Mephisto

Terminando de ver “Mephisto” (1981) de István Szabó con Klaus Maria Brandauer, Ildikó Bánsági, Rolf Hoppe, Krystyna Janda, György Cserhalmi, Péter Andorai, entre otros.        

Drama húngaro, basado en la novela “Mephisto: einer romano Karriere” (1936) de Klaus Mann, una de las primeras novelas que abordó en toda su crudeza la realidad del Tercer Reich, por lo que fue prohibido en Alemania hasta el año 2000; y basado en el ex cuñado de Mann, Gustaf Gründgens, uno de los más famosos directores de teatro y actores de Alemania, cuya carrera continuó sin obstáculos durante los años del Régimen Nazi; de ahí que se discute acaloradamente hasta qué punto esto puede considerarse una colaboración deliberada con los nazis, destacándose como el más famoso Mephistopheles del “Faust” de Johann Wolfgang von Goethe.    

La película fue la primera producción húngara en ganar el Oscar como Película Extranjera, y la única hasta que ganó “Son of Saul” (2016) por lo que adapta el tema de Mefistófeles/Dr. Fausto, al hacer que el personaje principal abandone su conciencia, y continúe actuando y congraciarse con El Partido Nazi para mantener y mejorar su trabajo y posición social.  

Ambientada en la Alemania nazi de los años 30, Hendrik Höfgen es un típico oportunista, sin valores, arrogante y ansioso de poder, adaptable, inescrupuloso aunque no sin conciencia, ambicioso y vanidoso; al que la situación política no le interesa, hasta que los nazis empiezan a crecer en su poder y en su influencia, entonces su influencia dentro de la política, le permite sobrevivir para que los nazis logren tener una percepción favorable de él al Partido Nacional Socialista.   

De ahí que el papel de Höfgen es ambivalente, porque en varias ocasiones intenta ayudar a sus amigos; sin embargo, también teme perder su buen trabajo de manos de su adinerado mecenas.   

Por esta razón, se llama a sí mismo “un actor totalmente normal” y no puede entender por qué sus amigos se han distanciado de él... pero los negocios fáusticos nunca terminan bien.   

¿Cuál es el precio del éxito?   

La amarga ironía es que el mayor sueño del protagonista es convertirse en el mejor actor de Alemania, pero para lograr este sueño, vende su alma; y en el proceso se da cuenta demasiado tarde de que no está interpretando el papel de Mephisto, sino el de Fausto; es el líder nazi con un papel principal en la película, inspirado en Hermann Göring, quien es el verdadero Mephisto.  

En el filme se desarrollan temas como la desesperación y la ambición en un ambiente frío, dentro del conflicto político y psicológico; tanto que el propio Szabó se ha referido con frecuencia a este tema, como “la búsqueda de seguridad”; y un tema relacionado es el compromiso moral que se hace para triunfar en sistemas políticos inmorales.   

También Szabó ha dicho:  

“No creo que la vida sea posible sin hacer concesiones; la cuestión es sólo una de los límites... hasta dónde llegar.   

Cuando uno cruza la línea, entonces el compromiso comienza a ser malo, incluso mortal.  

Otro tema estrechamente relacionado está el de las artes, el teatro, pero también la música y el cine.   

La actuación, enorme Klaus Maria Brandauer, es clave porque se valora la complejidad psicológica; y de acuerdo con este enfoque, se emplea tomas de primeros planos largos para enfatizar el juego de emociones, que ocasionalmente conducen alrededor de la gente, también hace transparente el cambio del juego psicológico de cámara, y la observación impotente de los procesos de poder en los que el arte está literalmente involucrado.  

Así, la imponente actuación de Brandauer como Hendrik Höfgen es absolutamente impresionante:  

Su rostro, estatura, apariencia, ojos, todo encaja perfectamente en la imagen de la personalidad dividida del personaje principal, indicativo de esta personalidad es la pregunta del general nazi por qué Höfgen tiene un apretón de manos tan suave; y en cuanto a las imágenes, apenas hay espectador que pueda olvidar el rostro pálido de Mephisto en Brandauer, y las tomas de los momentos de locura, estimación, megalomanía, rabia de Höfgen y crea un estudio de un personaje obsesionado por el éxito, casi maníaco, que se instaló en contradicciones extremas para poder vivir en y para su arte, dejando claro que la seguridad de una existencia separada de la vida en una torre de marfil, es sólo una ilusión.  

La profesión de actor es una “metáfora ingeniosa” de “una adaptación al extremo, hasta la pérdida de uno mismo; quien hizo un pacto con el diablo, que en la figura del Primer Ministro de ninguna manera lo parece:  

No necesita violencia, tiene otros medios a su disposición; de ahí que Höfgen logra el ascenso traicionando a otras personas y se entrega al poder devorado por el miedo, la ambición y el genio.  

Pero también hay en el film personajes vagamente basados en personas reales como el mismo Gustaf Gründgens, está Hans Otto, Hermann y Emmy Göring, Thomas y Klaus Mann, Carl Sternheim y Max Reinhardt.  

Como dato curioso, ni una sola vez se menciona ni se muestra la imagen de Hitler; del mismo modo, el personaje del actor Rolf Hoppe, aunque obviamente retrata a Hermann Göring, nunca se menciona por su nombre, solo su título “Marshall” pues Göring era “reichsmarschall”, un título hecho especialmente para él, ya que fue el siguiente al mando de Hitler durante El Tercer Reich; y tampoco se hace el tradicional saludo nazi con el brazo levantado en la película.  

En definitiva, todos conocemos el arquetipo del “pacto fáustico”, en el que, a cambio de tu alma, el diablo concede tus deseos; pero:  

¿Por qué alguien querría hacer un trato así?   

¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero y perder su propia alma?   

“Mephisto” sugiere una respuesta, y no se encuentra en las maquinaciones malvadas del “Príncipe de Las Tinieblas y sus secuaces”, ni en ninguna tontería por el estilo; se encuentra en la psique humana; y en ese sentido, la película tiene un mérito más allá de su excelente actuación y otras características técnicas:   

Subvierte las devociones liberales del drama de Hollywood que resuelve todos los conflictos dentro de los confines del sistema social existente; socava la banalidad de gran parte de la crítica cinematográfica que dice que es “solo entretenimiento sin subtexto” como producido en un vacío social/histórico sin ningún punto de vista; y a través de los 2 personajes principales, en especial a través de Höfgen, el director plantea el tema del papel de la intelectualidad en el ascenso al poder nazi.   

¿Qué se suponía que iban a hacer?   

Los de la oposición murieron o se exiliaron... el resto siguió a los nazis, de buena gana o no.   

En esa Era de desesperanza:  

¿Debería uno vender su alma a Mephisto como lo hizo Höfgen, y luego subir al poder y salvar a quien pueda?   

En general:  

¿Somos desde nuestra posición, capaces de juzgar cómo deberían haber actuado la intelectualidad/los actores?    

La película sostiene que los artistas, como todo el mundo, tienen que asumir alguna responsabilidad y asumir un papel crítico, o arriesgarse a ser perseguidos, como Mephisto, por la conciencia de que se han convertido en peones de un juego peligroso.   

“Solo soy un actor”  

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