The Kite Runner

“The citizens of Kabul were skeletons now.
Skeletons selling naswar in the night market, skeletons drinking cups of strong tea, skeletons playing cards in the moonlight.
They greeted me as I passed, teeth clacking together in their jaws.
“Salaam, brother”, they said.
“Welcome home”

Conocida antaño, por su belleza y hospitalidad, en las últimas 2 décadas, La Ciudad de Kabul, se ha convertido en símbolo de dolor, destrucción, y guerra.
La Guerra de Afganistán, también conocida como “Guerra Ruso-Afgana”, “Invasión Soviética de Afganistán” o “Intervención Soviética en Afganistán” fue la primera fase del extenso conflicto de La Guerra Civil Afgana.
El conflicto, transcurrió entre el 24 de diciembre de 1979, y el 15 de febrero de 1989, tiempo en el que se enfrentaron Las Fuerzas Armadas de La República Democrática de Afganistán (RDA), apoyadas por El Ejército Soviético contra los insurgentes muyahidines, grupos de guerrilleros afganos islámicos, apoyados por numerosos países extranjeros, destacando Estados Unidos, quien apoyó a los insurgentes, con ingentes cantidades de armas y dinero.
El conflicto, está considerado como parte de “La Guerra Fría”
Todo comenzó en 1978, cuando tuvo lugar La Revolución de Saur, que hizo de Afganistán, un Estado Socialista, gobernado por El Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA)
Fue entonces, cuando el gobierno de Estados Unidos inició “La Operación Ciclón” en el contexto de La Guerra Fría, suministrando armas, y una amplia financiación a los rebeldes islámicos muyahidines, que desestabilizaron el país hasta tal punto que menos de un año después, El Consejo Revolucionario solicitó la intervención del Ejército Soviético.
Después de más de 9 años de guerra, los soviéticos se retiraron en 1989, después de la firma de Los Acuerdos de Ginebra, entre Pakistán y la RDA.
No obstante, los enfrentamientos entre insurgentes, y las tropas del gobierno, continuaron hasta abril de 1992, cuando la disolución de la URSS, provocó el colapso económico del país, y los fundamentalistas pudieron establecer El Estado Islámico.
El conflicto, es conocido popularmente como, “El Vietnam de la URSS”
Por su parte, los hazara, son un grupo étnico de lengua persa, que reside en la región central de Afganistán, a la que se refieren como “Hazarajat”; y el noroeste de Pakistán.
Los hazara, se sitúan en el centro de Afganistán, rodeados por diversas minorías:
Los uzbecos al norte; los nuristaníes y los pastunes al este; los baluche al sur, y los turcomanos al oeste.
Los hazaras, son considerados de origen mongol, pero más probablemente se trata de poblaciones autóctonas, mezcladas con turcos y mongoles.
Su idioma es el hazara.
Los hazara, son predominantemente musulmanes chiíes, y son el tercer gran grupo étnico de Afganistán, comprendiendo el 24% de la población.
También, pueden encontrarse gran número de hazaras, en los estados vecinos de Irán y Pakistán, principalmente como refugiados, así como en diáspora, alrededor del mundo.
Los hazaras, se convirtieron en mano de obra esclava, miles de hazaras, fueron vendidos como esclavos, y muchos se exiliaron del país.
La esclavitud, no fue abolida hasta 1923.
Después de la retirada soviética, del 15 de febrero de 1989, y el establecimiento de la política de reconciliación nacional de Najibullah, los partidos islámicos, crearon un gobierno interino de Afganistán (AIG), pero los hazara fueron excluidos del mismo.
Los grupos radicales islámicos, tomaron Kabul en 1992.
El nuevo presidente Rabbani, ordenó la eliminación de los principales núcleos hazara, el 7 de junio de 1992.
El líder hazara, Muhammed Karim Kalilí, inició una ofensiva que, en pocos meses, expulsó de Hazarayat, a las fuerzas gubernamentales del presidente Rabbani, en el verano de 1995.
Rabbani se instaló al norte, en el territorio poblado por el pueblo tayiko.
La caída del régimen talibán, tras los atentados del 11 de septiembre del 2001, ha mantenido la situación.
Posteriormente, ni el gobierno de los talibanes, ni el posterior de Hamid Karzai, han podido tomar de nuevo la región para Afganistán, pese a que oficialmente forme parte del país.
“I dream that my son will grow up to be a good person, a free person.
I dream that someday you will return to revisit the land of our childhood.
I dream that flowers will bloom in the streets again and kites will fly in the skies”
The Kite Runner es una película dramática, dirigida en 2007, por Marc Forster.
Protagonizada por Khalid Abdalla, Ahmad Khan Mahmidzada, Zekeria Ebrahimi, Saïd Taghmaoui, Atossa Leoni, Homayon Ershadi, Shaun Toub, entre otros.
El guión es de David Benioff, basado en la novela homónima del escritor afgano-estadounidense, Khaled Hosseini.
Hosseini, es un escritor en lengua inglesa, y médico afgano-estadounidense, que se hizo famoso con sus superventas “The Kite Runner” (2003); tanto que la escritora, Isabel Allende dijo, hablando del libro:
“Es tan fuerte que, durante mucho tiempo, todo lo que leí después me pareció insípido”
Khaled Hosseini, creció en Kabul, cuando esta ciudad aún era “La Perla de Asia” y emigró a Estados Unidos de adolescente, lo que le proporcionó la experiencia necesaria, para aportar una autenticidad y humanidad a la historia que afecta profundamente a los lectores.
Mientras hacía sus prácticas como residente en El Cedars-Sinai Hospital de Los Ángeles, empezó a escribir su primera novela, “The Kite Runner”
Al año y medio del éxito de este primer libro, Hosseini dejó la medicina para consagrarse a la literatura.
“The Kite Runner”, que fue escrita en parte, durante los sucesos del 9/11, y se convirtió en un fenómeno editorial, que ha vendido millones de ejemplares en el mundo.
Esta historia, sumergida en la cultura afgana, un país lejano y devastado durante décadas por la guerra, no parecía la mejor candidata para alcanzar semejante éxito.
Pero temas universales como:
Los lazos familiares, los amigos de infancia, el valor del perdón, y la salvación por el amor, hicieron que esta historia, conmoviera a lectores de cualquier procedencia cultural y social.
“The Kite Runner” transporta a los lectores, a través de los continentes, mientras sigue el viaje de un hombre, que se lanza a una búsqueda desesperada para enmendar el terrible error que cometió hace años, y que no ha dejado de perseguirle desde entonces.
El autor, demostró una gran habilidad para mezclar lo personal con la política, forjando un relato rebosante de suspense, y de intensos sentimientos.
En 2006, el autor fue nombrado Embajador de Buena Voluntad, del Alto Comisionado de Las Naciones Unidas para Los Refugiados (ACNUR), organización con la que hizo un viaje a Afganistán al año siguiente.
Fue durante este breve regreso a su patria, que decidió crear la fundación que lleva su nombre, con el fin de brindar ayuda humanitaria a los refugiados de ese país.
Dice el autor:
“Supongo que se debe al intenso núcleo emocional de la historia.
Los temas de la novela, culpabilidad, amistad, perdón, pérdida, deseo de expiación, mejorarse a sí mismo, no son temas limitados a Afganistán, son experiencias humanas, que no tienen en consideración, la procedencia étnica, cultural, o religiosa”
Estos temas atrajeron la atención de los productores, William Horberg y Rebecca Yeldham, entonces compañeros en DreamWorks SKG, mucho antes de que la novela alcanzara el nivel de superventas.
Al leer la prosa directa de Khaled Hosseini, se dieron cuenta de que tenían algo extraordinario entre manos.
Dice el guionista:
“Siempre me pareció una historia de cobardía y valor, y de la distancia que los separa.
Desde el principio, quise que fuera una historia acerca de Afganistán, de los afganos, un pueblo que ha pasado por lo peor, guerras y pobreza, pero que, dentro de este horror, sabe encontrar la gracia, la belleza y el amor”
El rodaje de The Kite Runner, los llevó desde Europa hasta Kabul, Pakistán, y China.
Paramount, la compañía encargada de la distribución, tuvo una gran idea para su promoción que, además, es solidaria.
A través de eBay, se organizó una subasta de auténticas cometas afganas, firmadas por distintas estrellas.
Lo recaudado, fue destinado para la formación de maestros, y la creación de bibliotecas rurales en Afganistán.
Además de Marc Forster, el director, prestaron su firma:
Madonna, Angelina Jolie, Daniel Craig, Benicio Del Toro, Halle Berry, Reese Witherspoon, y Edward Norton, entre otros.
The Kite Runner estuvo nominada al Premio Oscar como mejor banda sonora, para el excelentísimo buen hacer de Alberto Iglesias.
The Kite Runner toma 2 tiempos:
1978, antes de que Afganistán fuera invadida por los rusos; y el año 2000, cuando el protagonista, debe enfrentarse a la infancia que dejó atrás.
The Kite Runner relata la historia de una amistad, una familia, terribles errores, y amor redentor; en un país dividido, al borde de La Guerra Civil; narrando la historia de Amir Qadiri (Zekiria Ebrahimi/Khalid Abdalla), un niño del barrio Wazir Akbar Khan de Kabul, y de su mejor amigo, Hassan (Ahmad Khan Mahmoodzada), un sirviente hazara de su padre.
Amir, se propone ganar una competición de cometas, aunque ello signifique, sacrificar su amistad con Hassan.
La diferencia de clases no importa, pues su amistad se fundamenta en la nobleza, pura e infantil.
Su victoria en un torneo infantil de cometas, pondrá fin a la confraternidad, pues la lealtad de Hassan por su amigo, acaba trágicamente con la amistad de ambos, tras un aciago choque con 3 jóvenes de ideas fundamentalistas, que auguran las atrocidades de la invasión soviética del país, y del posterior régimen talibán.
Cuando los rusos ocupan Afganistán, Amir huye con su padre, mientras que Hassan se queda en Kabul.
La trama transcurre “sobre el telón de fondo de un Afganistán respetuoso de sus ricas tradiciones ancestrales” mientras durante el invierno de 1975, en Kabul la vida se desarrolla con toda la intensidad, la pujanza, y el colorido de una ciudad confiada en su futuro, e ignorante de que se avecina uno de los periodos más cruentos, que han padecido los milenarios pueblos que la habitan.
La misma Kabul asume el protagonismo de The Kite Runner.
Cuando la estaba viendo, imaginaba cómo sería esa ciudad, allá en los tiempos de las rutas de la seda, en los tiempos de la grandeza de Asia, y de sus míticas ciudades:
Bagdad, Basora, Petra, Teherán... y pienso en “Las Mil y Una Noches”, y en lo felices que son esos niños, siéndolo, cada uno en su papel.
Los protagonistas son:
Amir; el hilo conductor que articula toda la historia que se nos cuenta.
Amir niño, se siente emocionalmente desamparado, y con miedo a enfrentarse a las situaciones de su vida.
Piensa que su padre le odia, por ser el causante de la muerte de su madre.
Goza de todas las comodidades de su clase social, en un país pobre, y tiene un amigo, que supuestamente, es el hijo de su padre, con el que forma un dúo inseparable, uniéndoles la afición del vuelo de cometas.
Hassan es un personaje cautivador, analfabeto, pero humanamente sabio, encarnación de la amistad, que profesa una profunda devoción por Amir, hasta el punto de sacrificarse por el amigo, incluso aunque lo traicione, y trate de expulsarlo de su lado.
Algo insólito para nuestra cultura occidental, en la consideración normal de la amistad.
Para nuestra visión, su actitud vital, rozaría la sumisión, y la humillación.
Agha Sahib/Baba (Homayoun Ershadi) es el padre de Amir, un afgano adinerado, que odia a los comunistas, y desprecia el fanatismo de los talibanes.
Guarda un secreto que sólo conoceremos al final, y que explica la satisfacción que siente, cuando ve la amistad que hay entre los 2 niños, ya que en realidad, son hermanos.
Quiere que Amir sea más decidido, y se da cuenta de que su otro hijo, el criado Hassan, nacido de la unión extramarital con una criada, perteneciente a una etnia inferior, sí se acerca más al ideal que él desearía que fuese.
Assef (Elham Ehsas/Abdul Salaam Yusoufzai) es el antagonista de Amir y Hassan, un fundamentalista violento, que no duda en violar al segundo, y luego, una vez convertido en talibán, continuar abusando de los niños que sacan del orfanato; a quienes convierten en Bacha Bazi.
En su mundo, no tiene cabida el amor ni el respeto por las personas, odia la libertad de los hombres, y se encarniza en el castigo a las mujeres. De fondo, el Kabul de los 70, una ciudad llena de colorido, momento culmen es el concurso de cometas, en la que la libertad y el respeto, campaban a sus anchas.
Una ciudad, radicalmente opuesta a lo que se ha convertido hoy, tras la invasión rusa, y la ascensión talibán al poder.
De forma excesivamente idílica, la deliciosa primera parte, muestra toda la belleza de la ciudad afgana, antes de la invasión.
El máximo interés de The Kite Runner, se concentra en este período, combinando las complejas relaciones entre los 2 amigos, y la felicidad afgana del momento.
El sosiego de esta introducción, se convierte a través de los recuerdos del protagonista masculino principal, en un drama psicológico, con relaciones clave en torno a la amistad, y el vínculo paterno-filial.
La segunda parte, nos muestra a un Amir ya adulto, convertido en novelista, y viviendo en Estados Unidos.
Los elementos de transición, que componen la descripción de su vida en occidente, no dejan de ser convencionales, y poco atractivos.
Hasta que, debido a una inesperada llamada, el protagonista debe volver a su país natal.
Ahí es donde tiene la posibilidad de enfrentarse a una doble realidad, de la que ha escapado estos años:
Por un lado, se enfrenta con su pasado y sus remordimientos, con un presente que le brinda la redención en bandeja de plata.
Por otro lado, se enfrenta con un país que fue el suyo, pero que no tiene nada que ver con lo que él vivió en su niñez.
Ambas conexiones, sirven para transmitir diferentes impresiones sobre posicionamientos ideológicos, defensa de principios, y actitudes de valentía-cobardía, en un entorno social exigente, y clasista.
En el “flashback” somos testigos del hecho traumático que marca la vida de un protagonista, en etapa iniciática, y en proceso de maduración, a la par, que de manera muy superflua, asistimos a los cambios sociales y políticos, que definen el destino de los protagonistas, y el esencial compromiso expiatorio, que caracteriza la aventura del acto final.
En la melancólica mirada de los personajes de esta historia, se atisba siempre, la triste mirada de quien aún añora el horizonte de su patria perdida, y los recuerdos de tiempos mejores.
“There is only one sin, only one.
And that is theft.
Every other sin is a variation of theft...
When you kill a man, you steal a life.
You steal his wife's right to a husband, rob his children of a father.
When you tell a lie, you steal someone's right to the truth.
When you cheat, you steal the right to fairness”
The Kite Runner, con producción de Sam Mendes, aborda asuntos de amistad, secretos familiares, fanatismos, inmigración, y actos de redención, con una cronología histórica, que afronta diferentes regímenes políticos, en el convulso Afganistán.
El realizador, sintió que la historia de la idílica amistad que une a Amir y a Hassan cuando son niños, y los dramáticos acontecimientos que ensombrecerían la nueva vida de Amir en Estados Unidos, era irresistible.
El reto residía, en plasmar un viaje épico, e introducir a los espectadores, en una historia muy intimista, acerca de unas cuantas personas, y de las consecuencias de sus acciones.
Marc Forster dijo:
“David Benioff supo capturar con maestría el espíritu de The Kite Runner en el guión.
Lo importante era, no traicionar a Khaled y, como director, quería ser el instrumento de la visión del autor, que había conmovido a tantas personas”
David Benioff, aún estaba escribiendo el guión, cuando se decidió que The Kite Runner se rodaría en dari, una de las 2 principales lenguas habladas en Afganistán.
“Me pareció que rodarla en otro idioma, sería un error”, dice Marc Forster.
“No se puede tener a niños en los años 70 en Afganistán, hablando en inglés, no es auténtico.
Hay que construir una conexión emocional con la realidad”
A pesar de las complicaciones de semejante decisión, el autor Khaled Hosseini, la apoyó plenamente.
“Cuando Marc me dijo que rodarían The Kite Runner en dari, supe que quería respetar la novela.
Es muy importante, que los personajes sean creíbles”
Para que todo fuera auténtico, los cineastas contrataron a varias personas, cuyo idioma materno es el dari, para vigilar los acentos y entonaciones de los actores.
Las traducciones durante el rodaje, corrieron a cargo de Ilham Hosseini, estudiante de Derecho en la Universidad de Berkeley, y prima del autor.
Los cineastas, también contrataron a varios asesores culturales, para asegurarse de que todos los detalles fueran correctos.
Uno de los mayores retos para el guionista, fue trasladar 30 años de acontecimientos, a 2 horas de película.
“Los saltos temporales son difíciles de conseguir en una película”, explica.
“La novela transcurre en un periodo de 30 años, y no fue fácil encontrar la estructura adecuada para el guión.
Se ve a Amir, en momentos muy diferentes de su vida, pero decidí que sólo le encarnarían 2 actores.
Creo que, con más actores, se perdería la conexión con este magnífico personaje.
El guión contiene casi todos los momentos más importantes, pero la cronología está simplificada.
Por suerte, la base de la historia es tan fuerte, que no pierde nada de fuerza, a pesar de las restricciones de tiempo y espacio, impuestas por el cine”
Entre actores y miembros del equipo técnico, sumaban más de 28 nacionalidades, y se hablaban varios idiomas:
Inglés (Estados Unidos, Reino Unido, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica), dari y pashto (Afganistán), farsi (Irán), urdu (Pakistán), uigur (Región Autónoma de Xinjiang), tajik (Tashkurgan), chino mandarín y cantones, además de alemán, español, francés, e italiano.
A veces, se conversaba más con gestos, que hablando.
La historia de los personajes en The Kite Runner, es una de orgullo, culpa, abuso, humillación, y violencia extrema.
Un elemento inusual en la historia, es que The Kite Runner es, en su mayor parte, una historia de hombres; pues la única escena importante, en la que aparece una mujer, es una en la cual es brutalmente lapidada; aparte de la actriz Atossa Leoni como Soraya.
Marc Forster, estaba empeñado en encontrar actores, que encajaran a la perfección con los personajes del libro, sobre todo, en el caso de Amir y Hassan, los 2 niños.
El realizador, sabía que necesitaba a 2 jóvenes actores, capaces de entender la realidad social de los personajes y, además, con la habilidad para insuflar vida a sus sueños infantiles, y atrapar al público, en un mundo ingenuo de cometas y tirachinas.
Después de observar a muchos niños jugando con cometas, Marc Forster se decidió por Zekiria Ebrahimi, que Kate Dowd, Directora de Casting, había descubierto en El Liceo Francés, para hacer el papel de Amir, y por Ahmad Khan Mahmoodzada y Ali Danesh Bakhtyari, que La Directora de Casting encontró a través de La Organización de Ayuda Afgana, para encarnar a Hassan y a Sohrab.
“Cuando vi a Zekiria por primera vez, era un chico muy tímido, que apenas hablaba”, recuerda el director.
“Pero había algo en él, que me llamó la atención, un aura de tristeza.
Su padre murió antes de que naciera, y su madre le abandonó.
Esa extraña tristeza, me hizo comprender que podría interpretar a Amir, un niño huérfano de madre, convencido de que su padre no le quiere”
También, le conquistaron Ahmad Khan Mahmoodzada, en el papel de Hassan, que no pierde el amor por la vida, a pesar de su injusto destino, y Ali Danesh, en el papel de su hijo Sohrab, que parece seguir los pasos de su padre, hasta que Amir le rescata.
“Ahmad, es un luchador nato; está lleno de energía, de vitalidad, da la impresión de no tener miedo a nada.
Ali Danesh, es conmovedor, afectuoso, y muy guapo, pero siempre mantiene una distancia, una pared emocional que comparte con su personaje” dijo.
Fueron necesarias, largas horas de negociaciones, y un sinfín de tazas de té, para conseguir los permisos para que los niños pudieran salir del país, y rodar.
“Después de que Marc los escogiera en Kabul, nos llevó 3 meses conseguir los pasaportes”, recuerda el productor E. Bennett Walsh.
“Ninguno tenía certificados de nacimiento, o carnés, imaginen el papeleo”
Pero finalmente lo consiguieron.
El actor Nabi Tanha, que ha trabajado en los escenarios de Kabul, y ha dirigido varias películas, fue escogido para hacer el papel de Ali, padre de Hassan, y criado de Baba.
Los veteranos actores, Abdul Qadir Farookh y Maimoona Ghizal, se unieron al reparto, como El General Taheri y Jamilla, los padres de Soraya, esposa de Amir, afincados en San Francisco.
Abdul Salaam Yusoufzai, un ingeniero eléctrico, que ya había trabajado en cine, hace el papel de Assef adulto.
Kate Dowd dice:
“Al final, un 75% del reparto, procede de Kabul, algo que nos satisfizo profundamente”
Por otra parte, los cineastas empezaron a buscar actores para encarnar los papeles adultos:
El escritor afincado en San Francisco, en el que se convierte Amir; su padre, el noble pero testarudo Baba, que acaba enorgulleciéndose de su hijo; Rahim Khan, el sabio amigo que aconseja a Amir; su esposa Soraya, cuyo amor le ayuda a decidirse a regresar a Afganistán; y Farid, el conductor que le lleva al corazón del territorio talibán.
Para el papel clave de Amir, los cineastas escogieron a Khalid Abdalla, que debutó en “United 93” (2006), dando vida al terrorista Ziad Jarrah.
El joven actor de 25 años, de orígenes egipcios, sorprendió gratamente al director:
“Me pareció carismático y brillante.
Tiene una mirada muy poderosa, y puede comunicar mucho, incluso sin moverse.
Era tal como imaginaba a Amir”
Khalid Abdalla, no hablaba una palabra de dari.
Para aprenderlo, pasó un mes en Kabul, recibiendo clases intensivas, recorriendo la ciudad, e incluso, aprendió a hacer volar una cometa.
Para hacer el papel de Baba, el padre del joven Amir que huye de su país, cuando La Unión Soviética entra en Afganistán, los cineastas escogieron al actor iraní, Homayoun Ershadi, que estudió arquitectura en la Universidad de Venecia, y que actualmente vive en Teherán.
Para el papel de Rahim Khan, el sabio amigo de Baba, que se convierte en el catalizador de la redención de Amir, los cineastas escogieron a Shaun Toub; dice el realizador:
“Tenía la mezcla perfecta de amabilidad, bondad y sabiduría, para encarnar a un personaje que dice la verdad, y representa la verdad”
El reparto principal se completa con Farid, el hombre que guía a Amir en su peligroso viaje por Afganistán, en la época de los talibanes, interpretado por Saïd Taghmaoui, un actor de ascendencia marroquí, afincado en Francia.
Cuando Khaled Hosseini vio reunidos a los actores, que darían vida a los personajes que siempre habían existido en su imaginación, se quedó sorprendido:
“Cuando escribí la novela, tenía una idea muy clara de cada uno de los personajes.
Sin embargo, al verlos en el plató, mi imagen mental fue sustituida por las caras, los gestos, la voz de estos actores.
Eso dice mucho de su calidad profesional.
Me parece extraordinario”
A pesar de las insinuaciones plásticas, de hermosa plasticidad, y riqueza de los combates de cometas, de las calles de Kabul, y la crédula mirada de los niños, la dureza del subtexto, se impone por el adeudo con la realidad, sin necesidad de recurrir a excesos efectistas, a tufo de moralina con mensaje.
En ese sentido, The Kite Runner propugna un discurso no muy amable, ni esperanzador, que contrasta con su aparente “happy end”, donde más allá de las fronteras que separan El Primer Mundo del Tercero, se interrelacionan a través de los años, y del olvido de Amir, el abandono de la memoria histórica, únicamente ahondada en un libro de recuerdos, que se hace evidente, en el distanciamiento que se tiene del mundo, respecto a Oriente Medio, la pérdida de las raíces, y de los pueblo marcados por la tragedia.
Por otra parte, las controversias generadas por la actuación de niños en The Kite Runner, no se hizo esperar.
Es que los pequeños actores, debieron participar en escenas de abuso, como los Bacha Bazi, algo que fue cuestionado.
Por otra parte, existen versiones que indican, que los niños recibieron menos dinero del que les correspondía por el trabajo que realizaron.
El estudio se ha tenido que encargar además, de enviar personal a Afganistán, para investigar la situación de peligro que corren los niños protagonistas de The Kite Runner, a raí¬z de este rodaje.
Resulta ser que los niños que actuaron en The Kite Runner, y sus padres, que son incapaces de separar la ficción de la realidad, están ahora preocupados de que la violación que se ve en la película, que en realidad no es gráfica, y parece más una golpiza, que una violación; impida a sus hijos volver a su vida normal, ya que temen que sus amigos piensen, que realmente fueron violados.
Con respecto a esa escena, Ahmad Khan Mahmidzada, el joven Hassan, dijo:
“Quiero seguir haciendo películas, y ser actor, pero esa escena de la violación, me molestó, porque mis amigos se miran, y no voy a ser capaz de salir a la calle nunca más.
Ellos piensan que fui violado”
La escena, fue representada de una manera menos angustiosa, de lo inicialmente previsto, sin desnudez, y con el aspecto sexual sugerido, sólo muy brevemente al final de la escena.
Incluso, en el caso de que se utilizara un doble de cuerpo; también hubo temores de represalias entre tribus, al ser Hassan un hazara, y los hombres que lo intimidan y violan, fueron Pashtun.
Por su trabajo en The Kite Runner, Zekeria Ebrahimi, el joven Amir; y Ahmad Mahmidzada, fueron inicialmente pagados con $17,500 cada uno; y Ali Dinesh $13,700.
Los argumentos que se hicieron más tarde, sacaron a la luz de que los chicos estaban mal pagados.
Además, Ebrahimi ha dicho:
“Queremos estudiar en los Estados Unidos.
Es un país moderno, y más seguro que aquí en Kabul.
Si me hice rico aquí, estaría preocupado por mi seguridad.
Es peligroso tener dinero a causa de los secuestros”
Por su parte, Paramount, trasladó a los 3 niños actores que hacen de Amir, Hassan, y Sohrab, así como otro niño actor con un papel menor como Omar, a los Emiratos Árabes Unidos.
Según se informa, el estudio aceptó la responsabilidad por los gastos de manutención de los chicos, hasta que llegan a la edad adulta, un costo que se estima en hasta $500,000.
Pero después de 4 meses en Dubai, Ebrahimi y su tía, regresaron a Kabul en marzo de 2008.
Después de las amenazas a su vida, Ebrahimi fue obligado a permanecer en el interior, educado en casa por un tío.
Él ha dicho desde entonces, nunca haber estado en The Kite Runner.
Con todo y controversias, tenemos así, un relato cálido y conmovedor, sobre la amistad, la culpa, o la diferencia de clases, donde germinan conceptos como el perdón, el honor, o la traición, que devienen en redención, que arrastra las secuelas de la guerra, pero también, del odio o el fracaso.
Por cierto, me encantó la escena en la que el sobrino de Amir, le da con una bola en el ojo a Assef, lo que en su día no se atrevió a hacer su padre, lo hizo esta vez, sin temblarle el pulso; lo bueno se hereda.
Atención también merece, la banda sonora, compuesta por el irrepetible español, Alberto Iglesias.
“Who are we in this complicated world?”
Resulta pues, que Afganistán, un pueblo que ha pasado por lo peor, guerras y pobreza, pero que dentro de este horror, sabe encontrar la gracia, la belleza, y el amor; hace de The Kite Runner, una historia de la cultura afgana, un país lejano y devastado durante décadas por la guerra.
The Kite Runner, es una mezcla de lo personal, con la política, forjando un relato rebosante de suspenso, y de intensos sentimientos.
Y es que allí, remontar un cometa, y hacerlo surcar los cielos, no es una tarea sencilla.
Tampoco lo es vivir.
No es fácil crecer, sin que nos queden marcas, a veces para surcar el cielo, hay que caer varias veces; y a veces, los cometas pueden cortar su hilo, llenarse de marcas y romperse, pero siguen volando igual.
The Kite Runner es una obra repleta de valores, entre los cuales vamos a destacar los siguientes:
La amistad como creación de vínculos preferentes y generosos, con las personas que nos importan, el rechazo de la violencia, y de la opresión entre las personas, el esfuerzo, la constancia y el sacrificio para conseguir los objetivos y las metas personales, el compromiso permanente con la construcción del propio proyecto vital, la superación del miedo a las condiciones adversas del entorno, y del futuro, el reconocimiento de los errores cometidos contra los demás, la necesidad de redimirse mediante el perdón y la compasión, y la búsqueda de la coherencia entre lo que se considera justo, y las propias conductas, para confirmar la propia identidad personal.
La temática de la guerra, vuelve a ser presente, sin importar que facción sea la que tiene el poder en cada momento distinto de The Kite Runner, pues la gente sufre.
El sufrimiento, se traslada a la raíz del pueblo, a los niños, con sus juegos que se vuelven peleas, sus bromas que se vuelven discriminación.
Son marcas, que queman y lastiman cuando aparecen, pero a diferencia de las marcas físicas, nunca dejan de doler en un mundo, en el que pese a que haya esperanza, no hay que dejar de mirar atrás, hacia el horror que muchos países han vivido, y están viviendo, por mucho que el sosiego de un cielo tranquilo, vea cometas surcar el aire.

“For you, a thousand times over”



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