Roman J. Israel, Esq.

“The real enemies aren't the ones on the outside, they're on the inside”

Epicuro fue un filósofo griego, de padres pobres:
Neocles, su padre, era maestro de escuela; y Queréstrates, su madre, adivina; y se educó en Samos, lugar en el que los atenienses habían establecido una colonia, de la que pasó a Atenas a la edad de 10 años, ciudad que abandonó a la muerte de Alejandro Magno.
Epicuro afirmó, que es bueno todo lo que produce placer, pues el placer, según él, es el principio y el fin de una vida feliz; pero para que el placer sea real, debe ser moderado, controlado y racional; y definió el placer, como la satisfacción de las necesidades del cuerpo y la tranquilidad del alma.
El ser humano está compuesto de cuerpo y alma, y los placeres de la última son superiores a los del cuerpo.
En su opinión, la paz interior puede alcanzarse al reducir las necesidades del cuerpo, y acabar con las inquietudes y temores.
El hombre es un ser libre, pero también un ser que está obligado.
La abogacía, por ejemplo, es una profesión de medios y no de resultados; lo cual quiere decir, que no puede asegurar los resultados exitosos, o anunciar que será el vencedor en el litigio, utilizando sus conocimientos jurídicos y estudios actualizados para el desempeño de su oficio, es decir, se basara en todos los medios lícitos necesarios y posibles para su logro; por lo que tiene la notable influencia en su entorno tanto social, judicial y administrativo; el comportamiento negativo o corrupto, que puede contaminar esos ámbitos.
Debido a esto, se hace necesario y de vital importancia que el abogado actúe apegado al Código de Ética.
Así, al actuar intencionalmente contra las normas morales y jurídicas, y las buenas costumbres, es desestimar el orden público, y manipular la buena fe con fines el logro o interés personal.
El abogado en ejercicio de su ministerio, directa o indirecta, intente o ejecute actos de concusión, soborno o cualesquier otro acto  de corrupción, incurre en grave falta contra el honor y la ética, sin perjuicio de las acciones legales a que hubiere lugar; o en arreglo con la contraparte a espaldas de su patrocinado; porque el abogado debe ser un hombre bueno, íntegro, honrado y recto en su conciencia, es decir, tener probidad.
Sin ella, el abogado no tendría autoridad moral para defender y luchar por la justicia, ni merecería la confianza de quienes le encargan su defensa o están sujetos a la resolución que dicte como juez.
El abogado tiene libertad para aceptar o rechazar los asuntos en que se solicite su patrocinio; pero tiene el deber de no aceptar aquellos en los que deba sostener tesis contrarias a sus convicciones, o cuando no esté de acuerdo con el cliente en la forma de plantearlo o llevarlo a cabo.
El abogado tiene el deber de ser leal con su cliente; leal con los jueces y funcionarios ante los cuáles aboga; leal con sus colegas y con su contrincante.
El término “Esquire”, abreviado Esq., es un término de origen británico, a su vez derivado del francés medio “esquier”, del francés antiguo “escuyer”, del latín vulgar “scutarius” que significa “escudero”; y se trata de un título no oficial de respeto, usado para denotar un cierto estatus social.
Hasta principios del siglo XX, se aplicaba a los miembros del “gentry” que no tenían ningún título de rango superior.
Este título lo utilizan ahora convencionalmente en Estados Unidos, los abogados y diplomáticos; tanto para hombres como para mujeres; aunque el título no está asignado por la ley de ningún estado a ninguna profesión, clase o estado en la sociedad.
En las cartas, por ejemplo, un abogado se dirige usualmente agregando el sufijo “Esquire”, abreviado Esq., precedido de una coma, después del nombre completo del abogado.
Por ejemplo:
Roman J. Israel, Esq.
“All rise”
Roman J. Israel, Esq., es un drama del año 2017, escrito y dirigido por Dan Gilroy.
Protagonizado por Denzel Washington, Colin Farrell, Carmen Ejogo, Shelley Hennig, Nazneen Contractor, Amanda Warren, Andrew T. Lee, Cynthia Dallas, Niles Fitch, Dominic Pace, Pablo Ramos, Ludwig Manukian, Margaret Newborn, Elisa Perry, Jean-Pierre Mouzon, Jocelyn Ayanna, Vince Cefalu, entre otros.
Originalmente titulado “Inner City” este drama está nominado a mejor actor para Denzel Washington en los Premios SAG y Golden Globes; y es un retrato apasionante y ocasionalmente conmovedor, de un hombre bueno que poco a poco se da cuenta de que puede ser el villano de su propia historia.
Ambientado en el bajo vientre del sobrecargado sistema judicial de Los Ángeles, Roman J. Israel, Esq. (Denzel Washington), es un hombre íntegro, que se vio seducido por el poder; por tanto, es la historia de un idealista que se ve tragado por la crisis.
Es un abogado defensor e impulsivo, que vive solo, y no tiene familia pues está dedicado a la profesión; es coleccionista de discos de vinilo, y adora el jazz.
Su vida, sin embargo, son las leyes, en las que no solo es genial, sino que tiene una memoria prodigiosa para los casos y los resultados judiciales.
Pero un día, el quebranto de la salud de su mentor y jefe, le revela cosas que le cambian la vida…
Israel, tiene que lanzarse a buscar trabajo luego de sus ejecutorias en La Corte, en donde no ha estado por mucho tiempo por sus pobres relaciones interpersonales, y ha fallado miserablemente.
Y finalmente es contratado por una empresa de Los Ángeles, que necesita su ayuda a cualquier precio.
La empresa está dirigida por uno de los antiguos estudiantes, el ambicioso abogado George Pierce (Colin Farrell), al tiempo que Roman comienza una amistad con una joven luchadora por la igualdad de derechos Maya Alston (Carmen Ejogo)
Sin embargo, una turbulenta serie de eventos desafían el activismo que siempre ha definido la carrera de Roman; y se ve envuelto en una serie de acontecimientos que le harán tomar decisiones difíciles, y quizá excesivas.
Ese viaje de descubrimientos está lleno de incidentes, digresiones y, a veces, sorprendentes cambios, ya que Israel se ve obligado a lidiar con un mundo que ha mantenido a raya durante 40 años.
Con su afro sin forma, gafas de aviador, y trajes desaliñados, Israel es un retroceso, como atestiguan su máquina de escribir eléctrica y carteles de Bayard Rustin y Angela Davis; y en su descripción del cansado activismo, perdido y renovado, el filme está bien adaptado a nuestros oscuros tiempos; porque Roman es un guerrero de justicia social, cuyo deseo de toda la vida, es la acción masiva y el cambio revolucionario.
Es notable cuando un cliente le pregunta a Israel, qué significa el “Esq.”; él le dice que es algo “ligeramente por encima del caballero, pero por debajo del caballero”
Esa idea sobrevolará toda la trama, examinando al abogado.
Mientras persigue su caballerosa búsqueda de justicia, Roman se convierte en una figura conmovedora y enormemente simpática, incluso cuando organiza una reunión con jóvenes activistas en el grupo sin fines de lucro de Maya.
Cuando castiga a los hombres en la audiencia por no ceder sus asientos a las mujeres, se lo acusa de utilizar un lenguaje “de género y condescendiente”
Y resulta curioso hasta antagónico, que Roman desconozca el avance en derechos de las mujeres y el feminismo, pero es algo que bien se aplica a ese “Esq.”, que apela su nombre.
Confieso que hacía tiempo que quería ver una película que hablara sobre la dignidad, sobre la pureza, sobre la decencia, sobre mantenerse en los principios, en la coherencia de ser y actuar, y aquí la encontré, al tiempo que es una película que muestra como la sociedad nos absorbe y nos convierte en otras personas, con tal de ser un ladrillo en la pared.
Una película que llama a reflexionar sobre quiénes somos y cómo actuamos.
Si uno no se ve reflejado en Roman, al menos conoce a alguien como él.
Porque ser fiel a sí mismo, tiene su precio.
“I'm tired of doing the impossible for the ungrateful”
En parte debido a la economía, en parte debido a la falta de imaginación, Hollywood apenas hace películas basadas en personajes.
Entonces tiene sentido Roman J. Israel, Esq., un drama salvajemente idiosincrático sobre un abogado salvajemente idiosincrático.
Tras “Nightcrawler” (2014), Dan Gilroy trae ahora otra historia que vuelve a poner en tela de juicio los valores morales de su protagonista.
En ese filme, teníamos a Lou Bloom (Jake Gyllenhaal), un camarógrafo monomaníaco, cuya falta de una brújula moral le permitió tener éxito en las noticias de la televisión local.
Roman J. Israel, Esq., tiene la misma determinación en sus actividades, pero por lo demás, es el opuesto de Lou:
Es un intrépido desventurado, cuyas compulsiones interfieren con sus ambiciones; pero este personaje es muy diferente.
Aquí, una vez más se sumerge en regiones desconocidas de su ciudad, en este caso, su centro rápidamente aburguesado, para crear un telón de fondo para su personaje indeleble, un abogado de defensa criminal progresista, en guerra con sus ideales más preciados.
Denzel Washington se convierte aquí en un abogado defensor, un hombre con vocación e idealista; sin embargo, su vida cambia drásticamente cuando su mentor, un ícono de los derechos civiles, muere.
Esa batalla ya está en marcha en la secuencia de apertura, durante la cual vemos al tipo aparecer en una pantalla de computadora en blanco, con su voz repitiendo lo que estamos leyendo:
Un escrito legal contra sí mismo, por romper las leyes no solo del estado de California sino también de la humanidad en general.
La película cambia a 3 semanas antes, cuando se siembran las semillas del descontento de Israel, y comienza su deslizamiento personal hacia el lado oscuro.
El abogado, Roman J. Israel, Esq., ha estado peleando la buena batalla, mientras que otros toman el crédito por una pequeña firma de abogados en Los Ángeles.
Él ha pasado años desarrollando un informe que cambiará el sistema de justicia, renunciando a una vida familiar y normal, para luchar por la justicia.
Corto en habilidades interpersonales, pero dotado de genio legal, Roman es el cerebro entre bastidores, y socio en un bufete de 2 socios con su ex profesor.
Cuando su compañero, el líder de la empresa, tiene un ataque al corazón, Israel se ve obligado de repente a asumir ese papel.
Descubre secretos sobre la firma de abogados que su compañero se escondió de él; y también descubre que la empresa está en quiebra, y se verá obligado a buscar un nuevo trabajo, después de enterarse de algunas cosas inquietantes sobre lo que ha hecho la firma de abogados, que incumple sus valores de ayudar a los pobres y desposeídos.
Mientras busca un nuevo trabajo, conoce a Maya Alston durante una entrevista de trabajo.
La entrevista de trabajo no va bien, pero Maya se encuentra tratando de mantener su conexión con Israel.
Toma un trabajo con George Pierce, la persona que su compañero puso a cargo de la empresa, si algo le sucediera.
Israel no encaja en la gran empresa, aunque Pierce le asigna varios clientes.
Uno de ellos es Derrell Ellerbee (DeRon Horton), que ha sido arrestado por un atraco/asesinato; él dice que no mató al empleado, pero está dispuesto a testificar contra el tirador:
Carter Johnson (Amari Cheatom)
Ellerbee le dice a Israel, que también sabe dónde encontrar a Johnson.
Sin embargo, Israel negocia mal con el abogado del estado.
No se negocia, y se mata a Ellerbee, antes de que su caso sea enjuiciado.
El mal manejo de Israel del Caso de Ellerbee, lleva a problemas para la empresa y para él mismo.
Israel se pone en contacto con familiares del empleado de la tienda asesinado, y acepta la oferta de una recompensa de $100.000 por la ubicación de Johnson.
El dinero le compra a Israel una nueva apariencia, y una actitud nueva y cínica; siendo mejor aceptado en el trabajo.
Por su parte, Maya, fiel a su palabra, llama a Israel para invitarlo a una cita profesional, a pesar de que la charla que le dio a algunos jóvenes estudiantes, a petición suya, no va muy bien.
Al tiempo, Maya comparte algunas de sus luchas con el idealismo y la realidad; y le da crédito a Israel por renovar su idealismo; mientras Pierce le agradece por una nueva inspiración, y comienza a incorporarlo en la agenda de justicia social en el trabajo de la empresa; pero Israel lucha con su hipocresía.
Johnson, arrestado, llama a la firma de abogados; y la visita de Pierce e Israel a Johnson, revela que sospecha que Israel tiene la misma ofensa que trastorna su conciencia:
Entregar a Johnson por la recompensa, y divulgar comunicaciones privilegiadas para beneficio personal.
En última instancia, Israel tiene que pagar el precio de su decisión, y es asesinado a tiros en la calle.
Sin embargo, la verdadera justicia todavía está a su alcance, cuando se archiva su escrito de más de 1,000 páginas.
Cuando Israel es asesinado, George presenta el escrito en nombre de Israel y de él mismo.
Lo que más me impresionó de este estudio de carácter, es lo que no es.
No se trata de un defensor apasionado y empobrecido de los oprimidos que son reclutados y corrompidos por una firma de abogados de lujo.
Tampoco se trata de que su personaje principal descubra secretos diabólicos sobre el bufete de abogados, y que tenga que elegir entre poner en peligro su carrera y su nueva seguridad para exponer la verdad.
En todo caso, el guión usa las expectativas para crear suspenso lento; porque este es un “thriller” moral, más que un “thriller” absoluto de persecuciones y conspiraciones.
El inicio pinta una vívida y tristemente precisa imagen de un sistema de defensa penal, con exceso de trabajo y mal pagado, donde los acusados son cobrados de más para asustarlos y pedirles que eviten que la mayoría de los casos se sometan a un juicio costoso y lento.
El propio Israel ha estado trabajando en un informe legal que espera recalibrará el sistema, ya que cree que el estado actual de las cosas, equivale a una falta de debido proceso.
En todo caso, el drama se refiere a que Roman tenga que luchar contra sus propios impulsos al aprovechar lujos recién descubiertos.
Y después de pasar toda la vida escondido en una oficina de la esquina escribiendo informes, mociones y descubrimientos, como los aspectos más importantes del litigio; Roman es empujado a un lugar más público, donde su personalidad choca con el mundo que lo rodea.
Ese acto de apertura, es donde brilla más, a medida que vemos el idealismo de Israel, e intenta volver al litigio civil agresivo, para crear un cambio social real en contraste con sus pares más jóvenes, que son quizás más realistas.
Las cosas eventualmente llegan a un punto crítico, cuando Roman hace lo que es francamente un error de cabeza hueca que cualquier asistente legal de primer año sabría que no debe hacer, y luego recibe un merecido estrangulamiento, y presume que su carrera está en peligro.
Cómo reacciona a eso, y las consecuencias de dichas acciones, componen el resto de la historia de Roman.
La película es muy rica en situaciones y simbolismos, véase el color o el nombre mismo del personaje principal; y no es casual que el protagonista sea un abogado que defienda Los Derechos Civiles.
El guion de John Gilroy, da un giro hacia el “thriller” e Israel se involucra en una aventura que en una circunstancia viola la ética que debe practicar un abogado en relación con su cliente.
Mientras tanto, Israel conoce a una mujer que trabaja para un grupo que ayuda a los indigentes, a mujeres que han sido discriminadas y abusadas, y mujeres que esperan igual trato, particularmente en cuanto a paga en el trabajo. 
Aun con ese grupo, Israel tiene problemas porque no logra controlar sus emociones, y no ha tenido suficiente contacto con el mundo externo que ha ido cambiando sin él darse cuenta.
Maya, sin embargo, conmovida por la situación del abogado, y consciente de que quiere de verdad ayudar al prójimo y al desposeído, mantiene contacto con él y trata de ayudarlo.
Denzel Washington, que aparece en todas las escenas, crea un personaje memorable, que en otro actor hubiera caído en el ridículo, pues el soberbio cambio físico no es tan impactante como el cambio moral y psicológico que experimenta, y que como Ícaro, voló cerca del Sol y se quemó.
Con un pequeño afro retro de los 70, y con relleno para hacerlo ver gordo y fofo, Washington es un compendio de situaciones en las que mete la pata, pero tiene un lado sentimental que revela su buena tendencia a ayudar a los que pertenecen a las partes más bajas de la ciudadanía.
Su escena cuando conoce por primera vez a Maya, vale la película, y sus cambios de estado anímico cuando comienza a tener un éxito, que está manchado por una acción poco ética, son notables por su capacidad de convencernos de que él reconoce que durará poco.
Él es un veterano reformador social, con un peinado anticuado y lentes que solo exageran su torpeza, y es casi seguro que está en algún lugar del espectro del autismo.
En una actuación que se pretende destacar la dificultad del personaje para hacer contacto visual, y su hábito de reír y sonreír con demasiado énfasis.
Tan intrigante como ver una película sobre alguien dotado pero constreñido por su propia mente, uno se pregunta si, después de Roman y Lou, Gilroy es capaz de escribir protagonistas que no están tan afectados por sus entornos.
Como parte de la transformación física de Roman J. Israel, Esq., hay un espacio visible entre los 2 dientes frontales de Denzel Washington.
Él tuvo la brecha arreglada con tapas dentales en algún momento, después de la escuela secundaria, pero decidió eliminarlos para este papel.
Y como contraparte, Colin Farrell que vuelve a demostrar que es un actor que si se planta frente a un actor legendario como Washington, será un “tour de forcé” que hay que ver, pues sale muy bien parado.
Carmen Ejogo, aparece como una defensora de los derechos civiles más joven que, a diferencia de los otros activistas que conocemos de su generación, reconoce las contribuciones pasadas de Roman, y explica que se siente privilegiada de conocerlo.
Este es otro programador de estudio en el que el único personaje femenino no tiene otro propósito más allá de tener a una mujer en un vehículo estelar festivo conducido por un hombre.
Roman, incluso comienza a creer en George, quien inexplicablemente se emociona con él, justo cuando Roman está causando estragos en la empresa.
Y cuando Roman hace no una, sino 2 escapadas simbólicas, una a Santa Mónica, otra al desierto, Roman J. Israel, Esq., parece una película que no tiene idea de hacia dónde se dirige… aunque sepamos que en esos momentos su mente está perturbada por la conciencia, y su actuar amoral.
Después del estreno en El Festival Internacional de Cine de Toronto 2017, el director Dan Gilroy y Denzel Washington, decidieron reestructurar y volver a enfocar partes de la narrativa, lo que resultó en la eliminación de 12 minutos de filmación, incluyendo una subtrama completa, siendo afectada en el tiempo de ejecución final, y una escena clave sobre el personaje de Colin Farrell pasando del tercer acto al anterior en la película.
El director dijo que el estreno sirvió más como “un examen de evaluación de muy alto nivel”, porque no había tiempo para hacerlo antes, y todos los involucrados están contentos con el corte final.
El problema con la película, es que el guion tiene demasiados baches y caminos truncos.
El papel de la hija del supuesto socio de Israel, en la situación en que este se encuentra, no está claro.
Tampoco tiene mucho sentido que Vernita (Lynda Gravatt), la jefa de su oficina, sabía sobre la situación de Israel.
Ella parece tenerle cariño, y es la que lo mantiene conectado con sus deberes.
¿Por qué no lo alertó sobre su situación?
En una firma legal creada para socorrer a la gente:
¿Qué clase de hombre era el profesor de Israel para dejarlo en la calle?
George Pierce, el nuevo jefe, es un misterio...
A veces truculento hacia Israel, otras dispuesto a salir en su defensa, no estamos seguros de sus motivaciones, ni de qué quiere de su nuevo empleado.
¿Por qué un hombre de la integridad de Israel, no alerta a tiempo a Pierce, de que no puede representar a un detenido porque se ha desarrollado una situación que violenta los preceptos de buena práctica de la abogacía?
Lo que sí nos queda del guión, que es valioso e importante, es que el sistema judicial y legal en los Estados Unidos, está viciado en contra de la gente de color y los pobres, y que los fiscales acusadores solo quieren hacer puntos encarcelando por tiempo exagerado a los que pertenecen a esos estratos sociales.
Junto con la idea nefasta y neoliberal, de tener prisiones “privatizadas”, el asqueroso asunto de querer tener más presos, se ha convertido en otro escándalo nacional, que enfatiza la avaricia del capitalismo de EEUU.
Con el gobierno que rige a Washington, DC, aún más con el horripilante Donald Trump a la cabeza, al momento solo queda esperar que cambie para ver si un gobierno demócrata tiene la voluntad de mejorar el sistema.
Puede que Roman J. Israel, Esq., no sea el tribunal que los fanáticos de los dramas han estado esperando.
En cambio, es un filme de estudio de personajes con una originalidad insospechada.
Queda la duda final, pues Washington no aparece después de la escena cuando aparentemente es asesinado a tiros.
Sin embargo, en la escena final, cuando Colin Farrell está presentando la demanda colectiva en una Corte Federal, el nombre de Roman Israel es el primer nombre que aparece en la parte superior de la primera página de la demanda, como uno de los abogados de los demandantes; y podemos presumir que su muerte, que no se vio, fue algo así como un escape; o bien, la página ya había sido firmada.
Una vez más, fue increíblemente emocionante darse cuenta de que la gran empresa de gran potencia de abogados no era malvada, y que Farrell realmente quiere que Israel tenga éxito, y realmente quiere volver a sus raíces de estudiante de derecho.
Esa inversión, que también toma a Roman por sorpresa, permite una eliminación de la historia esperada, y un aumento en el suspenso genuino.
Roman J. Israel, Esq., sigue siendo un regalo de actuación, y un poco pensativo de estudio de personajes de la vieja escuela.
Washington y Farrell están geniales, y es el tipo de película no de acción que me gustaría ver más; porque se convierte en la historia de un hombre que tal vez no tuvo éxito porque encontró la nobleza en la pobreza, y luego solo fue moral porque, nunca mantuvo sus principios, o su virtud fue puesta a prueba.
¿Acaso existe la pureza en este mundo?
“Each of us is better than the worst thing we ever did”
Queda claro que vivimos en una sociedad en la cual existe un profundo descrédito de la ética o, al menos, una desorientación importante respecto a la utilidad de la misma.
También nos encontramos ante un sobredimensionado desprestigio de la profesión de la abogacía, el cual no sólo es un problema nacional, sino mundial debido, entre otras cosas, a la hipernormatividad de las sociedades occidentales, a las disfuncionalidades de la administración de justicia, y a la falta de actitudes éticas por parte de los abogados.
El principio fundamental que debe tener todo abogado, es la ética y la moral, la cual hoy en día se ha perdido, debido a las acciones inmorales que se ha creado dentro de la abogacía, ya que el abogado tiene el deber de cumplir los reglamentos que les indica la Ley de Abogados, donde uno de sus deberes es; de obligatoriedad para los abogados, la defensa gratuita de los que han sido declarados pobres por los tribunales, otro seria que el abogado tiene el deber de ofrecer al cliente el concurso de la cultura y de la técnica que posee; aplicándolas con rectitud de conciencia y esmero en la defensa; ser prudente en el consejo, sereno en la acción, y proceder con lealtad, colaborando con el juez, en el triunfo de la justicia, etc.
Y es que el abogado de hoy en día, intenta día a día, sin resultados positivos en muchas ocasiones, cambiar la idea que tiene la población sobre la actuación de ellos; pero surge una interrogante:
¿Nos hemos puesto a pensar el porqué de esas ideas?
La respuesta es muy sencilla:
Con el transcurrir del tiempo, el profesional del Derecho se ha valido de su investidura para manejar las posibilidades a su conveniencia, pensando solo en su desarrollo personal, profesional y sobre todo económico, sin tomarle importancia a las consecuencias de sus actos; por consiguiente, concluyo que lo antes expuesto no encaja con la llamada “ética” que debe tener todo abogado, al contrario, la están deshonrando ante la sociedad.
Así como hay abogados íntegros y de ejercicios intachables que aman a su profesión; hay miles de abogados hoy en día, graduados únicamente por poseer un título como el “Esq.”, que están por el dinero más que por vocación y amor a lo justo.
Porque la justicia no se hizo para beneficio de uno solo, sino porque llamarla justicia; todos somos iguales; merecemos y tenemos el mismo valor ante ella...
En síntesis, se requiere de otra visión de la ética de la que predomina.
Una visión optimista que, aun cuando sea más difícil de desarrollar, sus beneficios justificarán el esfuerzo.
Por ello, Roman J. Israel, Esq., es nuevamente un espejo en el cual mirarse… el pozo profundo en que el idealista, como el político, fácilmente puede caer.

“You got to make a living”



Comentarios

  1. Perfecto! Necesitaba leer un análisis como este. Al final de la película no entendía que había sucedido; si en realidad fue asesinado o no. De esta película se me ha clavado entre ceja y ceja la frase ”La pureza no puede sobrevivir en este mundo”. La historia de Roman fácilmente puede ser comparada con la de cualquier persona con ética y de grandes valores, siendo indiferente la posición socioeconómica, sin distinción de raza y genero.

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