The Divorcee

“All men are fair game from now on!”

El cine a menudo proporciona una ventana a través de la cual podemos observar el comportamiento humano y las instituciones legales, tal como existían cuando se realizó una película; sin embargo, esto no es cierto en los temas de desintegración matrimonial y divorcio.
Entonces, en los inicios de Hollywood, el rígido sistema de autocensura incorporado en El Código Hays y La Administración del Código de Producción, casi borró los temas de divorcio; y lo poco que se dijo sobre el tema durante el tercio medio del siglo XX, estuvo muy equivocado…
El Código fue escrito y administrado por católicos acérrimos, en gran parte para evitar las amenazas de boicot de La Legión Católica de La Decencia; y como resultado, reflejó las enseñanzas morales católicas, particularmente la prohibición del divorcio.
Y es que las tasas de divorcio aumentan en tiempos de dificultades, guerra y eventos importantes; por ejemplo, aumentaron después de La Segunda Guerra Mundial, porque las personas se casaron rápidamente antes de ir a la guerra; y cuando los soldados regresaron, descubrieron que no tenían mucho en común con sus cónyuges, por lo que se divorciaron.
Pero durante los años 1929 y 1934, se produce lo que se ha venido a llamar El Cine Pre-Código, es decir, previo al Código Hays de censura, adoptado por las propias productoras para evitar la censura por parte del Estado, y que estaría vigente hasta 1967, año en que se adopta el sistema de calificación por edades, aún vigente hoy en día en EEUU.
En realidad, El Código existe durante estos años; pero los estudios de cine no le hacen prácticamente ni el más mínimo caso; es lo que tienen para producir películas durante La Gran Depresión, y tienen que atraer al público al cine a como sea, y resulta que lo que la gente quería ver, eran películas “escandalosas” de puro hedonismo; y gracias a ello tenemos unos cuantos años de gloriosas películas, que parecerían modernas hoy en día, si no fuera porque sobre todo, las primeras adolecen de una serie de problemas, como cierta teatralidad…
Así las cosas, la prohibición del tratamiento serio de los temas de divorcio, no fueron explícitas en El Código de Hays; y se derivó de este lenguaje:
“La santidad de la institución del matrimonio y el hogar, se mantendrá”
La disposición de la santidad del matrimonio, fue interpretada por La Administración del Código de Producción (PCA) en el sentido de que las personas normalmente no se divorcian en las películas; y si es absolutamente necesario, podría ocurrir “solo por razones sólidas, como último recurso, y nunca a la ligera o con ligereza”; y prohibía que el divorcio fuera efectivo en pantalla, si era por “desajustes matrimoniales”
Este concepto básico, junto con la actitud ligera hacia el matrimonio y sus obligaciones, y la aceptación del adulterio, se suman a una violación flagrante de la disposición del Código que requiere que se mantenga la santidad de la institución del matrimonio.
No hace falta decir, que muchos abandonó la idea de hacer una película sobre el divorcio, pues los asuntos matrimoniales podía ser un poco impactantes para el público de la época; pero desde entonces, se han convertido en tramas estándar para cada drama durante el día.
Total, este tipo de melodrama sí se había visto antes en películas mudas; pero:
¿En las sonoras?
“Yesterday:
A blushing bride.
Today:
A bold ex-wife!”
The Divorcee es un drama del año 1930, dirigido por Robert Z. Leonard.
Protagonizado por Norma Shearer, Chester Morris, Conrad Nagel, Robert Montgomery, Florence Eldridge, Helene Millard, Robert Elliott, Mary Doran, Zelda Sears, George Irving, Judith Wood, entre otros.
El guión es de Nick grinde, John Meehan y Zelda Sears; basados en la novela “Ex-Wife” (1929) de Ursula Parrott, una escritora estadounidense de novelas y cuentos de ficción romántica; pero esta novela fue tan impactante, que inicialmente se publicó de forma anónima; hasta que impresiones posteriores revelaron que era la novela debut de Parrott.
Ella misma era una ex esposa, entre su primer y segundo esposo, tendría 4 amantes… por lo que la novela es un escape a La Era del Jazz y La Gran Depresión, ambientada en un New York hedonista y vanguardista, donde todos beben, van a fiestas, y vuelven a beben un poco más.
Al año siguiente, Parrott ya había vendió 100,000 copias de la novela, y los derechos de la película los cedió por $20,000, una suma asombrosa en el año del “Crack”
Pero la traslación a la pantalla de “Ex-Wife” es bastante diferente a la película, solo preservando la libertad de “La Nueva Mujer” pero insistiendo en un final feliz convencional.
Así, el principio de los años 30 fue un momento transformador para el cine; la industria no solo se estaba adaptando al advenimiento del sonido, que transformó por completo la forma en que se hacían las películas, sino que también fue el período identificado como el período de “Pre-Código”, cuando las películas tenían más libertad para tratar temas como la infidelidad, sexo, vicios y otros temas complejos que se volvieron muy restringidos una vez que comenzó a regir El Código Hayes.
Y para 1930, las parejas casadas ya estaban durmiendo en camas separadas en las películas después de todo, pero The Divorcee vino a ser un soplo de aire fresco, tratando de generar conversaciones importantes; siendo una de las películas más famosas del período, que constantemente ha sido señalada como “un ejemplo de cómo la industria tuvo que caminar hacia atrás, después de que comenzó la censura”
La historia es muy simple, pero presenta algunas capas en los temas de matrimonio e igualdad sexual; por lo que el título no intriga.
No hay sorpresas; pues suponemos que alguien se está divorciando.
El título ya anuncia una separación, por lo que nosotros, los espectadores, sabemos que la pareja seductora y arrulladora que vemos en las escenas iniciales, terminará separándose.
¿Pero cómo?
Eso es suspenso, justo ahí.
Todo inició cuando el jefe de producción de MGM, Irving Thalberg, compró los derechos de “Ex-Wife” por una suma de dinero ya señalada, sin precedentes para la época; por lo que MGM era un poco cauteloso de estar demasiado relacionado con una novela tan picante, decidió no acreditar el libro fuente directamente; en cambio, el crédito de la pantalla dice:
“Basado en una novela de Ursula Parrott”
The Divorcee se estrenó rodeada de polémica, por lo escandaloso de su contenido; con la publicidad que se apoyaba con frases como:
“¿Por qué se perdona la infidelidad al marido, pero no a la mujer?”
Y es que la película gira en torno a una mujer de carrera que, al enterarse que su marido le ha sido infiel, decide “equilibrar la balanza”; y cuando se lo comunica a este, él la abandona y se divorcian.
El caso es que, ante semejante material, diversas asociaciones, algunas con pintoresco nombre como La Liga de La Decencia, pusieron el grito en el cielo, y llamaron a boicotear la película y a censurarla; y es bastante sorprendente por el año de producción de la película, la libertad con que es tratada el tema de la libertad sexual de una mujer que tiene distintas relaciones, y que no le debe cuentas a nadie.
Imagino que en esas fechas había más libertad en esos temas, pero que pocos años después, con El Código Hays, estos personajes femeninos serian tabúes.
Conocida como “una de las primeras películas estadounidenses en hablar del divorcio”; los años 30 no eran precisamente el culmen de la modernidad, pero eso no impidió a Robert Z. Leonard contar una historia de infidelidades y divorcios; haciendo referencia a “una viuda de hierba flotante”, lo que significa “una mujer cuyo esposo a menudo está lejos”; y obtuvo un premio Oscar a La Mejor Actriz (Norma Shearer) y 3 nominaciones:
Mejor película, director y guión.
Como dato, Norma Shearer estuvo nominada por 2 filmes ese año:
“Their Own Desire” (1929) y “The Divorcee (1930)”
Shearer, por su parte, no solo fue la primera actriz en ser 5 veces nominada al Oscar, sino que fue además, una orgullosa abanderada del feminismo en Hollywood; como la primera actriz que hizo parecer “chic” y aceptable ser soltera y no ser virgen; y es difícil de creer para el público moderno, que The Divorcee fue innovador:
Había sexo, abiertamente discutido y practicado, e incluso utilizado como arma.
El rodaje se hizo en solo 22 días y, sorprendentemente para MGM, no hubo nuevas tomas.
Metro-Goldwyn-Mayer, también lanzó esta película en una versión silenciosa; pero no hay detalles disponibles.
La acción sigue a Jerry (Norma Shearer) y Ted Martin (Chester Morris), que están felizmente enamorados, para disgusto de su círculo de amigos llenos de lujuria.
Estos incluyen a Paul (Conrad Nagel) y Don (Robert Montgomery)
Paul está tan molesto cuando los 2 anuncian su compromiso, que se queda completamente destrozado, y termina chocando su auto, desfigurando permanentemente a Dorothy (Judith Wood); pero en busca de expiación, se casa con ella en su cama de hospital, mientras vemos a Jerry y Ted casados en una ceremonia operística en contraste, aunque su futuro puede estar más alineado de lo que nadie piensa.
Ted y Jerry, todavía están rebeldemente enamorados, hasta que llega la noche de su tercer aniversario:
Su bullicioso grupo de amigos llega con un inesperado juerguista extra, llamado Janice (Mary Doran), que no puede apartar la vista del hombre de Jerry… y cuando Jerry entra a la cocina, se da cuenta de que algo anda mal con Ted y Janice… por lo que él la lleva a su habitación, para explicarle que los 2 se habían emborrachado una noche hace 1 mes; e intenta convencerla de que “no significa nada”, pero tiene los peores razonamientos imaginables de por qué ella debería perdonarlo.
Jerry está devastada; y esa noche, sola con el complaciente Don, no puede concentrarse en otra cosa que no sea la sonrisa en el rostro de Janice, y las insistencias masculinas de Don.
Ella no puede desenvolver, cómo su esposo podría decir que él es tan feliz, especialmente con la facilidad casual a la que él quiere que lo acepte.
Y cuando Don pregunta qué pasa, ella explica:
“Solo estoy tratando de aferrarme a la maravillosa latitud del punto de vista de un hombre”
En una de las secuencias más famosas y hermosas de la película, vemos la conexión de Don y Jerry explicada e ilustrada sin una palabra.
Durante su silencioso “paseo de la vergüenza” al día siguiente, podemos leer que Jerry aprendió que el mantra de Ted de, “no significa nada” no es cierto, y que ha habido profundas consecuencias emocionales para ella debido a sus acciones.
¿Pero ella hizo lo correcto?
Bueno, no por su bien, y solo fue para ella, enseñarle a Ted una lección sobre la infidelidad; por lo que ella todavía lo ama, y sabía que esto lo lastimaría.
Ella le informa sobre el asunto sin rodeos cuando regresa a su casa de un viaje a Chicago, diciendo:
“He equilibrado nuestras cuentas.
Eso es todo”; y pone en marcha el final de su matrimonio.
Ahí es cuando ambos se dan cuenta de que han llegado a un punto de inflexión en su relación.
Su orgullo se ha estrellado contra su creencia en la igualdad; discuten, y se dirigen a La Corte para el divorcio.
A este punto, Jerry no comienza a verse glamorosa, hasta después del divorcio:
Llegan los vestidos hermosos, el cabello hermoso y las joyas lujosas.
Pero ella hace un buen esfuerzo para seguir su vida, hasta que se encuentra con Paul nuevamente, después de tantos años, y acepta casarse con él.
Todavía existe la cuestión de que está casado con Dorothy y, cuando Dorothy se enfrenta a los 2, Jerry no puede seguir adelante.
Ella sabe el dolor que le causó su divorcio, pero también que Paul es un imbécil, y merece su miserable matrimonio.
Muchos hoy en día se quejan del final de la película:
Jerry y Ted se vuelven a conectar 1 año después de su encuentro en Año Nuevo; las cosas están tensas, pero esencialmente lo resuelven.
The Divorcee es una película dinámica, perspicaz y fresca, dirigida por Robert Z. Leonard mediante un vigoroso sentido del ritmo, capaz de convertir todas las vicisitudes de la trama, en un permanente ejercicio de naturalidad y de convicción, a pesar de la complejidad emocional y psicológica de las situaciones que se dirimen; aun en pleno siglo XXI, mantiene un toque de intemporalidad, tanto en lo argumental como en lo cinematográfico que le confiere entidad de gran cine y perspectiva de futuro; y en el fondo, redime la supuesta dependencia de la gran Norma Shearer de la influencia de su esposo, Irving Thalberg, para mantenerla en buenos roles.
Y como controversia, The Divorcee describe francamente la promiscuidad posterior al divorcio, por un lado; y la alienación posterior al divorcio, por el otro; así como el éxito económico de una pareja y los problemas económicos de la otra; pero esta historia está especialmente señalada debido a la inversión de género, donde la mujer tiene una vida social activa y éxito económico; y el hombre está alienado y pierde su trabajo.
La cuestión de si el matrimonio debe ser un compromiso sin amor de por vida para el apoyo mutuo, en Paul y Dorothy; o un vehículo para la felicidad, el amor y la realización en Ted y Jerry; es un subtexto importante de la película, y ofrece apoyo para ambas opiniones.
No hace falta decir que la película no trata todos los problemas relacionados con el divorcio; pero cuando MGM expresó el deseo de rehacerla en 1940, La PCA vetó la idea; por lo que este tratamiento diferencial de The Divorcee, indica claramente las actitudes contrastantes hacia los temas orientados al divorcio de la época anterior, y regímenes de censura posteriores a 1934.
Sin embargo, como producción se le puede achacar algunos de los diálogos y el sonido son un poco torpes, probablemente debido a la falta de técnica en la era de la radio hablada; y casi se pueden sentir los micrófonos ocultos en el set; pero es una película de 1930, que llegará solo unos años después de la primera parte hablada, y menos después de la primera película “hablada del todo”
Para entonces, los cineastas seguirán aprendiendo, cuándo y cómo aplicar el sonido; los actores todavía están descubriendo, cómo emular y gesticular; y los escritores están aprendiendo la diferencia entre el diálogo teatral y el diálogo cinematográfico.
Con todo, The Divorcee es una marca alta para las primeras películas habladas, un buen trabajo para lidiar con el nuevo medio con ingenio y entusiasmo; y con un tema escandaloso, retratado por un MGM de clase alta, con la estrella de “las buenas chicas”, Norma Shearer, en el centro es la guinda del pastel, una incursión que hace que lo indecorosamente respetable, desafíe a la audiencia a no simpatizar; y a pesar del final feliz, The Divorcee atacó con entusiasmo muchas de las preocupaciones sociales de finales de los años 20, como la doble moral sexual, la infidelidad casual, y el divorcio rápido y fraudulento bajo el estándar de “solo adulterio”
Así que, probablemente escuchar acerca de un hombre que dejaba de lado a su esposa, era más común que escuchar que una esposa hacía lo mismo.
“Don't kid me Jerry.
I'd give my right arm for another chance”
The Divorcee es una de las más destacadas películas del llamado cine “Pre-Code”, entendido este como una etapa del cine de Hollywood, desde la llegada del sonido en 1927, hasta la aplicación obligatoria del Código Hays en julio de 1934, caracterizada por estar censurada, pero no tan severamente como las películas que siguen a esa fecha.
En estos 7 años, sexo, drogas, mestizaje, homosexualidad, y un sinnúmero de otros temas estarían prohibidos para el público en décadas posteriores, son permitidos y explotados comercialmente por los grandes estudios de Hollywood.
Y muchos fueron los temas que El Código Hays quiso y consiguió retirar de las pantallas, porque iban en contra de la moral puritana y la decencia católica imperantes en aquellos años, como:
Desnudos, erotismo, homosexualidad, o, como en este caso, la infidelidad y el divorcio, pues se pensaba que si se mostraban en las películas, podían impulsar a las amas de casa estadounidenses a hacer lo mismo con sus maridos, o a actuar en contra del deber y la abnegación conyugal.
Hasta entonces, eran muchas las películas que incluían esos elementos en sus tramas para entretener, divertir o atraer a los ciudadanos sumidos en La Gran Depresión, en las que podían verse escenas tan insólitas como la pasión adúltera entre los amantes o el beso lésbico.
Pero la separación entre los miembros de la pareja, el papel de una mujer independiente y liberada, que puede estar con varios hombres sin tener que comprometerse con ninguno, y el ambiente despreocupado, opulento y algo frívolo en el que se desarrolla The Divorcee, hacen que sea un buen ejemplo de los filmes anteriores al Código Hays, además de reflejar con cierta veracidad, la ruptura entre ellos, con sus antecedentes y consecuencias.
Por lo que combina momentos de notable dramatismo, como el accidente de coche, los encuentros entre Ted y Jerry, o la visita de Dorothy a Jerry para pedirle que no alejara a su esposo de ella; con un guión bien construido e ingenioso, con frases como:
“Sabía que existía el amor platónico, pero no la joyería platónica”
La historia sigue a Ted Martin, Jerry, Paul, y Dorothy, como parte de la multitud hedonista de New York, donde la decisión de Jerry de casarse con Ted, aplasta las posibilidades de Paul.
Por lo que este se emborracha, y está involucrado en un accidente que deja la cara de Dorothy desfigurada; y por lástima, Paul se casa con Dorothy.
Mientras que Ted y Jerry han estado casados durante 3 años ya, ella descubre que Ted tuvo una breve aventura con otra mujer, y cuando ella lo confronta, él le dice que “no significaba nada”
Molesta, y con Ted en un viaje de negocios, Jerry pasa la noche con su mejor amigo, Don.
Al regreso de Ted, ella le dice que “equilibró sus cuentas”
Ted está hipócritamente indignado, y discuten, lo que termina con Ted dejándola a ella, y a la pareja solicitando el divorcio.
Mientras Jerry se pone de fiesta para olvidar sus penas, Ted se vuelve alcohólico.
Paul y Jerry se encuentran, y ella descubre que él todavía la ama, y está dispuesto a dejar a Dorothy para estar con ella.
Solo después de volver a ver a Dorothy, Jerry se ve obligada a evaluar su decisión.
Este es un fantástico retrato femenino, que reivindica la condición igualitaria de la mujer, y que retrata el machismo imperante en las relaciones familiares de aquellos momentos.
Escandalosa, y casi hasta revolucionaria en su tiempo, la película tiene una moral muy abierta para la época, y describe sin tapujos a una mujer que disfruta de su vida como divorciada; por lo que tiene 2 caras:
Una, que reivindica a la mujer como tener los mismos derechos que los hombres, y no ver a una divorciada como una mujer liberal, que es un atractivo para los hombres para acostarse con ellas.
Por esa parte, pues es un buen intento, pero no lo es del todo…
Ahí está la segunda cara, que aun queriendo ser feminista, al final llega a ser muy machista.
Hay comentarios del hombre, que sorprenden muchísimo, pero claro, estamos en 1930... no es excusa, pero ese machismo que se respira, llega a ser a veces insoportable.
Y es porque la película es en parte deudora del cine mudo, para bien y para mal:
Para bien, por la economía de medios, los elementos visuales, los sobreentendidos y las miradas sin palabras que resumen sentimientos y que un avezado espectador de cine mudo entendía perfectamente, véase, por ejemplo, como sutilmente sugiere la relación de ella con su amigo Montgomery, cerrando unas cortinas…
Y para mal, por producirse en los primeros años del sonoro, en el que muchas veces se tiene la sensación de ser meramente teatro filmado, al que se añade un montaje, el “travelling” era prácticamente inexistente; todo ello comprensible a la altura de 1930; y aquí están las pruebas:
Al sonido de un burro rebuznando, Paul señala:
“Eso podría ser Ted”
Jerry y Ted, claramente tienen una vida sexual saludable, incluso antes de comenzar a engañarse el uno al otro; y la interpretación de Shearer, de una buena mujer con un apetito sexual saludable, que no está condenada por perseguir dentro o fuera del matrimonio, fue revolucionaria en ese momento.
Al tiempo que la cantidad de bebida en esta película, está en prácticamente todas las escenas.
Por tanto, The Divorcee rompe la norma con el diálogo:
“Y pensé que tu corazón se estaba rompiendo como el mío.
Pero en vez de eso, me dices que el orgullo de tu hombre no puede soportar el error…
Me alegro de haber descubierto que hay más de un hombre en el mundo, mientras soy joven y me quieren.
Créeme, no me falta nada de ahora en adelante…
Las mujeres sueltas, son geniales, pero no en el hogar, ¿eh, Ted?
Cuanto más flojos son, más se vuelven.
Lo mejor del mundo, sin responsabilidades.
Bueno, querida, voy a descubrir cómo lo hacen.
Así que búscame en el futuro, donde crecen las prímulas.
Y empaca el orgullo de tu hombre con el resto.
¡Y de ahora en adelante, eres el único hombre en el mundo al que mi puerta está cerrada!”
A pesar de cierto hieratismo narrativo, la película sigue teniendo una gran fuerza dramática, y cuenta con una inmejorable baza a su favor:
El deslumbrante trabajo de Norma Shearer; además de su encanto natural y de su maravillosa nariz griega; la actriz canadiense, pese a algunos dejes o restos de la técnica del cine mudo, algo que conservó siempre por ejemplo, Greta Garbo, con esa expresividad grandilocuente pero tan atractiva; nos regala una prestación llena de matices, de la alegría inocente a la desesperación, del cansancio al ataque de nervios, sin perder la compostura.
Siempre sospechosa de recibir los mejores papeles por su relación marital con el genial e influyente productor Irving Thalberg, lo que le acarreará severas críticas de sus rivales del momento:
Bette Davis y, sobre todo, Joan Crawford, aquí dejó justificado su enorme talento interpretativo que seguiría prodigando hasta su prematura retirada del cine en 1942, al igual que Garbo.
Y es que se cuenta que la elección original de Thalberg para el papel de Jerry, fue Joan Crawford.
Antes de esta película, Norma Shearer había hecho principalmente papeles “muy propios” y femeninos; y estaba ansiosa por cambiar su imagen y hacer partes que fueran más sensuales, por lo que lanzó una campaña para obtener el papel de Jerry.
Los productores de MGM se mostraron escépticos, ninguno más que Irving Thalberg, quien también era el esposo de Shearer.
Aun cuando ella originalmente nunca se postuló para el papel principal en The Divorcee, porque se creía que no tenía suficiente atractivo sexual; fue solo después de que ella organizara una sesión de fotos con el fotógrafo de retratos independiente, George Hurrell; donde Thalberg vio el resultado, cedió y le dio el papel; y también mejoraron significativamente su vida romántica.
Con Shearer a la cabeza, Thalberg le dio a The Divorcee toda la atención que podría obtener una producción superior en MGM:
Adrian diseñó el vestuario perfecto para ella, mientras que el escritor Francis Marion, realizó algunos cambios de guión, sin acreditar, creando el tipo de líneas y escenas que mostrarían a Shearer con toda su ventaja.
Por su parte, la estrella insistió en ensayos y retiros interminables, hasta que su actuación fuera la correcta.
La película se anticipó tan bien, que fue una de las pocas producciones de MGM lanzadas sin más retoques de Thalberg, cuyos esfuerzos en esa dirección le dieron al estudio el apodo de “Retake Valley”
Y según se informa, Crawford nunca perdonó a Shearer; y fue abierta en cuanto a la frecuencia con la que los roles que codiciaba en MGM, se le daban a Norma Shearer; y cuando la prensa le pidió comentarios, Crawford comentó:
“¿Qué esperas?
Ella se acuesta con el jefe”, refiriéndose al marido de Shearer, el jefe de producción de MGM, Irving Thalberg.
Norma es una revelación en el papel, una actuación bellamente matizada, y a veces discreta, que explota en la segunda mitad.
Y si Joan Crawford pudo haber interpretado a Jerry, tan liberada sexualmente como se veía evidentemente, no habría sido capaz de clavar el tipo de esposa inocente y hogareña en la primera sección de la película.
¿Tal vez...?
De hecho, la trama de es un poco tonta, pero su ejecución es perfecta.
Ella tiene esta capacidad de ser juguetona e ingeniosa mientras mantiene al público consciente tanto de su inocencia como de su carnalidad; y lo mejor de todo es que apenas sumerge su dedo en territorio vampírico.
Entendemos que ella no es una destructora de hogares ni un monstruo gótico, ni una variación del súcubo; por el contrario, ella es solo una mujer aguda que quiere divertirse un poco.
Y se ve muy bien mientras lo hace.
Del resto del elenco:
Robert Montgomery como Don está a años luz de prácticamente cualquier otro actor en Hollywood en términos de sensualidad y encanto; Chester Morris es franco, y tal vez un poco demasiado fácil de disgustar, pero hace un buen trabajo con la agitación interna a la que se somete constantemente; y Conrad Nagel es útil como Paul, el hombre cuya estúpida decisión continúa repercutiendo en su vida, más allá de poder ser reparado, lo que contrasta muy bien con la continua crisis de Jerry y Ted.
Por otra parte, el diálogo está cargado de insinuaciones sexuales; por ejemplo, cuando Shearer responde a Montgomery después de que le pide que lo espere:
“Esperar no es mi idea del rey de los deportes de interior.
No tengo intención de esperar durante 3 o 4 años mientras tienes una cosecha adicional de avena silvestre”
Una traducción moderna sería:
“No voy a ser leal contigo mientras atornillas a quien quieras”
Sin olvidar algunas escenas que dicen mucho careciendo de texto; y el director Robert Z. Leonard los muestra hábilmente, por ejemplo, en una serie de primeros planos de la mano de Jerry cuando le ponen un anillo.
Durante el último momento, ella hace una referencia sutil de erección…
Y cuando la mano de un hombre acaricia la de ella, escuchamos una voz masculina que habla en francés; a lo que Jerry responde:
“No entiendo una palabra de francés, pero puedo reconocer los síntomas de la presión arterial alta en cualquier idioma”
Todas esas líneas gloriosas, son la luz de la película.
Como curiosidad, esta es una de las pocas películas realizadas por Florence Eldridge, que interpreta aquí a Helen, que no presentaba a su marido mucho más famoso, Fredric March.
El crédito de Robert Z. Leonard es como productor, en lugar de director; pero se supo que hasta finales de la década de 1930, a los productores rara vez se les acreditaba en las películas, y los directores fueron facturados como los que estaban al timón; es decir, “A Robert Z. Leonard Production” en la misma tarjeta que el título principal; pero la función real de Leonard en esta película, era director, no productor.
Para ir finalizando, gusta la sutileza como es tratado el tema de las relaciones de la esposa con sus distintos amantes, ya sea a través de unas cortinas cerradas y la luz apagándose, o la cámara enfocando solamente las manos de la protagonista y de los amantes que tratan de seducirla, sin verse sus caras en ningún momento; y es una pena que el atrevimiento inicial se pierda por culpa de un final más convencional:
Sabemos que Ted es un imbécil y Jerry merece algo mejor.
Su aventura inicial, sus intentos de disimular y su insistencia en ocultarlo bajo un escudo de privilegio masculino y desapego emocional, son cosas que aún hoy no se soportarían.
Y su reacción ante Jerry es una mezcla de ira, decepción y mal comportamiento que encarna el hecho de que la postura masculina que ha exhibido hasta ahora, es realmente una excusa para el hecho de que todavía es un petulante.
Pero se da cuenta y se arrepiente de su error.
Si bien todavía quiere mutilar a quien sea que contaminó a su ex esposa, finalmente lo acepta y se da cuenta de que debe aceptarla como una igual, ya que la profundamente.
Y Jerry, quien pudo vivir una mejor vida de divorciada, simplemente no lo disfruta mucho.
Habrá un giro cuando Dorothy le ruega a Jerry que no se lleve a Paul, dándose cuenta que ella sería otra Janice para alguien, y no puede soportarlo.
La decisión y el deseo de Jerry, de volver a Ted, pueden no ser muy progresistas en la superficie, especialmente porque Morris juega un papel tan frío y duro, pero lo que importa es la reconciliación.
Ted se entera de que tiene que aceptar la primera infidelidad de Jerry y las muchas más a las que condujo su error, y madura en consecuencia.
Jerry se da cuenta de que se necesita paciencia y comprensión para solucionar los problemas, en lugar de soluciones rápidas e hirientes.
Eso probablemente suene condenando sus relaciones sexuales, pero es evidente que si bien Jerry definitivamente las quiere y disfruta, también quiere ser más feliz con Ted.
Ted debe tragarse su orgullo masculino que utilizó como escudo después de Janice...y debe respetar a Jerry como una mujer sexual y libre que es.
Y la audiencia también debe hacerlo.
En resumidas cuentas, aunque la mujer haga lo mismo que el hombre, el hombre es mucho peor aquí; ya que él esconde su secreto y es pillado por su mujer.
En cambio, la mujer lo confiesa…
Es muchísimo más valiente que el hombre, y encima, es ella quien tiene que arrodillarse y arrastrase.
Por último, el número “Harlem Madness” que se escucha cuando Norma Shearer y Robert Montgomery asisten juntos a un club nocturno, se escucha pero no se ve.
El número se grabó originalmente para un número de producción en “They Learned About Women” (1930) y la banda sonora de esa secuencia, se recicló para The Divorcee (1930)
Además, la película comienza con una versión acústica de “Singin 'in The Rain”; y luego reproduce “Good Times Are Here Again”, ambas canciones son anacrónicas respecto a las escenas, pero no creo que se haya causado ningún daño grave debido a eso.
“But, my dear, my feeling for you is purely platonic”
La ruptura matrimonial y el divorcio son, desafortunadamente, eventos críticos y formativos en la vida de muchos adultos y muchos niños; y suelen ir acompañados de una gran emoción, sentimientos de dolor y traición, enfrentamientos de valores, conflictos relacionados con la conducta sexual, peleas por dinero y propiedad, y cambios abruptos en el estilo de vida.
Todo esto es una tarifa estándar para las historias de películas de hoy, pero nos parece sorprendente ahora que el tema estuvo casi borrado de la pantalla durante muchísimos años.
Durante La Era del Código Hays, se dijo lo menos posible sobre el divorcio, y lo poco que se dijo fue irremediablemente inexacto.
Esto, creo, fue inapropiado; y la censura, ya sea del gobierno o de la industria que borra o distorsiona la presentación en la cultura popular de una forma generalizada y legal de comportamiento humano, es incorrecta.
Después de que la industria finalmente descartara El Código de Hays, el tratamiento serio del divorcio, finalmente regresó a la pantalla.
Un lote de películas memorables y compasivas, contó las historias de personas que sufren desintegración matrimonial, divorcio y la transición a la soltería.
De estas películas, la última ha sido “Marriage Story”, que viene siendo una actualización de “Kramer vs. Kramer” que llevó una buena narrativa a otro nivel, abordando de manera realista, todos los elementos del divorcio en la vida real y la custodia de los hijos.
En su tratamiento de las consecuencias de las disputas de divorcio y custodia para adultos y niños, y su enfoque en las instituciones legales, el proceso y la doctrina, “Kramer v. Kramer” abrió nuevos caminos, y por ello ganó el premio Oscar como Mejor Película; por lo que merece un lugar de honor en el panteón de películas sobre la familia, así como películas sobre la ley y el sistema legal.
Con el pasó el tiempo y la etapa Pre-Código superada; muchas de las películas hechas durante estos años, fueron olvidadas, pues bajo el estricto nuevo Código, no podían ni emitirse por televisión.
No sería hasta época reciente, con las reposiciones en la televisión por cable y las reediciones en DVD, cuando volvieran a ver la luz.
Ahí nos llega The Divorcee, aunque su edad y su punto de vista notoriamente “pre-codificado hicieron que los patrocinadores de la ciudad de New York, Los Ángeles y Chicago le dieran su sello de desaprobación, obviamente encontró el favor de los mercados menos predominantes, y desde entonces se ha convertido en el favorito de toda una nueva generación de quienes gustan del cine controvertido en una época silenciada.

“What you feel for me is not love.
It's the call of the gorilla to its mate”



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