Charade

“We don't know each other, do we?”

El diccionario de La Real Academia Española, define el término “Charada” como “el acertijo en que se trata de adivinar una palabra, haciendo una indicación sobre su significado, y el de las palabras que resultan tomando una, o varias sílabas de aquella”
“That wasn't a proposal, I was just curious”
Charade es una película estadounidense del año 1963, de suspenso y comedia romántica, dirigida por Stanley Donen.
Protagonizada por Cary Grant, Audrey Hepburn, Walter Matthau, James Coburn, George Kennedy, Ned Glass, Jacques Marin, Paul Bonifas, Thomas Chelimsky, entre otros.
El guión es de Peter Stone, escrito a partir de otro guion suyo, y de Marc Behm, llamado “The Unsuspecting Wife Around Hollywood” y de su transformación en la novela “Charade”, que fue publicada como libro, y también por entregas, en la revista femenina “Redbook”
Charade se convertiría en la cinta que muchos consideran, como uno de los mejores homenajes al cine de Alfred Hitchcock.
De hecho, Donen y Stone, fueron lo suficientemente inteligentes, como para aprovechar un “principio de composición” que el director británico había utilizado en el film “Suspicion” (1941), el cual consistía, en que las escenas, en ocasiones, sirven para liberar o cargar de culpa al protagonista.
Charade vino a ser la primera y única película de Cary Grant y Audrey Hepburn juntos; la cual estuvo nominada al Premio Oscar como mejor canción.
Rodada en Paris, Francia; Charade es notable en varios aspectos:
El guion, la actuación de Grant y Hepburn, su localización en París, la música de Henry Mancini, y los títulos animados de Maurice Binder.
Se dijo entonces, que Charade fue un intento del estudio, de unir a las estrellas Hepburn y Grant en la gran pantalla.
A Grant, se le ofreció previamente un papel con Hepburn, en “Roman Holiday” (1953), pero lo rechazó, porque creía que era demasiado viejo para enamorarse de ella en la película.
El papel fue para Gregory Peck.
Grant, finalmente accedió actuar junto a ella en Charade, pero para minimizar los 25 años de diferencia entre ellos, insistió en que el personaje de Hepburn, debía ser el fuerte en la relación.
Y es que Charade lo tiene todo:
Amor, intriga, humor, acción...
Es de esperar un resultado bueno, cuando nos encontramos con actores de tanto calibre, pero realmente, hasta que no los ves en escena, no eres consciente de la calidad que tiene el film que estas visionando.
Yo me pregunto, qué tiene una ciudad como París que inspira tanto a los directores, para conseguir obras tan maravillosas como Charade.
Así pues, tras pasar unas vacaciones en una estación de esquí, donde ha conocido a Brian Cruikshank, alias Peter Joshua, alias Alexander “Alex” Dyle, alias Adam Canfield (Cary Grant), Regina “Reggie” Lampert (Audrey Hepburn), va a pedir el divorcio a su marido.
Pero cuando llega a París, descubre que éste ha sido asesinado, y su apartamento está vacío.
En La Embajada de EEUU, le informan de que su marido, junto a otros cómplices, había robado un cuarto de millón de dólares al gobierno de los Estados Unidos.
El dinero ha desaparecido, y todos creen que lo tiene Reggie.
Peter le ofrece su ayuda pero, a medida que los cadáveres aumentan, para Reggie, cada vez es más difícil saber, en quién puede confiar.
El dinero que tanto buscan todos los personajes, sirve únicamente como “macguffin”, lo que significa que solo sirve de excusa, para poner en marcha una historia que incluye una búsqueda del tesoro, paseos por El Sena, y un grupo de sospechosos que va disminuyendo a medida que transcurre el relato.
Charade se nutre de constantes cambios de atmósfera, que llevan al espectador de lo cómico a lo macabro, o de lo romántico a lo amenazador, en cuestión de segundos.
Un ejemplo de esto, es la escena donde Peter y Regina se encuentran en un club nocturno, lugar en el cual, participan de un juego bastante burdo, que consiste en pasarle una naranja a la persona que se encuentra a su lado, sin utilizar las manos…
Si bien, la secuencia comienza de forma divertida, cuando Peter trajina en los voluminosos pechos de una señora madura, no tarde en adquirir un tono más romántico, cuando este y Regina se acercan más que nunca, gracias al curioso juego del cítrico.
Sin embargo, apenas la escena entra en esta atmósfera romántica, Regina recibe amenazas de muerte del siguiente compañero de juego.
Son estas súbitas transiciones de atmósfera, una de las características que hacen tan interesante, este ejercicio cinematográfico.
Considerada como uno de los mejores thrillers de espías de los 60, al mismo tiempo que probablemente es “la mejor obra hithcockiana que Hitchcock nunca filmó”
“Do you know what's wrong with you?”
Durante los años 50 y 60, los thrillers de espionaje empezaron a gozar de una creciente popularidad.
En gran medida, gracias a la salida de una oleada de cintas como:
“Dr. No” (1962), o el clásico de Alfred Hitchcock, “North By Northwest” (1959), el director Stanley Donen, se atrevió a incursionar en el género con Charade.
Aquí, ya fuera del sistema de Hollywood, a pesar de depender de ello, Donen es uno de los mejores directores de ese cine.
Él fue profundamente original en sus años más prolíficos como director de musicales, y nunca fue menos que competente en lo que hizo después.
Eso incluye a Charade; en la cual, la huella interna del musical es patente, no hay bailes ni canciones, desde luego, pero en todos los elementos es reconocible la deuda con aquel género que sedujo a Donen.
El diseño de producción, gira en torno a esa idea de la revisión irónica, pero estricta, de las películas de intriga, con una trama argumental estilizada, que suaviza y perfuma lo truculento, y privilegia lo armonioso.
Nada es estridente, ni de verdad angustioso, pero todo está calculado al milímetro, de manera que el espectador, se identifique con las penalidades de la protagonista.
Desde luego que uno de los secretos de Charade es su guión.
Peter Stone construye un laberinto perfecto, en el que nos perdemos sin poder evitarlo, al igual que le ocurre al personaje de Hepburn.
La historia, repleta de giros inesperados, nos sorprende cuando menos lo esperamos, haciéndonos sentir en la piel de Regina, y sintiendo su desesperación y desconcierto.
Para mí, uno de sus puntos más fuertes, como director, es su capacidad para mezclar fuerzas y talentos opuestos, y crear con ellos, una visión unificada, motivando una cooperación genuina.
La idea fue, creo, crear un enredo que sigue conduciendo la audiencia con quiebres constantes.
No sabemos más que el personaje de Audrey, e intentamos adivinar el verdadero carácter de Grant.
Es extremamente efectivo, porque los quiebres son sutiles e inteligentes, y el efecto dramático exagerado, que podrían tener siempre, es atenuado por el ambiente cómico general.
De hecho, Cary Grant pasó buena parte de su carrera haciendo comedia, y en verdad, probablemente, él estableció las convenciones de actuación en comedia, aún en uso, cuando Charade fue hecha.
Lo que el público cree que es “gracioso” queda rápidamente desactualizado, pero lo que él hace aquí, aún funciona hoy, y eso es notable.
Audrey y El Conde Hubert James Marcel Taffin de Givenchy, están en esta aventura, y ser el personaje que ella inventó para sí misma en la pantalla, encaja perfectamente aquí, como musa del modisto.
Por su parte, Cary Grant demuestra ser el actor idóneo para protagonizar las situaciones más extrañas, con un tono ligero, mientras que Audrey Hepburn, interpreta a la perfección a esta joven, algo caprichosa y extravagante, que sale a pasear por París, con sus elegantes vestidos de la marca Givenchy.
Se cuenta que Donen “tiró la casa por la ventana” contratando para papeles secundarios a George Kennedy como Herman Scobie; y James Coburn como Tex Panthollow.
Pero quien verdaderamente brilla en cada una de sus apariciones, es el gran Walter Matthau como Carson Dyle, alias Hamilton Bartholomew, quien con una seriedad pasmosa, y una vis cómica irrepetible, interpreta a un personaje antológico, que serviría como aperitivo de lo que iba a ser una carrera impecable.
El enredo secundario, también permite que todo funcione, especialmente Walter Matthau, por la forma como sus líneas están colocadas en Charade, y como nos distrae con su talento de comediante, nos engaña tanto, como engaña el personaje de Hepburn todo el tiempo.
Y como sorpresa, Peter Stone, y el director Stanley Donen, realizan un cameo en Charade:
Cuando Reggie se dirige a La Embajada de Estados Unidos, para encontrarse con Bartholomew, 2 hombres entran en el ascensor cuando ella sale.
El hombre que dice:
“I bluffed the Old Man out of the last pot, with a pair of deuces” es Stone, y la voz es de Donen, en la versión original.
La voz de Stone, es la del Marine que vigila La Embajada al final de Charade.
Como dato, cuando Peter y Reggie llegan por primera vez a la habitación del hotel donde ella se hospeda, Reggie le pregunta que dónde están, y Peter le responde:
“On the street where you live”, pues ese es el nombre de una canción del musical “My Fair Lady” (1964), donde Hepburn haría el papel de Eliza Doolittle, en la versión de cine, el año siguiente.
Otro dato curioso, cuando Charade fue estrenada, en La Navidad de 1963, la línea de diálogo de Audrey Hepburn:
“En cualquier momento, podríamos ser asesinados”, se cambió por:
“En cualquier momento, nos podrían eliminar” se debido al reciente asesinato del Presidente John F. Kennedy.
Con todo, Charade está repleta de secuencias memorables, que perduran en la memoria para siempre.
El ritmo que impone Donen en cada uno de los planos es magnífico, manteniendo la intensidad en todo momento, y dando los respiros necesarios al espectador para, acto seguido, volver a zarandearle sin piedad.
Momentos como el de Coburn y Hepburn en la cabina, con las cerillas, son irrepetibles.
Grant duchándose en la habitación de Hepburn con el traje puesto; el primer encuentro entre Regina y el personaje interpretado por Matthau; el esperpéntico velatorio tras la muerte de Charles, y un largo etcétera de momentos, hacen de Charade, un hito en la historia de la comedia sofisticada.
“He was throwing snowballs at Baron Rothschild”
Con el glamour de las clásicas de espías de James Bond, y con jugosos detalles por demostrar, cómo los diálogos, el espectacular ritmo que le imprime Donen, y varias escenas, como los encuentros en lugares exóticos de Audrey con Cary, o el final, le da un toque “cartoonesco” a la historia.
Y sobre todo, la banda sonora, exquisita como no podía ser del inigualable Henry Mancini.
La canción de Charade, compuesta por Mancini, fue candidata al Oscar, pero perdió contra “Call Me Irresponsible”, ya que Mancini había ganado 2 Oscar consecutivamente con:
“Breakfast at Tiffany's” (1961) y “Days of Wine and Roses” (1962)
Charade, catapultó de nuevo a Mancini, y lo reafirmó como compositor.
Según Johnny Mercer, letrista habitual de Mancini, fue la melodía de Mancini que más le gustó.
Al igual que en “Moon River” y “Days of Wine and Roses”, se decidió que Charade fuese también tocada en coro mixto, debido al éxito de las anteriores.
Hecho que se repetiría con:
“The Sweetheart Tree” en “The Great Race” (1965) y “Two For The Road” (1967)
Como dato, al no reclamarse los derechos en las primeras copias, Charade es ahora de dominio público, aunque no así su banda sonora.
Este error, no fue un problema hasta la introducción del VCR, que significó que las compañías podrían producir copias, sin necesidad de pagar licencias.
Como resultado, hay una gran cantidad de ediciones de Charade en VHS y DVD, con gran variedad de calidad de sonido e imagen.

“Shakespeare never said that!”



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