El Mártir del Calvario

“Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”

Jesús de Nazaret es la figura central del Cristianismo  y una de las figuras más influyentes de la cultura occidental; y para la mayoría de las denominaciones cristianas, es El Hijo de Dios, y por extensión, La Encarnación de Dios mismo.
Su importancia estriba asimismo en la creencia de que con su muerte y posterior resurrección, redimió al género humano.
Irónicamente, al ser judío, el judaísmo niega su divinidad, que es incompatible con su concepción de Dios; mientras en el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes.
Aparte de que se describe a Jesús como usar “tzitzit” o “las borlas en un tallit” que son los flecos que sirven como medio de rememoranza de Los Mandamientos de Dios, y que salen en Mateo 14:36 y Lucas 8: 43-44; pero no hay una descripción útil de su apariencia física dada en El Nuevo Testamento; y la representación de Jesús en forma pictórica fue controvertida en La Iglesia primitiva ; y es que la representación de él en el arte tardó varios siglos en alcanzar una forma estandarizada convencional para su apariencia física, que posteriormente ha permanecido estable en gran medida desde entonces.
Así, la mayoría de sus imágenes tienen en común una serie de rasgos que ahora están asociados casi universalmente, aunque se observan variantes; por ejemplo, la imagen convencional de Jesús es con barba y cabello largo, que surgió alrededor del año 300 d.C., pero no se estableció hasta el siglo VI en El Cristianismo oriental , y mucho más tarde en Occidente.
Pero siempre ha tenido la ventaja de ser fácilmente reconocible, y de distinguirlo de otras figuras que se muestran a su alrededor, que también lo logra por el uso de un halo cruciforme particular.
Y es que las imágenes anteriores de Cristo eran mucho más variadas; y tendieron a mostrar características étnicas similares a las de la cultura en la que se ha creado la imagen; por lo que las creencias de que ciertas imágenes son históricamente “auténticas”, o han adquirido un estatus autoritario de la tradición de La Iglesia, siguen siendo poderosas entre algunos de los fieles, como en la ortodoxia oriental, el anglicanismo y el catolicismo romano.
Por ejemplo, La Sábana Santa de Turín es ahora el ejemplo más conocido, aunque La Imagen de Edesa y El Velo de Verónica fueron los más conocidos en La Época Medieval.
Por otro lado, la vida de Jesús de Nazaret según los relatos del Nuevo Testamento, y generalmente desde una perspectiva cristiana, ha sido un tema frecuente en el cine, casi desde su misma aparición; y de hecho es quizás el personaje más interpretado en cortos y largometrajes, pasando por documentales, musicales, miniseries de televisión y hasta parodias; pero la complejidad del personaje ha llevado a sus protagonistas a la fama, que en algunos casos ha sido efímera…
La mayoría de las cintas sobre él le rinden culto, y otras, las menos, cuestionan su paso por el mundo…
Otras lo sitúan como un simple mortal con un profundo carácter persuasivo y transformador; y las más perturbadoras, actualizan su figura, ponen al día su mensaje, y lo entronizan como “el primer revolucionario y el primer socialista en la historia de la humanidad”
Sin olvidar las más pretendidamente irreverentes, que ponen hasta en tela de juicio su sexualidad... o crean mitos que llevan muchas coincidencias.
Y bajo la premisa de “revisar el pasado para entender el presente”, cada época histórica y cada sociedad, han filmado películas que han revisado el legado ideológico de Jesucristo, desde sus parábolas y milagros, además de la fundación de una religión que, para bien o para mal ha determinado la vida de miles de millones de seres humanos.
Así, muy pronto en los inicios del cine, El Séptimo Arte abordó el tema de la vida de Jesucristo; y para entonces, hay ya consolidado toda una manera de leer Los Evangelios en clave de guión dramático, que consiste principalmente en una armonización de los datos discordantes de Los 4 Evangelios, y en privilegiar los momentos más plásticos de los acontecimientos en torno a La Cruz, Flagelación, Caídas de Jesús, encuentro con las mujeres de Jerusalén y con La Madre, por sobre los abundantes aspectos del relato que llevan al lector de La Biblia, a establecer una relación entre la figura de Jesús y las “prefiguraciones” del Antiguo Testamento; es decir, un privilegio de lo imaginativo por sobre lo hermenéutico.
De esa manera el cine se encontró con un guión ya hecho, e incluso hasta con imágenes que ya estaban en la retina de todos, desde el arte pictórico, y a través de las múltiples “biblias ilustradas”, así que las primeras Pasiones,  cuando abarcaban más, las “vidas de Jesús”, consistían fundamentalmente en recrear con movimiento los grabados de Gustave Doré, o las acuarelas bíblicas de James Tissot, organizando las secuencias en conjuntos más o menos estándar y reconocibles por cualquiera que haya hecho un Vía Crucis en cualquier Semana Santa.
En México, un país con más del 90% de la población católica, y el 100% guadalupano; el cine siempre ha tocado la vida de Jesús desde la visión católica de la vida de Jesucristo, desde 1942 hasta 1970; y lo ha hecho gracias a una célebre declaración del Presidente de La República de 1940 a 1946, Manuel Ávila Camacho, conocido como “El Presidente Caballero” y por su piadoso catolicismo, que hizo una declaración sobre que el cine mexicano debería tratar temas religiosos.
Fue entonces que el director español, afincado en México, José Díaz Morales, creó un argumento cinematográfico, considerado por varios críticos como “poco apegado al Nuevo Testamento y más apegado al punto de vista del realizador”; y tras hacer las audiciones, se escogió a actor argentino José Cibrián como Jesús, y comenzó a filmar “Jesús de Nazaret” el 27 de marzo de 1942.
Por su parte, el director y pionero del cine mexicano, Miguel Contreras Torres, siempre gustó de hacer películas con temática histórica y religiosa, como la dilogía de José María Morelos:
“El Padre Morelos” (1941) y “El Rayo del Sur” (1943); y ahora, en 1945, decidió recrear la vida de Jesús desde el punto de vista de La Virgen María, y rodó las cintas:
“María Magdalena, la pecadora de Magdala” y “Reina de Reinas, La Virgen María”, ambas protagonizadas por el español Luis Alcoriza.
Para 1952, el director Miguel Morayta realizó una cinta que es hoy considerada “la más representativa del cine bíblico mexicano”, El Mártir del Calvario, protagonizada por el también español Enrique Rambal.
Y es que en México es común, como en el resto de Latinoamérica y el mundo, ver este tipo de películas religiosas que siguen la vida de Cristo durante La Semana Santa, y en México son generalmente transmitidas por la cadena Televisa, para regocijo de todos los creyentes… y no creyentes.
“Bienaventurados los que padecen persecución de la justicia por defender lo que es justo, porque de ellos es el reino de los cielos”
El Mártir del Calvario es un drama mexicano del año 1952, dirigido por Miguel Morayta.
Protagonizado por Enrique Rambal, Manolo Fábregas, Consuelo Frank, Alicia Palacios, Miguel Ángel Ferriz, Carmen Molina, José María Linares-Rivas, Felipe de Alba, Luis Beristáin, Miguel Arenas, Lupe Llaca, Alberto Mariscal, Alfonso Mejía, José Baviera, Fernando Casanova, José Mora Méndez, Tito Novaro, Manuel Dondé, Armando Sáenz, Beatriz Ramos, Enrique García Álvarez, Antonio Bravo, Eugenia Galindo, Julio Ahuet, José Nava, entre otros.
El guión es de Miguel Morayta y Gonzalo Elvira Sánchez de Aparicio; basados en Las Sagradas Escrituras, sobre la vida de Jesús de Nazaret después del milagro de los peces, cuando Jesús está rodeado de sus discípulos, realizó muchos más milagros como prueba de su amor al hombre; hasta el día que fue traicionado, juzgado y crucificado, no sin antes sufrir la flagelación de la vergüenza y la corona de espinas, para morir, resucitar al 3° día y subir al Cielo, legándonos su promesa de vida eterna.
El filme se suele considerar como “la película más representativa que el género bíblico que se ha producido en México”, siendo protagonizada por el actor español Enrique Rambal, que diseñó un estereotipo en su actuación para que prácticamente la gente pudiera pensar que estaban viendo al mismo Jesús en la pantalla.
La película se estrenó el miércoles de la última semana de Cuaresma, es decir, el 2 de abril de 1952; y debido a que hasta entonces el papel de Jesucristo sólo había sido interpretado por actores de origen español, se dio pie a especulaciones sobre el que éste papel estuviera reservado para actores españoles, por ser españoles quienes trajeron el catolicismo a México, toda una carga simbólica en esta decisión en el “casting” principal.
Además, la actitud de rebeldía contra ese materialismo que se hincaba ante los poderosos, su afán de defender los derechos de los pobres y de los desprotegidos, su compromiso con el amor, el perdón y el servicio incondicional, y su capacidad de sacrificio en procura de traer luz a los corazones humanos, son plasmados con eficacia por el director Miguel Morayta, al tiempo que hace resonar las palabras más sabias y poderosas, cuyo ejercicio, y no su sorda repetición, podría traer la transformación del mundo.
Así, durante 67 años, El Mártir del Calvario se ha exhibido cada Semana Santa en numerosas pantallas latinoamericanas, desde su estreno; hasta estuvo nominada al Gran Premio, La Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes, celebrado en 1954.
Como dato, debido al poco presupuesto de la producción, fue necesario realizar la filmación exclusivamente en los foros de los estudios Tepeyac de la Ciudad de México, por lo que todo el filme se rodó en interiores.
La historia sigue a Jesús de Nazaret (Enrique Rambal) cuando se rodea de sus discípulos, y hace andar a un paralítico, pronuncia el sermón de la montaña, multiplica los peces, devuelve la vista a un niño, redime a la pecadora Magdalena (Alicia Palacios), resucita a Lázaro (Manuel Dondé), y arroja del templo a los mercaderes…
Después, Judas (Manolo Fábregas) lo traiciona; por lo que Jesús es apresado, juzgado, y agoniza en El Calvario… posterior a su muerte, es sepultado y resucita al 3° día.
En principio, y afortunadamente, esta cinta se mantiene sin ser retocada de manera burda, como ha sucedido con otras grandes producciones a las que se les añade color, que tan poco las favorece; y a partir de ello, la película se ha mantenido vigente, manifestando sus logros a más de medio siglo; y por haber sido edificada en estudio y con un presupuesto mínimo, El Mártir del Calvario es uno de los máximos logros del cine mexicano de todos los tiempos; y sin duda, una de las mejores cintas a nivel mundial que han logrado transmitir en todos sentidos, agonizante Pasión de Cristo.
Por lo que El Mártir del Calvario es un contraste refrescante entre las muchas versiones de la vida de Cristo en Hollywood; siendo fiel a Los Evangelios, no empeora en representar los milagros de Jesús o su resurrección; y consigue recrear los momentos más relevantes de la vida de aquel pastor que revolucionó su época, y que trajo al mundo un pensamiento y un ejemplo de vida que, puesto en práctica, indudablemente es esperanzador y liberador.
Eso es lo que transmite esta Obra Maestra, y ya solo eso vale la pena.
“¿Por qué te pones a mirar la paja que tiene tu hermano en el ojo, y no te fijas en el tronco que tú tienes en el tuyo?”
El cine ha intentado proyectar la historia de Jesús de Nazaret en diversas interpretaciones, donde decenas de actores han encarnado a quien partió en 2 la historia del mundo, pues independiente de la filiación religiosa, nuestro calendario es uno antes, y otro después de su nacimiento.
Es que su vida fue una fascinante y dramática que ni siquiera la trágica muerte interrumpe; ya que Dios se constituye en el mejor guionista cinematográfico.
Fue gracias a la influencia de La Iglesia, que percibía en la cinematografía una herramienta de catequización moderna, que se produjeron varios filmes en México, dedicados a la vida del Mesías.
Miguel Morayta Martínez, fue un militar, guionista, y director de cine español, radicado en México, que entre 1944 y 1978 dirigió 74 películas.
Como dato curioso, era sobrino en 2º del General Francisco Franco; no obstante su familia era de tradición republicana.
Así las cosas, tomó las riendas de un proyecto monumental, donde firmaría el guión en colaboración, para recrear basándose en “lo dicho por Jesús en Las Escrituras” todo un relato que va desde la reunión de Los Apóstoles hasta La Resurrección, eso sí, tomando la libertad cinematográfica del filme de Cecil B. DeMille, “King Of Kings” (1927) en muchas de las puestas en escena.
Así vemos a Jesús rodeado de sus discípulos, mientras hace sus milagros ante la incredulidad de la gente que le rodea, como hacer andar a un paralítico, pronuncia el sermón de la montaña donde multiplica los peces y el pan; devuelve la vista a un niño, redime a la pecadora Magdalena, resucita a Lázaro, y arroja del templo a los mercaderes.
Pero luego Judas lo vende, y él celebra con los apóstoles La Última Cena.
Justo después, Jesús es apresado y coronado de espinas; y Judas arrepentido, se ahorca.
Posteriormente Jesús es juzgado y crucificado.
Una vez muerto, resucita y sube al Cielo al 3° día.
Vamos, la historia todos la conocemos, pero independientemente del aspecto religioso, en el cual se basa esta película de la llamada Época de Oro del Cine Mexicano, su mayor acierto radica en el arraigo hecho en el contexto católico mexicano y la plástica en la puesta en escena, donde la composición de lo dicho calza tan bien en el marco que hace de cada toma, una pintura viviente, inclusive en los primeros planos, donde se nota la labor muy cuidada y respetuosa del director.
Y es que a esta película se le nota el muy bajo presupuesto; por lo que tuvo el director que ingeniársela para tratar de sacar un producto que gustara al público, y que dejar profundo impacto visual, así como subrayar las grandes enseñanzas en el diálogo.
De esa manera el filme comienza desde el mismo momento en que Jesús empieza su ministerio, pasando por la selección de sus apóstoles, la presentación de sus milagros, la confrontación con los escribas y fariseos, la traición, captura, calvario, muerte y resurrección… todo ello está rodado de una manera sencilla y directa para que el espectador sufriera, llorara y se acongojara para que sintiera por dentro el dolor y el padecimiento que había vivido Jesús.
Y en eso, el director en muy efectivo.
No obstante, la producción tuvo muchos contratiempos en el set de rodaje por la escasez de recursos; pero pudo salir a flote, y la dicha está en que posee una gran cantidad de actores que representaron muy bien el papel recomendado para cada uno de ellos.
Con todo, y a pesar de ello, hay que destacar la película fue convirtiéndose en un clásico del cine mexicano, y una visita obligada para la época de La Cuaresma; porque El Mártir del Calvario resulta ser un filme muy entrañable; al tiempo que alude a una generación que vivió en su niñez o juventud esta etapa de sus vidas, conociendo un cine inocente, libre de pecado malicioso, para resaltar la figura de Jesucristo encarnado en la piel de este actor como sello indeleble.
Pero además, la escenografía es notablemente teatral, que eso puede ser un factor en contra, pero es hija de su tiempo; realizada mayormente en un Estudio y con mucho diálogo, pues Jesús está presente en todos los fotogramas recitando poéticamente todas sus frases harto conocidas, en escenas que forzosamente fueron producidas para tal efecto; mientras curiosamente los otros actores de notable tez mexicana no tienen el identificable acento azteca; eso se perdona, porque el director ha cubierto una larga historia en menos de 2 horas, dejando muy en claro todo lo que se propuso:
Conmover.
Al tiempo que su atractiva composición, complementada con una efectiva fotografía en blanco y negro, y una partitura de emotivo acompañamiento, a cargo de Gustavo César Carrión, que utilizó reiteradamente el “Liebestod” de “Tristan und Isolde” de Wagner, confluyen en unas imágenes muy estéticas y, por momentos, de gran belleza plástica.
Del reparto, para nuestro imaginario religioso, no es creíble ver un Jesús de rasgos latinoamericanos, pues la iconografía determinó que el rostro de Cristo correspondía al de un hombre europeo, aunque los judíos de aquella época tuvieran más semejanza con los latinos del presente… sin embargo, aquí continua la norma en Enrique Rambal Saciá, que fue un actor de cine, teatro y televisión; y director español afincado en México, que solo es recordado por interpretar el papel de Jesucristo en esta película, siendo su debut cinematográfico; aunque después fue un prolífico actor de drama y comedia, fatalmente falleció muy joven, a la edad de 47 años, el 15 de diciembre de 1971, en La Ciudad de México, a causa de un ataque al corazón.
Para el papel, Rambal se sometió a un régimen arduo de ejercicio y alimentación, pues se cuenta que La Cruz con la cual realizó las escenas para su llegada al Gólgota, no era de utilería, sino que era un tronco real de madera maciza que logró dar más dramatismo a la escena; y para complementar su preparación, a Enrique Rambal, quien en ese entonces tenía 28 años de edad, se le pudo ver muy acercado al baptisterio católico.
Tanto así que se cuenta que en numerosas ocasiones se le veía constantemente en La Iglesia de La Conchita, en Coyoacán.
Todo ello ayudó a perfilar su semblanza, bella y fiel a la imagen más difundida de Jesús, y con una fuerza espiritual indescriptible.
A Rambal lo acompañan José Baviera, que interpreta por 4ª y última vez a Poncio Pilatos, después de interpretarlo en las películas “Jesús de Nazaret” (1942), “Reina de Reinas: La Virgen María” y “María Magdalena, pecadora de Magdala” ambas de 1945.
Otras interpretaciones destacadas están:
Consuelo Frank como La Virgen María, cuyo vestuario es más propio de una monja, algo que reproduciría Mel Gibson en su filme sobre La Pasión; Manolo Fábregas como Judas Iscariote muestra una sutil homosexualidad; y la actuación especial de Alicia Palacios como María Magdalena, en un papel impresionante, con toda su sensualidad desbordante que bien pudo pasar por censurable para la época.
Y de la banda sonora, pues ya se dijo que es algo reiterativa, así como la parte siguiente al juzgamiento de Poncio Pilato, que recrea casi exacto al filme de DeMille, pero con características y perspectivas muy propias e impresionantes.
Una vez más, todo el montaje y la edición es digno de alabanzas, casi divinas.
“Has con los demás como quieras que hagan contigo”
Probablemente Jesucristo ha ejercido más influencia en la humanidad que cualquier otra persona que haya vivido.
Y se cuenta que después de la filmación de “El Mártir del Calvario”, pasarían 13 años para que los directores mexicanos volvieran a dirigir una cinta con temática bíblica.
En 1965, Julio Bracho filmó “El Proceso de Cristo”, una historia que contaba desde el punto de vista de Pedro Apóstol y Pilatos, la historia de La Pasión de Cristo, mediante el recurso del “flashback”, situado en la escena del retiro de Pilatos, cuando Pedro y Barrabás son llevados a Roma para ser crucificados.
La película contó con las actuaciones de Julián Soler como Poncio Pilatos; Víctor Alcocer como Simón Pedro; Wolf Ruvinskis como Barrabás; y en el papel de Cristo, Enrique Rocha.
Y 3 años después, el pionero del cine mexicano, Miguel Zacarías presentó a Jesús de Nazaret a color…
De hecho, Zacarías comenzó a anunciar las 3 películas que se iban a comenzar a filmar 1 año después:
“Jesús, Nuestro Señor” (1969), “Jesús, El Niño Dios” (1970), y “Jesús, María y José” (1970)
También se han hecho versiones que abordan el tema de la vida de Jesús de forma diferente:
En 1970, “Cristo 70” de Alejandro Galindo, es una versión basada en el argumento de un criminal que representa a Jesús durante La Semana Santa en un pueblo, pero al final, sus compañeros terminan matándolo en La Cruz; y finalmente “El Elegido” (1975) de Servando González, habla sobre una historia original de Carlos Solórzano, lleva a la pantalla grande la vida de un taxista que representa a Cristo durante las celebraciones de La Semana Santa en Iztapalapa.2
Para el historiador cristiano, Phillip Schaff, “este Jesús de Nazaret sin dinero ni armas, conquistó a más millones que Alejandro, Cicerón, Julio César, Buda, Mahoma y Napoleón juntos; sin ciencia y sin erudición derramó más luz sobre las cosas divinas y humanas que todos los filósofos y eruditos combinados, incluidos los griegos; sin la elocuencia de las escuelas habló tales palabras de vida como nunca antes o después fueron dichas, y produjo efectos más allá del alcance de cualquier orador o poeta; sin escribir ni una sola línea, puso en movimiento más plumas a favor y en contra de Él, e inspiró para más temas de sermones, oraciones, discusiones y obras de arte, que el ejército completo de grandes hombres de todos los tiempos, antiguos y moderno”
El Mártir del Calvario es una obra que exige una restauración, y una revaloración y difusión más allá de lo centrado en Semana Santa, es un filme sobre una lección de vida, y una clase magistral de cinematografía pocas veces vista en México, Hollywood y en el resto del mundo.

“Os doy un mandamiento nuevo:
Que os améis los unos a los otros.
Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros”




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