Collateral

“It started like any other night”

Un sicario o asesino a sueldo es una persona que mata por encargo a cambio de un precio.
Es una figura conocida por el derecho romano que reguló especialmente su condena penal, por la particular crueldad con que se conducían estos asesinos, mediante la “lex cornelia de sicariis et veneficis” o Ley Cornelia sobre apuñaladores y envenenadores, del año 81 antes de nuestra era.
Su nombre proviene de la sica, puñal o daga pequeña, fácilmente ocultable en los pliegues de la toga o bajo la capa.
Su actividad estuvo vinculada en principio a la política, actuando en las asambleas populares, particularmente durante el peregrinaje al templo, cuando apuñalaban a sus enemigos, contrarios políticos de sus amos o simpatizantes -cliente- de ellos, lamentándose ostensiblemente después del hecho para escapar de la detención.
Literalmente sicarius significa “hombre-daga”
Su manera de hacer el trabajo difiere mucho de otros asesinos, puesto que dependiendo de la situación, ellos tienen que plantear un escenario adecuado al de la víctima.
Esto puede ser de tres formas:
Público:
Eliminan al objetivo sin importar la presencia de otras personas, haciéndolo parecer un asalto, haciéndolo parecer un acto de terrorismo: eliminando a las personas más cercanas o simplemente sorprendiendo a su objetivo de frente.
Limpio:
Eliminando solamente al objetivo, sin testigos: en caso de que hubiera también son eliminados, rápido y sin rodeos.
Disfrazado:
Eliminando al objetivo, sin testigos, planteando una situación que pudiera hacerlo parecer un accidente, suicidio o cualquier otra cosa que este distante de la realidad.
Debido a que los sicarios tienen un trabajo muy arriesgado, usualmente trabajan en equipos de cuatro con un comandante al mando.
Aquellos que disponen de sus servicios solo los llaman cuando tienen que darles un blanco a eliminar, y siempre usan un léxico (claves) muy diferente que solo ellos entienden para evitar que alguien ajeno a la conversación los entienda.
Los profesionales evitan incluso ser visto por sus clientes, como método de prevención ante cualquier chantaje o traición por parte de quien le fuera a pagar.
Los sicarios, dependiendo de su nivel, trabajan para todo tipo de gente, desde gente de bajos recursos económicos, hasta con el crimen organizado.
La cantidad de dinero que reciben los sicarios por sus servicios varía dependiendo de su nivel y de quién sea el contratante.
Si se tratara de una persona ordinaria, la cantidad de dinero difiere mucho a la de un político, empresario o miembro importante de alguna mafia.
Por otro lado, el tema de los taxis y los taxistas viene y va con el cine.
Los taxis son lugares de encuentro, de conversación, de despedida.
Los taxistas son unos confesores motorizados, el interlocutor perfecto para el ciudadano invisible, para el perdido y como no, para un sicario.
“I am a cool guy, with a job I contracted to do”
Collateral es una película estadounidense de 2004, dirigida por Michael Mann y escrita por Stuart Beattie, fue re-escrita por Michael Mann y Frank Darabont pero estos no aparecieron en los créditos como tales.
El aclamado director Michael Mann brinda su inconfundible estética a este thriller estilizado que cuenta con una actuación cautivante de un ENORME Tom Cruise, Jamie Foxx, Jada Pinkett Smith, Mark Ruffalo, Peter Berg, Bruce McGill, Debi Mazar, Javier Bardem, Irma P. Hall, Richard T. Jones, Jason Statham y Barry Shabaka Henley.
Collateral está rodada con cámara digital de vídeo de alta definición en un 80 por ciento.
Michael Mann sabía que la película estándar de 35 mm no podría capturar la noche de la ciudad y transmitir lo que él deseaba al público.
Por eso, Mann se ha convertido en uno de los primeros directores de renombre en rodar casi toda una película con cámara digital, y el primero en usar una cámara modificada Thomson Grass Valley Viper Film Stream para retratar una ciudad como jamás se había hecho antes entre el anochecer y el amanecer.
El guión se basó en lo que le pasó a Beattie un día volviendo del aeropuerto en taxi.
Según el guionista comenzó a hablar con el taxista y, cuando llegó a su casa, parecían viejos amigos.
Entonces se le pasó por la cabeza que el taxista no sabía quién era él.
Podía ser un asesino y, sin embargo, siempre le daba la espalda.
Pensó que la idea tenía potencial para un guión: dos extraños sentados en un espacio restringido.
A partir de ahí, el argumento fue tomando cuerpo…
Cuando se decidió que Vincent debía ser un personaje un poco más mayor, Tom Cruise se vio obligado a teñirse el pelo de gris, lo cual lo elevó a la décima potencia e hizo de su personaje el mejor papel de la estrella.
Tom Cruise realiza el papel de villano, no el primero en su carrera como muchos dicen, pero sin duda esta interpretación congela la sangre con ese aire rudo que transmite, de ahí todo un acierto darle ese aspecto canoso, de experimentado y frío.
Tal vez una nominación de la Academia no le hubiera venido mal.
A todo actor siempre le viene bien hacer, de vez en cuando, un papel de villano y éste es el perfecto para Cruise.
Un hombre extraño del que sabemos poco, salvo que es un asesino que trabaja con una identidad que ni sus propios "Jefes" conocen, con una única misión que es la de terminar el trabajo.
Sin embargo, éste hombre se intenta centrar en sus víctimas, y a pesar de cargarse a quien le interrumpa su trabajo, es amable hasta cierto punto con el taxista Max (Foxx), al que le ve cierta humanidad, aunque eso no sea lo que le importe a Vincent.
Es cierto que está a punto de matarlo, sin embargo tras ser destrozado todo su material, encuentra en Max la solución para recuperarlo dando la cara por él y así ocultando nuevamente su verdadero rostro ante su superior, en este caso interpretado brevemente por un ENORME Javier Bardem.
Jamie Foxx es un fenómeno.
Consigue, sin caer en los tópicos de víctima desvalida en manos de un peligroso homicida, dar el pego como ciudadano medio que se ve involucrado de repente en un ambiente de enorme tensión, que se va adhiriendo a la nueva situación y va creciendo a lo largo de Collateral.
La historia carece de la estructura clásica: presentación, desarrollo, desenlace.
No conocemos el pasado de los personajes, sólo sus ambiciones, es decir, su proyección hacia el futuro.
En este sentido Collateral es un desenlace continuo.
También se aprecia en la creación y la evolución de los antagonistas.
Tom Cruise (Vincent) se sometió a una de las mayores metamorfosis de su carrera para crear a un villano despersonalizado y sumamente letal.
Por su parte Jamie Foxx (Max) asume el papel de héroe cotidiano y cívico de una manera contenida y racional, el perfecto contrapunto a su exterminador enemigo.
Collateral obtuvo 2 nominaciones al Oscar como mejor actor de reparto (Jamie Foxx) y montaje.
No obtuvo premio alguno.
“You attract attention, you're going to get people killed who didn't need to be”
Collateral comienza con el azar, que juega una mala pasada a Max, taxista de la ciudad de Los Ángeles, que recoge a Vincent, un ex agente de la CIA convertido en un asesino a sueldo o sicario, que se aprovechará de la ingenuidad, menguante durante el film, de su anfitrión, para llevar a cabo su trabajo y asesinar a cinco personas inmiscuidas en un importante caso.
Vemos dos alegorías en la presentación de los personajes, el optimismo del trabajador y el pesimismo del ejecutor que pretende argumentar su cometido en las atrocidades que diariamente suceden en el mundo y que todos vemos con una frialdad congeladora.
La filosofía del asesino es que todos lo somos, asesinos con nuestra indiferencia:
“¿Perteneces a alguna Organización no gubernamental? le pregunta a Fox” Collateral me dejó sorprendido por todo su contenido, tiene acción, tiene drama, tiene tensión, tiene una increíble fotografía, música, es prácticamente perfecta.
Vemos cambios periódicos poco a poco, el asesino perfecto va perdiendo el control de la situación, el asustadizo taxista va ganando en confianza a base de verse perdido, momentos como el que Cruise es literalmente un “Terminator” cuando entra en el edificio, no razona, sólo piensa en ejecutar el final de su plan y sacrificar a su último objetivo, la “Sarah Connor” del relato, para verle en un último plano paradójico en el metro, donde le vemos vencido, una escena que me recuerda al replicante Roy de “Blade Runner”, percibimos como muere apagándose como una vela convencido de que su tiempo a expirado.
Collateral es una obra maestra de Mann que ha sabido captar un montón de circunstancias en el corto período de una noche.
En un extremo del ring tenemos a Vincent: refinado filósofo ecléctico, amante del buen jazz y hermético asesino implacable.
Al otro lado del cuadrilátero está Max: buenazo, soñador y taxista temporalmente, aunque hace 12 años que conduce con bandera bajada.
Vincent tiene una lista y un plazo que cumplir y escoge a Max para que le lleve a ejecutar a sus víctimas.
No solamente se lo encuentra, lo escoge porque Max parece normal, vulnerable, maleable y sobre todo por el momento de su primera conversación en que le dice que tardarán 7 minutos en llegar a su destino, ni 6 ni 8.
Porque denota precisión, el valor más fundamental para el trabajo de Vincent.
Con esta premisa asistimos al “tour de forcé” de Max por sobrevivir a Vincent e intentar impedir que finalice su matanza particular, con el apabullante escenario de la dispersa y hostil ciudad de Los Ángeles como telón de fondo.
La sucesión de víctimas, ambientes, desarrollos, la acción paralela con la investigación policial con Mark Ruffalo, los geniales diálogos entre sus protagonistas, la escena en el club de jazz, etc.; la magistral concatenación de etapas de este viaje a los infiernos angelinos es simplemente sobrecogedora.
Lo mejor:
La ambivalencia en la relación Max-Vincent.
Las nihilistas reflexiones del asesino en cuanto a la relatividad de todo y la hipocresía de la moral occidental son simplemente acojonantes e incómodas por la carga de verdad que transpiran.
Michael Mann logra hacernos entender que estamos predestinados, porque hay situaciones que no buscamos y que por lo general no dependen de una decisión, sino de lo imprevisible, del factor imponderable que sobre el cual ningún ser humano posee el control absoluto.
Es relativo decir que éste sea el mensaje de Collateral, que mezcla mucho de comercial con el sello propio del director.
Mann desarrolla muy bien cada personaje, nos vamos enterando de sus vidas, sus ideas, sus creencias, con escenas para el recuerdo, escenas de acción planificadas al milímetro y llevadas a situaciones límite de una manera totalmente espontánea y natural, y que resultan enormemente excitantes para el espectador, sobre todo si no le disgustan este tipo de películas o escenas.
La parte de la discoteca, o el exagerado y brutal giro final, que, aún no sé cómo, funciona a las mil maravillas, son algunas de esas escenas que elevan al altar de los grandes thrillers a esta odisea por una LA oscura y violenta.
Así entonces, viene la pregunta:
¿Cómo reaccionar si te enteras que indirectamente estás llevando a un asesino a la futura escena del crimen?
La verdad que uno se hace muchas preguntas, al respecto.
Una vez que te has enterado de la situación en la que estás, sabes que no tienes escapatoria, sabes que si le sigues el juego, luego querrá matarte a ti por ser el único cabo suelto, y sabes que si no lo haces, también lo hará por el mismo detalle.
¿Pedir ayuda sin que se entere?
¿Pero a quién?
¿Cómo?
Y sobre todo…
¿Y si se entera?...
Collateral es el clásico asunto del involucramiento de un ciudadano corriente en una situación de extremo peligro sirve a Mann para intentar, dentro del contexto de la urbe angelina, conceder valía a los aspectos psicológicos del thriller, aposentando sus virtudes en la tibia exposición de unas personalidades contrapuestas, en el encuentro y acercamiento entre el bien y el mal, confinados en las figuras de unos personajes correctamente interpretados por un ENORME Cruise y un correcto Jamie Foxx, a quien Mann sabe extraer la suficiente química para que la trama, en cierta manera parabólica en el cotejo de distintas actitudes vitales, no caiga en un formulismo, que sí existe y que provoca cierto decaimiento en algunos pasajes, principalmente en aquellos en los que la acción toma el protagonismo.

“There's no good reason, there's no bad reason to live or to die”


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