Jusqu'à la garde

“Qui veut vivre en paix?”
(¿Quién quiere vivir en paz?)

Seguimos siendo parte de una sociedad patriarcal que hace creer a los hombres que las mujeres les pertenecen…
Y si cualquier divorcio o separación de una pareja, constituye un trance difícil de superar, la situación deviene más compleja cuando hay hijos en medio, en la medida que se impone el asunto de la custodia, cuando ellos son menores, y deben vivir con alguno de sus padres.
Al respecto, La Encuesta Nacional Longitudinal de Niños y Jóvenes en Francia, encontró que la mayoría de los padres con custodia, están a favor de mantener vínculos entre los niños y el padre sin custodia, que la mayoría de las mujeres no intentaron impedir que su ex pareja vea a los niños, incluso cuando existía un historial de violencia familiar, y que las mujeres que temían la violencia, querían que se les proporcionaran medidas de seguridad, como visitas de control, en lugar de prohibir visitas.
Investigadores y clínicos encontraron que los padres tienden a alejarse de sus hijos; y este fenómeno preocupa a la sociedad, porque el apoyo económico proporcionado por el padre sin custodia, está directamente relacionado con el desarrollo armonioso de los niños; además, el mantenimiento de las relaciones con el padre sin custodia, se asocia con un desarrollo armonioso para la mayoría de los niños, pero no todos…
Las causas de esta distancia gradual y estadística, son controvertidas, ya que para algunas de las asociaciones familiares, la causa principal se debe a los obstáculos del padre con custodia, la mayoría de las veces la madre, con “el síndrome de alienación de los padres”; y otras asociaciones proponen estudios como el que autoriza por completo al padre con custodia, que incluso cuestionan el interés del niño por mantener un vínculo, además del financiero, con su padre.
Así, debe señalarse, sin embargo, que se está construyendo esas conclusiones, no sobre hechos, sino únicamente sobre las alegaciones de los padres con custodia.
De esa manera, la violencia toma diferentes cuerpos y formas, y no siempre se muestra a las claras, hasta que resulta demasiado tarde como para zafarse de su yugo y sus devastadoras consecuencias; y uno de los problemas fundamentales es que, por lo general, no existen personas “malas”, sino que sólo existen comportamientos malvados y nocivos que se manifiestan de forma repentina en momentos y circunstancias inesperadas, tanto más aterrador cuando dicha conducta se exterioriza en la privacidad del hogar, y se dirige contra las personas que conforman el núcleo familiar, y a las que, al menos de palabra, se quiere más que a nada en el mundo… aunque esto implique algunas veces que se las quiere tan sólo cuando se pliegan y someten, sin resistencia, a nuestras imposiciones y mandatos, a nuestras exigencias y demandas.
Éste es El Vía Crucis de la violencia que se origina en la intimidad del hogar, en un ámbito que debiera rebosar de apoyo y confianza, ya sea sólo entre cónyuges o entre otros familiares cualesquiera, entre personas, al fin, que alguna vez se quisieron y respetaron, pero cuyo amor ha degenerado en odio, o cuya existencia deviene en un martillo implacable y feroz que acaba travistiéndose en puro exabrupto vengativo y cruel.
Y cuando se trata de la fuerza bruta, todos sabemos quién suele llevar las de ganar, o las de perder:
El hombre… y los hijos.
Por estas razones, sólo en Francia, una mujer muere cada 2 días y medio a manos de su pareja o expareja.
“Mon impression est que vos enfants se sont rebellés contre vous.
Pourriez-vous expliquer cela?”
(Mi impresión es que sus hijos se rebelaron contra usted.
¿Podría explicar esto?)
Jusqu'à la garde es un drama francés, del año 2017, escrito y dirigido por Xavier Legrand.
Protagonizado por Denis Menochet, Léa Drucker, Thomas Gioria, Mathilde Auneveux, Saadia Bentaïeb, Jean-Marie Winling, Martine Vandeville, Florence Janas, Jenny Bellay, entre otros.
Jusqu'à la garde es el filme debut de Xavier Legrand, realizada 5 años después de su cortometraje nominado al Oscar, “Avant que de tout perdre” o “Antes de perderlo todo” (2013); donde dijo:
“Siempre me han apasionado las tragedias griegas; y siento que los casos de maltrato familiar son el equivalente actual de esas historias, porque también hablan de lazos sanguíneos, de poder y de venganza.
Y sobre todo, porque cada vez que sale a la luz un nuevo maltrato, me hierve la sangre; es hora de que los hombres nos pronunciemos sobre ello.
Así que pasé años documentándome, conociendo a víctimas de abusos, y visitando grupos de terapia para hombres violentos; pasé noches acompañando a grupos policiales, y estudié el trabajo de un juez de familia para entender cómo funcionan las vistas orales en las que se dirime la custodia.
Entrevisté a psicólogos, a trabajadores sociales y a presidentes de asociaciones de mujeres maltratadas.
Y no hablé con hijos de abusadores, porque pensé que habría sido duro para ellos.
No me tomé el asunto a la ligera”; y cuenta que entre sus inspiraciones están los filmes:
“The Night Of The Hunter” (1955) y “The Shining” (1980), y dijo:
“Tiene sentido, porque un elemento esencial de la violencia doméstica, es el miedo:
Las víctimas no se atreven a enfrentarse a sus cónyuges ni a huir, por eso se quedan y aguantan situaciones terribles.
Por otra parte, evité a toda costa usar los trucos típicos del género.
No quise acabar la película con un baño de sangre, a pesar de que quizás habría sido lo más apropiado”
Por ello, esta es una película de terror y sobre el miedo; y donde muchas películas se asustarán de zombies, fantasmas y monstruos; el verdadero terror viene de una simple familia; de un hombre atormentado por alguna razón que no conocemos, un hombre violento y maltratador, que aun así, no es presentado como caricatura, sino que luce tan real que asusta más.
El filme, traducido literalmente como “Hasta la guardia” o “Hasta la empuñadura” o “Hasta la raíz”, entre otras acepciones; se tradujo como “Custodia Compartida” a nivel internacional.
Y llama la atención que en el desarrollo del filme, se van dando señales y símbolos sobre el título, como la alarma de un cinturón de seguridad que sugiere peligro…
Pero Jusqu’à la garde es una expresión francesa y, ante todo, un término de guerra.
“La garde” es “la guarda de la espada”, esa parte que protege la mano; y en esgrima se usa la expresión cuando se hunde la espada hasta el fondo.
Se volvió también una expresión de uso más familiar, por ejemplo, cuando alguien dice:
“Je vais t‘emmerder jusqu’à la garde”, que quiere decir que “te va a podrir la vida hasta el fondo, hasta donde más pueda”
Por eso, el título tiene todos estos significados, y representa lo que el personaje masculino decide en la película, “ir hasta el fondo para recuperar a esta mujer que decidió abandonarlo”
“Aquí en Francia, la custodia es “la garde”, la custodia compartida se diría “la garde alternée” o “la garde conjointe”, y esto remite a quién se responsabiliza de los hijos luego de un divorcio.
Así construí la historia, basándome en varias conversaciones y testimonios de víctimas, de mujeres que sufrieron violencia conyugal y adultos que, en su infancia, vivieron una situación cotidiana de violencia entre sus padres.
Todos me describían esa situación banal, en la que el padre va a buscar al niño para pasar el fin de semana, esos momentos de compartir cena con los abuelos, los trayectos en auto, es decir, los momentos en los que aparecía la violencia psicológica, la humillación, la amenaza.
Y a través del cine, traté de transmitir estas situaciones” dijo el director.
Jusqu'à la garde fue ganador del Premio César del Cine Francés como Mejor Película, Mejor Guión, Mejor Actriz (Léa Drucker) y Mejor Montaje; de 10 nominaciones, y es una historia común, lamentablemente muy frecuente en nuestros días, como es la desavenencia de las parejas que converge generalmente en una separación, que no lo es tal, porque quedan ligadas no ya en el amor o el afecto, sino en los rencores y resentimientos mutuos que genera el no querer ceder lo que se ha creado en conjunto:
Los hijos.
Y la principal creación, lógicamente los hijos, son quienes van a pagar los platos rotos de la guerra que sucede al divorcio, afrontando situaciones que, como en esta historia, los marcará seguramente de por vida.
La acción inicia cuando Miriam (Léa Drucker) y Antoine Besson (Denis Ménochet), se han divorciado; y ella solicita la custodia exclusiva de su hijo Julien (Thomas Gioria), para protegerlo de un padre al que acusa de violento.
Pero Antoine defiende su caso como un padre despreciado, por lo que la juez del caso sentencia a favor de “la custodia compartida” del título… y rehén del creciente conflicto entre sus padres, el joven Julien se ve empujado al límite.
¿Es el padre un monstruo abusivo que no merece la custodia de su hijo de 11 años?
¿O bien tiene razón el niño, cuando dice que nunca desea volver a tener contacto con él, y le tiene miedo?
¿Es Antoine realmente un hombre celoso, compulsivo y posesivo, que ejerce presión sobre su ex pareja y sus hijos?
¿Por qué el certificado médico que confirmaba la lesión de Joséphine (Mathilde Auneveux), la hija mayor, había sido firmado por la única enfermera de la escuela?
¿Podría ser que Miriam juega a hacerse demasiado la víctima, hasta el punto de querer evitar que un padre demuestre su amor por sus hijos?
¿Quién miente; y verdaderamente quien trata de dañar al otro, mientras los hijos están en medio de la disputa familiar?
Inexplicablemente, las visitas del posible padre violento, no están supervisadas, y el público no tiene idea de lo que sucederá a continuación… aunque no hace falta decir que realmente van a pasar cosas malas, y pronto.
De esa manera, Xavier Legrand ofrece un relato cada vez más angustioso de lo que supone vivir bajo el miedo:
Miedo a perderlo todo, incluso la propia vida y la de los seres más queridos.
Pero en este retrato de familia, tan tristemente actual, también se nos habla de la sociedad que alberga los abusos, de la tentación de mirar para otro lado, de lo difícil que es comprender las dinámicas que se desarrollan entre víctimas y agresores, de lo que a todos nos cuesta comprender y afrontar la necesidad del cambio; Legrand nos brinda lo que bien podríamos definir como una estremecedora muestra del “thriller” familiar, una suerte de drama íntimo que termina por sumergirse en la violencia doméstica construyéndose sobre los códigos del cine de suspense.
Es decir, cine de género, pero también y sobre todo, una incisiva demostración de denuncia social enmarcada dentro del más sobrecogedor realismo.
Lo que empieza como una suerte de “Kramer vs. Kramer” (1979), como una película aparentemente destinada a reflexionar sobre los derechos parentales, acaba por transformarse en el más puro viaje al terror.
Así hablamos de una obra mayor, que percibe y siente la violencia de género desde la mirada infantil, a su vez que demuestra la sutilidad y audacia necesaria como para obviar todo posible registro explícito, y aun y así, ser capaz de trasladar la máxima tensión mediante un preciso empleo de la elipsis y el fuera de campo, así como un imponente uso del encuadre, y una estoica dirección de actores.
Es ese tipo de cine que apela a la sensibilidad e inteligencia del espectador para adentrarse en él:
La lucha por una custodia construida sobre un miedo que es provocado y amparado por el dictamen de la ley.
“Je veux juste que les choses soient résolues de la meilleure façon.
Je pense au bien de mes enfants, à leur bien-être...”
(Sólo quiero que las cosas se resuelvan de la mejor manera.
Pienso en el bien de mis hijos, en su bienestar...)
El director Xavier Legrand, originalmente había planeado desarrollar 3 cortometrajes sobre el tema de la violencia doméstica, pero el éxito del primero, “Avant que de tout perdre” o “Antes de perderlo todo” (2013), lo alentó a fusionar las ideas de los 2 siguientes, para crear un largometraje, que se tradujo en Jusqu'à la garde.
“Mi cortometraje me llevó a todas partes en Francia, a veces al extranjero, para mostrarlo en las escuelas con el fin de debatirlo y sensibilizar a los jóvenes sobre este tema.
Yo quería seguir cuestionándome la naturaleza de esta violencia, sobre la dominación del hombre, sobre la pareja, la locura de la posesión y, como soy un apasionado de hechos diversos, sobre la familia como corazón del cual se derivan la mayoría de los crímenes que están siendo rastreados”, dijo.
Por tanto, Jusqu'à la garde es la continuación de aquel corto, que retoma a los 3 actores:
Léa Drucker, Denis Ménochet y Mathilde Auneveux, con sus respectivos roles, con un matrimonio roto, que conduce a una amarga batalla de custodia con un hijo asediado en el centro.
Pero en Jusqu'à la garde, Xavier Legrand no toma el punto de vista del padre o de la madre; vemos todo, o casi todo desde el punto de vista del pequeño Julien, que firmemente no quiere estar con su padre, al que llama despectivamente “el otro”
Él es el centro neurálgico de una crisis familiar que, quizás un día también fue feliz…
También él es el eslabón más débil, y el único lazo que ahora vincula al padre con su exesposa, y con toda la familia.
Antoine Besson, el marido divorciado de Miriam, es un buen hombre…
A cargo de la seguridad en un hospital, es estimado tanto por sus superiores como por sus colegas.
Además, es un buen padre que, dispuesto a estar más cerca de su hijo de 11 años, ha optado por ser trasladado a la ciudad donde vive el niño con su madre y su hermana mayor, que pronto será mayor de edad.
Esa es la razón por la que el padre cariñoso solicita la custodia conjunta de Julien.
Bueno, todo eso estaría bien, si Antoine fuera en realidad el hombre que dice ser…
El problema es que su esposa y sus 2 hijos lo ven desde una perspectiva muy diferente.
Porque en el pasado, Antoine estaba lejos de ser un ángel.
Por el contrario, tenía una habilidad especial para crear una atmósfera de miedo permanente en casa, yendo tan lejos como para golpear ocasionalmente a su esposa bajo los ojos de sus hijos.
Y se salió con la suya con más facilidad, ya que Miriam, deseando evitar aún más problemas, nunca presentó una queja contra él, un hecho que eventualmente se vuelve contra ella.
Por eso, a pesar de que Julien ya no quiere ver a su padre, el juez de la corte de familia, cumple con la solicitud de Antoine.
La película comienza arrojando dudas sobre la relación padre/madre, y no se sabe quién está en lo correcto o incorrecto, incluso si el padre/ex esposo se siente como una bestia escondida.
Es sutil, pero parece peligroso, sus ojos, en su mayoría, son muy fríos, y su estatura es impresionante.
Pero la verdadera proeza de la película, es su angustia destilada, es lenta, y siente que algunas escenas no son útiles para la película, pero en realidad se acumulan hasta su final apasionante.
Es por ello que se estructura todo de forma hiperrealista, y tiene menos que ver con la custodia de los hijos, que un vehículo para describir el mayor terrorismo doméstico que es probable que veas en mucho tiempo.
El filme es visceral y crudo, como lo es el hecho de que una mujer francesa es asesinada cada 3 días por su compañero sentimental; y esta película sugiere por qué.
“La violencia doméstica sigue siendo un tabú.
Las víctimas no denuncian, y los familiares y vecinos no quieren interferir en la pareja.
Es un problema silenciado, a pesar de que los noticiarios hablan cada vez más de ello.
Por eso no quise adoptar un enfoque periodístico.
Preferí usar los métodos para generar tensión que aprendí viendo las películas de Hitchcock, Chabrol y Haneke, y así implicar emocionalmente al espectador.
Adopté una dramaturgia en la que seguimos a un “héroe”:
Antoine, pero desde el punto de vista de los diferentes obstáculos que debe superar para lograr sus fines:
La jueza, su hijo y su exesposa.
Él es un hombre infeliz e incapaz de amar, que se siente rechazado por todo el mundo, y que en realidad se considera una víctima.
Y ese es uno de los problemas que perpetúan el maltrato:
Los que lo ejercen, se consideran víctimas; y las que lo sufren se sienten culpables.
Si queremos progresar como sociedad, debemos echar por tierra esos prejuicios urgentemente”, dijo el director.
Las escenas de apertura son clínicamente documentales en estilo:
Un magistrado recibe presentaciones de abogados de la pareja separada bajo la custodia de su hijo de 11 años.
Es imposible para nosotros evaluar los méritos de cualquiera de los litigantes, y es fácil identificarse con ambos.
En la evidencia disponible, la magistrada toma un camino de rutina, y concede la custodia, un resultado que pondrá en peligro a la madre y al niño.
Así, la película describe desapasionadamente los procedimientos del encuentro judicial:
Las reglas de cortesía, los turnos para hablar, las estrategias argumentales de cada abogada.
A su tiempo, padre y madre exponen brevemente sus motivos.
Pero el guión evita cualquier toma de partido, y muestra por igual las razones de cada uno, por lo que la escena exhibe un notorio realismo:
Los personajes apenas parecen caracterizados, y los diálogos fluyen naturalmente, como si la ambigüedad de lo real se impusiera por sobre los códigos del cine.
No obstante, ese comienzo funciona en verdad como una pista falsa:
Después del altercado legal, el clima de la película se contamina hasta adquirir la forma de un “thriller” atípico.
“Quería crear la tensión y la carga emocional de este momento al filmarlo en la intensidad de su duración, y poniendo el foco en el lugar de la jueza.
Los personajes se ponen de frente, presentados por sus respectivos abogados.
¿A quién creerá el público?
¿A qué tipo de defensa es sensible?
El espectador está inmerso en la incertidumbre, y debe construir su propia idea.
La película le muestra lo que pasa a continuación, lo que la jueza no verá”, dice el director.
Y si fuera posible trazar la curva de tensión de esta película, comenzaría justo desde el suelo, y se abriría paso a través del techo en sus últimos segundos.
Inicialmente, Antoine se comporta como un esposo agraviado que ama a su hijo.
Paso a paso, lo vemos usando los derechos de custodia para manipular a Julien, para que revele información sobre su madre.
El contacto legalmente necesario entre la ligeramente construida Miriam, y el imponente Antoine, se vuelve cada vez más siniestro.
Su silencio dominante en escenas clave, está lleno de amenazas, ya que ella sabe que su capacidad de violencia, y la ley no ayudan.
Con esa anécdota elemental, propia de cualquier drama familiar, Xavier Legrand pone a funcionar una impresionante máquina narrativa capaz de registrar un peligro inminente en cualquier lugar, en cada pequeño gesto del padre, en cada reacción temerosa del hijo; donde el relato puede transformar cualquier espacio cotidiano en una trampa, empezando por el auto, donde Antoine abandona de un momento a otro la postura de padre cariñoso, para confirmar las acusaciones de la madre:
Él es violento, obsesivo, y cualquier cosa puede lanzarlo a una espiral de furia.
De ahí en más, el tono realista del principio, da paso al aire opresivo del “thriller”; donde cada situación cotidiana, deja a Miriam y a Julien a merced de Antoine y de sus arranques de locura.
El guión incrementa con cada escena los niveles de amenaza; y los pocos lugares seguros, como la casa de la familia materna o el nuevo departamento en el que viven, que el padre desconoce… se vuelven blancos de Antoine, y pierden su capacidad de refugio; y el clima general se enrarece:
Antoine tiene uno de sus ataques cuando descubre la zona en la que queda el nuevo departamento de Miriam, y obliga a Julien llevarlo ahí.
Cuando llegan, Julien le da una dirección falsa y, en un descuido del padre, sale corriendo…
La persecución, aunque breve y a plena luz del día, posee un nervio infrecuente, y puede decirse que es una persecución simbólica.
Con el pánico del hijo, que hace lo que puede para no develar la dirección, y con la furia del padre, ahora multiplicada por el engaño; Legrand extrae de la escena una tensión insoportable; pero en general, esta película se destaca por la forma en que describe la escalada de la amenaza:
Mantiene la violencia doméstica física real fuera de campo; y en cambio, muestra las presiones psicológicas de tratar de separarse de un hombre violento; por ello, las actuaciones son extraordinarias.
Ménochet solo tiene que levantar una ceja, y las tensiones aumentan; mientras que Drucker es un retrato del miedo congelado.
Pero la destacada actuación proviene del joven Gioria, cuya sorprendente autenticidad contrasta con sus tiernos años.
Y la cinematografía potencia la narrativa y da forma a la atmósfera claustrofóbica en la que a la madre y al niño se les da progresivamente menos espacio para respirar; no es causal que muchas escenas se prolongan para crear vacíos en tiempo real, en los que se vierte suspenso inimaginable.
Más tarde, en la fiesta de la hija, todos parecen seguros y contenidos:
El padre no está, prometió no venir; el tumulto de gente es garantía de seguridad para la familia; la alegría del momento, los hace olvidarse de la odisea cotidiana...
La música y la algarabía, le permiten al director filmar un momento de plenitud, reforzado por la elegancia de un plano secuencia que captura la felicidad generalizada.
Pero incluso allí, en el espacio menos pensado, el relato sugiere la inminencia de un riesgo:
El ruido no deja escuchar los diálogos, pero los susurros insistentes entre la madre y su hermana, que se mueven nerviosas de un lado al otro, anuncian alguna amenaza silenciosa; y en cuestión de segundos, el festejo se transforma en momento de alarma.
En el cumpleaños de Joséphine, tienes el corazón en la boca todo el tiempo, con esa amenaza de peligro que la misma Joséphine sufre desde el escenario donde entona “Proud Mary”, canción emblema de Tina Turner que nuevamente es simbólica en alusión a su pasado violento con su ex esposo Ike.
Y sabes lo que va a pasar… pero cuando pasa, la intensidad de cómo se desarrollan las cosas, y cómo Legrand monta su secuencia cumbre, impacta al punto de que la película pasa de un drama familiar, a una película de terror, con un desenlace que produce una tensión insospechada:
Miriam y Julien sufren el ataque final de Antoine, de noche y a oscuras.
En ese momento, la película prácticamente adopta las formas del terror, y hace visible algo que antes solo se sugería de manera subterránea:
Antoine no es tanto un hombre irascible como un monstruo terrible.
Ese anclaje fuerte en los géneros, certifica que la opera prima de Legrand funciona en sus propios términos:
El despliegue ostensible de los recursos del “thriller”, cancelan felizmente cualquier posible comentario social, y cualquier denuncia altisonante.
Así, el filme es asombroso por el manejo del suspense, y del uso de la cámara, al seguir a los personajes muy de cerca, que nos permite sentir sus emociones, y participar de esta contienda sentimental; y arranca muy bien, exponiendo a los personajes adultos, y el desarrollo sigue, de cómo el pleito del padre por la custodia, afecta especialmente al hijo de la pareja.
Por ello la película se desarrolla de forma pausada, tal vez en exceso, y se dedica a establecer el terreno psicológico, tanto de los personajes como el del espectador, para llegar a su final; porque el espectador se sitúa en una posición incómoda, vemos los hechos desde fuera, hemos de tomar posiciones o distancias, y no sabemos exactamente a donde quiere llevarnos, y sí es tramposa, nos presenta situaciones, personajes por los que parece que va a desarrollarse el drama, que va a estallar en cualquier momento, o quizás nunca, lo reconozco, parece y se alarga quizás demasiado en momentos que no acaban de conducir a nada, y pueden aburrir a más de un espectador.
Mi nota sería menor, si no fuese por ese final, un final sublime que la redime, que te marca, y horas después, aún sigues dándole vueltas…
Eso es lo grande de Jusqu'à la garde, aunque contiene un tema muy familiar, en el sentido de que ya ha sido visto y tratado desde muchas producciones, el tratamiento de la historia, mostrada de manera muy realista y cercana, es lo que la hace refrescante, al tiempo que contiene actuaciones muy convincentes, en especial la figura del padre, que uno no sabe lo que es capaz; y la del hijo, un niño que habla con la mirada, donde las escenas de ambos en el marco, sea dentro del automóvil como en la escena del comedor, tiene una tensión pocas veces vista en el cine.
Y tampoco es porque haya violencia explícita, porque no la hay, es el físico terror que produce psicológicamente un abusador sobre una víctima.
Y aquí está uno de los ingredientes efectivos del director:
La perspectiva.
Es tan interesante e inusual el foco y perspectiva que utiliza para narrar la historia; que no da mucha información, y al final, nos damos cuenta que nuestra perspectiva se reduce al de una vecina que mira desde su puesta, una parte del terror que se vive en la otra casa.
Este elemento además permite cierta imparcialidad, si se puede decir; pero el foco es la víctima, y como tratamos de entenderla.
También es el filme es corto, sencillo, minimalista y altamente efectivo; un film redondo, notable y aterrador; que se puede analizar desde distintas perspectivas, porque plantea distintas situaciones, y elementos que pueden servir para entender la situación, pero no te da respuesta.
Así es la justicia, y muestra que a veces no importa que la juez sea mujer...
Por ello, Denis Ménochet y Thomas Gioria, se llevan todos los elogios:
Ménochet, actor abrupto y robusto donde los haya, quien a través una simple respiración, una penetrante mirada, o un mero movimiento de brazos, traslada la máxima tensión, la constante amenaza, con su fuerte actuación física y su aura amenazadora, le encaja muy bien.
Y Antoine se presenta inevitablemente de una manera nítida, como si fuera una bomba humana de relojería a punto de estallar, una fuente inestable y amenazante, que debe protegerse urgentemente contra sí mismo; donde la sensación de indefensión y peligro cada vez más cercano, obliga a Miriam a esconderse para proteger a sus hijos, y evitar una tragedia.
Fue una gran elección de “casting aquí”; junto al joven Thomas Gioria, que se erige en el verdadero protagonista de la función.
Insólita la caracterización rebosante de matices que es capaz de desarrollar para su corta edad; pues refleja todos los matices de la pérdida de inocencia de un niño casi adolescente, que vive interior y exteriormente la angustia emocional de contemplar el desgarramiento de su familia.
Magníficas las escenas en las que el pequeño Julien, a su corta edad, intenta proteger a su madre, o trata de hacer lo correcto en cuanto a la información que le suelta al padre…
Ese mundo interior del niño, que es la víctima directa de la separación, de un padre violento, está muy bien construido.
Por su parte, Léa Drucker realiza una interpretación más contenida, hacía dentro, más discreta, incluso confinada al silencio.
La actriz francesa actúa con moderación, y aporta un sutil equilibrio a la historia.
Por lo que Xavier Legrand mantiene durante toda la película una actitud contemplativa, y a la expectativa de los miembros de la familia ante la posibilidad más que razonable de que en cualquier momento pueda suceder algo…
El temor de Miriam y Julien, se proyecta permanentemente sobre la conflictiva figura paterna a lo largo del metraje.
“Escribí con Léa Drucker en mente.
Para mí, ella se fusiona con el personaje de Miriam, porque es una mujer para la cual la tormenta ya ha pasado, y sabe que debe reconstruirse rápidamente.
Léa trabajó mucho sola antes del rodaje, y le di poca orientación psicológica.
En cuanto al trabajo con Thomas Gioria y Mathilde Auneveux, tuve que proceder de formas muy diferentes:
Para Thomas, esta era su primera experiencia como actor, y para mí era muy importante que él entendiera cuál es la verdad del trabajo del actor y diferenciara la realidad de la ficción, sobre todo porque su interpretación es muy difícil, su personaje pasa por situaciones extremas”, dijo el director.
No obstante, la figura de la madre está muy poco explotada, pues el filme hace un alegato feminista, todo hay que decirlo; donde no hay que explicar que “la mujer siempre es la buena, y el hombre el malo”; y se nota muy evidente el mensaje que Jusqu'à la garde quiere dar:
Que la custodia de los hijos es para la mujer… además, la situación de la hija no está del todo o nada explorada, ni siquiera la relación de ella con el padre…
Por lo que veo mucha pasividad de parte de las afectadas femeninas, quizás eso concuerda con la realidad, cuando las víctimas no se dan cuenta hasta dónde puede llegar el agresor, pero incluso en el juzgado, Miriam me pareció muy pasiva…
Y parece increíble que ella no haya guardado ni una sola prueba de los malos tratos, ni siquiera en los móviles, y que solo sean los padres de ella los que están dispuestos a declarar.
Ella se ha negado a denunciar estos malos tratos durante años, lo que puede ser creíble, pero no ha recopilado pruebas ni testimonios...
Además de los tópicos habituales, el que más destaca es el perfil del padre, aficionado a la caza, celoso y manipulador.
Y en una escena rodada con un plano fijo a las botas de la hija mayor del matrimonio protagonista, vemos como el plano se cierra poco a poco mientras ella se hace un test de embarazo…
Con la reacción de la joven, tendemos a pensar que está embarazada.
La pregunta es:
¿Por qué no se vuelve a hablar de esto en toda la película?
Por tanto, este es un filme de cómo el divorcio afecta al padre y su relación sólo con su hijo; con un mensaje manifiesto:
Familia no es siempre tratar de mantener unidos a sus integrantes; y un mensaje latente:
Ante la señal más pequeña, hay que actuar antes que sea demasiado tarde; por lo que hasta se aconseja que los violentos no cambian.
Todo el filme trata sobre la violencia de género, pero Xavier Legrand lo aborda de la forma más frontal y más simple posible; al tiempo que se agradecen las escenas de violencia fuera de campo, y evita situaciones melodramáticas propias de la telenovela; porque no quiere que lloremos, ni que nos compadezcamos...
Legrand quiere que nos concienciemos del grave problema que supone el acoso y abuso familiar; sino veamos las escenas finales, indescriptiblemente aterradoras, que redefinen el concepto de masculinidad tóxica, y hacen preguntarte sobre los modelos de rol de la virilidad de hoy.
También gustó la forma en que lo hicieron, con la puerta de cierre, incluso si no parecía tener una gran relevancia metafórica para la historia.
La historia en sí misma, no es nada que no hayamos visto antes, de hecho me quedó la impresión que Legrand pudo jugar durante más tiempo con la ambigüedad sobre quién mentía o no de los padres, dándole más matices a los personajes, aunque el resultado global haya sido el mismo; pero atención:
Esta no es una simple película sobre el maltrato doméstico...
Legrand va más allá, criticando la falta de seguridad y apoyo hacia la víctima por parte de la justicia y El Estado; y nos demuestra que el verdadero terror podemos encontrarlo en nuestro círculo cercano; y en el fondo, el filme denuncia la burocracia judicial y la asistencia social en materia de custodia de los hijos, así como experimentar el terror que viven los hijos y la madre, ante la amenaza de un padre violento.
Como dato, aquí casi no hay música, banda sonora… la tensión proviene del uso de sonidos de la vida cotidiana y su alivio, el eco en un apartamento, el destello de un coche, un reloj, una alarma…
“Lo decidí desde el comienzo, la dramaturgia sonora estuvo presente desde el guión.
No busco inclinar la historia hacia un clima fantástico, sino capturar el crujido de una realidad que provoca ansiedad.
Fue igual para la puesta en escena, no busqué efectos espectaculares, sino la repetición de los mismos encuadres en lugares que visitamos varias veces”, dijo Legrand; y por ello la música se usa con moderación, pero de manera ingeniosa, por ejemplo, en el cumpleaños de Joséphine, en una pista de baile llena de gente, combinada de continuas maniobras nerviosas de Miriam, crea una experiencia de visualización inquietante, al cantar “Proud Mary” con una cara inexpresiva, de espanto, sabiendo y haciéndonos saber que algo está pasando ahí fuera…
Su comportamiento, respira miedo y amenaza, incluso sin haber una razón directa para ello.
“Qu'est ce que je suis?
Pourquoi tu me regardes comme ça?
Qu'est-ce que je suis pour toi?
Je ne peux pas te voir, tu changes toujours de téléphone, tu n'es jamais, tu me fuis.
Qu'est-ce que je suis devenu pour toi?
Qui suis-je?”
(¿Qué es lo que soy?
¿Por qué me miras así?
¿Qué soy yo para ti?
No puedo verte, cambias siempre de teléfono, nunca estás, huyes de mí.
¿En qué me convertí para ti?
¿Quién soy?)
Jusqu'à la garde habla sobre el asedio implacable de algunos varones hacia la mujer, algo vergonzosamente vigente, que se repite cada día en cualquier país o localidad en las que varones fríos, salvajes o enloquecidos, asesinan a su parejas e incluso a sus hijos, siendo ejecutores de la venganza más brutal imaginable.
El directo Xavier Legrand, ha decidido que ella, que vivas lo que significa algo así, quiere que sientas que la estadística no es solo un número frío que habla de muertes, como si se tratara de cuántos panes se venden al día...
Legrand quiere que puedas dimensionar lo terrorífico que es una situación así, y por eso nos lleva a reflexionar “qué haría yo”
El director dijo al respecto:
“Cuando se habla de este tema, hay una pregunta que casi nadie se hace pero que es extremadamente relevante:
¿Puede un marido violento ser un buen padre?
¡Claro que no!
En Francia, se da por hecho que las víctimas de la violencia de género son solo las esposas o compañeras sentimentales; los jueces suelen considerar que, si un hombre maltrata exclusivamente a su pareja, no hay motivo para negarle la posibilidad de ver a su hijo.
Personalmente, creo que es un razonamiento terrible.
De todos modos, no debe de ser fácil arbitrar esos casos, en parte porque los juzgados de familia están desbordados, y no tienen medios.
Y, además, no tiene sentido señalar culpables.
Todos somos culpables.
Seguimos siendo parte de una sociedad patriarcal, que hace creer a los hombres que las mujeres les pertenecen, y por eso ellos creen que tienen derecho a ejercer control y violencia sobre ellas”
Jusqu'à la garde consigue su objetivo, y cuando finaliza, todos queremos salvar a todas las Miriam del mundo, y proteger a todos los Julien del mundo.
Eso es cine de calidad.

“Mes parents sont séparés il y a un an, je vis ici avec ma mère et ma soeur.
Nous allons célébrer le 18e anniversaire de ma soeur dans la salle de fête Vial.
Nous vivons tous là avec mes grands-parents, à l'exception de mon père.
Maman ne supervise pas mes devoirs, mais elle ne s’inquiète pas… puisque je vais bien à l’école.
J'ai beaucoup d'amis et je me débrouille très bien tout seul.
Mais je ne peux jamais jouer dans le jardin devant ma maison... parce que je crains que “l'autre” ne paraisse.
Grand-père commence à crier quand il le voit et ce n'est pas bon pour sa santé.
Quand il vient, je suis inquiet pour maman... parce qu'il vient seulement pour apporter des problèmes et se battre avec elle.
C'est pourquoi je me soucie d'elle.
Il veut juste te faire du mal.
Il n'est pas un père et je suis heureux qu'ils vont divorcer.
Je veux rester avec ma mère et ma sœur parce que j'ai peur qu'elles soient laissées seules.
Ce qui n’est pas une bonne raison…
Joséphine ne l’aime pas non plus, mais elle n’est pas obligée de le voir car il est majeur.
Je ne veux pas le voir non plus... et je ne veux pas que le juge m'oblige à être avec lui toutes les deux semaines... ou tous les week-ends, car je ne veux pas le revoir.
C'est tout”
(Mis padres están separados hace un año, vivo aquí con mi madre y mi hermana.
Vamos a celebrar los 18 años de mi hermana en la sala de fiestas de Vial.
Vivimos todos allí con mis abuelos, menos mi padre.
Mamá no supervisa mis deberes, pero no se preocupa... ya que voy bien en el colegio.
Tengo muchos amigos y me las arreglo muy bien solo.
Pero nunca puedo jugar en el jardín enfrente de casa... porque tengo miedo de que “el otro” aparezca.
El abuelo empieza a gritar cuando lo ve y eso no es bueno para su salud.
Cuando él viene, me quedo preocupado por mamá... porque él sólo viene a traer problemas y pelear con ella. 
Por eso me preocupo por ella.
Él sólo quiere hacerle daño.
Él no es un padre y me alegro de que se vayan a divorciar.
Quiero quedarme con mi madre y mi hermana porque tengo miedo de que se queden solas.
Lo cual no es una buena razón...
A Joséphine tampoco le gusta él pero no está obligada a verlo porque es mayor de edad.
Yo tampoco quiero verlo más... y no quiero que el juez me obligue a estar con él cada 2 semanas... o fines de semanas alternos, pues no quiero verlo nunca más.
Eso es todo)



Comentarios

Entradas populares