The Three Musketeers

“To die among friends.
Can a man ask more?
Can the world offer less?
Who wants to live 'till the last bottle is empty?”

Resulta que la aventura de “Los 3 Mosqueteros” es un gran clásico de la literatura francesa, creo que no hay nadie que no conozca la historia de estos 4 espadachines…
Sí, digo 4, porque los 3 mosqueteros son Atos, Porthos, y Aramis, pero el más famoso y protagonista de la historia, es D’Artagnan.
“Les Trois Mousquetaires” es una novela del escritor Alexandre Dumas, publicada inicialmente en folletines, por el periódico Le Siècle, entre marzo y julio de 1844.
En ese mismo año, fue publicada como volumen por la editorial Baudry, y reeditada en 1846 por J. B. Fellens y L. P. Dufour, con ilustraciones de Vivant Beaucé.
La novela, relata las aventuras de un joven gascón de 18 años llamado D'Artagnan, que viaja rumbo a París, para convertirse en mosquetero.
D'Artagnan, no es uno de los mosqueteros del título, sino que lo son sus amigos:
Athos, Porthos, y Aramis, amigos inseparables que viven bajo el lema:
“Uno para Todos, Todos para Uno”
Juntos, sirven al Rey Louis XIII, y enfrentan a su Primer Ministro, El Cardenal Richelieu, y a sus agentes:
Milady de Winter, y El Conde de Rochefort, para así resguardar el honor de La Reina Ana de Austria.
Athos, tiene su base en la obra “Les Mémoires de M. D'Artagnan” de Gatien de Courtilz de Sandras, la que a su vez, se inspiró en la biografía del mosquetero Armand Athos, muerto en combate en 1643.
En “Les Trois Mousquetaires” se describe a Athos, como un hombre de 30 años, de talla mediana, pero bien cuajada y proporcionada, con una cabeza de carácter noble, ojos penetrantes, y nariz recta.
Era miembro del cuerpo de mosqueteros del Rey Louis XIII, hombre de extremada valentía, y eximio espadachín, de personalidad reservada, y modales refinados, además de marcada afición al vino.
Athos, cuya verdadera identidad es la del Conde de La Fère, guarda algunas sorpresas sobre su pasado, que lo atormentarán durante toda la novela.
El Conde de La Fère, portaba las órdenes de La Jarretera, La Orden del Espíritu Santo, y El Toisón de Oro, otorgados respectivamente por El Rey derrocado, Charles I de Inglaterra, La Reina Ana de Austria, y El Rey Charles II de Inglaterra.
Casado muy joven, descubre que su esposa era una mujer marcada por la justicia, una marca hecha por un hierro ardiente, con forma de una flor de lis, por haber cometido un grave delito.
En un rapto impulsivo, cuelga a la mujer, y la deja creyéndola muerta, pero ella volverá a reaparecer con otra identidad:
Milady de Winter, aliada al Cardenal Richelieu.
Mientras tanto, Athos “se exilia” en el cuerpo de mosqueteros del Rey, y ahoga sus penas en el alcohol.
En el servicio, hace migas con Porthos y Aramis, convirtiéndose en inseparables compañeros.
Entonces, conocen a D'Artagnan, con quien congenian, y lo integran al grupo.
Gracias al liderazgo y arrojo de Athos, los mosqueteros realizan muchas hazañas juntos, alcanzando la celebridad durante el sitio de La Rochelle.
Tras capturar en secreto a su gran enemiga, Milady de Winter, la enjuician informalmente; la mujer es ejecutada por un verdugo contactado por Athos.
Después de algunos años, éste se retira del cuerpo de mosqueteros, y recibe una herencia familiar.
Posteriormente, siendo el hijo de Athos, ya un joven gallardo en La Corte de Louis XIV, es presa de un amor desdichado, que finalmente lo lleva a la tumba.
La joven que ha amado Raúl, desde la infancia, Luisa La Valliére, se enamora del Rey, convirtiéndose después en su amante, ocasionando que Louis XIV margine a Raúl de La Corte.
Desesperado al saber que Luisa ama al Rey, El Vizconde se alista en una expedición, para ir a luchar a África, donde muere.
Athos, muy deprimido por su separación, cae enfermo, y fallece en su cama.
Porthos, tiene su base en la obra “Les Mémoires de M. D'Artagnan” de Gatien de Courtilz de Sandras, la que a su vez, se inspiró en la biografía del mosquetero, Isaac de Porthau, nacido en 1612, y fallecido en 1712.
En “Les Trois Mousquetaires” se describe a Porthos, como un hombre de gran estatura y de rostro altanero, que gusta vestir trajes peculiares.
Es hablador, ingenuo, y vanidoso, no obstante, es muy resuelto y leal, siendo un buen espadachín, y belicoso duelista.
Sus brazos son tan grandes, como los muslos de cualquier otro hombre.
Porthos conoce a D'Artagnan, en El Palacio del Señor de Trèville, cuando el joven descubrió que el tahalí que el mosquetero llevaba, no era completamente de oro, lo que enfureció a este, desafiándose ambos a un duelo.
No obstante, como padrino de Athos, quien fue el primero en enfrentar al gascón, terminan por unirse con el joven, para luchar con los guardias del Cardenal Richelieu, que habían llegado para arrestarlos, y los derrotan.
Habiendo hecho amistad con D'Artagnan, junto con este, Athos y Aramis, Porthos se aventura en un viaje a Inglaterra, a fin de recuperar los herretes de diamantes, que La Reina Ana de Austria regaló al Duque De Buckingham, y que para evitar un escándalo, necesita lucir en una fiesta con El Rey.
Porthos, es el primero en quedar en el camino, tras verse envuelto en un duelo en una taberna, siendo finalmente herido, lo cual, por su orgullo, trató siempre de disimular.
Tras el regreso de D'Artagnan a Francia, y recuperarse de su herida, a nivel personal, Porthos persigue su fortuna, cortejando a la señora del viejo, achacoso, y rico procurador Coquenard, con la esperanza de casarse con ella, apenas quede viuda.
La mujer subsidia al mosquetero en varios de sus gastos, incluso, en el equipo que Porthos debe llevar para la campaña, rumbo a La Rochelle.
Posteriormente, ayuda a sus camaradas a perseguir a Milady de Winter, quien había asesinado a Constance Bonacieux, para luego juzgarla, y ordenar su ejecución.
Al final de “Les Trois Mousquetaires”, Porthos decide, una vez terminado el sitio de La Rochelle, abandonar el servicio, y casarse con la señora de Coquenard, que quedó viuda, cuyo cofre tan ambicionado, contenía 800 mil libras.
Porthos, consigue su ansiada Baronía, y ayuda a Aramis en el plan para sustituir a Louis XIV, por su hermano gemelo, ignorando de qué se trataba realmente.
Sólo al final descubre la verdad y, perseguido como conspirador junto con Aramis, tras una dramática resistencia contra las fuerzas del Rey en Belle Isle, a las cuales causa numerosas bajas, muere heroicamente como un titán.
Aramis, René de Herblay; está basado en el mosquetero y sacerdote, Henri d'Aramitz, llamado “Señor de Aramits”
Dumas lo describe inicialmente, como un joven delicado, elegante, y caballeroso, muy amigo de Athos y Porthos, lleno de aparentes contradicciones:
Mosquetero sin vocación, pero excelente y temerario espadachín; siempre a punto de profesar en el clero, pero constantemente involucrado en intrigas políticas, y romances clandestinos, entre otros, con Las Duquesas de Chevreuse y de Longeville.
En “Les Trois Mousquetaires” se revela que desde la edad de 9 años, permaneció en un seminario, y cuando estuvo a punto de cumplir 20 años, y ser ordenado en abate, se vio envuelto en un malentendido amoroso, que estuvo a punto de terminar en un duelo contra un oficial, enfrentamiento del cual, Aramis no se encontraba preparado.
Humillado, solicitó aplazar la ceremonia de su ordenación por un año, y durante ese tiempo, entrenó con el mejor maestro de esgrima de París, con el objetivo de hacer frente a su antiguo rival, al que finalmente mató.
El hecho, causó escándalo, y Aramis se vio obligado a dejar la sotana, sin embargo, conoció a Athos y a Porthos, quienes lo ayudaron a ingresar a los mosqueteros, obteniendo la casaca, gracias al aprecio del Rey Louis XIII, por su padre, muerto en el sitio de Arrás.
Posteriormente, en 1625, conoció a D'Artagnan, 2 años menor que él, en una discusión acerca de la pertenencia del pañuelo de una de sus amantes, que terminó en el desafío a un duelo, el cual nunca tuvo lugar, por enfrentar junto con él, Athos y Porthos a los guardias del Cardenal Richelieu.
Así, hizo amistad con el joven gascón, a quien aconsejaba, y relataba sus constantes conflictos, entre ser un hombre de espada o un hombre de iglesia.
Terminado el asedio a La Rochelle, Aramis abandonó el servicio, y se supo que tomó los hábitos en un convento de Nancy.
La rivalidad soterrada de Herblay con D'Artagnan, llega a su cenit en “Le Vicomte de Bragelonne”, cuando El Obispo de Vannes es secretamente elevado a la dignidad de General de Los Jesuitas, apareciendo como el brazo derecho del poderoso, pero indeciso conspirador Nicolás Fouquet contra Louis XIV, siendo uno de los ingenieros de las fortificaciones de Belle-Île-en-Mer.
Para entonces, el carácter de Aramis mutó, desde el inteligente idealista que luchaba por otros, hasta el astuto y poco escrupuloso aventurero, casi capaz de sacrificar a sus mejores amigos, para alcanzar sus fines personales.
Tras el deceso de D'Artagnan en el sitio de Maestrich, el astuto Aramis, se convierte de hecho, en el último sobreviviente de los 4 amigos.
Dumas, no narra la muerte de este personaje…
D'Artagnan, tiene su base en la obra “Les Mémoires de M. D'Artagnan” de Gatien de Courtilz de Sandras, la que a su vez se inspiró en la biografía del militar francés, Charles de Batz-Castelmore D'Artagnan, que no vivió en la época del Louis XIII, y del Cardenal Richelieu, pero sí en la del Cardenal Mazarino, y de Louis XIV.
En “Les Trois Mousquetaires” se describe a D'Artagnan, como un joven de 18 a 20 años, semejante a un “Don Quijote gascón”:
Cara larga y atezada, pómulos salientes, mandíbula prominente, ojos abiertos a inteligentes, y nariz ganchuda, pero finamente diseñada, siendo demasiado grande para ser un adolescente, y demasiado pequeña para ser un hombre hecho.
Con 18 años de edad, y tras despedirse de sus padres, D'Artagnan emprende un viaje desde Gascuña, rumbo a París, con el sueño de entrar a formar parte de la compañía de mosqueteros del Rey Louis XIII.
Antes de su partida, su padre, viejo amigo del Señor de Tréville, Capitán del Cuerpo de Mosqueteros, le da una carta de recomendación para éste, junto con un caballo de pelaje amarillo, que le trae a D'Artagnan ciertos problemas, entre ellos, la pérdida de dicha carta, a manos del que a partir de entonces será su gran enemigo:
El Conde de Rochefort, cuyo nombre ignora, apodándolo como “el hombre de Meung”, lugar donde tuvieron su primer altercado.
Durante su formación, D'Artagnan se ve envuelto en problemas, y termina por desafiar a duelo a 3 de los mejores mosqueteros de Francia:
Primero con Athos, a quien golpeó casualmente en su hombro herido; luego con Porthos, al descubrir que el tahalí del mosquetero, no era totalmente de oro; y finalmente con Aramis, con quien discutió acerca de la pertenencia de un pañuelo, bordado con las iniciales de una dama.
Llegado el momento de su duelo con Athos, quien llevó a Porthos y a Aramis como padrinos, estos son sorprendidos por los guardias del Cardenal Richelieu, quienes, por los edictos de la época que prohíben los duelos, intentan arrestarlos.
Pero, D'Artagnan, se pone del lado de los mosqueteros, y junto con ellos, resisten, se enfrentan a los guardias y los vencen, provocando la admiración del mismo Louis XIII, y la ira del Cardenal Richelieu.
Así, el gascón termina por hacer amistad con Los 3 Mosqueteros, sobre todo con Athos, siendo para él, no sólo un amigo, sino un confidente y segundo padre.
En Maastricht, con la esperanza de recibir El Bastón de Mariscal De Francia, dirigiendo el sitio de la ciudad, lo consigue, pero es herido por una bala, y muere en brazos de sus soldados, no sin antes pronunciar unas últimas palabras.
La historia de D'Artagnan, continúa en “Vingt ans après” y en “Le Vicomte de Bragelonne”
Estas 3 novelas de Dumas, se conocen como “D’Artagnan Romances”
Gracias a su popularidad, la novela ha sido objeto de numerosas adaptaciones al cine y la televisión.
Dumas afirmó que, para su composición, se basó en manuscritos que él descubrió en La Bibliothèque Nationale:
“Mémoires de Monsieur D'Artagnan, Capitaine Lieutenant de La Première Compagnie des Mousquetaires du Roi Batushei” o “Memorias del Señor D'Artagnan, Teniente Capitán de La Primera Compañía de Los Mosqueteros del Rey” por Gatien de Courtilz de Sandras, en Cologne, en 1700.
Este libro, fue prestado por la biblioteca pública de Marsella, y la ficha de préstamo, permanece hasta hoy día, pues Dumas se quedó con el libro, cuando él regresó a París.
Aunque Dumas utilizara personajes y acontecimientos reales para su novela, se tomó muchas libertades con la historia real, y en especial con la cronología.
Así, Los Mosqueteros no formaron una unidad separada hasta 1634, El Señor de Tréville no fue nombrado su Capitán hasta entonces, La Duquesa de Chevreuse no se exilió a Tours, hasta bastante después de 1625; el episodio en el que El Canciller Séguier, fuerza a La Reina Ana de Austria a entregar una carta, no tuvo lugar hasta más adelante, poco antes de estallar La Guerra de Los Treinta Años, y Los Mosqueteros del Cardenal, son también muy posteriores.
Asimismo, ciudades como Lille, Arras, o Béthune, estaban aún en manos españolas, no pasando a las de Francia, hasta 1668, 1654, y 1645 respectivamente.
No obstante, la historia, ha sido llevada a la gran pantalla varias veces, tanto en su versión original, como en historias inspiradas en sus personajes.
La primera vez que vimos a Los Mosqueteros en el cine, fue en el año 1911.
Hasta la fecha, se han hecho más de 24 versiones de la historia para la gran pantalla.
“England is mine, France shall be mine, and you shall be mine”
The Three Musketeers es una película estadounidense de aventuras, del año 1948, dirigida por George Sidney.
Protagonizada por Gene Kelly, Lana Turner, June Allyson, Frank Morgan, Van Heflin, Robert Coote, Angela Lansbury, Vincent Price, Reginald Owen, Gig Young, entre otros.
El guión es de Robert Ardrey, y es una adaptación de la novela homónima de Alexandre Dumas.
El guión, respeta en líneas generales la trama original de la novela, con algunos cambios, sobre todo en la segunda parte del metraje, que permiten mantener la línea de acción e intriga, propia de la obra.
Como dato, Robert Ardrey, que además de dramaturgo, era antropólogo y licenciado en ciencias del comportamiento, sus radicales teorías darwinistas, sobre la naturaleza violenta del ser humano, ha influenciado a gente como:
Arthur C. Clarke, Stanley Kubrick o Sam Peckinpah, construye aquí, una historia que evoluciona de un tono alegre, vitalista y fresco, que poco a poco, va a tornarse en una narración más oscura y tenebrosa.
Es un clásico relato que nos habla de la valentía, el compañerismo, el honor, el amor, las maniobras por el poder, con una puesta en escena prodigiosa, el gran presupuesto utilizado, brilla en los ampulosos decorados del más grande director artístico del cine, el dublinés, Cedric Gibbons, un pomposo vestuario de Walter Plunkett, que se exhibe sobremanera en Lana Turner, ataviada con deslumbrantes vestidos, y aparatosos sombreros, embellecido todo, por una colorida fotografía en tecnicolor de Robert H. Planck, y estos elementos envueltos en una deliciosa música de Herbert Stothart, que versiona temas de Tchaikovsky.
The Three Musketeers tuvo ganancias de $4,2 millones en Estados Unidos, siendo una de las más exitosas de la MGM, en la segunda mitad de la década del 40.
El director, George Sidney, era conocido por sus geniales filmes de “capa y espada” y sobre todo, por sacar a las actrices muy guapas, como aquí hace con la malvada de turno, Lana Turner, y con la mismísima Reina, interpretada por la estupenda Angela Lansbury.
La historia, basada en el libro de Alejandro Dumas, es un derroche de acción y ritmo, sobre todo en la parte donde D’Artagnan tiene que viajar a Londres, para recuperar las joyas de la reina que regaló a su amante, así como el principio en el cual, conoce a Los 3 Mosqueteros, e incluso, intenta batirse en duelo con los 3 a la vez.
The Three Musketeers estuvo nominada al Oscar como mejor fotografía/color; y es una historia de aventuras, ambientada en la Francia del siglo XVII, precisamente, en 1652.
D`Artagnan (Gene Kelly) es un gascón lleno de ilusiones, que viaja a París, con la intención de convertirse en mosquetero del Rey Louis XIII (Frank Morgan)
Cuando llega a la capital, entabla amistad con Athos (Van Heflin), Porthos (Gig Young), y Aramis (Rober Coote), 3 mosqueteros enfrentados al Cardenal Richelieu (Vincent Price), el poderoso Primer Ministro del Rey, que pretende descubrir el romance entre La Reina Ana (Angela Lansbury), y El Duque de Buckingham (John Sutton) utilizando para ello, a Lady de Winter (Lana Turner)
The Three Musketeers, aderezado con la música de Tchaikovsky, arranca con un tono muy divertido y desenfadado, con algunos momentos de “slapstick” derivados el cine mudo, y con el paso del metraje, y acorde a la historia de Dumas, The Three Musketeers va adquiriendo una gradación más oscura y trágica, con un exceso dramático, y pasajes un tanto pesados.
Las aventuras de “capa y espada” del gascón y sus compañeros mosqueteros, ponen de manifiesto temas como:
La lucha por el poder, y la influencia en el mismo, la ambición sin escrúpulos, la camaradería, el dolor del amor, la seducción, o la corruptela e intriga palaciega, personificada en la figura histórica del Cardenal Richelieu, encarnado por el gran Vincent Price, quien necesitaría mayor presencia física, en el entramado de la obra, un importante estadista en La Corte del Rey francés Louis XIII, quien utilizó todo su poder, para centralizar a ultranza, el poder político en el país galo.
Es una suntuosa producción, repleta de colorido, que opta acertadamente por respetar la línea argumental principal, y la personalidad de los protagonistas de la novela.
La primera parte, tiene un ritmo endiabladamente vivo.
Los diálogos fluyen a toda velocidad, pero es sorprendente la claridad con que se entiende todo.
Ahí hay mucho trabajo, y mucho talento.
Poco a poco, el dramatismo va llenando la historia, más o menos como en la novela.
Pero los cineastas, llevaron al extremo las palabras de Dumas, que describían el estilo de lucha de D’Artagnan como “ágil y saltarín; alejándose a cada instante de las reglas establecidas” y en su lamentable traducción particular, entendieron “circense y acróbata”
Todos sabemos, que así se entendía en Hollywood, la aventura por aquella época, pero para mi gusto, es una visión que ha envejecido, que ha quedado obsoleta por infantil, circense, y de cartón piedra.
De la misma manera, me parece que los actores más conocidos de este género, enfatizaban demasiado.
No obstante, las mujeres, y Vincent Price, hacen grandes trabajos.
Aquí, me gustaría ver algo más oscuro, aunque ello supusiera, romper con el espíritu aventurero de la novela, con la camaradería, y con la comicidad.
Con todo, The Three Musketeers es una de esas grandes cintas de aventuras, abundantes en La Edad de Oro de Hollywood, que están dotadas de un ritmo endiablado, y garantizan toneladas de diversión y entretenimiento.
Destaca en ella, la interpretación de un exultante Gene Kelly, que compone sus duelos, como si de uno de sus famosos bailes se tratara, desprendiendo una vitalidad incontrolable.
The Three Musketeers mezcla asombrosamente, acción y comedia, sin prescindir de un toque oscuro, personificado en el pérfido personaje, interpretado por una magnífica Lana Turner, que la separa parcialmente del tono infantil, típico del género en la época.
Todo un clásico.
“It takes a good man to prevent a catastrophe, Milady, and a great man to make use of one”
Uno de los éxitos reseñables de The Three Musketeers, es la responsabilidad del guionista Robert Ardrey , que sabe identificar los puntos clave de la estructura dramática de la novela de Dumas, y los propone para que, alrededor de ellos, Sidney, y los coreógrafos, diseñen unas peleas de espadas espectaculares, “casi musicales”
No en vano, gran parte de dichas secuencias, están diseñadas por su protagonista, el actor, director, y bailarín, Gene Kelly, auténtica estrella de The Three Musketeers.
Kelly consigue darle a la obra, un toque cómico que no daña en absoluto, la épica de su argumento, además de dotar a sus mandobles, de un estilo de saltimbanqui, realmente innovador para el momento en que se filmó.
La dosis de esgrima, va acompañada de la partitura de Albert Sendrey  que, utilizando a Tchaikovsky, sabe adaptarse a los distintos estilos de la historia.
Es divertida, rápida, lenta, sinfónica, y tenue, cuando debe serlo, y siempre potencia lo que la pantalla nos muestra.
La dirección artística, el vestuario, los efectos especiales…
Todo es una fiesta de colores chillones, entre lo kitsch y camp, que iluminan la pantalla, una gran explosión de fuegos artificiales, que no cesa hasta los títulos de crédito.
Curiosamente, The Three Musketeers, mantiene una estructura narrativa similar a las películas musicales, donde las escenas de canto y baile, son reemplazadas por las de duelos de espadas, entre los mosqueteros y los agentes de Richelieu.
Por otro lado, la suntuosidad, la espectacularidad, y el colorido con la que la Metro Goldwyn Mayer abordaba sus superproducciones, en El Cine Dorado de Hollywood, y el generoso e impresionante reparto:
Gene Kelly, Lana Turner, Van Heflin, Vincent Price, Angela Lansbury, June Allyson, Gig Young… es lo más destacado de esta adaptación del libro de Dumas, todo un clásico literario del género de aventuras, que es trasladado por el productor Pandro S. Berman, y el director George Sidney, con viveza y jovialidad, en especial en la exposición de las escenas de lucha, definidas como si de un título musical se tratase, no en vano, Sidney era un especialista en filmes de esa naturaleza.
El tecnicolor, permitió mostrar a una bellísima Lana Turner como Lady de Winter, la perdición sentimental de un afligido Van Heflin, quien como Athos, realiza una sobresaliente interpretación.
El extenso primer duelo, es de una brillantez sublime, realizado de manera magistral, y narrado con energía, vitalidad, y humor, aprovechando las excelentes cualidades atléticas de Kelly, quien a pesar del idóneo talante físico para el papel, y de su magnífica interpretación, queda un tanto mayor, para incorporar al joven, y bisoño D’Artagnan.
Uno de sus problemas de The Three Musketeers, es lo larga que es, 2 horas que se hacen bastante pesadas y repetitivas.
Otro, son sus duelos, son demasiado “bailarines” parece que importan más los saltos y las sorpresas, que los floretes en sí.
Tampoco, me gustaron algunos personajes, demasiado excesivos en la representación teatral, unos muy terribles, otros muy tontos, pero ninguno con verdadero interés...
Por otro lado, la fotografía y la dirección artística, están a un gran nivel, la verdad es que Sidney aprovechó al máximo los recursos de los que disponía en los grandes estudios.
Pero el mayor acierto, de esta colorista aventura, fue dar el papel protagonista a Gene Kelly.
¿Qué pasaría sí se uniese al mejor espadachín, con el mejor bailarín?
Pues que tendríamos puro espectáculo, como tenemos en este brillante filme, donde todas, y cada una de las escenas de lucha y esgrima, parecen auténticos números musicales de baile, coreografiados por el mismo Gene Kelly, para vivir una de las más grandes aventuras que ha dado la literatura y el cine.
“I save my right hand for my drinking”
The Three Musketeers, nos devuelve a una Época Dorada del Cine, donde la fama, el físico, y las campañas de publicidad, solían ir acompañadas de talento, y mucho trabajo.
E incluso, se podía llegar a ser un actor de reconocido prestigio y caché, sin estar en las listas de los grandes guapos de Hollywood:
Edward G Robinson o Bette Davis, serían ejemplo de ello, junto al ya mencionado Van Heflin, cuya carrera se concentró en duro trabajo, y sólidos personajes.
No voy a negar, que la apariencia también importaba mucho en aquella época, pero la belleza de las estrellas, estaba unida a una gran actuación.
Hoy en día, todo se reduce a puro físico, y más sexual que otra cosa, carente de todo magnetismo, o atractivo.
Por su parte, Dumas, bastante liberal, incluso radical, extrapola sus puntos de vista, a lo que es el siglo XVII, dibujando unos héroes a su medida, y unos acontecimientos acordes a los mitos liberales que defiende.
De ahí, la ridiculización del Rey Louis XIII, hasta el punto de hacerlo pasar por cornudo; la animadversión hacia Richelieu, tergiversando su figura histórica de un modo lamentable, por ser el representante del absolutismo; la glorificación de la pequeña nobleza de provincias, opuesta a las maquinaciones de La Corte, independiente, rebelde, y honorable; la defensa de las libertades, contra el despotismo, como por ejemplo, la negativa a plegarse a la prohibición de los duelos, cosa que un hombre libre consideraba en aquellos años, muy indigno; la representación de Inglaterra, como país de la libertad, etc.
Si hasta incluso, en The Three Musketeers, sale el mito de la mujer fatal y malvada, que engaña a los pobrecitos hombres, que no tienen culpa de nada, y los utiliza para sus maquinaciones, pese a que nuestros “héroes” tengan, al mismo tiempo, la idea de que una mujer, es un trozo de carne al que pueden/deben seducir, engañar, y servirse de ellas, sin el más mínimo escrúpulo, es más, entre sonoras risotadas, visión, no obstante, muy acorde también, con el liberalismo decimonónico.
Por cierto, la desfachatez de Dumas es tan grande, que le cargan el asesinato de Buckingham a Milady, cuando históricamente fue un puritano, Felton, muerte, que por otro lado, fue celebrada por los “defensores de la libertad” pues el favorito del Rey James, y luego de Charles I, era considerado un instrumento del despotismo real, incluso él mismo, una perniciosa influencia por inclinar al Rey, hacia el absolutismo.
Con todo, lo bueno de los clásicos, es que nunca envejecen, porque además de la imperecedera calidad que atesoran, están asociados en nuestra disquetera cinéfila, al momento en que los vimos, que suele coincidir con la infancia.

“It's all-for one, D'Artagnan, and one for all”



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