Whistle Down the Wind

Terminando de ver “Whistle Down the Wind” (1961) de Bryan Forbes con Hayley Mills, Bernard Lee, Alan Bates, Norman Bird, Elsie Wagstaff, Diane Holgate, Hamilton Dyce, entre otros.        

Drama basado en la novela homónima de 1959, escrita por Mary Hayley Bell sobre algunos niños que creen que un convicto fugitivo es Jesucristo y tratan de esconderlo de los adultos. 

El filme de 95 minutos lo tiene todo:  

Humor, patetismo, actuación experta, una hermosa cinematografía, hermosa banda sonora y trata las cuestiones más profundas de la existencia humana; temas de creencia, fe y el significado del amor. 

La autora del libro se basó en sus propios 3 hijos, incluida Hayley Mills, la protagonista, y se cree que su título se inspiró en el sonido del viento alrededor de las ventanas de arco de The Wick, la casa de la familia Mills Belll en Richmond Hill, Londres; y también el nombre del título proviene originalmente de la actividad de cazar con aves rapaces entrenadas, y significa “dejar que un halcón vuele libremente” 

Entonces, la novela se convirtió en una obra de teatro, y los derechos cinematográficos fueron comprados por Bryan Forbes y Richard Attenborough, donde inusualmente, casi todos los personajes principales son niños; todos magníficos, sin asomo de afectación y con enorme capacidad de convicción; por ello, la película intenta mostrar el mundo a través de los ojos de un niño inocente gracias a las expresiones faciales de los actores, incluido el hermosísimo Alan Bates en su debut, que nos permiten saber exactamente lo que está pasando en sus mentes, pero sutilmente, de una manera que nunca se ve hoy en día en películas donde todo debe ser; y así, los niños interactúan de forma totalmente natural, y no son meramente crédulos, sino curiosos y cuestionadores.   

En especial Hayley Mills, hija de Sir John Mills y la autora, encarna a ese niño que todos fuimos alguna vez, mediante una amplia gama de registros sorprendentes en alguien de su edad, y por aquello del tema mitómano; sin olvidar al pequeño Alan Barnes como Charles, todas sus escenas son impagables. 

Y es que los niños eran escolares locales reales de las aldeas de Lancashire alrededor de Burnley y Clitheroe que se utilizaron como extras; mientras los niños de la escuela primaria de Chatburn interpretaron a “los discípulos” 

Técnicamente, esta es la primera película de Bryan Forbes que fue un gran éxito de crítica y público, influyendo en muchas películas posteriores; todo un susurro de ingenuidad que se tiñe con el color de la dulzura, abarcando una delgada línea entre la fantasía y el realismo poético valiente, gracias a su eficaz estilo narrativo denota voluntad de suavidad y perfiles redondeados; porque es una película intensa, directa, cercana y el ambiente rural le proporciona un adicional valor de espontaneidad; pues retrata perfectamente la infancia y su mundo frente al cinísmo del mundo adulto, toda una joya por la forma en que Forbes juega con cierto simbolismo y por su habilidad para atrapar ciertos momentos únicos a través de unas imágenes fascinantes.   

De ahí que la historia contrasta la fe inocente de los niños con la de los adultos pragmáticos y desconfiados; con muchas alegorías, en personajes y eventos paralelos a los que se encuentran en la literatura cristiana histórica; pero sobre todo es un canto a la inocencia y la vulnerabilidad de la infancia. 

Llena de simbolismos referentes a La Pasión, encontramos escenas como la negación a Jesús con el silbido de un tren hasta la presentación de los 3 Reyes Magos y seguidos por un grupo de niños del campo/pastores hasta “La Última Cena” en la fiesta de cumpleaños a la escena de una crucifixión y una curiosa esperanza en La Resurrección. 

En el fondo, la película trata hábilmente de la cambiante Inglaterra de la época a principios de los 60s, la corriente principal del cristianismo había comenzado a perder su influencia sobre el pueblo inglés, aquella época del obispo Robinson y el debate sobre “Honesto con Dios”; la iglesia decadente y saqueada es representativa del declive de la religión organizada, yuxtapuesta con la “verdadera” fe de los niños.  

Sin embargo, las figuras religiosas no son ridiculizadas como sería el caso en la mayoría de las películas modernas, sino que se las trata con simpatía.  

Me gustó particularmente la expresión de incomodidad en el rostro de la maestra de escuela dominical, cuando le hacen una pregunta sobre Jesús que ella sabe que no puede responder con honestidad, y que torpemente elude; en contraste con las preocupaciones de los niños sobre Jesús, las preocupaciones de su vicario local son terrenales; por ejemplo, después de ser interrumpido en su lectura en un café, el Párroco evita todas las preguntas sobre Cristo, y cambia el tema acusando al mundo de robar propiedades de la iglesia... 

En muchos sentidos, la película es una elegía por una Inglaterra perdida, una Inglaterra donde los niños deambulan libremente por el campo, donde el teléfono más cercano está a media milla de distancia, y donde los niños viven en relativa pobreza material, pero con un fuerte amor familiar, donde los placeres simples se disfrutan y la fe permanece. 

En ese sentido, el final de la película es de refuerzo religioso más que de decepción, incluso cuando “El Hombre” es entregado a las autoridades, existe la sensación de que el asesino ha sido redimido por la inocencia y la confianza de sus admiradores. 

Y eso es porque Kathy necesita creer, incluso después de que la policía se lo lleve, incluso “El Hombre” deja caer una imagen del Salvador que parece simbolizar no solo la caída en desgracia del prisionero, sino una señal más para Kathy de que, sí, este hombre misterioso podría ser Él.  

Vista hoy, es una película dura que dice que perdemos la esperanza y la fe a medida que maduramos, lo cual no es una idea original para una película, pero la idea está allí. 

Finalmente, la banda sonora y el tema musical de Malcolm Arnold se convirtió en un clásico, donde el famoso silbido es hecho por el mismo Sir Richard Attenborough.   

En 1996, Andrew Lloyd Webber y Jim Steinman escribieron una famosa versión musical que es otra obra maestra que traslada la historia al norte de Louisiana, EEUU. 

Esta es una de las pocas películas que pueden hacerme llorar, tal vez porque me recuerda al niño que una vez fui... 

“No es Jesús, es solo un amigo” 

RECOMENDADA        




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