The Escort
“Offering something would indicate more interest than asking for something, so...”
Una chica de compañía, dama de compañía, “call girl” o “escort”, es una trabajadora sexual, no visible al público general, ya que no hace su trabajo habitual en un lugar permanente, como un burdel, ni realiza prostitución callejera.
Estas personas, suelen trabajar en lo que se conoce como “agencias escorts” o “agencias de acompañantes”
El cliente, debe concertar una cita, normalmente llamando a un número de teléfono.
Las chicas de compañía, a menudo anuncian sus servicios en hoteles y otros lugares de lujo, mientras que otros pueden ser manejados por un proxeneta.
Las chicas de compañía, pueden trabajar tanto en lugares concretos, donde el cliente va, así como en domicilios, donde ellas van a ver al cliente.
La mayoría de los servicios proporcionados por acompañantes a sus clientes, implican:
Estimulación sexual de los órganos sexuales del cliente, es decir, el pene en los hombres; con la intención de provocar un orgasmo; coito vaginal, coito anal, sexo oral, masturbación de los genitales, y el uso de juguetes sexuales.
Si bien es cierto, que muchas acompañantes son llamadas para la estimulación sexual, a menudo las “call girls” acompañan a sus clientes a cenas, bodas o eventos sociales.
Al igual que con el trabajo sexual, la prevalencia de la coacción, puede existir.
Aunque el contacto sexual juega un papel importante en el trabajo de las chicas de compañía, no todos los clientes contratan los servicios por el sexo.
Algunos, simplemente lo hacen por razones sociales, como asistir a una fiesta.
Otras “call girls”, son especialistas en dominación y otros fetiches que no requieren del contacto íntimo sexual.
Mientras hay quien contrata los servicios, simplemente para disfrutar la compañía de una atractiva mujer…
Las agencias de acompañantes, intentan determinar si esto es lo que un cliente quiere y, si lo es, la agencia intentará mandar las mujeres más educadas y atentas con su cliente.
No es extraño, que estas chicas de compañía, reciban grandes pagas o incluso legados de sus clientes.
En vez del sexo, el cliente puede simplemente desear impresionar a sus compañeros, al tener una cita con una mujer atractiva, o incluso, pretendiendo que es su novia o esposa.
Los clientes que buscan este tipo de servicios, dirán a la agencia, cuáles son sus intenciones.
Especifican el tipo de mujer que buscan para ese papel; inclusive, el cliente puede citarse con la chica antes, para evaluar su nivel de inteligencia, su educación, sus maneras, su discurso, y su habilidad para simular, además de juzgar su apariencia.
Les preguntan sobre su pasado, su pasado ficticio, y su relación fingida, con el fin de llevar a buen término la farsa.
Las celebridades, y las personas muy ricas, a menudo contratan este tipo de servicios para tener sexo, para evitar el problema de la obsesión irracional, donde injustificadamente su pareja les atrajo, y no les dejará irse de la relación, o aceptar la negativa a causa de su estatus social.
Además, evita las historias de “besa y cuenta”, donde la chica luego vende la historia a la prensa…
Ambas partes, entienden sus respectivas posiciones, y no van más allá.
Algunos toman esta profesión, porque es una buena forma de ganar dinero mientras disfrutan de los placeres del sexo con parejas diferentes.
Recientemente, el número de hombres de compañía, llamados “gigolós”, que ofrecen servicios sexuales a mujeres, ha aumentado considerablemente.
Algunas mujeres adineradas que viven distanciadas de sus maridos, o a quienes les gusta tener diferentes parejas sexuales, contratan a hombres para tener sexo.
“Okay, look, my family thinks that I'm kind of like, a big fuck-up, and, well, you're smart and pretty and personable.
And if I were to bring someone like you home, they'd, you know, think I'm getting my shit together”
The Escort es una comedia del año 2015, dirigida por Will Slocombe.
Protagonizada por Lyndsy Fonseca, Michael Doneger, Rumer Willis, Bruce Campbell, Rachel Resheff, Tommy Dewey, Sonya Walger, Dan Bakkedahl, Iqbal Theba, Benita Robledo, Matt Nolan, Dean Chekvala, entre otros.
El guión es de Brandon A. Cohen y Michael Doneger, donde una extraña unión, se forma entre 2 parias consumidos sexualmente:
Mitch Cooper (Michael Doneger), es un periodista de 27 años, soltero, y en la quiebra, adicto a tener relaciones sexuales con desconocidas, gracias a una aplicación móvil; recientemente ha sido despedido de su trabajo, y en una situación financiera desesperada, tiene que escribir una buena historia para solicitar un nuevo trabajo.
Por tanto, un día conoce y convence a Victoria/Natalie (Lyndsy Fonseca), una prostituta educada en Stanford, para permitirle seguirla y documentar su vida como “escort” para un artículo de una revista.
Aunque en principio está reacia a permitirle entrar en su vida, Natalie finalmente ve un lado positivo para ella, pues ella, sin el conocimiento de Mitch, comienza a usarlo como guardaespaldas, para protegerla de los clientes agresivos que ella tiene todas las noches.
Así pues, lo que comienza como una propuesta de negocios, se convierte en algo más…
En otras palabras:
Mitch no es un millonario tratando de “rescatar” a la damisela en peligro; simplemente quiere entender, por qué una inteligente mujer, egresada de una prestigiosa universidad, decidió abordar una profesión tan poco convencional.
No sé si las respuestas que ofrece The Escort, son totalmente satisfactorias, a decir verdad, ni siquiera estoy seguro de que el cuestionamiento sea válido; pero sirven como adecuado “marco dramático” de un romance previsible, y hasta cierto punto tradicional, desafiando la aparente irreverencia de la premisa.
O quizás, la intención del director fue tan solo hacer una típica “romantic comedy” con un ángulo ligeramente “adulto”, para evadir el estigma asociado a este blando género.
“You think I'm pretty?”
The Escort es una amable comedia romántica, que podría describirse como una versión contemporánea de “Pretty Woman” (1990), actualizada según la sensibilidad e ideología del siglo XXI:
Nos topamos con el joven reportero Mitch, cuando es despedido de un periódico debido a su adicción al sexo…
Entonces, solicita trabajo en una prestigiosa revista y, como “examen de admisión”, le piden que realice un reportaje interesante, digno de publicación.
Durante varias semanas, Mitch está indeciso sobre el tema de su artículo, hasta que casualmente conoce a Victoria, una sofisticada “escort” egresada de la Universidad de Stanford, y decide escribir sobre ella... aunque no será fácil mantener su objetividad en un mundo tan cercano a su adicción.
Así las cosas, tenemos por una parte, a una mujer brillante, divertida, y muy guapa, que termina prostituyéndose por un tema de “bullying”
Y es que lo malo, para empezar, es que del tema, se queda solo en la mención, y en una revancha solidaria para con la hermana de Mitch…
Por otro lado, tenemos a un joven de familia adinerada, que quiere ganarse la vida por cuenta propia, pero que recurre a una app para tener sexo casual; cuya familia tiene que hacerle una “intervención” por su problema de adicción al sexo…
Adicción que queda en nada, solo se menciona para colocar a Mitch en una posición de igualdad para con Victoria, ambos son sujetos sexuales, altamente activos que hasta comparten los mismos lugares donde se hacen las pruebas de salud.
Y es que lo bueno que pudo tener The Escort, en el fondo, se queda como mero motivo para mover a los personajes, que no afrontan “su problema”, simplemente lo superan de forma milagrosa, a través del amor…
Porque se le puede achacar a The Escort, que es la clase de películas que recurren al tema del sexo como anzuelo, para llevar al público a sentarse frente a la pantalla, para luego darle una comedia romántica típica, carente de toda profundidad.
Al igual que tantas y tantas películas de falsa careta, The Escort no es más que cliché interminable, que utiliza un argumento medianamente interesante, y luego lo destroza, o lo desecha, con el fin de darle al público masivo, la experiencia “feel-good”, sin una sola pizca de trascendencia.
Evidentemente, desde lo técnico, comienzo posee una influencia fílmica y televisiva del guionista, quien hace referencias constantes a las producciones de HBO, los Oscars, Pixar, Shrek, etc., lo cual termina por ser divertido, pero en determinado momento se vuelve excesivo; como sucede con las películas de Woody Allen, hablando de Wagner, Dostoievski, o Ingmar Bergman.
Si bien la trama no es descabellada, los personajes y su modo de comportarse, son una total caricatura.
Creo que me hubiera gustado más este argumento, en forma de drama.
El anémico humor, y el genérico romance, enturbian las más interesantes reflexiones del libreto.
Por otro lado, no necesitamos otra condescendiente película con la mujer como víctima, que necesita ser rescatada por un hombre…
“La Chica Bonita”, en esta ocasión es una “escort”, interpretada por la atractiva Lyndsy Fonseca, con el exacto balance de sensualidad y sentido común.
Cierto, su trabajo parece un poco indigno, y la pone en frecuente contacto con patanes que no muestran el menor respeto por ella, no necesariamente debido a su ocupación, sospecho; sin embargo, Victoria encontró una metodología razonablemente consistente, que le permite ganar muy buen dinero, libre de impuestos, como bien dice ella misma, con un mínimo de riesgo personal.
Ah caray, habría que probarlo… pues vive bien y hasta conduce un hermoso Mercedes-Benz…
Por otra parte, supongo que el director Will Slocombe, estableció un protagonista masculino, adicto al sexo, para hacer algún tipo de comentario sobre el doble estándar con el que se juzga la sexualidad en hombres y mujeres.
Esto lleva a una doble lecturas:
Si la mujer tiene muchas parejas sexuales, es una prostituta; pero si se trata de un hombre, es un galán irresistible.
De hecho, él la llama “prostituta” y ella se enoja; pero todos sabes que él es adicto al sexo, y no cobra… pues es peor porque es un fácil… hasta da más temor, porque no hay “reglas”
No es un comentario social muy incisivo u original, pero aprecio que lo hayan incluido; así como la importancia de la salud.
“I thought it was poor form to bring your work home with you”
Tras ver The Escort, me he dado cuenta que la publicidad, los medios de comunicación, Internet misma, y la ansiedad que produce el día a día, son detonantes para generar dependencia al sexo; tanto que los expertos advierten que no es una moda, sino el reflejo de la facilidad con la que se tiene acceso a gran diversidad de contenido erótico.
¿Te has preguntado alguna vez, cuánta cantidad de sexo es normal tener al cabo de una semana?
No existe ninguna cifra que pueda responder de forma certera a este interrogante, ya que la frecuencia adecuada de las relaciones sexuales, no las marca nadie más que la pareja.
Lo que sí está claro, es que, cuando el deseo de mantener relaciones sexuales es demasiado frecuente, y la búsqueda de satisfacción del mismo, ocupa gran parte del día a día, o interfiere de forma significativa, trayendo consigo consecuencias negativas, es muy probable que hablemos de adicción al sexo.
Algunas personalidades famosas, han reconocido tener adicción al sexo:
Michael Douglas, Charlie Sheen, Lindsay Lohan, Sharon Stone, Hugh Grant, y George Michael, entre otros.
Por ejemplo, Tiger Woods dice que “no podía evitarlo, porque las chicas que se tiraba, estaban buenas”
Peor si estuviera tirándose a un pollo muerto, entonces se diría con más inquisición:
“Este tipo es adicto al sexo”
Cuando un acto placentero se exacerba, y se convierte en compulsivo, deja de satisfacer el verdadero deseo.
La compulsión, desata la culpa, y se cree que el impulso ya no podrá ser controlado.
Lo que en principio era goce, terminan en angustia y depresión…
Así llegamos al concepto de “hipersexualidad”, que es el aumento repentino, o la frecuencia extrema en la libido, o en la actividad sexual.
Aunque la hipersexualidad puede presentarse debido a algunos problemas médicos, al consumo de algunos medicamentos, y a la ingesta de drogas; en la mayoría de los casos, la causa es desconocida.
Los trastornos de la salud, tales como el trastorno bipolar, pueden dar lugar a la hipersexualidad, y el consumo de alcohol y de algunas sustancias adictivas, puede afectar el comportamiento sexual en algunas personas.
Se han usado varios modelos teóricos, para explicar o para tratar la hipersexualidad; el más común, en particular en los medios de comunicación, es el enfoque que presenta a la hipersexualidad, como una adicción, pero los sexólogos no han llegado aún a un consenso.
Hay explicaciones alternativas como, por ejemplo, la de un comportamiento obsesivo, y la de un comportamiento compulsivo.
El concepto de hipersexualidad, sustituye los antiguos conceptos de “ninfomanía”, o “furor uterino”; y de “satiriasis”
La ninfomanía, se consideraba un trastorno psicológico, exclusivamente femenino, caracterizado por una libido muy activa, y una obsesión con el sexo.
En los hombres, el trastorno era llamado “satiriasis”, y a quien la padecía, se le denominaba “sátiro” o “satiriaco”, no confundir con “satírico”
Actualmente, los términos “ninfomanía” y “satiriasis”, no aparecen como trastornos específicos en El Manual Estadístico y Diagnóstico De Los Trastornos Mentales (DSM-IV), aunque sí siguen apareciendo en La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10)
El consenso entre quienes consideran la hipersexualidad, un trastorno, es que el umbral se alcanza cuando el comportamiento causa incomodidad, o impide el funcionamiento social.
La hipersexualidad, es una de las dependencias menos conocidas y visibles, puesto que las personas que la padecen, suelen mantenerla oculta y disimularla, sobre todo con las personas conocidas, con quienes se muestran incluso como tímidos.
Se estima que hasta el 6% de la población lo padece, y que sólo el 2% de las personas afectadas, son mujeres.
“You see enough unfaithful husbands and you start to question the notion of love and then when you finally experience it for yourself you see what all the fuss is about and you can't imagine not having that person in your life and you feel like the luckiest person in the world and you would do anything to make them feel the same way about you”
Una chica de compañía, dama de compañía, “call girl” o “escort”, es una trabajadora sexual, no visible al público general, ya que no hace su trabajo habitual en un lugar permanente, como un burdel, ni realiza prostitución callejera.
Estas personas, suelen trabajar en lo que se conoce como “agencias escorts” o “agencias de acompañantes”
El cliente, debe concertar una cita, normalmente llamando a un número de teléfono.
Las chicas de compañía, a menudo anuncian sus servicios en hoteles y otros lugares de lujo, mientras que otros pueden ser manejados por un proxeneta.
Las chicas de compañía, pueden trabajar tanto en lugares concretos, donde el cliente va, así como en domicilios, donde ellas van a ver al cliente.
La mayoría de los servicios proporcionados por acompañantes a sus clientes, implican:
Estimulación sexual de los órganos sexuales del cliente, es decir, el pene en los hombres; con la intención de provocar un orgasmo; coito vaginal, coito anal, sexo oral, masturbación de los genitales, y el uso de juguetes sexuales.
Si bien es cierto, que muchas acompañantes son llamadas para la estimulación sexual, a menudo las “call girls” acompañan a sus clientes a cenas, bodas o eventos sociales.
Al igual que con el trabajo sexual, la prevalencia de la coacción, puede existir.
Aunque el contacto sexual juega un papel importante en el trabajo de las chicas de compañía, no todos los clientes contratan los servicios por el sexo.
Algunos, simplemente lo hacen por razones sociales, como asistir a una fiesta.
Otras “call girls”, son especialistas en dominación y otros fetiches que no requieren del contacto íntimo sexual.
Mientras hay quien contrata los servicios, simplemente para disfrutar la compañía de una atractiva mujer…
Las agencias de acompañantes, intentan determinar si esto es lo que un cliente quiere y, si lo es, la agencia intentará mandar las mujeres más educadas y atentas con su cliente.
No es extraño, que estas chicas de compañía, reciban grandes pagas o incluso legados de sus clientes.
En vez del sexo, el cliente puede simplemente desear impresionar a sus compañeros, al tener una cita con una mujer atractiva, o incluso, pretendiendo que es su novia o esposa.
Los clientes que buscan este tipo de servicios, dirán a la agencia, cuáles son sus intenciones.
Especifican el tipo de mujer que buscan para ese papel; inclusive, el cliente puede citarse con la chica antes, para evaluar su nivel de inteligencia, su educación, sus maneras, su discurso, y su habilidad para simular, además de juzgar su apariencia.
Les preguntan sobre su pasado, su pasado ficticio, y su relación fingida, con el fin de llevar a buen término la farsa.
Las celebridades, y las personas muy ricas, a menudo contratan este tipo de servicios para tener sexo, para evitar el problema de la obsesión irracional, donde injustificadamente su pareja les atrajo, y no les dejará irse de la relación, o aceptar la negativa a causa de su estatus social.
Además, evita las historias de “besa y cuenta”, donde la chica luego vende la historia a la prensa…
Ambas partes, entienden sus respectivas posiciones, y no van más allá.
Algunos toman esta profesión, porque es una buena forma de ganar dinero mientras disfrutan de los placeres del sexo con parejas diferentes.
Recientemente, el número de hombres de compañía, llamados “gigolós”, que ofrecen servicios sexuales a mujeres, ha aumentado considerablemente.
Algunas mujeres adineradas que viven distanciadas de sus maridos, o a quienes les gusta tener diferentes parejas sexuales, contratan a hombres para tener sexo.
“Okay, look, my family thinks that I'm kind of like, a big fuck-up, and, well, you're smart and pretty and personable.
And if I were to bring someone like you home, they'd, you know, think I'm getting my shit together”
The Escort es una comedia del año 2015, dirigida por Will Slocombe.
Protagonizada por Lyndsy Fonseca, Michael Doneger, Rumer Willis, Bruce Campbell, Rachel Resheff, Tommy Dewey, Sonya Walger, Dan Bakkedahl, Iqbal Theba, Benita Robledo, Matt Nolan, Dean Chekvala, entre otros.
El guión es de Brandon A. Cohen y Michael Doneger, donde una extraña unión, se forma entre 2 parias consumidos sexualmente:
Mitch Cooper (Michael Doneger), es un periodista de 27 años, soltero, y en la quiebra, adicto a tener relaciones sexuales con desconocidas, gracias a una aplicación móvil; recientemente ha sido despedido de su trabajo, y en una situación financiera desesperada, tiene que escribir una buena historia para solicitar un nuevo trabajo.
Por tanto, un día conoce y convence a Victoria/Natalie (Lyndsy Fonseca), una prostituta educada en Stanford, para permitirle seguirla y documentar su vida como “escort” para un artículo de una revista.
Aunque en principio está reacia a permitirle entrar en su vida, Natalie finalmente ve un lado positivo para ella, pues ella, sin el conocimiento de Mitch, comienza a usarlo como guardaespaldas, para protegerla de los clientes agresivos que ella tiene todas las noches.
Así pues, lo que comienza como una propuesta de negocios, se convierte en algo más…
En otras palabras:
Mitch no es un millonario tratando de “rescatar” a la damisela en peligro; simplemente quiere entender, por qué una inteligente mujer, egresada de una prestigiosa universidad, decidió abordar una profesión tan poco convencional.
No sé si las respuestas que ofrece The Escort, son totalmente satisfactorias, a decir verdad, ni siquiera estoy seguro de que el cuestionamiento sea válido; pero sirven como adecuado “marco dramático” de un romance previsible, y hasta cierto punto tradicional, desafiando la aparente irreverencia de la premisa.
O quizás, la intención del director fue tan solo hacer una típica “romantic comedy” con un ángulo ligeramente “adulto”, para evadir el estigma asociado a este blando género.
“You think I'm pretty?”
The Escort es una amable comedia romántica, que podría describirse como una versión contemporánea de “Pretty Woman” (1990), actualizada según la sensibilidad e ideología del siglo XXI:
Nos topamos con el joven reportero Mitch, cuando es despedido de un periódico debido a su adicción al sexo…
Entonces, solicita trabajo en una prestigiosa revista y, como “examen de admisión”, le piden que realice un reportaje interesante, digno de publicación.
Durante varias semanas, Mitch está indeciso sobre el tema de su artículo, hasta que casualmente conoce a Victoria, una sofisticada “escort” egresada de la Universidad de Stanford, y decide escribir sobre ella... aunque no será fácil mantener su objetividad en un mundo tan cercano a su adicción.
Así las cosas, tenemos por una parte, a una mujer brillante, divertida, y muy guapa, que termina prostituyéndose por un tema de “bullying”
Y es que lo malo, para empezar, es que del tema, se queda solo en la mención, y en una revancha solidaria para con la hermana de Mitch…
Por otro lado, tenemos a un joven de familia adinerada, que quiere ganarse la vida por cuenta propia, pero que recurre a una app para tener sexo casual; cuya familia tiene que hacerle una “intervención” por su problema de adicción al sexo…
Adicción que queda en nada, solo se menciona para colocar a Mitch en una posición de igualdad para con Victoria, ambos son sujetos sexuales, altamente activos que hasta comparten los mismos lugares donde se hacen las pruebas de salud.
Y es que lo bueno que pudo tener The Escort, en el fondo, se queda como mero motivo para mover a los personajes, que no afrontan “su problema”, simplemente lo superan de forma milagrosa, a través del amor…
Porque se le puede achacar a The Escort, que es la clase de películas que recurren al tema del sexo como anzuelo, para llevar al público a sentarse frente a la pantalla, para luego darle una comedia romántica típica, carente de toda profundidad.
Al igual que tantas y tantas películas de falsa careta, The Escort no es más que cliché interminable, que utiliza un argumento medianamente interesante, y luego lo destroza, o lo desecha, con el fin de darle al público masivo, la experiencia “feel-good”, sin una sola pizca de trascendencia.
Evidentemente, desde lo técnico, comienzo posee una influencia fílmica y televisiva del guionista, quien hace referencias constantes a las producciones de HBO, los Oscars, Pixar, Shrek, etc., lo cual termina por ser divertido, pero en determinado momento se vuelve excesivo; como sucede con las películas de Woody Allen, hablando de Wagner, Dostoievski, o Ingmar Bergman.
Si bien la trama no es descabellada, los personajes y su modo de comportarse, son una total caricatura.
Creo que me hubiera gustado más este argumento, en forma de drama.
El anémico humor, y el genérico romance, enturbian las más interesantes reflexiones del libreto.
Por otro lado, no necesitamos otra condescendiente película con la mujer como víctima, que necesita ser rescatada por un hombre…
“La Chica Bonita”, en esta ocasión es una “escort”, interpretada por la atractiva Lyndsy Fonseca, con el exacto balance de sensualidad y sentido común.
Cierto, su trabajo parece un poco indigno, y la pone en frecuente contacto con patanes que no muestran el menor respeto por ella, no necesariamente debido a su ocupación, sospecho; sin embargo, Victoria encontró una metodología razonablemente consistente, que le permite ganar muy buen dinero, libre de impuestos, como bien dice ella misma, con un mínimo de riesgo personal.
Ah caray, habría que probarlo… pues vive bien y hasta conduce un hermoso Mercedes-Benz…
Por otra parte, supongo que el director Will Slocombe, estableció un protagonista masculino, adicto al sexo, para hacer algún tipo de comentario sobre el doble estándar con el que se juzga la sexualidad en hombres y mujeres.
Esto lleva a una doble lecturas:
Si la mujer tiene muchas parejas sexuales, es una prostituta; pero si se trata de un hombre, es un galán irresistible.
De hecho, él la llama “prostituta” y ella se enoja; pero todos sabes que él es adicto al sexo, y no cobra… pues es peor porque es un fácil… hasta da más temor, porque no hay “reglas”
No es un comentario social muy incisivo u original, pero aprecio que lo hayan incluido; así como la importancia de la salud.
“I thought it was poor form to bring your work home with you”
Tras ver The Escort, me he dado cuenta que la publicidad, los medios de comunicación, Internet misma, y la ansiedad que produce el día a día, son detonantes para generar dependencia al sexo; tanto que los expertos advierten que no es una moda, sino el reflejo de la facilidad con la que se tiene acceso a gran diversidad de contenido erótico.
¿Te has preguntado alguna vez, cuánta cantidad de sexo es normal tener al cabo de una semana?
No existe ninguna cifra que pueda responder de forma certera a este interrogante, ya que la frecuencia adecuada de las relaciones sexuales, no las marca nadie más que la pareja.
Lo que sí está claro, es que, cuando el deseo de mantener relaciones sexuales es demasiado frecuente, y la búsqueda de satisfacción del mismo, ocupa gran parte del día a día, o interfiere de forma significativa, trayendo consigo consecuencias negativas, es muy probable que hablemos de adicción al sexo.
Algunas personalidades famosas, han reconocido tener adicción al sexo:
Michael Douglas, Charlie Sheen, Lindsay Lohan, Sharon Stone, Hugh Grant, y George Michael, entre otros.
Por ejemplo, Tiger Woods dice que “no podía evitarlo, porque las chicas que se tiraba, estaban buenas”
Peor si estuviera tirándose a un pollo muerto, entonces se diría con más inquisición:
“Este tipo es adicto al sexo”
Cuando un acto placentero se exacerba, y se convierte en compulsivo, deja de satisfacer el verdadero deseo.
La compulsión, desata la culpa, y se cree que el impulso ya no podrá ser controlado.
Lo que en principio era goce, terminan en angustia y depresión…
Así llegamos al concepto de “hipersexualidad”, que es el aumento repentino, o la frecuencia extrema en la libido, o en la actividad sexual.
Aunque la hipersexualidad puede presentarse debido a algunos problemas médicos, al consumo de algunos medicamentos, y a la ingesta de drogas; en la mayoría de los casos, la causa es desconocida.
Los trastornos de la salud, tales como el trastorno bipolar, pueden dar lugar a la hipersexualidad, y el consumo de alcohol y de algunas sustancias adictivas, puede afectar el comportamiento sexual en algunas personas.
Se han usado varios modelos teóricos, para explicar o para tratar la hipersexualidad; el más común, en particular en los medios de comunicación, es el enfoque que presenta a la hipersexualidad, como una adicción, pero los sexólogos no han llegado aún a un consenso.
Hay explicaciones alternativas como, por ejemplo, la de un comportamiento obsesivo, y la de un comportamiento compulsivo.
El concepto de hipersexualidad, sustituye los antiguos conceptos de “ninfomanía”, o “furor uterino”; y de “satiriasis”
La ninfomanía, se consideraba un trastorno psicológico, exclusivamente femenino, caracterizado por una libido muy activa, y una obsesión con el sexo.
En los hombres, el trastorno era llamado “satiriasis”, y a quien la padecía, se le denominaba “sátiro” o “satiriaco”, no confundir con “satírico”
Actualmente, los términos “ninfomanía” y “satiriasis”, no aparecen como trastornos específicos en El Manual Estadístico y Diagnóstico De Los Trastornos Mentales (DSM-IV), aunque sí siguen apareciendo en La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10)
El consenso entre quienes consideran la hipersexualidad, un trastorno, es que el umbral se alcanza cuando el comportamiento causa incomodidad, o impide el funcionamiento social.
La hipersexualidad, es una de las dependencias menos conocidas y visibles, puesto que las personas que la padecen, suelen mantenerla oculta y disimularla, sobre todo con las personas conocidas, con quienes se muestran incluso como tímidos.
Se estima que hasta el 6% de la población lo padece, y que sólo el 2% de las personas afectadas, son mujeres.
“You see enough unfaithful husbands and you start to question the notion of love and then when you finally experience it for yourself you see what all the fuss is about and you can't imagine not having that person in your life and you feel like the luckiest person in the world and you would do anything to make them feel the same way about you”
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