Romancing The Stone

“Jesus Christ, we're in a lot of trouble”

Las antiguas leyendas de los indios Muzos cuentan que las esmeraldas son lágrimas que la primer mujer, Fura, derramó por la muerte de su amante Zarbi a manos de Tena, su esposo, quien enloquecido, mató también a Fura y se suicidó.
Al ver lo sucedido, Are, dios creador del universo, transformó a los esposos muertos en dos montañas para que custodien el tesoro oculto en la selva y lo protejan de los invasores.
Hoy, las montañas contemplan mudas cómo los mineros se sumergen en sus profundidades para extraer, en pequeños trozos, la antigua tragedia color verde.
Según dicen los colombianos, Colombia tiene el corazón verde, puro y transparente.
Las esmeraldas colombianas representan un orgullo para quienes habitan estas vastas tierras.
El motivo de la vanagloria es la unánime consideración internacional acerca de la supremacía que las esmeraldas de Colombia tienen sobre las de Brasil, Pakistán, Madagascar, Zimbabue y Zambia.
En general, la piedra cristalina de berilo adquiere su coloración verde debido al cromo y el vanadio, dos elementos muy escasos en la corteza terrestre.
La tonalidad del verde oscila en cada región, pudiendo presentarse más azulado o más amarillo.
Sin embargo, sólo en Colombia pueden encontrarse esmeraldas transparentes de un verde puro.
El valor de la esmeralda se determina según el color, el tamaño, la pureza y el brillo de la gema.
De acuerdo a estas características, el precio de una piedra puede variar entre los diez, los diez mil, y en casos excepcionales, hasta los cuatro millones de dólares.
El mayor uso que conoce la esmeralda es el ornamental.
Luego de su extracción y limpieza, el siguiente paso es entregarla a los joyeros.
De acuerdo a la forma y calidad, algunos tallan la piedra para realizar incrustaciones en anillos, colgantes, pendientes y demás accesorios de lujo.
Las piedras se emplean, en menor medida, con fines medicinales basados en terapias alternativas.
El 90% de las esmeraldas de Colombia se exportan a las principales capitales de Europa, Japón y EEUU, y abastece el 55 % total del mercado.
Las esmeraldas significan una de las grandes fuentes de explotación en Boyacá, próxima a Bogotá, donde la minería se alimenta del trabajo de familias enteras.
Los mineros, desconocidos del lujo y ajenos a la riqueza de los propietarios, viven en humildes casas y operan bajo condiciones de riesgo permanente, ya que el sistema de extracción es muy rudimentario y se ejecuta mediante detonaciones de dinamita.
Adhiriendo a la tradición de Alemania, Bélgica y Holanda de poseer un Museo del Diamante; Colombia estableció en su capital el primer Museo de la Esmeralda.
“Goddamn it, I knew I should've listened to my mother.
I could've been a cosmetic surgeon, five hundred thou a year, up to my neck in tits and ass”
Romancing The Stone es una película norteamericana de 1984 enmarcada dentro del género de aventuras con toques de comedia romántica dirigida por Robert Zemeckis y protagonizada por Michael Douglas, Kathleen Turner, Danny DeVito, Alfonso Arau, Zack Norman, Manuel Ojeda e Eve Smith, entre otros.
Romancing The Stone lanzó la carrera de Turner, consolidó la de Douglas y significó el primer éxito de taquilla para Zemeckis.
Michael Douglas hizo muy bien de Jack T. Colton, un imitador de Indiana Jones convirtiéndolo en un ex-mercenario que ayuda a la ilusa escritora romántica Joan Wilder (Kathleen Turner) a salvar a su hermana solo por conseguir dinero para comprarse un barco para navegar por el mundo, pero inesperadamente estos dos se enamoran; hasta Ralph que lo interpreta de maravilla Danny DeVito es un matón de lo más gracioso, él tiene un lado bueno y solo recibe órdenes del estúpido de su primo de quien es el responsable del secuestro de la hermana de Joan con el fin de que ella le entregue un mapa, no de un tesoro, si no de una valiosa y única esmeralda verde de gran valor, que también la busca el sádico y retorcido Zolo.
Romancing The Stone transcurre en paisajes exóticos y las peligrosas andanzas de sus personajes son el denominador común.
Romancing The Stone se centra en el romanticismo entre los protagonistas, algo lógico si se tiene en cuenta que Kathleen Turner da vida a una escritora de novela rosa.
Romancing The Stone sucede en Colombia, sin embargo se filmó en Veracruz, México, Mazatlán, México y Manila, Filipinas.
Romancing The Stone fue el primer trabajo de Zemeckis en incluir una banda sonora del compositor Alan Silvestri quien después ha sido colaborador habitual de todos los filmes de Zemeckis.
Aunque en principio Romancing The Stone parece un plagio de Raiders Of The Lost Ark, en realidad el guion había sido escrito cinco años antes.
Romancing The Stone fue escrito por una camarera de Malibu llamada Diane Thomas quien murió poco después del estreno de la película.
Romancing The Stone posee momentos grandiosos como la caída por el caño de lluvia, el de la hoguera con marihuana, o el momento de pedirle el coche al “campanero” del pueblo.
Romancing The Stone resulta ser un producto efectivo, que al menos cumple con los objetivos propuestos de regalarnos una historia donde se combina el amor por encima de todas las cosas, claro que no se puede alejar del materialismo que viene a jugar como contrapartida, más precisamente la valiosa esmeralda verde.
La ambición humana por allí lleva a enceguecer los más nobles sentimientos y ello es trabajado bien por Robert Zemeckis, quien por un lado va armando el escenario para que surja una historia de amor dentro del caos del relato en sí, pero por el otro la ambición hace peligrar lo anterior.
Romancing The Stone es una película de aventuras con todas las letras: romance, emoción, persecuciones, adrenalina, tesoros, ambición, luchas, etc.
El problema de Romancing The Stone comienza con confusiones de orden geográfico.
Cuando Kathleen llega a un inubicable aeropuerto colombiano donde hasta marranos hay, pregunta por el bus para Cartagena y la hacen montar en una carcasa folklórica que dizque va al Castillo de San Felipe como reza el cartel, es decir pleno centro de las fortificaciones hispánicas de la noble ciudad de Indias.
Al rato sin embargo están en plena selva andina...
Habrán asociado con el Castillo de Drácula al elegir el destino, pero, ok, convengamos que la libertad artística no tiene límites.
A los problemas geográficos se le suman confusiones antropológicas.
Los colombianos aparecen como payasos excesivos, aldeanos brutos o forajidos cerriles, siniestros y malhumorados, de anteojos oscuros obligatorios, todos de inconfundible acento mexicano:
“¡Ándele pues!”
Gran parte de Romancing The Stone evidentemente no fue filmada en Colombia, así que no hubiera costado nada informarse aunque sea superficialmente y contratar algunos extras autóctonos.
Con todo esto, un lugareño podría sentirse ofendido.
Pero haría mal en hacerlo, porque a Zemeckis ni de lejos le interesa retratar a Colombia.
Lo que hace es más bien utilizar los más básicos estereotipos latinos para retratar el alma simplona e insegura de su propia gente.
La confusión geográfica y antropológica refleja en forma cómica la confusión e ignorancia de su público en cuanto a las realidades allende del Río Bravo.
Refleja sobre todo lo que siente el turista americano cuando viaja por estas tierras, unido solamente de sus tarjetas de crédito, su miedo y sus complejos imperialistas.
O como le contesta Danny de Vito, con esa carita que tiene, al más forajido de los bandidos mexicanos cuando este le pregunta si es americano:
"nou comprendou..... oddio americanous... americanous are scummou, scum"
A mí me pareció desternillante.
Los gringos siempre se salvan por esa virtud que tienen de reírse de ellos mismos.

“What did you do, wake up this morning and say:
Today, I'm going to ruin a man's life?”


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