Kitty Foyle

“This is what women want.
It isn't men, not really.
It's something down inside of them that's the future”

La representación de la mujer en el cine de Hollywood, desde el nacimiento de la industria y la consolidación de los géneros y del “star system”, que dan carta de naturaleza al periodo clásico, aproximadamente desde 1920 a 1967, ha sido objeto de numerosos análisis desde la perspectiva de género y las teorías feministas a partir de los años 70, partiendo de los estereotipos ya definidos.
La simplificación de estereotipos, que originalmente afectaba también a los personajes masculinos, tenía en el caso de los roles femeninos connotaciones claramente sexistas, que reproducían en definitiva los planteamientos dominantes del contexto social en cuanto a la cuestión de género, con un sentido moralista retrógrado, o una elongación de la excitación del deseo del público masculino.
En este sentido, y con evidentes matices, la representación femenina en el periodo clásico del cine de Hollywood, sin que exista además una nítida evolución a lo largo de las décadas, se mantiene genéricamente dentro de un canon común, en el que la mujer se convierte en la identificación del deseo del espectador masculino heterosexual, o en la encarnación de los valores familiares tradicionales.
Particularmente, dentro de las películas cuya temática se ambienta respectivamente en su época contemporánea, la mujer actúa, en términos generales, en un plano de subordinación como representación del erotismo, complemento de las subtramas románticas, o ama de casa y madre entregada.
En los llamados “women films” o en géneros que permiten de modo habitual el protagonismo narrativo de personajes femeninos, por ejemplo el melodrama, las mujeres que dominan el relato y se sitúan en posiciones de poder equilibradas, o superiores a las de los personajes masculinos, son habitualmente personajes con connotaciones negativas, que ejercen su poder en base a su capacidad de intriga o a su atractivo sexual y físico, utilizado como herramienta social.
Este tipo de personajes, son además castigados en el relato, reforzándose la idea de que las mujeres que detentan el poder o el control, representan simbólicamente una desviación del orden moral y social natural.
El caso ejemplar sería el perfil complejo, que aglutina todos los modelos citados, de Scarlett O’Hara en “Gone With The Wind” (1939)
Pero a partir de La Segunda Guerra Mundial, el rol de la mujer en la sociedad, y dentro del ámbito laboral cambia.
En concreto, en la industria del cine, los efectos de la Caza de Brujas hacen estragos entre los sectores más avanzados y comprometidos socialmente; y desde un punto de vista social, y también moral, impera el “American Way Of Life” más tradicional.
Todo ello no produce precisamente el caldo de cultivo idóneo para la aparición unívoca de unas representaciones cinematográficas con un planteamiento progresista concreto, y en particular desde un enfoque de género, lo que hace más insólitos los casos en los que se muestra.
Por su parte, El Código Hays, con un amplio planteamiento misógino en fondo y forma, actúa como censura efectiva de distribución, especialmente en temas morales, desde 1934, y sigue así mismo vigente hasta 1967.
Entonces, para definir el concepto de “empoderamiento femenino” en relación con el contexto fílmico del periodo clásico, se han considerado aquellos personajes de mujer, cuyo empoderamiento no está asociado a una dominación sexual o a un carácter manipulador porque se construye en base a su profesión, habilidad o cualidades para manejarse en su contexto habitualmente masculino, es prácticamente inexistente en el cine de este periodo, pero también aparece… y si se analiza el grupo de films que integran personajes femeninos empoderados, puede observarse que la aparición de muchos de los modelos que contienen una mirada femenina más avanzada, sería prematuro hablar de feminismo, se encuentren ligados de forma aislada a algunos nombres propios de la industria del cine, tanto autores, directores y guionistas, como especialmente determinadas actrices, muchas de ellas con el suficiente poder en la industria como para elegir y definir los roles interpretados.
De hecho, buena parte los roles de mujeres empoderadas existentes en esta etapa, están interpretados, con muy pocas excepciones, por un reducido grupo de estrellas:
Katharine Hepburn, Barbara Stanwyck, Joan Crawford, Maureen O'Hara, Marlene Dietrich y sí, también Ginger Rogers.
“There's a lot of living to do in this world.
And if you're worthwhile, you get hurt”
Kitty Foyle es un drama del año 1940, dirigido por Sam Wood.
Protagonizado por Ginger Rogers, Dennis Morgan, James Craig, Eduardo Ciannelli, Ernest Cossart, Gladys Cooper, entre otros.
El guión es de Dalton Trumbo y Donald Ogden Stewart; basados en la novela “Kitty Foyle” (1939) del escritor Christopher Morley, sobre una humilde chica que conoce a un rico heredero de una influyente familia de la ciudad.
Ambos mantienen una relación amorosa, pero las diferencias sociales crean problemas en la pareja.
Morley fue un periodista, novelista, ensayista y poeta estadounidense que también produjo teatro durante algunos años y dio conferencias universitarias; por lo que su novela “Kitty Foyle”, era inusual para su época, ya que hablaba abiertamente sobre el aborto; y aun así se convirtió en un “best-seller” instantáneo, vendiendo más de 1 millón de copias, donde el tema central de la historia, es el romance de una pareja; pero los críticos debatieron acaloradamente el sensacionalismo sexual del autor, especialmente sobre el tema del embarazo y el aborto fuera del matrimonio.
La historia es contada por Kitty, en primera persona; y se sugiere que ella, en sus observaciones de las costumbres y los patrones de comportamiento de la clase alta, actúa como el alter ego antropológico de Morley, viendo a la clase alta desde afuera; muy sin embargo, para la producción cinematográfica, la historia se suavizó debido a las restricciones del Código de Producción, no obstante, Ginger Rogers la interpreta con la integridad directa y atractiva que uno puede esperar.
Subtitulada “The Natural History of a Woman” en su conjunto es un retrato conmovedor y dramático de la típica historia de amor de una “cenicienta”, de hecho, varias secuencias de comedia entrelazan el material, hábilmente escrito y dirigido; y Ginger Rogers proporciona una fuerte representación dramática en el papel principal; tanto que la película estuvo nominada a:
Mejor película, director, guión adaptado de escritura y sonido; ganando solo el de Mejor Actriz para Ginger Rogers; siendo además, su única nominación al Oscar.
Se cuenta que entre las muchas cartas que Ginger Rogers recibió por su trabajo en la película, esta fue la que más atesoraba:
“Hola querida:
Anoche vi la película, y escribí esta nota para decir:
¡Eso es!
¡Sí, sí mil veces, sí!
¡Fuiste excelente Ginge, fue una actuación tan sólida, del tipo que rara vez se ve en el escenario o en la pantalla, y debería brindarte los más altos honores que cualquiera puede ganar!
¡Espero verte pronto!, como siempre tu, Fred”
Como dato, el vestido que usó Ginger Rogers para Los Premios de La Academia de ese año, causó bastante revuelo; pues su top estilo lencería se consideraba muy picante para el día.
Al tiempo que ella fue una muy digna rival en los Oscar al batallar contra “vacas sagradas”:
Bette Davis en “The Letter”, Martha Scott en “Our Town”, Joan Fontaine en “Rebecca” y Katharine Hepburn en “The Philadelphia Story”
Pero según cuentan, a ella se le dio, “como reconocimiento a una carrera en la que ya había brillado en numerosas ocasiones”
Además, en el mismo año, Rogers también se destacó en otra película, el melodrama, “Primrose Path”, por lo que quizás, los votantes de La Academia la honraron por ambas actuaciones.
A pesar de los objetivos honorables, en el filme, el extraño prólogo, acerca de cómo el tratamiento de las mujeres “ha cambiado” a lo largo de los años, parece antifeminista...
Con todo, el vestido de Rogers usado en el filme, se convirtió en un estilo muy popular, que fue tomado del nombre de la película, siendo conocido como “vestido Kitty Foyle”, que era un vestido de manga en negro o azul marino con cuello y puños blancos, o de color liso.
Con un presupuesto de $738,000 Kitty Foyle obtuvo en taquilla $2,385.000 siendo todo un éxito, una película muy inteligente, una obra maestra de la sugerencia, del sutil encanto del doble sentido, y que contó con un guión, atrevido y lleno de agudezas del gran Dalton Trumbo; que la convierte también en una comedia romántica, que se mece en el vaivén dulce de la esperanza, pero que también acepta las taras, cuando la línea esquiva del destino, se empeña en mostrar su rostro más severo.
Por ello, el espejismo puede aparecer en cualquier lugar, y nunca resulta conveniente dejarse seducir por su encanto.
La película comienza con una joven, Kitty Foyle (Ginger Rogers), que ayuda a su novio, El Doctor Mark Eisen (James Craig), a dar a luz a un niño en una casa destartalada.
Ellos son una pareja muy compasiva; y luego, él le propone matrimonio, a lo que ella acepta, y reunirse con él a medianoche para casarse de inmediato con un juez de paz.
Pero mientras empacaba en su habitación de hotel, aparece un viejo amor…
Un hombre rico y casado llamado Wynnewood “Wyn” Strafford VI (Dennis Morgan) que Kitty todavía ama desesperadamente.
Él anuncia que dejó a su familia, y se va esa noche, a la medianoche a América del Sur.
Él todavía la ama, y quiere que ella se una a él.
¿Qué hará Kitty?
Todo el problema que se plantea en la película, es la terrible duda que aflige a Kitty:
¿Debe esperar a que Wyn vuelva a sus brazos, o será preferible decidirse por el amor que le profesa el médico?
El resto de la película es una serie de “flashbacks” provocados por la imagen de Kitty de sí misma en el espejo, es decir su conciencia, mientras intenta dirigirse a la decisión correcta.
Comenzando con su adolescencia, cuando crecía en clase trabajadora irlandesa en la década de 1920 en Filadelfia, aprendemos cómo la pobre Kitty conoció y se enamoró de un rico aristócrata de “Main Line”, y se metió en tal situación.
La historia es simple pero realista; tiene un profundo atractivo humano, un romance conmovedor, y deliciosos momentos de comedia; además, las actuaciones son excelentes.
Y se le puede achacar que Kitty Foyle es típico, en todos los aspectos de la adaptación, del personaje de ensueño de la caracterización cinematográfica; pero el proceso de glamour se lleva a cabo desde el reparto de Ginger Rogers y el vestuario de Hollywood que le proporcionó, hasta incidentes adicionales, como Wyn alquilando un club nocturno completo por una noche...
Mientras la película conserva una escena o 2 del abarrotado departamento de Kitty compartido con otras 2 chicas, tales escenas se juegan para la comedia, y no se intenta transmitir la monotonía y la rutina cotidiana de la joven trabajadora.
Todo ello y más, hace que Kitty Foyle sea un filme muy adelantado a su época, y los temas sean también muy actuales.
“Let's get a few things straight here!
I didn't ask to marry a Strafford, a Strafford asked to marry me.
I married a man, not an institution or a trust fund or a bank.
Oh, I've got a fine picture of your family conference here.
All the Straffords trying to figure out how to take the curse off of Kitty Foyle”
En septiembre de 1939, el presidente de RKO, George Schaefer, comenzó a considerar la compra de la novela de Christopher Morley, ya que necesitaba vehículos para las artistas femeninas del estudio.
Sin embargo, la respuesta a Kitty Foyle fue en gran medida negativa dentro del departamento de historia de RKO.
El informe de un lector declaró:
“Este es un relato lento y aburrido de la vida de una niña.
No puedo ver ningún valor en pantalla en esta historia”
Schaefer, finalmente ignoró el sentimiento negativo de sus lectores hacia Kitty Foyle, y compró los derechos por $50,000 a fines de diciembre de 1939.
El guión de Kitty Foyle, fue inicialmente asignado a Donald Ogden Stewart, pero fue considerado “insostenible” por RKO, a lo que Schaefer retiró a Dalton Trumbo de su despido de 3 meses para revisarlo.
Trumbo, que sería incluido en La Lista Negra durante la purga anticomunista de Hollywood a fines de la década de 1940, acordó tomar la tarea, pero solo con la condición de que el estudio cancelara su contrato después de que se terminara el guión.
Al leer una sinopsis de la novela, Joseph I. Breen, Jefe de La Administración del Código de Producción, y que se desempeñaría como Gerente general de RKO entre 1941 y 1942, informó al estudio que “el material, en su forma actual, es definitivamente inaceptable”, porque es una violación clara del Código de Producción” y citó 3 problemas:
“La sugerencia de frecuentes relaciones sexuales ilícitas entre sus 2 protagonistas, el embarazo de Kitty, y su posterior aborto”
Breen le dijo a RKO, que estos elementos debían eliminarse del guión, o que el escritor debía “inyectar en la historia los valores morales compensatorios necesarios de los castigos”
Para aplacar a Breen, Trumbo ideó un matrimonio de corta duración entre Kitty y Wyn, e hizo que su bebé naciera muerto, en lugar de sugerir un aborto.
Breen, sin embargo, todavía no estaba satisfecho, describiendo el guión como “apenas más que una historia de sexo ilícito sin suficientes valores morales compensatorios”
A menos que se elimine por completo “la relación sexual ilícita”, se aclare la escena de anulación, y se demuestre que el niño es producto de un matrimonio posterior a la anulación, el guión no será aprobado.
Aunque el guión final de Trumbo mantuvo juntos la noche “ilícita” de la pareja, cumplió con el resto de las demandas de Breen, y finalmente lo aprobó para la filmación.
Según parece, Trumbo retuvo gran parte del diálogo inicial de Stewart, y otro escritor, Robert Ardrey, quien años después recibiría una nominación al Premio de La Academia por “Jartum” (1966), e hizo una contribución significativa a la continuidad.
Sin embargo, Trumbo recibió el crédito exclusivo por el guión de Kitty Foyle, mientras que Stewart recibió una mención de “diálogo adicional”; y la estructura de “flashback” original de Morley, se mantuvo en la película.
Como película romántica y una historia un poco anticuada, lo más interesante hoy en día, a ojos contemporáneos, es el orgulloso camino de la protagonista, su búsqueda de la felicidad tratando de equilibrar sus ideales y sueños de juventud, con un sentido de la realidad necesario en el contexto de La Gran Depresión de los años 30; sobre las diferencias sociales en Filadelfia, que resulta un poco simplista como retrato de la ociosa y acartonada vida de la ciudad frente a la libertad de New York; cosas del guión del izquierdista Dalton Trumbo, sin olvidar que el propio director, Sam Wood era de Filadelfia.
Por otro lado, en su apariencia de melodrama romántico, el guión esconde algunos detalles muy avanzados para la época que pasaron, con dificultades, la censura, y que se exponen con aplomo y naturalidad:
Divorcio, maternidad en soltería, infidelidad, aborto...
En el apartado actoral, a fines de la década de 1930, Ginger Rogers estaba buscando un papel que le permitiera mostrar sus habilidades dramáticas, y lo encontró en Kitty Foyle, a la que llamó “la mejor parte dramática que se me ocurrió” y se convirtió en la primera de las 2 películas escritas por Trumbo sobre mujeres de la clase trabajadora que protagonizó Rogers; y para asegurar el éxito, la productora puso al servicio de Ginger Rogers, uno de sus mejores artesanos, Sam Wood, que realiza un excelente trabajo narrativo, con una eficaz estructura en “flashback”, por episodios, con una bola de cristal o de nieve, que nos introduce en cada capítulo; donde presenciamos los momentos decisivos de la vida de Kitty; una mujer moderna, fuerte y trabajadora, de clase media baja, de las llamadas “white-collar girl” o “mujeres de las cinco y media”, que era la hora en la que salían de trabajar; con una existencia algo más que complicada, que se debatía entre el amor de su vida y la seguridad de un matrimonio convencional.
Así es la vida de Kitty Foyle, una vendedora en una boutique de New York, que trabaja para Delphine Detaille (Odette Myrtil), y que enfrenta una decisión que cambiará su vida:
Casarse con El Doctor Mark Eisen, o huir a Sudamérica con el hombre que ha amado durante muchos años, el ya casado, Wyn Strafford; y mientras lucha con su decisión, la película recuerda a su juventud en Filadelfia.
Cuando era adolescente, Kitty mira boquiabierta a la élite “Main Liners” de la ciudad en un desfile que precede a su baile anual de La Asamblea.
Su padre (Ernest Cossart) le advierte el dejarse llevar por sus fantasías.
Irónicamente, Kitty cumple la encarnación de sus sueños en un conocido suyo:
Wynnewood “Wyn” Strafford VI, que le ofrece un trabajo de secretaria en su nueva revista; pero los 2 se enamoran profundamente, y cuando la revista se cierra, él no tiene la voluntad de desafiar las restricciones de su clase social, al tener a una mujer muy por debajo de él socialmente.
Con la muerte de su padre y sin perspectivas de matrimonio con Wyn, Kitty se va a trabajar a New York para Delphine.
Un día, presiona el botón de alarma antirrobo por error en la tienda de moda de Delphine; finge desmayarse para cubrir su error, y es atendida por Mark.
Mark, consciente de que lo está fingiendo, la chantajea juguetonamente para una primera cita.
Por su parte, Wyn finalmente se derrumba y encuentra a Kitty en New York y los 2 se casan, pero están de acuerdo en que la única forma en que su matrimonio puede funcionar, es si no viven en Filadelfia.
Cuando él le presenta a su familia, ella recibe una recepción fría; y también se entera de que Wyn sería desheredado, por lo que quedaría sin dinero si no permanece en Filadelfia y trabaja en el negocio bancario familiar.
Ella se da cuenta, aunque Wyn está dispuesto a intentarlo, y él no es lo suficientemente fuerte como para lidiar con la pobreza; a lo que ella se va y se divorcian.
Kitty regresa a New York, donde descubre que está embarazada; y cuando Wyn acuerda reunirse con ella, sus esperanzas de una reconciliación aumentan, solo para desvanecerse cuando ve un anuncio en el periódico del compromiso de Wyn con alguien de su propia posición social.
Ella se va sin verlo, y recibe otro golpe cuando el bebé muere al nacer…
Varios años después, Kitty acepta a regañadientes abrir una sucursal en Filadelfia para su amiga Delphine; y por casualidad, ella espera a la esposa de Wyn, y conoce a su hijo; por lo que aprovecha la oportunidad para confiarle en secreto al niño el regreso de un anillo reliquia familiar.
En ese momento, la película vuelve al principio... y ella decide casarse con Mark.
No es nada fácil para una mujer, y tampoco para un hombre, elegir a la persona con la que decidirá casarse o formalizar la relación de pareja.
Hay deseos muy íntimos, y hay razones de conveniencia; nos debatimos entre nuestros impulsos y entre el deber ser; entre lo que nosotros queremos y lo que nuestros más cercanos nos dicen que sería lo correcto.
¿Qué hacer entonces?
Creo que, Kitty Foyle, es una chica muy bien puesta en su actitud ante la vida, pues al debatirse entre el amor que le profesan 2 hombres de diferentes profesiones y estrato social, se guía primero por lo que le indica su propio carácter.
Esto la lleva a no aceptar a hombre alguno por lo que pueda darle en términos materiales, sino por la importancia que le concede, por el respeto que le demuestra, y por el amor que le prodiga.
Wyn, el editor de una revista e hijo de una prominente familia; y Mark, el médico, son los 2 hombres que, sin rivalizar directamente entre ellos, ni siquiera llegan a conocerse, comparten el afecto de esa muchacha trabajadora, que primero vivirá una cálida y emotiva experiencia con el joven Wyn… hasta que la clase social, los compromisos familiares, y las apariencias formales irrumpen como un escollo difícil de tramitar.
Mark, entre tanto, será el hombre que espera, el médico comprometido, y el enamorado que se cuida muy en serio de no dar un solo paso en falso.
En este sentido, la historia se torna predecible, se someterá a esa suerte de convenciones que solo funcionan en el cine, buscando complacer a la gran masa, pero procurará dejar ese sabor amargo en la boca, con el que sentimos que va a primar el deber ser, en contra de los irrefrenables ímpetus del alma.
El firme carácter de Kitty, y su afán de superación, la ponen muy adelante de la Cenicienta, con la que decía su padre, El Príncipe seguramente se aburrirá porque tendrá muy poco de que hablar, y muy poco que compartir...
En este sentido, la chica de la perfumería, no está para nada en desventaja con el hombre que está más guardado en su corazón.
Es pues, del lado de éste y de sus actitudes, que se define el poder ser, o no, de su intensa relación.
Kitty Foyle, que tiene el subtítulo, “La historia Natural de una mujer”, comienza con un prólogo que anuncia que es la historia de una “niña de cuello blanco”; y continúa diciendo que, dado que es una recién llegada a la escena estadounidense, lo considerará como era en 1900.
Entonces la niña tiene hombres que se apresuran a renunciar a sus asientos en el tranvía por ella, y un hombre afortunado tiene el privilegio de hacerlo.
Posteriormente, lo vemos sentado con ella en su porche, cortejándola con un ukelele.
Él la besa impulsivamente en la mejilla; y está sorprendida por la libertad que él se ha tomado; y al darse cuenta de que debe hacer lo honorable, le propone matrimonio.
Ella está encantada, después de haber usado sus artimañas femeninas para atrapar a un hombre, mientras el hombre se pregunta, cómo podría haberle sucedido esto.
Y los vemos nuevamente después de haberse casado; llega él a casa del trabajo, y le entrega todo su sueldo, aunque ella le devuelve una moneda...
Luego descubre que ella va a tener un bebé, y se arrodilla a su lado, adorándola ahora más que nunca.
Esta es una representación divertida de la idea de lo que las mujeres hicieron en los viejos tiempos, que era cuando tenían pocos derechos, como se expresa en el poema del siglo XIX:
“La mano que mece la cuna gobierna el mundo”
Esto es seguido por un intertítulo que dice:
“Pero esto no fue suficiente”
Y vemos escenas del movimiento de sufragio femenino, con esa misma mujer que ahora sostiene un cartel que dice:
“Deje que la mano que mece la cuna guíe al estado”
Sin embargo, una vez que ella tiene los mismos derechos, los hombres no solo la ignoran en el tranvía, sino que cuando un hombre se levanta para irse, otro la empuja a un lado para que pueda tener el asiento para él.
Francamente, podría haberme quedado con esta mujer por el resto de la película…
De todos modos, otro intertítulo nos dice que una vez que las mujeres comenzaron a trabajar “hombro con hombro” con los hombres, los hombres se volvieron indiferentes a la presencia de las mujeres, lo que llevó a ese “sentimiento de las cinco y media”, presumiblemente el sentimiento de soledad de una mujer al final del día por no estar casada.
El punto de todo esto es que, una mujer ahora tiene más dificultades para que un hombre se case con ella.
Vemos a un grupo de mujeres en un elevador hablando sobre cuánto les gusta tener un hombre, o cuánto desean tener uno.
Una mujer, sin embargo, expresa un punto de vista independiente, diciendo que una mujer puede ser feliz sin un hombre.
“¿Cuál es la diferencia?”, pregunta, “¿entre hombres solteros y chicas solteras?”
Entonces vemos a Ginger Rogers, como el personaje principal, saliendo del ascensor mientras hace su entrada a esta película respondiendo:
Esta es una premisa familiar en las películas, que las mujeres quieren casarse.
No se hace tal suposición con respecto a los hombres.
Un hombre puede querer casarse con alguna mujer en particular, pero una mujer quiere casarse por principio.
La premisa correspondiente para los hombres en las películas, es que están perfectamente felices de ser solteros.
Por lo general, se casan, por supuesto, y no por una razón mejor de la que están enamorados.
Pero para las mujeres en estas películas, las cosas no son tan simples.
Las mujeres quieren casarse, incluso antes de tener a un hombre en particular en mente, y cuando hay un hombre en particular para que piensen en casarse, entran en juego otras consideraciones además del amor.
Una consideración es el estatus socioeconómico del hombre.
Desde que era una niña, Kitty ha estado fascinada con una función social de “Main Line” en Filadelfia conocida como La Asamblea; y por casualidad, conoce a Wyn Strafford, y tan pronto como descubre que él es uno de la élite, se enamora de él.
Él también se enamora de ella, pero su diferencia de clase genera dificultades, especialmente después de casarse; y cuando conoce a su familia, descubre sus expectativas para ella, lo que aparentemente incluye enviarla a terminar la escuela para que pueda comportarse adecuadamente en las funciones sociales.
Y ella se entera del control que tienen sobre Wyn.
Kitty quiere que ella y Wyn se muden a New York, donde no tendrán que preocuparse por todo este asunto de “Main Line”, pero el dinero de Strafford está en un fideicomiso, que les exigiría vivir en Filadelfia en la casa de Darby Mill, de lo contrario, Wyn perderá su herencia.
Kitty se ofende, y dice que no irá a la escuela para pulir sus asperezas.
Ella anuncia desdeñosamente que no se casó con Wyn por su dinero, que se casó con un hombre, no con un fondo fiduciario.
Este es un buen discurso proveniente de ella.
Lo único que le importa es el amor verdadero, y está indignada de que la familia de Wyn no sea lo suficientemente igualitaria como para aceptarla tal como es.
Tras el divorcio, Kitty tiene un bebé y muere.
¿Entonces cuál es el punto?
Su embarazo no fue inevitable, especialmente porque ella y Wyn solo estuvieron juntos como una pareja casada durante menos de 1 semana.
Y es que cuando una mujer en una película tiene sexo con un hombre solo una vez, queda embarazada; presumiblemente, Kitty y Wyn tuvieron relaciones sexuales más de una vez en los pocos días que estuvieron juntos, pero eso es lo suficientemente cercano como para garantizar prácticamente el embarazo en una película.
Por supuesto, esta regla no se aplica a las prostitutas o mujeres que regularmente tienen citas de una noche.
En cualquier caso, dado el embarazo, la muerte del bebé no era inevitable, ya que todos los días nacen bebés sanos.
Pero en otro sentido, la muerte del bebé era inevitable, porque la trama lo requería, como veremos.
En el rebote, Kitty comienza a salir con Mark Eisen, un médico que está más preocupado por ayudar a los pobres y necesitados, que por ganar dinero.
Aun así, él quiere casarse con ella, y ella podría sentirse cómoda con él.
Ella acepta su propuesta; pero mientras se prepara para reunirse con él más tarde para casarse, Wyn aparece, y está claro que realmente se aman.
En cualquier caso, Kitty debe elegir:
Tener una vida respetable y cómoda con Mark, o ser la amante de Wyn.
Y aquí yace la respuesta a la doble pregunta:
¿Por qué Kitty tuvo un bebé y por qué murió?
Es fácil entender por qué el bebé tuvo que morir.
Kitty no habría podido siquiera considerar vivir ilícitamente con un hombre si tuviera un hijo que criar.
Una cosa para ella es vivir en pecado solo con ella misma, pero hacer que su hijo tenga que soportar la desgracia, también habría sido impensable en esta película.
Pero eso solo responde a la mitad de la pregunta:
¿Por qué era necesario que ella estuviera embarazada en primer lugar, aparte de la razón dada anteriormente?
Cuando Kitty reflexiona sobre la propuesta de Wyn, piensa en cómo será considerada en la sociedad, y se pregunta, cómo le irá a su acuerdo a medida que crezca.
Pero una cosa de la que nunca se pregunta es, qué sucederá si queda embarazada.
De hecho, tampoco nos preguntamos sobre eso mientras vemos esta película.
¿Por qué no?
Porque una vez que una mujer en una película tiene un bebé que muere, nunca tiene otro.
A veces, después de darle la noticia a la madre de que el bebé nació muerto, el médico continúa diciéndole que no puede tener otro.
Pero esa escena no es necesaria.
La lógica de la película, excluye a otro bebé independientemente.
Entonces, la muerte del bebé de Kitty, le permite considerar vivir con Wyn sin preocuparse por la posibilidad de quedar embarazada nuevamente.
Aun así, su vida con Wyn no sería fácil.
Normalmente en las películas, la mujer elige al hombre que ama, pero como la vida con Wyn sería de mala reputación, elige una vida respetable con Mark.
O más bien, debería decir, al hacer que la propuesta de Wyn sea inmoral, según los estándares de 1940, la película le permite elegir a Mark, el hombre que no ama.
Y nos alegra que Kitty tome la decisión moralmente aceptable, pero también nos alegra que se case con su clase.
No tenemos nada en contra de las mujeres en las películas por querer casarse con la clase alta, pero de todos modos, nos incomoda.
Aparte de ese fetichismo de entonces, de viajar a América del Sur como otro mundo más barato y secreto…
Por otro lado, mucho se dijo que Ginger Rogers no merecía ser la ganadora del premio Oscar a Mejor Actriz…
Lo cierto es que si se lo merecía, y su retrato de Kitty así lo demuestra por las siguientes razones:
La película en sí, es lo que se puede llamar un verdadero “clásico”, pues nos narra la vida de una mujer en una época en la cual se comenzaba ya a sentir el feminismo, lo cual le anota una buena calificación a Sam Wood, y da una razón de porque esta película recibió nominaciones al mejor película y mejor director.
La interpretación de Ginger Rogers, es pausada y muy convincente con su personaje de una mujer con espíritu, que tiene que debatir su amor entre el trabajo, la sociedad y la felicidad completa.
Ginger Rogers, inicialmente se mostró reacia a asumir el papel principal, ya que la novela en la que se basaba la película, contenía una sexualidad explícita y Kitty tiene un aborto.
Por lo que la madre de Rogers le aconsejó que esperara hasta que viera un guión más pulido antes de decidirse, señalando que el código de producción no permitiría que la mayor parte del material que Rogers consideraba desagradable, fuera visto en sus películas.
Efectivamente, el guión adaptado se “limpió” lo suficiente para ella, que según dicen, escuchaba “Romeo y Julieta” de Tchaikovsky en su camerino para ponerla de humor en sus tristes escenas.
Y como Cenicienta de la clase trabajadora, Rogers presenta una actuación conmovedora, que es notable en su moderación, considerando las tribulaciones melodramáticas de Kitty; y bajo la dirección práctica de Wood, aprovecha al máximo su parte “carnosa”, ya sea bromeando con sus compinches durante su primera cita con Mark, regañando a la “snob” de la familia de Wyn, o en sus conmovedores encuentros con niños.
Por el contrario, el filme falla argumentalmente un poco por la obstinación de la protagonista hacia un ricachón tonto como Wyn Strafford, lo que no impide una depurada actuación de Ginger Rogers, con un sabroso toque de ironía e irresistible gracejo a lo “working class” que lamentablemente no se vio correspondida por sus compañeros masculinos, un Dennis Morgan de permanente y petrificada sonrisa, y un mucho más guapo que Wyn, James Craig.
Como dato, tanto Gladys Cooper como Cecil Cunningham, que interpretan a la madre y la abuela del personaje de Dennis Morgan, tenían en la vida real la misma edad.
Ambas nacieron en 1888, Cunningham en agosto y Cooper en diciembre.
La actriz K.T. Stevens que hace de Molly, es la hija del director Sam Wood.
Así las cosas, con un papel importante y serio en Kitty Foyle, después de años de ser mejor conocida como “la compañera de baile de Fred Astaire” en los amados musicales de RKO, Ginger Rogers demostró que tenía calidad de estrella, y poseía un talento dramático propio.
Y es que en Kitty Foyle tenemos la suerte de contar con todas las Ginger Rogers, como si fuera un resumen de su carrera:
Así, aparece caracterizada como una adolescente asistiendo a un desfile de famosos en Filadelfia; o la misma actriz representa a una mujer muy circunspecta y seria, que sirve de conciencia al otro lado del espejo a su trasunta de apariencia más juvenil.
En todo caso, siempre muy elegante, vestida por Renié, y especialmente guapa; tanto que por esta película nació el “vestido Kitty Foyle” que es un estilo de vestir muy popular en la década de 1940, caracterizado por un tejido oscuro y cuello y puños contrastantes, típicamente azul marino y blanco.
La forma del vestido, es una camisola con mangas cortas o hasta los codos.
Y se ha explicado que el estilo está destinado deliberadamente para películas, ya que la gran cantidad de blanco alrededor de la cara, refleja la luz clave en la cara, dando un perfil bien definido y favorecedor.
Como un estilo modesto y práctico que se copiaba fácilmente en casa, o que incluso se podía usar para actualizar un viejo vestido camisero a una nueva moda mediante la aplicación de un nuevo collar, se hizo aún más popular durante el período de austeridad en tiempos de guerra.
El estilo ha vuelto a la moda a veces desde entonces.
La diseñadora Jill Richards, una actriz de Hollywood de la misma época, lo favoreció en sus colecciones de la década de 1970, atrayendo a una clientela de nombres como Nancy Reagan; y también se ha adoptado más recientemente como una adaptación del estilo gótico “lolita”, donde toma los temas de “lolita” gótica habituales de modestia, tradición y colores monocromáticos de una base oscura con un ligero contraste, pero los aplica a un período posterior con líneas más simples, en lugar de los arcos y volantes quisquillosos anteriores a la guerra.
Este estilo se caracteriza por personajes como Wednesday Addams, de The Addams Family.
En el fondo, el arranque de la película, nuevamente quiere introducirnos en lo que parece va a ser una reivindicación feminista, aunque vista hoy en día se queda en sólo un intento, eso sí, muy loable para los años 40.
Y es que la película destila una atractiva contradicción a lo largo de todo el metraje:
Por un lado, el fuerte carácter del reaccionario Sam Wood, y el de la propia Ginger Rogers, hacía presuponer que la protagonista iba a decantarse siempre por las alternativas conservadoras para resolver cada uno de los problemas que se le presentaran:
La elección clave ya citada, un posible aborto o el enfrentamiento con una familia de la alta sociedad, nada menos que en Filadelfia.
Y casi sucede si no fuera porque enfrente tenían al responsable del guión:
Un gran profesional llamado Dalton Trumbo, de ideas socialistas, perseguido más tarde en la tristemente famosa “Caza de Brujas”, cuya Lista Negra había sido apoyada entre otros por...
¡Sam Wood y Ginger Rogers!
Siendo muy bien secundado por los diálogos de Donald Ogden Stewart, que consiguió un Oscar ese mismo año por otra película sobre la ciudad del “cotilleo”:
“The Philadelphia Story” de George Cukor.
Lo cierto es que el guión es casi lo mejor de la cinta, con todos los recursos propios de un buen escritor como:
Objetos recurrentes en un anillo o una botella firmada; frases repetitivas en boca de los personajes como “por Judas Tadeo”
Todo para familiarizar al espectador y conseguir su complicidad.
Sin embargo, para delicia de los que odiamos El Código Hays, hay un error de hecho:
Kitty descubre que está embarazada justo después de divorciarse.
Se necesita 1 año para obtener un divorcio en el estado de New York.
Seguramente debería haber descubierto que estaba embarazada antes de esto, si en realidad fuera el bebé de Wyn…
Al margen de los conflictos entre estrella, director y guionista; que seguro que los hubo; la película encajaba a la perfección con la vida real de la propia estrella; harta de ser la sombra de Fred Astaire, en la serie de largometrajes que le hicieron famosa, quiso demostrarse a sí misma y al público, que era capaz de llevar una digna carrera en solitario, y sin bailar.
“Nobody owes a thing to Kitty Foyle, except Kitty Foyle”
Los derechos de las mujeres han sufrido vaivenes históricos, avances y retrocesos, en un largo camino hasta llegar a la situación actual, que para muchos, todavía está lejos de ser perfecta.
Desde vestirse con libertad, donde en las sociedades occidentales, los pantalones eran una prenda masculina, y no fue hasta entrado el siglo XX cuando se empezaron a considerar apropiados para las mujeres.
Para los años 20, la mujer que no se casaba, no debía fumar, ni beber cerveza, ni vestir ropas de colores brillantes, y usar siempre 2 enaguas
La relajación de las normas morales, sobre el aspecto de la mujer en el mundo occidental, no comenzó hasta los años 20 y 30 del siglo pasado en grandes ciudades como New York o París, cuando se produjo un cambio en la representación de la figura femenina, sobre todo en las clases medias.
Pero los cambios fueron paulatinos.
Pat Nixon fue la primera Primera Dama de Estados Unidos que vistió pantalones en público, y lo hizo en 1972.
Francia, no abolió formalmente la obsoleta prohibición de usar pantalones en la capital, París, hasta 2013.
Y aunque las normas y presiones morales sobre el aspecto físico todavía perduran, hoy, la libertad es mayor que hace 100 años.
Como el voto.
El voto es un derecho que se da por sentado hoy en día en muchas partes del mundo; sin embargo, hace 100 años las mujeres no podían votar en muchos países.
Otro hecho rompedor fue la participación femenina en las fuerzas armadas:
Más allá de los mitos y cuentos de guerreras, la participación de las mujeres en la verdadera batalla bélica o su presencia en escenarios de guerra, revela un patrón de exclusión y omisión; y aunque Las 2 Guerras Mundiales supusieron un avance en este sentido, las mujeres participaron mayoritariamente en roles que no eran de combate.
Otro evento aún más importante fue el de divorciarse:
En algunos países, el único requisito para poder divorciarse en la actualidad es que hayan pasado 3 meses desde la fecha del matrimonio; pero históricamente el divorcio no ha sido tan fácil.
Hace 100 años, una mujer no podía divorciarse por las mismas razones y con la misma facilidad que un hombre.
Las mujeres tenían que probar maltrato físico o adulterio, o incluso ambos a la vez; y no podían evitar ser forzadas a tener relaciones sexuales, porque la violación se definía como relaciones forzadas con alguien que no fuera la pareja.
No obstante, la aprobación del divorcio favoreció a las mujeres, pero no a todas por igual; pues las mujeres que más lo utilizaron en un principio fueron las que eran independientes económicamente.
Otro derecho importante, fue abortar con amparo legal:
A lo largo de la historia, la percepción sobre el aborto ha sido cambiante, y a finales del siglo XIX, el aborto se ilegalizó en Estados Unidos.
Pero las leyes del aborto han sufrido numerosos vaivenes, y hoy en día hay muchos lugares donde el aborto está prohibido, con o sin excepciones.
El administrar sus propios bienes en el matrimonio, fue otro gran logro, con la posibilidad de heredar, poner una demanda judicial o participar en contratos, no estuvieron siempre al alcance de las mujeres.
En Estados Unidos, por ejemplo, estos derechos se concedieron por primera vez a las mujeres casadas en 1848, con la aprobación en New York de La Ley de Propiedad de Las Mujeres Casadas.
De hecho, en algunos países las mujeres adquirieron antes el derecho a votar que el derecho a controlar sus asuntos económicos.
Pero a pesar de los avances, las mujeres casadas se mantuvieron largamente en una situación de supeditación a sus maridos durante décadas.
Por último, el ejercer el derecho a la planificación familiar; La Iglesia Católica empezó a condenar rutinariamente cualquier práctica que interfiriera con la concepción desde La Edad Media.
Hoy, en Estados Unidos, en la década de 1960, 30 estados todavía tenían leyes que restringían la venta e incluso la publicidad de métodos anticonceptivos; hasta que llegaron los esfuerzos de activistas como Margaret Sanger que terminaron garantizando el derecho de las mujeres a la planificación familiar.
Y el desarrollo de la píldora, promovida en sus inicios por la misma Sanger, amplió notablemente la disponibilidad de anticonceptivos en países occidentales a partir de 1960.
Pero no todos la recibieron con los brazos abiertos… y en las décadas siguientes, la investigación científica continuó aumentando el abanico de métodos disponibles.
La mujer, a lo largo de los siglos, siempre ha sido un problema de hombres-
¿Acaso llegará el día en que la mujer sea diferente al hombre, sin que este defina su ser?

“The natural history of a woman”



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