Giuseppe venduto dai fratelli

“Fratello contro fratello in un classico racconto di invidia e avidità”

La historia de Israel hasta comienzos del primer milenio anterior a La Era Cristiana nos es en gran parte desconocida… y según el relato bíblico del libro del Génesis, en específico el “Gen. 37”,” יוֹסֵף (Yosef) o “José” que significa “aumentar”, fue uno de los 12 hijos de Jacob, y es una figura importante en La Biblia.
Él era el hijo preferido de su padre, y sus hermanos lo envidiaban por eso; que tras haber acogido a todo Israel; y a través de sus hijos Manasés y Efraín, La Casa de José constituyó una de las 12 Tribus de Israel, llegando a poseer un territorio relativamente extenso, a medida que pasaba el tiempo.
La composición de esa historia se puede fechar en el período comprendido entre el siglo VII a.C., y el tercer cuarto del siglo V a.C., que es aproximadamente el período al que los eruditos datan del Libro de Génesis.
En la tradición rabínica, a José se le considera el antepasado de otro Mesías llamado “Mashiach ben Yosef”, que según el cual libra una guerra contra las fuerzas del mal junto a Mashiach ben David, y muere en combate contra los enemigos de Dios e Israel.
Pero José, o “Iosef” en hebreo, era el 11° hijo de los 12 que tuvo Jacob, siendo a su vez ancestro de Efraín y Manasés.
La madre de José fue Raquel; y Jacob lo amaba más que sus otros hijos; ello produjo la envidia de sus medios hermanos:
Rubén, Simeón, Levi, Judá, Isacar, Zebulun, Dan, Neftalí, Gad y Asher.
Otros hermanos de José que no sentían rencor, eran Benjamín y Dina, su media hermana.
José tenía a su vez sueños en los que aparecía alzado por encima de éstos, y prediciendo lo que iba a suceder en el futuro...
Por ser el favorito, y quien Jacob quería que fuese su sucesor, el 3° Patriarca hebreo le elaboró una túnica de colores que lo distinguía, hecho que enfureció aún más a sus hermanos mayores, quienes buscaron entonces una ocasión para vengarse.
Un día, sus hermanos llevaron a sus animales a pastar en un lugar lejano a sus tiendas.
Al pasar el tiempo y ver que no regresaban, Jacob envió a José a buscarlos, y verificar que se encontraban bien.
Sus hermanos, al ver desde lejos que venía José, planearon matarlo:
Rubén, el mayor, intentó convencerlos de que no era buena idea... pero cuando José llegó, lo arrojaron a un pozo de agua vacío, y lo tuvieron atrapado hasta decidir qué hacer con él.
Al día siguiente pasó por ese lugar una caravana de mercaderes que se dirigían a Egipto, y los hermanos de José lo vendieron como esclavo.
De regreso con Jacob, mintieron al Patriarca, diciendo que solo habían encontrado la túnica de José, la cual habían embebido en sangre de cordero para hacerle creer a Jacob que había sido atacado por un lobo, bestia que supuestamente lo había matado.
Jacob lloró la muerte de su querido hijo desconsoladamente.
Así fue como José, vendido como esclavo, partió de Canaán para llegar luego a Egipto.
Allí fue vendido y llevado a la casa de Putifar.
Éste, al ver que José sabía leer y manejaba los números, enseñado por su padre; le confió la administración de su casa, y se convirtió en su mano derecha.
En sus tiempos como esclavo, trabajó mucho, y siempre confiando en Dios que algún día iba a regresarlo a sus tierras con sus padres y sus hermanos.
Con el trabajo de esclavo José, se convirtió en un joven fornido, y la esposa de Putifar, que se quedaba en la casa cuando este salía, se fijó en él, e intentó seducirle…
Un día llamó a José a su habitación, y trató de tener relaciones con él, pero él se resistió, recordando las enseñanzas de rectitud que su padre siempre le enseñó, además de ser consciente de que sería una falta ante Dios, y salió de la habitación dejando en las manos de la señora su manto.
Al no lograr su objetivo, y sabiendo que José podría denunciar su adulterio, la esposa de Putifar lo acusó de intentar aprovecharse de ella, mostrando su manto como prueba.
Putifar dudó de esto, pues conocía a José, y sabía que era incapaz de ello, pero por otro lado, su esposa insistía mucho en que lo matase, así que Putifar decide enviar a José a la cárcel.
Allí, José se encontró con el copero y el panadero del Faraón, quienes fueron a parar allí, acusados de robar una copa de oro perteneciente al Faraón.
Ambos habían tenido sueños misteriosos, y José les pidió que se los contasen, porque él podía descifrar qué significaban...
El copero le contó:
“Soñé que tenía ante mí una vid con 3 sarmientos, que estaban como echando brotes, subían y florecían, y maduraban sus racimos.
Tenía en mis manos la copa del Faraón, y tomando los racimos, los exprimía en la copa del Faraón, y la puse en sus manos”
José le respondió, que los 3 sarmientos representaban 3 días, y que al cabo de ese tiempo, el copero sería declarado inocente, y volvería a servir al Faraón.
José le pidió además al copero, que le hablase de él al Faraón para que fuese liberado, y pudiese volver a su patria.
Viendo el panadero que José había dado una respuesta favorable al copero, le pidió que también le interpretara su sueño, y le dijo:
“En mi sueño voy caminando con 3 canastillas llenas de pan blanco.
En el canastillo de encima, había toda clase de pastas de las que hacen para El Faraón los reposteros, y las aves se las comían del canastillo que llevaba sobre mi cabeza”
José contestó que las 3 canastillas simbolizaban 3 días, al cabo de los cuales, El Faraón decapitaría al panadero, lo colgaría de un árbol, y los pájaros picotearían su cuerpo…
Todo se cumplió según lo predicho por José:
Al 3° día, que era el del cumpleaños del Faraón, dio éste un banquete a todos sus servidores; se acordó entonces del copero y del panadero, y decidió restablecer al primero en su puesto, y condenar a muerte al segundo.
Sin embargo, al verse libre, el copero se olvidó de José...
Al cabo de 2 años, El Faraón soñó que se encontraba a la orilla del Nilo, y del agua salían 7 vacas gordas y hermosas que se pusieron a pacer en la orilla, pero entonces salieron del agua otras 7 vacas, feas y flacas, que devoraron a las primeras.
El Faraón despertó, y al volver a dormirse, soñó que de una caña de trigo brotaban 7 espigas hermosas y llenas de grano, pero tras ellas brotaban otras 7 espigas, vacías y quemadas por el viento del desierto, que devoraron a las primeras.
Al día siguiente, El Faraón se encontraba nervioso y atormentado por sus sueños, pero por más que preguntaba a sus adivinos y a todos los sabios del Egipto, ninguno sabía cómo interpretarlos…
El copero se acordó entonces de José, que se encontraba en la cárcel; y le contó al Faraón lo ocurrido allí.
Así pues, El Faraón mandó llamar a José a su presencia.
Cuando sacaron a éste de la cárcel, le cortaron el pelo y le dieron ropas nuevas antes de presentarse ante El Faraón, le dijo:
“He tenido un sueño, y no hay quien me lo interprete; y he oído hablar de ti, que en cuanto oyes un sueño lo interpretas”
José respondió a su vez:
“No yo; Dios será el que dé una respuesta favorable al Faraón”
El Faraón le contó los 2 sueños, y José le dijo:
“El sueño del Faraón es 1 solo:
Dios ha dado a conocer al Faraón lo que va a hacer:
Las 7 vacas hermosas son 7 años, y las 7 espigas hermosas son 7 años de riqueza y abundancia.
Las 7 vacas flacas y malas que subían detrás de las otras, son otros 7 años; y las 7 espigas secas y quemadas del viento solano, son 7 años de hambre.
Así Dios ha mostrado al Faraón lo que hará:
Vendrán 7 años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto, y detrás de ellos vendrán 7 años de escasez, que harán que se olvide toda la abundancia en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra.
No se conocerá la abundancia en la tierra a causa de la escasez, porque ésta será muy grande.
Cuanto a la repetición del sueño a Faraón por 2 veces, es que el suceso está firmemente decretado por Dios, y que Dios se apresurará a hacerlo.
Ahora, pues, busque El Faraón un hombre inteligente y sabio, y póngalo al frente de la tierra de Egipto.
Nombre El Faraón Intendentes, que visiten la tierra, y recojan el 5º de la cosecha de la tierra de Egipto en los años de abundancia; reúnan el producto de los años buenos que van a venir, y hagan acopio de trigo a disposición del Faraón, para mantenimiento de las ciudades, y consérvenlo para que sirva a la tierra de reserva para los 7 años de hambre que vendrán sobre Egipto, y no perezca de hambre la tierra”
Todos parecieron conformes con las palabras de José, y el propio Faraón, impresionado por ello, dijo:
“Tú serás quien gobierne mi casa, y todo mi pueblo te obedecerá; sólo por el trono seré mayor que tú”
Dicho esto, El Faraón se quitó su anillo y se lo puso a José, mandó que lo vistieran con ropas blancas de lino, puso en su cuello un collar de oro, y ordenó que, cuando José montase sobre el 2º de los carros del Faraón, se gritase ante él la expresión de reverencia Abrek, y que se le llamase “Zafnat Paneaj”, que significa aproximadamente:
“Dios habló y él vino a la vida”
Finalmente, El Faraón le entregó por esposa a Asenat, hija de Putifar, sacerdote de On.
Pasó el tiempo, y antes de que llegasen los años de escasez, José tuvo 2 hijos varones; llamó al mayor Manasés, pues se dijo:
“Dios me ha hecho olvidar todas mis penas y toda la casa de mi padre”; y al menor Efraín, pues decía:
“Dios me ha dado fruto en la tierra de mi aflicción”, pero jamás olvidó a su padre y hermanos, y nunca perdió la esperanza de volver a verlos.
Al acabar los 7 años de abundancia en Egipto, llegó el hambre, y el pueblo clamaba al Faraón, que les decía que fueran a José, e hiciesen lo que él dijera.
Mucha gente fue a comprarle trigo a José, no sólo de Egipto, sino también de otras tierras… y el hambre también golpeó Canaán, y en especial Beerseba, donde vivía Jacob con su gente.
Enterados de que en Egipto había trigo, envió a sus 10 hijos mayores a Egipto, dejando a Benjamín, el menor de todos, a su lado.
Los 10 hermanos llegaron hasta La Corte del Faraón para pedir ayuda, y se presentaron ante José, al que no reconocieron porque estaba muy cambiado, y además vestía como egipcio.
Pero José sí los reconoció a ellos, pero disimuló y les preguntó a través de un intérprete, de dónde venían...
Sus hermanos le contestaron que venían de Canaán para comprar alimentos, pero él los acusó de ser ladrones y espías.
Ellos, consternados, le contestaron que todos eran hermanos, hijos de Jacob.
José les replicó:
“¿Cómo puede ser un hombre tan rico en hijos?”
Y ellos explicaron que en realidad eran 11 hermanos, pero que el menor de todos se había quedado con su padre.
José mandó encerrar a sus hermanos en la cárcel durante 3 días, y durante este período, ellos reflexionaron sobre todo el mal que le habían hecho a José.
Éste, que los escuchaba, tuvo que retirarse debido a la emoción que le causaban sus palabras; y al cabo de los 3 días, José los liberó y declaró que llevarían trigo a Canaán, pero, para demostrar la veracidad de sus palabras, deberían volver y traer consigo al hijo menor, Benjamín.
Mientras tanto, tomó a Simeón como rehén, y lo encerró.
Además, metió en las alforjas de sus hermanos, el dinero que ellos habían pagado por el trigo…
Cuando regresaron a Canaán, los hermanos quedaron consternados al ver en sus alforjas el dinero que habían pagado, y temieron que los egipcios pudiesen utilizar esa situación para convertirlos en esclavos, y despojarlos de sus bienes.
Le contaron todo lo sucedido a su padre, y Jacob se entristeció por Simeón, pero les contestó que no iban a volver a Egipto con Benjamín, porque ya había perdido a José, y no soportaría perder también a Benjamín, el único hijo que le quedaba.
Pero la sequía y escasez continuaron y, tras mucho insistir, Rubén y Judá consiguieron que Jacob transigiera, y los hijos de Jacob volvieron a Egipto con Benjamín.
Al volver a Egipto, los hijos de Jacob fueron recibidos por el mayordomo de José, que les dijo que no debían preocuparse por el dinero, y además los reunió con Simeón.
Todos fueron invitados a la casa de José, a quien le dieron regalos de parte de su padre.
José se alegró especialmente de ver a Benjamín después de tanto tiempo, hasta el punto de retirarse a sus habitaciones a llorar de la emoción.
Tras recuperarse, José invitó a sus hermanos a un banquete, en el que los acomodó por orden de edad.
Al ver esto, se sorprendieron mucho, pero el mayordomo de José les explicó que pudo adivinarlo gracias a su copa de plata, que era mágica.
Todos comieron y bebieron felizmente; en especial Benjamín, que recibió más y mejor comida que sus hermanos.
Cuando los esclavos estaban llenando de trigo las alforjas de los hermanos, José decidió ponerlos a prueba, e introdujo su copa de plata en las alforjas de Benjamín.
Cuando los hermanos ya se marchaban de la ciudad, fueron alcanzados por los soldados, que los acusaron del robo de la copa…
Estos negaron el hecho, pero los soldados revisaron las alforjas y, para sorpresa de los hijos de Jacob, la copa apareció en la de Benjamín.
Entonces, los soldados anunciaron que los demás podían seguir su camino, pero que el ladrón debía quedarse.
Ninguno de sus hermanos quiso aceptar esto, y todos volvieron con José, quien les recriminó que defendiesen a un ladrón, y los instó a volver a su tierra.
Sin embargo, sus hermanos replicaron que preferían morir, que ver sufrir nuevamente a su padre, quien ya sufrió el dolor de la pérdida de un hijo predilecto, y no podría volver a soportarlo.
Entonces, José expulsó a los soldados y a los esclavos; y rompió a llorar a gritos, con tanta fuerza, que sus llantos se oyeron hasta en El Palacio del Faraón.
Al ver que habían cambiado, y que estaban dispuestos a dar la vida por su hermano menor, José por fin se dio a conocer a sus hermanos.
Estos enmudecieron de asombro y de miedo, al pensar que, probablemente, querría vengarse de ellos, pero José los calmó, diciendo:
“No os preocupéis, que todo fue obra de Dios, era necesario que yo viniese a Egipto para que nuestro pueblo, Israel, sobreviviera en este tiempo de escasez y hambruna”
Al enterarse El Faraón de lo sucedido, mandó a decir a José, que invitase a Egipto a Jacob y a su pueblo, pues deseaba regalarles tierras de cultivo en agradecimiento por cuanto José había hecho por los egipcios.
Los hermanos de José volvieron a Canaán, cargados de regalos de Egipto, y le contaron todo a Jacob; éste, lleno de alegría, partió con toda su familia rumbo a Egipto.
Al encontrase, padre e hijo, Jacob exclamó:
“¡Agradezco infinitamente a Dios, porque me ha dado por segunda vez a mi hijo querido, Él obra de manera misteriosa!”
José le pidió que se quedara a vivir sus últimos años con él, y también que se quedase todo su pueblo.
Él aceptó, con la condición de que los restos mortales fuesen llevados nuevamente cuando el pueblo regresase a Canaán, “La Tierra Prometida”
Jacob y su familia vivieron entonces en la tierra de Gosén, un lugar destinado al pastoreo del ganado en El Bajo Egipto, cerca de las ciudad de Pi-Ramsés o Ramsés, también llamada “Avaris”, ciudad que fuera la capital de las dinastías hicsas durante el siglo XVII a.C.; que en tiempos predinásticos habían dominado Egipto.
Cabe señalar que José tiene un notable paralelo con otro personaje bíblico:
Daniel.
Asimismo, los aspectos dramáticos de su vida, menospreciado por sus hermanos y luego encumbrado a una gran posición; tienen ciertos aspectos comunes con la vida del Rey David; al tiempo que existen otros personajes históricos que, viniendo de los orígenes más humildes y de la periferia de grandes Imperios, han conseguido encumbrarse hasta las más altas posiciones, por ejemplo, Estilicón.
Por otra parte, José es mencionado en El Nuevo Testamento como un ejemplo de fe, en Hebreos 11:22
Y el 26 de julio se le conmemora como “uno de los santos antepasados” en El Calendario de Los Santos de La Iglesia Apostólica Armenia.
En La Iglesia Ortodoxa Oriental y en Las Iglesias Católicas Orientales que siguen el rito bizantino, se le conoce como “el bello José”, en una referencia no solo a su apariencia física, sino también a la belleza de su vida espiritual.
Lo conmemoran el domingo de Los Santos Padres, 2 domingos antes de Navidad; y el Lunes Santo y Grande, lunes de Semana Santa.
En los íconos, a veces se lo representa usando el tocado nemes de un Visir egipcio.
Por su parte, El Sínodo de La Iglesia Luterana-Misuri, lo conmemora como patriarca, el 31 de marzo.
En el cine, a raíz de la adopción del proceso de pantalla panorámica y el consiguiente aumento de la popularidad del subgénero bíblico dentro del reino de “La Epopeya”; las historias del Antiguo y Nuevo Testamento se convirtieron en un producto de Hollywood, muy allanado durante los años 50 y 60.
Era solo una cuestión de tiempo, antes de que los italianos ultra-católicos se subieran al carro, y desarrollaran otra rama en su propia marca de la epopeya que fue rebautizada como “péplum”; y al traducir las historias bíblicas a la pantalla, los cineastas rara vez han tenido la tentación de seguir Las Escrituras y aportan libertades artísticas para efectos dramáticos; es decir, la tendencia a ilegitimizar lo legítimo, y a exagerar espectacularmente lo que ya es maravilloso.
Como eventualmente se convertiría en una costumbre, los cineastas veteranos de Hollywood, entre ellos Frank Borzage, Raoul Walsh, Jacques Tourneur y Edgar G. Ulmer, se comprometieron a supervisar la producción de esas epopeyas italianas “más baratas”, siendo así como Irving Rapper se juntó con Luciano Ricci para recrear la historia de José.
“Hanno venduto Giuseppe per 20 pezzi d'argento!
Quanto era vile e indegno!”
Giuseppe venduto dai fratelli es un drama italiano del año 1960, dirigido por Luciano Ricci e Irving Rapper.
Protagonizado por Geoffrey Horne, Robert Morley, Belinda Lee, Vira Silenti, Terence Hill, Carlo Giustini, Finlay Currie, Arturo Dominici, Robert Rietty, Julian Brooks, Mimo Billi, Marietto, Marco Guglielmi, Dante DiPaolo, Charles Borromel, Helmuth Schneider, entre otros.
El guión es de Guglielmo Santangelo, Oreste Biancoli, Ennio De Concini y Guy Elmes; basados en la famosa historia bíblica de José, hijo del Patriarca Jacob en El Libro de Génesis.
Esta epopeya anglo/yugoslava/italiana, tiene una sorprendente opulencia en la configuración y el vestuario; una historia bíblica en presupuesto medio, que imita al colosal de Hollywood, pero hecha en estilo “Péplum”
En esta historia del Antiguo Testamento, se cuenta decentemente, aunque tiene algunas fallas y huecos, tomando parte aquí y allá de la historia conocida sobre José, o Giuseppe (Geoffrey Horne) en la película, cuando es expulsado de su familia, vendido a la esclavitud, y luego regresa años más tarde como un hombre de poder, pero muestra perdón y compasión a su familia, a través de la fuerza de carácter que Dios le dio.
El resto de la película, es un recuento de su historia, y la moraleja que se nos enseña es que, “incluso cuando las cosas se ven bastante mal, con algo de fe, Dios no nos abandona, porque tiene un plan para nosotros”
La historia nos muestra no sólo un modelo de hombre al que debemos aspirar, sino también es a la vez un pequeño reflejo del amor de Dios, de su perdón y de su misericordia.
Y si vemos la historia de José y sus hermanos como la historia de la traición, la infidelidad del pueblo de Israel hacia Dios, nos da esperanza al ver que si un hombre pudo perdonar hechos tan atroces:
¿Acaso Dios no lo hará también con nosotros?
¿Acaso como Pueblo infiel, habiendo llegado al punto de perder la tierra, no podremos volver a unirnos, reconciliarnos, y vivir nuevamente fieles a Dios?
¿Reunidos y llenos de abundancia, como ocurrió finalmente con la familia de José?
La historia de reconciliación de José con sus hermanos, es un fiel reflejo de esto:
Luego de atravesar grandes desafíos, traiciones, infidelidades, al finalizar, están todos los hermanos juntos, unidos por ese amor incondicional de sangre.
No importaba si su padre, Jacob, moría, ya que no era él quien los mantenía juntos, sino algo más grande...
Y José fue quien les demostró eso con sus actitudes, otorgándoles la mejor porción de Egipto...
Del mismo que Dios siempre le dio a su pueblo la mejor porción, sus bendiciones realmente incondicionales, y que muchas veces van más allá de la lógica.
Pero también sobre los celos de los hermanos, que fueron justificados, La Sagrada Escritura nos lo dice así; el sueño de José en el que sus hermanos se inclinan ante él; su interpretación de los sueños que lo convirtió en el consejero del Faraón, y la venida de su familia en Egipto... nos ofrece mensajes agradables sobre el perdón, la fraternidad, la compasión, la fraternidad y la redención; pues nos enseña que la envidia puede llevarnos a hacer cosas malas.
¡Hasta puede hacer que uno quiera lastimar a su propio hermano!
Dicho esto, también es una película entretenida, en la que probablemente sentirás la inspiración de Dios, y la emoción cuando José se encuentra nuevamente con sus hermanos, pero ciertamente no es peor que los otros “péplum” italianos de La Era.
Posteriormente, la historia fue rehecha 3 veces en el celuloide:
2 películas para TV en 1974, de Michael Cacoyannis; y otra en 1995; y finalmente como una película animada de Dreamworks en 2000, por no mencionar como un espectáculo musical en el escenario, “Joseph and Amazing Technicolor Dreamcoat” de Andrew Lloyd Webber.
“Quante volte è stato venduto Giuseppe?”
Esta épica trató de encontrar un lugar en un momento en que las películas bíblicas eran enormes en la taquilla:
“Ben-Hur”, “The Ten Commandments”, “Barabbas”, “King of Kings”, “The Greatest Story Ever Told”, etc.
Este fue un proyecto de ensueño para El Jefe de Columbia, Harry Cohn, que compró los derechos al ex Jefe de MGM, Leo B. Mayer; e incluso existen fotos de su estrella, Rita Hayworth en maquillaje egipcio.
Cuando Hayworth rechazó el papel, Cohn optó por su otra actriz principal en el contrato de Columbia:
Kim Novak, pero ella también rechazó la oferta.
Por otra parte, Tony Curtis, y asombrosamente Jack Lemmon, también fueron considerados, pero con el tiempo y con más de $1 millón gastados, la producción de Columbia se canceló.
Por ello, esta historia fue pasada al productor italiano, Ermanno Donati, que enriqueció el contexto en que esta historia fue escrita, muchos siglos después de su acontecimiento, momento de la vuelta del exilio babilónico del pueblo de Israel, se pueden encontrar simbolismos y paralelos con la historia de Dios y su pueblo.
Así podemos ver que es un relato que pretende edificar y modelar conductas a seguir por parte del pueblo de Dios, a través de las acciones de José y sus hermanos.
Todo comienza una mañana cuando José/Giuseppe y su hermano menor Beniamino (Carlo Angeletti/Terence Hill), hijos del antepasado de Jesús, Giacobbe (Finlay Currie) y su 2ª esposa, ahora fallecida Rachel; detiene la ira de algunos pastores que no saben cómo administrar sus ovejas por sus posesiones, por lo que los hermanos hacen las paces, y toman el número correcto de ovejas para ellos, gracias a José, que regresa feliz con Beniamino a Canaán para encontrarse felizmente a su padre y sus medio hermanos, que habían estado con Giacobbe y su primera esposa después de tantos años.
Esa noche, durante la cena, Giuseppe cuenta un sueño suyo en el que ve que todos sus hermanos y su padre tendrán que inclinarse ante él.
Giacobbe entiende que Giuseppe, gracias al poder de prever el futuro a través de los sueños, es un verdadero milagro de Dios; y lo convierte en el más poderoso de los hermanos.
Pero desafortunadamente, esta decisión aumenta drásticamente la ira de los medio hermanos, en particular del primogénito Rubén (Carlo Giustini) y el 2º, Simeone (Dante di Paolo); y a los demás medios hermanos se les ha informado de todo, cuando se reunieron en el patio de la venta de ovejas el día después de la cena.
Rubén decide, aunque sea en contra de la voluntad de Giacobbe, liderar el ganado y venderlo en lugar de Giuseppe; idea aprobada por todos menos por Giuseppe,  que dejó a Beniamino en Canaán con Giacobbe, y dice que “no debemos contradecir la voluntad del padre”
Rubén se sorprende mientras Simeone golpea a Giuseppe sin su conocimiento, y lo desmaya.
Justo en ese momento llega una caravana de vendedores de esclavos, que ofrece a los hermanos un alto precio por uno, y los hermanos acuerdan vender a Giuseppe; pero Rubén se siente inseguro, y Simeone le ha convencido de que está completamente orgulloso de su horrible truco, después de venderlo.
Mientras tanto, Giuseppe llega a Egipto, y es atacado de inmediato por El Capitán de Los Guardias de Putifar (Robert Morley), que ahora está acompañado por el malvado Ministro de Las Tierras, Rekmira (Arturo Dominici) que odia a casi todos los ciudadanos egipcios, en particular a Asenat (Vira Silenti), hija del principal panadero del Faraón, que siempre lo ha visto como un hombre oscuro…
Putifar ahora elige un esclavo para agregar a los demás y, cuando se encuentra cara a cara con Giuseppe, se produce una pelea entre los 2, y durante ella, Putifar sufre una enfermedad muy grave que parece marcar su muerte, pero es precisamente en ese momento que Giuseppe triunfa para curarlo ante la incredulidad de todos los presentes, incluido Asenat.
Después de agradecerle por el rescate, Putifar lo contrata como guardián de su hogar y, sobre todo, como diseñador de las ejecuciones del Faraón (Robert Rietty)
La esposa de Putifar, Henet (Belinda Lee) llega días después de un largo viaje a tierras lejanas, y el mismo Putifar le confiesa su amor con un collar de perlas comprado en el mercado, pero ella todavía no se siente tan querida; y cuando prueba el vino hecho por Giuseppe, que resulta ser muy bueno, empieza a interesarse por él.
De hecho, un día, mientras está cazando con Putifar, Giuseppe recibe una visita de ésta, que le confiesa que lo ama más que a su marido, pero se siente un poco tenso, pero entiende los sentimientos de la mujer.
Al día siguiente, El Faraón, Putifar, Rekmira y Henet, están brindando y el mismo Faraón, cuando escucha la bondad del vino de Giuseppe, también revelada por la propia Henet; ordena a Putifar que lo libere, y él acepta.
Giuseppe es libre, pero es en ese mismo momento que Henet, secretamente lo invita a su recámara y confiesa su amor.
Al principio, Giuseppe parece estar convencido, pero poco después, por temor a traicionar a Putifar, rechaza el apareamiento, y huye de la vista de Henet.
Ella se enfurece, y va donde Putifar diciéndole que, aunque sea injustamente, Giuseppe la atacó; e inmediatamente El Capitán de Los Guardias lo arresta de por vida, y lo envía entre todos los demás esclavos.
En la prisión, Giuseppe se encuentra con El Jefe de los panaderos, o el padre de Asenat; y El Jefe de mayordomos que fueron arrestados por intentar envenenar al Faraón, cuyo culpable, como le dicen a Giuseppe, es Rekmira, que quería hacerlo para apoderarse del Reino de Egipto.
Una noche, ellos le contaron a Giuseppe el sueño que tuvieron:
Del mayordomo principal, predice que habrá liberación, y él volverá a su oficio; mientras que el otro obtendrá la muerte, todo en 3 días.
De hecho, 3 días después, Putifar cuelga a los 2 en la horca, pero la cuerda en el mayordomo se rompe; y el panadero permanece intacto y muere.
El jefe de mayordomos es restituido en su puesto por “ese milagro”, pero antes de irse, agradece a Giuseppe, que mientras tanto ha consolado a Asenat completamente exasperada por la muerte de su padre.
A través de esto, Putifar entiende que Henet le mintió, ya que un hombre con poderes sobrenaturales como él, no puede haberla molestado.
Unos minutos más tarde, de hecho, Putifar arremete contra Henet por todas las mentiras que le dijo, y la mata involuntariamente, al ver que la venganza de Giuseppe se ha hecho realidad, pero Putifar quiere olvidar todo, y decide suicidarse:
Así prende fuego a la habitación, y se acosta sobre Henet para morir con ella.
Mientras tanto, El Faraón también está atormentado por un sueño:
“7 vacas gordas son devoradas por 7 vacas magras, y que 7 orejas llenas son devoradas por 7 orejas flacas”, esto le hace pensar que estos sueños marcan el futuro de Egipto, y ordena a todos sus sirvientes que le traigan adivinos y videntes para revelar el significado de estos sueños.
El mayordomo principal le trae a Giuseppe, y este último le explica que las 7 vacas gordas y las 7 orejas llenas, son 7 años de abundancia que cubrirán la vida de todo Egipto; mientras que las 7 vacas magras y las 7 orejas flacas, son 7 años.
El hambre que vendrá, arruinará cada pequeña fuente de alimento en el país, e inmediatamente después explica el procedimiento para la salvación, y que debe aprovechar al máximo las aguas del Nilo para el riego, y almacenar el doble de la cosecha de trigo en Egipto para entregar al pueblo.
Durante los años de hambruna, El Faraón ve en José a un hombre sabio, y sabe que la solución que ha mencionado, es la mejor.
Inmediatamente después, confiere el mando sobre todo Egipto, mientras permanece más alto que él, solo como un Faraón.
Después de ser nombrado Gran Visir, Giuseppe se encuentra con Asenat, quien se sorprendió con sus palabras, y se enamoran de inmediato, casándose, con El Faraón que celebra su boda.
La que no le gusta el nombramiento de Giuseppe, es Rekmira, quien después de haber intentado varias veces, pero sin éxito, convencer al Faraón de cambiar su decisión; decide recurrir al Rey de Siria para librar una guerra en el país.
Esto sucede con el propio Rey y Rekmira, quienes arrasaron todas las tiendas de granos que corrían por orden de José, e inmediatamente después se alojaron en el patio de la aldea.
Giuseppe, muy enojado por esta afrenta, ha abierto la presa en las viviendas de los sirios, mientras el agua ahoga a todos, incluido al Rey y Rekmira.
Después de vengarse de su traidor en el odio, Giuseppe hace que el almacenamiento de grano en Egipto sea cada vez más importante durante los años de hambruna, que casi están por llegar; pero la hambruna misma también llegó a Canaán, donde el ahora viejo, Giacobbe le ordena a sus hermanos, sin el ya adulto Beniamino, que vaya a Egipto para traer el grano.
Sin embargo, al llegar, Giuseppe los reconoce y, antes de irse, detiene a Simeone por haberlo golpeado y venderlo; y luego ordena a sus hermanos, obviamente sin saber que tienen a su hermano Giuseppe delante de ellos; para que regresen a Canaán con toda la comida que necesitan; y que luego traigan a su hermano menor, Beniamino, para ver si son inocentes.
Esto sucede, y junto con ellos también viene Giacobbe, quien después de haberle mostrado a Giuseppe la túnica rota, se revela a sí mismo; y el padre finalmente puede abrazarlo nuevamente.
Giuseppe, después de haber liberado a Simeone, les dice a los hermanos que no se arrepientan, porque solo la voluntad del Señor era hacer que actuara así, ya que Giuseppe tuvo que salvar a Egipto del hambre, y tuvo éxito.
Inmediatamente después, él dio la bienvenida a sus hermanos y padre para vivir con él en Egipto, ya que estarán a salvo bajo la bendición del Faraón.
El cine, desde sus primeros años, ha adaptado algunas historias del Antiguo Testamento, en su mayoría fueron las historias de Moisés, El Rey David, Noé o Abraham… y hubo directores talentosos, grandes actores, espléndidas escenas, impresionantes espectáculos; sin embargo, una de las figuras bíblicas más universales y conmovedoras, “un oasis de misericordia” en El Antiguo Testamento, José, no estuvo dedicada a tal producción durante mucho tiempo.
Pero, por fin, a fines de la década de 1950, se realizó una coproducción de origen italoamericano; pero a la historia universal de José que se presentó en la pantalla, nadie le atribuyó el nombre de “espectáculo”, por lo que llamó la atención de los espectadores, sobre todo por el contenido...
¿Cuáles fueron los resultados en la taquilla?
Débiles.
¿Cuáles son los resultados ahora?
Si decides ver esta película, debes tener en cuenta una cosa:
No está hecha con el mismo espíritu como las épica de “espada y sandalias” de esa época; y si amas “The Ten Commandments” por sus colores, conjuntos y gran espectáculo, Giuseppe venduto dai fratelli puede ser decepcionante.
Y es que la película de Irving Rapper es una película muy simple, que aparece solo para mostrar la historia de un hombre que pudo haber sido poseído por el odio, pero que lo superó gracias al amor y al perdón.
Es José y su historia, un hombre, una vida, sueños únicos... aunque el guión se libera del texto bíblico original, no distorsiona la esencia, que es el perdón superior a la venganza.
Y es cierto que La Biblia contiene algunos argumentos sobre los hermanos de José que aquí no se explayan; mientras tanto, en cuanto a las características artísticas, la cinematografía sorprende al espectador, por ser muy colorida y brillante, de la mano de Riccardo Pallotini.
Así, la historia de José tiene varias funciones, y analizando el texto a la luz del Nuevo Testamento, a través de las sabias palabras de Jesús, podemos ver cómo la historia es llevada a su plenitud.
En nuestra vida, en el peregrinaje de cada hombre para llegar a “la santidad”, existen cientos de historias de santos, diferentes para cada gusto y estilo, que nos muestran cómo llevaron a la práctica, a la vida “real”, estos ideales propuestos por Dios; historias como la de José, nos marcan claramente ejemplos de la vida cotidiana, de forma práctica; modelos sobre cómo concretar las enseñanzas de Dios; comprender qué es lo que Dios nos propone, y poder imitar estas actitudes.
Aquí, José tuvo que atravesar muchas cosas para llegar a la reconciliación final; y su vida es un claro ejemplo de cómo fue “creciendo en gracia y sabiduría”, y así llegó a ser un modelo de persona para todos los momentos de la historia en que se lea este relato.
Por otra parte, el motivo de los sueños o la interpretación de los sueños; contribuye a una narrativa fuerte como una historia:
Uno puede ver, cómo se desarrolla la estructura de una historia con los distintos episodios que contienen el motivo del sueño.
La exposición contiene los comienzos de José como un soñador; esto lo lleva a problemas, ya que por celos, sus hermanos lo venden a la esclavitud.
Los siguientes 2 casos de interpretación de los sueños, establecen su reputación como un gran intérprete de los sueños:
Primero, comienza en un lugar bajo, interpretando los sueños de los prisioneros…
Entonces, José es llamado a interpretar los sueños del propio Faraón.
Impresionado con las interpretaciones de José, El Faraón lo designa como “el 2º al mando”, según Génesis 41:41
Esto establece el punto culminante de la historia, que muchos consideran que es el momento en que José revela su identidad a sus hermanos, en el Génesis 45:3
Y es que también, José tenía buenas razones para no tener una aventura con la esposa de Putifar:
Él no quería abusar de la confianza de su amo; creía en la santidad del matrimonio; e iban en contra de los principios éticos, morales y religiosos que le enseñó su padre Jacob.
Según “El Midrash”, la esposa de Putifar habría ejecutado inmediatamente a José por el cargo de agresión sexual en su contra; y se explica que ella había acusado a otros sirvientes del mismo crimen en el pasado.
Putifar creía que José era incapaz de tal acto, y le pidió al Faraón que le perdonara la vida.
Sin embargo, el castigo no pudo haberse evitado, debido a su estatus de clase y al limitado conocimiento público de su plan.
Porque ella, como mujer se sintió rechazada, y lo acusó de abuso, y Putifar lo mandó a la prisión.
José, calladamente, del mismo modo que Jesús lo hizo en su camino de La Pasión, cual “cordero llevado al matadero” según Isaías 53.7, aceptó silenciosamente esta injusticia.
Su fidelidad y su honradez, lo llevó a perderlo todo nuevamente.
Pero José aceptó su realidad, y pasó 2 años en prisión.
Dios utilizó este tiempo para la purificación de José, en su camino de madurez.
Este tiempo aislado, le permitió a José meditar sobre los hechos de su vida, y forma parte del camino del perdón que llegará a su plenitud en el capítulo 50 del Libro del Génesis.
Muchos seres humanos en esta situación, podríamos caer en la desesperación.
Utilizar quizás esos años de prisión para pensar en una forma de vengarnos, tal como se ve reflejado en la novela “El Conde de Montecristo”; pero Dios nos propone un camino alternativo, “insensato” para el mundo, pero lleno de sabiduría si sabemos comprenderlo y mirarlo desde los ojos de un Dios providente.
Y esta confianza de José en La Providencia Divina, fue central a lo largo de toda su vida; siendo clave para no caer en la desesperación, sino que en la cárcel aprovechó sus virtudes, y pudo lograr cosas positivas:
Ayudar a los carceleros, y sembrar la semilla que luego lo llevará a ser la mano derecha del Faraón.
En todo su recorrido, José fue proyectando sus virtudes, su humildad, su sabiduría…
“Y vio su amo que El Señor estaba con él, y que El Señor hacía prosperar en su mano todo lo que él hacía”, según Génesis 39:6
La prueba más desafiante, hacia donde todos estos hechos apuntan, y donde se ponen en práctica muchas características descritas en Las Bienaventuranzas, es en el capítulo 50, en la reconciliación final.
Aquí se ponen en juego muchas emociones, muchos sentimientos que inclinarían a cualquier hombre a obrar con venganza, y que por La Gracia de Dios, José pudo actuar sabiamente; y así ser el reflejo perfecto de lo que cada hombre debe aspirar.
La venganza nos convierte en esclavos del mal, en lugar de ser seres libres para elegir lo que queremos hacer.
La revancha nos hace depender de las personas que nos hirieron, de sus sufrimientos, en lugar de vivir independientemente de ellos.
Y es que José no ignora el mal que le hicieron...
Perdonar, no es olvidar.
Pero a la vez, José toma los recaudos posibles para no volver a permitir que lo vuelvan a lastimar.
Perdonar, no es pretender que algo no pasó, sino exponer la verdad, hacer una honesta confrontación con la realidad.
Y ésta no debe ser superficial, si el perdón quiere ser sincero.
José ve el ciclo de violencia y de venganza en el mundo, y se niega a colaborar en eso.
Ve más allá de lo que lo hace la mayoría de las personas, y esa sabiduría le permite actuar de forma diferente, y así logra romper el ciclo del mal.
José ve algo superior a los hechos, y puede percibir la mano de Dios obrando a través de cada acontecimiento.
Y nuestro personaje va aún, un paso más allá:
“Camina no sólo uno, sino 2 kilómetros”
No sólo perdona a sus hermanos, sino que los consuela:
“Luego sus hermanos fueron personalmente, se postraron ante él y le dijeron:
“Aquí nos tienes, somos tus esclavos”
Pero José les respondió:
“No tengan miedo.
¿Acaso yo puedo hacer las veces de Dios?
El designio de Dios ha transformado en bien el mal que ustedes pensaron hacerme, a fin de cumplir lo que hoy se realiza:
Salvar la vida a un pueblo numeroso.
Por eso, no teman.
Yo velaré por ustedes y por las personas que están a su cargo”
Y los reconfortó, hablándoles afectuosamente”, según lo dicho en Génesis 50:18
El perdón, aquí tiene 2 caras:
La parte divina, La Gracia de Dios que le otorga a José para poder perdonar semejante situación y dolores atravesados; y a la vez se manifiesta como un proceso humano.
Tiene etapas que se van desarrollando y van ablandando a la vez el corazón de José.
Y para que se lleve a cabo esto, fue necesario tanto el camino de purificación de José, como también él de sus hermanos.
A lo largo de esta narración, se dan situaciones en la que los hermanos van reflexionando y comprendiendo el gran mal que han hecho:
“…surgen los remordimientos:
Dios les está pidiendo cuentas de lo que hicieron a José.
Rubén se justifica frente a todos.
No saben que se están confesando ante su víctima.
Es el comienzo de la conversión”
Estos hechos nos muestran que, para recibir el perdón, es central la autorreflexión y el sincero arrepentimiento.
Y sólo eso aún no basta, sino que es imprescindible la confesión.
Y ante ésta, José se conmueve una vez más, no puede contener las lágrimas y se retira; llora en su soledad al ver que algo ha cambiado.
Las lágrimas, motivo tópico que se repite, rompen la tensión y preparan el reencuentro final.
“La vida los ha enfrentado con su pecado.
Al reconocerlo se libran de él:
El sufrimiento del justo ha sido recompensado librando a sus hermanos de la culpa….
José es el justo inocente, que sufre y que, por su dolor, consigue que otros se salven; su figura está muy cerca de Los Cantos del Siervo sufriente, véase Isaías 40-55:
“Ambas figuras intentan dar una razón del sufrimiento humano, y enseñar que, a través de la desgracia de un individuo inocente, El Señor puede conceder bienes inesperados.
Esta verdad debió alcanzar una fuerza tremenda en el destierro de Babilonia, cuando Israel y sus gentes bebieron hasta las heces El Cáliz del dolor”
Al final de la historia, nos encontramos con una reflexión que José hace sobre los acontecimientos vividos; y refleja claramente La Providencia Divina, y nos ayuda a comprender la forma en que José concibe los hechos de su vida, y por qué puede perdonar una ofensa tan grande, de su propia familia:
“El designio de Dios ha transformado en bien el mal que ustedes pensaron hacerme, a fin de cumplir lo que hoy se realiza:
Salvar la vida a un pueblo numeroso”, según Génesis 50:20
Asimismo, con esta afirmación, al referirse a “un pueblo numeroso”, José evidencia que no sólo fue salvada su propia descendencia, sino también a todos los pueblos que fueron beneficiarios de las provisiones de Egipto.
Esto estaría en armonía con el propósito original de Dios, de bendecir a través de la descendencia de Abraham a “todas las familias de la tierras”, dicho en Génesis 12:3, etc.
Y José colabora con Dios en este plan majestuoso, al haber obrado acorde a su voluntad, y no a la suya.
Por su parte, para esta producción, los guionistas se han tomado demasiadas libertades, por lo que existen diferencias sustanciales con La Biblia, por ejemplo:
En La Biblia, el único que no quiere vender a José es el primogénito Rubén, que les dice a los hermanos que quieren arrojarlo a la fosa y matarlo de hambre, con la intención de devolverle la vida a su padre.
En la historia bíblica, El Faraón no le ordena a Putifar que libere a José antes de terminar en la cárcel; es El Faraón quien ordena la ejecución del panadero de acuerdo con La Biblia, y no de Putifar; tampoco está escrito que el copero también fuera llevado al andamio con la consecuente ruptura de la cuerda…
El asesinato hecho por Putifar a su esposa y su suicidio, no se transcribe en La Biblia.
En Las Escrituras Sagradas, Asenat, esposa de José, no es la hija del panadero como en la película, sino de un cierto sacerdote egipcio llamado muy curiosamente, Putifar.
Además, sus hijos Efraím y Manase están ausentes de la película…
Rekmira, es un personaje presente solo en la película, y la narrativa bíblica no transmite ninguna Guerra en Egipto contra Siria bajo José.
Ni siquiera se informa de la caza que hace Putifar.
En La Biblia, los hijos de Jacob regresan a Egipto con Benjamín, inicialmente sin padre, y José pone su taza en el saco de Benjamín para probar a los hermanos, haciéndoles creer que fue él quien lo robó.
Entonces, cuando José descubrió que el amor que los hermanos tienen por Benjamín, les revela su identidad.
Esta es una escena presente solo en La Biblia, y no en esta película.
Con ello, las brechas que deja Génesis, los guionistas completan, incluso brindándole a José una esposa:
Ella es la hija del panadero del Faraón, que es ejecutado en prisión, lo que José predijo en un sueño…
Pero para realmente darle algo de sexo en la verdadera moda “a lo DeMille”, los escritores amplían los personajes de Putifar y su esposa.
Aquí, Putifar es el adinerado egipcio que compra a José, y es interpretado por Robert Morley; siendo su esposa, la estrella británica Belinda Lee.
La Biblia la tiene interesada en un rollo rápido en el heno con José, y cuando no lo consigue, ella grita la violación.
En cuanto a Putifar, la impotencia no está cubierta en La Biblia, pero Morley hace un buen intento de crear el carácter de un hombre mercurial y sexualmente impotente, que está creando la frustración sexual en su propia esposa; como un hombre impotente, casado con una niña ninfómana.
Esa no es una buena receta para una vida hogareña feliz en La Biblia o en cualquier otro lugar…
No obstante, sí se cuenta toda la historia bíblica, los sueños y todo, un buen trabajo con un ritmo decente y buenos diálogos; pero lo que podría haber ayudado enormemente, es si los hermanos se hubieran desarrollado como individuos, en lugar de reducirse a una simple mafia…
Por otro lado, siempre se me ocurrió que José, haciendo tanto por él como por Egipto, y luego por traer a toda su familia de Canaán:
¿Por qué no trató también de convertirlos a su fe monoteísta que la mayoría de los egipcios ven?
Posiblemente el trato real como resultado de todo lo que José está logrando...
Si lo hubiera hecho, habría que reescribir mucha historia.
Puedo pensar en algunas razones por las que no lo hizo, pero caerían en lo geopolítico, y no en lo espiritual.
Del reparto, Geoffrey Horne otorga una gran actuación como el buen hijo cuyos hermanos se vuelven cada vez más resentidos por la preferencia de su padre.
Y aunque Horne ha tenido una larga historia de pequeños papeles, tanto en películas como en televisión, solo recibió el liderazgo en esta película.
A él lo acompañan 2 grandes y reconocidos actores de Hollywood:
Robert Morley, tan gracioso como Putifar con todos sus gestos faciales, gritos y pánico, pero lo que es más significativo, representa memorablemente al Putifar que, en opinión de hoy, podría ser acusado de antisemitismo y racismo.
Y Finlay Currie, que apareció en un pilar de filmes de género, parece ser lo suficientemente preciso para el papel del viejo Jacob.
Ambos actores interpretaron varias películas colosales, épicas y bíblicas; junto a muchos secundarios italianos como:
Arturo Dominici, Vira Silenti, Charles Borromel, Dante Di Paolo, y un joven Terence Hill como el bello bellísimo hermano menor de José, Benjamín.
Del reparto femenino:
La hermosa británica Belinda Lee, que poco después murió de accidente a los 25 años; basa su actuación en retratos anteriores de “mujeres infames en la historia”, y se las arregla muy bien como la esposa hermosa y sexualmente frustrada.
En el fondo, siempre me ha gustado esta historia, porque está llena de escenas profundas e innovadoras, que eran bastante nuevas en aquellos días.
Una es cuando José habla con Asenat, la futura esposa, sobre el amor que debe ser superior al odio, justo después de que su padre fue ejecutado…
El otro momento brillante, es el famoso para personas reconocidas bíblicamente, en las que la esposa de Putifar desea a José, y él se niega a hacerle el amor, argumentando que Putifar es su esposo, y al que le debe tanto.
La secuencia final, sobre la revuelta y la guerra, es ficticia, pero generalmente contiene una buena visión de lo que pueden causar los celos:
Rekmira exige poder, y no puede soportar aceptar a un ex esclavo como el que está más allá de él.
Pero la mejor escena de todas es la última:
Los hermanos, junto con el viejo padre Jacob, descubren quién es el rico maestro.
Giuseppe venduto dai fratelli es una buena película para aquellas personas a las que no les importa el esplendor de las películas bíblicas, sino que solo requieren la historia junto con algunas interpretaciones adicionales; sin olvidar que esta contiene una partitura musical evocadora y atmosférica de Mario Nascimbene; hermosa y dramática de poderosas melodías con las que el compositor adereza el sentido épico y legendario del filme, así como resalta la fuerte personalidad del joven José en su enfrentamiento al mundo.
El compositor, escribió también un bello tema romántico, que no hay que pasar por alto.
“Ora lasciami morire, visto che ho visto la tua faccia, perché sei ancora vivo”
Todos en nuestras vidas nos encontramos en momentos de desafíos, circunstancias hasta a veces extremas; y no podemos entender por qué nos pasan, ni podemos ver más allá de los hechos.
Los vemos tan de cerca, que no podemos analizarlos y ver más allá de esa situación…
La presencia de Dios en esta historia no es tan explícita del modo que lo fue con los demás patriarcas; con quienes entran en diálogo y aparece en escena; pero en este relato, sólo analizando los hechos desde el final hacia el principio, del mismo modo que lo hizo José, podemos ver como Dios fue obrando a través de las circunstancias, y que siempre estuvo junto a José.
Siguiendo la historia, se dice que cuando se encontraron todos, se abrazaron y lloraron juntos durante bastante tiempo; entonces su padre comentó:
“Ahora déjame morir, ya que he visto tu rostro, porque todavía estás vivo”, según lo dice Génesis 46:1-34
Después, la familia de José se reunió personalmente con El Faraón de Egipto.
El Faraón honró su estadía, e incluso propuso que si había hombres calificados en su casa, entonces podrían elegir un jefe de pastores para supervisar el ganado egipcio.
Debido a que El Faraón tenía una gran estima por José, prácticamente haciéndolo su igual, fue un honor conocer a su padre.
Así, Israel pudo bendecir al Faraón, según Génesis 47:1-47:12, y la familia se estableció en Gosén.
La Casa de Israel adquirió muchas posesiones, y se multiplicó en exceso durante el transcurso de 17 años, incluso a través de los peores años de hambre.
En este momento, el padre de José tenía 147 años, y estaba postrado en cama.
Se había enfermado, y había perdido la mayor parte de su visión.
José fue llamado a la casa de su padre, e Israel le suplicó a su hijo que no fuera enterrado en Egipto.
Más bien, pidió ser llevado a la tierra de Canaán para ser enterrado con sus antepasados.
José juró hacer lo que su padre le pedía, según Génesis 47:27-31
Más tarde, José vino a visitar a su padre con sus 2 hijos, Efraín y Manasés.
Israel declaró que serían herederos de la herencia de La Casa de Israel, como si fueran sus propios hijos, tal como lo fueron Rubén y Simeón.
Luego Israel puso su mano izquierda sobre la cabeza del anciano Manase, y su mano derecha sobre la cabeza del joven Efraín, y bendijo a José.
Sin embargo, a José le disgustó que la mano derecha de su padre no estuviera sobre la cabeza de su primogénito, así que cambió las manos de su padre.
Pero Israel se negó a decir:
“Pero en verdad su hermano menor será mayor que él”
Una declaración que hizo tal como lo fue el mismo Israel para su primogénito hermano Esaú.
A José le dio una porción más de propiedad cananea que la que tenía a sus otros hijos; Tierra por la que luchó contra los amorreos, según lo dice Génesis 48:1-22
Luego Israel llamó a todos sus hijos, y profetizó sus bendiciones o maldiciones a los 12 en orden de sus edades.
A José declaró:
“José es una rama fructífera, una rama fructífera junto a un pozo; sus ramas corren sobre la pared.
Los arqueros lo han lastimado amargamente, le dispararon y lo odiaron.
Pero su arco se mantuvo fuerte, y se hicieron los brazos de sus manos, fuerte por las manos del Poderoso Dios de Jacob, de allí está El Pastor, La Piedra de Israel; por el Dios de tu padre que te ayudará, y por El Todopoderoso que te bendecirá con bendiciones del cielo arriba, Bendiciones de las profundidades que se encuentran debajo, las bendiciones de los pechos y del útero.
Las bendiciones de tu padre han sobresalido las bendiciones de mis antepasados, hasta el límite de Las Colinas Eternas.
Estarán sobre la cabeza de José, y en La Corona de la cabeza de aquel que estaba separado de sus hermanos”, dicho en Génesis 49:22-26
Después de transmitir sus profecías, Israel murió.
La familia, incluidos los egipcios, lo lloraron 70 días.
José tuvo a su padre embalsamado, un proceso que tomó 40 días.
Luego preparó un gran viaje ceremonial a Canaán, llevando a los sirvientes del Faraón y a los ancianos de Las Casas de Israel y Egipto más allá del río Jordán.
Se detuvieron en Atad, donde observaron 7 días de luto.
Aquí, su lamentación fue tan grande que llamó la atención de los cananeos que comentaban:
“Este es un profundo lamento de los egipcios”
Así que llamaron a este lugar, “Abel Mizraim”
Entonces José enterró a Israel en la cueva de Machpelah, la propiedad de Abraham cuando la compró del Hititas, según lo dicho en Génesis 49:33-50:14
Después de la muerte de su padre, los hermanos de José temieron el castigo por ser responsables de la liberación de José en Egipto como esclavo.
José lloró mientras hablaban, y les dijo que lo que había sucedido era el propósito de Dios de salvar vidas y las vidas de su familia.
Los consoló y sus lazos se reconciliaron, Génesis 50:15-21
José vivió hasta la edad de 110 años, viviendo para ver a sus bisnietos.
Y antes de morir, hizo jurar a los hijos de Israel que cuando abandonaran la tierra de Egipto, se llevarían consigo sus huesos, y al morir su cuerpo, fue embalsamado y colocado en un ataúd en Egipto, Génesis 50:22-26
Los hijos de Israel recordaron su juramento, y cuando salieron de Egipto durante El Éxodo, Moisés se llevó consigo los huesos de José, dicho esto en Éxodo 13:19
Los huesos fueron enterrados en Siquem, en la parcela de tierra que Jacob compró a los hijos de Hamor, dicho esto en Josué 24:32; que tradicionalmente se ha identificado con el sitio de La Tumba de José, antes de que Jacob y toda su familia; y se trasladó a Egipto.
Siquem estaba en la tierra que Josué asignó a La Tribu de Efraín, una de las tribus de La Casa de José, después de la conquista de Canaán.
Pero no hay evidencias arqueológicas o documentales sobre la existencia de José a excepción de los textos bíblicos y relatos posteriores…
Existe la probabilidad de que su nombre haya sido borrado de los anales egipcios posterior a la muerte del Faraón que lo ensalzó.
A mediados del siglo XX, era común entre los académicos sostener que en las narraciones sobre Los Patriarcas había un fondo histórico...
A partir de la obra de Thomas L. Thompson y de John Van Seters, se puede considerar como probado, que no existe evidencia sobre la historicidad de José, así como de los demás Patriarcas, y que se trata de caracteres derivados de leyendas y relatos populares pertenecientes al primer milenio antes de La Era Cristiana.
A principios del siglo XXI, hay consenso entre los arqueólogos y eruditos bíblicos, de que no es posible encontrar un contexto histórico para las figuras de los Patriarcas, incluso de José.
En consecuencia, se tiende a considerar a José como el protagonista de una historia ficticia del género sapiencial, como la de Ahikar, redactada en los últimos años de la monarquía judaíta, o incluso después del Exilio.
Indiferentemente si existió o no; además de honrarlo, hubo una fuerte tendencia en El Período Patrístico a ver su vida como un precursor tipológico de Cristo.
Esta tendencia está representada en Juan Crisóstomo, quien dijo que el sufrimiento de José era “un tipo de cosas por venir”
Cesáreo de Arles interpretó el famoso abrigo de José como “representante de las diversas naciones que seguirían a Cristo”
Ambrosio de Milán, que interpretó la gavilla en pie como “una prefiguración de la resurrección de Cristo”, y así otros...
Esta tendencia, aunque disminuida en gran medida, fue seguida a lo largo de la antigüedad tardía, en La Era Medieval y La Reforma.
Incluso Juan Calvino, a veces aclamado como “el padre de la moderna exégesis gramatical-histórica”, escribe:
“En la persona de José, se presenta una imagen viva de Cristo”
Además, algunos autores cristianos han argumentado que esta interpretación tipológica, encuentra su origen en el discurso de San Esteban, en Hechos 7:9-15 , así como en El Evangelio de Lucas y las parábolas de Jesús, señalando una fuerte colocación verbal y conceptual entre la traducción griega de la porción de Génesis concerniente a José, y la parábola de los inquilinos y la parábola del hijo pródigo.
¿Cómo nos toca la situación de José hoy?
Si bien, no siempre es evidente la presencia de Dios en cada momento de nuestra vida, en lugar de pensar que estamos solos, que a Dios no le importa, o no quiere intervenir… podemos mirar a José, y entender que aunque no lo percibamos, Dios también está presente.
Guiándonos de un modo no obvio, pero efectivo.
Acomodando todos los acontecimientos para lograr un bien hasta de los momentos más angustiosos que podamos atravesar.
Y otorgándonos el don del discernimiento, de la sabiduría, para poder elegir el camino correcto en nuestro propio peregrinaje en el camino a la santidad.
José nos sirve de ejemplo en la confianza en Dios, de su providencia.
Él no se desesperó ni perdió la esperanza; y actuó en consecuencia a eso.
Actuó con obediencia a Dios; y su sabiduría le permitió ver la realidad invisible de los hechos visibles.
Detrás de todo lo que sucedió, siempre estuvo Dios trazando un plan.
Y José supo confiar y darle paso, dejarlo obrar a través de él.
El perdón y la reconciliación, son centrales en la vida de cada cristiano, de cada persona, y José con sus acciones, son una muestra clara de cómo debemos perdonar para poder rezar cada día honestamente de corazón:
“Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”
Sólo La Gracia de Dios nos permite transformarnos en el modelo de hombre que Él nos propone ser.
Pidámosle pues que nos de lo que necesitamos para convertirnos en la persona para la que fuimos creados.

“Il disegno di Dio ha trasformato in bene il male che hai pensato di farmi, per realizzare ciò che è stato fatto oggi:
Salvare la vita di un popolo numeroso”



Comentarios

Entradas populares