The Descendants

“This is a unique and dramatic situation!”

¿Qué secretos esconde la vida?
¿Qué esperanzas, qué sueños, alberga el corazón de cada uno de nosotros?
¿Es posible comprender las acciones que guiaron los deseos de una persona?
Nunca pensé ni imaginé que los últimos momentos, personales, íntimos de la vida de mi familia se viera reflejada tanto en un película.
Inevitablemente, la muerte nos espera en cada rincón, en la Arcadia misma; desentrañar sus misterios, descubrir cada una de las aparentes imperfecciones de una vida que se va, es también realizar un viaje interior para tomar conciencia del propio destino errático al que nos vemos abocados sin solución.
Pues no somos más que otro eslabón de la cadena, una vida humana más de las infinitas que nos precedieron y que nos seguirán.
Me cuesta mucho abordar esta crítica, porque me recuerdo de mi padre y sus últimos días antes de su coma…
Durante un buen rato, me he estado planteando seriamente la posibilidad de dejar de lado cualquier lazo emocional que me pueda unir a la nueva película de Alexander Payne: The Descendants, y hablar de ella de manera totalmente parcial y objetiva.
Pero no es justo para una cinta hecha con tanto sentimiento, que yo no ponga todo de mi parte para intentar expresar lo que me ha hecho sentir, que ha sido mucho.
Os pongo en antecedentes:
Mi madre se está muriendo.
A partir de aquí, encontrarme de cara con la familia King, ha supuesto una ventana abierta para ver desde el exterior una situación que me es demasiado cercana.
Porque la viví tal cual, porque no hay momento más humano, y que desnude más nuestra alma, que encontrar en el rostro de una persona a la que quieres de verdad, en la mirada de la muerte.
Así The Descendants nos presenta a:
Una Mujer, en coma tras un grave accidente.
Una hija mayor en plena etapa de rebelde sin causa, y
Una hija menor iniciando la senda trazada por su hermana.
Pasado, presente y futuro se dan la mano en esta reunión familiar atípica, un clan al que le va como anillo al dedo la comparación con el propio lugar donde se desarrolla la trama.
Cuando eso ocurre, pasado, presente y futuro dejan de tener un sentido individual, para convertirse en algo global que escapa a nuestro control.
Porque llegas a amar la vida y a odiarla por partes iguales después que la muerte se presenta en tu familia.
Sientes un torrente que te destroza por dentro y te renueva, y cuando parpadeas de nuevo, ya no eres la misma persona.
Se obra en ti una catarsis difícil de explicar.
Y The Descendants intenta explicarlo.
The Descendants es una película dramática de 2011 dirigida, producida y escrita por Alexander Payne, basada en la novela de Kaui Hart Hemmings.
Con un guión de Alexander Payne, Nat Faxton y Jim Rash.
Protagonizada por un ENORME George Clooney, ENORME Shailene Woodley, Amara Miller, Nick Krause, Patricia Hastie, Matthew Lillard, Judy Greer, Beau Bridges, ENORME Robert Forster, Barbara L. Southern, Mary Birdsong, Rob Huebel, Michael Ontkean, Troy Manandicm, Scott Morgan y Milt Kogan.
The Descendants está nominada a 5 premios Oscar en las categorías de mejor película, mejor dirección, mejor actor protagonista (Clooney), mejor guión adaptado y mejor montaje.
The Descendants es una película de autor con un ritmo constante, pero pausado; sin grandes sobresaltos cinematográficos, pero sí acontecimientos del día a día, que podrían hacer temblar los cimientos vitales de cualquier persona; y un tono melancólico que deja siempre una pequeña rendija a la esperanza, provocando ese sabor agridulce tan característico en el cine.
Porque en el fondo, las películas de este director norteamericano son pequeñas lecciones existenciales, que invitan a la reflexión sin resultar dogmáticas, y permiten que el espectador saque sus propias conclusiones.
Con The Descendants, Payne nos enfrentarnos a un problema de incomunicación familiar, con un conflicto sin posibilidad de réplica, pues cuando uno no quiere o no puede, la discusión resulta inexistente.
La historia de The Descendants se desarrolla en Hawaii y sigue el imprevisible viaje iniciático que emprende una familia norteamericana en un momento crítico.
Una historia a tres bandas: marido (tierras), esposa (enlace) y amante (comisiones), el cual es la clave de lo que ocurre a posteriori.
El protagonista Matt King (George Clooney), casado y padre de dos niñas, se ve obligado a reconsiderar su pasado y a encauzar su futuro cuando su mujer sufre un terrible accidente de barco en Waikiki.
Matt intenta torpemente recomponer la relación con sus hijas:
La precoz Scottie (Amara Miller), de 10 años, y la rebelde Alexandra, de 17 (Shailene Woodley), al mismo tiempo que se enfrenta a la difícil decisión de vender las tierras de la familia.
Herencia de la unión entre la realeza Hawaiiana y los misioneros, ya que los King poseen algunas de las últimas zonas vírgenes de playa tropical de las islas, de un valor incalculable.
Pero la hija mayor Alexandra suelta una bomba, de que su madre tenía una aventura amorosa en el momento del accidente.
Así, Matt tiene que empezar a mirar con ojos nuevos toda su vida, por no hablar de su herencia, durante una semana plena de cruciales decisiones.
Con sus hijas a cuestas, Matt se embarca en la azarosa búsqueda del amante de su mujer.
A lo largo del camino, donde se van alternando encuentros divertidos, conflictivos y trascendentales, Matt comprende que por fin se halla en la buena dirección para reconstruir su vida y su familia.
Junto al propio Matt iniciamos un viaje iniciático y emocional en el que veremos cómo él abre una caja de Pandora llena de sorpresas, con sentimientos encontrados hacia su esposa, con unas hijas a quienes realmente no conoce y una nueva oportunidad para aprender a callar y perdonar, a conducirse pensando en el bien de los demás, a sortear la ira y la venganza que le asaltan.
A su lado, su hija Alexandra sentirá como nadie el desconcierto y enfado de una adolescente que abandona el idealismo para caer en la indignación de la injusticia.
Completan el grupo una niña un poco malcriada, pero inocente y simpática, y un IMPAGABLE joven desprejuiciado que esconde un corazón herido y que ahora acompaña a Alex.
Ellos son como las islas del archipiélago familiar, juntos en la desgracia pero con distintas maneras de afrontarla.
Y es que The Descendants también muestra un momento decisivo en el que unas tierras vírgenes podrían desaparecer bajo la explotación turística, al igual que esas personas podrían flaquear y sucumbir ante lo que el cuerpo les pide.
Al final, una nueva familia destrozada y en descomposición por la dejadez y la infidelidad, y una nueva oportunidad para rehacerse con el perdón y el amor, porque de todo se encuentra en esta caja de Pandora de buenos sentimientos, plácidos y suaves porque el realismo de Payne es tamizado por el filtro del optimismo esperanzado.
The Descendants es un conmovedor relato de la vida de un tipo desubicado que intentará recomponer su familia, acercar posturas y cerrar las heridas para poder poner un punto y aparte que le permita comenzar de nuevo.
The Descendants se mueve entre lo entre trágico, lo patético y la parodia.
A veces te dan ganas de reír por no llorar y otras lloras por no reír en situaciones tragicómicas que te sacan una sonrisa mientras se humedecen los ojos.
La temática da para mucho más, pero se lía con la búsqueda del amante y tiene cosas más importantes que tratar:
El testamento vital y cuestiones étnicas y de identidad de un pueblo.
Aunque la temática principal de The Descendants es la pérdida de un ser amado, alrededor de ella encontramos otras cuestiones con las que cualquiera puede sentirse identificado:
El fracaso de un matrimonio, el habitual enfrentamiento entre padres e hijos, la enfermedad, los problemas de una herencia, los secretos, la muerte…
Sin embargo, insisto, todo en The Descendants bascula en torno a la pérdida de alguien que, a pesar de sus imperfecciones, siempre llevaremos en nuestros corazones.
Quizás parte del público sienta una lógica tristeza al visionar el largometraje, pues, como antes comentaba, nos confronta con una situación que prácticamente todos hemos vivido en algún momento de nuestras vidas, de ahí que sea lógico emocionarse con numerosas de sus escenas.
The Descendants es muy detallada y exacta la definición de los personajes, como también la correspondiente dirección de actores.
No solo por lo que escribí antes sobre George Clooney, a quien nunca había visto tan expuesto a las cámaras para actuar de manera excepcionalmente buena.
Se trata de todo el elenco: no hay fisuras, y cada personaje, es necesario.
Alexander Payne consigue algo que muchos habían intentado anteriormente sin éxito:
Por primera vez, el espectador no tiene la sensación de estar observando a George Clooney intentando interpretar a una persona normal que aparece canoso, desaliñado e incluso torpe; en esta ocasión, asistimos a la caída libre de Matt King, un abogado cuya vida acaba de tocar fondo sin previo aviso.
Parte del mérito es despojar de todo glamur a su personaje principal; pero tampoco debemos infravalorar los esfuerzos del actor americano, que por fin se desprende de sus inquietudes políticas y sus tics de seductor.
El bueno de George elige, al fin, un papel y una película acordes a sus grandes posibilidades como actor, resultando creíble en todo momento y llegando a conmover al espectador; son secuencias con un gran contenido, que Clooney logra expresar con una gran sutileza y sin ningún rastro de exhibicionismo emocional.
Clooney presenta todos los registros, un hombre tranquilo, sin grandes pasiones, pero al que los acontecimientos llevan a un abanico de emociones que abarcan desde la estupefacción al dolor, pasando por la rabia, la incomprensión o la duda; y todos ellos, desde los más intensamente dramáticos hasta aquellos en que roza lo grotesco, irónico y cómico/trágico, los cubre con solvencia, credibilidad y profundidad.
Una actuación sin adornos, de gran sensibilidad y plena de matices que llevan al actor a expresar en el mismo gesto, en las mismas palabras, el amor incondicional y la rabia del desamor, el desmoronamiento y la resurrección que nacen del mismo drama.
Como nota, durante el proceso de creación del reparto la actriz Shailene Woodley audicionó para interpretar el personaje de la hija mayor de Matt King, interpretado por Clooney.
Habrá que ponerle atención a la elegancia histriónica de la joven actriz, conecta emocionalmente al espectador con uno de los conflictos centrales de The Descendants al desvelar un secreto familiar.
Esto hace que la veamos como una guía continúa con la que uno se identifica a la hora de resolver el nudo trabado.
Ella hace de espejo de las emociones del padre; y para mi es el eje central del carrusel de personajes confusos que giran alrededor de ella.
Ella posee momentos buenísimos en los que ella conecta emocionalmente al padre con la realidad.
Alex le da la réplica perfecta a su padre, funcionan muy bien los dos juntos; desde la escena memorable de la piscina donde el padre desvela la crudeza de la realidad de la enfermedad materna hasta la visita al amante de la madre, en ambas sorprende la química que desprenden los dos actores.
Lo mejor es que el resto del elenco está a la altura de las circunstancias, desde sus integrantes más jóvenes (Amara Miller) hasta los más veteranos (ENORME Robert Forster) y sobre todo, quiero rescatar el papel de Sid (IMPAGABLE Nick Krause), que bien podría parecer simple caricatura pero consiguen ser personaje original, consistente y sobre todo creíble.
El momento con el abuelo no tiene precio.
El es el personaje bufón, pero en su superficie como un payaso tontorrón hace que en medio de la noche, el bufón se descubra y nos muestre su humanidad, su serena visión de las cosas, inclusive actúa como catarsis y balanza en los sentimientos ya que es el espectador, el personaje extraño de la familia.
Prestar atención a los juegos de palabras en The Descendants, con los nombres y entre la trama.
También hay que destacar que Hawaii es un personaje más que sirve de catalizador de emociones.
Se nos muestra un paraíso muy alejado de la típica imagen de turistas y resorts de lujo para dejar ver la tierra en la que residen los protagonistas, llena de contradicciones históricas, donde lo ancestral y lo moderno caminan juntos.
La piscina llena de hojarasca, camisas de flores de colores neutros inciden en ese otro Hawaii que no suele mostrarse.
Llama la atención el clima, lluvioso y a la vez caluroso y una luz melancólica que acompañan el gris momento que le toca vivir al protagonista.
Hawaii sirve como excusa aquí para que ese cine siempre itinerante, pero siempre local, termine por hundir sus raíces en ese sentido de pertenencia al mundo, a un mundo que esos personajes necesitan decodificar primero, pero que siempre les acaba devolviendo un sitio.
Es un propicio catalizador de emociones, un paraíso ahogado en fascinantes contradicciones históricas y ambientales que dotan a la historia de un espesor magnético, de una profundidad nada común en el cine estadounidense actual.
Y es ahí donde reside el gran mérito de The Descendants, es en cómo logra transmitir las verdaderas intenciones de su director, es decir, conseguir que nos preguntemos a nosotros mismos si debemos valorar a nuestros seres queridos o amigos por un error cometido o por toda una trayectoria junto a nosotros.
Porque a la hora de colocar en una balanza los aspectos positivos y negativos de una relación, no basta con mirar a la persona que estamos evaluando; antes de nada, debemos mirarnos a nosotros mismos.
Y precisamente es ahí donde radica el éxito arrollador de The Descendants, en el viaje emocional que realiza su protagonista, que le lleva a dicha conclusión y le convierte en una mejor persona, a un precio demasiado alto, eso sí.
Lo malo de The Descendants, es que toda la trama la conocemos a través de la narración de Matt.
De Matt no sabemos nada, Payne es manipulador en el sentido de hacer ver a la mujer como la culpable, la infiel, la pecadora, pero no sabemos nada de los años de separación de Matt…
No lo sabremos nunca supongo.
El Score es totalmente variado sin un compositor firme.
Son todos músicos Hawaiianos, mezclando lo instrumental con lo cantado.
Escuchamos eso sí, una brillante recopilación de los mejores temas del nativo Israel Kamakawiwo'ole, y se entiende que la música sea así, al ser rodado todo íntegramente en las islas.
“It's ironic, Elizabeth in this misfortune just as you come into your fortune”
Hay gente que critica el cine de Alexander Payne y lo califica de intrascendente; para mi, sus películas son sencillamente trozos de vida que puedes tocar y reconocer como tuyos.
Desgraciadamente, el Séptimo Arte raras veces logra transmitir, al mismo tiempo, tanta vida y tan acertadas reflexiones sobre la muerte.
En The Descendants, la muerte de una madre que se hace eco de su paradoja y vuelve a dar a luz a su familia.
La resurrección de un padre ausente que vuelve a tomar la rienda de sus responsabilidades, que en la búsqueda de la verdad que guió a su mujer encuentra la suya propia y es capaz finalmente de comprender la insignificancia de nuestros actos, de nuestra propia existencia, y ofrecer perdón y amor.
La inminente muerte de la madre hace que se enfrenten con la realidad, de forma abrupta.
La hija mayor gritando debajo del agua de la piscina es una bella y poderosa imagen de ese choque con la realidad:
El mundo visible está arriba, en la superficie.
Allí odia a su madre porque le ha decepcionado.
Y expresa su dolor por la noticia de su pérdida dentro del agua, donde nadie puede oírla, casi ni ella misma.
Los unen unas raíces invisibles, las mismas que harán que Matt King, el padre, cambie de opinión acerca de las tierras heredadas de sus ancestros.
Y le une también el amor incondicional a una mujer, con la que padre e hija mayor están enojados, pero con la que tienen que hacer las paces antes de despedirse y, de este modo, quedar en paz con ellos mismos.
Después de la tormenta emocional, parece que todo está finalmente en su sitio, y otra imagen, llena también de significado, nos despide de la historia de forma serena: padre e hijas viendo tranquilamente el documental “March Of The Penguins” (muy apropiada) y compartiendo manta y helado.
The Descendants arranca con una familia en descomposición, con un futuro no demasiado prometedor, para mostrar cómo de lo que parece y es malo como el accidente, la infidelidad...¬ puede surgir algo bueno como de la aceptación de la situación se pasa al conocimiento, la comprensión, el perdón, el amor en suma... que tal vez ayude a recomponer lo que parecía irremisiblemente perdido.
The Descendants emociona sin ser lacrimógena y, aunque no arriesga demasiado en sus propuestas, es sin duda un filme sólido, aprovechable y valioso.
Por un lado, el guión pone el dedo en la llaga del padre ausente, que es también marido ausente...
Es muy interesante el tema del perdón.
Todo en la vida tiene consecuencias.
“Paradise?
Paradise can go fuck itself”
The Descendants plantea el fin de la vida sin pasarla por el tamiz de la religión, algo que yo agradezco.
Cuando la medicina ya nada puede hacer por ti, poder decidir, vía testamento vital, que no quieres que tu corazón siga latiendo conectado a una máquina.
Aceptar la decisión, sin juzgarla, prepararse, y preparar a amigos y familiares, para la despedida, siempre triste y difícil, pero digna.
The Descendants ensalza la pertenencia a una familia, la importancia de la herencia recibida y la posibilidad de permanencia en tus descendientes.
La escena de los padres despidiéndose de su hija en el hospital es desgarradora.
Mi visión es que The Descendants nos habla entre susurros sobre la vida y la muerte, sobre el amor, el perdón, de dónde procedemos, de las raíces que nos unen...
Yo creo que estos son los temas eternos, de los que han hablado y hablarán las grandes obras.
Se trata de darles un rostro diferente cada vez e ir así explicándolos una vez y otra.
Y es probable que The Descendants también nos hable constantemente de lo que hay detrás de las apariencias, detrás de un escenario aparentemente idílico con perpetua música Hawaiiana.
El tiempo que pasamos en la Tierra no es sino un drama salpicado de humor.
Lo sabemos todos, y a ello se entrega The Descendants que incide en que poco tiene que ver nuestra situación socioeconómica, a veces peleada, a veces regalada, a la hora de encajar los golpes de la vida; a ello, y a recordarnos que nunca conocemos totalmente a quienes nos rodean, por cercanos que sean.
The Descendants pretende dejar su entorno en segundo plano para lanzar su mensaje universal:
Concéntrate en cuidar lo que realmente importa.
The Descendants es un canto a la importancia de la familia, y cómo una desgracia puede volver a unirla.
The Descendants también nos enseña que hay cosas que a veces no tienen remedio, y que puede ser tarde para rectificar.
Así que valora lo que tienes y no descuides a los tuyos.
Porque yo sé que cuando mi padre murió, no tuve el tiempo de pedirle perdón por mis errores, cuando él tenía todas sus habilidades, justo cuando cayó en coma y cuando murió, yo estuve muy lejos de él pudiendo estar cerca.
Valoro mucho lo que hicieron mis hermanas, mi madre, el resto de mi familia, y también el tiempo que una persona por ahí, le dedicó a mi padre en sus últimos días, dándole vida.
Ahora no todas las noches pienso en él, tal vez porque me he dado cuenta que estoy en paz con él y él conmigo.
Porque lo recuerdo como era, sin enfermedad y sufrimiento, lo recuerdo como la última vez en la que compartíamos todos en familia, juntos.
En esos, muchos momentos, felices recuerdo haberle mirado a sus ojos, esa luz que había en ellos, pasara a existir en los míos.
Ahora, él es un recuerdo flotando en el océano de mi vida.

“My Love, My Friend, My Pain, My Joy”


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