Un Cuento Chino

“La vida es un gran sinsentido, un absurdo”

¿Se imaginan que una vaca les cayera del cielo?
El insólito caso, figura en un informe de La Embajada Alemana en Moscú:
La vaca había sido robada, y la llevaban en un avión, pero el animal se descontroló, y los ladrones tuvieron que tirarlo al mar.
¿Creer o no creer?
Ese fue el dilema que se les presentó a los tripulantes de una lancha patrullera rusa, al rescatar a los náufragos de un pesquero japonés:
“Una vaca cayó del cielo, y nos hundió el pesquero”, intentaron explicar los marinos en desgracia, al ser rescatados.
Ante la duda, los rusos decidieron detenerlos.
La historia, llegó a ser publicada por el diario “Komsomolskaja Prawda”, unos seis meses después de los hechos, en una pequeña sección de noticias insólitas, del tipo “Ripley's Believe It or Not!” e hizo reír a miles de moscovitas.
Pero con el tiempo, se descubrió que el cuento de los pobres náufragos japoneses, era real.
No solo eso, la vaca que cayó del cielo ruso, y hundió el pesquero japonés, figura en un informe de La Embajada Alemana en Moscú, que lleva un sugerente título:
“La seguridad en el cielo de Rusia”
El informe, llegó desde Moscú a La Cancillería alemana en Bonn, el 24 de abril de 1996, y lleva la firma de un alto oficial de La Embajada, Oberst Harden.
Investigaciones hechas por las autoridades rusas, descubrieron que detrás de la insólita historia del hundimiento del pesquero japonés, había una banda de delincuentes.
Según descubrieron los investigadores rusos, un grupo de soldados se dedicaba a robar ganado, y a transportarlo por avión:
“Miembros de Las Fuerzas Armadas Rusas, robaron un par de vacas, y se las llevaron en un avión.
Pero durante el vuelo, las vacas se descontrolaron, y ante la posibilidad de un accidente aéreo, la tripulación se vio forzada a tirarlas al vacío”, dice el diario alemán, citando el informe de La Embajada.
“Con tanta mala suerte, que una de las vacas cayó sobre el pesquero japonés, y lo mandó al fondo del mar”
Harden cita en su informe, al estadounidense Dennis Cooper, representante en Moscú, de La Federal Aviation Agency, el organismo que controla las actividades aéreas.
Pero nadie dijo nada, hasta el momento, sobre qué habrá pasado por la cabeza de los pescadores japoneses, cuando vieron que la vaca, convertida en un misil de 700 kilos, perforó el barco, y los mandó a pique.
“…321, 322, 323; otra vez me recago en la puta que lo parió”
Un Cuento Chino es una película argentina, del género de comedia, del año 2011, escrita y dirigida por Sebastián Borensztein.
Protagonizada por Ricardo Darín, Ignacio Huang, Muriel Santa Ana, Iván Romanelli, Vivian Jaber, Enric Cambray, Pablo Seijo, Joaquín Bouzas, entre otros.
Un Cuento Chino es una comedia emotiva y profunda, con altas dosis de humor negro, que funciona como divertida metáfora, sobre el choque de personalidades existente, entre Oriente y Occidente.
Borensztein trata con ironía y madurez, el tema de la soledad y de la sobrevivencia, en un mundo aparentemente civilizado.
El título “Un Cuento Chino” es, al mismo tiempo, una frase hecha, significativa, y un juego de palabras.
Decir que un relato es “un cuento chino” significa, en el lenguaje corriente, que es una mentira, una historia improbable.
Pero que aquí se trate en efecto de un chino, contradice este sentido, dándole por el contrario, un grado de realidad.
Roberto (Ricardo Darín) es un hombre marcado por un duro revés, que arruinó y paralizó su vida, hace más de 20 años, vive atrincherado frente al mundo, y en completa soledad.
Sin embargo, un día, un extraño acontecimiento, logra sacarlo de su aislamiento, y ponerlo de nuevo en contacto con la realidad.
En las antípodas, Jun (Ignacio Huang, de nombre real Huang Sheng Huang) está a punto de declararse a su novia, cuando una vaca cae del cielo y la mata.
Raro, pero puede pasar.
Roto por el dolor, el muchacho viaja a Argentina, para encontrar consuelo en la figura de su tío; pero el destino le abandonará a la suerte que decida Roberto, un malhumorado pero noble ferretero bonaerense.
La convivencia entre un occidental y un asiático, matizada por la presencia de Mari (Muriel Santa Ana), una muchacha de campo, que se ilusiona con enamorar a Roberto, mostrará que 2 hombres muy diferentes, provenientes de las antípodas del mundo, y de culturas muy distintas, evidente en el lenguaje, pueden ser prácticamente almas gemelas, unidas por un extraño destino común, que ambos ignoran.
Y en esta convivencia, los 2 hallarán el verdadero camino para encauzar sus vidas.
Un Cuento Chino habla de la necesidad de afecto, que une a todos los hombres a un nivel esencial, o de la imposibilidad de prescindir del mismo, como se quiera interpretar, el director y guionista, Sebastián Borensztein, opta por un abierto tono de fábula amable, pero sin melodramas; la confrontación de 2 seres tan alejados en lo físico, como en lo emocional, se sucede rápida y fluidamente, con un buen tono narrativo, en un entorno abiertamente cómico y humano, que se subraya desde todo el espectro técnico, especialmente desde la hermosísima banda sonora de Lucio Godoy, y la fotografía de Rodrigo Pulpeiro, cambiante en función del ánimo del personaje central.
Un Cuento Chino no se olvida la autocrítica social, e institucional, intrínseca a buena parte de la cinematografía argentina, de manera que lo simbólico y lo material, conviven con naturalidad en este cuento, presidido por un Darín, capaz de arrancar carcajadas con su férrea claridad, y de aportar carácter a un papel con un fondo, y un pasado más interesantes, a medida que se desarrolla.
Por su parte, Sheng Huang, a pesar de no hablar palabra de español, y en parte debido a ello, claro está, se gana el afecto del observador, gracias a situarse en un emotivo terreno entre el desamparo y la aceptación sumisa, rendido ante quien humanamente le acoge, aunque parezca ser, por no quedarle más remedio.
Se encuentran, se conocen, se necesitan.
Como todos, ¿cierto?
Un Cuento Chino es un film en dónde el absurdo, es colocado en contraste con las cosas cotidianas.
Ricardo Darín, estupendo, encarna a un hombre esquemático, de buen corazón que no puede resolver su pasado, y se aferra a ritos que lo hacen sentir vivo, el encuentro casual, entre él y el chino que perdió a su novia muerta por una vaca caída del cielo, y su viaje a la Argentina en busca de su tío, genera una serie de situaciones, donde la causalidad se pone al descubierto.
Un film que desnuda casi inconscientemente, el amor hacia una mujer que puede ser, revivido gracias al absurdo del otro.
Así, ambos comienzan una nueva vida, uno desde el absurdo de su destino; y el otro desde el absurdo de sus miedos.
La mezcla es un canto a la redención del hombre.
Por otro lado, “El Efecto Mariposa” presente en Un Cuento Chino viene a decir algo así:
Si agita hoy, con su aleteo, el aire de Pekín, una mariposa puede modificar los sistemas climáticos de Nueva York el mes que viene.
Por tanto, si una vaca vuela sobre el cielo de Pekín, puede modificar la vida cotidiana de algún habitante en Argentina.
Con todo, Un Cuento Chino nos regala, una de las pequeñas joyas más brillantes del reciente cine argentino, con esta entrañable fábula moral sobre el azar y la necesidad, sobre la soledad y la incomunicación del hombre contemporáneo, sobre el choque y la simbiosis de culturas, en nuestra aldea global.
“¿Cómo sé que sos un pelotudo?
Porque tenés cara de pelotudo”
Una vaca cayó del cielo en los mares de Japón, es algo que perfectamente podría haber añadido Paul Thomas Anderson al prólogo de “Magnolia” (1999), es uno de esos sucesos de los que hablaba Un Cuento Chino:
“Una de esas cosas” a las que se hacía referencia, esas cosas que no pueden ser “simplemente una cuestión de azar”
Y es que es precisamente con una de esas cosas, con la que empieza Un Cuento Chino.
Aquí, una vaca, que como bien sabemos, es una especie que no está dotada para el vuelo, cae estrepitosamente del cielo, para cegar la diminuta vida humana, que con sus embarcaciones, se aventura en el agua.
El desafío de ambos seres a su naturaleza, parece una lección para abrir y cerrar el relato.
Pero se suma otro factor, el azar, que juega sus dados para asombrarnos con un acierto inesperado, pero contundente, ya que antes podemos esperar que nos parta un rayo, pero nunca una vaca voladora.
Un suceso inverosímil, como el de toda fábula, real como todo lo absurdo de la vida misma.
Hay rasgos costumbristas en Un Cuento Chino, en la forma elegida para contar la historia, guiños a la argentinidad, a la historia reciente, y a la corrupción presente.
Refleja al argentino de la clase media, sin generalizar, estancado en el pasado, prepotente, discriminador, hueco, y ordinario.
Un Cuento Chino está sostenido por una interpretación excelente de Ricardo Darín, en el papel del ferretero huraño, y por el rostro expresivo de Ignacio Huang, el inmigrante perdido, Jun.
Al toparse Darín con un extraño, que en cierta medida es su doble, el protagonista vacila, no quiere y sí quiere comunicarse, agregándose a la dificultad, el desconocimiento del idioma.
La imposibilidad del intercambio verbal, va a estar acompañada por una solidaridad muda, temida, combatida, pero no olvidada.
La escena de los créditos iniciales es importante, pues nos muestra una pareja hablando en un lago, en algún lugar de China.
El director eligió no traducir el diálogo entre ellos, con lo cual nosotros, como espectadores, quedamos “por fuera” de la situación, simplemente por no conocer el idioma chino.
Pero al mismo tiempo, podemos entender, qué es lo que sucede, porque hay ciertos “símbolos” que son universales, como por ejemplo:
Los anillos de compromiso, las miradas, las sonrisas, que nos hacen poder comprender, de alguna manera, lo que sucede entre estas 2 personas.
Esto mismo se mantiene a lo largo de todo el metraje, ya que si no sería imposible que se desarrolle la relación entre Roberto y Jun durante ésta.
Ellos no se entienden a través del idioma, sino a través de gestos, sensaciones, posturas corporales, dibujos, o cualquier actitud humana, que no tenga que ver con las palabras.
Es ese “universal” que a pesar de haber nacido a miles de kilómetros de distancia, los une.
Detrás del sarcasmo, y grueso humorismo que suele empañar muchas de las comedias argentinas, se asoma el mito del que está solo y espera, y junto con él, las maniobras de una sociedad, que oculta generalmente sus fracasos, puteando en cualquier momento.
Jun, accidentalmente, rompe las añoradas figuras de vidrio de colección, que el ferretero tiene en memoria de su madre, lo que provoca, fuera de la rabia y la desesperación, el principio de una ruptura del cordón umbilical que ata al protagonista a su pasado.
Hacia el desenlace, se revelan los motivos de la conducta misantrópica:
El absurdo criminal de La Guerra de Las Malvinas, la muerte del padre, después de haber visto en el periódico, la foto de su hijo soldado, participando en esa guerra, el tratamiento vergonzoso que la autoridad militar dio a sus subordinados después de la derrota.
No obstante, los sucesos reales trágico-grotescos, y las noticias inauditas que el ferretero recorta de diarios viejos, y pega en un álbum para alentar tanto sus deseos como sus frustraciones, van a permitir reabrir un camino clausurado; al vincularse a una casualidad estremecedora.
Los decorados de Un Cuento Chino, crean una atmósfera de triste mezquindad burguesa, y transmiten, de forma magistral, esa sensación de aislamiento y soledad, de maniática rutina, del tener que salir adelante a pesar de todo, a regañadientes, que envuelve al protagonista; y que, sin embargo, le protege del sinsentido de la vida, y le ayuda a sobrellevar no pocas perplejidades.
No cabe duda, de que en los últimos años, Ricardo Darín se ha convertido en el principal rostro de la cinematografía argentina, especialmente, allende sus fronteras, donde da la sensación de ser casi, el único actor en servicio bajo dicho pabellón.
Tampoco cabe duda, de que gracias a su siempre buen hacer, su sola presencia, se basta para elevar el nivel artístico de cualquier película, que cuente con el privilegio de tenerle en su reparto.
De ahí que, uno de los puntos más interesante de Un Cuento Chino, es el excelente tratamiento del personaje de Roberto.
Básicamente, su carácter es el sustento de la historia.
Es decir, es pintándolo como solitario, gruñón, y rutinario hasta la médula, que la figura del intruso, viene a ser una gran complicación, una ruptura tan enorme, que lo obligará a cuestionar y remover ciertos aspectos de su vida.
Además, durante todo el metraje, se hace hincapié en la relación que mantiene Roberto con los otros, y con el mundo.
Mari, quien está enamorada de él, viene a ser fundamental en este punto, ya que es ella quien remarca, explícitamente el especial carácter de Roberto.
Otro aspecto que muestra estas relaciones, es la extraña colección que lleva nuestro personaje:
Colecciona en un cuaderno, prolijamente pegadas, noticias de diarios insólitas.
Es allí donde reside su diversión diaria, su escape imaginario hacia esos acontecimientos que escapan de lo común.
Pero la relación construida con Jun, no será un simple acto de solidaridad; sino que constituirá la llegada de la compañía, y lo peor de todo, la alteración del orden.
Este orden, este sistema que Roberto mantiene de una forma casi religiosa, entra en peligro con la intromisión de otro.
Y aunque aquel se manifieste perturbado, podría pensarse cómo, adrede, llega a pedir la presencia de alguien, que desbarajuste un poco la monotonía.
Dejar por un momento, aquel lugar tan cómodo para pasar al desequilibrio que puede llegar a convertirse en positivo.
Por ello se entiende que Borensztein nos priva, como espectadores, de la voz de Jun, salvo en contadas ocasiones, que otros personajes de la trama lo pueden traducir.
Sí habla chino, chino mandarín, y no entendemos nada.
Sufre, llora, acepta, ríe, pero sus gestos no terminan de completarse con sus palabras.
Es un personaje empático, pero a ratos, está relegado por la sombra de la estrella, Darín.
Su entorno no lo comprende, pero nosotros como espectadores tampoco, sufrimos por igual, esta ininteligibilidad de la lengua.
Por otro lado, la vaca, sería ese “objeto” que cambia, según las circunstancias, y que marca la vida de cada uno de los personajes.
Por un lado, la vaca de Jun divide, separa, literal y simbólicamente.
La vaca de Roberto, une.
Es a través del dibujo que hace Jun en la pared del patio de Roberto, que se desencadena el movimiento en su pasiva y rutinaria vida.
En ese dibujo, esta contenido toda la historia de Jun.
Es entonces, cuando Roberto, que ya venía “enterrando” su pasado, y tirándole tierra encima, como si el conteiner de la basura fuera una tumba, así lo muestra la cámara desde abajo, puede, por primera vez, ir dejando su pasado atrás, aunque sin despegarse completamente de él, claro, para dirigirse hacia “adelante”, hacia el futuro, y lo vemos “manejar” en la ruta, así como comienza a tomar el “volante” de su vida.
Y es acá, donde Mari aparece con su vaca, ese animal que es una parte cotidiana de su vida, esta vaca que aparece en fotos, como si fuera un familiar o amigo muy querido, hasta con nombre propio, que personifica su vida de leche y campo.
La vaca, en cualquiera de sus formas, a nosotros también nos mira, y la vemos al igual que Roberto, apuntando sus expresivos ojos en nosotros, mientras la cámara se va acercando lentamente, y queda fija unos segundos en su mirada, esa mirada que a cada uno de nosotros, estemos donde estemos, nos remite a un lugar subjetivo, y diferente.
Así, en los créditos finales, aparece por debajo de las letras, la traducción de los nombres escritos en chino, como una manera “integradora” de concluir el proceso que se da en Un Cuento Chino, y donde ahora sí, podemos comprender los signos en tu totalidad, porque ahora, ya nos posicionamos en un lugar diferente, que cuando comenzaba la obra.
Porque además, nos damos cuenta que hay cosas inherentes al ser humano, que todos compartimos:
La soledad, el deseo, la muerte, la esperanza, y que no hacen falta signos para decodificar unos ojos llenos de lágrimas, un abrazo, un apretón de manos, un golpe en la espalda, o un ceño fruncido.
Porque cada uno, tendrá su “propia vaca”, pero ahora nos mira fijo, y le entendemos.
Como dato, la vida protegida del protagonista, está asegurada por la invariable repetición.
La repetición, es una característica paradójica del tiempo, que es lineal e irreversible, y que sin embargo, de alguna manera, se repite en los días, las estaciones.
Al repetir su rutina, Roberto congela el tiempo:
Su padre sigue leyendo noticias absurdas, su madre coleccionando objetos...
Entre los hábitos repetitivos de Roberto en su casa, figura el cortar y pegar noticias en un álbum; se trata de su colección de recortes de diarios de todo el mundo, con noticias absurdas, increíbles.
En este espacio secreto, tenebroso, campea soberana la fantasía, con libertad total:
Muerte y sexo están unidos.
Las noticias absurdas, de humor negro, aun siendo trágicas, pueden provocar risa.
Al leerlas, Roberto se imagina a sí mismo, e imagina a los que conoce en la piel de los protagonistas.
Su fantasía, le permite matar y morir sin riesgo, de manera semejante a lo que nos sucede en las pesadillas, y en última instancia, en el cine.
La imitación, puede tener a veces un sentido irónico, como cuando Jun le ofrece, displicente, un pañuelo para que Roberto se limpie la sangre, retribuyendo con un gesto idéntico, lleno de sentido, la ayuda que ha recibido cuando cayó del taxi.
Otras repeticiones anafóricas, sistematizan Un Cuento Chino, marcando a veces, una idea o símbolo, como el avión, o la vaca.
De este modo, se crea un efecto de simetría favorable a la comparación, y a la sátira:
El avión, repite la idea de muerte absurda, cuando sirve para transportar la vaca, o los soldados ingleses en La Guerra de Las Malvinas.
Las imágenes, también permiten hacer un paralelo entre el avión que deja caer la vaca, y causa la muerte y, por otro lado, el joven chino, mensajero de esperanza, que es arrojado del taxi frente a Roberto.
La analogía se produce con el montaje:
Antes de que aparezca Jun, Roberto mira pasar un avión.
Aunque no cae nada del cielo en ese momento, alguien es arrojado de un taxi frente a él.
Esta sucesión de ideas en la pantalla, permite hacer el paralelo.
Por otro lado, lo mejor del diálogo, que resume Un Cuento Chino:
-“¿Cómo te trata la vida querido?”
-“Como el culo”
Así también, como gran fallo de guión, veo que no se explica bien a Roberto, no se entiende bien, por qué es así; y por qué ayuda al chino…
A medias, te cuentan una serie de razones:
La Guerra de Malvinas, la muerte de sus padres; pero en ninguna de ellas, te hace parecer que es algo tan grave, como para tirarse 20 años peleado con el mundo.
Con todo, estamos ante una historia, no necesariamente de amistad, pero sí de solidaridad, de amor al prójimo, del amparo frente al desamparo y, lógicamente, de la transformación interna de un hombre común.
La metáfora más evidente de ese cambio, se da en el que se produce en el patio de la casa de Roberto:
Un espacio desolado, arrumbado, lleno de porquerías del pasado, que ocupan lugar sin sentido que, de a poco, es vaciado, y puesto a nuevo, con una pared blanca recién pintada, con la caricatura de una vaca exuberante, y colmada de vida.
Una vaca que, en el pasado, en la vida del chino, fue sinónimo de pérdida desgraciada; pero, en la vida de Roberto, equivale al futuro, y al amor en pareja que, en la última imagen del personaje de Muriel Santa Ana, al lado de una vaca recién ordeñada, sintetiza el bello mensaje de Un Cuento Chino.
El mensaje es bastante claro:
La vida es un absurdo, que está repleto de hechos insólitos, ante la que más vale estar mal acompañado que solo.
Es una historia circular, la misma vaca que mata a la novia del chino, cae de un avión, el chino aparece cuando Ricardo Darín anda viendo aviones, como caído del cielo, esa misma vaca vuelve al mural de su casa, y ella le lleva nuevamente, a casa de su amada.
“Pídeme disculpas”
Una guerra, constituye un hecho traumático para la sociedad en general; es un suceso que siempre deja secuelas, daños irreversibles físicos, psíquicos, y sociales, principalmente, en las personas que luchan directamente en el campo de batalla.
La vida de los jóvenes sobrevivientes de La Guerra de Las Malvinas, que Argentina sostuvo con Gran Bretaña en 1982, tuvo una correlación en, un antes y después de la guerra, en la salud, y en su inserción social.
Con la pérdida de la contienda, ya no se los consideraba héroes, sino que eran condenados simbólicamente por la sociedad, dándoles la espalda, y evitando hablar sobre este lamentable hecho.
Así pues, en nuestro mundo globalizado, todos los días leemos la prensa, en papel, o en Internet, vemos un noticiero televisivo, o escuchamos los últimos avances de radio, y en cualquier lugar, los sucesos de la realidad, siempre superan a la ficción.
Siendo el desafío y el azar, nuestras constantes cotidianas de actualidad.
¿Qué clase de historia cuenta Un Cuento Chino?
Podría sintetizarse en una sola frase, diciendo que, es “la historia de un argentino y un chino, unidos por una vaca que cae del cielo”
También, podría decirse que es la historia de 2 hombres, un argentino y un chino, cuyas tragedias se cruzan en Buenos Aires, y de ese cruce, resulta la clave que resuelve la vida de ambos.
Un Cuento Chino, es una historia universal, pero a la vez, muy argentina.
Universal, porque habla de las cosas que nos angustian y duelen en el alma, algo que no tiene nacionalidad, ni tiempo.
Y muy argentina a la vez, porque su protagonista, es un excombatiente de La Guerra de Las Malvinas.
Esto es lo que les pasa a estos 2 seres, que provienen de las antípodas del mundo, y que, sin habérselo propuesto, serán el uno, la salvación del otro, y la posibilidad de seguir adelante, cada uno con su vida.
Este encuentro, entre 2 seres tan distintos, habla de aspectos del alma humana, como el abandono, la soledad, y la necesidad de supervivencia.
Es increíble que Un Cuento Chino este basada en una historia real.
El solo decir que, a una persona se le murió la novia aplastada por una vaca que cayó del cielo, hace que uno piense que algo así no puede ser verdad, pero la vida ya nos ha demostrado, que la realidad, muchas veces supera a la ficción.

“Algo inesperado, cae del cielo”



Comentarios

Entradas populares