Midnight In Paris

“You can fool me, but you cannot fool Ernest Hemingway!”

Francia es un país de riqueza cultural muy diversa, inclusive se dice que ha dado a Europa y al mundo entero las más grandes artes concebidas por el hombre.
Sus valores de libertad, igualdad y fraternidad, y su Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, son herencias que la humanidad entera recoge.
Francia tiene destacadísimos aportes a la Humanidad en los campos de las ciencias, las letras, las artes y todos los saberes.
Caracterizada por el Protocolo y Buenos Modales, tiene valiosas tradiciones, entre ellas la exquisita gastronomía, en la que destacan sus quesos y vinos; también, la Alta costura, y su tradición de excelencia en todos los campos.
La cultura de Francia es un factor presente en el desarrollo de la cultura de países relativamente nuevos, como Canadá y Estados Unidos.
La Ville Lumière ha sido un centro cultural y artístico relevante en la historia occidental.
En ella nacieron, se formaron o desarrollaron sus carreras figuras francesas de la talla de René Descartes, Voltaire, Victor Hugo, Émile Zola, Alexandre Dumas, hijo; Edgar Degas y Claude Monet entre otros.
Desde comienzos del siglo XIX y hasta finales de la década de 1960, París fue el Centro Mundial Del Arte.
Este periodo recibió su brillo de emblemáticos representantes del arte francés como Braque, Duchamp o Matisse y varios artistas extranjeros como Beckett, Brancusi, Brecht, Buñuel, Hemingway, Joyce, Kandinsky, Mondrian, Picasso y Stravinski.
En esta época hubo un progresivo desplazamiento de los centros creativos por diferentes barrios de la ciudad: desde Montmartre, cuna del cubismo, a Montparnasse, escenario de la bohemia de entreguerras y del surrealismo, hasta Saint-Germain-des-Prés, centro del movimiento existencialista asociado con Jean-Paul Sartre, y finalmente al Barrio Latino, escenario del Mayo francés.
Todos estos núcleos conservan su preeminencia dentro de la vida cultural de la ciudad.
Muchos son los autores que han desarrollado sus historias teniendo a la capital francesa como escenario.
Tal es el caso de “Rayuela” (1963) de Julio Cortázar y “París Era Una Fiesta”
(1964) de Ernest Hemingway.
Además, la ciudad cuenta con el mayor contenido de obras de arte, distribuido en sus numerosos museos y colecciones privadas.
Dentro de estos tesoros el más destacado es “La Gioconda”, una pintura de valor incalculable.
“That Paris exists and anyone could choose to live anywhere else in the world will always be a mystery to me”
Midnight In Paris es una comedia romántica escrita y dirigida por Woody Allen, protagonizada por Owen Wilson, Marion Cotillard, Rachel McAdams, Corey Stoll, Kurt Fuller, Mimi Kennedy, Michael Sheen, Kathy Bates, Léa Seydoux, Alison Pill, Tom Hiddleston, Adrien Brody, Vincent Menjou Cortes, Carla Bruni, Olivier Rabourdin, François Rostain, Yves Heck, Adrien de Van, Nina Arianda, Marcial Di Fonzo Bo y Gad Elmaleh.
Midnight In Paris obtuvo 4 nominaciones como Mejor película, director, guión original y dirección artística.
Midnight In Paris es una comedia mágica sobre la aceptación individual, sin servilismos, de la realidad histórica y personal que nos ha tocado sufrir/disfrutar, tratado sobre la validez de los sueños para seguir adelante, la propuesta queda como un sencillo ejemplo de efectividad cinematográfica, con un desarrollo ameno y flexible durante su poco más de hora y media de duración.
Midnight In Paris es arte, literatura, poesía, filosofía, preguntas universales y sobre todo mucha fantasía de lo más delicada y hermosa, íntima y personal, pero al mismo tiempo de todos, en especial de todos los que amamos el arte y el cine.
En Midnight In Paris claramente se observa que la ciudad tiene un rol fundamental dentro del guión, no funciona sólo como un simple escenario, sino que sirve de complemento en la evolución del protagonista a lo largo de la película a manera de viaje iniciático.
Paris acompaña simbólicamente y activamente el desarrollo del largometraje.
¿Cualquier tiempo pasado siempre fue mejor?
Esta es la pregunta que nos plantea este director.
El Paris de hoy en día, que un principio se nos presenta, como si de un vídeo de una agencia de viajes se tratara, al sonar las doce se transforma en el Paris intelectual y bohemio de los años veinte, donde conviven músicos, escritores, pintores y toreros de renombre.
No es pedante señalar que se ha de tener un poco de cultura, para reconocer personajes y situaciones.
Midnight In Paris podría considerarse como una lectura cinematográfica de “París Era Una Fiesta” de Ernest Hemingway, la célebre crónica póstuma del escritor norteamericano sobre su vida parisina en la década de los veinte.
En “París Era Una Fiesta”, Hemingway establece esa gran amistad del círculo intelectual de escritores y artistas de esa época, sobre el que gravitaban tres grandes personalidades: James Joyce, Gertrude Stein y Silvia Beach: el artista, el crítico y el editor, fueron las tres emulaciones estéticas e intelectuales del círculo de jóvenes de aquella época.
Woody Allen, en Midnight In Paris, capta mucho de esa vida parisina que Hemingway describió con gran maestría en su breve crónica, en la que todo el mundo era pobre, pero feliz, según narra Hemingway en su libro.
Los diálogos en boca de esos cuatro "turistas" resumen incisividad, ingenio, humor, crítica, homenajes, propios de todo guión alleniano.
Una frase basta para arremeter contra la mitad de los norteamericanos: los votantes del Partido Republicano, considerados subnormales; otra destacará la ignorancia cultural de los estadounidenses.
Asoman los jocosos cuestionamientos al pasado, al presente, y al futuro: la muerte.
Y muchos de los tópicos tocados por Allen en películas realizadas.
Constantes que permanecerán cuando Midnight In Paris, en derroche imaginativo, penetra en el área de lo fantástico.
Woody Allen, genial, enamorado de la nostalgia, cinéfilo indisimulado, ofrece mil y una opciones al espectador a partir de subjetivas pistas y referencias.
En cierto modo es un jarro de agua fría a la melancolía incurable de los nostálgicos que idolatran el ayer, idealizando edades de oro que contrastan con la deriva infame del presente, en el arte y en la vida.
¿Es inevitable?
A las líneas de diálogo, tomadas visiblemente de vida y obra de los "famosos" aquí presentes, se adicionan otras lecturas, válidas, privativas de quien contempla Midnight In Paris.
El maravilloso ingreso al pasado del escritor (¿una ensoñación?) ocurre a medianoche, cuando "Cenicienta", en tránsito inverso, viajaba del esplendente baile a la grisura cotidiana.
No debe olvidarse que esta es la historia de "Un Americano En París", generando una oleada fílmico musical con particular e indirecto tributo a Gene Kelly, Leslie Caron, Vincente Minnelli, y George Gershwin.
También es interesante que Owen Wilson, en cierta manera, modula la voz y realiza los mismos ademanes que cuando Woody Allen actuaba en sus películas.
La experiencia extraña, por demás, es como si Allen hubiera reencarnado en Owen Wilson en Midnight In Paris.
Wilson es un Allen bis con el que demuestra haber realizado un ejercicio majestuoso de asimilación de los fundamentos del personaje, del cual transmite desde lo más nimio, esos hombros cargados, ese caminar desgarbado, esa sonrisa tímida, hasta lo más profundo, un compendio de todos sus tics mentales, hasta componer una suerte de ideario exhaustivo sobre la vida, el amor y la muerte, en un trabajo que se puede calificar de sobresaliente.
La impronta que ha marcado Allen en sus películas es posible verla en esta también.
Cualquiera sea la película que veamos de Woody, siempre encontraremos similitudes en el desarrollo de los diálogos y la abundancia de ellos, las actuaciones suelen ser parecidas y siempre con excelentes selecciones musicales que las acompañan.
Es decir, que su marca es posible distinguirla viendo tan solo 10 minutos.
Otra particularidad es que los actores principales de sus comedias, tienden a imitar la forma de actuar de Woody.
Que no se mal entendido; esto no quiere decir que sea bueno o malo, solo son características que vamos a encontrar en un director que filma casi una película por año, y que es innegable que ya ha dejado su firma en el mundo del cine.
Las fantasías "allenianas" anteriormente desarrolladas, reaparecen quebrando límites entre lo real y lo onírico, ingresando a un ámbito mágico, con fuerte componente nostálgica.
Absorbente, imparable espiral de Cronos.
El "túnel del tiempo" abre paso a nuevas (y más antiguas) figuras emblemáticas.
Fantasía y realidad son legitimadas por un relato en el cual la figura protagónica penetra en una de sus quimeras intelectuales: el París de los años '20.
A su modo, Allen parafrasea a Ernest Hemingway en "París Era Una Fiesta": con inventadas anécdotas sobre celebridades.
Abriendo camino a una formidable galería de personajes que se dieran cita en esa ciudad en los "annés folles":
F. Scott Fitzgerald y Zelda (donde observamos muy bien el inicio de la locura de Zelda), Ernest Hemingway (con su problema de alcoholismo), Gertrude Stein, Alice B. Toklas, Luis Buñuel, Josephine Baker, Pablo Picasso, Cole Porter, Salvador Dalí, T.S. Eliot y muchos otros de similar gravitación.
Figuras que a su vez abren delicioso juego de referencias e ironías.
Palabras y textos de esos "famosos" se filtran en las conversaciones.
Un "divertimento" en torno a una intelectualidad con la que el cineasta mantiene larga relación de admiración y rechazo.
En Midnight In Paris se destaca que la misma ciudad es el marco físico de tres espacios temporales diferentes:
Los Años 20, La Belle Époque y La Actualidad sin que exista un cambio morfológico ni estructural dentro de sus componentes.
Se generan entonces realidades en paralelo para una misma ciudad donde el límite entre uno y otro no es físico, sino que simbólico: el sonido de las campanas que señalan la medianoche.
El inicio es una sinfonía de la ciudad que muestra una ciudad histórica, muy bien conservada y con una clara identidad.
Pareciera que el tiempo se hubiera detenido en sus construcciones.
Utilizando planos generales se destacan los monumentos y la morfología típica de las calles de París, muestra una ciudad con muy pocos habitantes, prácticamente deshabitada en algunas imágenes, lo cual, de alguna manera, refuerza su atemporalidad, ya que prepara al espectador presentándola como el escenario de la historia.
Es una ciudad amigable, donde no se ve pobreza, sólo bienestar, con muchas áreas verdes, plazas y espacios públicos que invitan a una vida relajada y de lujos.
Refleja una escala humana, peatonal, de baja velocidad, una ciudad donde es importante la contemplación del pasado que aún está vigente
Por su atemporalidad, la ciudad refuerza la idea original de Gil, el protagonista, de que:
“Todo tiempo pasado fue mejor”
Idea que se ve reflejada en su anhelo de vivir en el París de los años 20.
El punto de partida de su fantasía son las escalinatas de la Iglesia de Saint Etienne du Mont, que es donde lo recoge un mágico Peugeot que lo transporta en el tiempo.
La elección de este lugar es de un gran simbolismo, por ser una construcción que data del siglo XIII y forma parte de hitos importantes que marcaron la historia de la ciudad y del mundo.
Pasa a ser el enclave de transición entre dos tiempos paralelos, que se desarrollan en la misma ciudad.
Son las campanas de esta iglesia las que tocan a medianoche y señalan que llegó la hora para el traspaso del protagonista a otro tiempo.
En su primer viaje el protagonista se encuentra con Hemingway en el Restaurant Polidor, luego queriendo regresar, Gil se encuentra con que en su realidad del 2010, en lugar de este restaurant se encuentra una lavandería.
Con esto el realizador quiere reafirmar, nuevamente, la idea del protagonista de que:
“Todo tiempo pasado fue mejor”
Donde antes se encontraban grandes artistas a intercambiar opiniones y hablar de sus obras, ahora, en la época actual, se encuentra una lavandería, la banalidad misma, simboliza lo funcional y práctico, lo que carece de contenido en el mundo actual, carente de arte y grandes pensadores, un tiempo donde prima la eficiencia y lo productivo.
La medianoche es una hora también simbólica dentro de Midnight In Paris.
Marca hitos, cambia el significado de la ciudad y refuerza los cambios que se generan en el protagonista.
No es casual, entonces, que el encuentro de Gil con los artistas y escritores sea después de medianoche: la ciudad despierta en la noche, se ilumina.
París, La Ciudad Luz, se asocia en este caso también con la bohemia de los años 20 y de la Belle Époque, es en la noche cuando se reúnen estas grandes estrellas; luces en realidad, de una época y que han perdurado hasta ahora.
Claramente se destaca la ciudad iluminada en la escena de Gil con Adriana caminando por la calle Henri Robert.
Ya en el desenlace de Midnight In Paris, se muestra a Gil caminando por el puente de París (Alexandre III) se escuchan las campanas: ya es la medianoche en el puente completamente iluminado.
Se muestra, utilizando un plano americano, la ciudad de fondo con la Torre Eiffel completamente iluminada.
Esta vez el protagonista ya no viaja al pasado sino que permanece, las luces se han incorporado al tiempo real del personaje, no forman parte sólo de su fantasía.
Acá vemos como el viaje ha terminado, ya termino su relación con su florero (novia) y ha encontrado una luz de esperanza.
El otro punto de encuentro entre tiempos, que se diferencia de los otros porque es de una arquitectura más efímera, más informal si se quiere, pero muy típica de la ciudad y simbólica además, es la feria de antigüedades donde Gil, el protagonista, encuentra el diario de vida de Adriana.
Este lugar de la ciudad cumple un rol relevante dentro de Midnight In Paris, porque es donde el protagonista se encuentra con el pasado, que anhela y del que ha formado parte, pero desde su tiempo actual y es donde empieza a producirse una crisis del personaje.
Los sitios de la ciudad recorridos por los personajes principales reafirman sus características, los identifican.
Los lugares asociados a los personajes principales tienen que ver con la imagen que el director quiere mostrar de ellos.
Por ejemplo:
Inez, la novia:
Joyería Chopard, Restaurant Le Grand Vefourd…
Se asocia con lugares lujosos de la ciudad, la visita al museo fue más de carácter social que cultural.
Ella es una persona bastante frívola y convencional, muy mimada y acostumbrada a una vida lujosa y social importante.
Gil, el protagonista:
Calles de Paris, librerías, feria de antigüedades…
Es soñador, sensible y anda en la búsqueda de su felicidad y de sus sueños.
Poco materialista, disfruta con detalles, como caminar por París bajo la lluvia.
En Midnight In Paris, como es la costumbre en los filmes de Allen, realiza varios gags elaborados y eruditos en que el espectador tiene que estar listo para reírse y explicarle al compañero de butaca la razón de por qué lo hizo.
El ejemplo de cuando Gil le comenta a Buñuel, que debería de realizar una película sobre una fiesta en el que nadie pudiera salir de las habitaciones, sin motivo o razón alguna.
Voilá, es el argumento de “El Ángel Exterminador”
Y, a Buñuel, en Midnight In Paris, le parece la idea absurda.
Otro gag intelectual.
Gil, es invitado por Salvador Dalí a cenar, y, de pronto, aparece, Luis Buñuel, con Man Ray.
Resulta que Buñuel se encuentra vestido exactamente de la misma manera que el cuadro que le hizo Dalí en su época de juventud.
El cuadro y el pintor se encuentran, en cierta manera, cenando.
Por eso apuntalé arriba, que es recomendable saber mucho de arte, porque Midnight In Paris está llena de eso.
Además ese recorrido pone de manifiesto la necesidad, incluso la del mismo artista, de reducir la complejidad de sus ídolos intemporales a estereotipos fantaseados, Dalí y sus rinocerontes, Buñuel sin entender el argumento de “El Ángel Exterminador” (1962) que le sugiere el protagonista, entonces la broma es soberbia a costa de derribar deidades y perder complejos, beneficios de la sabiduría de un cineasta más divertido que nunca con su obra, más magnífico tras su aparente levedad.
La idea que a mí me gustó ver dibujada en Midnight In Paris fue la del significado de una pareja.
Pareja es aquella que comparte el camino, el paisaje.
Nuestro protagonista se siente separado de su futura esposa (norteamericana como él) por sus anhelos divergentes, y esto se traduce en que cada uno termine viendo realidades separadas en una misma Paris.
Entonces la simpleza de la narración consiste en seguir paso a paso la reconciliación de este hombre pseudo romántico con su entorno y su concepción de la pareja, hasta ese punto de equilibrio donde no hace falta escaparse de lo prosaico, pero tampoco renunciar a lo mágico.
El director sigue huyendo de la realidad porque no le satisface y porque el amor ideal sólo se encuentra en el imaginario del creador, algo que debe ser cualquier enamorado y cualquier artista, en cierto sentido: crear un universo donde todo cobre un sentido nuevo, donde las mismas palabras o notas musicales lleguen empapadas de sentimientos vivos y de encanto embriagador.
Esa es la ensoñación de Gil durante las noches en que se hizo amigo íntimo de Hemingway, Fitzgerald, Picasso, Dalí y Buñuel al ser transportado al París bohemio de los años veinte.
O cuando, arrastrado por su amor a Adriana, se fue a la Belle Époque de Lautrec, Degas y Gauguin, para finalmente regresar a su siglo renovado y seguro de sí mismo, y poder amar por algo más que coincidir en el gusto por la comida india.
En cualquier caso, es la clave de bóveda sobre la que se asienta el desarrollo argumental, dado que es sobre esa confrontación entre dos mundos distintos y distantes sobre la que Woody Allen sustenta su idea/fuerza de cómo la vida real siempre impone sus poderes y de cuán iluso resulta enfrentar lo realmente conocido a lo sólo imaginado, teniendo en cuenta lo distorsionante de la mirada sobre lo que no se ve.
Para casi terminar, el final, sublime, no se puede decir más con ese “no me importa mojarme” con todos sus dobles sentidos.
La escena:
El inicio… arrolladora visión de un Paris estancado en un tiempo que no volverá.
“The artist's job is not to succumb to despair but to find an antidote for the emptiness of existence”
Las clásicas, magníficas y a veces caprichosas bandas sonoras con temas elegidos por Allen, tienen ahora diferente expresión.
La música se corresponde con las épocas, las complementa, las ilustra, sin minimizar sus valores intrínsecos.
Cole Porter, Sydney Bechet, Offenbach…
“Can you picture how drop dead gorgeous this city is in the rain?
Imagine this town in the '20s.
Paris in the '20s, in the rain.
The artists and writers!”
¿Está Gil soñando?
¿Se trata de la vía de escape de un cerebro atrapado en una vida lujosa pero vacía, que no se atreve a dar el salto a una vida más auténtica pero incierta?
¿O es que de verdad Gil conoce y trata a Hemingway, Gertrude Stein, Picasso, Dalí y Buñuel?
¿Acaso vive Owen Wilson en un continuo síndrome de Stendhal?
Puede ser.
O puede que no.
Pero si hay una ciudad capaz de producir esos delirios, esa es Paris.
Como en todas las películas de Allen, el protagonista, perdido y dubitativo, vive situaciones divertidas y paradójicas.
Como en las mejores películas de Allen, hay momentos de lucidez y fuerza emocional, así como de auto revelación del director: al fin y al cabo, es muy probable que sea el propio director el que siempre haya querido vivir en el París de los felices años 20, junto a los genios a los que admira, y no en la época que le tocó en suerte al nacer.
¿Pensamos igual?
Midnight In Paris divide la acción en dos planos, el real y el fantástico (restringido a Gil), que se corresponden con las horas del día y con las de la noche a partir de la media noche.
Los dos planos permiten contraponer la realidad y los sueños, el mundo de los artistas y el de los que no lo son, la magia de la noche y las fatigas del día.
La suma de los dos planos define un contexto que combina realidad y ficción, verdad y surrealismo, que brinda al realizador un universo amplio de posibilidades.
Midnight In Paris plantea una segunda dicotomía, la que se da entre la época presente y épocas pasadas que tienden a ser consideradas como etapas culminantes de la historia.
La añoranza de tiempos pasados, idealizados como épocas supuestamente doradas, sirve para denunciar los errores de quienes creen que cualquier tiempo pretérito fue mejor.

“All men fear death.
It's a natural fear that consumes us all.
We fear death because we feel that we haven't loved well enough or loved at all, which ultimately are one and the same.
However, when you make love with a truly great woman, one that deserves the utmost respect in this world and one that makes you feel truly powerful, that fear of death completely disappears.
Because when you are sharing your body and heart with a great woman the world fades away.
You two are the only ones in the entire universe.
You conquer what most lesser men have never conquered before, you have conquered a great woman's heart, the most vulnerable thing she can offer to another.
Death no longer lingers in the mind.
Fear no longer clouds your heart.
Only passion for living, and for loving, become your sole reality.
This is no easy task for it takes insurmountable courage.
But remember this, for that moment when you are making love with a woman of true greatness you will feel immortal”


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