The Mauritanian

Terminando de ver “The Mauritanian” (2021) de Kevin Macdonald con Jodie Foster, Tahar Rahim, Shailene Woodley, Benedict Cumberbatch, Zachary Levi, Corey Johnson, Langley Kirkwood, David Fynn, Darron Meyer, Arthur Falko, Stevel Marc, Walter van Dyk, Daniel Kühne, entre otros.  

Drama basado en las memorias “Guantánamo Diary” (2015) de Mohamedou Ould Salahi y su experiencia de 14 años cuando estuvo retenido sin cargos en El Campo de Detención de La Bahía de Guantánamo; por lo que la historia inicia con su captura en 2001 por el gobierno de Estados Unidos bajo la autoridad de La Autorización para El Uso de la Fuerza Militar (AUMF) y languidece en El Campo de Detención de Guantánamo sin cargos ni juicio.   

Perdiendo toda esperanza, Salahi encuentra aliados en una abogada defensora y su asociada... y juntos se enfrentan a innumerables obstáculos en una búsqueda desesperada de justicia.   

Pero su controvertida defensa, junto con la evidencia fabricada descubierta por el formidable fiscal militar, finalmente revela una conspiración impactante y de gran alcance. 

La película es un fuerte alegato cinematográfico para que prevalezca la tolerancia y la justicia en cualquier sistema legal, y específicamente es un señalamiento directo a EEUU para que cierre El Campo de Concentración en Cuba.  

Los productores, Lloyd Levin y Michael Bronner, ya habían colaborado previamente en películas de temática similar como “United 93” y “Green Zone”, y en esta ocasión, el guión de MB Traven, Rory Haines y Sohrab Noshirvani tiene un diálogo convincente y fuertes momentos angustiantes, con “flashbacks” fuera de secuencia que brindan su historia de fondo; aunque estas escenas tienden a ralentizar el ritmo de la película, sirven más como subtrama que como exposición necesaria.   

Y no se escatiman golpes cuando se trata de cuán incompetentes e inhumanas fueron las políticas del horripilante Donald Rumsfeld en Guantánamo; pero la película se concentra en la investigación y las maniobras legales, y sobresale con sus 2 destacadas actuaciones de los actores principales.  

Tahar Rahim, que ya tiene una gran cantidad de películas en su haber, como la extraordinaria “Un Prophète” (2009) logra mostrarnos cómo su fuerza y su desilusión cambian, y ofrece un retrato desgarrador del hombre torturado y acusado; mientras la 2 veces oscarizada Jodie Foster, domina en su papel sensato como su cruzada, una mujer más preocupada por la ley que por la moralidad de su cliente.   

Sus momentos abogado/cliente juntos, son excelentes, sobre todo cuando no hablan y es la mirada la que actúa, son actores que dominan la gestualidad impresionantemente porque ayudan a generar interés en el drama legal.   

En los secundarios, Zachary Lev y Benedict Cumberbatch parecen productos estereotipados de esa Era de actividades terroristas y paranoia, con soldados militares entusiastas, abogados defensores de mentalidad liberal, el cliente inocente o no tan inocente... el fiscal que interroga, etc.   

Pero el escenario básico de la injusticia suena cierto, y ofrece a los espectadores un drama apasionante digno de conversatorio, porque guste o no, tales situaciones prevalecen en algunos países; por ello la película es oportuna, para no olvidar que también “el país abanderado de la libertad” ha cometido muchos errores, muchos por miedo y otros por querer darle un rostro para culpar, pasando por encima del derecho, la legalidad y la humanidad; por eso, las escenas de la prisión están excepcionalmente bien realizadas, sin mostrar mucho para que el filme llegue al público en general.  

Si podemos achacarle algo al reparto, es el personaje de Shailene Woodley, la abogada junior, que está mal dibujado, pues está presente antes de desaparecer de la vista hasta el final, y no le da muchas oportunidades de hacer algo con el papel; y para crédito del cineasta, la película no confirma la culpabilidad o inocencia de Salahi de las acusaciones criminales, aunque sí culpa de su confinamiento ilegal únicamente al gobierno de los Estados Unidos; por ello uno desearía que la película contuviera más escenas de tribunales que de investigación; esto podría haber arrojado más luz sobre el caso y sus personajes.  

Lo mejor, es la manera original de contar la historia, sin ser muy “drama de Corte” y sin mostrar “gore” aquí la cámara logra captar momentos de mucho suspenso, angustia y zozobra.  

Como dato, Mohamedou Ould Salahi, fue una de las pocas personas detenidas en Guantánamo que, según las autoridades estadounidenses, habían sido torturadas. 

Por ello, escribió unas memorias en 2005 mientras estaba encarcelado, que el gobierno de Estados Unidos desclasificó en 2012 con censura hasta que se publicaron en 2015 y se convirtieron en un éxito de ventas internacional; siendo Salahi, el primer detenido en publicar una memoria mientras estuvo encarcelado; aunque se le prohibió recibir una copia de su libro mientras estaba encarcelado.  

Además, Salahi escribió otros 4 libros mientras estaba detenido, uno de los cuales describe como “sobre encontrar la felicidad en un lugar sin esperanza”, y aun así, no se le ha permitido acceder a estos libros desde que lo sacaron de Guantánamo. 

Por otro lado, el otro protagonista ausente, Donald Rumsfeld, aprobó el uso de “técnicas mejoradas de interrogatorio” que los críticos han calificado de tortura; por los que Salahi fue sometido a privación de sueño, aislamiento, temperaturas extremas, golpizas y humillación sexual en Guantánamo; y en un incidente documentado, hasta le vendaron los ojos y lo llevaron al mar en un barco para simular una ejecución.   

No obstante, El Teniente Coronel, Stuart Couch, otro de los grandes actores del drama, se negó a procesar a Salahi en una comisión militar en 2003; porque fiel a su compromiso con el derecho, dijo que “las declaraciones incriminatorias de Salahi, el núcleo del caso del gobierno, se habían tomado mediante tortura, lo que las hacía inadmisibles según el derecho estadounidense e internacional”, algo que a los militares les valía verga, pues ellos solo necesitaban un “chivo expiatorio” para calmar al populacho aborregado y asustado de EEUU.  

Sin embargo, en 2007, El Juez Federal de Distrito, Thomas F. Hogan, dictaminó que Rumsfeld “no podía ser considerado personalmente responsable de las acciones tomadas en relación con su trabajo en el gobierno”  

¡Hijueputas!  

Al final, el 29 de enero de 2021, el New York Review of Books publicó una carta abierta de Salahi y otras 6 personas que anteriormente estaban detenidas en Guantánamo, al recién inaugurado presidente Joe Biden, pidiéndole que cerrara El Campo de Concentración de Guantánamo.  

Total, revelar algunos de los secretos no tan secretos detrás del encarcelamiento de los inocentes, la tortura y el tormento de los desafortunados, la proximidad en el tiempo y el espacio a un lugar al que probablemente llamas “hogar”, lo que refuerza el impacto de las lecciones que rara vez se aprenden, y la abrumadora ignorancia de los encomendados para protegernos cuando se nos dé carta blanca para hacerlo; es lo que nos deja “The Mauritanian”, una visión muy profunda de hasta qué punto los gobiernos van a encubrir la justicia pronta y cumplida y sobre cómo tratan a los prisioneros; pues parece que en Estados Unidos, como en otros países del mundo, se hace todo lo posible para obtener testigos falsos contra cualquiera.   

¡Horror!  

El fin no justifica los medios, que es algo que se saca a la luz en esta película.  

“No importa lo que creamos; lo que importa es lo que podamos demostrar”  

¡Presidente Biden, CIERRE GUANTÁNAMO!  

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