Robinson Crusoe

“My boy, you should not leave your native country”

“The Life and Surprising Adventures of Robinson Crusoe” es una de las obras más famosas del célebre escritor inglés, Daniel Defoe, publicada por primera vez, el 25 de abril de 1719, y considerada la primera novela inglesa; de hecho en toda su vida, se supo que Defoe usó al menos 198 seudónimos, pues su nombre real era Daniel Foe, y fue un escritor, periodista y panfletista inglés, mundialmente conocido por esta novela, que lo hizo uno de los primeros cultivadores de la novela, género literario que se popularizó en Inglaterra, y también recibió el título de “padre de todos los novelistas ingleses”
Defoe fue un escritor prolífico y versátil, produciendo más de 300 obras, libros, folletos y revistas sobre diversos temas, incluidos la política, el crimen, la religión, el matrimonio, la psicología y lo sobrenatural.
También fue un pionero del periodismo empresarial, y del periodismo económico.
Su obra, Robinson Crusoe, fue escrita cuando tenía alrededor de 50 años, y trata de una autobiografía ficticia del protagonista, un náufrago inglés que pasa 28 años en una remota isla desierta.
La primera edición, acreditó al autor de la obra Robinson Crusoe como autor, lo que llevó a muchos lectores a creer que era una persona real, y el libro como un relato de viajes de incidentes verdaderos.
De forma epistolar, confesional y didáctica, el libro se presenta como una autobiografía del personaje principal, cuyo nombre de nacimiento es Robinson Kreutznaer; un náufrago que llegará a vivir en una remota isla desértica tropical, cerca de Trinidad, donde se topa con caníbales, cautivos, y amotinados, antes de ser finalmente rescatados.
Probablemente, la historia tuvo como inspiración hechos reales ocurridos a Alexander Selkirk, que fue rescatado en 1709, tras pasar 4 años en una isla del Pacífico llamada “Más a Tierra”, ahora parte de Chile, que hoy lleva el nombre de Isla Robinson Crusoe desde 1966, localizada en el archipiélago Juan Fernández, frente a Chile, que pasó a llamarse así, en honor a la fama mundial de la pieza literaria.
También, está fuertemente influida por la novela del siglo XII, “Hayy ibn Yaqdhan” o “El Filósofo Autodidacta” de Ibn Tufail; y en Pedro Serrano, capitán español que en 1526 sobrevivió, junto con otro compañero, al naufragio de un patache español en un banco de arena del Mar Caribe, llamado ahora “Banco Serrana” en su honor, situado a 130 millas náuticas de las islas de San Andrés, en territorio colombiano.
Sobre esta historia, finalmente, de los 2 náufragos, tan sólo Pedro Serrano llegó a ser rescatado en 1534, 8 años después del naufragio.
Defoe, nacido en 1661, tuvo durante su vida una época en la que se dedicó a negocios que le llevaron a España y a Francia, lo que le dio la oportunidad de conocer con detalle la historia de Pedro Serrano, que todavía casi 2 siglos después seguía siendo recordada.
Los últimos estudios sobre Robinson Crusoe y su autor, señalan que la obra que Defoe terminó de escribir en 1719, se basaba fundamentalmente en la historia real de Serrano, en alternancia con las situaciones vividas por otro náufrago posterior a Serrano, llamado Alexander Selkirk, que había naufragado y vivido en el archipiélago de Juan Fernández, que en 1966 fue rebautizado como “Alejandro Selkirk”, aunque es probable que Selkirk nunca la viera, ya que éste habitó la isla mayor oriental.
Y pocos lectores podrían haber pasado por alto el parecido con Selkirk en una ilustración en la primera página de la novela que muestra “un hombre de aspecto melancólico, parado en la orilla de una isla, mirando hacia el interior”, en palabras del explorador moderno, Tim Severin.
Él está vestido con sus familiares pieles de cabra hirsutas, con los pies y las espinillas desnudos.
Sin embargo, la isla de Crusoe no se encuentra en las latitudes medias del Pacífico Sur, sino a 4,300km, unas 2,700 millas de distancia en el Caribe, donde el atuendo peludo difícilmente sería cómodo en el calor tropical.
Esta incongruencia, apoya la creencia popular de que Selkirk era un modelo para el personaje de ficción, aunque los eruditos literarios ahora aceptan que la suya fue “una de las muchas narrativas de supervivencia que Defoe conocía”; de donde construiría, con una trama sencilla y auténtica, un símbolo del colonialismo, del hombre perfecto, y de la moral suprema.
Según Tim Severin:
“Daniel Defoe, un hombre reservado, ni confirmó ni negó que Selkirk fuera el modelo para el héroe de su libro”
Aparentemente escrito en 6 meses o menos, Robinson Crusoe fue un fenómeno editorial; como la clásica novela de aventuras por antonomasia; aunque por lo general, a esta obra se le conoce simplemente por el nombre del protagonista, el título original, tal como aparece en la portada de su primera edición es:
“La vida e increíbles aventuras de Robinson Crusoe, de York, marinero, quien vivió veintiocho años completamente solo en una isla deshabitada en las costas de América, cerca de la desembocadura del gran río Orinoco; habiendo sido arrastrado a la orilla tras un naufragio, en el cual todos los hombres murieron menos él.
Con una explicación de cómo al final fue insólitamente liberado por piratas.
Escrito por él mismo”
A lo largo de su narración episódica, las luchas de Crusoe con la fe son evidentes a medida que negocia con Dios en tiempos de crisis que amenazan la vida, pero una y otra vez, le da la espalda después de sus liberaciones.
Él, finalmente está satisfecho con mucho en la vida, separado de la sociedad, después de una experiencia de conversión más genuina.
Suele leerse como ficción, una coincidencia de geografía de fondo sugiere que esto puede ser no ficción…
En las primeras páginas, el autor describe, cómo Crusoe se estableció en Bedford, se casó y produjo una familia, y que cuando su esposa murió, se embarcó en estas nuevas aventuras.
A pesar de su estilo narrativo simple, Robinson Crusoe fue bien recibido en el mundo literario, y a menudo se le atribuye que marca el comienzo de la ficción realista como un género literario.
La historia sigue a Robinson Crusoe, un marino de York que, en una expedición por África en barco, es capturado por unos piratas, y se convierte en esclavo.
Consigue escapar, y es ayudado por un capitán de marina portugués, que se dirige a Brasil.
En este último lugar, se establece por un tiempo, pero surge la opción de navegar nuevamente a África, en busca de negros para asistir las necesidades domésticas de él y un grupo de inmigrantes en Brasil; es allí donde el barco naufraga, y es el único superviviente, logrando llegar a una isla de la que parece ser el único habitante…
Como medio para sobrevivir, toma todas aquellas armas y provisiones del barco que necesita, a la espera de ser rescatado.
Cuando por fin empieza a adaptarse a la soledad, gracias, entre otras cosas, a su conversión al cristianismo, e instalarse en la isla, descubre que no está solo en ella, ya que una tribu indígena caníbal reside allí.
Crusoe, inmediatamente considera a los indígenas como enemigos, y ayuda a escapar a uno de sus prisioneros que estaba a punto de ser ejecutado.
Como se han conocido un día viernes, Crusoe le llama “Friday”, y forjan una sincera amistad, a pesar de que no coinciden ni en el idioma ni en la cultura.
El personaje, es la fuente de la expresión “My Man Friday”, que se usa para describir a un asistente personal o sirviente masculino, especialmente a uno que es particularmente competente o leal.
Crusoe describe a Friday como un nativo americano, aunque muy diferente de los indios de Brasil y Virginia.
Su religión implica la adoración de un dios de la montaña llamado Benamuckee, oficiado por altos sacerdotes llamados Oowokakee.
Crusoe aprendió algunas de sus palabras nativas, que se han encontrado en un diccionario español, Térraba o Teribe, por lo que Friday puede haber pertenecido a esa tribu, también llamada pueblo Naso.
Friday tolera el canibalismo, e incluso sugiere comer a los hombres que Crusoe ha matado; pero Crusoe enseña el Friday el idioma inglés y lo convierte al cristianismo.
Él le dice que el canibalismo es incorrecto, y Friday lo acompaña en una emboscada en la que salvan al padre de Friday.
Juntos, deciden ayudar a los demás prisioneros capturados por los indígenas, uno de los cuales, es un español que también es un náufrago que aguarda la llegada de un barco.
Al final, Crusoe regresa a Inglaterra, 28 años después de haber naufragado en la isla, y 4 años después de ser rescatado Friday.
El padre de Friday, va con un náufrago español al continente para recuperar a otros 14 náufragos españoles, pero Crusoe y Friday abandonan la isla antes de su regreso; por lo que Friday acompaña a Crusoe a su casa en Inglaterra, y es su compañero en la secuela de Robinson Crusoe, en la que Friday muere en una batalla naval.
Es posible que un pirata Misquito con el nombre de Will, se haya convertido en la inspiración para el personaje Friday; y como argumento en general, ha sido mil veces revisado, y constituye la forma más palpable de materializar la frase:
“La inteligencia es la capacidad de adaptarse a situaciones nuevas”
Robinson Crusoe, fue influyente en la creación de una mitología de la colonización, como el novelista James Joyce señaló elocuentemente, que “el verdadero símbolo de la conquista británica, es Robinson Crusoe:
Él es el verdadero prototipo del colono británico”
Trabajos posteriores, se expandieron y exploraron esta mitología.
Crusoe cree en la justicia suprema, posee unas creencias religiosas estables y coherentes, no siente tentaciones sexuales, y actúa según una eficiencia máxima.
Joyce señaló, que el verdadero símbolo del Imperio Británico es Robinson Crusoe, a quien atribuyó características raciales inglesas estereotipadas, y algo hostiles:
“La independencia varonil, la crueldad inconsciente, la persistencia, la inteligencia lenta pero eficiente, la apatía sexual, lo taciturno y calculador”
En cierto sentido, Crusoe intenta replicar su sociedad en la isla.
Esto se logra mediante el uso de la tecnología europea, la agricultura, e incluso una jerarquía política rudimentaria.
Varias veces en la novela, Crusoe se refiere a sí mismo como “El Rey de la isla”, mientras que el capitán lo describe como “el gobernador de los amotinados”
Al final de la novela, la isla se menciona explícitamente como una “colonia”
La relación de sirviente idealizada, que Defoe representa entre Crusoe y Friday, también se puede ver en términos de imperialismo cultural.
Crusoe representa al europeo iluminado, mientras que el Friday es el salvaje que solo puede ser redimido de su bárbara forma de vida, a través de la asimilación en la cultura de Crusoe.
No obstante, Defoe también aprovecha la oportunidad para criticar la histórica conquista española de Sudamérica...
Según J.P. Hunter, Robinson no es un héroe, sino un hombre común.
Comienza como un vagabundo, sin rumbo en un mar que no comprende, y termina como un peregrino, cruzando una montaña final para entrar en “la tierra prometida”
El libro cuenta la historia de, cómo Robinson se vuelve más cercano a Dios, no a través de escuchar sermones en una iglesia, sino pasando tiempo a solas entre la naturaleza, con solo una Biblia para leer.
Por el contrario, el crítico cultural y estudioso de la literatura, Michael Gurnow, ve la novela desde una perspectiva rousseauniana:
“En la locura de comenzar un trabajo antes de contar el costo, en que el movimiento del personaje central de un estado primitivo a uno más civilizado, se interpreta como la negación de Crusoe del estado de naturaleza de la humanidad.
Y es que Robinson Crusoe está lleno de aspectos religiosos.
Defoe era un moralista puritano, y normalmente trabajó en la tradición de la guía, escribiendo libros sobre cómo ser un buen cristiano puritano, como “The New Family Instructor” (1727) y “Religious Courtship” (1722)
Mientras que Robinson Crusoe es mucho más que una guía, comparte muchos de los temas y puntos de vista teológicos y morales.
El apellido “Crusoe" puede haber sido tomado de Timothy Cruso, un compañero de clase de Defoe que había escrito guías, incluyendo “God the Guide of Youth” (1695), antes de morir a una edad temprana, solo 8 años antes de que Defoe escribiera Robinson Crusoe.
Cruso, habría sido recordado por sus contemporáneos, y la asociación con las guías es clara.
Incluso se ha especulado que el libro anteriormente citado, inspiró a Robinson Crusoe debido a una serie de pasajes de esa obra que están estrechamente relacionados con la novela.
Un “leitmotiv” de la novela, es la noción cristiana de La Providencia, La Penitencia y La Redención.
Crusoe llega a arrepentirse de las locuras de su juventud.
Defoe también pone en primer plano este tema, organizando eventos altamente significativos en la novela que se producirán en el cumpleaños de Crusoe.
El desenlace culmina no solo con la liberación de Crusoe de la isla, sino también con su liberación espiritual, su aceptación de la doctrina cristiana, y su intuición de su propia salvación.
Cuando se enfrenta con los caníbales, Crusoe lucha con el problema del relativismo cultural.
A pesar de su disgusto, se siente injustificado al hacer que los nativos sean moralmente responsables de una práctica tan profundamente arraigada en su cultura.
Sin embargo, conserva su creencia en un estándar absoluto de moralidad; él considera el canibalismo como un “crimen nacional” y prohíbe a Friday practicarlo.
El hecho de que Crusoe enseñe a Friday todo lo que sabe, tiene indicios del Imperialismo, del colonialismo cultural, dado que también le convierte al cristianismo, y le expone las riquezas del mundo occidental.
En ningún momento, Crusoe se da por vencido, y mantiene una perspectiva optimista respecto a su futuro, mostrando en numerosas ocasiones su aprecio y afecto por Friday, refiriéndose a él, como su amigo.
La novela, ha sido interpretada como una alegoría del desarrollo de la civilización, como un manifiesto del individualismo económico, y como expresión de los deseos coloniales europeos, pero también muestra la importancia del arrepentimiento e ilustra la fuerza de las convicciones religiosas de Defoe.
Críticos como Maximillian E. Novak, apoyan la conexión entre los temas religiosos y económicos dentro de Robinson Crusoe, citando la ideología religiosa de Defoe, como la influencia para su interpretación de los ideales económicos de Crusoe y su apoyo al individuo.
Como obra literaria, a pesar de estar escrita en primera persona, el hecho de contar acontecimientos lejanos en el tiempo, hace que el estilo sea sencillo y poco dado a la subjetividad, dando más importancia a los sucesos que a los sentimientos del propio protagonista.
Da la sensación de que Crusoe apenas pensaba, sino que actuaba.
Esto decrementa la verosimilitud del texto, presentando a un personaje beatificado y engrandecido por el relato.
No obstante, llama la atención cuando Crusoe se autoproclama “Rey de la isla”, entrando en unos matices políticos antes mencionados.
Y también es curioso que, a pesar de que el marino toma dinero del barco, éste es completamente inútil en la isla, mientras que las herramientas y provisiones son tremendamente valiosas y fundamentales para su supervivencia en el lugar.
La influencia de Robinson Crusoe en obras y reflexiones posteriores, ha sido inconmensurable, como en el caso del antes nombrado James Joyce, Karl Marx o El Premio Nobel, J.M. Coetzee, que realizó una revisitación de la trama.
Según Marx, Robinson Crusoe es un canto moderno al individualismo burgués.
En el personaje de Defoe, la fe en el progreso y en la providencia, es evidente.
Robinson es un titán, un nuevo Prometeo, capaz de ejercer todos los oficios y de erigir una civilización nueva y utópica con la sola labor de sus manos.
El náufrago es marinero, agricultor, pastor, alfarero, carpintero y por fin gobernador de su isla.
Logra hacer del trigo, harina y de la harina, pan, y de la madera consigue carbón.
Levanta una cabaña, un palacete, una fortaleza, corrales, canoas...
Su don de oficios, su inventiva, su humanidad, en fin, resulta agotadora y deslumbrante.
Por otra parte, aunque acaso no haya estado nunca en el designio del autor, el lector ha de enfrentarse filosóficamente a la novela como metáfora de la desnudez humana ante las fuerzas abrumadoras de la naturaleza, como puesta en evidencia de la denodada lucha ante esas fuerzas para someterlas, y así crear un mundo habitable y cómodo para el hombre, tal como la cultura y la técnica lo han hecho en la historia humana.
La isla, que Defoe ubica en el delta del Orinoco, cerca de Trinidad, puede verse como una especie de “Tierra Prometida” a la que el trabajo laborioso de un hombre blanco, puede convertir en un vergel.
Así pues, el éxito de la novela fue inmediato y universal, considerada la novela inglesa más popular de todos los tiempos, y el 2º libro más leído después de La Biblia; y a finales del siglo XIX, ningún otro libro en la historia de la literatura occidental, tenía más ediciones, traducciones, incluso en idiomas como Inuktitut, Coptic y Maltés, e imitaciones que Robinson Crusoe, con más de 700 reimpresiones e imitaciones.
De hecho se acuñó el término “Robinsonade” para describir el género de historias similares a Robinson Crusoe.
En el “robinsonado” arquetípico y epónimo, el protagonista se ve repentinamente aislado de las comodidades de la civilización, generalmente naufragado o abandonado en una isla aislada y deshabitada.
Debe improvisar los medios de su supervivencia de los recursos limitados disponibles; y algunos de los temas comunes incluyen:
El aislamiento, por ejemplo, isla desierta o planeta virgen; un nuevo comienzo para algunos de los personajes; encuentros con nativos o nativos aparentes; comentario sobre la sociedad; y temas para subgéneros como el utopianismo, que a diferencia de la utopía de Thomas More y las obras románticas que describían a la naturaleza como idílica, Crusoe la hizo implacable y escasa.
El protagonista sobrevive por su ingenio, y las cualidades de su educación cultural, que también le permiten prevalecer en los conflictos con otros náufragos o sobre los pueblos locales que pueda encontrar.
Las obras que siguieron, fueron tanto en la dirección más utópica, como “Swiss Family Robinson” (1812) de Johann David Wyss, como en la dirección distópica, “Lord of the Flies” (1954) de William Golding.
El “robinsonade” propiamente dicho, está más cerca del tipo, ya que también contiene los siguientes temas:
Progreso a través de la tecnología; una historia siguiendo los triunfos y la reconstrucción de la civilización; logro económico; la hostilidad de la naturaleza; es ligeramente distópico sobre la amabilidad de la naturaleza, pero ligeramente utópico sobre los poderes del logro humano…
Y como ciencia ficción “robinsonade” que también incluye muchas obras de ciencia ficción sobre viajes espaciales, como la obra de Andy Weir, “The Martian” (2012); y otras obras que adaptan su premisa, y han provocado respuestas postcoloniales modernas, incluyendo a “Gulliver's Travels” (1726) de Jonathan Swift, que en parte parodia la novela de aventuras de Defoe, publicada 7 años después, y que puede leerse como una refutación sistemática de la descripción optimista de Defoe sobre la capacidad humana.
“L'Île Mystérieuse” (1874) de Jules Verne, en donde los náufragos rescatan a un negro africano en su isla que dice que se llama “Carefinotu”
T. Artelett propone llamarlo Mercredi, o “Miércoles”, como siempre se hace en las islas con Robinsons; pero su maestro Godfrey, prefiere mantener el nombre original.
“The Jungle Book” (1894) de Rudyard Kipling; “The Island of Dr. Moreau” (1896) de H.G. Wells; “The Blue Lagoon” (1908) de Henry De Vere Stacpoole; “The Black Stallion” (1941) de Walter Farley…
En “Treasure Island”, el autor Robert Louis Stevenson, parodia a Crusoe con el personaje de Ben Gunn, un náufrago amistoso que estuvo abandonado durante muchos años, tiene una apariencia salvaje, se viste completamente de piel de cabra, y habla constantemente de la providencia.
En fin, Defoe pasó a escribir una secuela menos conocida:
“The Farther Adventures of Robinson Crusoe” (1719), y estaba destinado a ser la última parte de sus historias, de acuerdo con la página de título original de su primera edición, pero una tercera parte, “Serious Reflections During the Life & Surprising Adventures of Robinson Crusoe, With His Vision of the Angelic World” (1720) fue agregado más tarde.
Antes de finales de 1719, el libro Robinson Crusoe, ya había pasado por 4 ediciones, y se ha convertido en uno de los libros más ampliamente publicados en la historia, generando tantas imitaciones, no solo en literatura sino también en cine, televisión y radio, que su nombre se usa para definir un género, el “Robinsonade”; hasta óperas como “Iphigenia in Tauris” (1787) de Johann Wolfgang von Goethe, basado en “Iphigeneia in Tauris” de Eurípides.
Y en el cine, desde el cineasta francés, Georges Meliès, que dirigió una versión en 1902; a otros directores como Luis Buñuel, que también rodó en 1952 una versión de la novela de Defoe; a otros filmes como:
“Enemy Mine” (1985),  la historia de ciencia ficción, de un alienígena y un humano, que aterrizan en un estéril planetoide, y finalmente cooperan para sobrevivir; a “Cube” (1997); o “Cast Away” (2000) con Tom Hanks, como empleado de FedEx varado en una isla durante muchos años, también toma mucho de la historia de Robinson Crusoe; o en la TV, con series como:
“Gilligan's Island” (1964–1967); “Lost in Space” (1965–1968); y “Lost” (2004–2010)
“If anyone in England met such an odd creature as I was in my 18th year of solitude, it must either have frightened them or caused a great deal of laughter”
Robinson Crusoe es una película mexicana de aventuras, del año 1954, dirigida por Luis Buñuel.
Protagonizada por Dan O'Herlihy, Jaime Fernández, Felipe de Alba, Chel López, José Chávez Trowe, Emilio Garibay, entre otros.
El guión es de Luis Buñuel y Hugo Buttler; basados en el clásico de la literatura de aventuras homónimo de Daniel Defoe.
La novela, es uno de los mitos fundadores de nuestra modernidad, pues muestra que la cultura no puede ser recuperada por la naturaleza y que, en un medio sin historia, el pionero blanco organiza una sociedad utópica:
América.
Allí se legitima y legaliza sus relaciones de dominio sobre los demás; por lo que Robinson es una epopeya minúscula del colonialismo.
Intentaran desmentirlo Rousseau y el mito de Kaspar Hauser, el niño que, abandonado en la selva, pierde los reflejos educativos del hombre civilizado, y resulta poco menos que ineducable, como si fuera salvaje de toda la vida.
También podemos pensar que Robinson, como los otros grandes mitos barrocos, es una meditación acerca del hombre y su doble, reflejo fantasmal de sí mismo en otro.
En efecto, el barroco funciona con parejas de hombres que se toman por espejos mutuos:
Don Quijote y Sancho; Fausto y Mefisto; Hamlet y Horacio; Don Juan y Catalinón; Robinson y Friday.
La pisada en la arena, es el pie del otro que es mi pie; y mis pasos en el mundo, son los pasos de un extraño.
El director español, Luis Buñuel, tratará de invertir la condición burguesa del Robinson original, hará fracasar su fe comparándole a un rebelde contra dios, a Tántalo y a Prometeo sucesivamente, y cuestionará su progreso que conduce a la insania del protagonista.
Según Francisco García Lorca, “uno de los personajes que Luis tenía constantemente en la cabeza durante los años 20, era Robinson”
Todo en Buñuel, tiene raíces muy viejas.
“Aunque la novela en sí no me atraía, el caso mismo de Robinson sí me resultaba interesante:
El naufragio, la supervivencia en la isla, la lucha con la naturaleza, la soledad, la aparición de otro hombre, un salvaje...
Robinson, como las demás me la encargaron… acepté porque hay en él algo puro:
Primero, es el hombre frente a la naturaleza, no hay romance, ni escenas de amor fáciles, ni serial, ni intriga complicada.
Es simplemente un tío que llega, se encuentra sólo frente a la naturaleza, y debe alimentarse.
Me gustó el tema, acepté, e intenté hacer cosas que hubieran podido ser interesantes.
Creo que quedan todavía algunas porque cortaron trozos surrealistas e incomprensibles, según decían...
Hice la película como pude, queriendo mostrar sobre todo la soledad del hombre, la angustia del hombre sin la compañía humana.
Quise tratar también el tema del amor o de amistad:
El hombre sin la compañía del hombre o de la mujer.
A pesar de todo, creo que incluso con los cortes, las relaciones de Robinson y de Friday, son bastante claras:
Las de la raza superior anglosajona con la raza inferior negra.
Es decir, que en un principio, Robinson no se fía, imbuido de su superioridad, pero al final llegan a la gran fraternidad humana...
¡Vuelven a sentirse orgullosos de ser hombres!
Espero que esta intención se note”, diría el mismo Buñuel.
Robinson Crusoe fue rodada originalmente en inglés, realizada en 1952 y registrada en 1954; siendo la primera película en inglés de Luis Buñuel; con el guión también escrito en inglés, pero según el actor Dan O'Herlihy, “Buñuel solo lo dirigió en español”; y Hugo Butler, solo recibió crédito por su guión en 1997, después de su muerte.
La filmación comenzó el 7 de julio de 1952, en la costa oeste de México.
La fotografía principal se programó para 7 semanas, con una versión en inglés y en español simultáneamente.
Ambas películas fueron presupuestadas en un total de $350,000.
Se filmaron tomas exteriores cerca de la ciudad de Manzanillo en el estado mexicano de Colima.
Había 60 personas en el equipo de producción; y la tripulación tomó dosis diarias de Diodoquin y Aralen para protegerse contra la disentería y la malaria, respectivamente.
Un escuadrón de seguridad de los manzanillanos, mantuvo a raya a las serpientes, jabalíes y otros animales peligrosos con pistolas y machetes.
Los planos interiores, fueron filmados en Sound Stage 3 en Tepeyac Studios, en la Ciudad de México; siendo rodada en Pathécolor, que es una versión del Eastman Color, sistema que estaba entonces en sus inicios, lo que requería hacer el revelado del negativo en Hollywood; que curiosamente, sin embargo, asevera Buñuel, no tuvo demasiado que ver en las elecciones de ciertos encuadres, colores propiamente, temas vinculados a la cámara, viéndose obligado a comentar, respecto a un artículo sobre él publicado, que “no era su palette/colores la que fluye en la cinta, era la palette de Alex Philips, el camarógrafo”
Al usarse en su materialización un novedoso sistema, tuvieron que enviarse los rollos y tomas diariamente a Hollywood para que sean procesadas, generando esto un jamás experimentado retardo, dilatación en el tiempo de rodaje para el español.
Además, la edición y la banda sonora se realizaron en La Ciudad de México.
Los productores, inicialmente creyeron que la película estaría lista para su distribución en diciembre de 1952, pero numerosas demoras alteraron estos planes.
El 14 de octubre de 1953, los productores anunciaron que United Artists había firmado un acuerdo para los derechos de distribución mundial de la película; siendo finalmente estrenada en la ciudad de New York, el 4 de agosto de 1954, en El Teatro Normandie; y llegó a estar nominada al premio Oscar como mejor actor para Dan O'Herlihy.
Así, Robinson Crusoe fue la primera película que valió a Buñuel, simultáneamente un reconocimiento artístico y comercial universal:
No pasó desapercibida en los festivales de Venecia y Punta del Este, y conoció el éxito económico en lugares tan distintos y distantes como New York, Tokio, México, Londres, etc.
En España, se proyectó una versión mutilada, en la que se eliminaba la escena del delirio de Robinson febril y sediento durante cuyo transcurso, su padre le negaba un poco de agua mientras, burlón, la vertía abundantemente sobre un cerdo…
“Robinsón Crusoe tuvo mucho éxito en casi todas partes.
Por esta película en inglés, producida por Óscar Dancigers, y que constituyó un éxito, cobré un total de $10 mil, suma más bien irrisoria.
Pero nunca me han gustado las discusiones financieras, y no tenía agente ni abogado para defenderme.
Enterados de mi salario, Pepper y Butler me ofrecieron el 20% de su porcentaje sobre los beneficios, pero lo rechacé.
Nunca en la vida he discutido la cantidad que se me ofrecía por un contrato.
Soy por completo incapaz de ello.
Aceptaba o rehusaba, según los casos, pero jamás discutía.
No creo haber hecho nunca por dinero una cosa indeseable.
Puedo decir que lo que no haga por $1, no lo hago por $1 millón”, dijo Buñuel.
La historia inicia en 1659, cuando el inglés Robinson Crusoe (Dan O'Herlihy), es el único sobreviviente de un naufragio, y llega a una isla desierta.
Tras varios años de soledad, descubre que la isla está habitada por salvajes; y al enfrentarse con ellos, salva a un nativo a quien le pone el nombre de Friday (Jaime Fernández)
Juntos vivirán en la isla algunos años más, hasta que aparecen otros náufragos.
Robinson Crusoe está llena de sutilezas dramáticas y narrativas.
Las elipsis temporales funcionan a la perfección:
Son 28 años en una isla condensados en 84 minutos, que la hacen una obra esencial, muy humana y pedagógica:
Imaginamos, y a veces oímos lo que piensa Robinson Crusoe pero, sobre todo, lo vemos tomar decisiones y actuar; porque nos habla de supervivencia, pero no desde un punto de vista pasional, sino práctico.
El científico David Eagleman, señala, cómo “uno de los rasgos más impresionantes del cerebro, y sobre todo del cerebro humano, es la flexibilidad para aprender casi cualquier tipo de tarea que se presenta”
La inteligencia del cerebro es “flexible”, como apunta Eagleman.
Robinson Crusoe es una excelente prueba de ello.
El cerebro de Robinson funciona de manera rápida y eficaz; es un hombre anglosajón y pragmático, que se concentra en construir una pequeña civilización para sobrevivir, estar acompañado, y mejorar su bienestar.
Sus genes, en suma, le ayudan a progresar; y sus instintos cerebrales le protegen y la aportan automatismos esenciales.
La obra nos ayuda a pensar:
¿Qué haríamos nosotros solos en una isla?
¿Lograríamos hacer todo lo que hace Robinson Crusoe?
Lo dudo mucho; pero en definitiva, y por uno de esos curiosos azares del destino, Luis Buñuel, quien llevaba fuera de su país desde el final de La Guerra Civil Española, parecía la persona más indicada para dirigir esta historia, pues, a fin de cuentas, un exiliado no deja de ser una especie de náufrago.
“Friday was as loyal a friend as any man could want.
With his many different skills he enriched my life on the island.
We had found that two working together could do much more than working separately”
Como muchas de las producciones del gran Luis Buñuel en tierras mexicanas, tenemos en este filme, un trabajo muy atípico respecto a lo que alguien no muy conocedor de toda su filmografía, podría esperar, a la que convencionalmente se conoce como las aristas del cine del aragonés.
Con Robinson Crusoe, Luis Buñuel da una lección de cómo narrar admirablemente con economía de medios…
Sí, no hablo de Walsh, ni de Hawks, ni de Siegel, sino de Buñuel; porque hoy, ya pocos dudan que Buñuel fue mucho más que un surrealista, un provocador nada iluso, un experto en dramas y pasiones humanas, un obseso, ¿reaccionario o progresista? en según qué temas.
Fue también, un excelente narrador cinematográfico; y con Robinson Crusoe, Buñuel comenzó a trabajar con el guionista Phillip Ansel Roll, en 1950; mientras el mexicano-canadiense, Alex Phillips, fue contratado como el director de fotografía; en una película, cuyos negativos originales se dan por perdidos, ha sido reconstruida, con las limitaciones pensables, por la Televisión Española, en 1989; ya que faltan fotogramas y, por momentos, las secuencias se tornan espasmódicas y tartamudas.
El color vacila al cambiar de rollo, y esto es bueno, porque acentúa la gesticulación onírica que Buñuel esboza a ratos.
Dividida en 2 partes de duración casi igual, la película se presenta en principio como una exploración de la soledad del hombre hasta la locura.
Toda la primera parte de Robinson Crusoe, con el protagonista en total soledad, enfrentado a la naturaleza y en conflicto consigo mismo, guarda bastante relación con los documentales de naturaleza psicológica que le hubiera gustado hacer en su época del Museo de Arte Moderno...
Si en ella se ocupa, asimismo, de la revelación del “otro” dentro de uno, del conflicto del personaje con la soledad y sus fantasmas interiores, incluida la figura del padre; en la segunda parte se centra en el descubrimiento del otro fuera de sí.
Aquí, Buñuel da un vuelco completo a la relación amo-criado, civilizado-salvaje, que ha dominado la visión y el trato del hombre occidental con los hombres de otros continentes...  y hace en esta película, una especie de homenaje a lo único que salva del neorrealismo:
Haber elevado a rango de categoría dramática, el acto anodino; y el cineasta se recrea en escenas en las que no sucede nada importante, salvo la actividad cotidiana de Robinson, enmarcada por el paso del tiempo.
Otras veces, sin embargo, el documento se abre a la visión visionaria, y vemos a un Robinson que, aunque ha vencido a la naturaleza externa, no puede dominarse a sí mismo.
Estamos en el dominio de los impulsos subconscientes, donde no rigen las mediciones temporales y espaciales al uso...
En Robinson Crusoe, Buñuel desarrolla 2 temas en 2 tiempos distintos:
La soledad y la amistad.
Buñuel ha soñado siempre en describir al hombre con la fría objetividad del entomólogo inclinado sobre el insecto.
Para él se trata, en todo momento, de comprender mejor a sus personajes a fin de juzgarlos mejor, de exaltar mejor aquello que él cree son sus cualidades, y de condenar mejor aquello que considera como sus defectos, sus flaquezas y sus errores.
Así pues, Buñuel es un moralista por necesidad, aunque, en su opinión, la ética sólo adquiera una verdadera realidad por obra de la praxis.
Robinson, ese noble inglés, anclado en una isla desierta, proporciona a Buñuel una excelente materia de estudio.
Nos encontramos ante un ser desprovisto de todas las convenciones, privado de situación social, sometido a una especie de pureza ontológica.
Lo único que sobrevive en él, es una vaga angustia metafísica, que se irá diluyendo hasta llegar a desvanecerse por completo en la conmovedora secuencia durante la cual, Robinson llama a Dios, y no recibe otra respuesta que el eco de su propia voz; luego enloquece, grita en demanda de socorro, y acaba por dejar caer al mar su antorcha con tristeza al anochecer.
A partir de esto, comprende que ha ganado, que por fin ha nacido de sí mismo, que ha entregado su existencia a todos los riesgos de la libertad liberada de códigos y de ritos mentalmente debilitadores…
La aparición del otro, provoca en el solitario, una fulgurante retracción del individuo.
Robinson se repliega bajo la concha de sus antiguos principios, olvida todo lo que tan penosamente ha aprendido sobre sí mismo, renace en él, el civilizado con su cohorte de prejuicios morales, como el reflejo de defensa no es más que una coartada, adopta súbitamente la actitud de colonizador, y deja de concebir otra relación con Friday, que no sea la del amo con respecto al esclavo:
“Por fin volveré a disponer de un doméstico...
Le enseñaré lo que es el respeto con mi mosquete...”
En consecuencia, Robinson encadena a Friday y, luego, le enseña la teología cristiana.
Pero éste reacciona con un desconcertante raciocinio que Buñuel, sonriendo, emparenta con el del moribundo del Marqués de Sade cuando le dice el cura:
“¿Así pues, tu Dios ha querido hacerlo todo al revés, únicamente para tentar o probar a su criatura?”
Finalmente, es Friday quien paradójicamente ofrece a Robinson su libertad:
La de no tener que ser amo, sino interlocutor, un hombre que se enriquece compartiendo.
Poco a poco, sus relaciones evolucionan en el sentido de un mutuo reconocimiento.
Como dice Buñuel:
“Ambos se reconocen orgullosos como hombres”
La relación amo–criado, se convierte en amistad porque es natural.
Entre 2 personajes solos en una isla, que deben sobrevivir y ayudarse, no es natural que se mantengan nuestras convenciones sociales.
Estas se irán aflojando…
El resultado del film, no pasa de modesto.
Brilla en contadas ocasiones:
Un sueño en que el padre de Robinson quita a su hijo enfermo de fiebre toda el agua disponible, para morir ahogado; la muerte del perro, primer momento en que el héroe comprende que la mortalidad progresa aunque esté en una isla sin semejantes que midan su tiempo; un fragmento bíblico dicho a los gritos en un valle donde la naturaleza agiganta las alabanzas a Dios, etc.
Además, filmar Robinson Crusoe tiene un inconveniente mayúsculo, pues gran parte del relato muestra, cómo un hombre sobrevive en una isla.
No hay situaciones coloquiales y, por ello, el director se ve condenado a uno de los peores recursos del cine:
El texto “en off”
La inmensidad de la literatura, en este caso, resulta insalvable, y la voz “en off” abruptamente se manifiesta reiteradamente, un recurso casi antagónico, considerando la soledad del protagonista, y la reincidencia constante del recurso ciertamente va en detrimento de la ilusión o efecto de total aislamiento y soledad, del hermetismo que se buscaba.
En la novela, el personaje se enferma apenas, y trivialmente, no enloquece a pesar del aislamiento, pues dura 28 años; y carece de sexualidad...
Todo esto vale, si pensamos que el texto es una alegoría religiosa:
Arrojado a una isla, el hombre puede edificarse, nunca mejor dicho, con la compañía de Dios, mediada por La Biblia; como un Edén “corregido” sin Eva que lo tiente.
Pero si queremos mostrar a Robinson con su cuerpo y la densa opacidad temerosa que todo cuerpo desplaza, las cosas cambian.
Es el riesgo que corrió Michel Tournier en “Vendredi ou les Limbes du Pacifique”, donde nos cuenta cómo Robinson se masturba, tiene trastornos mentales, y cae seducido por Friday…
La fábula, no puede sino cambiar de sentido, y deviene la historia de un hombre civilizado que resulta fascinado por los encantos de la barbarie.
Lo que al principio era el relato de las aventuras de un náufrago que debe sobrevivir en una isla desierta, en sucesivas lecturas se convierte en la confesión de un hombre que bordea la locura por falta de contacto humano.
En la versión cinematográfica de Luis Buñuel, prima esa visión de estudio psicológico, de un hombre blanco al que toda la vida han servido otros hombres, y no hay que olvidar que el propósito de su viaje era el comercio de esclavos, que debe empezar desde cero una nueva existencia, y aprender toda clase de oficios si quiere sobrevivir.
Además, es un ser al que acecha continuamente un sentimiento de culpa, ya que se lanzó a conocer mundo sin el consentimiento paterno, e interpreta su desgracia como una especie de castigo divino.
Sólo podrá redimirse casi al final, cuando después de más de 20 años de soledad, aparecerá un amigo, Friday, al que al principio trata como a un inferior, pero con el que acabará aprendiendo que todos los hombres de todas las razas pueden ser igualmente virtuosos.
Hay un momento, muy de Luis Buñuel, cuando Friday se vista con ropas de mujer, y Robinson le mira casi con deseo, aunque inmediatamente le ordena que se quite esa vestimenta...
Es una lástima que con una historia con tantas posibilidades, el director no tuviera más espacio para explorar los deseos más ocultos del protagonista, incluido la homosexualidad.
Pero los momentos de fino humor, como la discusión teológica en la que Friday cuestiona la estabilidad emocional de Dios, revelan que Buñuel no era ajeno a estos problemas.
Y el resultado de la aguda visión de Buñuel, es una versión sencilla pero magnífica del clásico libro de aventuras.
Como se indicó al inicio, a Buñuel no le atrajo nunca la novela, le atrajo la historia de Robinson, su extraordinario caso de soledad, donde todo convencionalismo desaparece, donde todo previo concepto se va desvaneciendo, y nuevos conceptos fluyen, donde se descubre la fibra más interior e íntima del desdichado, ¿o afortunado? náufrago.
El tema lo sedujo, el aristócrata que cambió lujos por exilio total, una isla donde su angustia, su desesperación, van aumentando, intenta hallar alivio en La Biblia, hasta alcanzar el paroxismo, gritando en la roca, intentando hallar a Dios, y encontrando la respuesta solitaria de su propia voz.
Y claro, luego de la pérdida de Rex, el perro, que curiosamente, todos los animales tienen nombre de personas, y “el salvaje” no; es su único vínculo con el mundo externo, la cordura va desapareciendo, surge la poderosa y simbólica secuencia de Robinson en la playa, dejando caer su antorcha al mar, extinguiendo el fuego, símbolo de la razón, lucidez y cordura, que dejan lugar a la impotencia, la derrota, la resignación.
Buñuel se sintió atraído, a mostrar al ser humano en tan extrema y epifánica situación, y lo hace dejando un guiño, su guiño, su gusto entomológico, pues después de todo, cual entomólogo, en el filme Buñuel realiza un estudio del hombre, de su interioridad, de sí mismo, como Robinson que se inclina sobre unos insectos en la isla.
El ser humano asimila su circunstancia, el hombre evoluciona, vuelve al estado más primitivo, cual cavernario, redescubre la agricultura, aprende a hacer su pan, va construyendo sus propias cosas, fabrica cerámicas, pipas, esto distinto en el libro; sombrillas, cercos, jaulas, incluso una bomba, aunque se omite el proceso de invención o fabricación, naturalmente más explayado en la novela.
Pero todo cambia cuando se va extinguiendo todo atisbo de compañía, y es que Friday lo cambia todo radicalmente, salva al blanco, él hace a Robinson redescubrirse como humano, virtudes, amistad, lealtad, amor… con él, se reflejan, se complementan, casi una fascinante “sanchificación” tiene lugar, pues el aristócrata civiliza al salvaje, como Pigmalión, lo viste; y al final, Friday está totalmente vestido; al tiempo que le enseña a fumar, lo teologiza, pero en el fondo, es el salvaje quien salvó al desesperado hijo de la civilización, que dejaba su fuego extinguirse en la playa, cuando los instintos más básicos amenazaban, como el canibalismo.
Queda la paradójica interrogante de, si la civilización salvó al salvaje, o viceversa, pues con Friday redescubre Robinson la felicidad, se acaba la metáfora de la soledad total, completamente fuera de la civilización, redescubre su propio ser, su interior, afloran dudas sobre Dios, vuelve a amar su condición humana, o como dijo Buñuel:
“Se vuelven a sentir orgullosos de ser hombres”
Y es que Robinson, pese a todo, siempre tiene una humanidad que nunca pierde, devuelve a la cría de ave al nido, sin embargo, tiene a su vez la malicia inherente al ser civilizado, nunca suelta el arma; cuando Friday le rechaza el pan, su inmediata acción es traer el mosquete; se persigue encarnar con simpleza de recursos, todo el espectro de las virtudes y defectos humanos.
En el ecuador del filme, como dividiendo el relato, pierde ya el refugio de La Biblia, se desespera, grita en el mar, es el momento clave.
Por otra parte, los papeles de una y otra raza, quedan pronto definidos:
La primera acción de Friday, tras ser salvado de los caníbales, es postrarse a los pies del hombre blanco, su salvador, su supuesto civilizador, cuando en efecto, es Friday quien en buena medida es la salvación de Robinson, se redescubrirá como hombre el náufrago.
Sin embargo, se sobrepasa todo eso, en un ambiente donde todo lo externo ha quedado reducido, incluso la relación amo-criado se evanece poco a poco, para surgir la amistad, fuerte lazo amical, casi fraternal.
Y claro, tenemos a la gata, que pare sus cachorros, el único misterio de la historia, pues nunca hubo un gato… pero la vida se mantiene, aún ahí, aún en esas circunstancias, hay vida, la vida nace, maravillando tanto a protagonista como a espectador al no saber, como dice Robinson, de dónde conoció al padre, como la gata...
Por otro lado, el filme es un indirecto pero determinado homenaje al ateísmo, como el hombre, al estar completamente aislado, poco a poco va perdiendo no solo la cordura, sino todo convencionalismo, incluyendo claro, uno de los mayores, la religión, todo coronado y maximizado con ese diálogo sobre La Biblia, que no ofrece respuestas, donde el salvaje, el incivilizado, hace tambalear al amo, al blanco, al civilizado cristiano con sus inquisitiva pregunta, que tiene más matices “buñuelianos” que de Defoe.
El sueño, nuevamente, y como en tantas ocasiones con el aragonés, constituye la vía libre para que fluya el surrealismo, que por cierto, fluye muy a cuentagotas en el filme, lo más cercano a su legendariamente conocido estilo onírico, y siempre teniendo en cuenta que el cineasta quiso ceñirse lo más posible al libro, y ciertamente lo hizo:
“No quise hacer un Robinson a lo Buñuel”, dice, pues no fluye del todo ese surrealismo.
Helo aquí, plasmando la novela a su manera, respetando el libro, la obra primigenia, pero plasmando naturalmente su sello, su impronta personal, con omisiones, como el retorno a la civilización de los aventureros en el libro, luego de la isla al final, faltante en el filme; y con sus medios, hizo todo lo posible.
Sabrosos atisbos de surrealismo afloran, como Robinson viéndose rejuvenecido y hacendoso en singular reflejo en el espejo, y claro, esa formidable secuencia, abandonando la isla, con los ladridos de Rex, donde el mejor Buñuel retorna, donde sin palabras, es capaz de expresar un mundo entero.
Es otro trabajo inusual de Buñuel, vaya versatilidad la del cineasta, esta es, junto a otras pocas, y con las obvias distancias de una cinta a otra, una película que a primera impresión no se reconocería como un trabajo de su autor, y justamente por eso, resulta muy interesante y seductor.
Robinson Crusoe, supondría un tímido acercamiento del director español a la industria de Hollywood; pero lo cierto es que, a pesar de no ser una de sus obras más personales, su huella, como la de Friday en la orilla de la playa, es perfectamente detectable.
Ahí van unos cuantos ejemplos:
Cuando el náufrago sueña con su padre, hay un par de momentos en los que lo ve hundir su cabeza en el agua, al tiempo que le habla, lo cual no deja de ser una imagen onírica de clara filiación surrealista.
En otra ocasión, Crusoe se ve obligado a confeccionar un espantapájaros para evitar que las aves echen a perder su cosecha, y lo cubre con un vestido de mujer.
De pronto, se queda mirándolo, se acerca con cautela, y lo roza suavemente con la punta de sus dedos:
Sin decir ni una sola palabra, el único habitante de la isla, ha manifestado el dolor que le produce su soledad, al tiempo que Buñuel introduce un elemento fetichista.
Este mismo recurso, se volverá a repetir más adelante, en la escena en la que Friday se pone otro vestido de mujer, tomándolo por un atuendo guerrero...
Por último, prueba del carácter subversivo del genio de Calanda, es la idea que asalta a Robinson Crusoe, de tender una trampa a los caníbales, consistente en llenar un agujero de pólvora y, cuando estuviesen todos encima curioseando, volarlos cruelmente por los aires.
Aunque, avergonzado, enseguida desiste del empeño.
Claramente, se trata de una de esas ensoñaciones que, según nos cuenta en sus memorias, acometían a menudo a Buñuel en la vida diaria.
La diferencia entre la novela de Defoe y la película de Buñuel, es sobre todo de orden moral, pues a la torpeza ideológica del personaje literario, opuso Buñuel la toma de conciencia de su personaje acerca de los valores ficticios de la llamada “civilización”
El Robinson “buñueliano” incapaz de encender el fuego es, evidentemente, un personaje post-roussoniano, cosa que no podía ocurrir por obvias razones cronológicas con el personaje inglés original.
Pero al introducir a Friday, y al enfrentarlo con Robinson, Buñuel introduce todavía un punto de vista más moderno:
El del colonialismo y el racismo de blancos.
Los intentos de Robinson por convertir al cristianismo a su siervo ateo, son de una ejemplaridad ideológica que excusa de todo comentario, y en este film transparente acerca de la soledad y de las relaciones sociales, a partir de una isla y de sus 2 pobladores, reproducen puntualmente la relación amo-siervo del mundo capitalista; por lo que la película es un bello homenaje al ateísmo.
Sólo en la isla, no encuentra ninguna ayuda en la fe.
Pierde esta fe, sus llamadas a Dios quedan sin eco porque Dios no existe, porque el hombre en la tierra, está solo frente a la naturaleza hostil.
Ésta es su grandeza, ser capaz de dominarla, de utilizar su inteligencia en dominar el agua y el fuego, la tierra y el viento.
Al final de la discusión con Friday sobre Dios, Robinson se vuelve hacia el loro, y le pide su opinión:
“¿Tú al menos me comprendes, verdad?”, pero no obtuvo respuesta.
Más allá del humor que ha presidido estos diálogos, Buñuel ha querido desmontar el mecanismo colonizador que está detrás de toda evangelización, pone en evidencia el papel alienante de una educación dogmática, y de una moral venida del exterior del ser.
Esto es porque, a partir de esta escena, Robinson va a establecer con Friday unas relaciones interpersonales de igual a igual, que no están en el libro y, cuando después de la victoria sobre los amotinados que termina la estancia en la isla del blanco proponiendo al negro de partir con él, después de haberle dejado escoger libremente; por lo que el final de la película, está  rodeado de realismo mágico “buñueliano”; y es uno de esos finales típicos de su cine.
No hay correspondencia entre lo que se ve y lo que se oye.
Al irse a embarcar Robinson, se ve en el contorno de la isla, mientras se oye el ladrido del perro muerto varios años atrás… pero para Buñuel, Crusoe no logrará abandonar la isla jamás.
Del reparto, para un actor, estar en solitario ante la cámara durante casi todo el metraje, debió ser todo un desafío.
El semidesconocido, Dan O´Herlihy, vivió su momento de gloria con esta interpretación, pues fue nominado a un Oscar al mejor actor, que acabaría ganando Marlon Brando con “On The Waterfront”
Más de 300 actores fueron considerados para el papel principal; O'Herlihy recordó, que los productores de la película querían que Buñuel usara a Orson Welles para el papel, y Buñuel se negó diciendo que era demasiado ruidoso y gordo.
Organizaron una proyección de “Macbeth” (1948) de Welles, para mostrar cómo luciría un barbado Welles, pero Buñuel exigió O'Herlihy, quien jugó Macduff, para el papel principal.
Las negociaciones con O’Herlihy se produjeron en el último momento y bajo estrictas condiciones de secreto, para evitar que un estudio de cine más rico introdujera una historia similar en producción.
El actor, exhibe una capacidad excelente, poseedora de una gran fuerza expresiva.
Era un actor formado en el teatro, y prácticamente estamos ante un monólogo cinematográfico lleno de matices que nos adentra en la capacidad del ser humano para adaptarse y dominar unas circunstancias inicialmente adversas.
Según O'Herlihy, Buñuel vio el tema central de la historia, como la de un hombre que envejece y casi pierde la razón, solo para descubrir que la compañía es su salvación.
O'Herlihy también dijo que el guión se usó solo durante la primera semana de rodaje; después, Buñuel y O'Herlihy simplemente discutirían la historia, y cómo O'Herlihy debería actuar y reaccionar.
Por otra parte, Jaime Fernández fue elegido como Friday.
Fernández era el hermano menor del conocido actor mexicano, Emilio Fernández, director y protagonista de “La Perla” (1947)
Jaime Fernández, estaba trabajando como extra, cuando fue descubierto por Buñuel.
No hablaba inglés, y lo aprendió en el plató, tanto como su personaje.
Como dato curioso, los 3 actores principales, murieron en 2005; y como errores, se usan 2 gatos diferentes que no se parecen en nada a Sam, el gato que rescata del naufragio, que es un calicó.
Para cuando llegan a la orilla, Sam se ha transformado de alguna manera en un gato atigrado gris y blanco, y permanece así durante el resto de la película.
Otro misterio.
“Fear of danger is ten thousand times more terrifying than danger itself”
El libro Robinson Crusoe, demostró ser tan popular que los nombres de los 2 protagonistas principales, han ingresado al idioma.
Durante La Segunda Guerra Mundial, las personas que decidieron quedarse y esconderse en las ruinas de la ciudad de Varsovia, ocupada por los alemanes, durante un período de 3 meses de invierno, de octubre a enero de 1945, cuando fueron rescatados por El Ejército Rojo, se llamaron “Robinson Crusoes de Varsovia”
Y en el tratado sobre educación de Jean-Jacques Rousseau, “Émile, ou De l’éducation” (1762), el único libro que el protagonista puede leer antes de los 12 años, es Robinson Crusoe.
Rousseau quiere que Emile se identifique como Crusoe, para que pueda confiar en sí mismo para todas sus necesidades.
Desde el punto de vista de Rousseau, Emile necesita imitar la experiencia de Crusoe, lo que le permite determinar, qué se debe aprender y lograr.
Este es uno de los temas principales del modelo educativo de Rousseau; que “el hombre es bueno por naturaleza”
Y en la economía clásica y neoclásica, Robinson Crusoe es frecuentemente usado como instrumento para ilustrar la teoría de la producción y la elección del consumidor en ausencia de comercio, dinero y precios.
Crusoe debe asignar el esfuerzo entre producción y ocio, y debe elegir entre posibilidades de producción alternativas para satisfacer sus necesidades.
La llegada de Friday, se usa luego para ilustrar la posibilidad de comercio y las ganancias que resultan.
Bajo tal contexto, Crusoe debe elegir la combinación óptima de tiempo dedicado a la producción y tiempo dedicado al ocio.
A su vez, debe elegir qué cosas producir en el tiempo que dedica a la producción, usualmente las alternativas consisten en recolectar cocos o elaborar herramientas de caza y pesca.
Como siempre, cuanto más tiempo pasa en ocio, menos comida tiene para comer; y, a la inversa, cuanto más tiempo pasa recolectando cocos, menos tiempo tiene para el ocio.
En una economía de Robinson Crusoe, existe solo un individuo:
Robinson Crusoe, quien actúa tanto como productor para maximizar sus beneficios, como consumidor para maximizar sus utilidades.
La posibilidad de comercio, puede ser introducida al añadir a otra persona en la económica.
Esta persona es el amigo de Crusoe, Friday.
Si bien, en la novela tiene el rol del sirviente de Crusoe, en la economía de Robinson Crusoe, es considerado otro actor con la misma capacidad que Crusoe en la toma de decisiones.
Los supuestos básicos de la economía de Robinson Crusoe, son los siguientes:
La isla está aislada del resto del mundo, y por tanto, no se puede comerciar; solo existe un agente económico, el propio Crusoe; todas las mercancías de la isla deben ser producidas o halladas en las reservas existentes.
Acaso el “Black Friday” tiene alguna conexión… claro que sí.

“The sky...the ocean, the island, the loneliness...”



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