The Naked Maja

“The sleep of reason produces monsters”

La Casa de Alba de Tormes, conocida simplemente como Casa de Alba, es una casa nobiliaria española, originaria de La Corona de Castilla, que se remonta al siglo XIV; y cuyo nombre proviene del Ducado de Alba de Tormes, título de nobleza con Grandeza de España, otorgado a los Álvarez de Toledo, pertenecientes al linaje de La Casa de Toledo, denominación más conocida de La Casa de Álvarez de Toledo.
Tradicionalmente, el heredero del Ducado de Alba de Tormes, ostenta El Ducado de Huéscar; y su actual titular es Carlos Fitz-James Stuart y Martínez de Irujo, quien es El XIX Duque de Alba de Tormes; de esa manera, La Casa de Alba es la principal estirpe de la nobleza del Reino de España que goza de la característica de ser una de las familias más antiguas de la aristocracia de la sociedad española y, asimismo de ser una de las más famosas, prestigiosas y populares del Reino de España.
Su importante papel histórico y gran fortuna, hacen a La Casa de Alba propietaria de una de las mejores colecciones privadas de arte de la península, conservada en más de 20 Palacios y Castillos repartidos por toda la geografía española, algunos de los cuales, están cedidos a instituciones públicas para su mejor conservación y uso.
Como dato, de los 19 Duques que ha tenido La Casa de Alba a lo largo de la historia, únicamente en 3 oportunidades, su titularidad estuvo en cabeza de una mujer; y una de ella fue María Teresa de Silva Álvarez de Toledon, XIII Duquesa de Alba de Tormes por derecho propio y Grande de España; siendo una de las primeras mecenas del célebre pintor español Francisco de Goya, y la mujer más controvertida de su época, debido a su hermosura, riqueza, sensualidad y vida liberal.
Y es que la vida de la aristócrata fue una constante trama de historias propias de la literatura novelada; y hay quienes le atribuyeron un romance con Goya, quien la retrató en varios de sus cuadros, y quien se sintió desengañado por su carácter caprichoso; algunos, en cambio, negaron cualquier posibilidad de relación amorosa entre ellos, por la desigualdad social que les separaba; y otros apuntaron a que posó para el famoso cuadro “La Maja Desnuda”
Los datos reales y los novelescos, se entremezclaron en la biografía de La Duquesa; y se ha sostenido que sentía atracción por toreros y demás hombres de condición social inferior, y que incluso salía por las noches, vestida de maja, para disfrutar de diversiones vedadas a las damas respetables.
Su carácter imprevisible, contribuyó a este mito, pero era cariñosa con niños y pobres, y al mismo tiempo tenía veleidades caprichosas, de derroche y ostentación.
La Duquesa de Alba, inclusive compitió directamente con la propia Reina de España, María Luisa de Parma, esposa del Rey Carlos IV, en una época muy difícil para el sistema monárquico en general y la monarquía española en particular, del que no escapó tampoco la nobleza; así rivalizaban por sorprender en atuendo y lujos, para lo que importaban vestidos exclusivos de París.
La pugna entre ellas, se evidenció cuando, en 1795, su esposo, El Duque de Medina Sidonia, se sumó a la rebelión iniciada por El Brigadier de La Real Armada, Alejandro Malaspina, que fracasó en la intentona de expulsar de La Corte a Manuel Godoy, valido del Rey Carlos IV, y favorito de La Reina María Luisa.
Luego, La Reina atribuyó a Cayetana, su intención por acaparar la atención de Manuel Godoy, quien había ascendido como político con la protección de La Reina, pero que presuntamente también habría tenido relaciones con La Duquesa, cuando era ya viuda…
Por su parte, Francisco de Goya y Lucientes; quien desarrolló un estilo que inaugura El Romanticismo; pues “el arte goyesco” supone asimismo, el comienzo de la pintura contemporánea, fue el precursor de las vanguardias pictóricas del siglo XX; en especial, son famosas “Las Majas” de Goya, obras míticas y polémicas, tanto por la fecha de su realización, como por la figura que reflejan, por su primer propietario conocido, el destino que tuvieron, y las críticas que han suscitado.
Gran popularidad tiene su “Maja Desnuda”, en parte favorecida por la polémica generada en torno a la identidad de la bella retratada…
La “Maja Desnuda”, es un óleo sobre lienzo, de 98×191cm, obra de encargo, pintada entre 1790 y 1800, que formó con el tiempo, pareja del cuadro “Maja Vestida”, un óleo sobre lienzo, de 95×188cm, datada entre 1802 y 1805, probablemente a requerimiento de Manuel Godoy y Álvarez de Faria, noble y político español, favorito y Primer Ministro de Carlos IV; pues consta que formaron parte de un gabinete de su casa.
En origen, “Maja Vestida” y “su hermana”, “Maja Desnuda”, recibían el nombre de “Gitanas” y no de “Majas” siendo la primera referencia a una Venus pintada; así aparecen en el inventario realizado en 1808, de los bienes de Manuel Godoy, su primer propietario.
Para empezar, “La Vestida” tiene menores dimensiones que “La Desnuda”, y su ejecución fue mucho más rápida y resumida, no presenta el cuidado minucioso que sí tiene el diván, la almohada, y la sábana de “La Desnuda”, por lo que se cree que “La Vestida” está pintada como más deprisa, y con menos detallismo.
Las pinceladas son pastosas y densas, a diferencia de “La Desnuda”, con una enorme perfección académica en ellas.
Otro asunto muy comentado, fue la posición de la cabeza, algo forzada en relación al cuerpo, como si su cuello no presentase una postura natural y relajada.
Y la pregunta final:
¿Para qué pintó 2 cuadros del mismo personaje?
La primera mención que se tiene de la existencia de “Las Majas”, es la cita del diario del grabador y académico, Pedro González de Sepúlveda, de 1800, que la menciona en la colección de Godoy.
En 1808, a raíz del Motín de Aranjuez, y la abdicación de Carlos IV, el nuevo Rey Fernando VII, ordenó secuestrar los bienes del favorito.
En 1813, las 2 obras fueron llevadas al Depósito General de Secuestros de la calle Alcalá, donde se refiere por primera vez, a “Una mujer vestida de maja”, para después ser reclamadas ambas obras, por El Tribunal de La Inquisición, por ser “pinturas obscenas”
La sucesiva invasión francesa, impidió llevar a cabo el inventario de los bienes, y todo permaneció depositado en el “Almacén de Cristales” de La Real Academia de San Fernando de Madrid, en 1840.
Restablecida La Inquisición por El Monarca, al recuperarse la libertad, aquella confiscó el cuadro de “Maja Desnuda”, que seguramente estuvo en poder del Santo Oficio, hasta su definitiva desaparición.
De nuevo, fueron llevadas a La Academia, y se colocó en una sala oscura, cerrada al público, hasta fines del XIX; e ingresó en El Museo del Prado en 1901, y aparece citada en el catálogo de 1910, por primera vez.
La primacía temporal de “Maja Desnuda”, indica que en el momento de ser pintado, el cuadro no estaba pensado para formar pareja:
Posee una calidad tersa y aporcelanada, casi de esmalte; su concepto de perfección anatómica, tiene más de obra académica, que de mujer de carne y hueso.
Nacarada y casi transparente, contrasta con el lugar tan exquisito donde se halla tendida, en el que brillan los blancos y azules con fina intensidad.
Es casi neoclásica por su sentido escultórico, y aunque responde al tipo femenino habitual en la producción de grabados y dibujos del Maestro, es lo menos “goyesco” que pintó.
En ambas pinturas, se retrata de cuerpo entero a una misma hermosa mujer, recostada plácidamente en un lecho, y mirando directamente al observador.
No se trata de un desnudo mitológico, sino de una mujer real, contemporánea de Goya; y es la primera vez en toda la pintura española, en que se pinta un desnudo porque sí, sin excusas, y además, sensual y provocativo.
Antes, se pintaba algún desnudo que otro, nunca muchos, pero se disimulaba con ocurrencias, como que la modelo era sorprendida vistiéndose, o saliendo del baño, o bien una diosa clásica, a la que se le caía la túnica, y dejaba ver su anatomía.
En este caso, el desnudo es claro, sin disimulos, y Goya lo lleva más allá, al mostrarnos un gesto malicioso y resabiado en el rostro de la maja:
Ella se exhibe, y disfruta provocando al espectador.
Por si fuera poco, el centro del cuadro, coincide con su pubis, que aparece, por primera vez en la pintura universal, con vello púbico femenino, lo cual resalta el erotismo natural de la composición.
La chica se contonea, marca sus separados senos al retraer los brazos, y coloca las piernas elegantemente.
Presenta un cierto sonrojamiento en sus mejillas, muy atrayente al combinarse con su descaro y desparpajo posando; y contrasta su rostro poco agraciado, con la belleza de su cuerpo.
Desde el punto de vista meramente plástico, la calidad de su carnadura y la riqueza cromática de las telas, son los rasgos más notables.
Aunque se ubica dentro de la estética del neoclasicismo, como otras del mismo pintor, esta obra de Goya es audaz y atrevida para su época, como audaz es la expresión del rostro y actitud corporal de la modelo, que parece sonreír satisfecha y contenta de sus gracias.
El contraste se logra por la piel blanca y el terciopelo verde oscuro.
Aparte del diván y la maja, no existe nada más, el fondo es neutro, en tonos pardos, y no nos permite ni distraernos, ni identificar ninguna otra cosa; y de este modo, La Maja casi parece suspendida mediante su brillo y delicadeza, suspendida en un espacio oscuro que ella ilumina.
Cabe destacar, la particular luminosidad que Goya da al cuerpo de “La Desnuda”, luminosidad que contrasta con el resto del ambiente, y junto a esa luminosidad, la típica expresividad que Goya sabe dar a los ojos.
La postura provocativa de La Maja, podría incluso sugerir que se trata de una prostituta de alto postín, que se ofrece al mejor postor… pues la mirada pícara y atrayente, puede reforzar esta idea.
Por su parte, “La Maja Vestida” tiene menos fama que “Maja Desnuda”, pero no deja de ser igual de bella.
Aun cuando la modelo parezca ser la misma, y la posición y actitud sean idénticas, algo que no es sólo el contraste entre lo vestido y lo desnudo, distingue a las 2 Majas.
“Maja Vestida”, está tratada con una técnica más suelta, vibrante y libre, más “goyesca” en realidad, que “Maja Desnuda”
Ella es una mujer de la aristocracia, por su traje de alto copete, tumbada en un diván sobre almohadones, en una postura claramente sensual, porque se lleva los brazos detrás de la nuca.
La pincelada empleada aquí por Goya, es más suelta, más larga que en su compañera desnuda, lo que hace pensar que sería posterior.
El vestido blanco de esta Maja, lleva en la cintura, una lazada rosa.
Otra nota de color del cuadro, la pone la chaquetilla corta o bolero, de mangas anaranjadas, con los puños rematados con encaje negro; y lleva zapatos dorados de pequeño tamaño.
Aparentemente igual a la anterior, pero en realidad muy diferente, y no sólo por estar vestida; el diván está muy simplificado, por lo que no apreciamos el terciopelo, ni los encajes con el mismo mimo que en “la desnuda”
Es destacable, el delicadísimo talle “cintura de avispa” de “Maja Vestida”, realzado por las gasas de su traje-pantalón, y su faja marrón ceñida; pero a pesar de estar vestida, su anatomía es fácilmente adivinable, resultando finalmente, tan sensual como su colega desnuda.
La vibración de color, la delicadeza de los ropajes, y la manera de acusar el cuerpo bajo las telas, la hace más atractiva, e incluso incitante, respondiendo a la feliz definición de La Condesa de Pardo Bazán, quien la llamó “más que desnuda”
Como dato, los transparentes volantes de los almohadones, el breve bolero amarillo, o la faja rosada, son dignos de mención entre la riqueza cromática que Goya desplegó a lo largo de su vida.
Para muchos espectadores, “Maja Vestida” es más atractiva que su compañera, por lo ajustado de sus vestidos y la postura provocativa, ya se sabe que muchas veces, resulta más erótico insinuar, que mostrar.
Y no se trata de un tipo de “maja” popular en términos típicos, si se comparan atuendo y figura, con las de las protagonistas de tantos cartones de tapicería; no obstante, tampoco hay una visión distinguida acorde con los cánones de la época, ya que el ropaje está a mitad de camino entre la indumentaria de las “damas principales”, y el atuendo de las clases menos atendidas por la fortuna, aunque con una dignidad de porte, sumamente especial.
Aparte de ello, cabe destacar que no existe la anécdota, no hay narración apreciable, evidenciándose la pareja de majas, como la mujer en esencia, que busca ser admirada y deseada, valorándose el atractivo de su cuerpo, “desnuda” o “vestida”, en detrimento del interés del rostro, reducido a una pura máscara, esquemática y vulgar, lo que resulta todavía más peculiar en un artista que, como Goya, llevó a cabo algunos de los más distintivos retratos de la historia.
Así las cosas, sobre la identidad de la modelo, se representa en “Maja Desnuda” un cuerpo concreto, inspirado tal vez en el de La Duquesa de Alba.
Es sabido, que el aragonés pintó varios desnudos femeninos en El Álbum de Sanlúcar, y El Álbum de Madrid, al amparo de la intimidad con Cayetana, que reflejan su anatomía.
Rasgos como la esbelta cintura, y los pechos separados, coinciden con su apariencia física.
Sin embargo, el rostro es una idealización, casi un bosquejo, que se incorpora casi como un falso añadido, que no representa el rostro de ninguna mujer conocida de la época.
En todo caso, se ha sugerido que este retrato podría haber sido el de la amante de quien encargó la obra, Manuel Godoy:
Pepita Tudó.
Y claro está, se ha especulado con que la retratada sea La Duquesa de Alba, porque a la muerte de Cayetana en 1802, todos sus cuadros pasaron a propiedad de Godoy, a quien se sabe que pertenecieron las 2 majas.
El Generalísimo, tenía en su haber otros desnudos, como “La Venus del Espejo” de Velázquez.
Así las cosas, entonces todos los pintores querían ser Velázquez, hasta que llegó Goya; y ahora todos quisieron ser Goya; y liego poseer un Goya.
El pintor, no solo ha “protagonizado” diversas películas que hablan sobre él o su obra, como el filme de Henry Koster de 1958, sino que su estilo y sus temas se pueden encontrar en otros realizadores como:
Carlos Saura, Luis Buñuel, Francis Ford Coppola y Alfred Hitchcock, en lo que podría parecer la extensión audiovisual de sus grabados; o en Claude Chabrol, como retratistas ambos de un mundo de ricos podrido en su interior.
“I tell you that I have nothing more to wish for.
They were extremely pleased with my pictures, and expressed great satisfaction not only the King, but the Prince as well.
Neither I nor my works deserve such recognition”
The Naked Maja es un drama del año 1958, dirigido por Henry Koster.
Protagonizado por Ava Gardner, Anthony Franciosa, Amedeo Nazzari, Gino Cervi, Lea Padovani, Massimo Serato, Carlo Rizzo, Audrey McDonald, Ivana Kislinger, Renzo Cesana, Carlo Giustini, Carmen Mora, Patrick Crean, Peter Meersman, John Karlsen, John Horne, Tonio Selwart, Richard McNamara, Erminio Spalla, Pamela Sharp, Paul Muller, Stella Vitelleschi, Gustavo De Nardo, Yemiko Fullwood, Amru Sani, entre otros.
El guión es de Norman Corwin, Giorgio Prosperi y Albert Lewin; basados en una historia de Oscar Saul y Talbot Jennings; a la vez basado en una novela de Noel Gerson.
The Naked Maja es un melodrama argumental salpicado de detalles de historia que se hilvanan con el hilo sugerente de una narración profunda, de hondo calado político, como resortes que hacen saltar a la pantalla lances románticos y episodios poco conocidos del ámbito palaciego, de la nobleza y del pueblo en los primeros años del siglo XIX español; pero que se tuvo que rodar en Italia, porque en España, La Familia de Alba no consideraba que se le diese un tratamiento adecuado a María Cayetana.
La historia comienza antes de 1800, cuando las obras del filósofo Jean Jacques Rousseau están cambiando el pensamiento social de Europa.
Según la filosofía de Rousseau, todas las personas tienen dignidad y valor, y deben tener libertad de pensamiento.
La filosofía también ha introducido la creencia en la realización personal, la libertad de expresión y la autodeterminación, que finalmente condujo a las revoluciones francesa y estadounidense a fines del siglo XVIII, y a las revoluciones en toda Europa en 1850.
Debido a que María Teresa de Cayetana, La Duquesa de Alba (Ava Gardner) adopta la filosofía de Rousseau, ella es condenada por la vieja escuela de la España monárquica que se aferra a viejas ideas de una clase social rígida y puntos de vista dictatoriales.
De esa manera entra en la historia el pintor y campesino, Francisco Goya y Lucientes (Anthony Franciosa) que se convierte en un famoso pintor gracias a la influencia de La Duquesa de Alba.
No así El Primer Ministro Manuel Godoy (Amadeo Nazzari) que defiende o mejor dicho, obedece las pautas de la pérfida Reina María Luisa (Lea Padovani) ante la indulgencia y blandenguería de su marido, El Rey Carlos IV (Gino Cervi)
The Naked Maja es una visión lenta de los días menguantes del pintor zaragozano Francisco Goya y Lucientes en Madrid, mientras deambula por las calles de Madrid, y observa al levantamiento ciudadano contra las tropas de Napoleón.
De esa manera él retrata su relación con personajes históricos, y observa eventos, bailes, fiestas, pruebas de La Inquisición que inspiraron su trabajo.
Como lo más destacado del resultado de la película, es cuando se traen a la vida escenas de pinturas conocidas como “La representación de La Familia Carlos IV”, “La acusación de Mamelucos”, “Los rastros de La Inquisición”, “Los Caprichos” y muchos otros, claro está, “La Maja Desnuda” solo contiene una escena que cuestiona el título del filme, que mejor debió ser “María Teresa de Cayetana, La Duquesa de Alba” o bien, simplemente “Goya y La Duquesa”, por lo que vemos poco del proceso y la pintura en sí.
“Goya should be ordered to appear before this Inquisition tribunal so as to identify them and state whether they are his work, for what reasons he did them, at whose request and what intention guided him”
The Naked Maja es una coproducción ítalo-francesa-estadounidense, del año 1958, realizada por Silvio Clementelli y Goffredo Lombardo para Titanus Films y United Artists, con distribución internacional de MGM; parcialmente basado en hechos, pero predomina el melodrama lento; pues se basa en gran medida en la relación encantadora entre Goya y La Duquesa de Alba, de manera glamorosa y suntuosamente fotografiada.
Dirigida por Henry Koster y filmada con una melancolía penetrante, que hace que el drama sea lento, Koster, un veterano cineasta de Hollywood, experto en género histórico, desde el punto de vista cinematográfico, resulta vigorosa, seria, muy sólida, dinámica, exigente, fluida y de enérgica hechura.
Concreta en su definición, clara en su planteamiento, diáfana en su voluntad y resolutiva en su ejecución, con la fotografía del gran Giuseppe Rotunno, que consigue un acertado ambiente de época; no obstante, las locaciones tuvieron que buscarse en Italia.
Pero hay excelentes valores de producción que incluyen los preciosos trajes usados por Ava Gardner, los escenarios opulentos, la fotografía en color detallada, y la bonita partitura de fondo, llena de temas pseudo-españoles.
Y es que esa fue una época bastante sombría, la que le tocó vivir a Francisco de Goya, el pintor que se hizo mundialmente célebre por un par de cuadros colmados de color, piel y deseo, conocidos como “La Maja Vestida” y “La Maja Desnuda”, pero a quien muchos otros recordamos principalmente por su valeroso y elocuente registro de las expresiones populares, y de las infamias que, por aquellos oscuros tiempos, padecía la gente del común:
La miseria, la explotación, el miedo y la opresión, campeaban por doquier de la mano impía de una monarquía arrogante y decadente.
Crueldades atroces y atropellos inexcusables, provenían de La Inquisición, esa demencial organización clerical que, en nombre de Dios, asesinó y expropió a millares de personas, y violó, torturó y puso en la hoguera a cientos de mujeres hermosas e inocentes.
Y después, llegaría el afán imperialista de Napoleón Bonaparte, quien al parecer, aliado con un traidor al gobierno de Carlos IV, buscaría tomarse a España a como diera lugar.
Sin ser totalmente fiel a la cronología de los hechos, y muy probablemente, con algunas variables históricas en aras de aumentar los efectos dramáticos de la narración, el director Henry Koster, un hombre de altos principios e investigador serio antes de realizar cualquier filme histórico, se aproxima lo mejor que puede a la apasionada y profunda relación que, el talentoso don Paco, sostuvo con la admirable, polémica y comprometida María Teresa de Cayetana, mejor conocida como La Duquesa de Alba, una mujer de muchos quilates, a la que vemos tan fogosa, como defensora de la justicia y de la vida del artista.
Pero también vemos un monarca debilucho, sometido a los caprichos e infidelidades de su esposa, La Reina María Luisa, pero dispuesto a respaldar la labor artística del afamado pintor; o un Primer Ministro desleal, prepotente y oportunista; y un pueblo sojuzgado y sometido a toda suerte de vejámenes, sirven de marco a la apasionada e intensa relación que sostiene aquella inmortal pareja, pero que estará signada por la tragedia, porque con demasiada frecuencia, los justos no tienen lugar donde anida la perversión.
Y el cuadro más famoso de Francisco de Goya, “La Maja Desnuda” que da título a la película, se ve en unos encuadres poco claros, pero se nota que han usado una copia, naturalmente, y por supuesto, que a Goya se le ve pintando otros cuadros que no ése precisamente que le llevaría por un tiempo corto a ser condenado por La Inquisición, que aludía que era “un desnudo lujurioso”, pero gracias al sacrificio de La Duquesa de Alba que accede a los chantajes de Manuel Godoy que la quiere conquistar, consigue a cambio salvarle la vida, y dejarlo libre de la maldita Inquisición.
Sin un pretexto de significado alegórico o mitológico, la pintura fue “el primer desnudo femenino de tamaño natural totalmente profano en el arte occidental”; y la identidad de las Majas es incierta, y el filme no insiste en ello.
Las modelos más citadas, son La Duquesa de Alba, con quien a veces se pensaba que Goya tuvo una aventura; y Pepita Tudó, amante de Manuel Godoy; que las poseyó posteriormente.
Ninguna teoría ha sido verificada, y sigue siendo tan probable que las pinturas representen un compuesto idealizado; y como un drama romántico, The Naked Maja solo expone el choque de 2 estilos de actuación diferentes:
El histrionismo excesivamente intenso empleado por Anthony Franciosa, en la tradición del método y la técnica más natural de actuación en pantalla de Ava Gardner, como la mujer de la que se enamora impotentemente en primera vista.
Su actitud distante solo la hace irresistible, y hay una brillante escena de baile, donde la ardiente música flamenca española, hace que sus emociones cobren vida, al menos por la duración de esta secuencia.
De lo contrario, la pareja como amantes, nunca parece tan intensa como sugeriría el guión; muy a pesar del uso excesivo de maquillaje para los ojos, Gardner en este momento de su carrera, todavía era muy atractiva, en lo que es básicamente un papel unidimensional como mujer distante, con un pasado que no se atreve a declarar amor por el artista, hasta que sea demasiado tarde.
Las interpretaciones son correctas:
La Reina María Luisa, está totalmente odiosa; y El Rey Carlos IV da pena y asco según las secuencias, así como la mayoría de personajes que le rodean en La Corte.
Amadeo Nazzari está casi tan odioso como La Reina María Luisa, a quien obedece, y quizás la actuación menos agraciada sea la de Anthony Franciosa, casado con Shelly Winters, que al final se vino al rodaje, porque sospechaba que su marido estaba teniendo alguna relación con Ava Gardner, como así ocurrió.
Y la divina Ava Gardner, luce esplendorosa, recreando un romance bastante verosímil, pues al parecer, la atracción con Anthony Franciosa no fue meramente cinematográfica.
La Gardner hace una actuación magnífica en todas las partes de la película, puesto que se enamora de Francisco de Goya, pero por salvarle la vida, tiene que aparentar en determinado momento que ya no lo quiere, lo cual hace que Goya enferme de amor, y al final, aunque hay reencuentro y perdón, por culpa de la perfidia de La Reina y de Godoy, muere envenenada sin saberlo, pues le están administrando un veneno de actuación lenta, que la hace enfermar, y la medicina que le dan cada día, es precisamente el veneno que poco a poco la está matando.
En sus memorias, muy agradables, Ava Gardner recuerda la actuación de Anthony Franciosa como “actor de estudio”, que no tomó en serio:
“Su actuación, cuando él está delirando, y cuando orgullosamente le dice al Santo Oficio, que la belleza de una mujer se le dio al hombre por Dios es revelador”,
Gardner dice, cuánto tiempo pasó preguntándose, cómo tocaría eso en escena, y cómo entregaría esa línea.
Por otro lado, esta sería la última película que Ava Gardner haría para Metro Goldwyn Mayer, con lo que quedó liberada para poder escoger sus películas a partir de aquí, donde ya podía interpretar el papel de mujer madura y dada al alcohol…
A fin de cuentas, al ver la película, el espectador podría inspirarse para ver las huellas de las obras de Goya, y ver cómo expresó ideas de igualdad y compasión para la humanidad en su arte.
Al hacerlo, uno comprenderá la película en un contexto más amplio.
Ya desde los créditos iniciales, se notan varias de las pinturas de Goya, y en el desarrollo, Goya también pinta retratos de su muy cercana amiga, la alta y angulosa Duquesa de Alba, en una está vestida de blanco, y en la otra, de negro.
El retrato negro, muestra a La Duquesa señalando imperiosamente el suelo, donde se pueden ver las palabras “solo Goya” escritas en la arena a sus pies; y los frescos de La Ermita de San Antonio de La Florida, Los caprichos, la serie de grabados que representa una sátira de la sociedad española, sobre todo de la nobleza y del clero; o la pintura de La familia de Carlos IV, siguiendo el antecedente de “Las Meninas” de Velázquez, etc.
A The Naked Maja se le puede achacar que el guión es algo confuso, es una mezcla de arte, religión, intrigas, Rey irresoluto, Ministro malvado, y el ejército de Napoleón a la vuelta de la esquina, pero todo menos de “La Maja Desnuda”
Por último, una poderosa partitura del compositor Angelo Lavagnino, da fuerza y relieve a las situaciones más notables.
“As I am working for the public, I must continue to amuse them”
María Teresa de Silva Álvarez de Toledo, Duquesa de Alba, murió repentinamente en 1802, a los 40 años, en su Palacio de Buenavista, víctima de una fiebre.
Godoy, quien no se olvidó de su enemistad con su esposo, el fallecido Duque de Medina Sidonia, llevó a cabo la expropiación de varias de sus propiedades, entre ellos, El Palacio de Buenavista, en 1807; cuadros y joyas de La Colección Ducal.
Así, un gran número de sus famosas obras, pasaron a sus manos, como “La Venus del espejo” de Velázquez y “La educación de Cupido” de Correggio, ambos ahora en la National Gallery de Londres; mientras Carlos IV hizo lo propio con El Palacio de La Moncloa.
El 17 de noviembre de 1842, y con motivo del traslado sus restos mortales desde su sepultura original en La Capilla de Los Alba en La Iglesia del Salvador y San Nicolás, al cementerio de La Sacramental de San Isidro, se descubrió que el cuerpo de Cayetana había sido parcialmente mutilado:
Tenía las piernas serradas y le faltaba un pie.
Al parecer, al ser colocada en el ataúd, su altura impedía la correcta postura, y tuvieron que serrarle los pies para que cupiese en el féretro...
En 1945, el cadáver de La Duquesa fue exhumado por segunda vez, y sus restos sometidos a autopsia.
Su muerte finalmente fue atribuida a una meningoencefalitis de origen tuberculoso, lo que descartó el presunto envenenamiento por parte de Manuel Godoy, siguiendo las supuestas instrucciones de La Reina María Luisa de Parma.
En definitiva, gran parte de la fama de Las Majas, se debe a la polémica que siempre han suscitado.
Joaquín Ezquerra del Bayo, en su libro “La Duquesa de Alba y Goya”, afirma en 1959, basándose en la similitud de postura y dimensiones de las 2 majas, que estaban dispuestas de modo que, mediante un ingenioso mecanismo, “Maja Vestida” cubriera a “la desnuda”, como un juguete erótico del gabinete más secreto de Godoy…
Se sabe que El Duque de Osuna, en el siglo XIX, utilizó este procedimiento con un cuadro que, por medio de un resorte, dejaba ver otro de un desnudo.
Por ello, el cuadro permaneció oculto hasta 1910; como desnudo erótico que no se acoge a justificación iconográfica alguna, que causó un proceso inquisitorial a Goya en 1815, del cual salió absuelto, merced a la influencia de algún amigo poderoso…
Y es que Goya fue convocado por La Cámara Secreta de La Inquisición de Madrid, para reconocer ambas obras, declarar si eran suyas, indicar el motivo de su creación, y por cuenta de quién… pero nunca se supo, si Goya llegó a precisar todos estos extremos o no; sea lo que fuere, las incógnitas no han dejado de plantearse al respecto; y dadas ciertas similitudes físicas entre ambas damas, es probable que Goya, al retratar a Pepita Tudó, evocara a La Cayetana, como era llamada popularmente La Duquesa de Alba, y así la inmortalizara.
Muchas preguntas para pocas respuestas definitivas.
La verdad es que en todas las obras de Goya, nos encontramos con mensajes ocultos, dobles sentidos, segundas lecturas, y denuncias de la situación que le tocó vivir, disimuladas en aspectos inicialmente simples.
Así, los numerosos enigmas que recaban estas obras, las han convertido en objeto de atención permanente.
Ambas majas, se encuentran en exposición en el Museo del Prado, Madrid, España; y ha inspirado a otros artistas:
Jeffrey Meyers, en su libro “Cuarteto Impresionista: El Genio Íntimo de Manet y Morisot, Degas y Cassatt”, opina que La Olimpia de Manet “alude audazmente a otra obra maestra, “La Maja Desnuda de Goya”
Posteriormente, 2 conjuntos de estampillas que representan “La Maja Desnuda” en conmemoración del trabajo de Goya, fueron producidos en forma privada en 1930, y luego aprobados por la Autoridad Postal Española.
La novela “The Naked Maja” (1959) de Samuel Edwards, se basa en los asuntos de Goya con La Duquesa.

“Now she is yours... the matchless... the shameless beauty who lives forever as The Naked Maja!”


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