The Westerner

“The most dreaded man on the frontier!”

Los hechos históricos, con sus personajes protagonistas que tuvieron lugar entre el siglo XIX y principios del siglo XX, durante la expansión de La Frontera de los Estados Unidos de América hacia la costa del Océano Pacífico, fue el periodo conocido como “El Viejo Oeste”; y aunque la colonización del territorio comenzó en el siglo XVI, con la llegada de los europeos; el objetivo de alcanzar la costa oeste se debió principalmente a la iniciativa gubernamental del Presidente Thomas Jefferson, tras la compra de Luisiana en 1803; por lo que la expansión de La Frontera, fue considerada como “una búsqueda de oportunidades y progreso”; y esta incesante y prolongada migración de personas hacia el oeste, desplazó culturas ancestrales y oprimió a minorías étnicas de amerindios.
En contraste, el período suscitó importantes avances en la industria, las comunicaciones y la agricultura, a costa en muchos casos de una intensa explotación de los recursos humanos y naturales; así, la aparición de poblados, negocios, y demás infraestructuras en los territorios del Oeste, motivó la necesidad de hacer respetar la ley y perseguir a los delincuentes.
Y es que las armas proliferaban, pues todo aquel que emigraba al Oeste iba armado para repeler posibles agresiones; y se estima que sólo durante La Fiebre del Oro, cada prospector llevaba un arma.
Al Oeste llegaban también toda clase de gentes, entre ellos delincuentes y marginados potencialmente violentos y muy dispuestos a infringir la ley; a pesar de que la mayor parte de la gente eran sencillos trabajadores, el crimen tuvo también su protagonismo en la expansión de La Nueva Frontera.
Por regla general, las pequeñas poblaciones eran tranquilas porque sus habitantes sólo querían asentarse y prosperar; y los forasteros eran tenidos como “honestos hasta que su conducta demostraba lo contrario”
La sanción por alterar la convivencia de la comunidad, era el desprecio público, que empujaba al infractor a marcharse; mientras el duelo y los tiroteos eran una forma admitida de solucionar diferencias; sin embargo, disparar por detrás, hacerlo de lejos o emboscar, eran considerados una cobardía, además de ser ilegales.
La justicia era distinta, dependiendo de si el eliminado era un mexicano o un amerindio; y el robo de un caballo, era considerado un delito particularmente grave, por el que el infractor era usualmente ahorcado.
De esa manera, la presencia del sheriff o comisario, acompañó la expansión al oeste; donde también existía un cuerpo de alguaciles o Marshall, encargado de ejecutar las disposiciones federales.
Por otro lado, la figura del juez, en la mayor parte de las ocasiones, su protagonismo era visto superado por brillantes abogados, carismáticos acusados o fiscales implacables; sin embargo, ha habido unos cuantos inolvidables; y las leyendas del oeste han dejado muchos nombres propios, algunos de ellos variaron su vida entre el cumplimiento de la ley y la ilegalidad; pues se decía que “si la ley no respalda a uno, éste crea su propia ley”, basándose en el primer libro a mano, sea La Biblia o Los Estatutos Revisados de Texas en versión de 1857, siendo esa la única cabal para una comunidad de ganaderos donde ya se han visto los estragos que dejan tras de sí los colonos, sus cultivos y sus vallas.
Por lo que librarse de la muerte en pueblos como Vinegaroon, en medio de una pandilla de chiflados, no es cosa fácil, basta tener especial cuidado con Phantly Roy Bean, Jr., todo un personaje del “Far West” porque era excéntrico, tabernero e implacable juez de paz en el condado de Val Verde, Texas, que se llamó a sí mismo “The Law West of The Pecos”
Pero también era “Juez de La Horca” que fue una frase coloquial para un juez que ha ganado notoriedad por dictar la pena por las personas condenadas por sentencia a muerte por colgar, o de otra manera imponer sentencias inusualmente duras.
Estos “jueces colgantes” eran funcionarios de La Corte con mandatos, en oposición a la ley de linchamiento extralegal; y según la leyenda, El Juez Roy Bean, celebraba los juicios en su “saloon”, situado al oeste de Texas, en un tramo desolado del desierto de Chihuahua a lo largo del Río Grande.
Todo inició con las autoridades del condado, ansiosas de establecer algún tipo de defensa de las leyes locales, lo nombraron Juez de Paz del condado de Pecos.
Roy se mudó a una pequeña ciudad situada al norte de Vinegaroon, en un peñasco sobre El Río Grande, llamada Langtry, en honor de George Langtry, un jefe de ferrocarril que había conseguido que las vías de la Southern Pacific llegaran hasta allí; además, sucedía que el nombre también se correspondía con el nombre de la bella Emilie Charlotte “Lily” Langtry, apodada “The Jersey Lily” que era una “socialité”, actriz y productora británica-estadounidense; cuyo aspecto y personalidad atrajeron el interés, los comentarios y las invitaciones de artistas y personajes de la sociedad, siendo celebrada como “una mujer joven de gran belleza y encanto”
Roy había leído de ella y quedado prendado; por lo que construyó un “saloon” en el cual también viviría al que llamó el “Jersey Lily”; y colgó un cartel deshilachado de La Langtry detrás del bar, y sobre la puerta, letreros que decían:
“Cerveza Helada” y “La Ley Al Oeste del Pecos”
Desde allí, Roy Bean despachaba licor, justicia y contaba historias, como la de que era él quien había puesto nombre a la ciudad en homenaje a la actriz...
Bean fue elegido en el cargo en 1884, y reelegido muchas veces; sus métodos para impartir justicia eran arbitrarios y cómicos, e inspiraron muchas anécdotas e historias extravagantes, por ejemplo:
El equipamiento de su juzgado, consistía en un revólver, un libro de leyes y su oso mascota, probablemente inofensivo, pues según parece le encantaba la cerveza…
Se cuenta que una vez encontró muerto a un hombre que llevaba una pistola y $40 en el bolsillo... y decidió ponerle al cadáver una multa de $40 por llevar un arma oculta...
Bean no sabía casi nada sobre Derecho; según dicen, pensaba que el habeas corpus era un paganismo; y al celebrar ceremonias de boda, siempre terminaba la celebración diciendo:
“Y que Dios se apiade de vuestra alma”
Uno de los fallos más extravagantes de Bean, ocurrió cuando un irlandés fue acusado de asesinar a un obrero chino.
Los amigos del acusado amenazaron con destruir el “Jersey Lily” si lo declaraban culpable.
Iniciada la sesión, Bean pasaba las páginas de su libro de leyes buscando un precedente legal; y finalmente, agarrando su rifle proclamó:
“Caballeros, la ley es muy explícita por lo que se refiere al asesinato de vuestro compañero, pero aquí no se dice nada sobre el asesinato de un chino.
Caso Cerrado”
Por otro lado, su “saloon” estaba situado cerca del ferrocarril, donde los trenes paraban 10 minutos para repostar, parada que los viajeros aprovechaban para bajar a tomar una cerveza.
Un día, apremiado por la marcha del tren, un viajero pagó su cerveza de 30 centavos con un billete de $20; y viendo que no le devolvían el cambio, se impacientó y trató a Bean de ladrón, el cual igualó las cuentas imponiéndole una multa de $19,70 por insultos a la autoridad.
En 1896, Bean organizó un combate del Campeonato Mundial de Boxeo entre Bob Fitzsimmons y Peter Maher en una isla del Río Grande City, porque los combates de boxeo eran ilegales en Texas; esas noticias deportivas difundieron la fama de Bean por todo EEUU.
Por lo que respecta a Lily Langtry, nunca llegó a conocerla, aunque él afirmaba lo contrario...
Le escribió muchas veces, y de hecho recibió respuesta.
Por desgracia para él, La Langtry no visitó la ciudad hasta 10 meses después de su muerte.
Por otro lado, la leyenda retrata al Juez Roy Bean como a un justiciero sin piedad, muchas veces llamado “El Juez de La Horca”, aunque se afirma que aunque Bean amenazaba con ahorcar a cientos, no hay indicios de que él llegara a ahorcar a alguien, aunque se sabe que sentenció a solo 2 hombres a la horca, uno de los cuales escapó.
Roy Bean murió pacíficamente en su cama, tras una borrachera, el 16 de marzo de 1903; tenía 78 años.
“Era of flaming feuds and new frontiers!”
The Westerner es un western del año 1940, dirigido por William Wyler.
Protagonizado  por Gary Cooper, Walter Brennan, Doris Davenport, Fred Stone, Forrest Tucker, Paul Hurst, Chill Wills, Lillian Bond, Dana Andrews, Charles Halton, Trevor Bardette, Tom Tyler, Lucien Littlefield, C.E. Anderson, Stanley Andrews, Arthur Aylesworth, Bill Beauman, Hank Bell, Gertrude Bennett, Danny Borzage, Charles Coleman, Heinie Conklin, Philip Connor, Buck Connors, Frank Cordell, Jim Corey, Joe De La Cruz, Helen Foster, William Gillis, Roger Gray, Aleth Hansen, Lew Kelly, Connie Leon, Art Mix, Corbet Morris, Buck Moulton, Jack Pennick, Julian Rivero, Henry Roquemore, Annabelle Rousseau, Miriam Sherwin, William Steele, Phil Tead, Lupita Tovar, Blackjack Ward, Ted Wells, entre otros.
El guión es de Niven Busch, Stuart N. Lake y Jo Swerling; y trata sobre “El Juez de La Horca” de Vinegaroon, Texas; que se hace amigo de un vagabundo que se opone a su política contra los campesinos; por lo que esta historia es una leyenda fundada en hechos y, con la excepción del juez Roy Bean y Lily Langtry, todos los personajes son ficticios.
Este western es inteligente, contiene muchos comentarios astutos sobre la mentalidad salvaje de los tiempos fronterizos; y encara un tema habitual en el género, que es el eterno conflicto entre agricultores y ganaderos, el alambrado y delimitación de las tierras.
The Westerner estuvo nominado a 3 premios Oscar:
Mejor dirección artística, guión original; y ganó como Mejor Actor Reparto para Walter Brennan.
Como dato, Brennan ganó 3 de las 5 nominaciones que obtuvo al Premio de La Academia, todas como actor de reparto; siendo el primer actor de la historia del cine que ganó 3s Oscar en esta categoría; y el único actor en ganar 3 veces consecutivas.
Pero Walter Brennan estaba algo avergonzado de cómo ganó 3 Oscar:
En los primeros años de Los Premios de La Academia, a los extras se les dio derecho a votar...
Brennan era popular entre La Unión de Extras de Cine y, dado que sus números eran abrumadores, ganaba cada vez que era nominado.
Por lo que su 3ª victoria condujo a la privación del derecho de voto del sindicato.
Por otro lado, a pesar de haber sido nominado el año siguiente por Sargent York (1941), también con Gary Cooper, Brennan nunca más fue nominado en una carrera muy larga; y aquí sorprende por qué se eligió como actor de reparto, y no como protagónico, después de todo, su parte es casi tan larga como la de Gary Cooper.
Aparte de eso, la fotografía de Gregg Toland es una joya, y el diálogo muy adelantado a su tiempo; sin embargo, lo mejor de todo es la dirección disciplinada de William Wyler.
Sí, algunos argumentarían que la película no refleja con precisión la historia, que El Juez Roy Bean murió mucho más tarde, y no en un tiroteo… pero francamente hay suficientes prejuicios, malicia y humor peculiar en esta película, como para saber que Wyler nunca tuvo la intención de hacerla como un relato histórico, sino más bien como un comentario sobre las dificultades de llevar La Ley al Viejo Oeste.
Como dato, esta fue la última película que Samuel Goldwyn produjo para United Artists, antes de mudarse a RKO Radio Pictures en 1941.
El filme se rueda en escenarios naturales de Arizona; y la acción dramática tiene lugar en Vinegaroon, Texas; en una pequeña población ganadera, y en Fort Davis, Texas; entre 1870 y 1879, con un inserto referido a septiembre de 1884.
Allí, la ley la imparte un hombre muy particular:
Roy Bean (Walter Brennan) mejor conocido como “El Juez de La Horca”
Si bien él no es abogado, se autonombró juez; no conoce de leyes, pero él aplica las suyas y se le respeta; es parcializado cada que le conviene, pero la gente lo sigue porque necesita las leyes, y nadie allí conoce otras que no sean las suyas.
Allí llega Cole Harden (Gary Cooper), cuando es acusado de robar un caballo, y se salva de ser ahorcado porque conoce a una famosa actriz admirada por los habitantes del pueblo... Lily Langtry (Lilian Bond) para de ese modo, salvar su pellejo.
Pero también, en aquella tierra se viene dando la lucha entre los ganaderos que no respetan la propiedad privada, y los agricultores que defienden sus sembrados del paso arrasador del ganado de aquellos.
Recién ha terminado La Guerra Civil, y cientos de colonos luchan por asentarse y vivir en paz.
Gary Cooper recrea a un hombre de diálogo, quien luego tomará partido por los agricultores, cuando se hace amigo de Jane Ellen Mathews (Doris Davenport), y con sus propios ojos, observa los atropellos del ganadero Bill y su pandilla.
Mientras Walter Brennan da vida a un singular Roy Bean, que nos causa más risas que resentimiento, aunque sabemos que está del lado de los ganaderos y que, en definitiva, sólo defiende sus propios intereses.
Su pasión por la actriz, Lily Langtry, a la que nunca llegó a conocer, le confiere un aire de romanticismo ideal para la leyenda; pero lo cierto es que The Westerner trata en buena medida sobre la ingenuidad y el desfase de unos ideales anacrónicos tras La Guerra Civil, ideales, sea dicho de paso, defendidos con métodos intransigentes, en progresiva degradación; así, la película es algo más que un western, es una lucha entre 2 mundos diferentes, los que luchaban por el progreso y querían sentar las bases de una civilización, contra los que ya les parecía bien que el oeste continuara siendo un lugar sin ley, donde la vida humana poco importaba.
“After The Civil War, America, in the throes of rebirth, set its face West where the land was free.
First came the cattlemen and with them “Judge” Roy Bean, who took the law into his own hands, administering justice according to his lights.
That he left his impress on the history of Texas is tribute to his greatness.
Then into his stronghold moved another army, the homesteaders, who ploughed the soil, fenced in fields, to bring security to their wives and children.
War was inevitable, a war out of which grew the Texas of today”
El productor Samuel Goldwyn, en conjunción con el joven director William Wyler, decidió llevar a cabo un western de corte dramático; y de esta forma consiguieron crear uno con 2 protagonistas; mientras el guión cinematográfico se basó en un argumento original de Stuart N. Lake.
El libreto tuvo muchas alteraciones para intentar “igualar” el protagonismo de los 2 actores y no confundir al espectador; y la dirección corrió a cargo de William Wyler, que comenzaba a encauzar su carrera cinematográfica; por lo que le imprimió su sello de dirección de estilo tenso y lento, buscando captar el interés del espectador.
Se rodó en Arizona, en unas condiciones muy duras, según ha relatado un técnico de grabación que soportó los cambios bruscos de temperatura que sufrió el equipo en el desierto:
“Nos levantábamos a las 6am y salíamos para el plató, que estaba a 8 millas de la ciudad.
En el suelo había nieve y hielo.
A las 10 salía El Sol y sudábamos la gota gorda.
Rodábamos hasta que oscurecía.
Luego volvíamos a Tucson, al Hotel Santa Rita y cenábamos”
Todo esto hizo que The Westerner sea un estupendo e inolvidable filme, de uno de los más prolíficos directores de la historia, que tuvo más de 40 títulos en su haber; y cuya filmografía está repleta de obras maestras, al que todavía no le conozco un solo título que pueda tildar de malo, y ni siquiera de mediocre; porque Wyler era un director que se movía como pez en el agua en los más diversos géneros sin patinar en ninguno; como no, también destacaría en el western, ofreciéndonos rotundos ejemplos; y aquí tenemos uno de ellos.
Una magistral historia acerca de la sempiterna rivalidad entre ganaderos y agricultores, donde sus eternas luchas no siempre encontraban el respaldo imparcial de la dudosa ley que regía El Viejo Oeste.
En 1882, la ciudad de Vinegaroon, en Texas, está dirigida por El Juez Roy Bean, quien se llama a sí mismo “la única ley al oeste de Pecos”; llevando a cabo sus “juicios” desde su salón, donde Bean se gana la vida corruptamente cobrando multas y confiscando propiedades ilegalmente.
Los que se enfrentan a él, generalmente son ahorcados, dado lo que Bean llama “sentencias suspendidas”
Allí llega Cole Harden, un vagabundo acusado de robar un caballo que pertenece al compinche principal de Bean, Chickenfoot (Paul Hurst)
La convicción de Harden, de un jurado corrupto compuesto por los compinches de Bean, parece segura; incluso el empresario de pompas fúnebres espera ansiosamente el veredicto y el posterior ahorcamiento.
Pero Bean rechaza la afirmación de Harden, de que compró el caballo legalmente a otro hombre; y al darse cuenta de la obsesión del juez con la actriz inglesa Lily Langtry, Harden afirma haber hablado con ella y haberla conocido íntimamente.
Él le pide al juez que retrase la sentencia de muerte hasta que él pueda enviar un mechón de cabello de la actriz, que supuestamente tiene en El Paso...
El retraso, es lo suficientemente largo para el verdadero ladrón de caballos, King Evans (Tom Tyler) para aparecer y ser asesinado.
A pesar de su retorcido sentido de la justicia y su naturaleza corrupta, a Bean realmente “le gusta” Harden, considerándolo algo así como un espíritu afín.
Mientras Harden es tan audaz como Bean en su juventud, el juez siente algo así como amistad por él, pero esta "amistad" no impide que Bean intente dispararle a Harden cuando el vagabundo presta su apoyo a los campesinos, liderados por un grupo que apoya a Jane-Ellen Mathews y su padre Caliphet (Fred Stone)
Y es que los lugareños en lucha han estado en desacuerdo con Bean y sus aliados ganaderos durante mucho tiempo; por lo que Harden intenta apelar a la mejor naturaleza del juez.
Incluso salva a Bean de un intento de linchamiento.
Cuando eso falla, y se quema una cosecha de maíz, y Caliphet es asesinado, Harden no ve otra opción que tomar medidas.
Sustituye al alguacil del condado, y jura una orden de arresto contra Bean.
Pero arrestar a Bean en Vinegaroon, ahora renombrado “Langtry” por el juez en honor a la actriz, es imposible con todos los hombres de Bean.
Cuando Bean se entera de que Lily Langtry aparecerá en un pueblo cercano, a un largo día de Vinegaroon, hace que uno de sus hombres compre todos los boletos; a lo que Bean se pone toda su indumentaria de La Guerra Civil Confederada, y cabalga para ver la actuación con algunos de sus hombres como “Guardia de Honor”
Así, entra solo al teatro para esperar la actuación, dejando fuera a sus secuaces; y sin que Bean lo supiera, Harden ha estado esperando en el teatro para arrestarlo.
Se producen un enfrentamiento y tiroteos, y Bean es fatalmente herido, pero Harden lo lleva moribundo detrás del escenario para encontrarse con la mujer que tanto ha adorado.
Mientras Bean mira a “Jersey Lily”, muere.
Posteriormente, 2 años más tarde, Harden y Jane, ahora casados, han reconstruido la granja quemada, y observan cómo llegan nuevos colonos al territorio.
El filme de William Wyler es un western basado en la justicia y en los comienzos del estado de Texas que cumple notablemente.
Dirigida con un ritmo pausado y con el estilo característico del género, es una obra con momentos apasionantes que cautiva a los amantes del western y que además, tiene un duelo interpretativo entre Gary Cooper y Walter Brennan que acapara toda la atención del público.
También tiene en su interior, el típico mensaje de justicia que suele exhibir este tipo de films.
Realizada de manera impecable, tiene un resultado genuino que gustará a los seguidores del género, con una fotografía en blanco y negro evocador, está bien cuidada en detalles clásicos, mostrando unas imágenes estimulantes e idóneas en una labor espléndida.
La música es alusiva y típica del western, gracias a unos sonidos alentadores que acompañan el film con bellas melodías que agradan la trama.
Los planos y movimientos de cámara, completan un apropiado trabajo técnico mediante el uso de los primeros y primerísimos planos, “avanti”, panorámicos, generales, seguimiento, reconocimiento y planos americanos que sacan lo mejor de la película.
Las actuaciones son auténticas y deslumbrantes; y explora las tensiones y luchas que enfrentan a los antiguos ganaderos latifundistas y a los nuevos colonos dedicados a la explotación de pequeñas granjas, levantadas con el esfuerzo de su trabajo.
Focaliza la atención en los intereses contrapuestos de los 2 grupos, sus diferentes métodos de trabajo, sus visiones diversas del mundo y del país, sus distintas capacidades de influencia y sus apoyos contradictorios.
Dentro de este marco general, sitúa el enfrentamiento entre un vaquero adicto a la libertad, y un antiguo forajido integrado socialmente y convertido en guardián de la ley.
De la mano de éstos, explora la miseria y la grandeza de la condición humana.
Así, The Westerner describe la precariedad institucional y administrativa que rige en amplias zonas del Oeste fronterizo; donde condena los simulacros de justicia a cargo de personas desaprensivas y deshonestas, el imperio de la ley del más fuerte, las tropelías contra los intereses legítimos de los colonos, las decisiones unipersonales, sectarias y partidistas, la defensa de los intereses particulares y las lesiones del bien común.
Pero también exalta la amistad, el compañerismo, la sinceridad, el sentido de la aventura, y el espíritu emprendedor; y contrapone los deseos de la mujer de echar raíces en un lugar donde vivir, y las tendencias nómadas del hombre.
La narración es intensa y vibrante; por lo que la historia se presenta depurada, estilizada y exenta de elementos no esenciales.
Los diálogos son agudos y divertidos; salpicada de humor, incorpora escenas espectaculares y de acción trepidante, y amalgama iconografía de los viejos westerns mudos con referencias románticas propias del western del momento.
La fotografía pone especial cuidado en el realismo de la acción y de las imágenes; donde la cámara busca posiciones disimuladas, como tras la rueda de un carro, tras una cerca... que confieren a la visión el aire de la mirada propia de un mirón o “voyeur”, que ve sin ser visto, observa con curiosidad e interés, y mira por el placer de ver.
El film, realizado por un Wyler de 37 años, es sólido, absorbente y entretenido; y aquí vuelve a dar una lección magistral de cine, compendiando el género del western pasado, presente y futuro, sobre la base de apenas unos apuntes sobre el personaje real del Juez Roy Bean que compró Goldwyn, y que Niven Bush supo convertir en una trama coherente, alejada de la realidad histórica de famoso juez.
Y es que William Wyler rebasa los géneros cinematográficos, y construye una magnífica película que desde los primeros minutos produce la sensación de coherencia y rotundidad que producen la mayoría de las que dirigió a lo largo de su carrera; y maneja todo de manera calculada y precisa:
Los tiempos, las atmósferas, la fotografía, de una gran belleza; los cambios de nivel de la realidad, todo desde la introspección psicológica al documento.
No es casual que el filme fuera más que un simple western, siendo el primer intento de introducir matices psicológicos y dramáticos en un género considerado hasta entonces “menor” por buena parte de la crítica.
En este sentido, la rivalidad entre El Juez y Cole Harden, venía a simbolizar el conflicto entre las libertades del individuo en lucha contra un poder necesario pero no exento de mensaje.
Por ello, The Westerner es una película de personajes, que mediante sus acciones, determinan la dirección del relato; y sigue un flujo causal más que moral, es decir, si bien el elemento moral está presente, sobre la justicia, la palabra, el honor, y especialmente en lo que emerge del sólido tándem formado por Gary Cooper y Roy Bean, cuya relación fluctúa entre la amistad y la más furibunda enemistad; la dinámica argumental descansa en el juego de acción y reacción; y no tanto en una posición moral de bueno y malo... que deba ganar para validarse aunque, desde luego, hay personajes que no están destinados a perder, si bien el camino recorrido contenga varias caídas y lamentaciones.
No es que todo sea un mar de ambigüedad moral y humana, de hecho los personajes están bastante definidos en sus conductas y cimientos, por lo mismo, es que el conflicto y desarrollo no cuentan con agujeros ni nada por el estilo; todo funciona de manera redonda, el relato no pierde potencia ni cae en bruscos y vanos giros y cambios sustanciales.
Y como marco histórico, estamos ante una guerra entre agricultores y ganaderos, aderezada con la presencia de un hombre que alterna presencia y amistad/simple-cordialidad entre los distintos bandos; nada de lecciones ni cosas por el estilo.
Se hace bien y de manera precisa y concisa, así que nada de reproches.
Del reparto, Gary Cooper, ya estrella consagrada, acepta compartir protagonismo con reticencias con su amigo de tiempos pasados, Walter Brennan, que al final se lo roba, componiendo un personaje entrañable y patético, odioso y querido a partes iguales.
El dialogo en la taberna, con miradas e insinuaciones homoeróticas, es de una compenetración de 2 grandes actores increíblemente buena, lleno de matices e inteligentes que no se volverán a repetir nunca más.
Gary Cooper tenía 39 años cuando protagonizó esta película, lleno de belleza y heroísmo; mientras Walter Brennan le da la réplica componiendo un personaje de entrañable a canalla, capaz de emocionarse ante su artista favorita y, al mismo tiempo, de ahorcar cruel e indiscriminadamente al primero que pasa por la puerta, o incendiar sin escrúpulos cultivos y viviendas.
Así, ese duelo entre ambos, termina siendo la metáfora de la película; porque ambos representan los límites de un mundo inhóspito en donde la vida humana era un bien poco preciado, y la supervivencia, un deporte obligado por las circunstancias.
En ese sentido The Westerner es una película del Oeste, pero también lo es de las contradicciones profundas del corazón de los hombres, en un momento de la historia de Estados Unidos en el que se estaban edificando las bases mismas de la civilización.
Se cuenta que cuando Gary Cooper se enteró de que Walter Brennan daría vida al legendario juez Roy Bean, pensó que a él le tocaría hacer de secundario, pero Goldwyn le aseguró que su papel sería protagonista.
Aun así, Cooper no estaba muy convencido, y le envió una carta protestando…
Inesperadamente, Cooper y Brennan tuvieron mucha química, e hicieron juntos muchas películas:
Iniciaron con “Watch Your Wife” (1926), “The Wedding Night” (1935) y “The Cowboy and The Lady” (1938), y tras The Westerner; “Meet John Doe” (1940), “Sergeant York” (1941), “Pride of The Yankees” (1942) y “Task Force” (1949); para un total de 8 películas juntos.
Sin embargo, a Gary Cooper nunca le gustó la película y dijo:
“No se puede hacer un western sin un tiroteo”
Por otro lado, el actor de personajes Walter Brennan, hizo una carrera haciendo de compinche, apareciendo en numerosos westerns y otros géneros como el amigo canoso, atrevido pero devoto del personaje masculino principal; y aunque las relaciones de los personajes de Brennan con otros hombres a menudo se presentaban como “compañerismo íntimo” que implicaba burlas amistosas, argumentos lúdicos y sacrificios mutuos; su edad y su carácter cómico, siempre sirvieron para reducir cualquier sugerencia de atracción erótica con estrellas más jóvenes y hermosas.
Del resto del reparto, cabe destacar la gran actuación de la guapísima Doris Davenport, ejerciendo de mujer capaz de no echarse para atrás ante el peligro del juez y sus hombres.
Poco que decir de Lilian Bond, como la actriz Lily Langtry, ya que su papel en la película fue tan corto como su profesión de actriz en la vida real...
Y como anécdota final, vemos a Doris Davenport, cuyo nombre en algunos carteles desaparece en favor de Dana Andrews, irrelevante en la cinta, interpretando una escena que nos remite a Scarlett O’Hara de “Gone With The Wind”, para cuyo papel quedó finalista, y que pudo cambiar su destino.
Al final, no pasó del protagonismo femenino de esta cinta...
Como errores de hecho:
La ciudad fue nombrada por George Langtry, un ingeniero y capataz que había supervisado a un equipo de trabajo chino que construía el ferrocarril, y no por la actriz Lily Langtry.
La película le da a Bean una escena de muerte completamente ficticia; pues Bean murió de causas naturales, en 1903.
Se describió a los granjeros, como que habían presentado granjas para adquirir sus tierras en Texas cuando, en realidad, no había granjeros en Texas.
Debido a que Texas, como una república independiente, se unió a La Unión en 1845 con el estado de estado completo desde el principio, y nunca pasó por el estado territorial; nunca hubo tierras propiedad del gobierno federal en el estado que se abrieran bajo La Ley Homestead.
Y no sé por qué, pero me da la impresión que William Wyler fuerza la introducción de la lucha entre colonos agricultores y ganaderos autóctonos, algo que es necesario señalar porque es el contexto, pero sin duda alguna, el mayor atractivo es la vida y obra de ese inclasificable juez.
Cuando trata el tema de los colonos, todo se pierde en tópicos; y luego, sin olvidarnos de la música sencilla que te transmite ternura que llega al corazón del gran Dimitri Tiomkin; con la partitura final a cargo de Alfred Newman, sin acreditar, que por razones de contrato, no figuró en los títulos de crédito.
La partitura suma composiciones sencillas y de aire popular, de estilos diversos, rítmicos y de acción, tensas de suspense, alegres de fiesta y melódicas de romance; y hace uso de una orquesta de cuerda, acompañada de acordeón y guitarra.
“It's my duty to inform you that the larceny of an equine is a capital offense punishable by death, but you can rest assured that in this court, a horse thief always gets a fair trial before he's hung”
Estos eventos históricos, como muchos otros, dieron origen de un mito nacional en los Estados Unidos, conocido como “Mito de La Frontera” y han sido recreados por diversas manifestaciones del arte, agrupadas bajo el género western; que narra historias de cowboys, pioneros, nobles amerindios, gambusinos, empresarios, etc.; historias de gente de variada condición que emprendieron la aventura del oeste, con la esperanza de alcanzar el éxito personal, pero que acabaron, no pocas veces, enfrentadas a la justicia o a la fatalidad del destino.
Como dato, los estudios actuales consideran que, detrás de esta mitificación, se esconde una realidad más compleja, por lo que se tiende a replantear el papel de todos los actores que participaron en aquella coyuntura social, económica y cultural que fue la frontera estadounidense en el siglo XIX y principios del siglo XX.
Y en lo que se dio en llamar “El Salvaje Oeste”, los menos escrupulosos y más pendencieros, partían con la ventaja de salida de ser los más expertos en el manejo de las armas, razón de enjundia para imponer sus leyes y sus propias normas; sobre todo en las poblaciones alejadas de las ciudades, en las que supuestamente existían administradores de justicia titulados, como sheriffs y Marshall, mientras los ganaderos, por lo general, tal vez por ser descendientes directos de Caín, imponían sus preceptos a sangre y fuego; a menos que algún individuo justiciero apareciera, recortado en el horizonte para enamorarse de una sufrida horticultora, dispuesta a luchar hasta el final por los inflamables campos de maíz y centeno.
De esa manera, el mito se llenó de romance…

“When I was a kid, I had a pet rattlesnake.
I was fond of it, but I wouldn't turn my back on it”


Comentarios

Entradas populares