Disraeli

“A precedent embalms a principle”

Lord Benjamín Disraeli KG, FRS, PC, Conde de Beaconsfield, fue un político, escritor y aristócrata británico, que ejerció 2 veces el cargo como Primer Ministro del Reino Unido, siendo líder de “La Muy Leal Oposición de Su Majestad” y 3 veces Ministro de Hacienda; siendo uno de los más destacados políticos perteneciente a la corriente conservadora de Los Tories, de la cual se convirtió en uno de los más notorios líderes, y una de las figuras claves en la conversión de estos en El Partido Conservador; pasando a liderar esta organización política, extendiendo su carrera dentro de La Cámara de Los Comunes por casi 4 décadas.
A lo largo de su carrera política, Disraeli, a quienes sus seguidores llamaban “Dizzy”, se consagró por su magnífica oratoria, en la cual incluía un extraordinario dramatismo, llevándolo a ser considerado como “el mejor orador de La Cámara de Los Comunes”
Igualmente, otros 2 rasgos destacaron en su trayectoria pública:
El primero, su notoria rivalidad con el líder del Partido Liberal, el también prominente político, William Gladstone; y el segundo, su extraordinaria amistad con La Reina Victoria,  la cual lo benefició en su tormentosa relación con Gladstone, pues La Monarca demostraría detestar al mismo, tanto como Disraeli.
Ese acercamiento con La Reina, se vería incrementada con la muerte de su esposa, el 15 de diciembre de 1872, a raíz de un cáncer estomacal que arrastraba desde 1866.
Si bien, en un principio La Reina Victoria se mostró distante, e incluso disgustada con la presencia de Disraeli, las relaciones entre ambos comenzaron a mejorar sustancialmente a partir de la muerte del Príncipe Alberto.
En cierta ocasión, Disraeli escribió en un periódico británico, un artículo alabando la figura del Príncipe, y se hizo partícipe del dolor de La Reina, haciéndolo extensivo a toda Inglaterra.
La Reina, que sufrió duramente su viudez, se mostró sumamente complacida con los comentarios de Disraeli, más todavía cuando estos se incrementaron, al publicar La Reina los archivos y una suerte de biografía del Príncipe años después.
Nacería entonces una gran amistad con La Reina; de hecho, ella lo llamaba cariñosamente “Dizzy”, y él respondía a su elogio con el poético calificativo de “La Reina de Las Hadas”
Los halagos no terminarían ahí:
Disraeli, a la hora de tratar con La Reina, con frecuencia se dirigía a ella diciéndole:
“Nosotros, los autores”, demostrando así tratarla como un igual, y no solo eso, la trató como una mujer, cuestión en la que distaba mucho de su tradicional rival, Gladstone.
En el momento de su 2º cargo como Primer Ministro, Disraeli había establecido una fuerte relación con Victoria, probablemente más cerca de ella que cualquiera de sus Primeros Ministros, excepto el primero, Lord Melbourne; y cuando Disraeli regresó como Primer Ministro en 1874, fue a besarle las manos, y lo hizo literalmente, sobre una rodilla.
Según se cuenta, durante los próximos 6 años, Victoria y Disraeli explotarían su cercanía para obtener una ventaja mutua.
Por su parte, Victoria había deseado durante mucho tiempo tener un título Imperial, que reflejara el dominio en expansión de Gran Bretaña; y estaba molesta cuando El Zar Alexandr II tenía un rango más alto que ella como Emperador, y se horrorizó de que su hija, La Princesa prusiana de la corona, la superara cuando su esposo llegara al trono.
Ella también vio en el título Imperial, una proclamación al aumento de la estatura de Gran Bretaña en el mundo.
Así, el título “Emperatriz de La India”, se había usado informalmente con respecto a Victoria durante algún tiempo, y deseaba que se le otorgara ese título formalmente; por lo que ella prevaleció sobre Disraeli para presentar un proyecto de ley de títulos reales, y también habló de su intención de abrir el Parlamento en persona, lo que durante este tiempo hizo solo cuando quería algo de los legisladores.
Disraeli fue cauteloso en la respuesta, ya que los sondeos cuidadosos de los parlamentarios, provocaron una reacción negativa, y se negaron a colocar tal propuesta en “El Discurso de La Reina”
Una vez que se preparó el proyecto de ley deseado, el manejo de Disraeli no fue adecuado:
Él no notificó ni al Príncipe de Gales ni a la oposición, y fue recibido por la irritación del Príncipe y un ataque a gran escala de los liberales.
Un viejo enemigo de Disraeli, el ex canciller liberal, Robert Lowe, alegó durante el debate en Los Comunes, que 2 Primeros Ministros anteriores se habían negado a introducir dicha legislación para La Reina.
Gladstone, inmediatamente declaró que él no era uno de ellos, y La Reina le dio permiso a Disraeli para citarla, diciendo que nunca se había acercado a un Primer Ministro con tal propuesta.
Según se dice, Disraeli, en una brillante oración de invectiva fulminante, procedió a destruir a Lowe, quien se disculpó y nunca más ocupó el cargo.
Y le dijo que era la única persona en Londres con la que no se daría la mano, “está en el barro y allí lo dejo”
Temiendo perder, Disraeli era reacio a someter el proyecto de ley a votación en Los Comunes, pero cuando finalmente lo hizo, se aprobó con una mayoría de 75.
Una vez que el proyecto de ley se promulgó formalmente, Victoria comenzó a firmar sus cartas “Victoria R & I”, es decir “Regina et Imperatrix” o “Reina y Emperatriz”
Pero la impopular Ley de Títulos Reales, sin embargo, destrozó la autoridad de Disraeli en La Cámara de Los Comunes.
De más está decir que La Reina solía corresponder a muchos halagos, otorgándole siempre todos los honores a Disraeli, incluyendo el título nobiliario de Conde de Beaconsfield; y no solo le tenía gran cariño:
Lo admiraba y le consideraba su mejor consejero.
Algunos autores y biógrafos de La Reina y de Disraeli, han insinuado que la relación trascendió de una mera relación de amistad:
Ambos mantenían largas charlas, paseaban por los jardines del Palacio, e intercambiaban continuamente flores.
Por su parte, Disraeli siempre consideró los asuntos exteriores, como la parte más crítica e interesante del estadista.
Sin embargo, se duda que su tema tuviera ideas específicas sobre política exterior cuando asumió el cargo en 1874.
Él raramente había viajado al extranjero; y desde su joven gira por El Medio Oriente, de 1830 y 1831, había dejado Gran Bretaña solo para su Luna de Miel y 3 visitas a París, la última de las cuales fue en 1856.
Y como había criticado a Gladstone, por una política exterior de “no hacer nada”, él más probablemente contempló qué acciones reafirmarían el lugar de Gran Bretaña en Europa.
Su breve primer mandato, y el primer año de su segundo, le dio pocas oportunidades de dejar su marca en los asuntos exteriores.
Pero sus políticas siempre estuvieron orientadas hacia la consolidación del Imperio Británico, y conllevaron una nueva visión del conservadurismo en su país, materializando numerosas acciones en política exterior, tal como la anexión de las islas Fiyi, la adquisición de las acciones sobre El Canal de Suez, en el Egipto controlado por los otomanos; La Coronación de La Reina Victoria como la primera Emperatriz de La India, así como las guerras coloniales en Afganistán y Sudáfrica, todas maniobras que lo consagraron como el representante de una de las políticas internacionales más agresivas jamás vistas en El Reino Unido, al punto de frenar El Imperialismo Ruso y doblegar al Imperio Otomano.
Sobre El Canal de Suez, inaugurado en 1869, cortó semanas y miles de millas del viaje entre Gran Bretaña e India; y en 1875, aproximadamente el 80% de los barcos que usaban el canal, eran británicos.
En caso de otra rebelión en La India, o de una invasión rusa, el tiempo ahorrado en Suez, podría ser crucial.
Así, construido por los intereses franceses, gran parte de la propiedad y los bonos del canal permanecieron en sus manos, aunque algunas de las acciones pertenecían a Isma'il Pasha, El Jedive de Egipto que se destacó por su gasto despilfarrador.
Con todo, El Canal estaba perdiendo dinero, y un intento de Ferdinand de Lesseps, constructor del canal, para subir los peajes, había fracasado cuando el Jedive había amenazado con usar la fuerza militar para evitarlo, y también había atraído la atención de Disraeli…
El Jedive gobernó Egipto bajo El Imperio Otomano; como en Crimea, la cuestión del Canal planteó la cuestión oriental de, qué hacer con El Imperio en decadencia gobernado desde Constantinopla.
Con gran parte del comercio y las comunicaciones previas al Canal entre Gran Bretaña e India que pasaban por El Imperio Otomano, Gran Bretaña había hecho todo lo posible para apuntalar a los otomanos contra la amenaza de que Rusia tomaría Constantinopla, cortando esas comunicaciones, y dando a los barcos rusos acceso ilimitado el Mediterráneo.
Los franceses, también podrían amenazar esas líneas desde las colonias en Siria; y Gran Bretaña había tenido la oportunidad de comprar acciones en el canal, pero se había negado a hacerlo.
Por su parte, Disraeli había pasado cerca de Suez en su gira por El Medio Oriente en su juventud, y al asumir el cargo, reconociendo el interés británico en el canal, como puerta de entrada a La India, envió al parlamentario liberal, Nathan Rothschild a París, para preguntar sobre la compra de las acciones de De Lesseps.
El 14 de noviembre de 1875, el editor de La Gaceta del Centro Comercial Pall, Frederick Greenwood, se enteró por el banquero londinense, Henry Oppenheim, de que Khedive estaba tratando de vender sus acciones en La Compañía del Canal de Suez a una empresa francesa; Greenwood, rápidamente le dijo a Lord Derby, Secretario de Relaciones Exteriores, quien notificó a Disraeli; y El Primer Ministro se movió de inmediato para asegurar las acciones.
El 23 de noviembre, Khedive ofreció vender las acciones por 100,000.000 de francos; y en lugar de buscar la ayuda del Banco de Inglaterra, Disraeli le pidió a Lionel de Rothschild que prestara los fondos.
Rothschild lo hizo, y polémicamente asumió una comisión sobre el acuerdo.
El capital del banquero estaba en riesgo, ya que El Parlamento podría haberse negado a ratificar la transacción.
Con todo, el contrato de compra se firmó en El Cairo, el 25 de noviembre, y las acciones depositadas en el consulado británico al día siguiente.
Disraeli le dijo a La Reina:
“Está arreglado; ¡lo tiene, señora!”
El público vio la empresa, como una atrevida declaración británica de su dominio de los mares; tanto que se describió la compra de acciones del Canal de Suez como “el mayor romance de la carrera romántica de Disraeli”
En las siguientes décadas, la seguridad del Canal de Suez, como el camino a la India, se convirtió en un foco principal de la política exterior británica.
Un ministro de Asuntos Exteriores posterior, Lord Curzon, describió el canal en 1909 como “la influencia determinante de cada movimiento considerable del poder británico hacia el este y el sur del Mediterráneo”
En 1878, ante las victorias rusas contra los otomanos, Disraeli trabajó en El Congreso de Berlín para obtener la paz en Los Balcanes en términos favorables para Gran Bretaña, y desfavorables para Rusia, su antiguo enemigo.
Esta victoria diplomática sobre Rusia, estableció a Disraeli como uno de los estadistas más importantes de Europa.
Los acontecimientos mundiales posteriores, se movieron contra los conservadores; y las controvertidas guerras en Afganistán y Sudáfrica, minaron su apoyo público.
Disraeli es, también, el único Primer Ministro en la historia del Reino Unido en haber recibido un título nobiliario antes de culminar su período en ejercicio, así como ostenta el peculiar honor de ser la única persona en haber desempeñado dicho cargo, de ascendencia judía, formaba parte de una familia tradicional judía sefardí de origen italiano; de hecho, sus antepasados habían sido expulsados de España en 1492.
Sin embargo, él fue bautizado junto a todos sus hermanos en La Iglesia anglicana a la edad de 13 años, convirtiéndose de este modo al cristianismo.
Además, Disraeli fue 2 veces candidato al rectorado de La Universidad de Glasgow, siendo electo en ambas ocasiones, lo que lo llevó a ejercerlo entre 1871 y 1877, en simultáneo con la primera magistratura del Reino Unido.
Y ha sido descrito por sus biógrafos, como “un hombre que amaba las reuniones sociales, los gustos caros y la ropa de moda”
Muchos de sus adversarios lo atacaron con dureza por sus excesos, que incluyeron más de alguna aventura con mujeres casadas; y se le consideraba un “dandy” que vestía estrafalariamente; de hecho, él mostró siempre la cualidad de ser agradable y extremadamente culto, lo que le granjeó simpatías de, entre otros, Napoleón III y La Familia Rothschild, amistades que resultarían sumamente útiles, tanto en lo referente a solucionar sus problemas económicos como a su carrera política.
Para 1831, Disraeli emprendió un largo viaje, una suerte de peregrinaje por Tierra Santa que transformaría su vida; y a partir de ese momento, no solo revaluaría sus orígenes, sino que nacería la íntima convicción de que había nacido para ocupar un lugar importante en el mundo.
El 28 de agosto de 1839, contrajo matrimonio con Mary Ann Whyndham, una mujer de sociedad 12 años mayor que él, una viuda inteligente, y, sobre todo, dotada de una renta mensual de 4 mil libras, cuestión que impulsaría tanto su carrera como escritor, como en la política.
A partir de este momento, Disraeli vivió de forma holgada y con la literatura y la política como sus únicas preocupaciones, pese a lo cual, no fue raro que alguno de sus excesos terminara por enfurecer a su esposa, sobre todo al momento de pagar las cuentas.
No obstante, Disraeli no dejó de agasajarla, llamándola cariñosamente “The Perfect Woman” o “La Mujer Perfecta”, cosa que, dadas sus ambiciones, resultaba un cumplido literal.
Sin embargo, la pareja no tuvo hijos…
La muerte de su esposa, ocurrida el 15 de diciembre de 1872, marcaría a Disraeli de por vida, no solo por el sufrimiento que le supuso la enfermedad de ella, en cuya dolorosa crisis final se comportó como el más fiel acompañante.
Y fuera de deberle a su esposa su carrera política, Disraeli comenzó a notar que había perdido el principal legado de su matrimonio, un hogar; y encontró consuelo posteriormente en su relación con 2 conocidas damas de sociedad:
Lady Bradford y Lady Chesterfield, las cuales de todas formas no llenaron el vacío dejado por su esposa.
Solo la compañía de La Reina, y además del poder, resultaron en sí mismas la razones que entregarían nueva vida a Disraeli.
En el cine, las películas históricas sobre su persona, ayudaron a mantener el “status quo” político en Gran Bretaña en las décadas de 1920 y 1930, al imponer un punto de vista de establecimiento que enfatizaba la grandeza de La Monarquía, El Imperio y la tradición; por lo que las películas crearon un mundo facsímil, donde los valores existentes, siempre eran validados por eventos en la película, y donde toda la discordia podía convertirse en armonía al aceptar el “status quo”; y se ha argumentado que Disraeli era un héroe de cine especialmente popular, pues los dramas históricos le favorecieron sobre Gladstone y, más sustantivamente, promulgaron una visión esencialmente deferente del liderazgo democrático.
“War is never a solution.
It's an aggravation”
Disraeli es un drama del año 1929, dirigido por Alfred E. Green.
Protagonizado por George Arliss, Joan Bennett, Florence Arliss, Anthony Bushell, David Torrence, Ivan F. Simpson, Doris Lloyd, Gwendolyn Logan, Charles E. Evans, Cosmo Kyrle Bellew, Jack Deery, Michael Visaroff, Norman Cannon, Henry Carvill, Margaret Mann, entre otros.
El guión es de Julien Josephson y De Leon Anthony en los títulos; basados en la obra homónima de 1911, escrita por Louis N. Parker; a su vez basada en la biografía del dirigente británico, Benjamin Disraeli.
Louis Napoleon Parker, fue un dramaturgo, compositor y traductor inglés que escribió muchas obras de teatro, desarrollando una reputación de obras históricas.
Su obra de 1911, “Disraeli” es una de sus más conocidas, que gira en torno al plan británico para comprar El Canal de Suez, y los esfuerzos de 2 espías para detenerlo.
La obra fue encargada por el actor George Arliss, quien vio una representación del estadista británico victoriano, Benjamin Disraeli, como un vehículo ideal para su carrera en el escenario.
La obra fue escrita en Londres, durante 1910; donde Parker sufrió el bloqueo del escritor en un momento, y recibió ayuda de Arliss.
Parker incluyó una subtrama levantada de la obra de 1839, “Richelieu” de Edward Bulwer-Lytton que luego fue objeto de cierta controversia; y agregó una serie de personajes ficticios para agregar emoción y drama a la historia.
El verdadero papel de Lionel de Rothschild en la compra del Canal, se cambió al del banquero ficticio Meyers.
La obra se estrenó en El Teatro Wallack de New York, el 18 de septiembre de 1911; siendo un éxito popular para Arliss, desarrollando un público fiel; y se convirtió en el papel característico de Arliss, que estaba fuertemente identificado con él en la cultura popular; tanto que para 1934, los cinéfilos británicos llamaron a Arliss, “su estrella masculina favorita”
Arliss, luego logró adquirir los derechos cinematográficos de la obra por $3,000, y en 1921 apareció en la versión de cine mudo, “Disraeli”
En 1929, después de la revolución del sonido, Arliss hizo una nueva versión del sonido para Warner Brothers.
Para ese momento, tenía en espera el estreno de “The Green Goddess” que se filmó en 1929  y que se completó antes de Disraeli, pero se mantuvo fuera de estreno hasta 1930, a pedido de Arliss, porque sintió que esta película era un mejor vehículo para su debut en un “talkie”
Cabe señalar que anteriormente se habían producido 2 versiones de la película muda de la obra de Parker, ambas también tituladas “Disraeli”:
Una versión de 1916, producida por la compañía británica NB Films; y la versión de 1921, producida por la compañía de producción de Arliss, Distinctive Productions, y lanzada por United Artists.
Al igual que con la obra original de Broadway de 1911, y su renacimiento de 1917, y la película muda de 1921, la esposa de Arliss, Florence, apareció junto a él en el papel de la esposa de Disraeli, Mary Anne, Lady Beaconsfield.
El éxito de Disraeli lo llevó a estar nominado a 3 premios Oscar:
George Arliss ganó como Mejor Actor.
Su victoria lo convirtió en el primer actor británico en ganar, el primer actor en ganar para una nueva versión de una película producida anteriormente, y el primero en ganar por repetir un papel en una película.
Las 2 otras nominaciones del filme fueron como mejor película y guión.
Como dato, Disraeli fue el primer filme nominado al Oscar a La Mejor Película en tener el nombre de una persona en el título; y también es el primer nominado a Mejor Película basado en una persona histórica.
En general, Arliss ganó el 3r Premio de La Academia al Mejor Actor otorgado con esta actuación; aunque para los estándares de hoy en día, algunos podrían considerarlo pesado, Arliss pertenecía a la escuela de actuación clásica victoriana y, por mi parte, aprecio el cuidado que tuvo al presentar uno de sus papeles más aclamados de la época.
Posterior mente, al año siguiente, en 1930, Arliss sería nuevamente nominado como mejor actor en el Oscar por “The Green Goddess”
La película, Disraeli, sobrevive en su forma de relanzamiento de 1934, cuando se convirtió de su tecnología original de sonido en disco a sonido en película; y para proporcionar espacio para la banda sonora, la imagen se recortó notablemente en el lado izquierdo, a excepción de la secuencia de crédito de apertura y el título final, que se reemplazaron y se centraron.
Algunos materiales de La Era “Pre-Code” de archivo, de unos 3 minutos, también se ha eliminado, y se cree que están perdidos.
La acción sigue al Primer Ministro británico, Benjamin Disraeli (George Arliss), se enfrenta a la oposición de políticos nacionales, el anti-semitismo, espías rusos y traidores en su casa y oficina, pero sale airoso en su objetivo:
Asegurar para Inglaterra los derechos del Canal de Suez.
En el proceso, Disraeli tendrá que lidiar con un cierto prejuicio de sus contemporáneos debido a su herencia judía; pero el meollo se centra en su preocupación por el creciente interés de Rusia en el subcontinente indio, y sus intentos de comprar el Canal de Suez.
Disraeli ve El Canal como el recurso estratégico clave para mantener El Imperio en el Este, pero es impopular en muchos sectores.
Con el antisemitismo en ese momento, Disraeli encuentra poco apoyo para su plan de comprar el canal, o su política exterior en general.
No hay duda de que los rusos están conspirando contra los intereses británicos y está rodeado de espías, incluso en su oficina en 10 Downing St.
Cuando El Banco de Inglaterra se niega a financiar la compra de las acciones disponibles, recurre a fuentes privadas para recaudar fondos; solo para encontrar a los conspiradores un paso por delante de él.
Aunque se trata de una historia real, la manera de contarla está hecha como si de una película de aventuras se tratara, con “malvados” espías rusos y carreras contra reloj para que los ingleses “buenos” triunfen; y también se permite una doble historia de amor:
Una entre los 2 jóvenes, Charles (Anthony Bushell) y Clarissa (Joan Bennett), con los que Disraeli ejercerá de “celestino” particular después de que la chica rechace a su pretendiente, por ser este demasiado estirado...
La forma de hacer que este triunfe con la chica, es meterlo en política…
Para que luego digan que la política no es sexy...
Pero todo el filme gira en torno a George Arliss, que hace una excelente interpretación, aunque por momentos no puedo evitar verlo demasiado teatral y sobreactuado, como cuando finge estar enfermo… mención aparte merece el maquillaje y peluquería de su personaje, que sería Oscar seguro si ese año existiese esa categoría… y si te gustan las actuaciones clásicas de “one-man-show”, es difícil vencer a Arliss en esta película:
Él actúa como una araña que hace girar su red, capturando todo lo que está a la vista, incluida la audiencia.
¡Ten cuidado!
“I tell you, a ferment is at work all over the world.
Titanic forces are unchained in America, forces you have no conception of.
The spirit of nationality is aroused in France, in Italy, in Germany!
New wine has been poured into old bottles, and an explosion must follow sooner or later.
I shall not live to see it, but I hear the seething of the yeast”
George Arliss fue tanto un fenómeno cinematográfico como “Dizzy” una maravilla política.
Él era un hombre delgado sin una onza de grasa en los huesos; parecía su edad; tenía un cráneo estrecho, pómulos prominentes, labios delgados y una nariz regia.
Con un estilo de actuación dominante y una dicción tan precisa como la caligrafía de un contador, Arliss es definitivamente de la vieja escuela, según los estándares actuales; que se convirtió en una estrella de teatro en Broadway, en 1908 por la obra “The Devil”
El productor, George Tyler, encargó a Louis Napoleon Parker, en 1911, que escribiera una obra específicamente diseñada para Arliss, y el actor realizó una gira con “Disraeli” durante 5 años, llegando a identificarse estrechamente con El Primer Ministro británico del siglo XIX.
Así Arliss comenzó su carrera cinematográfica, nuevamente con “The Devil” (1921), seguido por “Disraeli” y otras 4 películas mudas…
Hoy se sabe que solo “The Devil”, “Disraeli” y “The Green Goddess” han sobrevivido en su formato original.
Arliss retomó tanto “The Green Goddess” como “Disraeli” en sonido en 1929, convirtiéndose exitosamente a la edad de 61 años, en una estrella del teatro legítimo, y luego de películas mudas a películas sonoras.
Hizo 10 películas sonoras, exclusivamente para Warner Bros., bajo un contrato que dio a la estrella un inusual control creativo sobre sus filmes.
Una de esas películas, “The Man Who Played God” (1932), fue el primer papel principal de Bette Davis; que hasta el final de su vida, La Davis estuvo agradecida por la oportunidad que Arliss le dio al confiar en su destreza.
¿Por qué todo esto sobre un actor desaparecido y olvidado?
En parte es porque lo que hace que sus películas sean tan fáciles de ver, él sabía exactamente lo que estaba haciendo, y es memorable en eso.
Principalmente porque tuvo una vida notable como actor, y debería ser recordado por al menos unos pocos; pues “los que no pueden recordar el pasado, están condenados a perderse muchas cosas buenas”
De esa manera, Warner promovió la película como un evento importante, temática y políticamente, describiendo a Arliss como “el primer caballero de la pantalla sonora” y de hecho lo fue.
Arliss aquí juega el papel con clase y elegancia; y como resultado de las críticas positivas, la película biográfica fue muy popular entre el público, convirtiéndose en una estrella de cine poco probable, con una buena reputación durante una década más o menos.
La acción inicia en 1874, con la ambiciosa política exterior de Disraeli, dirigida a crear un Imperio Británico, que es rechazada por La Cámara de Los Comunes después de un discurso de su gran rival, William Gladstone.
Más tarde, Disraeli recibe la noticia de que el derrochador Jedive de Egipto necesita dinero urgentemente, y está dispuesto a vender las acciones de control en El Canal de Suez.
La compra del Canal, aseguraría el control de La India, pero Michael Probert (David Torrance), Jefe del Banco de Inglaterra, deja en claro a Disraeli, que se opone con vehemencia a cualquier plan de este tipo.
Disraeli luego convoca a Hugh Myers, un importante banquero judío…
Mientras tanto, Lord Charles Deeford le propone matrimonio a Lady Clarissa Pevensey.
Aunque ella está enamorada de él, ella lo rechaza; y él se contenta con disfrutar de su riqueza y alta posición social, careciendo de la ambición que ella quiere en un esposo; además, es una gran admiradora del Primer Ministro, y Charles no tiene una opinión firme sobre él…
Disraeli, al ver una promesa en el joven, y querer que Clarissa sea feliz, convence a Charles de que venga a trabajar para él, y le cuenta sobre la compra del canal…
Pero él no le cuenta sobre los espías.
Rusia, ansiosa por apoderarse de India, ha asignado 2 espías para vigilar a Disraeli:
La Sra. Travers (Doris Lloyd), que ha entrado en los círculos sociales más importantes, y El Sr. Foljambe.
Pero Disraeli no es engañado; él ha contratado a Foljambe como su secretario personal de gobierno, para tender una trampa.
Cuando Foljambe le pregunta a Charles, si Myers está allí para proporcionar respaldo financiero para la compra del canal, Charles no dice nada, pero su actitud deja en claro que Foljambe ha adivinado correctamente.
La Sra. Travers, ordena a Foljambe que abandone el país, y advierta a sus amos.
Disraeli, pronto descubre lo que ha sucedido; y cuando decide enviar un agente al Jedive de inmediato, Clarissa sugiere que envíe a Charles.
Charles persuade al Jedive para que acepte el cheque de Myers, a cambio de las acciones, y también demuestra su valía a Clarissa.
Disraeli está eufórico cuando recibe la noticia; sin embargo, Myers llega y le informa que su banco ha sido llevado a la bancarrota por sabotaje; y el cheque no vale nada.
Disraeli le dice que mantenga su situación en secreto por el momento; y cuando llega la curiosa Sra. Travers, Disraeli le permite enterarse de la compra, y ella acepta con entusiasmo su parte clave en el sabotaje de Myers.
Pensando rápidamente, Disraeli convoca a Probert.
Aunque el banquero inicialmente se niega a ayudar, Disraeli lo obliga a firmar un documento que otorga crédito ilimitado a Myers, al amenazar con que El Parlamento revoque el estatuto del banco.
Después de que Probert se va, Disraeli le confiesa a su esposa y a Clarissa que estaba mintiendo…
La solvencia de Myers se restablece, el acuerdo se completa y, como resultado del éxito de Disraeli, La Reina Victoria puede agregar el título de Emperatriz de La India a sus otros títulos.
Disraeli es la historia de la determinación del Primer Ministro de asegurar la propiedad del Canal de Suez para Gran Bretaña; y entre otras ventajas, el canal proporcionará una ruta corta y segura a La India y más allá.
El Banco de Inglaterra se opone a él; y La Rusia Imperial intenta frustrarlo con espías y artimañas; pero tiene una oportunidad de solo 3 semanas para cerrar el trato.
Disraeli usa cada truco y cada farol que puede pensar para imponer su voluntad; y todavía tiene tiempo para alentar la unión amorosa entre 2 jóvenes a los que aprecia mucho.
La encantadora Lady Clarissa Pevensey de 19 años, interpretada por la encantadora Joan Bennett de 19 años; y al bien intencionado pero sofocado Lord Charles Deeford, interpretado por Anthony Bushell, de 25 años.
La película es anticuada, declarativa y teatral, es un hecho, aun así, Arliss le da a su personaje tanto encanto e ingenio, tanta inteligencia y poder, que la película se convierte en algo más que un artefacto.
Muchos dicen que Disraeli fue el primer “biopic” de la historia del cine...
No lo es, primero, en ese entonces no existía el término, sino que es una película cuyo éxito se debía, ante todo, a su temática centrada en la historia británica, sus intrigas políticas y luchas internacionales; y en segundo plano, la obra prestaba atención a temas financieros, al mundo judío y al arte de la oratoria.
Por tanto, esta no es una película biográfica per se, es ficcionaliza la adquisición de Disraeli por El Canal de Suez; que fue un golpe de estado diplomático bastante ingenioso en su día, pero esta versión trae a una encantadora dama espía en Doris Lloyd al servicio de La Rusia Zarista; por lo que tienes aquí es una obra de teatro con un diálogo ágil, llevado al cine con grandes actores de teatro.
Y eso no está nada mal.
El movimiento y el sonido de la cámara son primitivos, después de todo, esta es una película de 1929; pero nunca pierdes interés.
Los cineastas han elegido sabiamente centrarse en un incidente particularmente crucial en la historia del mundo, la transferencia de propiedad del derecho a construir y mantener El Canal de Suez; al tiempo que se centran en el personaje clave del drama:
El Primer Ministro, Benjamin Disraeli; que en el transcurso de unas pocas semanas, cuando este drama tiene lugar, podemos ver lo atractivo de este hombre, de cómo manejó los prejuicios contra un judío que dirige un país de anglicanos, y cómo su vida personal se entrelazó con su desempeño.
No tengo idea de cuánto de esto es cierto; supongo que los hechos del asunto del Canal de Suez son precisos; pero la película da vida a la intriga y el romance de la vida de un hombre en el centro de la vida política inglesa en un momento en que el poder británico alcanzó su cénit.
Y es que a lo largo del siglo XIX, El Canal fue un paradigma de la política exterior británica, que los rusos buscaban constantemente socavar los intereses británicos en La India.
El mismo tema se encontró en “Kim” de Rudyard Kipling.
Aquí vemos muchos juegos, financieros y políticos, antes de que el astuto Benjamin Disraeli gane el canal para El Reino Unido; y demuestra estar a la altura del desafío, al mismo tiempo que le preocupa la salud de su amada esposa, interpretada por Florence, que en realidad es la esposa de George Arliss.
Del reparto, George Arliss ofrece una merecida actuación ganadora del Premio de La Academia como Primer Ministro, y es tan experto en el diálogo y en transmitir su estado de ánimo con miradas y pequeños gestos, y el ritmo de la película es tan rápido, que apenas se nota la cámara de cine de 1929 que no puede moverse ni una pulgada.
En este cortometraje de 90 minutos, Disraeli interpreta a un emparejador, mentor, rompedor de un anillo de espías, y maestro de negocios con una sofisticación de diálogo y actuación que rara vez se vería en las películas durante otros 10 años.
Particularmente conmovedora es la relación con su esposa real, con quien el actor se casó en 1899, y duró hasta su muerte.
El respeto mutuo y la ternura que la pareja muestra el uno al otro, es bastante conmovedor.
Por lo que Arliss se merienda a todos, él es la razón principal para ver la película; porque el mimetismo es extraordinario:
Llama la atención con sus rasgos de halcón, su peinado extremo, una especie de estilo “pageboy” con un gran rizo pegado en el centro de su frente; y la dicción teatralmente entrenada.
Y qué cara tan fantástica tenía... ciertamente no es bonita, sino muy expresiva; por lo que es realmente divertido compararlo con Disraeli.
En realidad, George Arliss interpreta a George Arliss en ambos casos, que como John Barrymore y Bette Davis, a quienes, por cierto, descubrió Arliss; siempre estaban interpretándose a sí mismos.
El punto es que nos encanta verlos hacer de ellos mismos; y Arliss buscó roles que le queden bien; por lo que él no trata de calzarse en un papel; y Disraeli es un personaje verdaderamente memorable en sus manos.
Él es a la vez un caballero encantador, un político astuto, un mentor, un casamentero y un esposo cariñoso; e interpreta estas partes tan bien, que casi olvidamos que él también es El Primer Ministro hasta que se ve obligado a revelar, cuán poderoso puede ser realmente en un momento crítico.
Y Arliss no rehúye mostrarnos los defectos del hombre también; sus momentos de duda e ira.
Vemos todos los lados de este personaje, incluido el desamor por la mala salud de su esposa, etc., y creo que gustan tanto las bromas de Arliss, como su pequeña charla, como sus grandes declaraciones.
Realmente es genial con frases ingeniosas, que salen de una manera completamente natural, creando la ilusión de que realmente somos una mosca en la pared, presenciando grandes figuras históricas en un nivel íntimo.
Por ejemplo, la forma en que presenta formalmente a otros, su asistente de oficina, a quien él sabe que es un espía:
“¿Este es el Sr. Foljambe?
Un duro trabajador”
Otra cosa maravillosa sobre Disraeli, es algo que fue una de las primeras películas sonoras, y la actuación todavía estaba llena de extravagantes gestos físicos que eran el lenguaje del cine mudo y las necesidades del escenario, donde los actores tenían que proyectarse sin el beneficio de que una pantalla grande los proyectara con primeros planos.
Podemos ver esto especialmente en el papel masculino interpretado por Anthony Bushell, que estaba destinado a transmitir ardor, pero que ahora parece cursi.
En el caso de Arliss, tenemos la suerte de haber conservado a uno de los grandes actores de teatro de la época, u actuación es una ventana al mundo cuando el teatro era el gran medio, y cuando los actores de teatro eran los grandes actores.
Entonces, Disraeli no es solo un gran entretenimiento, sino un gran documento, tanto de su tema como de su propia era.
Otro dato de interés, es que Arliss construyó una unidad de producción en Warners, tanto delante como detrás de las cámaras; de hecho, Arliss siempre prefirió utilizar los mismos actores confiables, y tenía buen ojo para descubrir talentos desconocidos, como James Cagney, Randolph Scott y Dick Powell.
Y a pesar de su amplia participación en la planificación y producción de sus películas, Arliss reclamó crédito solo por actuar.
Hoy, George Arliss es recordado principalmente por su ingeniosa serie de biografías históricas, como “Alexander Hamilton”, “Voltaire”, “The House of Rothschild”, “The Iron Duke” y “Cardinal Richelieu”
Y bueno, a Disraeli, quizás se le puede criticar el argumento, en el sentido que si Reino Unido hubiera aportado algo a La India durante su colonización, que es lo que se glorifica en la película, pues entonces hubiera parecido algo más heroico.
Y como personaje histórico, en su carrera, Disraeli fue el epítome del supremacista blanco británico, siempre promoviendo la idea de que Gran Bretaña tenía un destino para gobernar gran parte del mundo.
En marcado contraste, William Gladstone también se desempeñó como Primer Ministro, ambos alternando en este papel muchas veces; y Gladstone pensó que la política colonial era una noción muy impropia y anticristiana... pero, lamentablemente, este gran político no obtuvo una película biográfica cara.
Por último decir que al ser una de las primeras sonoras, no hay música, excepto en momentos cortos que hay alguna orquesta tocando de fondo.
“World Control Or Oblivion?”
Sufriendo de asma y gota, Benjamin Disraeli, cayó enfermo de bronquitis, y quedó claro que esta podría morir, pues estaba casi ciego; por lo que Disraeli rechazó una visita de La Reina Victoria, diciendo:
“Solo si me pedía que le llevara un mensaje a Albert”
Y es que La Reina mostraba particular interés en la salud de Disraeli, en especial en sus últimos años.
Cuando Disraeli sufrió el ataque que lo llevaría a la muerte, La Reina envió una sentida nota deseándole su recuperación.
Disraeli, muy débil, hizo que se la leyeran; y se dice que luego de escucharla declaró:
“Esta carta debería serme leída por Lord Barrington, un consejero íntimo”
Junto a ella, La Reina le enviaba “vuestras flores preferidas de primavera”, y una tarjeta, firmada “A Workman”, que deleitó a su destinatario al leer:
“No mueras todavía, no podemos prescindir de ti”
Al momento de morir Disraeli, La Reina, que se encontraba en La Isla de Wight, regresó de inmediato, desgraciadamente después de su funeral.
Acongojada, y según algunos, “viuda por segunda vez”, visitó su tumba y ordenó que se erigiera un monumento con una placa en la que podía leerse:
“A la querida y honrada memoria de Benjamín, Conde de Beaconsfield, está dedicado este monumento por su agradecida soberana y amiga Victoria R.I.”
La firma incluye estas enigmáticas palabras:
“Los reyes aman a quien habla con acierto” del Salmo XVI, 13; y de Proverbios XVI, 13:
“Los labios justos complacen a los reyes; éstos aman al que habla con rectitud”, el versículo completo.
La Reina Victoria eligió este proverbio para mostrar su devoción hacia su siempre cercano Primer Ministro.
Las últimas palabras confirmadas de Disraeli antes de morir en su casa en la calle Curzon 19, en la madrugada del 19 de abril de 1881, fueron:
“Prefiero vivir pero no tengo miedo de morir”
Tenía 76 años.
El aniversario de su muerte, ahora se conmemora en El Reino Unido como “El Día de La Primavera”
Los herederos de Disraeli, decidieron en contra de una procesión pública y un funeral, por temor a que se reunieran multitudes demasiado grandes para honrarlo.
Los principales dolientes del servicio en Hughenden, el 26 de abril, fueron su hermano Ralph y su sobrino Coningsby, a quienes Hughenden eventualmente le sobreviviría.
Por otra parte, La Reina Victoria se postró con pena, y consideró ennoblecer a Ralph o Coningsby como un monumento a Disraeli, sin hijos, por lo que sus títulos se extinguieron con su muerte; pero decidió en contra de ello, porque sus medios eran demasiado pequeños para una nobleza.
Y si el protocolo le prohibió asistir al funeral de Disraeli; esto no se cambiaría hasta 1965, cuando Elizabeth II asistió a los ritos del ex Primer Ministro Sir Winston Churchill; envió prímulas, sus flores favoritas al funeral, y visitó la bóveda funeraria para colocar una corona de flores de porcelana 4 días después.
Hoy, Disraeli está enterrado con su esposa en una bóveda debajo de La Iglesia de San Miguel y Todos Los Ángeles, que se encuentra en los terrenos de su casa, Hughenden Manor, a la que se accede desde el cementerio; además que Disraeli tiene un monumento en La Abadía de Westminster; hay un monumento para él en el presbiterio de la iglesia, erigido en su honor por La Reina Victoria.
Su albacea literario fue su secretario privado, Lord Rowton; y como dato curioso, en su bóveda, también contiene el cuerpo de Sarah Brydges Willyams, la esposa de James Brydges Willyams de St. Mawgan en Cornwall; que Disraeli mantuvo una larga correspondencia con ella, escribiendo francamente sobre asuntos políticos.
De esa manera, a los conceptos místicos de La Gran Bretaña como El Tory de Trono, La Iglesia, La Aristocracia y Gente, El Primer Ministro, Benjamin Disraeli agregó Imperio; y no solo eso, él hizo mucho para avanzar a Gran Bretaña hacia el siglo XX, llevando a cabo una de las 2 grandes leyes de reforma del siglo XIX, a pesar de la oposición de su rival liberal, Gladstone:
Ayudó a preservar la monarquía constitucional al sacar a La Reina Victoria del duelo a un nuevo papel nacional simbólico; y creó el clima para lo que se convirtió en la democracia conservadora; que articuló un papel imperial para Gran Bretaña que duraría en La Segunda Guerra Mundial, que trajo consigo un auto intermitente/aislado Gran Bretaña en el concierto de Europa.

“You're the only man in all the world who neither likes nor dislikes Mr. Disraeli”



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