Con pasajeros muy diversos, entran en el taxi, y expresan abiertamente su opinión, mientras son entrevistados por el conductor, que no es otro que el director del film, Jafar Panahi.
Allí veremos a:
El mercado negro, algún integrista, ciertas mujeres más comprensivas, una niña entrañable, una abogada a la que le van a prohibir ejercer, 2 ancianas supersticiosas, unos ladrones, o policía secreta; un supuesto amigo de la infancia… un variopinto y heterogéneo catálogo de personajes, que configuran un mosaico de la diversidad y disparidad humana en toda gran ciudad de nuestros días.
Su cámara, colocada en el salpicadero del vehículo, captura el espíritu de la sociedad iraní, a través de este viaje.
Al compartirlo con el director y sus “clientes”, nosotros somos conscientes y cómplices de esa lucha contra la censura:
Jafar Panahi, está rodando de forma clandestina, lo sabemos, y tememos que en cualquier momento lo descubran…
تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) es una película de indignación tranquila, pero profunda, riendo en la superficie, pero aullando de rabia justo debajo, con una portentosa capacidad de análisis, divertida e inquietante, como siempre, cuando dejamos de sonreír, y nos paramos a pensar en lo que acabamos de oír…
La mera existencia de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), supone un desafío político a las autoridades iraníes, digno de aplauso, pero además es un brillante ejercicio de reflexión cinematográfica; una película valiente, comprometida y sin duda, necesaria, por su reflejo de la sociedad iraní, pero que por desgracia, nunca se verá dentro de sus fronteras; ya que hemos tenido el privilegio de que algunos amigos la sacaron del país clandestinamente, para que pudieran apreciarse en el resto del mundo.
“پس از آن شما فکر می کنم همه شما می توانید انجام دهید این است یا کشور را ترک و یا دعا به بازگشت به آن سوراخ.
بنابراین تنها یک چیز برای انجام وجود دارد:
مهم نیست”
(Después de que usted piensa que todo lo que puede hacer es, o bien dejar el país, o rezar para volver a ese agujero.
Así que sólo hay una cosa que hacer:
No darle importancia)
Hablar de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), es hablar de Jafar Panahi.
Y hablar de Jafar Panahi, es hablar de Irán.
Para poder entenderla de verdad, más allá de la evidencia que supone verle conducir con cierta torpeza, un taxi mientras recoge y charla “fortuitamente” con determinados clientes, hay que conocer que el reputado director iraní, fue condenado por la justicia de su país a, entre otras cosas, 20 años de inhabilitación para hacer cine, viajar al extranjero, o conceder cualquier tipo de entrevistas.
Ahí está el matiz que marca la diferencia entre una carrera, y una buena carrera; y sorprendentemente, Jafar Panahi convierte un formato totalmente sencillo y económico, como es una cámara en el interior de un coche, en algo relevante y lleno de ideas reveladoras sobre la sociedad iraní.
Él emplea la estética neorrealista, para realizar una crítica severa de la censura y la inseguridad que padece Irán.
El condenado Panahi, desde la clandestinidad, nos ofrece una espléndida lección de para qué sirve contar historias:
La verdad y la belleza, son enemigas del poder.
Por supuesto, تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) es exactamente lo contrario a un acto de rendición.
Una película llena de habilidad, para burlar a sus censores, con perspicacia política inusual; y ha hecho de su trabajo, la única forma coherente de explicar el mundo, de darle sentido.
No es tanto un ejercicio de protesta, aunque también, como un oficio de resistencia.
Alguien podría aventurarse a llamarlo “vida”, sin más; pero por el momento, en un ejercicio que encanta, en lugar de quedarse con los brazos cruzados, prácticamente crea una nueva forma de hacer cine.
Para la realización, el cineasta ha recorrido discretamente Teherán, durante 15 días con su taxi, y su cámara escondida en el interior del vehículo, acompañado solo de algunos amigos actores y técnicos, “y procurando que no se notaran que estaban rodando”
Panahi conduce un coche por las calles de la capital iraní, haciéndose pasar por taxista; de este modo, con una cámara colocada sobre el salpicadero del vehículo que el mismo cineasta maneja cambiando su posición y enfoques, graba las conversaciones que tienen sus pasajeros, ya sea entre sí, en ocasiones desconocidos comparten la misma carrera a bordo del taxi; o con el propio Panahi al reconocerlo.
La llegada de un simpático enano vendedor de películas pirateadas, empieza a desmoronar el dispositivo de supuesto documental con cámara oculta que había comenzado a construir la película, sembrando la duda sobre si los pasajeros del taxi, son personas anónimas ajenas a la cámara, o actores, aunque se trate de no profesionales, improvisando sobre una situación fijada antes de rodar.
La docu/ficción, y su constante cuestionamiento, viajan juntas en el asiento del copiloto durante todo el metraje.
El punto álgido llega con la joven sobrina del director, Hana Saeidi, que introduce los comentarios más críticos, hacia las políticas censoras de la autoridad cinematográfica iraní.
Tanto su lectura infantil de las indicaciones para hacer “un filme distribuible”, como la secuencia en la que ella se queda sola en el coche, y decide grabar una película, pero se ve obligada a manipular la realidad; son momentos de gran elocuencia e inspirada reflexión crítica por parte de Panahi, todo un discurso sobre los mecanismos del cine, y la situación social en Irán, que emergen con naturalidad dentro de una “road movie” urbana, donde el cineasta no esconde la seriedad de su situación, y la de varias de sus amistades y colaboradores reprimidos por el régimen; pero la aborda con resolutivo ingenio para seguir rodando, seguir creando, seguir conduciendo hacia delante.
El detalle reside en que el cineasta instaló esta vez, una cámara en un taxi, como si fuera para grabar posibles robos, y salió a recorrer Teherán, como si estuviera levantando pasajeros.
Un juego divertido, que logra hacer verosímil la posibilidad de que algunos de los que suben al vehículo no sean actores, mientras que en otros casos, obviamente lo son, o se trata de personas que el director convocó para que aparecieran en la película...
A eso se añade la cómica justificación de la segunda cámara, la de la sobrina de Panahi, una niña con carácter que le reprocha que haya llegado tarde, cuando iba a recogerla a la escuela, porque iba a presentarle a sus compañeros su tío cineasta…
Su carácter inquieto y curioso, contagia al filme de una intensidad de la que carece el propio cineasta frente a sus cámaras.
La niña sostiene la clave que da sentido a toda la película:
“En clase quieren que hagamos una película sobre la realidad, pero evitar que la realidad sea demasiado sórdida”
Si no se puede filmar la realidad tal y como es:
¿Para qué hacer cine?
Jafar Panahi pone en boca de sus personajes, lo que su corazón siente con respecto a su profesión y su manera de vivir.
Mientras, su vehículo no deja de atravesar las calles de aquel país que le prohibió expresarse a través de su arte.
Hay ironía en la fama que se atribuye a un realizador proscrito.
La autoconsciencia de su cine, a veces permite que el ego hable en su nombre:
Al cineasta le resulta demasiado tentador, no terminar con una situación que realce su condición de mártir, perseguido por el gobierno.
Y termina eufóricamente, celebrando un triunfo nacional, que incluye el detalle de esperanza poética, una rosa roja sobre el tablero del taxi.
Contra el aparente pesimismo del realismo, el robo de la cámara, se subraya así, el optimismo de una bella fuerza de voluntad.
Del reparto, estamos ante actores que lejos de interpretar, plasman una exasperante realidad, y lo hacen desde un sorprendente y agradecido tono irónico, o incluso absurdo, que irradia vacileo y buen humor.
En un momento dado, el director discute de cine con un vendedor de DVD piratas…
Poco más tarde, traslada a un par de mujeres que sostienen en sus manos una pecera con un pez dorado dentro…
En otra ocasión, la víctima de un accidente que se ve morir, le solicita que le grabe en la cámara del móvil, una tercera cámara, la última voluntad.
Luego, es la grabación de una cámara de seguridad, la que se cuela en la narración.
Es cine que habla de cine; es la simple vida que se explica en la necesidad de convertirse en imagen filmada.
Desde el propio Panahi, haciendo de un entrañable “Taxi Driver”, a su mismísima sobrina en la vida real, pasando por el peculiar dueño de su clandestino videoclub, allá donde la piratería sí tiene su razón de ser; un vecino de su antiguo barrio, un hombre herido en accidente de tráfico,2 mujeres, cuya única y principal meta es poner en libertad a 2 pececitos que llevan en una pecera; o una abogada, Nasrin Sotoudeh, quien por decisión judicial, tampoco puede ejercer su oficio desde 2011.
Hasta la profesora y el radical, del inicio, que como dato, en Irán todo el mundo comparten taxis sin conocerse; que discuten sobre la pena de muerte…
Pero, entre la galería de personajes que utilizan el taxi de Panahi, considero que merece una mención especial, el vendedor clandestino de DVD, pues ésa es la única vía de acceder al cine extranjero, pero también, porque en las características físicas del “pirata”, me parece observar un guiño hacia algo tan del gusto surrealista como los enanos:
No es propiamente el vendedor en la producción de Panahi un enano, pero sí parece una importante tara física, que le aproxima a este colectivo tan entrañable.
De ser así las cosas, Panahi, sin renunciar a su propósito de hacer un nuevo tipo de películas, estaría rindiendo tributo a uno de los mayores cineastas de la historia, nada menos que a Luis Buñuel.
Todos ellos, conforman la gran familia iraní de تاکسی (Jafar Panahi's Taxi)
Uno de los mayores méritos que atesora este largometraje, es su capacidad de mostrarse creíble, o lo que es lo mismo, tratar unas situaciones completamente ficticias, como unos hechos verídicos.
La naturalidad que desprenden cada una de sus escenas, logra que el espectador empatice con la situación narrada, en muchos casos, impregnada de un duro dramatismo.
Se trata por otro lado, de una película en la que no merece la pena detenerse a analizar sus recursos técnicos, bastante irrelevantes además; pero muy curiosos, como los fundidos en negro para cambiar las escenas, o bien las largas secuencias y el manejo de la luz dentro del taxi, etc.
La sencillez y la maestría de la misma, hacen que el peso recaiga en el propio guión, así como en los personajes que lo llevan a cabo.
Resulta curioso comprobar, cómo el director, dado el secretismo con el que tuvo que llevar a cabo este proyecto, prescinda de los títulos de créditos finales, en un alarde de generosidad por mantener el anonimato de los intérpretes, todos ellos actores y actrices no profesionales, entre los que se encuentra, como ya se ha señalado, su propia sobrina; pues “El Ministerio de Orientación Islámica, valida los créditos de las películas que se pueden distribuir.
Con gran pesar, esta película no tiene créditos.
Quiero manifestar mi gratitud a todos cuantos me han apoyado.
Sin su preciosa colaboración, está película no se habría hecho”
Y ya, fin sin más, tan sencillo y triste como eso.
Por tanto, تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) tiene 3 grandes bazas, y una de ellas, si no existiera, quizá haría que la película fuera menos interesante.
La primera es, sin duda, su tratamiento de “falso documental”:
La espontaneidad con la que los pasajeros suben y bajan, y hablan de sus problemas y preocupaciones, la presencia de la sobrina en la vida real del director, o su emotiva conversación con su abogada.
El espectador se cuestiona, si se trata de pasajeros reales, o está todo guionizado y esto, consigue transmitir a la cinta, un espíritu improvisado maravilloso, que nos acerca más a esa variopinta realidad iraní.
La segunda baza es, precisamente, esa aproximación a la realidad tan cruda de un país como Irán, a través de la ficción improvisada, y mucho sentido del humor.
En el taxi, se habla de la visión política, religiosa, y hasta familiar del país, a través de varias generaciones, gentes de varios oficios y clases sociales, y a pesar de lo que se nos cuenta y muestra pertenece a una cultura y sociedad totalmente opuesta a nosotros, y ciertas afirmaciones e ideas pueden llegar a parecernos terribles, Jafar Panahi se encarga de que los diálogos y situaciones, no pierdan comicidad en casi ningún momento.
La tercera ventaja, es su fuerte crítica contra la censura que, en un contexto diferente a la que está realizada la película, no funcionaría tan bien.
Y es que la conversación con su abogada, haciendo alusión a su encarcelamiento y su castigo; y toda la trama de la sobrina del director, gira en torno a las duras restricciones y la escasa libertad de expresión en Irán; puesto que la niña tiene que hacer una película para el colegio, y le lee a su tío la lista de duras y absurdas leyes de moralidad y corrección que debe seguir...
Su crítica a la represión en un régimen que celebra elecciones, y que por eso podría ser considerado democrático… entre los primeros pasajeros, se entabla un debate sobre la pena de muerte, con críticas a que Irán sea uno de los países que más ejecuciones lleva a cabo, sin que eso se traduzca en un efecto disuasivo, de acuerdo con la mujer opuesta a ese castigo…
Ese diálogo, y el aspecto de “ciudad moderna” que tiene Teherán en la película, crean una impresión de libertad y progreso, que va siendo puesta en duda por los detalles extraños que comienzan a acumularse, reveladores de una atmósfera opresiva.
Y es que solo la pena de muerte, en Irán que es después de China, el país del mundo donde más personas se ejecutan; la situación social de la mujer, la brutal represión política, la carencia de los derechos más elementales, el adoctrinamiento escolar, las supersticiones, la violencia, abogados que no pueden desarrollar sus defensas en libertad, etc., son un prisma completo de la sociedad que le ha tocado vivir a Jafar Panahi, donde a los cineastas se les exige que sus películas sean “distribuibles”, es decir, que rueden la realidad, pero que ignoren todo aquello que sea demasiado real.
Lo extraño incluye algunas posiciones de avanzada, que incluso parecen artificiosas, como las de las víctimas de robos que se niegan a denunciar a los delincuentes, porque saben lo que les espera, sino veamos el final...
También, hay detalles que son como pedradas por lo que denuncian, en especial para los espectadores de aquellos países que han conocido el horror de las dictaduras.
Un ejemplo es la voz del interrogador que Panahi cree reconocer en la calle, una experiencia característica del que ha sido mantenido bajo custodia con los ojos vendados, como los secuestrados políticos.
Otro, es la manera como la autocensura es enseñada a los niños por los maestros de escuela.
Pero la impresión general que puede causar تاکسی (Jafar Panahi's Taxi) en el espectador de mente abierta, es que la situación de Irán, no admite descripciones simplificadoras.
Es de una lucidez notable, en un cineasta que ha sido víctima de la represión de ese sistema; siempre con un sorprendente dominio del lenguaje fílmico, y la dirección de actores y no actores, con gran respeto a la sincera religiosidad de sus personajes, y con una contagiosa cinefilia, que aquí le lleva a afirmar que “toda película es valiosa”, y a dar su opinión sobre filmes clásicos y modernos, muchos de ellos prohibidos en Irán, en el que tienen cabida toda clase de referencias cinéfilas que van desde:
“Érase una vez en Anatolia” a “The Walking Dead”; pasando por “Midnight in Paris”, Kim Ki Duk, Kurosawa, inclusive Mel Gibson, y “The Big Bang Theory”
Lo mejor que nos muestra تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), es el poco aprecio de la libertad cuando se tiene, y eso ya es mucho para que no nos olvidemos los que vivimos en sociedades libres, y para que nos acordemos un poco más de los que viven en “las mil y una tiranías del mundo”
Lo peor que podemos hacer, es juzgar a تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), como “una película filmada a escondidas” cuya gracia, en última estancia, reside simplemente en “haber sido filmado a escondidas”, algo que no tiene por qué llamar la atención de “La Generación YouTube”, que se distrae con cualquier gañan con un cámara, poca vergüenza, y mucho tiempo libre.
Un gran ejemplo de que la sencillez, y sobre todo la sutileza de una inocente conversación, aunque sea de “unos iraníes”, pueden ser un arma muy efectiva, sin que sea necesario alzar la voz, ni hacer uso de una gran retórica para mostrar, con claridad meridiana, un mensaje tan concluyente sobre un aspecto que en Occidente tan a menudo damos por sentado.
Y quedan las preguntas:
¿Cómo se las ingeniará Panahi, para seguir rodando?
¿Hasta cuándo va a durar el limbo judicial en el que se encuentra?
Aunque haga películas premiadas internacionalmente, en teoría, su trabajo es ilegal, y está expuesto a graves represalias.
“کسانی که فیلم در حال حاضر ساخته شده است، کسانی که کتاب در حال حاضر نوشته شده است.
شما باید به نگاه دیگر، شما باید برای پیدا کردن آن را برای خودتان”
(Esas películas ya están hechas, esos libros ya están escritos.
Usted tiene que buscar en otra parte, tienes que encontrarte a ti mismo)
Desde que fue condenado en 2010, Jafar Panahi ha dirigido 3 largometrajes:
El primero, titulado “این فیلم نیست/Esto No Es Una Película”, que es un documental sobre un día en la vida de Panahi, y se proyectó en 2011 en El Festival Internacional de Cine Cannes, New York y Varsovia.
La segunda película, titulada “پرده/Pardé” o “La Cortina Cerrada”, fue rodada juntamente con la directora iraní, Kambuzia Partovi, en una villa en el norte de Irán en 2012, y fue galardonada con El Oso de Plata al Mejor Guión en El Festival Internacional de Cine de Berlín de 2013.
Partovi y la protagonista femenina del largometraje, asistieron a La Berlinale en 2013, y a su regreso a Irán, a ambas se les confiscó el pasaporte en el aeropuerto de Teherán.
La tercera y última película, تاکسی (Jafar Panahi's Taxi), está rodada en un taxi en Teherán, conducido por el propio Panahi, y reproduce conversaciones con los pasajeros que expresan su opinión sobre la sociedad, la política, los derechos humanos, y la vida en Teherán.
Ya ha recibido El Oso de Oro en La Berlinale de 2015; y de esta forma, podríamos decir que Jafar ha hecho una especie de “trilogía sobre la restricción de la libertad”
Los 3 trabajos realizados durante su época de cautiverio, son 3 ejemplos de cine de resistencia, en unos tiempos en los que uno creía que eso ya no se llevaba.
Son 3 ejercicios de estilo, que se revelan como una metáfora de la situación que vive en estos momentos su autor, pero que en ningún caso merecen una mirada condescendiente.
“El Gobierno de Irán, continúa intentando silenciar las voces independientes y pacíficas, que se alzan en favor de Los Derechos Humanos y la justicia”, declaró Karim Lahidji, Presidente de La Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH)
“La FIDH, seguirá apoyando la libertad de expresión en Irán, así como el derecho de personas como Jafar Panahi, a trabajar en el ámbito que elijan, y a disfrutar de las libertades más básicas”, agregó.
“El mundo del cine, está siendo agredido, que cineastas estén en la cárcel por hacer películas, es algo intolerable, el mundo no puede quedarse indiferente ante este atropello, porque con esto, es el arte en su conjunto el que está preso”, ha dicho Abbas Kiarostami en lengua farsi, y en tono grave ante los periodistas acreditados en Cannes en 2010.
Y ha añadido después:
“El Gobierno iraní, no tolera a los cineastas independientes de mi país, y sólo pone palos en las ruedas del cine independiente... pero ahora ha traspasado unos límites inaceptables.
No sé lo que va a ocurrir, porque nada de lo que pasa en Irán es previsible”
Kiarostami, que ganó La Palme d’Or en Cannes en 1997, con “طعم گیلاس/Taste Of Cherry”, ya se las ha visto con los gobernantes de Teherán, que consideraron insoportable e inaceptable esa historia sobre las pulsiones suicidas de un hombre sin horizontes, y emitieron un comunicado de protesta.
También, otros cineastas iraníes, como los miembros de la familia Majmalbaf:
Mohsen, el padre, y sus hijas Hannah y Shamira, han sido objeto de ataques verbales, e incluso de intentos de secuestro por su postura crítica con El Régimen.
“Soy un cineasta.
No sé hacer otra cosa más que hacer películas.
Nada puede impedírmelo.
Y cuanto más me han empujado a los rincones más alejados, más he conectado con mi interior.
El cine como arte, se ha convertido en mi principal preocupación.
Y seguiré haciendo películas para sentirme vivo”, dijo Jafar Panahi, que sin embargo, continua dirigiendo películas en secreto, y alzando su voz contra la represión ejercida por El Gobierno de Irán.
“اول، آنها شما ارسال تا یک رکورد پلیس.
ناگهان، شما به عنوان یک عامل برای موساد، سیا متهم کرد.
سپس آنها را بر روی چیزی در مورد اخلاق، شیوه زندگی خود را رویه.
آنها زندگی خود را به یک زندان است.
اگر چه شما از زندان آزاد، اما جهان خارج تنها یک زندان بزرگتر است”
(En primer lugar, te escriben un registro policial.
De repente, se te acusa de ser un agente del Mossad, la CIA, o el MI5.
Entonces, te agregan algo acerca de tus costumbres, tu estilo de vida.
Ellos hacen tu vida en una prisión.
A pesar de que usted es liberado de la prisión, el mundo exterior es sólo una prisión más grande)
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