Mia Madre

“Io la vedrò, io visitare, ma non come aiutare”

La familia desata las pasiones más íntimas:
La muerte de un hijo, de una hermana, de un padre o de una abuela, son dramas que forman parte de la vida; y sin duda, existen dolores infinitamente más intensos, pero si hay un proceso de despedida por el cual, en principio, todos deberemos pasar más temprano que tarde, es el de decir adiós a un familiar.
Ese crudo momento en el cual, la persona que siempre fue referencia de potencia, fuerza, trabajo y cariño, empieza sutilmente a dejar este mundo.
Y uno, como testigo, sólo debe luchando un poco con ello, aceptar.
Nunca estaremos lo suficientemente preparados para la pérdida.
Esa pérdida, tan significativa con el paso del tiempo, es un réquiem no va dedicado sólo a los que se van, sino también a los que se quedan.
“Voglio lasciare qui, voglio tornare alla realtà”
Mia madre es un drama italiano-francés, del año 2015, dirigido por Nanni Moretti.
Protagonizado por Margherita Buy, Nanni Moretti, John Turturro, Giulia Lazzarini, Beatrice Mancini, Stefano Abbati, Enrico Ianniello, Anna Bellato, Tony Laudadio, Lorenzo Gioielli, Pietro Ragusa, Tatiana Lepore, Monica Samassa, Vanessa Scalera, Davide Iacopini, Rossana Mortara, Antonio Zavatteri, Camilla Semino, Domenico Diele, Renato Scarpa, entre otros.
El guión es de Francesco Piccolo, Valia Santella y Nanni Moretti; y narra el difícil período de una exitosa directora de cine, durante la producción de su nueva película, y los conflictos de su vida privada.
El germen de la obra, inició mientras Nanni Moretti estaba terminando de montar “Habemus Papam” (2011), cuando su madre falleció.
Así que, una vez estrenada la película sobre un Papa acomplejado, el cineasta italiano se dispuso a afrontar el duelo de la mano de su mejor aliado:
El cine.
“La muerte de la madre, es un momento importante por el que han pasado muchos.
He querido contarlo a los espectadores, sin sadismo”, ha declarado el director; y el resultado es una película íntima y melancólica, muy personal, con algún toque de humor; que tuvo tanto éxito, que compitió por La Palme d’Or en El Festival Internacional de Cine de Cannes de 2015.
La acción sigue a Margherita (Margherita Buy), una directora de cine políticamente comprometida, que está a punto de separarse de Vittorio (Enrico Ianniello), un actor con el que tiene una hija adolescente, Livia (Beatrice Mancini), que tiene problemas con sus estudios, el latín, como metáfora de la capacidad de pensar y de expresarse.
Su hermano Giovanni  (Nanni Moretti), decide dejar el trabajo para dedicarse a cuidar a su madre, Ada (Giulia Lazzarini), gravemente enferma en el hospital.
La enfermedad de la “mamma”, y el proceso de asimilación de su inevitable pérdida, alterarán completamente la vida cotidiana y emocional de sus hijos, y el entorno de Margherita.
Y en lo profesional, ella se encuentra grabando una película muy de su perfil.
Pese a ser llamada a quebrar esquemas, su largometraje es uno de más de los tantos que hemos visto el último tiempo, y otro más de los que ha grabado.
La temática es simple:
Una fábrica que ha pertenecido 3 generaciones a una familia, se ha puesto a la venta, y la ha adquirido un “extranjero”
Hablamos de un personaje interpretado por el actor Barry Huggins (John Turturro), quien pese a ser italiano, representa la invasión extranjera por sus antepasados.
Una de sus medidas, aunque dolorosa, es aumentar la productividad, y para ello, es necesario despedir 1/3 de los trabajadores, lo que ha desencadenado en una huelga que parece no tener fin.
Así las cosas, realidad y ficción se juntan en una tragicomedia íntima, que balancea sutilmente la tristeza con el humor, que es sumamente dramática, cuando plantea el retrato de una familia que debe enfrentarse al temor de una enfermedad que amenaza la vida de uno de sus seres queridos; y el trabajo dentro de la industria del cine, y las dudas existenciales que surgen en la etapa de madurez profesional y personal.
El director italiano presenta así, un sentido y honesto homenaje a la madre, a su madre, además de una reflexión sobre el paso del tiempo; y es también una sátira de la industria del cine, y una disección de los miedos contemporáneos, los sociales, los morales, y los sentimentales.
“Io non voglio che il pubblico si senta dentro”
El lado humano de los que hacen películas, sus crisis y abandono de sus propias vidas por la entrega a su profesión, es lo que relata el director Nanni Moretti, con el mérito de cuestionarse a sí mismo, sobre sus propias creencias y teorías.
Mia Madre es un ejercicio de cine maduro, sereno y frágil, que nos sitúa desde el inicio, en el interior del alma de una persona arrastrada y desconcertada por la circunstancia de aceptar la pérdida del gran referente de su vida:
La madre.
Margherita, es directora de cine; le importa encontrar algo de verdad en las imágenes; quizás por eso insiste a sus actores, en que no elaboren únicamente personajes de ficción, en que pongan a su vez algo de sí mismos.
A Margherita, también le preocupa la postura de la cámara, del cineasta, frente aquello que está filmando; tanto que en una de las primeras escenas que rueda, ella se enfada con uno de los operadores, porque ha filmado desde demasiado cerca los rostros de los personajes, un grupo de huelguistas a la entrada de una empresa:
“Así, el espectador se siente dentro de la manifestación”, responde el operador.
“No quiero que el público se sienta dentro”, replica ella, como si el mismo director, Nanni Moretti, explicitara, en boca de su protagonista, su negativa al cine excesivamente intrusivo, que parece haberse hecho popular en este arranque del siglo XXI.
Como si el cineasta nos anunciase que la postura, la distancia y el respeto, son también objeto de su película.
A partir de las palabras, y del gesto artístico de Margherita, la directora en la ficción, Moretti ahonda en sus obsesiones como cineasta, a modo de alter ego.
Así que la protagonista se plantee, cómo filmar según qué escenas entronca con el propio discurso de Moretti como director, trata de saber qué distancia física, también moral tomar.
Además, Mia Madre opera con 3 situaciones paralelas:
Primero, el drama familiar, presentado en las escenas entre Margherita y Giovanni junto a su madre.
Segundo, el tedioso proceso de hacer cine, y filmar una película desde la perspectiva de una directora.
Y tercero, la alegoría, de los actores en crisis, cuando ya no pueden memorizar ni siquiera las líneas de un guión.
Pero la parte principal de Mia Madre, como ya se anotó, está centrada en su protagonista como mujer, que desempeña varios roles en su ámbito familiar como:
Hija, hermana, madre, exesposa, y recién separada de su compañero de vida, al lado del rol principal que mantiene en su vida profesional como directora de cine, vida a la que se ha entregado en demasía en detrimento de la suya, olvidando la de sí misma, algo que es común a todos, y que en algún momento de la vida, dicho olvido o abandono, pasa la respectiva cuenta de cobro, al descubrir que todo es y ha sido un caos, que no tiene aparente solución, y por tanto, genera más neurosis e incapacidad de comunicarse, y de relacionarse con las otras personas, excepto que sea para asuntos laborales y profesionales, para los cuales, eso sí, siempre hay tiempo y dedicación.
Ante este debate, Mia Madre se plantea un reto mayúsculo, cómo abordar el desgarro y el luto desde la intimidad, y sin caer en lo reprobable.
En este caso, la vida de Margherita se halla arropada por la culpa, por causa del padecimiento de su madre.
Esta es la historia de una lucha emocional, a través del ojo de una persona egoísta y solitaria, cuyo carácter la ha llevado a un lapso depresivo que arrastra su vida personal y profesional.
Es evidente que Margarita está atrapada por el pasado, por las ensoñaciones, por las reminiscencias, y el miedo de que su madre muera, la mantiene en un estado perpetuo de ansiedad y neurosis.
Se puede decir, que Nanni Moretti usa la vida de Margherita, como un reflejo de su propia experiencia como director, para cuestionarse ante ese espejo, las diferencias entre la realidad y la ficción, entre las dudas y los temores, entre la melancolía y la tragedia; porque mayormente, sus películas son casi autobiográficas, y el tema central sobre la pérdida que vemos aquí, es casi su propio relato.
Un drama en varios frentes, con la misma protagonista tratando de lidiar con todos ellos.
El resultado, es un homenaje al paso del tiempo, al amor filial, al balance de las vidas, al resumen final, pero la actuación contenida, hace que el producto carezca de la emoción que el drama requiere.
Todo está descrito de forma realista, pero sin encanto.
El sutil canto de amor filial, puede tocar el corazón de bastantes espectadores; pero lo que ocurre antes, no apasiona.
En su magnífico retrato de emociones, no se centra tanto en el dolor por la pérdida, sino en el desconcierto que se sufre:
Observas como la protagonista está viviendo un momento horrible en su vida ante la evolución de la enfermedad de su madre, deterioro que le lleva a su definitivo final, miras su estoico andar, su entero caminar ocupada en su artístico trabajo, mientras la profesión sentimental va por dentro, las queridas alusiones que se agolpan en su memoria, la aguda pena que envuelve su presente, un incesante devenir del hospital a casa, mientras todo se desmorona, y como, aún con todo, la serenidad y calma dirigen sus pasos pero... te aburre, te cansas y te agotas, ante tanta placidez llegas a rogar por la muerte de la matriarca.
Y es que es difícil hallar complicidad con ella, con su pesadumbre y sufrimiento, esa grata y apetecible afinidad, que te permita acompañarla en su dolor con aptitud y esmero, entusiasmo de interés por apreciarla y quererla en su desconsuelo, su desasosiego y tristeza se miran que no aspiran, no transmite pesar emocional la visión de sus terribles días, el desmoronamiento de la realidad presente por la pérdida de una madre, sencillamente, no tiene encanto.
Eso sí, Mia Madre cuenta 2 cosas muy serias:
La situación de la madre, obvio, un ser querido en un estado en el que la luz de su vida se comienza a extinguir; y la filmación de su nuevo trabajo fílmico, que toca un tema sumamente actual, sobre los problemas acaecidos con la crisis económica.
Todos los demás sucesos, figuran al interior de la fábrica, con sus líderes sindicales y su cese de actividades.
Pertenecen estas representaciones, a lo que se ha dado en llamar “el cine dentro del cine”, y aquí se recrean interesantes momentos, con todos los pormenores y técnicas que supone una puesta en escena, y respectivo rodaje.
En uno de estos momentos del supuesto rodaje, y cuando llega la prensa para promocionar la película, la directora plantea que ella siempre ha trabajado en esta temática, y que es considerada como una experta en interpretar muy bien la realidad, al decir esto, luego lo pone en duda, y en esta pequeña divagación, Moretti aporta su propia reflexión sobre cuestionar, y poner en duda esta supuesta capacidad, es decir, la de ser dueño de la verdad, y con ello, poner en tela de juicio por sí mismo, todos sus planteamientos, sus puntos de vista ideológicos y políticos sobre la sociedad italiana.
En fin, es un interesante aspecto, seguramente son los años ya maduros del director, que le permiten interrogarse a sí mismo, y sobre la validez de sus creencias y teorías, que por muchos años han marcado su numerosa producción fílmica.
Conlleva valor y honestidad, el que de pronto, todo sea cuestionado desde sí mismo y para sí mismo, sobre sus ideas y sus creaciones.
En síntesis, Mia Madre es la referencia directa a la persona que no atiende su vida personal, y la ha sacrificado por su vida profesional, lo cual viene a incidir, tarde o temprano, en esa vida laboral y de forma negativa.
Algo muy similar en todos los seres humanos, de olvidarse de sí mismo, y perderse completamente en el llamado “mundo profesional”
En cierto modo, se podría apuntar a que Mia Madre es también una historia autobiográfica, o al menos basada ligeramente en las experiencias de Nanni Moretti, más si tenemos en cuenta algunos de los paralelismos existentes entre su personaje, y el propio Moretti:
Una madre profesora de letras, una película sin acabar, y el drama que se cierne sobre ellos.
Una delicada alegoría a las madres, y la vida que Moretti dedica a su propia madre, a la que perdió durante la preparación de “Habemus Papam” (2011)
Y es que el director italiano, no nos habla sólo de la madre, también lo hace de todo lo que hay alrededor durante esos momentos:
Los amigos, la familia y el trabajo.
Usando para ello, cambios de registro todo el tiempo, haciendo pasar su film, por un producto más ameno y más fácil de digerir, mucho más natural.
Acá, Moretti interpreta a un personaje más o menos secundario, el sensible, atento y muy empático hermano de Margherita; mientras que es ella la que le interpreta a él:
Directora de cine con problemas para gestionar su vida personal, también en ocasiones su trabajo.
Se siente frustrada con sus actores, porque no entienden lo que les pide, “que se entreguen al papel, pero no sean simples ejecutores, sino que dejen algo de ellos en las actuaciones”
Se siente impotente, por ver cómo empeora su madre, pero no es capaz de dejarse ir, de explotar, y sacar fuera todo su dolor, por tanto, su explosión es hacia dentro, y es solo a través de sus ojos que podemos adivinar el dolor de lo que siente.
El contrapunto, es su hermano Giovanni, al que Moretti dota de una gran sensibilidad en su personaje.
El personaje de Margherita, muestra una gran fragilidad, pero poca facilidad para mostrarse frágil.
Se nos muestra el pasado y el presente de forma alterna, con escenas de antes de que su madre estuviese en el hospital, escenas del pasado con su marido, con su hermano…
A menudo, estas escenas no son fáciles de distinguir de las del presente, o de ciertas secuencias oníricas, lo que lleva al espectador a un estado de cierto desconcierto, y en ocasiones, desorientación.
Buen efecto para una película en que la protagonista está, más que nadie, desorientada, y muy triste.
Es decir, en Mia Madre abundan las escenas, en las que no se sabe si la intérprete principal está fantaseando despierta, está tirando de recuerdos, o simplemente está sumida en una ensoñación basada en la culpa.
Incluso se puede ir más allá, y afirmar que hace confluir la realidad y la fabulación en términos no oníricos.
¿Acaso no hace contrastar la vida con la ficción del cine?
El espectador, se verá igual de confundido tras la primera escena en el set, que después de un arrebato nostálgico de Margherita…
Más allá del fuerte sesgo melodramático, Mia Madre tiene unas cuantas logradas escenas humorísticas, sobre todo a cargo de John Turturro, como un patético, egocéntrico y fabulador actor; y unos cuantos momentos de “cine dentro del cine”, en el que se expone la locura, tanto en términos humanos como de producción propia de todo rodaje.
Los “sketches” que protagoniza Turturro, en el contexto del rodaje de la película que dirige Margherita, quedan muy aislados de la dinámica general del film, aunque por sí solos, funcionan como buenas piezas cómicas.
Pero sobre todo, Mia Madre es una reflexión sobre la desaparición en nuestras vidas de esas personas, padres, abuelos… que nos dejan huérfanos de referentes, y solos ante una vida sin su filtro, descubriendo y sorprendiéndonos por ello, que además de esa imagen que nos han mostrado, también son seres independientes de nuestro concepto de ellos, que tienen otros anhelos y secretos que nosotros desconocemos.
Mia Madre es un film muy sensible, que se apoya en pequeños, pero importantes detalles cotidianos, como esa cena cuidadosamente preparada por el hijo, para su madre en el hospital; o esa biblioteca que la hija revisa, sabiendo que va a desaparecer, y que constituía la razón de ser de la madre.
La fugacidad de la vida, de las ideas, de la cultura, de la necesidad de reafirmarnos en unas convicciones, y un objetivo para no terminar perdidos, todo ello contado con la mayor naturalidad, y sin innecesarios tremendismos con una magnífica Margherita Buy, cuyos ojos expresan el desconcierto de su personaje.
La moraleja es que no debes dar toda tu vida al trabajo, ni centrarte tampoco al 100% en las relaciones personales.
En el equilibrio está la clave, y ese es el secreto más buscado.
“Si deve interpretare un personaggio e di essere al suo fianco”
Mia Madre es una oda al amor materno, expresado desde el conocimiento tardío de lo que significará su ausencia.
El no querer ejercer la desaparición de la vida, hace que perdamos, mientras no la vivimos.
John Lennon decía que:
“La vida es todo aquello que planeamos mientras estamos ocupados”
Y de ese proverbio machadiano, que decía que:
“Hoy es siempre todavía”, pero en Mia Madre todo ello se destila con acentuado carácter vitalista...
Porque para aprender a vivir, solamente hay que vivir, interactuar con la vida intensamente, siempre pensando en el mañana, como su madre le mentaba.

“Perché mi continuo a fare la stessa cosa anno dopo anno?
Credo in grado di capire cosa sta succedendo e interpretare la realtà.
Ma capisco niente”



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