Sometimes in April

“Yes, is April again...
Every year in April the raining season starts.
And every year, every day in April...
The haunting emptiness descends over our hearts.
Every year in April, I remember how quickly life ends.
Every year, I remember how lucky I should feel to be alive.
Every year in April...
I remember”

Los “hutus” o “agricultores” y los “tutsis” o “pastores”, son 2 comunidades que históricamente atravesaron sus vidas por unas diferencias que en realidad no existían, por ejemplo:
Con los hutus radicaba en que tenían unos centímetros más de estatura... esas eran fábulas de Los Imperios alemán, francés y belga impusieron.
La minoría tutsi con un 15%, fue establecida como casta dominante, y la mayoría hutu, 85%, como casta subordinada, sometida incluso a regímenes de trabajo forzado.
Además, ser “hutu” o “tutsi”, se determinaba en Ruanda por la línea paterna, por ejemplo, si el padre es “hutu”, el hijo es “hutu”; por lo que la mujer sería acusada de “seducir para contaminar la raza, de manipular a los hombres, de utilizar el sexo como forma de dominación”
De esa manera, la mujer tutsi fue el enemigo máximo al que había que exterminar a toda costa:
“Los tutsis no merecen vivir.
Hay que matarlos.
A las mujeres preñadas hay que cortarlas en pedazos, y abrirles el vientre para arrancarles el bebé.
Las tumbas están solo a medio llenar”, estos fueron algunos de los mensajes de odio emitidos la noche del 7 de abril de 1994, por la Radio Televisión Libre de Las Mil Colinas, de Ruanda.
El diario oficial, Kamarampak, de la etnia hutu, no se quedó atrás, y exhortaba una “labor de patria” con el exterminio de los tutsis.
Y es que desde los tiempos del gobierno Belga, en los años 30 del siglo XX, existía la obligación de hacer constar en el carnet de identidad, a qué etnia se pertenecía.
Por lo que la controversia en Ruanda, data desde sus traumáticos orígenes:
En principio, los colonizadores belgas catalogaron y dividieron a la población, pasando a ser la etnia tutsi superior por sus características físicas, creando resentimiento en la raza mayoritaria hutu.
Posteriormente, cuando llega al poder la élite hutu, se pasó factura a la anterior raza dominante.
El hecho concreto, abominable y sin sentido, sucedió en el 4º mes del año 1994, cuando se acusó a la etnia tutsi de derribar el avión donde iba El Presidente Juvénal Habyarimana del clan hutu, por lo que estos decidieron arrasar con las “cucarachas/serpientes” y hacer limpieza étnica, aunque el trasfondo era una lucha de poder.
Juvénal Habyarimana, fue el 2º Presidente de La República de Ruanda, sirviendo más tiempo que ningún otro Presidente hasta la fecha, desde 1973 hasta 1994.
Fue apodado “Kinani”, una palabra kinyarwanda que significa “invencible”; pero Habyarimana era un dictador, y se sospechó que hubo fraude electoral en sus reelecciones sin oposición, con el 98,99% de los votos, el 24 de diciembre de 1978; 99,97% de los votos el 19 de diciembre de 1983; y 99,98% de los votos el 19 de diciembre de 1988.
Durante su gobierno, Ruanda se convirtió en una orden totalitaria en la que sus ejecutores, del Movimiento Republicano Nacional para La Democracia y El Desarrollo (MRND), el partido político gobernante de Ruanda, exigían que las personas cantaran y bailaran en la adulación del Presidente en concursos de masas de “animación” política.
Además, si bien el país en su conjunto se había empobrecido un poco menos durante el mandato de Habyarimana, la gran mayoría de los ruandeses permaneció en circunstancias de pobreza extrema.
El 6 de abril de 1994, Habyarimana fue asesinado cuando su avión, que también llevaba al Presidente de la vecina Burundi, Cyprien Ntaryamira, fue derribado cerca de Kigali, Ruanda.
Su asesinato provocó tensiones étnicas en la región, y ayudó a desencadenar El Genocidio.
Desde ese día, desaparecieron las familias, los amigos, los vecinos...
Las calles de Kigali, la capital, se llenaban de cuerpos mutilados o acribillados de hombres, mujeres, niños, bebés y ancianos.
Esa noche fueron asesinados La Primera Ministra ruandesa, Agathe Uwilingiyimana, sus guardias, y 10 soldados belgas de Las Fuerzas de Seguridad de Las Naciones Unidas.
La violencia se disparó en el país africano, y obligó a la rápida salida de Los Cascos Azules de La ONU.
Para los países occidentales, en nada se parecían los crímenes cometidos en Ruanda a la industrializada Solución Final perpetrada por los nazis; sin embargo, las diversas investigaciones pronto demostrarán que los crímenes fueron detalladamente planificados.
Esto significa que los kilómetros de asesinatos no son producto de un levantamiento espontáneo por El Presidente Juvénal Habyarimana, en el poder desde 1973, sino que también se destinaron recursos económicos, sociales, políticos, armamentísticos, etc., para dar una “solución final al problema tutsi”
De esa manera, El Genocidio fue organizado por miembros de la élite política hutu, muchos de los cuales ocuparon cargos en los niveles más altos del gobierno nacional; no obstante, los perpetradores provenían del ejército ruandés, La Gendarmería y las milicias respaldadas por el gobierno, entre ellas:
Los “Interahamwe” que se traduce como “los que permanecen juntos”, “los que pelean juntos” o “los que atacan juntos”; y los “Impuzamugambi” que se traduce como “aquellos con el mismo objetivo”
La mayoría de los asesinatos reales en el campo, fueron llevados a cabo por civiles ordinarios; pero también reclutaron y presionaron a los civiles hutus, para que se armaran con machetes, palos, objetos contundentes y otras armas, y los alentaron a violar, mutilar y matar a sus vecinos tutsis, y destruir o robar sus propiedades.
Así, El Genocidio fue financiado, por lo menos en parte, con el dinero sacado de programas de ayuda internacionales, tales como la financiación proporcionada por El Banco Mundial y El Fondo Monetario Internacional, bajo un Programa de Ajuste Estructural; y se estima que se gastaron $134 millones en la preparación del Genocidio, en la ya de por sí, una de las naciones más pobres de La Tierra, con unos $4,6 millones gastados sólo en machetes, azadas, hachas, cuchillos y martillos.
Se estima que tal gasto permitió que 1 de cada 3 varones hutus tuviera un machete nuevo.
Además, el uso generalizado de la violación como arma de guerra, causó un aumento en la infección por VIH, incluidos los bebés nacidos de madres infectadas durante las violaciones.
Debido a la masacre masiva de hombres y mujeres, muchos hogares estaban encabezados por viudas o niños totalmente huérfanos; al tiempo que la destrucción de la infraestructura y la grave despoblación del país, paralizaron la economía.
La muerte de Habyarimana, provocó entonces una ola asesina de extremistas de la mayoría Hutus contra Tutsis, y aquellos Hutus que se habían opuesto al gobierno en el pasado, o que habían apoyado los acuerdos de paz.
En un plazo de 100 días, entre 800,000 y 1 millón de ruandeses fueron masacrados.
“When a man leads assassins, he is also an assassin”
Sometimes in April es un drama del año 2005, escrito y dirigido por Raoul Peck.
Protagonizado por Idris Elba, Debra Winger, Carole Karemera, Pamela Nomvete, Oris Erhuero, Fraser James, Abby Mukiibi Nkaaga, Noah Emmerich, Cleophas Kabasita, Hope Azeda, Todd Boyce, entre otros.
La historia está basada en El Genocidio contra los tutsi en Ruanda, del año 1994, cuando los nacionalistas hutus alzaron las armas contra sus compatriotas tutsis.
Dicho violento levantamiento, marcó el inicio de uno de los momentos más oscuros de la historia africana, y uno de Los Genocidios más grandes de toda la historia.
Sometimes in April transcurre en el periodo desde el 6 de abril de 1994, en que El Presidente ruandés es asesinado, y la victoria del Frente Patriótico Ruandés, el 17 de julio, presentándose una lucha entre la milicia hutus contra los tutsis.
Si bien la película se centra en hacer un análisis del Genocidio, sus causas y todas las consecuencias que deja, también presenta El Tribunal ad hoc que se creó, El Tribunal Penal Internacional para Ruanda, cuyo objetivo era la persecución de los líderes y participantes del genocidio.
De esa manera, la narración se divide en 2 grandes partes:
La primera cuenta lo ocurrido en 1994; y la segunda se refiere a un “hoy” que se ubica en 2004.
Entre ambas hay un cambio de escenas y “flashbacks”, en los que el espectador debe guardar siempre la diferencia de los hechos para que no haya confusiones respecto a la época de cada suceso; y se muestra la realidad de un suceso triste y lamentable, que fue ignorado por el mundo entero, sin recibir apoyo de la comunidad internacional; por lo que Sometimes in April ayuda a comprender, a quien la vea, lo sufrido por el pueblo ruandés, que cada abril recordará aquella fecha en la que muchos perdieron su vida, su esperanza y su tranquilidad.
El filme se produjo bajo el auspicio de HBO, en formato televisivo, con la intención de recrear los 100 días que duró la matanza, y de mostrar cómo algunos sobrevivientes conviven con sus recuerdos una década más tarde.
Cabe señalar, en contraste con “Hotel Rwanda” (2004), de distinto enfoque, calificado como PG-13, y con la mayor parte de la violencia de Genocidio implícita en lugar de explícitamente mostrada; esta película se destacó por su descripción más espantosa y gráfica de la violencia, que le dio una calificación de TV-MA.
Además, varias escenas ambientadas en Ruanda, se rodaron en Kigali y sus alrededores, con destacados puntos de referencia como:
El Hôtel des Mille Collines, edificio de la capital ruandesa de Kigali, que se hizo famoso por acoger a 1.268 personas que buscaban protección ante El Genocidio.
Los sucesos de entonces, y la historia del director del complejo, Paul Rusesabagina, sirvieron de base para la producción de la famosa película de 2004.
Y La Iglesia de Sainte-Famille, que fue escenario de muchos asesinatos; donde testigos dijeron que el sacerdote a cargo de la iglesia, Wenceslas Munyeshyaka, se armó y ayudó a las milicias hutu, a sacar a la gente de la iglesia para matarla.
Munyeshyaka fue responsable de muchos de los asesinatos, y aceptó “dejar que la milicia elimine a los que querían de vez en cuando”; y es que él odiaba a los tutsis, y los llamaba “inyenzis” o “cucarachas”
Luego de este incidente, y otros similares en otras iglesias, muchos de los ruandeses se convirtieron al Islam.
Así, Sometimes in April es un crónica del Genocidio; que inicia en 1994; después de que el avión del Presidente hutu fuera derribado, y las milicias hutus causaron una auténtica masacre entre los tutsis.
Allí, Augustin Muganza (Idris Elba) y Xavier Miango (Fraser James), son 2 soldados hutus, que desobedecen las órdenes de sus superiores para poder salvar a la mujer del primero, que es tutsi, y a sus hijos.
Cuando Augustin es arrestado, ignora la suerte que ha corrido su familia, pero alberga pocas esperanzas al respecto...
10 años después, Augustin intenta olvidar el pasado y comenzar una nueva vida con su novia Martine (Pamela Nomvete)
En un juicio, celebrado en Arusha, el hermano de Augustin debe rendir cuentas ante La Comisión de Las Naciones Unidas por el papel que él y otros periodistas desempeñaron durante la devastadora Guerra Civil; de esa manera, la historia gira en torno a Augustin, que lucha por encontrar el cierre después de dar testimonio del asesinato de cerca de 1 millón de personas en 100 días, mientras se dividía por la política, y perdía parte de su propia familia.
La trama se interpone entre El Genocidio en 1994 y abril de 2004, cuando Augustin es invitado por su hermano, Honoré Butera (Oris Erhuero), a visitarlo mientras se encuentra en juicio por su participación en el genocidio.
La película describe las actitudes y circunstancias que condujeron al estallido de violencia brutal, las historias entrelazadas de personas que luchan por sobrevivir al Genocidio, y las consecuencias cuando la gente trata de encontrar justicia y reconciliación.
La trama también se intercala con las escenas de Prudence Bushnell (Debra Winger), Subsecretaria de Estado Adjunta para Asuntos Africanos del Presidente estadounidense Bill Clinton , y su incapacidad para detener El Genocidio, y aconsejar al gobierno y al público de Estados Unidos, que reconozcan El Genocidio que se está desarrollando.
Sin demasiados rodeos, se abordan los complejos hechos que suscitaron la abominable masacre, tomando como eje central la historia de Augustin; así, el inminente encuentro con su hermano, servirá de telón para que a través de irregulares “flashbacks”, presenciemos los insólitos acontecimientos que recrean la bajeza, perversión e intolerancia a la que podemos llegar los “seres humanos”
Los discursos reales “colados” en el filme, son especialmente ilustradores de la situación de entonces, con Bill Clinton y la postura diplomática internacional resulta poco menos que vergonzosa.
Con tono crítico, sin desmesura dramática y con tristeza documental, Sometimes in April deviene en una interesante revisión histórica, que vale verse para reflexionar cuanto hemos cambiado.
Pero creo que el mensaje más importante en esta película, fue que en el infierno que vivió en Ruanda durante El Genocidio, aún había increíbles actos de valentía y humanidad, como la esposa de la granja hutu que albergaba a la matrona y las niñas de la escuela… y un aspecto que más impactó, fue la rapidez con la que la espiral de locura y matanza golpeó tan rápida y terriblemente.
La interacción entre los personajes principales, también mostró que muchas de las personas que cumplieron con el más malvado de los crímenes, no fueron monstruos de una novela de terror; pero las personas normales, que a través del interés propio o el fanatismo étnico, se convirtieron en las herramientas de esta notable locura.
Los espectadores, también nos asomamos a un presente, donde los protagonistas deben lidiar con el recuerdo, con las heridas que aún no sanan, con las nociones de perdón y culpa; y con los juicios a los responsables.
En pocas palabras, se trata de una película dura, que me enoja porque sucedió, y sin lugar a dudas, recomendable desde todo punto de vista.
“Which ones are the good guys?”
Sometimes in April es una brutal crónica del Genocidio ruandés de 1994, producida por Joel Stillerman para HBO Films/USA; Daniel Delume para Cinefacto/Francia, y él mismo Raoul Peck; siendo HBO/Inglaterra quien garantizó las ventas internacionales.
Ahora recuerdo los hechos con un poso de mala conciencia y enojo; porque es cierto que poco pueden hacer las personas anónimas, pero es execrable que esto sucediera ante las narices de todo el mundo y, sabiéndolo, la comunidad internacional no moviera un dedo por detener una de las peores masacres que se recuerdan; ya que hasta los telediarios, sin censura, pasaban las matanzas captadas por las cámaras de los machetazos a la personas.
Por lo que es difícil separar la emoción y la indignación que despiertan estos hechos reales, y el valor fílmico de este telefilm, porque irremediablemente van unidos.
Su director, Raoul Peck, siempre se ha dedicado a un cine comprometido, predicando la libertad de los pueblos:
“No hubiera hecho una película sobre El Genocidio, si no hubiese contado con la participación del pueblo que lo padeció.
Para la realización, tenía a 5 psicólogos durante el rodaje, porque los intérpretes, excepto unos pocos actores profesionales:
Idris Elba, Debra Winger y Carole Karemera; son ruandeses, y fueron supervivientes de la indiscriminada matanza de la etnia hutu sobre la tutsi.
Muchos se negaron a hacer el papel de asesinos…
Otros aceptaron el reto.
Alguna de las mujeres me dijo que siguiera rodando para que el mundo conociera esta barbarie, y que ya lloraría después de terminar la escena…
A pesar de la ficción, todas las historias que se muestran son reales, incluidas las del Tribunal que juzga a los asesinos”, precisó.
Por ello, el telefilm narra 2 tiempos distintos, casi en paralelo:
En 1994, a las puertas del Genocidio; y en 2004, cuando se juzgaba a algunos de los responsables.
Llevar lo colectivo a lo individual, ayuda a palpar todavía más la tragedia humana; y sin ahorrándonos ningún horror, Raoul Peck construye:
En un primer movimiento, filma el horror de las exterminaciones y el pánico que sigue a través de una familia mi-hutu mi-tutsi.
En Kigali, las imágenes son violentas, crueles, duras y provocantes, mientras que los estadounidenses se pierden en debates impotentes…
Posteriormente, el cineasta realiza un cuestionamiento sobre estas confrontaciones a través del acercamiento de los 2 hermanos, pero 10 años más tarde:
Uno que se ha convertido en víctima; y el otro en verdugo.
La relación que se instala, toma entonces toda su fuerza:
¿Cómo comprender, cómo perdonar, quién está equivocado, quién tiene razón, quién es responsable?
En 1994: 
Augustin, un capitán de Las Fuerzas Armadas de Ruanda, vive en Kigali con su esposa Jeanne (Carole Karemera), una trabajadora del hospital tutsi con quien tienen 2 hijos:
Yves-André y Marcus; y una hija, Anne-Marie, que vive en un internado católico de niñas, a 150 kilómetros de Kigali.
A pesar del constante desacuerdo político, él permanece en estrecho contacto con Honoré, una personalidad de la radio pro “Hutu Power”, que trabaja para Radio Télévision Libre des Mille Collines (RTLM)
Augustin también es amigo de Xavier Miango, un compañero oficial hutu, y novio de Felicie, una tutsi.
En abril de 1994, el acuerdo de reparto de poder entre el gobierno ruandés dominado por los hutu, y El Frente Patriótico de Ruanda (TPM), liderado por los tutsis de Paul Kagame, se está desmoronando, ya que Hutus consideran que El Presidente Juvénal Habyarimana concede demasiado favor a los Tutsis.
Augustin y Xavier, se dan cuenta de la angustiosa constatación, de que los militares se están preparando para los asesinatos selectivos de tutsis y los hutus moderados, a instancias de los extremistas hutus en el gobierno, pero Augustin insiste en tomar la posición de moderado, y permanecer en el país ante la desaprobación de Jeanne; a pesar de la historia de violencia anti-tutsi por parte de los hutus de línea dura en La Guerra Civil de Ruanda, y advertencias de Honoré, de que la acción violenta de los extremistas hutu puede repetirse; en la noche del 6 de abril, Habyarimana muere cuando su avión es derribado, reiniciando La Guerra Civil, y marcando el inicio de los asesinatos en masa de tutsis y hutus moderados por parte de “génocidaires” que incluyen soldados del gobierno pro hutu, y milicianos respaldados por extremistas hutu, quienes son civiles adoctrinados por la propaganda del Poder Hutu.
A la mañana siguiente, La Primer Ministro, Agathe Uwilingiyimana, es asesinada por soldados del gobierno.
En respuesta al estallido de violencia, Xavier y Felicie buscan refugio en la casa de Augustin...
Al temer el peligro para su familia, Augustin le pide a Honoré que use su influencia en la comunidad para transportar a su familia y Felicie al Hôtel des Mille Collines, que alberga a los refugiados, mientras confía en que Anne-Marie está fuera de peligro…
Cuando Augustin se entera de Honoré, que el gobierno lo ha documentado como un simpatizante de los tutsis, elige quedarse en casa junto a Xavier, hasta que sea seguro dirigirse al hotel.
En la ruta, Honoré logra deslizar a sus pasajeros a través de bloqueos de carreteras de los “génocidaires”, pero se detiene en un control militar inesperado, donde el grupo se detiene, y se produce una pelea…
Después de unos días de esconderse, Augustin y Xavier escapan de la casa, y rastrean a un convoy de evacuados de UNAMIR que se evacua, pero son separados del convoy en una barricada de la milicia, cuando el oficial a cargo del convoy, se niega a ayudar.
La vida de Augustin está a salvo, pero Xavier es ejecutado, ya que ha sido tildado de traidor en la radio.
Augustin, eventualmente llega al hotel, pero no puede ubicar a su familia; y permanece allí por el resto del Genocidio.
Mientras tanto, Jeanne se despierta en “shock”, sin sus hijos, y en La Iglesia de Sainte-Famille, más de 1 semana después del altercado en el punto de control; mientras Felicie es vista más tarde en fila, para ser ejecutada cerca del edificio de la iglesia.
Los “génocidaires”, eventualmente violan la escuela donde reside Anne-Marie para detectar elementos tutsi.
Martine, una maestra de la escuela, alberga a un grupo de estudiantes, entre ellos Anne-Marie, en un dormitorio.
Los estudiantes se unen detrás de Martine en solidaridad, ya que Martine se niega a dividirlos en hutus y tutsis, solo para que el grupo sea asesinado indiscriminadamente por disparos de soldados del gobierno.
Martine y Victorine, una compañera de estudios, sobreviven y encuentran a Anne-Marie viva, pero con heridas mortales; mientras se escapan, Anne-Marie finalmente muere.
Las 2 pronto encuentran seguridad entre la espesa vegetación de los pantanos de Kayumba, donde son rescatados por el avance de los soldados del FPR.
Hacia fines de julio, El FPR ha logrado grandes logros territoriales como miembros de la élite política y militar hutu, y los hutu huyen del país por temor a represalias, poniendo fin a La Guerra Civil y al Genocidio.
No obstante, Augustin busca a Anne-Marie en su escuela, solo para encontrar a Martine y otra mujer que atiende cuerpos en el dormitorio donde ocurrió la masacre; y llora cuando Martine confirma que Anne-Marie está muerta…
En 2004:
Atormentado por los eventos en 1994, y renunciando a no saber nunca más de lo que había sido de Jeanne y sus hijos, Augustin encuentra trabajo como maestro de escuela, y vive en soltería con Martine, quien sigue traumatizada por su experiencia en su antigua escuela.
Alrededor del 10° aniversario del inicio del Genocidio, Augustin recibe una carta de Honoré, que expresa interés por discutir en persona los destinos de Jeanne y sus primeros hijos.
Honoré, fue detenido en Arusha, Tanzania, donde fue juzgado por El Tribunal Penal Internacional para Ruanda, por su papel en RTLM, luego de estar huyendo hasta su arresto en Italia en 1997.
Por insistencia de Martine, Augustin viaja a regañadientes a Tanzania, para asistir a las audiencias del juicio como visitante, vacilando para encontrarse con Honoré.
Furioso por saber que los acusados de incitar El Genocidio viven en un lujo relativo, con una amplia cantidad de medicamentos y comidas, mientras que sus compatriotas aún luchan por sobrevivir; Augustin comienza a cuestionar el punto de su visita.
Su postura se suaviza, cuando se hace amigo de Valentine, otra sobreviviente del Genocidio; y ella lo invita a escuchar su testimonio ante El Tribunal como testigo anónimo, donde se entera de la constante violación que ella soportó en manos de los milicianos “Interahamwe”; y se revela que Valentine es la madre de 2 hijos...
Inspirado por el coraje de Valentine para testificar, Augustin está motivado para encontrarse con Honoré; y en la reunión, Honoré relata los eventos que se desarrollaron en el punto de control del hotel en 1994:
A los soldados se les ordenó matar a Jeanne, Yves-André y Marcus, debido a su linaje Tutsi.
Los hijos de Augustin, fueron asesinados de inmediato, pero en su excitación, los soldados presumían que Jeanne también estaba muerta, a pesar de que solo quedó inconsciente por un rifle.
Honoré escondió a Jeanne en una zanja, antes de llevarla a la seguridad de la iglesia por la noche.
Por objetar la orden de muerte, Honoré fue catalogado como un traidor, y perdió su privilegio de seguridad, lo que lo forzó a exiliarse, y no pudo ayudar más a Jeanne.
Honoré, luego se enteraría de que, aunque Jeanne estaba inicialmente segura, y suplicó que se uniera a Augustin en el hotel; fue violada por soldados después de que los militares comenzaron a sondear a la iglesia en busca de tutsis.
Con la inminente amenaza de ser asesinada, Jeanne se sacrificó con una granada para salvar a algunas víctimas de violación, e infligir lesiones a sus agresores.
Reflexionando sobre la revelación de Honoré, Augustin finalmente encuentra la paz, y regresa a Ruanda para criar a su nueva familia con Martine, quien ahora espera un hijo...
La película se cierra con Martine depositando flores en los restos del dormitorio de la escuela, antes de asistir a una Corte cercana de Gacaca, para contar sus experiencias en El Genocidio, e identificar a los genocidas de la escuela.
Este impresionante drama, está documentado de forma detallada sobre El Genocidio en Ruanda, a manera de una tragedia de ritmo lento, sin perder el impacto desgarrador de un hecho que muchos desconocíamos quizás por nuestras propias realidades sociales, la poca difusión del tema, o simplemente por falta de interés… en cualquiera de los casos, es de agradecer la labor social de quienes hacen cine, y llevan a todos los públicos cintas como esta, y que brindan información al respecto.
Este drama para televisión “Premium”, cautiva por los contrastes y el rechazo que se siente en cada detalle, mientras se compara con la realidad inmediata; y hará meditar a propios y extraños de la capacidad criminal que se puede desatar contra hermanos de la patria, nuestras miserias humanas, egoísmos, ambiciones y resentimientos.
Nos veremos sometidos a la vergonzosa idea, de que hechos así se puedan repetir una y otra vez en cualquier país dividido, con o sin riquezas que interesen a grandes potencias.
Por lo que Sometimes in April es un S.O.S. mundial; porque aquí impactan las imágenes de machetes, rifles y ametralladoras, de ruandeses que salen a matar como si salieran a trabajar, así como las expresiones de miedo en las caras de las posibles víctimas.
Impacta aún más, la representación de situaciones atroces que de verdad ocurrieron, y por las que ninguna potencia mundial hizo algo, o directamente nada.
Por ello, esta película no solo se centra en narrar y mostrar las diferencias políticas y sociales por las que atravesó Ruanda, sino también la poca intervención de La ONU, de Estados Unidos, Francia y demás países que atendiendo a las cifras de muertos y graves violaciones de derechos humanos, decidieron no hacer nada frente a la masacre.
Al final de la película, algunos sobrevivientes cobran valor para poder identificar a los acusados de genocidios y demás delitos; pocos miembros del ejército ruandés fueron responsabilizados por las diferentes violaciones y actos atroces cometidos contra los hutus, algunos por no frenar la matanza, y otros por haber participado activamente.
A través de lo vivido por los protagonistas y los demás personajes, se hace un recuento de las víctimas y del gran número de muertos, aproximadamente 800.000, que dejó este conflicto en tan solo 3 meses.
Ciertas imágenes impactantes, dejan ver el reflejo de las expresiones de temor por parte de las víctimas, cuando los tutsis y hutus salen a matar; así es que el filme sirve como testimonio de un gran valor:
La naturalidad con la que fluye, inexorablemente el horror, es casi palpable de unas imágenes cercanas al documental, al desasosiego que azota a las personas con el que es tan fácil identificarse.
Pese al dolor, dada la indudable cercanía de los personajes fantásticamente interpretados por los actores, queremos conocer el devenir de Augustin y su familia, a la par que asistimos a la indiferencia de la comunidad internacional, responsables últimos con su colonialismo de crear odios y rencores entre seres humanos, cuando antes no existían.
El subyugar una raza a otra, como si no fueran personas, sino simples peones en un ajedrez, y el dividir etnias que antes convivían en armonía, sin duda, nos hace peores a la denominada “civilización occidental”
Pero naturalmente, casi nadie es consciente, o no quiere ser consciente de esa realidad.
así, el esfuerzo que se hace por mostrar personas, y no juzgar, tan sólo mostrar los hechos, es también apreciable.
Reducirlo a buenos y malos, hubiera sido una ridiculez supina, y lo esquiva, con mucho acierto.
Por eso nos sentimos cercanos a Augustin, con el talento brutal y la gran presencia de Idris Elba; por la vulnerabilidad y la contención con la que se muestra, y su determinación; y a Honoré, a las puertas de pagar sus “errores”, que sin embargo, trata de acercarse a su hermano para vivir ambos una catarsis necesaria.
No obstante, el filme contiene algunos elementos o hechos ficticios para aumentar el dramatismo, como por ejemplo, los hijos de La Primer Ministro, que son asesinados tras el asesinado de ella; pero en la vida real, fueron salvados al esconderse por un valiente soldado de Las Naciones Unidas de Ghana, y luego fueron reasentados en Suiza; y en el libro “Shake Hands With The Devil”, se dice que La Primer Ministra y su esposo, se entregaron para proteger a sus hijos, que se escondían en la casa.
Esto es cine, o televisión que se necesita ver, porque remueve consciencias y que ayuda a conocer realidades que no son tan lejanas ni en el espacio ni en el tiempo.
Aunque lamentablemente, aquéllos que deberían sentirse responsables, no se sentirán salpicados, puesto que estoy seguro que piensan que actuaron bien al no actuar, aunque moralmente sea execrable…
Ya lo dice un personaje, en un momento dado:
“Sólo son ruandeses matando ruandeses”
Si los ruandeses hubieran tenido petróleo o diamantes, sin duda habrían intervenido…
Y me pregunto si no somos responsables nosotros, por dejar que nos gobiernen políticos que sólo buscan su propio beneficio, y les importa un comino lo que le pase a las personas de a pie...
A medida que iba viendo Sometimes in April , me iba preguntando por qué muchos no estuvieron al tanto de lo que pasaba en Ruanda, cuando estas bajezas ocurrían; y la misma película me lo señaló:
En las noticias que se vieron y leyeron, solo mostraban lo que había pasado con Kurt Cobain, quien había fallecido en esos mismos días en que comenzaba El Genocidio; o el sonado pleito de Tonya Harding...
La culpa, como todos sabemos, no es solo mía, por no hacer nada desde mi espacio:
Los medios de comunicación nos volvieron frívolos o volvimos frívolos a los medios los espectadores… y lo esencial se convierte en una nota de cierre, un colofón que podía pasar inadvertido.
“What can I do, my child?
We cannot protect all of them!
I do not have the power to change the situation!
We must pray”
El Genocidio de Ruanda constituye un hito mundial al ser considerada la primera condena internacional por Genocidio, y la primera en reconocer la violencia sexual como actos constitutivos de Genocidio.
El Tribunal Penal Internacional para Ruanda, creado el 8 de noviembre de 1994, en El Caso Akayesu, declaró a un acusado culpable de violación, por no haber impedido ni detenido una violación en su calidad de oficial, y no por haberla cometido personalmente.
El tribunal consideró que la violación constituía tortura y que, dadas las circunstancias, la violación generalizada, como parte de unas “medidas dirigidas a impedir nacimientos dentro del grupo”, constituía un Acto de Genocidio.
Por ejemplo, en las sociedades donde la pertenencia a una etnia está determinada por la identidad del padre, violar a una mujer para dejarla embarazada puede impedirle dar a luz a su hijo en el seno de su propio grupo…
Después del Genocidio, ambas castas fueron oficialmente eliminadas; y el papel de las naciones occidentales, Las Naciones Unidas y La Iglesia católica en El Genocidio, ha sido cuestionado por haber impuesto o tolerado un sistema colonial, promovido la división de la población en castas, y por haber mantenido una postura pasiva o cómplice durante las matanzas.
 Las Naciones Unidas, fue criticada por la comunidad internacional por no actuar con rapidez para frenar el exterminio ruandés, ya que la mirada de Occidente estaba en La Guerra Civil en Los Balcanes, en Europa.
En el 2014, el entonces Secretario de La ONU, Ban Ki-moon, reconoció en el 20° aniversario del Genocidio, que Las Naciones Unidas “pudieron” y “debieron” haber hecho “mucho más” en Ruanda.
Por otra parte, aun a pesar de la enorme presencia religiosa en el país, un alto número de ruandeses no vaciló en participar en El Genocidio.
Cuando las masacres comenzaron en 1994, muchos tutsi y disidentes hutus buscaron refugio en las iglesias; sin embargo, esto facilitó la labor de los “Interahamwe” las patrullas de la muerte del Gobierno y el ejército, que sabía dónde encontrarlos...
En un duro mensaje conocido el 20 de marzo de 1996, El Papa Juan Pablo II admitió oficialmente, que decenas de sacerdotes, religiosos y monjas de las etnias rivales, participaron activamente en las matanzas consumadas en Ruanda:
“Todos los miembros de La Iglesia que pecaron durante El Genocidio, deben tener el coraje de hacerle frente a las consecuencias de los actos cometidos contra Dios y la humanidad”, dijo en un tono marcadamente severo.
Sin embargo añadió que “La Iglesia como tal, no puede ser responsabilizada por las faltas de sus miembros, que han actuado en contra de la ley evangélica, por la que serán llamados a dar cuenta de sus acciones”
El Sacerdote Wenceslas Munyeshyaka, es un ejemplo:
Como líder en la parroquia Sainte-Famille de Kigali, fue denunciado por participar en El Genocidio, pero logró escapar a Francia con ayuda de sacerdotes franceses, donde continuó con sus actividades pastorales hasta que fue finalmente arrestado y acusado de, supuestamente, haber aportado listas de civiles a los “Interahamwe” y por la violación de jóvenes refugiadas.
Posteriormente, estos cargos fueron desestimados por falta de pruebas...
También, la guerrilla tutsi organizada como Frente Patriótico Ruandés (FPR), ha sido acusada de haber generalizado la violencia, asesinar al Presidente Juvénal Habyarimana, y actuar sin intención de prevenir El Genocidio.
Probablemente, nunca se sabrá cuántos muertos provocó…
Se calculan entre 500.000 y 1,000.000
Si fueron 800.000, equivaldrían al 11% del total de la población; y 80% de los tutsis que vivían en el país.
La mayoría de etnia tutsi murió asesinada a manos de “elementos” hutus, de manera “planificada, sistemática y metódica”, según denunció La ONU.
Además, El Genocidio y conflicto civil, provocó el exilio de 2 millones de ruandeses en el entonces Zaire; 480.000 en Tanzania; 200.000 en Burundi; y 10.000 en Uganda; junto a más de 1 millón de desplazados internos.
Hasta la fecha, más de 700 personas han sido condenadas por Los Tribunales, como culpables del Genocidio.
Desde su creación y después de 21 años en funcionamiento, a fecha de diciembre de 2015, El Tribunal Internacional ha dictado 93 sentencias condenatorias individuales, que incluyen, entre otros perfiles, a militares, políticos, religiosos, milicias, y miembros de la radio-televisión Mil Colinas, entre otros medios.
A su vez, Los Tribunales Populares juzgaron hasta su cierre oficial en 2012, a casi 2 millones de personas en medio de las críticas por su parcialidad de la comunidad internacional.
Cerca de 5.000 condenados por estos Tribunales, apelaron a juzgados ordinarios del país, entre 2013 y 2017, alegando que sufrieron “un juicio injusto”
Hoy en día, Ruanda tiene 2 días festivos de luto por El Genocidio:
El período de duelo nacional comienza con “Kwibuka”, o “Conmemoración”, la conmemoración nacional, el 7 de abril; y concluye con El Día de La Liberación, el 4 de julio.
La semana siguiente al 7 de abril, es una semana oficial de luto, conocida como “Icyunamo”
En marzo de 2019, El Presidente Félix Tshisekedi de La República Democrática del Congo, visitó Ruanda para firmar El Libro Conmemorativo del Genocidio de Kigali, y dijo:
“Los efectos colaterales de estos horrores, no han salvado a mi país, que también ha perdido millones de vidas”
Así, el 7 de abril de 2019, El Gobierno de Ruanda inició 100 días de luto en observación del 25° aniversario del Genocidio, al encender una llama en El Monumento al Genocidio de Kigali, donde asistieron dignatarios de Chad, La República del Congo, Djibouti, Níger, Bélgica, Canadá, Etiopía, La Unión Africana y La Unión Europea.
El Presidente de Francia, Emmanuel Macron, que no acudió, de quien se esperaba una disculpa histórica, pues Ruanda acusa a París de haber sido cómplice del régimen hutu; por lo que estará representado por el legislador francés de ascendencia ruandesa, y Presidente del partido La République en Marche, Hervé Berville, según confirmó el viceministro ruandés de Asuntos Exteriores, Olivier Nduhungirehe.
Sin embargo, en un nuevo intento por esclarecer los hechos, El Gobierno francés creó una comisión de 8 investigadores e historiadores que indagarán sobre las acciones llevadas a cabo por Francia en Ruanda durante El Genocidio, y cuyos resultados serán usados en programas educativos.
Asimismo, tuvo lugar una Marcha Solemne desde El Parlamento ruandés hasta El Estadio Nacional Amahoro, seguida de una vigilia nocturna como parte de un programa de actividades que se extenderán hasta el 13 de abril, y que incluye charlas y conferencias sobre cuestiones como el revisionismo y negacionismo del Genocidio.
Por otra parte, un total de 80.931 cadáveres recuperados de fosas comunes excavadas durante El Genocidio, serán enterrados de forma digna el próximo 4 de mayo en El Monumento al Genocidio en Nyanza, al sureste de Kigali, reveló La Asociación de Supervivientes Ibuka.
“Descubrimos las fosas comunes en los distritos de Rusororo y Masaka, en el extrarradio de Kigali, el pasado abril de 2018”, detalló el coordinador de esta entidad, en el distrito de Gasabo, Theogene Kabagambire.
En el último año, “se han exhumado 30.923 cuerpos solo en el municipio de Kabuga, parte del distrito de Rusororo”, adelantó Kabagambire, sin poder especificar el número total de fosas comunes encontradas en esta área a hasta 25 metros de profundidad, ya que se suman “por cientos”
En el vecino barrio de Masaka, en el distrito de Kicukiro que alberga El Monumento al Genocidio de Nyanza; otros 50.158 cuerpos han sido exhumados, según el jefe de excavaciones, Innocent Gasinzigwa, de un total de “128 fosas comunes”
Para dar con estos cuerpos, Ibuka contó con el testimonio anónimo de un joven miembro del grupo paramilitar extremista hutu, “Interahamwe” o “los que pelean juntos”, quien participó en El Genocidio con 15 años de edad, y después ha cumplido una década de cárcel.
Según Gasinzigwa, fueron también hallados varios cuerpos en la casa del ex burgomaestre de Kanombe, Jean Paul Nytayamira.
“Es triste que los ruandeses de esta área hayan guardado silencio durante 24 años y, sin embargo, supieran de la existencia de estas tumbas”, sentenció Kabagambire.
“Por lo que 2019 marca la 25ª conmemoración del Genocidio contra los tutsis”, recordó El Secretario Ejecutivo de La Comisión Nacional para La Lucha contra El Genocidio (CNLG), Jean-Damascène Bizimana.
“Eso ofrece una oportunidad importante para recordar a las víctimas, preservar su recuerdo, y educar sobre su historia y las lecciones que Ruanda ha aprendido y el progreso del país en los últimos 25 años”, dijo en alusión a la actual estabilidad y prosperidad de este pequeño país africano.
“Ruanda, es ahora una familia, seguimos existiendo a pesar de todo por lo que hemos pasado”, declaró El Presidente ruandés, Paul Kagame.
“La gente joven de Ruanda tiene todo lo necesario para transformar nuestro país.
Nuestros hijos disfrutan de la paz, solo conocen el trauma y la violencia a través de nuestra historia”, remarcó el mandatario.
Hoy, la política gubernamental es desalentar enérgicamente cualquier conversación sobre etnias, pero la oposición dice que el control estricto de los medios y la vida política, también se usa para reprimir la disidencia.
Kagame, quien obtuvo casi el 99% de los votos en las elecciones de 2017, con una participación del 96%, rechaza las críticas, y destaca el fuerte crecimiento económico de Ruanda, y la paz relativa desde El Genocidio.
25 años después, las heridas que dejaron los hechos… “sanaron”, pero el dolor sigue presente; y parafraseando el lema de los sobrevivientes del Holocausto de Hitler:
“Nunca más”
Pero a veces en abril, se nos recuerda a todos que debemos cumplir esa promesa.

“It's happening, isn't it?”



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