Coquette

“Her passionate love for a boy of the hills brings tragedy to two men!”

La Era llamada “Pre-Code” de Hollywood, fue la breve época en la industria cinematográfica estadounidense que tuvo lugar entre la adopción generalizada de sonido en las películas en 1929, y la aplicación de las pautas de censura del Código de Producción de Películas, conocido popularmente como “ El Código Hays”, a mediados de 1934; y aunque El Código fue adoptado en 1930, la supervisión fue deficiente, y no se hizo cumplir rigurosamente hasta el 1 de julio de 1934, con el establecimiento de La Administración del Código de Producción (PCA)
Antes de esa fecha, el contenido de las películas estaba más restringido por las leyes locales, las negociaciones entre El Comité de Relaciones de Estudio (SRC) y los principales estudios y la opinión popular, que por la estricta adhesión al Código de Hays, que a menudo los cineastas de Hollywood ignoraban.
Como resultado, algunas películas a fines de la década de 1920 y principios de la década de 1930, representaban o implicaban insinuaciones sexuales, relaciones románticas y sexuales entre personas blancas y negras, blasfemias leves, uso ilegal de drogas, promiscuidad, prostitución, infidelidad, aborto, violencia intensa y homosexualidad; y los personajes femeninos fuertes, eran omnipresentes en muchas de esas películas.
Además de presentar personajes femeninos más fuertes, las películas examinaron temas femeninos que no serían revisados hasta décadas más tarde en las películas estadounidenses.
De esa manera, la controversia en torno a los estándares cinematográficos llegó a un punto crítico en 1929; cuando El Código prohibió, también:
El mestizaje, o relaciones interraciales; y determinaba que la calificación “solo para adultos” sería una estrategia poco efectiva y ambigua, que podría dificultar su aplicación; sin embargo, permitía “a los adultos entender y reconocer con facilidad, sin perjuicio de la legalidad, aquellos aspectos que influyeran de forma negativa en el comportamiento de los jóvenes”, y contemplaba “la posibilidad de producir películas inspiradas en pensamientos criminales”, siempre y cuando los hechos estuvieran implícitos, y los jóvenes supervisados.
El Código, no solo determinaba aquello susceptible de exhibirse en pantalla, sino que, además, defendía los valores tradicionales.
Las relaciones extramatrimoniales, no podían escenificarse como atractivas, de modo que pudieran levantar pasiones, ni tampoco representarse como adecuadas.
Todas las acciones delictivas, debían castigarse:
Ni el crimen ni el criminal, podrían suscitar compasión alguna por parte del público; y la figura de la autoridad debía tratarse con respeto, como el clero, no podía representarse en tono cómico o pérfido.
Sin embargo, en determinadas circunstancias, los políticos, la policía y los jueces, podían cometer delitos, siempre y cuando quedara claro que se trataba de “una excepción a la regla”
Con todo, el documento íntegro incluía matices católicos, y estipulaba que El Séptimo Arte debía manejarse con cuidado para evitar “conductas inmorales” y evidenciar así que “su profundo sentido moral” era indiscutible.
Al principio, la influencia católica se mantuvo en secreto; y el mensaje repetido a lo largo del Código era:
“De principio a fin, el público capta con toda certeza, que lo malo es castigado y lo bueno es recompensado”; además, El Código incluía un anexo, “El Código Publicitario” que regulaba los textos y las imágenes publicitarias.
Con todo, una pequeña joven canadiense se paró frente a la maquinaria de cine que recién nacía, ella era Mary Pickford.
“I sorta got things twisted.
But, I was wonderin', did we have a date to go to the dance tonight?”
Coquette es un drama del año 1929, dirigido por Sam Taylor.
Protagonizado por Mary Pickford, Johnny Mack Brown, Matt Moore, John St. Polis, William Janney, Henry Kolker, George Irving, Louise Beavers, entre otros.
El guión es de John Gray, Allen McNeil y Sam Taylor, de la obra homónima de George Abbott y Ann Preston Bridgers, que se basó en hechos reales acontecidos en Carolina del Sur, por lo que se utilizó un diálogo literal de los testimonios de La Corte.
La obra se estrenó originalmente en la ciudad de New York, el 8 de noviembre de 1927, con Helen Hayes en el papel principal; mientras que la película fue protagonizada por la estrella del cine mudo, Mary Pickford, en su primer “talkie”, junto a Johnny Mack Brown en uno de sus primeros papeles, John St. Polis, Matt Moore, que era el ex cuñado de Pickford); y Louise Beavers en los papeles principales.
Coquette fue un éxito de taquilla, recaudando $1.4 millones; y lanzó a Pickford como una estrella “talkie” competente; tanto que la hizo ganadora del Premio Oscar a La Mejor Actriz, en la 2ª Edición de Los Premios de La Academia, siendo también su única nominación en toda su carrera.
Vale decir que Mary Pickford es considerada la primera artista en lanzar una campaña publicitaria para ganar un Oscar, algo inusual para la época, en el sentido de que Los Premios de La Academia aún no habían ganado caché, ni con el público ni con la gente de la industria en 1929; siendo décadas más tarde, que las campañas publicitarias se convertirían en un procedimiento operativo estándar dentro de Hollywood.
Así, La Pickford aseguró el éxito comercial continuo de esta película, que fue fundamental para que una película calificara para un Premio de la Academia, al realizar una campaña publicitaria efectiva.
Conducirlo, fue un concurso para que un fanático ganara el destacado disfraz de la película:
“El vestido de orquídeas” de organza de seda de Howard Greer; que además, hizo que muchas imitaran el elegante peinado “bob” hecho por Nina Roberts, la estilista personal de Pickford.
El vestido, tenía una bonita falda de cintura baja, que colgaba en capas de pétalos, mientras que una orquídea de seda embellecía su fajín.
Además, Pickford fue fotografiada entregándosela a 1 de las 7 mil concursantes, cuyas medidas coincidían con su pequeña talla 4, siendo Marie Hilkevitch, una cajera de una tienda de comestibles, la gran afortunada.
Pero también decir que Mary Pickford fue miembro fundador de La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas, de la cual, su esposo sería el primer Presidente; por lo que ella era una de las 3 únicas fundadoras; y para los primeros Premios de La Academia, que se celebraron en 1929, sin ninguna nominación para Pickford; ella sería nominada a Mejor Actriz en 1930 en la 2ª Edición de los premios.
No obstante, muchos acusaron a Pickford de ganar injustamente, usar su influencia y posicionarse en la industria por un premio que no merecía; de hecho un autor lo llamó “el primer premio al logro de toda la vida”, a pesar de que Charlie Chaplin ganó un premio honorario el año anterior.
Y es que Pickford presionó mucho por el Oscar, e invitó a los jueces a tomar el té en su casa Pickfair.
Pickfair Manor era una propiedad de 18 acres en la ciudad de Beverly Hills, California, diseñada originalmente por el arquitecto Horatio Cogswell para el abogado Lee Allen Phillips de Berkeley Square, como una casa de campo.
Phillips vendió la propiedad al actor Douglas Fairbanks en 1919, para su futura esposa, Mary Pickford.
Acuñada “Pickfair” por la prensa, se convirtió en una de las casas más famosas del mundo; tanto que la revista LIFE describió a Pickfair como “un lugar de reunión solo un poco menos importante que La Casa Blanca... y mucho más divertido”
Las cenas en Pickfair se volvieron legendarias; y los invitados incluyeron a:
Charlie Chaplin, que vivía al lado; Los Duquesa de Windsor, Dorothy y Lillian Gish, Greta Garbo, George Bernard Shaw, Albert Einstein, Helen Keller, H.G. Wells, Lord Louis Mountbatten, Amelia Earhart, F. Scott Fitzgerald, Joan Crawford, Noël Coward, Franklin y Eleanor Roosevelt; Charles Lindbergh, Max Reinhardt, Arthur Conan Doyle, Thomas Edison, Gloria Swanson, Los Duques de Alba, Los Reyes de Siam, Austen Chamberlain, Vladimir Nemirovich-Danchenko, el maestro espiritual Meher Baba, y Sir Harry Lauder, entre otros.
Pero Fairbanks y Pickford se divorciaron en enero de 1936, y Pickford continuó residiendo en la mansión con su 3° esposo, el actor y músico Charles “Buddy” Rogers hasta su muerte en 1979.
De hecho, Pickford recibió pocas visitas en sus últimos años, pero abrió su gran hogar para organizaciones y fiestas de caridad.
Regresando a Coquette, su actuación fue aclamada por la crítica y el público; tanto que a Mary Pickford se le concedió otro Oscar en 1976, un premio honorífico por toda su trayectoria.
Ese Oscar Honorario, le fue presentado en la sala formal de Pickfair, y televisado en La Edición n° 48 de Los Premios de La Academia; siendo introducido y narrado por Gene Kelly, quien proporcionó al público una visión muy rara de la legendaria mansión.
Posteriormente, en 2008 se produjo una batalla legal entre La Academia y los herederos de Buddy Rogers por la venta del Oscar ganado por Pickford por Coquette:
Los herederos intentaban vender el premio para obras de caridad, según lo estipulado en el testamento de la 2ª esposa de Rogers; y La Academia insistió en que se les debía ofrecer El Premio por $1, para cumplir con una regla establecida mucho después de que Pickford ganara su Oscar; y afirmaron que cuando ganó su Oscar Honorario en la década de 1970, también firmó un contrato que cubría la estatuilla de Coquette.
Por su parte, los herederos argumentaron que podría no haber sido su firma, ya que Pickford era frágil al final de su vida.
Con todo, La Academia ganó la batalla legal, pero anunció que estaban dispuestos a buscar un acuerdo privado con los herederos.
El resultado de este acuerdo, es desconocido.
La acción de Coquette sigue a Norma Besant (Mary Pickford), que es la hija de John M. Besant (John St. Polis) un médico sureño.
Ella es una coqueta incorregible, y con muchos pretendientes que quieren pedir su mano en matrimonio; de hecho su padre quiere que inicie relación con Stanley “Stan” Wentworth (Matt Moore); pero ella comienza a favorecer a Michael Jeffrey (Johnny Mack Brown), quien, incansable y de mal genio, pero fundamentalmente honorable, es advertido por su padre, que desaprueba esta relación, y le ordena que no vuelva a verlo.
Cuando Michael regresa después de una larga ausencia, la pareja está inocentemente comprometida, y la ira paterna del viejo Besant trae tragedia.
Tal como las primeras películas sonoras, no había música, era como ver un teatro; y sólo aprovechaban la música con la escucha de poner un disco, o de una fiesta o de un cantante callejero; con lo que en las secuencias más dramática, se quedan un poco sosas por culpa de estar acostumbrados a ver estas escenas con música; pero lo mejor es poder escuchar la voz de Mary Pickford, que no sé si es por la forma de grabación del audio de aquella época, pero la voz de pito que tenía, era demencial… mientras que la historia base gustó, ya que cuestiona la diferencia de estatus que había entre un hombre y una mujer, desde un punto de vista paternal, donde el hombre, como el hijo de la familia, podía hacer lo que quisiera, sin pedir explicaciones; y la mujer, como es el caso de Mary, apenas podía respirar.
El filme queda como una película de La Era Pre-Code, donde las producciones se regían por otras reglas, muy diferentes a lo que conocemos hoy de Hollywood.
“I'll tell you somethin' I never told any other man, ever!
Just the way you are, now, you'll be the best lookin' man there.
Now, will you come?”
Mary Pickford había sido una de las estrellas más populares del cine mudo.
Su popularidad había sido constante desde su debut en 1909; y en 1916, fundó su propia compañía de producción, tomando el control de cada detalle de sus películas; y en 1919 junto con Charlie Chaplin, su esposo Douglas Fairbanks y D.W. Griffith, fundó United Artists, dándole el control total sobre sus películas.
Conocida por sus papeles de tipo de niña pequeña como “Pollyanna”, una de sus películas más taquilleras; Pickford había estado tratando de escapar del estereotipo desde 1923 con papeles como Rosita; sin embargo, estas películas no funcionaron tan bien como sus papeles infantiles, aunque todavía tuvieron éxito en la taquilla; y ella había vuelto a hacer películas como “Little Annie Rooney” en 1925 y “Sparrows” en 1926; por lo que intentó un papel más adulto con su película muda final, “My Best Girl” en 1927; tras la muerte de su madre en 1928, cortó sus rizos de fama mundial.
Con la llegada de los “talkies”, La Pickford inmediatamente tomó el nuevo medio, siendo una de las primeras estrellas importantes en hacerlo.
En sus estudios Pickfair, instaló un escenario sonoro en 1928, y comenzó a prepararse para su primer “talkie”
Ella compró los derechos de “Coquette”, una obra que Helen Hayes había hecho popular en el escenario; que es la historia de una coqueta niña sureña que elige pararse detrás de su padre, después de que él mata al hombre que ella ama.
Al igual que “My Best Girl”, el papel era adulto, con Pickford interpretando un tipo de “flapper” por primera vez; donde técnicamente el sonido era extremadamente delicado en ese momento, con pasos o ruidos de joyas que arruinaban las tomas; las cámaras apenas podían moverse, y estaban escondidas detrás del vidrio para no interferir con la grabación de sonido, etc., por lo que Pickford empleó los mejores avances tecnológicos posibles, lo que resultó en una película que tenía un movimiento y una actuación más naturales que otras películas sonoras iniciales.
A pesar del abrazo de Pickford del nuevo medio, parece que estaba tan preocupada como todos los demás sobre cómo grabaría su voz, a pesar de que tenía una carrera en el escenario antes de ingresar al cine.
Fue después de revisar su primera prueba de sonido, según los informes, que ella comentó:
“¡Por qué sueno como una niña chillona!”
Inmediatamente, ella comenzó intensas lecciones vocales, con la esperanza de lograr un acento sureño realista para el papel; y es que Pickford se puso nerviosa durante la preparación, despidiendo a su hombre de sonido cuando una toma no estaba lista para su revisión a tiempo…
Se dice que en el set, durante una escena emocional, notoriamente despidió a su amigo, Charles Rosher, cuando gritó “¡Corten!” en medio de una de sus líneas.
En ese momento, no sabía que una sombra había caído sobre su rostro, ya que simplemente estaba molesta por ser interrumpida.
Ligeramente avergonzada por su comportamiento, y al darse cuenta de que se había equivocado, le escribió una carta que decía:
“La tragedia es una máscara fea.
No quiero parecer algo en una caja de dulces o un San Valentín”
La película se estrenó en New York, el 12 de abril de 1929 en El Teatro Rialto; donde se fundió un fusible que silenció la película, y tuvo que ser rebobinado, siendo proyectado nuevamente, esta vez con un sonido intermitente y malo.
Finalmente, los técnicos pudieron solucionar el problema, y la película comenzó nuevamente hasta la 3ª vez.
La acción sigue a Norma Besant, hija de un médico sureño, que es una coqueta incorregible y tiene muchos pretendientes.
Su padre, El Dr. Besant, favorece a un tipo como él llamado Stanley, quien se lleva bien con Norma.
Sin embargo, ella ha conocido a un hombre común y simple llamado Michael Jeffrey, de quien se ha enamorado locamente.
Pero El Dr. Besant desaprueba a Michael, y le ordena a Norma que nunca lo vuelva a ver.
Norma le da su palabra, pero luego planea casarse con Michael en 6 meses, cuando se haya vuelto “bueno en las colinas” para poder comprarle una casa en el valle.
Pasan unos meses, y Michael baja a hurtadillas de las colinas para ver a Norma en un baile del Country Club.
Deseando más tiempo a solas, se escabullen a la cabaña de la madre de Michael.
Según Norma, “hicieron café y hablaron toda la noche sobre el futuro”
Ella regresa a casa al día siguiente a las 4am; sin embargo, alguien vio a la pareja, y comenzó a difundir rumores por la ciudad, destruyendo la reputación de Norma.
Michael está furioso por ello, y promete que le pedirá a su padre su mano en matrimonio de inmediato.
El Dr. Besant también está furioso, y se produce un intercambio verbal acalorado cuando Michael se va, prometiendo huir con Norma lo antes posible.
A lo que El Dr. Besant ordena a Norma que vaya a su habitación, y él se va con pistola en mano.
Cuando el hermano de Norma intenta distraerla, Stanley llega, y le dice a Norma que Michael fue herido de muerte por su padre…
Ella corre hacia la cabaña de Michael, donde él muere en sus brazos.
El abogado del Dr. Besant llega, rogándole a Norma que mienta a la policía para salvar la vida de su padre; pero Norma se niega, y más tarde, a medida que avanza el juicio por el asesinato, cambia de opinión:
Ella toma otra posición, y miente sobre Michael, tratando de salvar a su padre; pero ella se derrumba bajo el interrogatorio, y su padre viene a consolarla en el estrado de los testigos.
Cuando él le dice que ya no tiene que mentir, él ve el arma en la mesa de pruebas; y después de consolarla, el Dr. Besant confiesa su culpabilidad, diciendo que ha hecho mal, y que está dispuesto a pagar el precio.
Luego toma el arma, y se suicida frente a todos.
Más tarde vemos a Stanley, esperando a Norma, que ha estado en la sala del juez; donde él ofrece llevarla a su casa, pero Norma se niega, y le dice que prefiere caminar sola a casa.
La película es ridículamente dura en su tratamiento de la pobre Norma Besant:
Al principio era totalmente innecesario matar a su novio, y luego a su padre; por tanto, la película se sintió innecesariamente sádica, y enfatizo la palabra innecesariamente, porque el final no es gratificante, ella no aprendió nada, ni esta película presentó ningún mensaje para acompañar toda esa violencia.
El trato de la mujer en la película es tan malo, que nunca tuve la impresión de que simpatizara con Norma, o que los realizadores juzgaran las terribles acciones de su padre.
Por otra parte, tal vez los cineastas pensaron eso, pero la película es tan simplista y directa en su ejecución, que solo cuenta su historia sin recurrir a la moral, los mensajes o las declaraciones.
Mientras que Stanley es un personaje olvidable; Michael Jeffrey está bien, pero tampoco es particularmente memorable.
Lo mismo ocurre con el hermano del protagonista; y el padre es un hombre bastante malo, pero gustó su eventual decisión de arrepentirse y salvar a su hija.
Ese es el único momento suyo, en el que causó una buena impresión.
La actuación de John St. Polis, sin embargo, es demasiado exagerada a veces.
Ahora, esta película es más memorable e importante por traer a Mary Pickford a su primera y única victoria en El Oscar; y es cierto que su actuación está lejos de ser excelente, ya que exageró un poco el acento sureño, y a veces tuvo problemas con el desarrollo del personaje, pues no sabía bien a donde ir, literalmente.
Sin embargo, su actuación aún está lejos de ser mediocre, como la mayoría diría hoy, y aunque presionó ampliamente por su victoria en El Oscar, lo cual es problemático, al menos no fue una elección del todo terrible para un ganador; fue excelente en su debut “talkie”:
Aquí se ve carismática, dulce y muy emotiva; pero con un papel bastante ingrato, y ciertamente lo elevó con su sólida actuación.
Por otra parte, si bien Coquette fue lanzado en el primer año de los “talkies” que es 1929; y aunque data de los estándares actuales, la película en realidad está bastante avanzada para su época, ya que utiliza tecnología de sonido de vanguardia, por tanto, los resultados finales no son tan mediocres como en la mayoría de los casos de este año; y definitivamente uno podía escucharlos hablar correctamente, y no había mucho ruido de fondo, lo cual aprecié.
Sin embargo, los movimientos de la cámara son bastante mediocres, y la película definitivamente se sintió muy escénica; al tiempo que la luz que se apaga en la casa mientras la pareja protagonista está enamorándose, me descolocó completamente.
Pero todo ello se adaptó desde el escenario de Teatro, y la historia no exigía un enfoque más cinematográfico, así que estaba bien con esa estética.
Si bien gustó bastante la primera mitad, el diálogo fue bastante bueno y la película es corta y dulce; pero la segunda mitad es tan problemática de muchas maneras, que terminó siendo una película muy débil; sobre todo en la resolución.
¿Acaso quedó loca?
Por otro lado, aunque Coquette fue producto del Hollywood antes del Código Hays, la película fue severamente censurada durante el guión.
En la obra de teatro original, la protagonista está embarazada, y la historia depende del hecho de que ella lleva al hijo del hombre asesinado por su padre.
Su padre, asesinó al hombre porque él pidió casarse con la niña; pero para salvar a su padre de la desgracia, cuando su embarazo se hace evidente, ella se suicida preventivamente; por lo que se dijo que “el productor consciente de la censura, no permitiría que la película mostrara a la chica en cinta, destruya así toda la trama”
Y es bastante desafortunado que esta sea la única película por la cual muchos fanáticos de las películas actuales recuerdan a Mary Pickford, por el descuido de las películas mudas, y por el peso indebido otorgado a los reconocidos, pero arbitrarios premios de películas.
Si bien, a menudo se la culpa injustamente por la calidad mediocre de Coquette, la culpa realmente está en otra parte...
Sin una adaptación completa del material para que sea más adecuado para la pantalla, casi nadie podría haber tenido un rendimiento lo suficientemente bueno como para hacerlo mucho mejor.
La historia tenía posibilidades, pero es el tipo de melodrama familiar, más bien rutinario, que necesita personajes interesantes, situaciones inusuales o diálogos rápidos para que funcione; pues aquí no hay nada de eso, solo un guión hablador y generalmente predecible, que funcionaría mejor como una obra de teatro, o incluso una obra de radio.
Ni Pickford ni Johnny Mack Brown, tuvieron muchas posibilidades de darle vida; hicieron lo mejor que pudieron, y simplemente desempeñaron sus roles tal como fueron escritos.
Tampoco es una de las peores películas:
Coquette contiene algunos tramos de actuación realmente buenos, y la historia es al menos un poco mejor que los escenarios calentados de tantas películas recientes.
Por tanto, la gran Mary Pickford merece ser recordada por sus excelentes actuaciones durante “La Era Silente”; que también podría haber hecho películas sonoras de alta calidad si se le hubiera dado la oportunidad, pero nunca se le dieron papeles que le permitieran usar sus mayores fortalezas.
Además, a principios de “La Era del Sonido”, los productores y directores estaban demasiado interesados en filmes de diálogo como este, lo que parecía impresionante en ese momento, solo porque las películas sonoras seguían siendo una novedad.
El público de la época los disfrutó, pero ahora se ven tan anticuados y aburridos como las extravagancias de imágenes de computadora sobrevaloradas de hoy en día se verán en unos 50 años más o menos.
Nada de eso es culpa de los actores y actrices de la época.
Por último decir que la canción “Coquette”, escrita por Johnny Green y Carmen Lombardo, se convirtió con éxito en un estándar del jazz.
“He made you yield to an extreme?”
El significado histórico de Coquette, es más interesante que la película en sí, que me pareció bastante aburrida y sin vida; pues el filme se produjo en un período de muchos cambios en la industria, comprendido entre 1927 y 1929, que fue crucial, ya que la industria se alejaba del cine silente.
Y allí estuvo “la mujer que hizo Hollywood”
Mary Pickford; descubierta por D.W. Griffith para la gran pantalla, la hizo Reina del Cine Silente; participando en más de 200 filmes, y ganó un Premio Oscar por su primera película hablada; sin embargo, sus exigencias contribuyeron a modernizar el modelo de negocio en Hollywood; y fundó United Artists, y La Academia de Cine de Hollywood, institución que entrega Los Premios Oscar; pero el retiro de la interpretación le llegó pronto, a los 41 años, viviendo aislada el resto de su vida.
Esta actriz canadiense, fue una de las máximas figuras del cine silente, durante el período 1915 – 1925, como intérprete de un tipo popular de “ingenua romántica”, y así llegó a ser la actriz más poderosa, y la mejor pagada en esa época.
Un dato insólito, si valoramos que Pickford solicitaba aumentos de sueldo, con el mismo desparpajo con que se pide la hora.
El tipo de personaje que creó, firmemente anclado en el melodrama victoriano, resulta totalmente ajeno a la sensibilidad del espectador actual, pero en su momento, ganó el favor de un público neófito, y básicamente rural, al combinar la identificación de las mujeres, con un personaje en que el idealismo se aliaba con el valor, y el atractivo de los hombres hacia esa región intermedia, entre la infancia asexuada, y la rolliza femineidad que constituyó un prototipo erótico de principios de siglo XX.
Desde pequeña, Mary Pickford desarrolló tempranamente una personalidad bipolar, arriesgada, y depresiva, marcada por la muerte de su padre; esto le afectaría toda la vida.
Curiosa acerca del nuevo arte, el cine, fue contratada por los Estudios Biograph, el estudio de D.W. Griffith, y debutó en la película de 1909, “The Violin Maker of Cremona”
Ambiciosa, pronto empezó a ganar fama, y a exigir que su nombre apareciera en pantalla.
Ya en 1914, cobraba más de $100,000 anuales, y en 1915, tenía su propia productora:
Mary Pickford Famous Players Company.
El 17 de abril de 1919, Pickford junto con Charles Chaplin, D.W. Griffith, y su futura pareja, Douglas Fairbanks, fundaban United Artists, asociación de artistas que perdura hoy día.
En 1923, sus ingresos se elevaban por encima del millón de dólares anuales, que para la época, era una cifra sideral.
Su poder era absoluto, controlando hasta el último detalle de sus películas, concebidas como vehículos para ella, y contratando a célebres directores.
Coquette, en 1929, fue su primera película sonora, y un cambio radical en su trabajo.
Gracias a ella, consiguió el Premio Oscar desde su fundación, otorgado en la historia de las películas sonoras, a La Mejor Actriz; pero paradójicamente, le provocó un rápido descenso en su popularidad, al revelar sus limitaciones como actriz, y probar que sus admiradores no estaban dispuestos a aceptar una evolución de su personaje, de víctima ingenua, hacia caracteres más adultos.
Posteriormente, La Pickford sólo trabajó en otras 3 películas sonoras, siendo la última, “Secrets” en 1933.
Ella misma fue perfectamente consciente de la caducidad de su imagen, y de su posición única e irrepetible, como pináculo de toda una industria en consolidación, sometiéndose a un retiro, sólo comparable con el de la actriz Greta Garbo.
Y dejó de trabajar como actriz, a los 41 años, incluso llegó a pretender que se destruyeran todas sus películas; mencionando lo siguiente:
“Por lo mismo que dejé el cine, para que no me sucediera como a Chaplin, que al prescindir de su personaje de vagabundo, éste se volvió contra él, y le mató, quiero ahora desprenderme de unas películas, que ya han cumplido su función.
El tiempo pasa, y el público me comparará con las actrices modernas, y quiero evitar que esto ocurra”
Sin embargo, tal destrucción no tuvo lugar.
La Mary Pickford Foundation, invirtió alrededor de $200,000 en recuperar y restaurar negativos, y efectuar copias de 29 largometrajes, y 28 cortometrajes, mientras La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos, recibía la donación de 51 cortometrajes.
El legado de Mary Pickford, se ha conservado mejor que el de ninguna otra actriz de su generación, sobre todo, gracias a que ella misma adquirió los derechos de autor de sus propias películas.
Con todo, Mary Pickford no dejó de ser noticia:
En La Habana de 1954, donde se le recibió con los brazos abiertos; hospedada en El Hotel Sevilla, al cronista Germinal Barreal, de la revista Bohemia, le contó que andaba de paso en camino hacia El Festival Cinematográfico de Argentina; e invitada a tomar un coctel, la propia estrella prefirió explicar su deseo:
“Vea, va a usted a mezclar ron con jugo de piña, y lo va a batir con granadina, y mucho hielo, bien frappé…”
El bartender dijo:
“Ya sé lo que usted quiere, un Mary Pickford Cocktail”
A lo que ella respondió:
“Exacto.
¡Yo soy Mary Pickford!”
Según los entendidos, el famoso coctel “Mary Pickford”, inspirado en “La Novia de América”, se creó en La Habana, por el ilustre cantinero, Constantino Ribalaigua, propietario del Floridita, quien nacido en España, se nacionalizó cubano, y falleció en La Habana, en 1952.
En 1976, a Mary se le otorgó un Premio Oscar Especial “por su contribución a la industria del cine”; y el 29 de mayo de 1979, falleció de hemorragia cerebral, en una habitación del Hospital de Santa Mónica, a los 87 años, después de haber caído en el alcoholismo, y haber vivido durante décadas en total reclusión.
En su adiós definitivo, resonaba el eco de las palabras que pronunció al retirarse del cine:
“No me siento exactamente satisfecha, pero estoy agradecida”
Hollywood, jamás ha conocido a una mujer tan poderosa como Mary Pickford.

“You're the first man I ever told that to the just didn't naturally melt away”



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