Elmer Gantry

“If there was a dollar to be made, Gantry would make it...
If there was a soul to be saved, Gantry would save it...”

¿Se usa la religión para aborregar a la gente?
¿Se lucra la religión con la propia religión?
¿La religión debe ser una manera de encarar la vida?
¿Se puede comerciar con la fe de las personas sin escrúpulo alguno?
El Pentecostalismo es una fe evangélica que enfatiza la fiabilidad de La Biblia y la necesidad de transformar la vida de un individuo a través de la fe en Jesús.
Los términos “pentecostalismo” y “pentecostal” se derivan de “Pentecostés”, una celebración judía, que para los cristianos, conmemora el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos de Jesucristo, como se describe en el capítulo 2 del libro de Hechos de los Apóstoles; y como movimiento, carece de un dirigente mundial, ya que está conformado por varias organizaciones e iglesias que presentan un cuerpo de autoridades sobre sí mismas.
El Pentecostalismo surgió a principios del siglo XX, entre los partidarios radicales del movimiento de Santidad que estaban animados por el avivamiento y la expectativa de la inminente “Segunda venida de Cristo”; creyendo que vivían en los últimos tiempos, esperaban que Dios renovara espiritualmente a La Iglesia Cristiana , llevando a cabo la restauración de los dones espirituales y la evangelización del mundo.
Como datos, Las Iglesias Pentecostales se financian a través del pago de diezmos, primicias y donaciones, así como a través de inversiones en la bolsa de valores y diversos negocios como el mercado inmobiliario y el negocio de las telecomunicaciones; y más recientemente, la política.
En el fondo, El Pentecostalismo es una fe holística, y la creencia de que Jesús es el sanador, es ¼ parte del evangelio completo, por lo que citan 4 razones principales para creer en la curación divina:
1) Se informa en La Biblia.
2) El ministerio de curación de Jesús, está incluido en su expiación, por tanto, la curación divina es parte de la salvación.
3) “Todo el evangelio es para el persona completa: Espíritu, alma y cuerpo.
4) La enfermedad es una consecuencia de la caída del hombre y la salvación es, en última instancia, la restauración del mundo caído.
Pero además de la oración, hay otras formas en que los pentecostales creen que se puede recibir la curación; y una forma se basa en Marcos 16: 17–18, e involucra a los creyentes que imponen las manos sobre los enfermos, creyendo que así se puede recibir la curación.
Mientras que la adoración pentecostal tradicional, se ha descrito como una composición de oración, canto, sermón, la operación de los dones del Espíritu, la intercesión del altar, la ofrenda, los anuncios, los testimonios, los especiales musicales, la lectura de Las Escrituras y, en ocasiones, la cena del Señor.
Varias prácticas espontáneas, se han convertido en características del culto pentecostal, como “ser asesinado en El Espíritu” o “caer bajo el poder”, que es una forma de postración en la que una persona cae hacia atrás, como si se desmayara, mientras se le reza; y creen que es causada por “una experiencia abrumadora de la presencia de Dios”
De esa manera, El Movimiento Pentecostal, especialmente en sus primeras etapas, se asociaba típicamente con los pobres y marginados de EEUU, especialmente los afroamericanos y los blancos del sur; pero pronto se extendió al resto del país, en parte a través de reuniones de avivamiento, que es una serie de servicios religiosos cristianos, que se llevan a cabo para inspirar a los miembros activos del cuerpo de una iglesia a obtener nuevos conversos; y generalmente consiste en varias noches consecutivas de servicios realizados al mismo tiempo y lugar, con mayor frecuencia, el edificio perteneciente a la congregación patrocinadora, pero a veces es un salón de reuniones alquilado, para un espacio más adecuado, para proporcionar un entorno que sea más cómodo para los “no-cristianos”, o para llegar a una comunidad donde no hay iglesias.
Las carpas se emplearon con mucha frecuencia en este esfuerzo en el pasado reciente, y en ocasiones todavía lo son, pero menos debido a las dificultades para calentarlas y enfriarlas y, de lo contrario, hacerlas cómodas.
La duración de tales reuniones varía.
Hasta el último cuarto de siglo, tenían una duración de una semana o más, especialmente en el sur de los Estados Unidos; y actualmente pueden ser 3 o 4 días.
La mayoría de los grupos que celebran reuniones de avivamiento, tienden a ser de naturaleza conservadora o fundamentalista; en eventos que han sido catalogados, muy similares a “Las Cruzadas”
Este movimiento ha sido retratado en la novela “Elmer Gantry” (1927) de Harry Sinclair Lewis, que fue un novelista, escritor de cuentos y dramaturgo estadounidense, que fue el primer escritor estadounidense en obtener El Premio Nobel de Literatura en 1930.
Sus novelas, son una sátira de la burguesía y de sus inquietudes mercantiles y religiosas; y sus obras son conocidas por sus puntos de vista críticos sobre el capitalismo estadounidense y el materialismo entre las guerras.
También, Lewis es respetado por sus fuertes caracterizaciones de las mujeres trabajadoras modernas.
“Elmer Gantry” (1927) describe a un ministro evangélico como profundamente hipócrita.
Para la composición, Lewis investigó observando el trabajo de varios predicadores en Kansas City, en sus reuniones de La Escuela Dominical.
Primero trabajó con William L. “Big Bill” Stidger, Pastor de La Iglesia Metodista Episcopal Linwood Boulevard en Kansas City, Missouri.
Stidger presentó a Lewis a muchos otros clérigos, entre ellos, El Reverendo Leon Milton Birkhead, un unitario y agnóstico.. por lo que Lewis prefirió al liberal Birkhead que al conservador Stidger, y en su segunda visita a Kansas City, Lewis eligió a Birkhead como su guía.
Otros ministros de Kansas City entrevistados por Lewis, incluyeron a:
Burris Jenkins, Earl Blackman, I.M. Hargett, Bert Fiske y Robert Nelson Horatio Spencer, quien fue rector de una gran parroquia episcopal, Grace and Holy Trinity Church, que ahora es la catedral de la diócesis episcopal de West Missouri; y terminó el libro mientras se recuperaba de una pierna rota en Jackfish Island en Rainy Lake, Minnesota.
El personaje de Sharon Falconer, una de las protagonistas de la novela, se basó libremente en los acontecimientos de la carrera de la radio evangelista estadounidense de origen canadiense, Aimee Semple McPherson, quien fundó la denominación cristiana pentecostal conocida como La Iglesia Internacional del Evangelio Cuadrangular en 1927.
Pero ante todo, La hermana Aimee Elizabeth Semple McPherson fue celebridad mediática en las décadas de 1920 y 1930, siendo  pionera en el uso de los medios modernos en los servicios religiosos, usando la radio para atraer el creciente atractivo del entretenimiento popular, e incorporando técnicas de escenario en sus sermones semanales en Angelus Temple, una mega iglesia temprana.
Y es que en su tiempo, ella fue la evangelista protestante más publicitada, superando a Billy Sunday y otros predecesores; y condujo demostraciones públicas de curación de fe, involucrando a decenas de miles de participantes.
Así, la visión de McPherson de los Estados Unidos era la de una nación fundada y sostenida por la inspiración divina, que influyó en pastores posteriores.
No obstante, la cobertura nacional de noticias sobre ella, se centró en los eventos que rodearon a su familia y miembros de la iglesia, incluidas las acusaciones de que ella simuló su secuestro…
Por otro lado, el estilo de predicación de McPherson, el extenso trabajo de caridad y las contribuciones ecuménicas, fueron una influencia importante en el cristianismo carismático del siglo XX; junto a sus ilustrados sermones, atraían a gente de la industria del espectáculo, que iban a ver precisamente “un espectáculo” que competiría con lo que Hollywood tenía para ofrecer.
Estas famosas producciones, atraían a gente que nunca habría pensado entrar en una iglesia, donde ella luego les presentaba su interpretación del mensaje de la salvación.
Así, el estatus de celebridad de McPherson, continuó después de su muerte; y como dijimos, en la escena cultura, está la novela “Elmer Gantry”, que presenta aspectos de la actividad religiosa de Estados Unidos en los círculos fundamentalistas y evangelísticos, y las actitudes del público de los años 20 hacia ella.
El protagonista de la novela es El Reverendo Dr. Elmer Gantry, que inicialmente se siente atraído por el alcohol y el dinero fácil, aunque finalmente renuncia al tabaco y el alcohol; y persigue a las mujeres.
Después de varias incursiones en el evangelismo, se convierte en un exitoso ministro metodista, a pesar de su hipocresía e indiscreciones sexuales en serie.
La novela detalla la historia de ese joven atleta universitario, narcisista y mujeriego, que abandona su temprana ambición de convertirse en abogado.
La profesión legal no se adapta a su ética; y después de la universidad, asiste a un seminario bautista, donde es ordenado como ministro; y mientras logra encubrir ciertas indiscreciones sexuales, es expulsado del seminario antes de completar su bachillerato, porque está demasiado borracho para presentarse en una iglesia donde se supone que debe predicar.
Después de varios años como vendedor ambulante de maquinaria agrícola, se convierte en gerente de Sharon Falconer, una evangelista itinerante.
Gantry se convierte en su amante, pero pierde tanto ella como su posición cuando ella muere en un incendio en su nuevo tabernáculo.
Después de esta catástrofe, Elmer actúa brevemente como un “Evangelista del Nuevo Pensamiento”, y eventualmente se convierte en ministro metodista.
Se casa bien, y finalmente obtiene una gran congregación en la ciudad ficticia de Lewis, en el medio oeste.
Durante su carrera, Gantry sufre una caída, lesiones físicas e incluso la muerte de personas clave a su alrededor; incluido El Ministro Frank Shallard, plagado de dudas.
Especialmente irónico es la forma en que defiende el amor, una emoción de la que parece incapaz, en sus sermones, donde predica contra la ambición, cuando él mismo es tan claramente ambicioso y organiza cruzadas contra la inmoralidad, principalmente sexual, cuando él mismo tiene dificultades para resistir la tentación sexual.
La novela está dedicada a Henry Louis Mencken, que fue un periodista, ensayista, satírico, crítico cultural y estudioso del inglés estadounidense conocido como “El Sabio de Baltimore”; que es considerado uno de los escritores más influyentes de los Estados Unidos de la primera mitad del siglo XX.
Él comentó ampliamente sobre la escena social, literatura, música, políticos prominentes, y movimientos contemporáneos; siendo autor de numerosos libros, y le movió la preocupación de acabar con el importante papel desempeñado por el fundamentalismo cristiano en los Estados Unidos.
Como admirador del filósofo alemán, Friedrich Nietzsche, Lewis fue un opositor abierto de la religión organizada, el teísmo, el populismo y la democracia representativa, la última de las cuales veía como sistemas en los que los hombres inferiores dominaban a sus superiores; y al igual que Nietzsche, también criticó la creencia religiosa y el concepto mismo de Dios, ya que Mencken era un ateo inquebrantable; y particularmente arremetió contra el fundamentalismo cristiano, la ciencia cristiana y el creacionismo; y contra el “Booboisie”, que era su palabra para denominar a las clases medias ignorantes.
Fue en el verano de 1926, que Mencken siguió con gran interés la investigación del Gran Jurado de Los Ángeles sobre la famosa evangelista canadiense-estadounidense, Aimee Semple McPherson, cuando fue acusada de fingir su presunto secuestro, un caso atrajo la atención nacional.
Había muchas expectativas de que Mencken continuara con su patrón anterior de artículos anti-fundamentalistas, pero inesperadamente, él salió en su defensa, identificando varios grupos religiosos y cívicos locales que estaban utilizando el caso como una oportunidad para perseguir sus respectivas agendas ideológicas contra El Ministro Pentecostal en apuros.
Así las cosas, la novela “Elmer Gantry” fue denunciada por muchos líderes religiosos, y prohibida en algunas ciudades de Estados Unidos; principalmente, según dicen, “se aprovechó de todas las experiencias tangenciales posibles en la comunidad religiosa”
El resultado es una novela que representa satíricamente la actividad religiosa de EEUU en los círculos evangelísticos, y las actitudes de los años 20 hacia ella.
Pero eso lo hemos visto tantas veces después, que han utilizado líderes religiosos de muchas sectas, políticos oportunistas y dictadores, capaces de hacer abandonar todo raciocinio en sus oyentes, embargados como están, por la emoción; y eso me ha parecido particularmente interesante en la novela, como la advertencia del peligro de los líderes que apelan a nuestras emociones más primarias, impidiendo así que utilicemos el cerebro.
El más reciente, Adolf Hitler a Donald Trump; llegando al Neo-pentecostalismo televisivo, donde la masa enardecida hace lo que sea en su desesperación emocional.
“That's the trouble with this stinking world.
Nobody loves nobody”
Elmer Gantry es un drama del año 1960, escrito y dirigido por Richard Brooks.
Protagonizado por Burt Lancaster, Jean Simmons, Shirley Jones, Arthur Kennedy, Dean Jagger, Rex Ingram, Hugh Marlowe, Edward Andrews, Patti Page, John McIntire, Joe Maross, Philip Ober, Barry Kelley, entre otros.
El guión está basado en la novela homónima de Sinclair Lewis, escrita en 1926 y publicada en 1927, que cuenta la historia de un predicador de una pequeña ciudad de los Estados Unidos, que utiliza la religión para beneficio propio.
Y como novela muy controvertida en su día, ningún estudio inicialmente quería financiar una película; pero cuando se supo por primera vez que Richard Brooks estaba interesado en adaptar su novela, Sinclair Lewis le dijo que debería cambiarla significativamente, y le aconsejó que leyera todas las críticas del libro, y las usara para mejorarlo.
Tanta polémica tenía la adaptación por su crítica a la religión, que Brooks junto a su entonces esposa, Jean Simmons, tuvo que crear una productora para su filmación, Elmer Gantry Productions; por lo que Richard Brooks preparó el guión durante 7 meses con la ayuda de Burt Lancaster.
Lancaster pretendía que la película fuera un ataque contra Billy Graham; y en un sermón lleno de odio, Gantry denuncia una serie de “herejías”, incluido el “Russellismo”
Esta es una referencia a Charles Taze Russell, primer presidente de la actual Sociedad Watchtower Bible and Tract, la organización legal utilizada por Los Testigos de Jehová; pero en un esfuerzo por apaciguar al Código de Hays, se hicieron varios cambios para omitir aspectos controvertidos del libro.
Por ejemplo, en la novela original, Gantry era un ministro ordenado, pero dado que El Código estaba en contra de las representaciones negativas de los sacerdotes, este elemento se omitió por completo, así como toda referencia a personas vivas... y para evitar que se filtre la noticia de, cómo la novela se adaptaría a la pantalla, solo las 6 estrellas principales de la película tuvieron acceso al guión completo.
En el fondo, la película analiza el otro lado de la religión, el lado comercial, donde Brooks arriesga al saber que su película podrá ser mal interpretada al criticar a toda religión, y de su manera de acercamiento a Dios, y aquí más en concreto a la religión evangelista y su manera de acercarse al pueblo.
Sin embargo, Elmer Gantry obtuvo 3 premios Oscar:
Mejor Actor Principal (Burt Lancaster), Mejor Actriz Secundaria (Shirley Jones) y Mejor Guión basado en una obra literaria para Richard Brooks; y obtuvo 2 nominaciones a mejor película y banda sonora.
Como dato, la actuación ganadora del Oscar de Shirley Jones en esta película, es su única nominación al Premio de La Academia de toda su carrera.
Elmer Gantry nos muestra una sociedad desorientada moralmente antes como ahora.
Esa lucha de la religión como sustento y base moral de una sociedad, por lo que lucho Jesús; o como una empresa mercantilista.
No es nada fácil aprehender la totalidad de las implicaciones de esta película en una crítica sucinta.
En primer lugar, es una profunda reflexión sobre las relaciones entre lo material y lo espiritual; habla también de la naturaleza humana, y traza magistralmente una serie de personajes llenos de matices, con sus luces y sus sombras; siendo una crítica a la mojigatería y la doble moral de muchos cristianos; y a la vez reivindica los principios básicos de la cristiandad:
La tolerancia y el amor, el tan difícil “no juzguéis y no seréis juzgados”
Todo ello con unos grandes personajes y una trama espesa de tan bien hilada, seria, intensa, emotiva y a ratos irreverente, que lleva a la reflexión.
Pero también es una película política, es una película de corte psicológico, de denuncia social y es un melodrama magnifico que no cae en la sensiblería, sino que nos hace participes de las sensaciones y vivencias de cada uno de los personajes, con una capacidad de penetración quirúrgica, al tiempo que lo hace con una gran humanidad y cercanía.
El personaje de Elmer, necesitaría una crítica aparte, es de una gran humanidad y demuestra grandes virtudes y grandes defectos, pero es ante todo la reivindicación de un vitalismo que nada tiene de malo constreñido por una sociedad con absurdos dogmas religiosos llenos de mojigatería.
Así, estando tan en boga la ola de neoconservadurismo y el fundamentalismo religioso cristiano, Elmer Gantry se hace más actual y necesaria que nunca; es una película arriesgada para su tiempo, pero convencida de su fuerte mensaje; tanto que predijo con precisión quirúrgica, los escándalos de la vida real de muchos tele evangelistas en la última parte del siglo, incluidos Jimmy Swaggart, Jim y Tammy Bakker, y Oral Roberts.
Todo inicia cuando un hombre llega a la ciudad con un pasado pero sin equipaje, sin nada.
Rápidamente intenta progresar, crearse un futuro, algo a lo que todo el mundo tiene derecho...
Pero arrastra su pasado.
¿Cómo se podría borrar el pasado, el vicio, la adicción?
Así es el atractivo, oportunista e inmoral Elmer Gantry (Burt Lancaster), es todo eso y más; así que el día en que tropieza por casualidad en una reunión religiosa, se da cuenta que es tan fácil sacar dinero siendo predicador, como ganarlo en una partida de cartas... y se convierte a la religión evangélica.
Junto con la hermana Sharon Falconer (Jean Simmons), Elmer pronuncia unos estremecedores sermones sobre el demonio, que le llevarán a conseguir la fama y la fortuna.
Pero no todo será un camino de rosas, pues un periodista, Jim Lefferts (Arthur Kennedy) trata de desenmascarar el verdadero rostro de Gantry.
Además, todo cambia cuando en su vida reaparece una antigua “amistad”, Lulu Bains (Shirley Jones), que hará que Gantry se tenga que enfrentar a demonios de su pasado, secretos hace tiempo enterrados, que convertirán su nueva vida religiosa en un auténtico Infierno en La Tierra.
El filme pivota en 3 momentos claves:
Cuando Gantry empieza a creerse sus sermones, y se convierte verdaderamente en un hombre religioso, una antigua amante suya, y prostituta, le hace chantaje amenazándole con publicar unas fotos comprometidas con ella, que podrían hundir su carrera.
Al mismo tiempo, el periodista, después de criticar duramente la forma de funcionar de este tipo de órdenes religiosas, se congracia con él, al publicar la noticia en la que la prostituta reconoce que todo era un montaje para desacreditarle; mientras Sharon, cuando por fin consigue reunir el suficiente dinero para construir su tabernáculo, porque cree sinceramente que con su trabajo ayuda realmente a los fieles, perece en un aparatoso incendio que termina definitivamente con la orden, convirtiéndose en una especie de mártir.
La película trata temas complejos como la libertad de culto o la libertad de prensa, y de cómo al final todo es un negocio.
El dinero lo vicia todo.
Y como siempre, hay gente que cree en su trabajo y trata de hacer las cosas lo mejor posible, atendiendo a la ética, a su conciencia religiosa... o a su propia ignorancia; pero sobre todo, esta película habla sobre la corrupción religiosa, la mentalidad del linchamiento y sexo ilícito, que como producción, se realizó bajo estrictas reglas de censura.
No hay palabras de 4 letras (FUCK), sin senos desnudos, sin heridas sangrantes; y sin embargo, levantó más de una ceja de una manera que las películas más explícitas solo desearían poder.
Elmer Gantry es crítico con las reuniones de avivamiento cristiano que fueron populares en el sur rural y el medio oeste de EEUU en las primeras décadas del siglo XX; y se entendió que sus objetivos indirectos eran las figuras históricas de Aimee Semple McPherson y Billy Sunday; por lo que algunos cristianos pueden evitar la película por este motivo.
Eso sería un error.
En última instancia, la película es muy caritativa con todos sus personajes, incluso con George F. Babbitt (Edward Andrews), el dueño del burdel.
Al igual que el propio Gantry, la película ve a la humanidad en toda su belleza y fealdad, entiende y perdona.
Esta no es una regla bidimensional en blanco/negro; sino una exploración compleja de comportamientos complejos, anhelos, necesidades, deseos, y ambiciones; donde una mujer puede ser una virgen dedicada a Dios y también una amante que vacía la arena de su zapato de tacón alto después de una noche de ilícita pasión en la playa; con un villano que contribuyó a la ruina de la vida de una mujer joven, que puede redimirse a sí mismo mediante la aplicación de conceptos bíblicos de humildad y perdón.
También el filme puede verse como “una segunda venida de Cristo” con Elmer Gantry como “Mesías” que construye y destruye templos, tiene apóstoles, hay una María Magdalena, hasta hay una resucitación…
Además, los dardos de Elmer Gantry no se limitan a las iglesias.
Hay un narcisista encantador de antecedentes inciertos en el escenario mundial de hoy que, como Gantry, atrae a multitudes cantando, hace que las mujeres se desmayen y los hombres crean en un renacimiento nacional.
Este orador público carismático en particular, no es un líder religioso, sino un candidato a la presidencia.
El orador que cautiva a las multitudes, las multitudes que anhelan entregarse a un supuesto “mesías”, están para siempre con nosotros.
Siendo ese el caso, Elmer Gantry es una película que nunca perderá su relevancia, por la fuerza de su manipulación mental que muchas veces suele haber en este mundo, y como ejemplo de lo que será la manipulación mental a través de los medios de comunicación, tales como la radio, televisión y periódicos, donde el poder de la palabra es el medio de manipulación.
A partir de esto se analiza:
¿Dónde está Dios detrás de todo esto?
¿Dónde queda la auténtica fe?
Por ello y más, la película analiza y critica aspectos reales de la religión y la auténtica fe humana, pero los plantea, y aunque parece responder a ellos, siempre nos deja unas preguntas al aire para que nosotros saquemos nuestras propias conclusiones, eso es quizás lo que más me ha gustado del guión.
Y más actual, imposible, ahora que sube al escenario mundial el abominable Adolf Trump, y El Neo-Pentecostalismo invade América Latina, el panorama es desolador y aciago.
“Sinner!
Elmer Gantry Wants You!
To save your soul!
To see the light!
Are you ready, sinner?
He wants you to know all about heaven... but not about his whisky and his women!”
Para una película de 1960, donde El Código de Producción de Hollywood se estaba desmoronando, pero aún no se había derrumbado, hay una mirada sorprendentemente progresiva de todo, desde las relaciones hasta la religión; y a veces, es difícil creer que esta película recibió un certificado aprobado por El Código Hays.
Lo primero que sorprende a la hora de ver Elmer Gantry, es una nota con una advertencia de los productores, en la cual dicen que “los niños no deberían ver esta película”
En apariencia, una película sobre la religión, no debería ser algo que causase tanto alboroto, y en concreto tratándose de un borracho con mucha labia, que se vuelve predicador para seducir a una “ministra del Señor”
Pero es un ser lujurioso, y su pasado escabroso se vuelve contra él.
Tal vez no sería recomendable para los niños de aquella época, pero los de ahora, como dice la expresión “están curados de espanto”
No es de extrañar que el libro, publicado en 1927 por Sinclair Lewis, fuera prohibido en algunos lugares de Estados Unidos, por cuestionar “la verdadera fe”
Por otra parte, Richard Brooks tuvo un período imponente en el cine, donde rodó estupendas películas, y se denota su afición por la adaptación de obras literarias; y Elmer Gantry fue la primera producción independiente de Brooks, donde decidió adaptar solo una parte de la novela de Lewis, pasando 2 años escribiendo el guión.
No fue una adaptación fácil, y más aún en una época en la cual la censura del Código Hays estaba presente, aunque fueran sus últimos días; por lo que la película se caracteriza por su vigoroso sentido visual, a pesar del origen literario; un profundo análisis del mundo de los telepredicadores en el país de las barras y estrellas; una ácida mirada sobre las sectas religiosas, etc.
Y es que Brooks siempre se caracterizó por un cine donde encuadraba al ser humano bajo unas determinadas circunstancias en un entorno, o época reconocible; pero en materia de fondo, tampoco hay que ser plenamente conscientes de como es El Protestantismo en EEUU.
En más de una ocasión habremos visto esas grandes campañas evangelísticas, seguidas de conversiones masivas, donde predicadores itinerantes remueven la base religiosa del cristianismo; y muchos predicadores fomentaron sus estrategias para sermonear a esa parte de la población, para conseguir lucrarse.
Se podría decir que es “una economía de la fe”; y es posible también que a algunas le suene esa canción de “Give me that old time religion”, una canción góspel cantada en las iglesias protestantes.
Ese renacimiento de “la vieja religión”, con especial incidencia en el sur de Estados Unidos, es lo que la hermana Sharon predica como unas de las expresiones de lo que es “el evangelismo pentecostal”
Y lo que Elmer Gantry explora es ese mercado religioso y competitivo, esas negociaciones entre las iglesias tradicionales como la bautista y metodista, un comercio de la fe; donde estos predicadores son como empresarios religiosos, y los pastores/predicadores como los encantadores de serpientes; y cómo no, también observaremos los entresijos de los montajes de estas captaciones de conversos masivas; con el tras bambalinas de los patrocinadores, contables, abogados, publicistas y demás, bastante más preocupados por la buena marcha de sus finanzas que repercuten en sus flamantes negocios, que no en la búsqueda de la paz espiritual de sus hermanos.
La historia de Elmer Gantry, nos lleva pues a La América Profunda de los años 20, y nos mete en la vida de un personaje que es un persuasivo charlatán, embaucador de pobres ignorantes, que hace de su labia todo un poder, haciéndoles creer todo lo que de su malsana boca sale.
Pero junto con este personaje, también se encuentra una ambiciosa mujer, una hermana de la  iglesia evangelista, donde ambos viven de eso, de sus propios engaños, de ese fuego y de esa palabra...
La película inicia con un descargo de la producción que dice:
“Creemos que ciertos aspectos del Revivalismo pueden ser examinados.
¡Que la conducta de algunos revivistas se burla de las creencias y prácticas tradicionales del cristianismo organizado!
Creemos que todos tienen derecho a adorar de acuerdo con su conciencia, pero...
¡La Libertad Religiosa no es una licencia para abusar de la fe de la gente!
Sin embargo, debido a la naturaleza muy controvertida de esta película:
¡Le recomendamos encarecidamente que evite que los niños impresionables la vean!”
Elmer Gantry es un vendedor ambulante, que habla mucho y que bebe rápido, con una personalidad carismática que infunde pasajes bíblicos y fervor en sus lanzamientos como una forma de facilitar y recolectar dinero.
Se siente atraído por la gira de la hermana Sharon Falconer, y se siente inmediatamente atraído por “el santo avivamiento”
Cuando la compañía se va de la ciudad a Kansas, Gantry dulcemente habla con su ingenua asistente, la hermana Rachel (Patti Page), para que le diga información sobre el pasado de Falconer; así, él usa esa información para entrar en las buenas gracias de la hermana Sharon, y se une a la compañía que predica “Cristo en el comercio” y cómo es un vendedor salvado.
Gantry y Falconer desarrollan lo que su manager, Bill Morgan (Dean Jagger), llama “una rutina de policía bueno/policía malo”, con Gantry diciéndole a los miembros de la audiencia, que arderán en el infierno por sus pecados; y Falconer prometiendo salvación si se arrepienten.
Debido a los sermones “de fuego y azufre” de Gantry, el grupo llama la atención del consejo de la iglesia en Zenith, Winnemac, una ciudad más grande; aunque Morgan no cree que Falconer esté lista para predicar fuera de los lugares más pequeños, y Gantry la convence de ir a Zenith.
Se reúnen con los líderes de la iglesia, la mayoría de los cuales desconfían de convertir la religión en un espectáculo, como lo hace Gantry, pero él los convence de que las iglesias deben ganar dinero para mantenerse abiertas.
Viajando junto con Falconer está el periodista de la gran ciudad, Jim Lefferts, que está dividido entre su disgusto por el chiste religioso y su admiración genuina por el encanto y la astucia de Gantry; y mientras los sermones de Gantry llevan al grupo de Falconer a lugares más grandes, Lefferts escribe una serie de artículos que etiquetan “el revivalcionismo” como una farsa, y revela que ni Falconer ni Gantry tienen credenciales.
Falconer, finalmente admite a Gantry que su verdadero nombre es Katie Jones, y que sus orígenes son más humildes de lo que admite públicamente; y también se convierte en amante de Gantry, perdiendo su virginidad con él.
El éxito del equipo Falconer/Gantry, llama la atención de Lulu Bains, una ex novia de Elmer que cayó en descrédito, y se convirtió en prostituta cuando su aventura con Gantry arruinó su posición en los ojos de su padre ministro, y Gantry la abandonó.
Actuando como moralista, Gantry invade involuntariamente el burdel donde trabaja Lulu, pero envía a las prostitutas fuera de la ciudad cuando la ve; y cuando se ve con ella en privado, después de que ella lo telefonea; Lulu quiere vengarse de Gantry por haberse ido de Kansas, dejándola a ella en la calle.
Sin embargo, su amor por Gantry regresa cuando lo confronta y se abrazan.
Pero un fotógrafo oculto, plantado por Lulu, registra su abrazo, lo que hace temblar el amor de Gantry por Falconer, que le impide consumar su relación con Lulu.
Lulu procede a extorsionar a Gantry por celos, por su amor por Falconer; y lo chantajea, pidiéndole a Falconer que traiga $25,000 a cambio de los negativos de las imágenes incriminatorias.
Falconer lleva el dinero, pero Lulu se niega a aceptarlo; y las imágenes se imprimen en la primera página del periódico rival de Lefferts de la ciudad.
Al principio, Lulu le había ofrecido a Lefferts la historia exclusiva de la supuesta indiscreción sexual de Gantry, pero él se negó, ignorando las imágenes como una mera prueba de que Gantry es tan humano como cualquier otra persona.
Así que una muchedumbre enojada, saquea la tienda en el avivamiento justo después de la publicación de las fotos incriminatorias en el periódico, y Lulu se une a la congregación, siendo testigo de la humillación de Gantry.
Pero mientras observa a la mafia maldecir a Gantry, y lanzarse objetos, se conmociona emocionalmente, y huye de la escena.
Lulu regresa al burdel, que ahora está en ruinas; y su proxeneta está allí para cobrar los $25,000, pero cuando Lulu le dice que no tomó el dinero de Falconer, y él la golpea.
Gantry llega al rescate de Lulu; se deshace del proxeneta, y se disculpa con ella quien luego confiesa públicamente haberlo chantajeado.
Gantry regresa con Falconer la noche en que abre su nuevo Tabernáculo; esperando admitirlo, perdonando sus aventuras por encima de su poder para salvar almas, e insiste en que ella y Elmer fueron reunidos por Dios para hacer su trabajo.
Pero un fuego que había estado ardiendo repentinamente estalla en el tabernáculo.
Incapaz o poco dispuesta a ver más allá de su propio celo religioso, el lugar está envuelto en llamas, Falconer se queda en el local y muere.
Al día siguiente, Gantry, entristecido por la muerte de Sharon Falconer, lidera una espiritualidad con sus seguidores después de su insistencia.
Morgan sugiere que Gantry retome donde la hermana Sharon había dejado, y Gantry responde con 1 Corintios 13:11:
“Cuando era niño, entendía como niño y hablaba como niño.
Cuando me convertí en hombre, guardé las cosas infantiles”
Con su maleta en una mano, La Biblia en la otra, y una sonrisa en su rostro, Gantry se aleja.
Elmer Gantry es una historia que ahonda en las miserias humanas, en sus debilidades, en su necesidad de creer en algo superior que le saque de sus problemas, y los más proclives, a ser seducidos por este místico universo.
Pero todos son ignorantes que se convierten en fanáticos religiosos.
La historia enfrenta lo mundano contra lo espiritual, y nos habla de la compleja condición humana, del puritanismo impostado, de la indefinida línea que separa el espectáculo religioso de fe, del negocio económico; y pone en solfa la tolerancia, la comprensión, el “vive y deja vivir”, en un intenso melodrama con momentos punzantes, irreverentes, mordaces, con trazos de reflexión humanista, con una construcción brillante de personajes, poliédricos, matizados, con defectos, humanos.
El relato presenta 3 vértices de enfoque:
Por un lado está Elmer Gantry, un pícaro que encuentra en los mítines religiosos la salida a su portentosa y vibrante oratoria, del que no sabremos si cree o no en lo que predica, pero lo veremos disfrutar enardecidamente con lo que hace, pero mientras está con Sharon no peca, está entre 2 aguas.
En otro lado está la hermana Sharon, una devota creyente que se cree anunciadora de un nuevo amanecer, una anunciadora de buenas nuevas.
Y en la tercera esquina está el íntegro periodista Jim Lefferts, un agnóstico que recoge de modo aséptico lo que ve, un observador neutro, si esto existe, y entre los 3 discurre una batalla de creencias volubles, donde lo que queda claro son las grietas de la naturaleza humana.
Richard Brooks baña la narración de diálogos ingeniosos, chispeantes, divertidos, profundos, con monólogos enérgicos, apoteósicos, turbadores, de los que te atrapan por su viveza; mientras que la puesta en escena resulta sobresaliente, con una soberbia dirección artística de Edward Carrere, recreando magníficamente el microcosmos de “La América Profunda”, la del medio oeste, la enclavada en zonas áridas, con sus trenes que la cruzan, la estupenda recreación de los espectáculos religiosos, con sus vehículos, todo muy creíble, aumentado por la fenomenal fotografía de John Alton, sumiendo en tonos sombríos la acción, rodándose la mayoría por la noche, sabe jugar con las penumbras, los contraluces, ejemplo la escena en que Elmer da un paseo por la destrozada carpa y se pone a dar un sermón desde el atril hacia la nada, y de entre la oscuridad aparece Jim Lefferts, muy alegórico, se sientan a charlar mientras beben whisky entre la penumbra del lugar.
Asimismo hay con enardecedores y muy expresivos primeros planos, sacando lo mejor de las actuaciones, y estos elementos adornados por la emocionante música de André Previn.
Todo ello hace de Elmer Gantry un concienzudo acercamiento a todo lo que ocurre tras bambalinas en estas organizaciones religiosas, que se han convertido en uno de los más potentes y fructíferos negocios desde hace ya bastantes años, como competencia de La Iglesia Católica que, ya por siglos, bien que sabe de los beneficios que esto trae consigo; y no esconde mostrar todo el montaje administrativo, toda una empresa con contadores, abogados, asesores, publicistas, vigilancia privada, secretarias…
Y con pastores fáciles de palabra, con el más alto carisma, que reflejen honestidad y ojalá una sincera espiritualidad; y de ser posible, que hagan la vista gorda ante lo que se maneja tras bastidores.
Cada uno a lo suyo:
¡Usted sirve a Dios, los que administramos solo queremos dinero!
Eso es lo que dice Elmer Gantry, y que muchos se resisten a ver.
Y el pueblo ora, guarda la esperanza de que, en aquella iglesia, por fin Dios se anime a hacer algo para solucionar sus muchos problemas económicos, de salud, interpersonales, etc.
Y para poder seguir allí, a la espera del milagrito, deberá pagar los diezmos y una que otra donación que va surgiendo con las más diversas excusas.
No cabe duda de que el film comete ciertos excesos, algo enfática y un tanto cargada de retórica; pero también goza de muchas virtudes:
Denuncia el cinismo y la hipocresía de una sociedad retrógrada y provinciana, ignorante y violenta.
La manipulación de la gente sencilla y los intereses de las clases altas para obtener un beneficio político y social.
De charlatanes que le transmiten al pueblo lo que quieren escuchar, recetas sencillas y simplistas sobre el poder de la fe, con recetas demagógicas que suelen germinar cuando impera el desamparo, la miseria y la desesperación de un pueblo ignorante.
Tales soflamas, sirven para la religión igual que para la política, totalmente extrapolable al populismo que sufrimos actualmente, donde suele crecer en tiempos de crisis y desconcierto con soluciones radicales, excluyentes, utópicas y contraproducentes.
Y como buen drama, no falta el odio por despecho, la venganza y el arrepentimiento redentor; tampoco falta la historia de amor como motor de su trama, que protagonizan Elmer y la hermana Sharon, llena de ambigüedades sobre las verdaderas creencias morales, de la realidad de las apariencias y el sexo.
Del amor pasional y carnal del primero, al amor cristiano y espiritual de la segunda.
Mención especial merece el periodista que sigue al circo ambulante en el que se convierte esta caravana de la iglesia evangelizadora, encarnado por un estupendo Arthur Kennedy, que recrea el anverso y la lucidez para desenmascarar tanto despropósito.
Es como un notario que nos va desvelando las incongruencias y las imposturas de unos personajes mezquinos, pero en el fondo humanos y vulnerables.
En definitiva, el fuego como símbolo maléfico del Infierno, pero también como catarsis liberador del fanatismo y la intolerancia, se trata de un film que no te deja indiferente, que te plantea dudas razonables y reflexiones morales y sociales sobre este tipo de fenómenos tan actuales.
Del reparto, Burt Lancaster ofrece una de las mejores actuaciones en pantalla de todos los tiempos; su actuación es tan rica, tan real, que el espectador conoce a este hombre, sabe a qué huele Gantry, a sudor y agua de colonia; y lo que come con grandes trozos de carne.
No puedo decir que haya visto algo así.
Todo el repertorio de Gantry se realiza con minuciosidad y precisión enciclopédicas; lo vemos estafador, narcisista, filántropo, hasta de “showman” extravagante; y justo cuando pensamos que lo hemos visto todo, justo cuando creemos que podemos descartar a Gantry como un cruce entre un payaso, un auto-engañador y un fanfarrón; la película revela otro matiz en el alma de Gantry, algo que nunca antes habíamos visto y que, sin embargo, nos damos cuenta es totalmente creíble y, de hecho, esencial para comprender al hombre.
Y nuestras opiniones sobre él cambian; y no podemos evitar amarlo; porque no solo se basa en la locuacidad de su personaje, esa labia que gana más y más adeptos, soltando mentiras y diciendo lo que esos oídos ignorantes quieren oír; es un trabajo lleno de matices que Burt lleno con su físico, gestos, en hacer brotar sus palabras a través de su cuerpo, y todo eso unido a su encanto y especial carisma.
La sonrisa de Lancaster es convincente, cree en su papel al igual que Elmer Gantry.
Y es que durante su carrera, Burt Lancaster siempre arriesgó, y buscaba en cada película hacer personajes siempre distintos.
Por contra, la hermana Sharon Falconer es una figura totalmente diferente a Gantry:
Ella es una verdadera creyente, pero también reconoce el valor práctico que tiene lo que hace desde una perspectiva empresarial.
Sabe que Gantry no es sincero, que en realidad no está ayudando a nadie, pero la fama y la fortuna son demasiado seductores.
Gantry y Falconer tiene distintos objetivos morales para hacer lo que hacen, uno por seducción, otra por creer en lo que hace.
La hipocresía de sus sermones es evidente; y Richard Brooks explota ese aspecto, mostrándolos como profundamente humanos y ocultando en Gantry a través de esa carismática sonrisa, su hipocresía; y en Falconer, ese convencimiento pleno en que está haciendo “la obra del Señor”
Como dato, entre los escritores que Gantry condena en uno de sus sermones, se encuentra Sinclair Lewis, el autor del libro en el que se basa la película.
Y cabe destacar su primera aparición, memorable en la pantalla, en un bar clandestino donde demuestra su elocuencia de alta energía con palabras en este improvisado sermón navideño:
“...crees que la religión es para los tontos, ¿eh?
Crees que Jesús era una especie de mariquita, ¿eh?
Bueno, déjame decirte que Jesús no tendría miedo de entrar en este lugar o en cualquier otro bar clandestino para predicar El Evangelio.
Jesús tenía agallas.
No le tenía miedo a todo el ejército romano (señalando una foto)
¿Crees que ese Mariscal de Campo es lo mejor?
Bueno, déjame decirte que Jesús habría sido el mejor Mariscal de Campo “más estadounidense” en la historia del fútbol.
Jesús era un verdadero luchador:
El mejor pequeño desguace, libra por libra, que hayas visto.
¿Y por qué, caballeros?
Amor, caballeros.
¡Jesús tenía amor en ambos puños!
¿Y qué es el amor?
El amor es la mañana y la noche que brilla en la cuna del bebé.
Oíd, pecadores.
El amor es la inspiración de poetas y filósofos.
El amor es la voz de la música.
Estoy hablando del amor divino, no del amor carnal”
Ese diálogo, además de llegada a la iglesia de negros, donde canta, es donde realmente vemos que Gantry es Lancaster o al revés.
Y quizás, el mayor problema del trabajo de Brooks, es que no se termina por determinar las verdaderas intenciones del papel de Lancaster:
Es un hombre rastrero y pendenciero, enamorado de una mujer, la cual es el eje por el que el personaje protagonista hace todo lo que hace, pero no se termina por determinar si la transformación y madurez de Gantry es verdadera.
Sin embargo, debió haber sido perfecto lanzar a Lancaster en este momento, usando su buena apariencia como influencia solo para convertirlo en un imbécil de clase mundial.
Porque cuando Gantry entra en una iglesia y comienza a cantar himnos, una secuencia francamente hermosa, el público se deja llevar por el final de la historia.
Sobre las 2 mujeres, la pastora y la prostituta:
Ninguna de las 2 es totalmente malvada o comprensiva, todos son demasiado humanos.
La hermana Falconer puede estar triste porque la ciudad de Zenith les quita la leche a los niños para pagarla... pero realmente quiere predicar allí y con mucho gusto tomará el dinero que ofrecen.
Las mismas contradicciones están en juego con Lulu; ella ama a Elmer, a pesar de darse cuenta de sus defectos, y lo traiciona y lo salva.
Jean Simmons es dominante, espiritual, espeluznante y lujurioso, por turnos; mientras que Shirley Jones es desgarradora como una mujer condenada.
Como dato, el director Richard Brooks no quería a Shirley Jones para el papel de Lulu Bains, pero Burt Lancaster insistió.
Como resultado, Brooks no le dio a Jones ninguna dirección en el rodaje de una escena muy difícil.
Brooks, finalmente le confesó que no podía ver a nadie más en el papel.
El resto del elenco también es excelente.
Arthur Kennedy es perfecto como periodista escéptico; un periodista ateo que sigue con mucho interés estas campañas, y que será el detonante de que todo el entramado se tambalee.
Su personaje, Jim Lefferts, está claramente basado en H.L. Mencken; de hecho, Gantry menciona a Mencken en el minuto 88 de la película.
Mientras que Dean Jagger cronometra perfectamente y lanza su aire paternal, su indignación y su perdón sorprendido.
Patti Page es conmovedora como la hermana Rachel, aunque nunca supimos el interés que tenía en hablar con él, tal vez sea un enamoramiento platónico por su oralidad… y Edward Andrews es la encarnación de un “santo” ambicioso y dueño de un burdel.
Su personaje de George F. Babbitt, es el personaje principal de la novela de 1922 de Sinclair Lewis “Babbitt”, y es un personaje secundario en “Elmer Gantry”
Su personaje está lleno de humor e ironía, al ser el responsable de traer el renacimiento de la hermana Sharon a su ciudad natal de Zenith, y resulta ser el propietario del burdel.
Como dato, cuando Babbitt se queja de cómo hay un católico postulado para Presidente de los Estados Unidos…
Dado que la historia se desarrolla en la década de 1920, esto implica que el candidato es Al Smith, Gobernador de New York, que se postuló varias veces en la década de 1920, y se convirtió en el candidato de los demócratas en 1928.
Pero para el público que vio esta película durante su lanzamiento en 1960, el comentario anticatólico de Babbitt, tenía un significado adicional, porque John F. Kennedy se postuló ese año, y fue elegido como el primer Presidente Católico de EEUU.
Otro dato es que se utilizaron al menos 200 especialistas y 1200 extras durante todo el rodaje.
Sin embargo, la película presenta menos de 100 páginas de la novela Elmer Gantry, eliminando muchos personajes, y cambiando fundamentalmente el personaje y las acciones de la evangelista Sharon Falconer.
Además, un argumento del final de la novela, se incorpora a la relación de Gantry y Lulu Bains, cambiando fundamentalmente el destino de ambos personajes; por lo que la historia fílmica solo recoge un episodio de la novela que acontece hacia la mitad.
En el film, la personalidad de Elmer queda algo ambigua, no terminamos de saber si cree en lo que predica, o solo es egocéntrico embaucador; en el libro esto es diáfano.
Elmer es un hipócrita charlatán, que ve en la mezcla de su viperina lengua y los sermones enfervorecidos, una vía para su narcisismo, y para sacar dinero.
El Gantry literario, nunca duda, nunca se cuestiona la moralidad de su hipocresía, nunca deja de caer en sus más bajos instintos, mujeres y alcohol, nunca deja de estafar.
El Gantry de Richard Brooks es más introspectivo, parece creer en lo que predica, y una vez empieza a colaborar con Sharon deja sus “debilidades”
En el libro, Lewis delinea a Sharon y Elmer como similares en su carácter de sinvergüenzas sin escrúpulos, unos embaucadores; mientras Richard Brooks los hace contrapuestos:
Sharon cree fervorosamente que es una profeta, y Elmer es mostrado de modo simpático, pareciendo creer haber evolucionado por amor del cristianismo.
Jim Lefferts, en el libro, es un antiguo amigo de la universidad de Elmer, compañeros de piso, y es quien sabe del pasado de Gantry; mientras que el Lefferts del film, es un periodista cínico e íntegro, que desde una óptica objetiva, arremete contra estos vacuos encantadores de serpientes.
Lula Bains en la novela, es la hija del diácono a la que Elmer seduce, y es presionado para que se casen; mientras que en el film es una ex-novia prostituta que sigue enamorada de Elmer.
Significativo es el final:
En la novela, tras el incendio y muerte de la hermana Sharon, Elmer Gantry la sustituye como “profeta” evangelizador en sus espectáculos, continuando con su hipocresía; mientras en el film, Elmer deja el oficio de predicador, hastiado del fanatismo que los rodea; pero con una gran sonrisa de satisfacción...
Un dato final que ayuda al emplazamiento temporal de la película:
La hermana Sharon es vista brevemente afuera de una sala de cine que anuncia una película.
El título no se ve, pero los nombres de las estrellas son Rudolph Valentino y Agnes Ayres, lo que sugiere que la película es casi con toda seguridad “The Sheik” y los hechos ocurrieron en 1921.
“Love is the morning and the evening star…”
Un libro, como lo es La Biblia, puede ser un instrumento de formación o un arma contundente; puede contener sabiduría o una colección de exabruptos; puede haber sido pensado para hacer un aporte positivo a la humanidad, o tan solo para vomitar el odio o la ponzoña contenida.
Así mismo es la religión:
Puede ser un camino hacia Dios, o el más vulgar y malsano de los negocios; puede ser una excelente forma de servir a la humanidad, orientándola hacia la luz; o una farsa para alimentar el miedo y la dependencia…
Por tanto, el mal no está en la religión, sino en la forma de ejercicio que con respecto a ella elijan los hombres.
Porque religión es “re-ligarse” y esto significa nada menos que el objetivo supremo:
Volver a ser uno con El Creador.
Pero para muchos hombres invidentes… la religión se reduce a una pobre y penosa oportunidad de poner a su alcance los placeres terrenales.
¡Y pobres de aquellos que usan a Dios para abusar de sus hermanos!
Entonces se nos viene a la menta:
¿Quiénes son la mercadería, y quienes los mercaderes de la fe?
Una mercadería, es un producto con el que se comercia o negocia, y si La Biblia menciona a los mercaderes y sus mercaderías, vamos a ver quiénes son ambos y sus características.
¿Quiénes son los mercaderes de la fe?
Por avaricia son los que harán mercadería con palabras fingidas.
Sobre los tales, ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme.
Para desenmascarar a los mercaderes, lo vamos a ver a través de sus 2 características, pero primero debemos de saber que significan estas 2 características, para poder descubrir a estos infiltrados:
Avaricia es el afán o deseo desordenado y excesivo de poseer riquezas para atesorarlas.
En esta característica vemos a unos personajes introducidos en el mundo espiritual, amadores de riquezas y rodeados de ellas, así que toda persona que lidera cualquier religión, y está rodeado de riquezas con cierto desorden, es un mercader de la fe, al no ser que este haya tenido riquezas honestas antes de tomar el pulpito, ejemplo:
Si un pastor que tiene una economía humilde, obtiene un pulpito, y a los 15 años de ser pastor su economía no es la justa y equilibrada de un pastor de Cristo justo y equilibrado, este automáticamente no es pastor de Cristo, sino mercader de la fe; es decir que ahora tiene una casa en un lugar exclusivo, su carro dejo de ser el de antes, y obtuvo un último modelo de las mejores y más caras de las líneas de coches; su pequeña cuenta bancaria se convirtió en sus grandes cuentas bancarias, etc.; entonces, dicho pastor es un mercader de la fe y no un pastor de Cristo, y por regla general, estos son en su mayoría, no todos, aquellos que poseen congregaciones mayores de 1.500 personas aproximadamente.
Ahora que hemos visto quienes son los que poseen avaricias, vamos a ver de qué manera la trabajan, que es con palabras fingidas.
Las palabras son una serie de segmentos o letras unidas para expresar algo verbal o por escrito.
Fingida porque representa una cosa que no es verdad para que alguien lo crea.
Y por palabras fingidas de los mercaderes, serían una serie de frases dichas por estos supuestos pastores, representando algo que no es cierto, por ejemplo:
El diezmo fue una Ley Israelita, y muriendo Cristo, murió la ley, quedando el diezmo inválido para la iglesia, puesto que para el financiamiento de la iglesia, es que cada uno apartemos el primer día de la semana algo conforme hayamos ido prosperado.
Y todos aquellos que piden el diezmo, están utilizando El Evangelio de manera discrecional para la obtención de beneficios económicos propios, avaricia; por tanto, todos estos que piden el diezmo se han convertido en mercaderes de la fe, aunque existen también más de un centenar de discrecionalidades que hacen confundir al pueblo para que estos supuestos pastores salgan beneficiados, y El Evangelio de Jesucristo no se ha creado para ningún tipo de ganancias terrenales, sino espirituales.
Así que antenas:
Lo único que necesita un falso pastor para hacerse rico, es que los hombres que lo escuchan, no hagan nada para impedirlo.
Y en lo espiritual, si nos venden que todos vamos a ir al Infierno, porque todos somos pecadores, de qué sirve la iglesia…

“You're all sinners...
You'll all burn in hell!”



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