Scaramouche

“He was born with the gift of laughter and a sense that the world was mad”

Allá por los años 30, 40, y 50, se crearon grandes clásicos del cine de aventuras, ambientado en épocas antiguas, donde aún, espadachines ocultos tras una máscara, proclamaban el bien, y defendían a los campesinos de un tirano villano.
“Scaramouche” es una novela del escritor Rafael Sabatini, publicada en 1921; ambientada en la Francia Revolucionaria del siglo XVIII.
A veces, casi sin querer, y a través de muchas aventuras, la venganza deja de tener sentido, para convertirse en odio.
Los aceros hablan por boca de los hombres, y el cortejo alado de las palomas que se baten en el aire, resuena con sus leves chasquidos, en busca de la carne débil.
Es una época donde la ley se dicta solo desde los lujosos sillones de terciopelo, y el amor es tan caprichoso como poco duradero; hombres apuestos que practican el duelo como deporte, tan solo para quitarse a unos cuantos enemigos políticos, o a unos pobres diablos incómodos, que se acogen a la cazoleta, como el último recurso para defender un honor que no poseen.
La aristocracia absolutista de Francia, está dando sus últimas bocanadas, porque ya corre el deseo de rebelión, y el teatro de los nobles, deja paso a lo burlesco, a la nada disfrazada de risa, porque el todo está en la riqueza, en el lujo, en el despilfarro, y en la arrogancia que da la superioridad social, siempre falsa, siempre despreciable.
Sin embargo, hacer reír es sublime.
Es un rato en el que el pueblo, parece tener una ilusión de libertad, en medio de tanta espada ensangrentada, y de tanto abuso sin moral.
El Senado se convierte, en un escenario donde se dan cuenta de las bajas, y siempre hay un hombre que resulta vencedor.
Solo que ese hombre, no sabe que hay otro preparándose bajo una máscara, que le va a disputar el amor y la vida.
Viejos conceptos de caballeros de verdad, que se esconden bajo la apariencia del humilde.
Los caballos corren por los caminos y por los prados.
Tal vez porque sus propietarios llegan tarde al teatro, o a la cita romántica, o al ineludible encuentro con la muerte.
Así pues, Sabatini comenzó a trabajar como escritor, y durante La Segunda Guerra Mundial, como traductor para El Servicio de Inteligencia Británico.
Escribió varios relatos cortos, entre 1890 y 1900, y publicó su primera novela, en 1902.
Le llevaría casi un cuarto de siglo alcanzar el éxito, lo que conseguiría con la novela “Scaramouche” (1921)
Esta obra, ambientada en La Revolución Francesa, se convirtió en “best-seller” su protagonista, Andre-Louis Moreau, de la aldea de Gavrillac, es un hombre de padres desconocidos, que fue apadrinado por el Señor de Gavrillac, Quintin de Kercadiou, a quien las gentes del pueblo atribuyen su paternidad.
Este joven, de gran inteligencia, desea vengar la muerte de su amigo, Philippe de Vilmorin, a manos del Señor de La Tour d'Azyr.
Así, el joven Andre, pese a no compartir tales principios, se dedica a avivar la llama de La Revolución en el pueblo, para obtener su venganza.
Tras ir a Rennes, en demanda de justicia por la muerte de su mejor amigo, y ser oído por todo el mundo, e ignorado por El Tribunal de Justicia del lugar, no puede regresar y quedarse a vivir en su casa, ya que el Señor de La Tour d'Azyr, demanda venganza contra quien ha ofendido su honor, al definirlo públicamente como asesino, en reiteradas ocasiones.
Su prima, Aline le ayuda a huir... y ahí es donde comienza toda su aventura:
Se une a una compañía ambulante, en la que comienza como aprendiz, y en el que finalmente termina siendo el gran Scaramouche; tras formar un gran revuelo en su última actuación, al encender los ánimos en contra de la nobleza y su estamento, escapa y consigue convertirse en el ayudante de un profesor de esgrima, que lo forma lentamente, heredando el oficio de éste tras su muerte; continua frecuentando los casinos literarios, para mantenerse en contacto con los burgueses, que le informan de cómo se encuentra La Revolución hasta que, finalmente, se desata con la toma de La Bastilla por el populacho.
Cuando tal cosa sucede, Andre-Louis se preocupa enormemente por su familia, su padrino, y su prima Aline, ya que teme por la vida de estos.
Y aquí tendrá conocimiento de su verdadero origen, al que deberá hacer frente, y tomar una dura decisión, totalmente contraria a sus intenciones iniciales.
“Negatives, infinitives, commas... he prattles punctuation while France is in agony!”
Scaramouche es una película estadounidense del género de aventuras, del año 1952, dirigida por George Sidney.
Protagonizada por Stewart Granger, Eleanor Parker, Janet Leigh, Mel Ferrer, Henry Wilcoxon, Lewis Stone, Nina Foch, Robert Coote, Richard Anderson, entre otros.
El guión es de Ronald Millar y George Froeschel, basados en la novela homónima de 1921, escrita por Rafael Sabatini, autor entre otras de:
“Sea Hawk” (1915), “Captain Blood” (1922), o “The Black Swan” (1932), historias de aventuras y espadachines, novelas de “capa y espada” que fueron verdaderamente exitosas, no sólo como novelas, sino como adaptaciones cinematográficas.
Versión definitiva de la novela de Rafael Sabatini, y uno de los mejores ejemplos de película de aventuras de “capa y espada”, realizadas con profusión en los años 50, época de glamour y colorido fílmico; Scaramouche se rueda en exteriores de Château de Pierrefonds, Oise, Francia; y del Golden Gate Park, San Francisco, California, EEUU; y en los platós de MGM Studios, con un presupuesto estimado de $3,5 millones.
La acción dramática, tiene lugar en Gavrillac, La Croix, y Paris, en la primera mitad de 1789; en la Francia pre-revolucionaria.
Un aristócrata Philippe de Valmorin (Richard Anderson) simpatizante de las ideas de La Revolución, plasmadas en el lema:
“Igualdad, Libertad y Fraternidad” es asesinado.
Su mejor amigo, Andre Moreau (Stewart Granger) escapará de sus homicidas, y se unirá a una compañía de cómicos, en donde adoptará el papel de “Scaramouche”
Desde allí, planeará su venganza.
Scaramouche, fue el espadachín más famoso y charlatán del siglo XVIII.
Su vida, estuvo llena de aventuras y amoríos.
Era hijo de un noble francés, que tenía motivos para ocultarle su identidad, razón por la cual, Scaramouche ignoraba sus orígenes.
La Revolución Francesa se aproxima, y un aristócrata rebelde, íntimo amigo, casi hermano del protagonista, que no sabe quién es su verdadero padre, pero ya empieza a realizar averiguaciones, que llevan a equívocos, dispara la trama.
Granger ve, cómo pierde al amigo que grita Libertad, Igualdad y Fraternidad, a los cuatro vientos, frente al frívolo Marqués.
Y descubre que la dama en la que se ha fijado… olvidándose de golpe de su Lenore (Eleanor Parker), es la prometida oficial del Marqués, y además, se da cuenta, de que posiblemente les una un parentesco muy cercano.
A partir de ese momento, vive para la venganza, y tan sólo quiere aprender el arte de la esgrima, para matar al aristócrata.
Pero como es perseguido por los hombres del Marqués, debe ocultarse, y lo hace en la compañía de actores populares, que van por los pueblos, a llevar diversión.
Allí está su amada, su risa, su diversión, la pasional Lenore, primera actriz de la compañía, que entra desde el principio en el juego de su amado.
Y de la noche a la mañana, se convierte en un actor cómico excelente, con personaje que siempre tapa su cara con una máscara, el divertidísimo Scaramouche.
Y es que Scaramouche, es para soñar, disfrutar, y volar a un mundo, y a una historia que no existe… pero que se disfruta mucho.
En tecnicolor, con partitura de Victor Young, con unos diálogos pícaros y chispeantes, y unos actores que hacen brillar un cine de aventuras que, a veces, se echa de menos.
Scaramouche rinde un simpático homenaje al teatro, a través de su cálida evocación de la “commedia dell'arte” y sus personajes:
Arlequín, Pierrot, Pierina, Colombina, Polichinela, Scaramouche...
Juega con el suspense:
La cadena de duelos de Andre, con retadores nobles de La Asamblea, se ven en planos generales que no desvelan la identidad del vencido.
Ésta se conoce horas más tarde en La Asamblea.
Juega con el vértigo:
La fase del duelo que se libra sobre los perfiles de los palcos, de hecho, Granger cayó al patio de butacas en uno de los ensayos.
Juega con las emociones, en especial, a lo largo del excitante duelo final:
Palcos, escalera, patio de butacas, escenario, y almacén.
Juega con la superposición de ficción y realidad, representación teatral, y presente narrativo, dando a entender que ambas cosas, las eleva y transforma la fantasía.
Juega con las identidades, haciendo uso de disfraces, simulaciones, suplantaciones, imposturas, y malentendidos.
En el enfrentamiento entre nobleza y pueblo llano, se posiciona a favor de éste.
Sus representantes, son personas respetables, serias, diligentes, moderadas, sacrificadas, y competentes:
Perigore de París, Doutreval de Dijon, el doctor Dubuque...
Exalta el espíritu de aventura, la alegría de vivir, el amor verdadero, la amistad, el amor libre, y los ideales republicanos.
Clásico absoluto del cine de aventuras, espadas, retorcidísimos secretos familiares, humor, y romanticismo; no sólo fascina por su trepidante ritmo, magnífica dirección, escenas de acción y romanticismo, por sus situaciones límite e imaginación desbordante, sino porque además, cuenta con un extraordinario elenco de personajes inolvidables, y de actores excelentes.
Curioso es que, Scaramouche, nunca ha aparecido en ninguna lista de las 100 mejores películas… y probablemente no despierte sesudos debates cinéfilos, pero pocas películas desprenden tanta diversión y vitalidad, como ésta.
“Think of this.
A sword is like a bird.
If you clutch it too tightly, you choke it, too lightly and it flies away”
Scaramouche es aventura, sueño, drama, comedia, acción, elegancia, belleza, lucha, amor, revolución, arte de la esgrima, política, aristocracia, “commedia dell’ arte”, es puro espectáculo; y está narrada con una acción muy fluida, posee un grato sentido del humor, y una atmósfera jovial, dinámica, con los aspectos románticos habituales de un relato de estas características, tratados sin sentimentalismo gratuito.
Aunque tiene grandes diferencias con la novela, Scaramouche posee hilarantes escenas, especialmente entre Andre y Lenore.
Es una de las películas más aclamadas de Stewart Granger por su actuación, natural y desenfadada, lo que hace que resulte inolvidable.
Granger, un habitual de los productos aventureros, tiene como antagonista en esta ocasión, a un elegante Mel Ferrer, con quien protagoniza uno de los mejores duelos de esgrima, en el clímax, que se han podido contemplar en la pantalla grande, en toda su historia; y una espléndida presencia femenina, con las bellas Eleanor Parker y Janet Leigh, y coreográfica puesta en escena de George Sidney, un realizador que ya había filmado un proyecto análogo, unos años antes, con similar acierto, “The Three Musketeers” (1948)
Pero Scaramouche, que es frívolo, alegre, encantador, divertido, de sentimientos variables, poco estable, liante, mentiroso, superficial, enamoradizo, pendenciero, impulsivo, manipulador, jovial, carismático... es un encantador sinvergüenza en definitiva, muy bien interpretado por Stewart Granger.
Lenore es interesada, romántica, idealista, y materialista a la vez, contradictoria, soñadora, manipuladora, seductora, coqueta, generosa, y sacrificada en sus sinceros sentimientos hacia Scaramouche.
Si algo me desagrada de Scaramouche, es que estos 2 personajes no acaben juntos…
Es curioso que, mientras en la relación entre Andre y Lenore, se suceden las escenas pasionales y carnales, en las que protagonizan Andre y Aline, ni siquiera hay un simple beso durante todo el metraje, incluido el final.
Es obligado hacer mención a Mel Ferrer, que está esplendido en su papel de villano, que no lo es de una pieza exactamente, ya que es capaz de sentimientos y acciones comprensivas, con Aline por ejemplo, y su espectacular manejo de la espada.
Mel Ferrer engatusa como personaje malvado, y enriquece cada una de las escenas en las que es protagonista.
Un Marqués de Maynes, que es el colmo de la elegancia perversa.
Ese aristócrata libertino, de 35 años, que se limita a vivir la vida, y pasárselo en grande, además de continuamente crear duelos para practicar su deporte favorito, la esgrima.
Ese favorito, primo, de la seductora Reina Antoinette (Nina Foch) en su corte de lujos, que se ríe de su futuro, y de esa “revolución” que se aproxima, y él lo sabe y le importa poco, para acabar con ellos.
Ese seductor que, finalmente, se verá atrapado por la buena dama… que en este caso, le desprecia…
También, a Janet Leigh, perfecta en su rol secundario; ella es la dama por la que suspiran el Marqués y Scaramouche.
De 19 años, rubia casi cana, inocente y pura, pero mujer de coraje, e ideas propias, aristócrata, y favorita de La Corte de Marie Antoinette… aunque al lado del torbellino Parker, poco puede hacer.
Este estupendo director, cuida todo con el máximo detalle, logra transmitir la jovialidad, ligereza, fuerza, y energía de sus personajes e historia, dando un ritmo trepidante, fascinante, repleto de acción, humor, romanticismo, y aparente despreocupación.
Ese detallismo, lo podemos ver por ejemplo, en la evolución del enfrentamiento entre Scaramouche y El Marqués Noel de Maynes, a través de sus sucesivos encuentros y duelos a espada.
En el primero Scaramouche, que aún no ha aprendido a manejar la espada, es humillado por El Marqués, y se libra con fortuna de la muerte.
En el segundo, después de haber recibido clases del mismo maestro de esgrima que Noel de Maynes, llamado Doutreval (John Dehner), se logrará defender ya, aunque a duras penas, y teniendo los fundamentos básicos, pero desconociendo las sutilezas del arte de la esgrima.
En el tercero y último, después de recibir clases del maestro, del propio Doutreval, y de que con la colaboración de Lenore, y Aline, impidieran otro duelo de forma prematura en varias ocasiones, es Scaramouche el que resulta vencedor por fin.
Una progresión cuidada, y perfecto ejemplo de que no se deja nada al azar.
Es un admirable divertimento, producto típico de la lujosa MGM de la época, que después de entretenernos durante 2 horas de metraje, culmina con una simpática escena final.
En Scaramouche, hay una dualidad constante, un proceso de cambio social, identitario, y emocional, que supone la perfecta plasmación de la aventura, entendida como viaje cambiante, como proceso de descubrimiento externo e interno...
Como aspecto muy significativo, son las máscaras, todo el mundo tiene alguna, de algún modo, nadie es quien dice ser.
Todos, o bien se hacen pasar por otro, ocultan su verdadera personalidad, o confunden inconscientemente la suya.
Así, Andre Moreau usará la máscara para ser Scaramouche; El Marqués Noel de Maynes y Aline, tendrán una identidad desconocida, o equivocada en principio, para Scaramouche; el propio padre de Andre Moreau, oculta su verdadera identidad a éste; el hermano adoptivo de Andre, Philippe de Valmorin, se oculta de la justicia en su cruzada revolucionaria con un nombre falso; el maestro de esgrima, Doutreval entrena a su “enemigo”, que no sabe sus verdaderas ideas; El Marqués Noel de Maynes, nos descubrirá la verdadera identidad de Philippe, en la escena del duelo de ambos; tanto Aline como Lenore, mentirán a Scaramouche, para evitar que se bata en duelo con el marqués; el Scaramouche original, como no podía ser de otra manera, aparecerá con máscara, así como toda la compañía de teatro de Lenore, ella misma es actriz, usará un montón de vestidos distintos, y ocultará su verdadera identidad, cuando le interese, como pasa al intentar casarse por ejemplo.
La compañía de teatro y su función, es básica en el tema mencionado, como es lógico, y además añade una interesante reflexión, sobre la vida como arte, como gran mascarada, la vida como teatro, como ficción, vinculando la vida verdadera, con la actuada, llegando al punto culminante, en la escena del duelo final, donde Scaramouche saldrá del escenario, y de su papel de actor, para dar la cara ante Noel de Maynes.
El engaño del teatro, el uso de máscaras, el homenaje a la comedia del arte, y sus personajes, están perfectamente integrados con el espíritu de la obra, y de los sucesos que acontecen.
Un canto a la idea lúdica de la vida.
Todos los aspectos técnicos y artísticos, son magníficos:
Desde las interpretaciones, las ya mencionadas, y la de Stewart Granger, que está maravilloso, o los secundarios, todos ajustadísimos, hasta el montaje, ágil y dinámico, o la dirección ya destacada.
La fotografía y la música, son de una altura impresionante, con momentos sublimes.
La música, subiendo en el momento en que Scaramouche perdona la vida a Noel de Maynes, o la fotografía, realzando los colores, dando una vivacidad, alegría y  dinamismo, totalmente acorde con el espíritu de la obra, o sumergiéndonos en románticas escenas entre nieblas, como las del inicio, o la mencionada escena romántica, entre Andre y Aline.
Una fotografía ejemplar, en exteriores, interiores, de día, o de noche.
Scaramouche, pasados 62 años, sigue resultando muy entretenido, con muchas escenas para el recuerdo, y unas fantásticas escenas de acción, y unos duelos a espada, que hoy en día llegan a sobrepasar el nivel de lo que hoy se muestra.
Hay una gran cantidad de humor, con algunos momentos bastante divertidos, esos piques entre Andre y su amada, es de lo mejor que recuerdo en cuanto a escenas románticas de todo el cine, y un romance que para nada aburre, ni resulta pasteloso, como hoy en día puede llegar a suceder, además de una intriga bien tejida, en la que todo encaja, y hay algunos giros de guión, bastante inesperados, y algo de suspense.
Como curiosidad, Scaramouche es un remake, con variaciones de la versión de 1923, dirigida por Rex Ingram, y con Ramón Novarro como actor principal.
Lewis Stone, quien personificó a Georges de Valmorin en esta versión, representó al Marqués de la Tour d'Azyr, en la versión de 1923.
Scaramouche posee uno de los mejores duelos de espadachines, filmado sin dobles, entre Granger y Ferrer, el cual dura casi 7 minutos, filmada varios días, y con un accidente de Stewart Granger, quien cayó del palco en la pelea.
Scaramouche, tenía un triste final, la muerte del Marqués de Maynes, a manos del pueblo enfervorizado, a pesar de la ayuda de Andre, pero finalmente, el director decidió cortarla, dejando un cómico final, acorde al resto del metraje.
De este final, sólo existen fotografías, las cuales están disponibles en Internet.
Resulta simpático, ver los paralelismos entre Scaramouche y “Star Wars”:
Los duelos a espada, especialmente el final; la sorprendente resolución de secretos familiares, especialmente los finales; que el mismo maestro, enseñe a los 2 antagonistas; el uso de máscaras para cubrir el rosto desfigurado del verdadero Scaramouche; la atracción del protagonista hacia su supuesta hermana, aunque en Scaramouche va en sentido contrario al de la saga galáctica…
Con todo, hay muchísimas escenas destacables.
Pero sobre todo, Scaramouche es célebre, a la vez justamente, por su duelo final, un inolvidable momento cinematográfico, y ciertamente, el duelo más espectacular, y más prestigiado de la historia del cine.
Fue Jean Heremans, antiguo campeón de esgrima de Bélgica, y profesor en el Club Atlético de Los Ángeles, a quien debemos esta secuencia inolvidable.
La abundancia de golpes teatrales, la variedad de uniones, y el despliegue de 2 actores, nos entrega un duelo continuamente apasionado, y de una riqueza visual innegable.
Este cuidado pictórico, es una de las características generales de Scaramouche, y difícilmente, en el cine, los decorados y la vestimenta, estuvieron tan relucientes ni tan bellos.
Memorables son, igualmente, los momentos en el teatro, donde Andre Moreau se convertirá en Scaramouche, con tremendo éxito, además, todas las escenas donde le vemos ejerciendo de actor.
Sidney dedica todo el tiempo del mundo a estas escenas, homenaje sentido al teatro, y a la comedia del arte.
Mención especialísima tienen todas, y cada una de la escenas, donde Eleanor Parker y Stewart Granger comparten plano, su extrema picardía, su liberalidad amorosa, esa llamada “química”, sus enfados, y reconciliaciones, son una de las grandes marcas diferenciales de Scaramouche.
Las clases de esgrima, también son extraordinarias, con un Granger que muestra sus habilidades en estas lides.
Pero hay cuestionamientos:
¿A qué viene la gracia de tanto duelo entre Los Diputados de La Asamblea Nacional?
¿Y por qué, tanto Lenore como Aline, se entienden como cómplices, al evitar un enfrentamiento directo entre sus parejas?
“But who is Scaramouche?
And why does he hide his face behind a mask?”
En el siglo XVI, se desarrolló esa forma de comedia popular italiana, llamada “commedia dell'arte”, que era pura improvisación, basada en papeles estereotipados, interpretados por actores entrenados en su único carácter.
La influencia de la “commedia dell'arte” en la posteridad, ha sido inmensa:
Basta ver cuántos artistas han pintado, o escrito sobre Pierrot, Polichinela, Colombina, etcétera, mientras que el viejo avaro Pantalone, le dio nombre a la prenda de vestir para las piernas.
Uno de sus personajes, el borracho Scaramouche, le dio una luminosa idea, a un tal Rafael Sabatini, para escribir un truculento folletín, cuyo éxito fue tan resonante, que ya en 1923, fue objeto de una adaptación muda.
En 1952 el cine, necesitado de espectacularidad para luchar contra la naciente televisión, echó mano a dicho clásico, e hizo este remake.
La historia, no dejó de tener problemas con la estricta censura de la época, debido a las insinuaciones de amores incestuosos, y también extramaritales, pero los trabajos valieron la pena:
Scaramouche es, sin lugar a dudas, un clásico dentro del género de “capa y espada” en el cine.
El lugar que suele ocupar Rafael Sabatini en la historia de la literatura, es el de un escritor de novelas de aventuras; particularmente, la novela “Scaramouche” me parece extraordinaria, y sus primeras frases, componen uno de esos inicios que se quedan en la memoria, y que invitan irremediablemente a continuar leyendo:
“Nació con el don de la risa, y con la intuición de que el mundo estaba loco.
Y ése era todo su patrimonio”

“Scaramouche, you have just given your last performance”



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