Three Billboards Outside Ebbing, Missouri

“Raped while dying
And still no arrests?
How come, Chief Willoughby?”

El revolucionario y estadista comunista cubano, Fidel Alejandro Castro Ruz, dijo en su momento:
“Mientras haya una injusticia, hay revolución”
Si bien incluso los actos de la naturaleza a veces pueden despertar la sensación de injusticia, el sentido generalmente se siente en relación con la acción humana, como el mal uso, abuso, negligencia o malversación que no está corregida o sancionada por un sistema legal u otro ser humano.
En “El Critón”, Platón manifestó no saber qué es la justicia, pero sí qué es la injusticia.
Una causa común de injusticia, es el egoísmo humano; y como Platón describió extensamente en “La República”, la gente a menudo comete actos de injusticia cuando calculan que les conviene hacerlo; y también agrega que “el mayor alcance de la injusticia, debe ser considerado justo cuando no lo eres”
La injusticia humana, no siempre es causada por el intento de obtener una ventaja o malicia injusta; puede ser simplemente el resultado de la toma de decisiones humana defectuosas; y es sin embargo, un punto de vista común entre los filósofos, que aunque justicia e injusticia son interdependientes, es la última la que prima cualitativamente, siendo por eso difícil escribir sobre la justicia y ponernos de acuerdo, lo que no ocurre cuando se trata de una injusticia o falta de justicia.
Heráclito habría sido en Occidente, el primer pensador en hablar del concepto de injusticia como cualidad primaria, idea que continuaría y asentaría Aristóteles en la cultura occidental; por tanto, el sentimiento de injusticia puede ser una poderosa condición motivacional, que hace que las personas actúen no solo para defenderse a sí mismas, sino también a otras personas que perciben que son tratadas injustamente.
¿Qué venganza merece cumplir alguien por el ultraje y asesinato de un ser querido?
¿Dónde comienza si no se sabe quién ha perpetrado el crimen?
¿Cómo mitiga su pena, aquellos que también sienten mucho remordimiento por lo que ha sucedido, y la ley no ha hecho nada al respecto?
“The time it took you to get out here whining like a bitch, Willoughby, some other poor girl's probably out there being butchered”
Three Billboards Outside Ebbing, Missouri es un drama de suspense del año 2017, escrito y dirigido por Martin McDonagh.
Protagonizado por Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, Peter Dinklage, John Hawkes, Abbie Cornish, Caleb Landry Jones, Samara Weaving, Kerry Condon, Nick Searcy, Lucas Hedges, Michael Aaron Milligan, Lawrence Turner, Amanda Warren, William J. Harrison, Sandy Martin, Christopher Berry, Zeljko Ivanek, entre otros.
El director británico-irlandés, Martin McDonagh, se inspiró para escribir la película después de ver vallas publicitarias sobre un crimen sin resolver mientras viajaba “a algún lugar en la esquina de Georgia, Florida, Alabama”
Del evento que inspiró la película, McDonagh dijo:
“La rabia que puso un montón de vallas publicitarias así fue palpable y se quedó conmigo”
Finalmente, se inspiró para crear un escenario ficticio, en torno a una situación así, y señaló:
“Una vez que decidí, en mi cabeza, que era una madre, todo encajó”; por lo que hizo un drama corrosivamente humorístico sobre la injusticia supurante, la rabia shakesperiana, y la redención imperfecta, que se despliega con las dimensiones épicas de un clásico enfrentamiento del “western”
La ciudad donde se filmó la película, es en realidad una pequeña ciudad de montaña al oeste de Carolina del Norte llamada Sylva; en un rodaje que duró tan solo 33 días.
Three Billboards Outside Ebbing, Missouri recibió 6 nominaciones a Los Globos de Oro como:
Mejor película/drama, director, actriz/drama (Frances McDormand); actor de reparto (Sam Rockwell), guión y banda sonora.
La historia tiene lugar en Ebbing, Missouri, un pueblo lleno de por policías racistas, adolescentes desencantados, bares de mala muerte, matrimonios abocados al rencor y al fracaso; y otras miserias de “La América Profunda” llamada “white trash”, donde vive Mildred Hayes (Frances McDormand), una mujer de 50 años, cuya hija, Angela Hayes (Kathryn Newton) ha sido asesinada, por lo que decide iniciar por su cuenta una guerra contra la policía de su pueblo, al creer que están más interesados en torturar a los afroamericanos, que en hacer justicia.
Así, es como Mildred logra para llamar la atención pública sobre el crimen no resuelto, polarizando a la comunidad.
Las vallas publicitarias reciben notoriedad generalizada en toda la ciudad por las imágenes que las personas obtienen de su lectura, así como por lo que las personas creen que es un ataque personal contra El Sheriff Bill Willoughby (Woody Harrelson)
Mildred, incluso va a la televisión en vivo durante una transmisión para explicar su razonamiento de colocar las vallas publicitarias.
Ella, esencialmente está desafiando al Departamento de Policía de Ebbing, especialmente a Willoughby, a hacer su trabajo en lugar de ejercer su fuerza contra las minorías.
Todo ello lleva un “in crescendo” sin control, hacia un final trágico que parece inevitable, pues el relato, pro¬gre¬si¬va¬mente va asu¬miendo el carác¬ter de un moderno “wes¬tern”, donde la ven¬ganza vio¬lenta de cier¬tos actos solo sirve para engen¬drar otros de mayor vio¬len¬cia.
A pesar del con¬texto dra¬má¬tico de esta his¬to¬ria, sub¬yace un humor corro¬sivo que per¬mite que su cru¬deza no resulte deprimente; ya que está bien rea¬li¬zado, con algu¬nas obser¬va¬cio¬nes en que se mani¬fies¬tan ras¬gos racis¬tas y sexis¬tas del medio social en que trans¬cu¬rre la historia, en una cinta que se convierte en un examen de las vejaciones que pueden surgir de la ignorancia, de la falta de respeto por otros, y por la minoración de los sentimientos de otros, en un pueblo en medio de la nada más absoluta.
Three Billboards Outside Ebbing, Missouri es una película cruda, y violenta, pero no de la violencia que nos tiene malacostumbrados Tarantino, sino de una violencia más real, la que se lleva en la sangre, sea por rabia, enfermedad, estigmatización, impotencia… y cultura; tanto que esas 3 pancartas en Missouri, deberían estar en todos los pueblos del mundo.
“My daughter Angela was murdered 7 months ago, it seems to me the police department is too busy torturing black folk to solve actual crimes”
El director Martin McDonagh se ha establecido como uno de los brillantes realizadores de esta generación; con su agudo sentido del efecto de las palabras, los gestos y las imágenes, son una rareza en el panorama cinematográfico de hoy, acompañando la construcción de sus historias con una puesta en escena elegante; por lo que Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, es otra apabullante muestra de la capacidad verborréica que el director británico de origen irlandés atesora para construir diálogos tan ágiles y agudos como afiladamente cínicos.
Es su marca de la casa, la que en este caso pone al servicio de un relato que hibrida y fusiona con pulso firme la comedia negra, el “thriller” y el drama costumbrista; y en el punto de mira, como no, La América Xenófoba, Homófaba y Supremacista Blanca del horripilante Donald Trump.
Partiendo de un pueblo remoto en lo más profundo de los Estados Unidos, de un atroz crimen no resuelto, de la inoperancia que atañe a un cuerpo policial marcado por la ignorancia y el prejuicio, y una protagonista consumida por la frustración y la ira, Three Billboards Outside Ebbing, Missouri indaga, no tanto en los efectos, como en las posible causas que provocan el auge de violencia y racismo que en los últimos años ha estigmatizado los Estados Unidos.
Bajo esta escabrosa premisa, bien podríamos presentarla como una película “made in Hollywood” que sin embargo, entretiene tanto como denuncia y sobre todo, hete aquí la gran sorpresa, revela y edifica.
Es decir, una muestra ejemplarmente inteligente y genuina de cine “mainstream”; que viene a demostrar que la diversión y las risas, también pueden traer consigo el razonamiento y la reflexión.
Que la incorrección política puede abrir la puerta al humanismo; y sí, la que nos dibuja y muestra es una sociedad enferma en busca de una posible cura.
Algo tan aparentemente simple como comprender y empatizar con el individuo y ahondar en sus grietas, es lo que pueda llevar a una posible regeneración como país y comunidad; donde la confrontación revertida, es conciliación.
La historia y la narración está muy, pero muy bien construida, no deja cabo sueltos, y de una manera muy inteligente, juega con los giros, las sorpresas, y los personajes, que brillan absolutamente todos, hasta los que tienen si acaso 5 líneas de diálogo; y con solo unas pocas escenas, se sienten vivos y a su vez más complejos que muchos superhéroes taquilleros con presencia ininterrumpida en la pantalla.
El film de McDonagh, es una fusión entre la comedia y el drama, de tal manera que es imposible diferenciarlas, con personajes tan variopintos pero verosímiles, que ríen, lloran, se enojan, y pierden el control, básicamente como un humano desde que nace hasta que muere.
La comedia es cruel y audaz, que no es para reír a carcajadas, sino para vernos al espejo y comprobar lo mal que estamos como sociedad; pues nos habla burlando aspectos y hechos socio-político-culturales, propios de La América Profunda; pero extrapolables a otros contornos y sociedades, donde el racismo, la injusticia, los miedos y recelos constantes entre miembros de una comunidad, afloran por el detonante de una enérgica y valiente mujer, que ha perdido a uno de sus seres queridos, y a la que la justicia ha dejado tirada, al menos según su parecer; veamos:
Mildred Hayes es una madre divorciada, que sigue afligida por la violenta muerte de su hija adolescente Angela, meses atrás.
Enojada por la falta de progreso en la investigación, alquila 3 vallas publicitarias abandonadas cerca de su casa, que en secuencia dicen:
“Violada mientras moría”
“¿Y todavía no hay arrestos?”
“¿Cómo es posible, Jefe Willoughby?”
La gente del pueblo está molesta por el contenido de las vallas publicitarias, incluido El Sheriff Bill Willoughby y el oficial Jason Dixon (Sam Rockwell)
El secreto a voces que Willoughby sufre de cáncer de páncreas terminal, aumenta su desaprobación.
Mildred y su traumatizado hijo Robbie (Lucas Hedges), son acosados y amenazados, pero ella se mantiene firme, para disgusto de Robbie.
Mildred, va a su casa y encuentra a Robbie sentado a la mesa con El Padre Montgomery (Nick Searcy)
Él le dice a Mildred, que Robbie le contó, cómo otros jóvenes en la escuela le están dando problemas por las vallas publicitarias.
Mientras Montgomery trata de sermonear a Mildred, menciona un punto sobre algunos anuncios que hace un tiempo se referían a personas que eran culpables por asociación con pandillas, si sus amigos hacían algo mal, lo que compara con que las personas de la iglesia son culpables cuando uno de ellos acosa sexualmente a niños pequeños...
Tiempo después, mientras miraba en la habitación de Angela, Mildred tiene un “flashback” de la última vez que la vio:
Discutían por una salida de Angela, y ella dijo que esperaba que la violaran en el camino, y Mildred estuvo de acuerdo.
La idea, la llena de mucha pena.
Si bien, Willoughby simpatiza con la frustración de Mildred, considera que las vallas publicitarias son un ataque injusto contra su personaje; mientras que Dixon está molesto por la falta de respeto de Mildred por su autoridad, y contrarresta amenazando a Red Welby (Caleb Landry Jones), quien le alquiló las vallas publicitarias, y arrestando a su amiga y compañera de trabajo, Denise (Amanda Warren) por cargos triviales de posesión de marihuana.
Mildred, también es visitada por su abusivo ex marido, Charlie (John Hawkes), quien la culpa por la muerte de su hija; y para varias, llega a la casa de Mildred con su novia más joven y activa, Penelope (Samara Weaving)
Charlie se enfrenta a Mildred por las vallas publicitarias, por dejar que otros sepan exactamente qué le sucedió a Angela; y empuja a Mildred contra una pared, mientras Robbie sostiene un cuchillo en su garganta.
Después de que Charlie deja ir a Mildred, él le dice que Angela había querido mudarse con él, y dice que todavía estaría viva si lo hiciera.
Charlie, implica que Robbie lo sabía... y cuando Mildred le pregunta a Robbie, este solo dice que no sabe…
Al tiempo, Willoughby trae a Mildred para interrogarla después de que lastima a su dentista, Geoffrey (Jerry Winsett), en un altercado en su clínica, durante el cual comienza a toser sangre, una señal de que su enfermedad se está volviendo grave.
Se va del hospital en contra del consejo médico, y pasa un día idílico con su esposa Anne (Abbie Cornish) y sus 2 hijas:
Polly (Riyah May Atwood) y Jane (Selah Atwood) antes de suicidarse.
Su nota para ella, le explica que no podía soportar verla, y que las niñas sufrían porque su salud continuaba deteriorándose, y no podía soportar el dolor físico que sufriría por el cáncer; y deja otras notas de suicidio para varias personas en Ebbing, incluyendo una para Mildred, en la que explica que ella no fue un factor en su suicidio, pero pagó en secreto para mantener las vallas publicitarias durante otro mes, entreteniéndose con el antagonismo que continuarían para atraerla después de su muerte.
Su predicción es correcta, y Mildred recibe una amenaza especialmente violenta de un extraño (Brendan Sexton III) que entra en su tienda.
Dixon reacciona ante la noticia de la muerte de Willoughby, atacando a Red y su asistente, Pam (Kerry Condon), que es presenciado por el reemplazo de Willoughby, Abercrombie (Clarke Peters), quien lo despide.
La noticia del suicidio de Willoughby aparece en las noticias; y cuando se sugiere que las vallas publicitarias de Mildred pueden haber tenido algo que ver con eso, recibe aún más odio de los residentes en Ebbing; y las vallas publicitarias son destruidas por incendio premeditado; por lo que Mildred toma represalias arrojando cócteles Molotov en la estación de policía, que ella cree que está desocupada por la noche.
Sin embargo, Dixon está allí para leer una carta que le dejó Willoughby, en la que el alguacil le aconseja que deje ir el odio, y aprenda a amar, como la única manera de cumplir su deseo de convertirse en detective.
Dixon escapa del incendio con los archivos del caso de Angela, sufriendo graves quemaduras; y es socorrido  por un vendedor de autos local llamado James (Peter Dinklage), testigo del incidente, y que proporciona a Mildred una coartada, alegando que estaban juntos en una cita…
Dado de alta del hospital, Dixon escucha al hombre que antes amenazó a Mildred, presumiendo en un bar, de un incidente similar al asesinato de Angela; y toma nota del número de matrícula de Idaho del vehículo del hombre, luego provoca una pelea en la que se rasca una muestra de ADN de la cara, para una comparación forense con muestras del asesinato de Angela.
Mientras tanto, Mildred está en una cita falsa para agradecer a James por la coartada, cuando Charlie entra con su novia Penelope, de 19 años, y admite haber encendido las vallas por una borrachera, pero Penelope lo convenció de que la ira solo engendra más ira.
Aunque enfurecida, Mildred simplemente instruye a Charlie, que trate bien a Penelope, antes de irse.
Dixon contacta a Mildred sobre su descubrimiento esperanzador del asesino de Angela, pero el ADN del hombre no concuerda, ya que estaba en servicio militar en el extranjero en ese momento.
Aunque ambos están decepcionados, llegan a la conclusión de que el hombre debe ser culpable de otra violación, y parten hacia Idaho para matarlo de todos modos…
En el camino, Mildred confiesa que ella provocó el incendio de la estación de policía, mientras Dixon ya había adivinado y aceptado, diciendo:
“¿Quién más podría haberlo hecho?
Al final, ambos expresan reservas sobre su misión, pero lo decidirán en el camino.
Con esta gran premisa, giro eficaz y nuevos intereses en el nudo para desembocar en un satisfactorio desenlace abierto, redondean un filme sensible, desolador y caustico; tan ácido como minucioso análisis del proceder policial en La América Rural y los coletazos del racismo, violencia policial y desidia, en una historia que se erige en incisiva crítica hacia una sociedad desde una tragedia presentada como comedia incorrecta, pese a todo, cargada de hondura dramática.
El director, no desecha una cierta poética costumbrista en su película, y además nos invita a reírnos del solemne desequilibrio de los habitantes de Ebbing, cuyos actos no están guiados precisamente por la sensatez y la sabiduría; y late en la historia de un país abocado al lenguaje de la violencia y el gobierno de la estupidez, léase Republicanismo y Donald Trump.
El prejuicio se derrama también sobre algunos personajes, sobre orientaciones sexuales hasta por apariencia física, como James, un enano vendedor de autos usados que vive en el pueblo; y lo peor, sin embargo, es que Mildred y sus amigos comienzan a recibir amenazas, no solo de los que conocen, sino de desconocidos impertinentes y horríficos.
La venganza física, nunca es la mejor forma de obtener justicia; por lo que el filme explora esa situación desde varios puntos de vista, y revela que muchas veces, recurrir a la fuerza, satisface al vengador, pero que el goce no dura mucho, y que invariablemente hay retribución por los actos.
También mira cuidadosamente las hipocresías que el respaldo de lo que aparenta ser obvio ocasiona; y por supuesto, que uno conmisera con la madre de la asesinada, pero es mandatorio, según la mayoría que esta sepa su lugar y no se pase de la raya, después de todo, “es una mujer maltratada y divorciada”
Todo lo que sucede, nos dice algo sobre la vida del pueblo, además transmite perfectamente, qué y cómo piensan sus ciudadanos.
Del reparto, Frances McDormand lleva en los hombros todo el registro dramático y satírico del filme, aunque sigue interpretándose “a sí misma”, la actriz sorprende en los momentos más introspectivos como en los volcánicos, y en ambos posee una fuerza arrolladora.
El personaje de Mildred, fue escrito con Frances McDormand en mente.
Al principio, McDormand quería que el personaje fuera una abuela con la que McDonagh no estaba de acuerdo, sintiendo que cambiaría demasiado la historia; y eventualmente, el esposo de McDormand, Joel Coen, la convenció para que tomara parte independientemente; porque ella dudaba en asumir el papel cuando se lo ofrecieron, pero finalmente su esposo, Joel Coen, la convenció:
“Porque en el momento en que me lo dio, tenía 58 años... me preocupaba que las mujeres de este estrato socioeconómico, provocara que las mujeres esperaran hasta los 38 para tener su primer hijo.
Así que fuimos y vinimos y debatimos eso bastante durante un tiempo, y finalmente mi esposo dijo:
“Cállate y hazlo”
McDormand se inspiró para su personaje de John Wayne; y el pañuelo que usa Mildred, es un homenaje al filme “The Deer Hunter”, del cual Martin McDonagh y Sam Rockwell son fanáticos entusiastas.
De hecho, durante el rodaje de otro filme de McDonagh, “Seven Psychopaths”, a menudo discutían la película con su estrella, Christopher Walken.
Woody Harrelson, que es un gran actor cuando hay un buen guión y una buena dirección, está soberbio en su personaje que tiene una humanidad que realmente deberíamos tener todos, son “los pies que calzan los zapatos de la justicia poética”; mientras Sam Rockwell vuelve a presentar personajes ambiguos, inquietantes, oscuros, pero que el fondo simplemente es incomprendido; sus registros lo hacen sobresalir, siendo esta una de sus mejores interpretaciones.
Para inspirarse, Rockwell tomó en parte al coprotagonista de John Wayne en “The Man Who Shot Liberty Balance”, Lee Marvin, y señaló que quería hacer de su personaje, “exactamente lo contrario de Mildred”
Al igual que con Mildred escrita para McDormand, el personaje de Dixon fue escrito específicamente para Rockwell; revelando aspectos totalmente nuevos del típico hombre sureño, con tendencias violentas.
Si no veamos a la señora Dixon (Sandy Martin), la madre de Jason, que lleva la relación entre madre e hijo soltero a un nuevo nivel de ironía, respaldo sarcástico y asesoramiento conducente al machismo, que recuerda a La Sra. Bates de “Psycho”
Sus actitudes anclan parte de la vida de cualquier mujer madura que es soltera, viuda o divorciada en la soledad y la dependencia en un pueblo pequeño, retrógrada y endogámico.
Caleb Landry Jones, quien es Red Welby, el vendedor de la agencia publicitaria que es dueña de las carteleras, es un cobarde para quien el negocio viene antes que nada.
Si le pagan, lo hace; pero en su momento nos deja saber que es un hombre bueno, y que sabe perdonar.
John Hawkes, es odioso y resbaloso, vomitivo como Charlie, el exmarido abusador de Mildred, y es el perfecto hombre inseguro que necesita estar con una mujer a quien dominar completamente.
Su novia, Penelope, es una adolescente tonta e inmadura, pero nada la incomoda ni la saca de su condición de niña-mujer seducida por un abusador.
Como siempre, Peter Dinklage contribuye con su capacidad de hacernos olvidar que es un enano, al mismo tiempo que nos lo hace muy evidente.
Lucas Hedges como Robbie, el hijo de Mildred, es todo sabiduría precoz y amor por su madre.
Cada uno de estos actores, tiene su momento distinguido en el filme, y nos dan una idea de la dinámica en el pueblo que tiene que escoger entre Mildred y el sheriff.
El universo y los personajes a los que invita a entrar Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, en principio fascinantes, ya que, si bien responden a ciertas tipologías establecidas del sur de EEUU, a la vez son lo suficientemente ricos y particulares como para generar mucha curiosidad y una extraña forma de empatía; porque la trama que los envuelve incluyen policías violentos y racistas, enanos enamoradizos, ex maridos, hijos, esposas viejas y nuevas, madres violentas, publicistas en apuros, y otros personajes de una ciudad que entrará literalmente en combustión.
Por lo que McDonagh tiene el talento para volver casi queribles a seres que por distintos motivos uno consideraría normalmente despreciables, sea por su personalidad, sus comentarios raciales o políticos, o por cientos de otros detalles.
Pero nada es blanco y negro en su universo, y los 3 protagonistas en especial, son ambiguos, con escalas de grises:
Mildred Hayes, es un ejemplo de esto, porque nos la muestran como alguien con iniciativa que solo quiere justicia por su hija, es una buena persona... pero luego vemos que madre e hija no se llevaban tan bien, y decimos que quizás no era tan buena.
Y por último, la vemos incendiar una estación de policía con bombas molotov, y nos preguntamos:
¿Qué carajos le pasa por la cabeza a esta señora?
Y luego nos acordamos de que lo hace por su hija, que fue asesinada y violada... pero no es excusa suficiente; porque son gente que no contiene sus impulsos violentos.
Veamos su relación con su hija, su hijo y su exmarido, es la de una mujer que vive asediada por el abuso, pero que ella ha aprendido a controlar hasta cierto punto para poder continuar su vida.
McDormand, nos va preparando para la escena cumbre del filme, dejándonos ver que es capaz de agredir si ve intenciones de agredirla a ella.
El Oficial Dixon es un tipo inmaduro, homófobo, racista, y otro adjetivo despectivo que se le ocurra, que nos lo pintan de malo, para luego mostrar que tiene sentimientos, para después ver cómo entra en propiedad privada, rompiendo una puerta, para luego terminar arrojando a un pobre fulano por la ventana, y por si no fuera poco, luego golpea a una mujer que no tiene nada que ver en el asunto.
Sam Rockwell interpreta magistralmente a un personaje que no deja hueco a más estupidez y repulsión, pidiendo a gritos que le odiemos, cosa que haremos y que el director se asegurar por cumplir.
Sin embargo, cuando parece que no tenemos más espacio en nuestras entrañas para detestarle, se redime desde lo más bajo, y comenzamos a quererle...
¿Cómo es posible?
Aquí, él es un tonto infantil y prejuiciado que lleva placa de policía, y que comete una serie de estupideces que culminan en encontrarse a sí mismo, y demostrar que dentro de él, vive un hombre.
Y El Jefe de Policía Willoughby, que también nos los pintan de algo malo, para luego ver que tiene una familia y sentimientos, y por último se pega un tiro en la cabeza; aun así, es el personaje más tranquilo.
Es un Woody Harrelson en otro papel de autoridad, pero esta vez honesto, hundido, y desecho.
Él también odia no haber podido atrapar al violador y asesino de Angela, más viendo su jubilación prematura a la vuelta de la esquina, y Mildred comprende desde el más profundo rencor que quizá es cierto.
La relación entre estos 3 personajes es magnífica, de desprecio transformado en respeto, porque son conscientes de todo lo que han tenido que tragar en la vida; porque en el contexto de la película, todos estos impulsos están justificados a su manera, lo cual hace que los personajes sean interesantes de ver y analizar; al tiempo que todos son humanos, buenos y malos; y en el fondo, contradictorios.
No es que McDonagh abandone el territorio del artificio distanciado para abrazar empáticamente a sus criaturas, pero la estupidez que marcaba muchas de las primeras decisiones de los personajes, va dando paso a un progresivo reconocimiento de su humanidad, encarnada en el surgimiento de la compasión, el perdón, e incluso la ternura.
El suspenso de la historia, y la real investigación, queda a cargo de la audiencia en relación a estos personajes; mientras cada uno de ellos se despoja de una nueva capa, más claras quedan las intenciones del director, quien para el tercer acto, ya ha presentado a sus personajes en su versión más compleja, concediéndole a la audiencia, uno de los grandes placeres del cine:
La oportunidad de conocer a un personaje en punto A, y ser testigo de su evolución hasta el punto B.
Como dato, se alentó a los residentes locales del Condado de Jackson, Carolina del Norte, a que se postularan para ser extras.
Varios fueron elegidos para roles de fondo; y los estudiantes del departamento de teatro del Western Carolina University, fueron elegidos como suplentes de rodaje para los actores principales.
Y si se le puede cobrar factura a la película en general, es por tener muchos elementos del cine de los hermanos Coen, pero McDonagh se esfuerza en no repuntarlos tanto; además del constante cambio tonal, la reiterada salida humorística, preferentemente puteadas muy bien utilizadas; y la necesidad de una y otra vez, poner a los personajes en situaciones exageradamente ambiguas, tornan al filme demasiado “sobrescrito”; pues se le notan los hilos todo el tiempo, al punto que uno parecería poder leer el guión escrito sobre la pantalla.
Eso no quita que la película no tenga grandes momentos, o que no sea muy divertida, o se acerque a tocar temas complejos y de alcances, si se quiere, hasta filosóficos, pero McDonagh casi nunca se permite penetrar la cáscara emocional de esos personajes, ya que prefiere siempre cortarla mediante el ingenio, el chiste y la resolución redentora.
Como curiosidad, la película que la madre de Dixon está viendo con Donald Sutherland y “su niña muerta”, se presume que es “Do Not Look Now” (1973), dirigida por Nicolas Roeg; que también fue aludida en el anterior largometraje de McDonagh, “In Bruges” (2008)
Aquí, el personaje de Frances McDormand es paralelo al personaje de Donald Sutherland, en que ambos son impulsados por la culpa y el dolor de perder a su hija.
Y cuando conocemos por primera vez a Welby, en la oficina de carteles, está leyendo “A Good Man Is Hard to Find”, de la colección de cuentos de Flannery O'Connor.
Acerca del final, me parece una decisión valiente por parte del director, dar un final abierto, en el que no sabemos si se atrapa al asesino y violador de la hija de Mildred... pero que sin embargo nos muestra como esta señora movilizó todo un pueblo de Missouri, para que alguien hiciera justicia por lo sucedido a su hija.
Un final que probablemente nadie pueda imaginar al comienzo de la historia.
Como nota final, atención a que la mayoría de las escenas están plagadas de banderas de EEUU; y en la cinematografía abundan el rojo y el azul de la misma.
Quizás, Martin McDonagh está tratando de hacer un comentario social, sobre la situación disfuncional de muchas familias, sobre el racismo, la homofobia, la salud mental, y la violencia que cunde en EEUU actualmente, y es un hecho; porque la historia toma lugar en el presente, y aun así hay pueblos, y personajes en el filme, así como personas en la vida real, que creen que el sur “era mejor antes”
Por más exagerado que lo muestre McDonagh, es algo que aún pasa, y lamentablemente seguirá pasando por un buen tiempo; pero reconforta ver a un director capaz de retratar los males de La América Contemporánea sin caer en el estudio sociológico o en el panfleto político; aunque lo haga muy sutilmente, con elegancia en segundas lecturas que no deja muñeco sin cabeza en cuanto a la justicia, el sistema, la religión, los medios de comunicación, las personas aprovechadas, y las relaciones familiares, profesionales y personales; ya que la pluma y el intelecto de McDonagh están puestos donde deben estar:
En el esfuerzo por trascender la caricatura en la composición de unos personajes tocados por el fatalismo.
La moraleja de Three Billboards Outside Ebbing, Missouri, es que aún los más descarrilados tienen bondad en su corazón, y que el perdón siempre es mejor que la venganza.
“You know, if you hadn't stopped coming to church, you'd have a little more understanding of people's feelings”
A pesar de lo que nos desean mostrar en el cine y la televisión, las estadísticas no mienten:
Estados Unidos tiene el peor índice de éxito en la resolución de delitos.
El 85% de los robos, el 66% de las violaciones, y el 33% de los asesinatos quedan sin encontrar un culpable.
Esto es peor si se tiene la desgracia de vivir en un lugar donde la tasa de resolución de delitos es baja.
Concretamente, tienes el doble de posibilidades de sufrir un robo, una violación o un asesinato; aunado aquello de “pueblo chico, infierno grande”, y eso es lo que muestra Three Billboards Outside Ebbing, Missouri.
Ubicado en un pueblo imaginario, se representa todo aquello que las sociedades conservadoras tienen:
Comunidades que plantean principios estrictos, y que ocultan verdades duras; que plantean y publicitan valores que en realidad no los tienen.
Es por ello que Three Billboards Outside Ebbing, Missouri está lleno de simbolismos, en esta crítica durísima a quienes votaron por el horripilante Donald Trump; siendo toda una bofetada al estilo de vida estadounidense.
Pero no es eso lo que la hace muy buena, eso es lo que está por debajo de la alfombra; porque hay más cosas evidentes en la superficie; y estoy seguro de que el resto de sociedades del mundo son igualmente penosas, aunque sí es cierto que EEUU presume siempre de ser idílico, perfecto, y alguien les tiene que sacar de vez en cuando de su propio autoengaño; porque aquí importa cómo se refleja la búsqueda de la justicia, y cómo reaccionamos cuando no la encontramos; es más, cuando sospechamos que nunca podrá llegar, y nos toca.
Es un hecho que Three Billboards Outside Ebbing, Missouri es una película entretenida a un nivel superficial, pero es muy preocupante en un nivel más profundo.

“This didn't put an end to shit, you fucking retard; this is just the fucking start.
Why don't you put that on your Good Morning Missouri fucking wake up broadcast, bitch?”



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