Flags Of Our Fathers

“A single shot can end the war”

Las películas sobre guerra son abundantes pues son el caldo de cultivo propicio para llevar a los personajes hasta los límites de su naturaleza humana.
En Hollywood el tema ha sido recurrente y parece una fuente inagotable para producir plata.
Pero, en la vida real:
¿Cómo se utilizan a los militares?
Es una pregunta muy interesante.
En la sociedad de hoy en día el militar es una persona infravalorada por su propia comunidad, en todos los aspectos, desde el insulto, desprecio, hasta su utilización por parte de la gente que le interesa y cuando le interesa, olvidándose de él por completo.
Los héroes no existen, los creamos porque los necesitamos, porque necesitamos algo que venerar, algo que nos inspire, que nos despierte de nuestro estado de pasotismo ante lo que pasa en el mundo.
La verdad los héroes tienen miedo casi siempre.
Tienen miedo de morir, de ser despedazados y de sufrir dolores atroces.
De hallarse en mitad del infierno y tener unas ganas locas de salir huyendo hacia donde no les alcancen las balas, ni las granadas, ni las bombas, hacia donde no haya montones de hombres cayendo destrozados y muriendo como ratas.
Hacia los brazos de sus madres, de sus amadas, hacia la balsámica paz del hogar.
Los héroes experimentan pánico, se sienten perdidos, casi se vuelven locos pensando en los rostros queridos que quizás no volverán a ver, en sus amigos con los que luchan codo con codo y a los que no pueden proteger.
Cuando están en el infierno, no existe la patria, ni el honor, ni la gloria, ni una estúpida bandera.
Lo único que existe es el terror, el valor de apretar los dientes y seguir, la preocupación por ese puñado de hombres que en el campo de batalla son todo lo que tienen.
El instinto de conservación, el afán de supervivencia.
La aplastante culpabilidad por seguir vivo y no poder hacer nada por los que han muerto.
Por desear largarse de la refriega y sentirse cobarde por ello.
La culpa de sobrevivir y de que te impongan, a tu pesar, un calificativo que crees que te viene demasiado, demasiado grande.
Héroe.
Siempre sentirás vergüenza creyendo que no hiciste nada grande y viendo que mucha gente cree que lo hiciste.
Siempre sentirás vergüenza porque seguiste viviendo cuando otros muchos cayeron.
Otros que tú estás convencido de que sí fueron los verdaderos héroes.
¡Y lo sabes!
Los héroes tal vez no existan, tal vez sólo sean un invento para que podamos mantener la fe.
O tal vez son esas personas aterrorizadas que hacen lo único que saben hacer cuando están al filo del abismo.
Acá tenemos una historia iniciada por un hombre llamado Joe Rosenthal (1911 -2006), fotógrafo estadounidense que trabajó para la Associated Press durante la Segunda Guerra Mundial y fue galardonado post mortem con la Medalla al Servicio Público Distinguido por parte del Cuerpo de Marines de los Estados Unidos.
Se hizo famoso por haber captado la imagen de un grupo de seis marines norteamericanos clavando la bandera de Estados Unidos en la cima del monte Suribachi, en la isla japonesa de Iwo Jima, durante la Segunda Guerra Mundial con una cámara Speed Graphic.
Joe Rosenthal ganó el premio Pulitzer con esta fotografía, siendo ésta la única en ganar el premio el mismo año en que fue tomada.
En 1954, la imagen sirvió como modelo para el monumento de bronce dedicado a la Infantería de Marina, en el Condado de Arlington, Virginia, en las cercanías de Washington.
“All it takes to win is the right picture”
Con el nombre “Raising The Flag On Iwo Jima” se le conoce al hecho histórico realizado por seis hombres que aparecen en la fotografía, provenientes del 28th Marine Regiment, 5th Marine Division, y son:
Sgt. Mike Strank
Corporal Rene Gagnon
Corporal Ira Hayes
Corporal Harlon Block
Private First Class Franklin Sousley
Y Pharmacist's Mate Second Class John Bradley.
Tres (Sousley, Block y Strank) cayeron en combate:
Strank murió seis días después cuando un misil, muy probablemente lanzado desde un destructor estadounidense, impactó en su pecho.
Block murió a causa de un mortero pocas horas después de la muerte de Strank.
Sousley, el último en morir de los que sucumbieron en la batalla, recibió el disparo de un francotirador el 21 de marzo, pocos días antes de que la isla fuera declarada segura.
Mientras que los tres supervivientes (Bradley, Gagnon y Hayes) se convirtieron en celebridades debido al uso propagandístico de guerra que se realizó con su aparición en la fotografía.
Ese día se izaron 2 banderas.
Inicialmente, el clamor de los marines en las islas y las bocinas de los barcos por el izamiento de la primera bandera, alertaron a los soldados japoneses, quienes hasta este punto se habían mantenido en los búnkeres de las cuevas.
Las tropas estadounidenses pronto se vieron bajo los disparos de los soldados japoneses, pero fueron capaces de eliminar la amenaza rápidamente con solo una baja: la cámara de Lowery.
Pero esa primera bandera fue pedida por el Secretario de la Armada, James Forrestal quien quiso asegurar el hecho histórico de la victoria con la bandera diciendo:
“Esa bandera en Suribachi significa un Cuerpo de Marines para los siguientes quinientos años”
Pero, con el segundo izamiento, Joe Rosenthal colocó su cámara en el suelo para poder apilar algunas rocas para tener un lugar un poco más alto desde el cual tomar la fotografía.
Rosenthal casi perdió la toma pues en esos momentos los cinco marines y el oficial del cuerpo médico John Bradley comenzaron a alzar la bandera.
Rosenthal rápidamente alzó su cámara y sacó la foto sin utilizar el visor.
Después del evento, Rosenthal envió el rollo a Guam para que fuera revelado e impreso.
Tras observarla, el editor de fotografías de la agencia Associated Press, John Bodkin, exclamó:
“¡Aquí hay una para todos los tiempos!”, e inmediatamente envió por fax la imagen a las oficinas centrales de la AP en Nueva York.
La fotografía rápidamente apareció en cientos de periódicos con un tiempo muy corto entre la toma y su aparición pública, aproximadamente diecisiete horas y media.
Sin embargo la fotografía no quedó exenta de controversias.
Se cuenta que después de que se alzó la segunda bandera, Rosenthal le pidió a los marines que posaran para una fotografía grupal conocida como “Gung-ho”, lo cual quedó documentado por Bill Genaust.
Algunos días después de que fue tomada la foto y de regreso en Guam, alguien le preguntó a Rosenthal si habían posado para la fotografía.
Pensando que le preguntaban por la foto “Gung-ho”, simplemente contestó:
“Claro”
Después de eso, Robert Sherrod, un corresponsal de la revista Time-Life, le contó a su editor en Nueva York que Rosenthal había hecho posar a los marines para la foto.
Durante el programa de radio de la revista Time, Time Views The News, se difundió el reporte de que:
“Rosenthal subió el Suribachi después de que la bandera había sido plantada... como la mayoría de los fotógrafos no pudo resistir acomodar a los personajes en una pose histórica”
Como resultado de este reporte, Rosenthal fue repetidamente acusado de haber montado la fotografía o al menos de haber encubierto la primera vez que se alzó la bandera.
Incluso un editor del New York Times llegó a sugerir que le quitaran el Premio Pulitzer.
Por décadas Rosenthal continuó repitiendo y refutando los argumentos de quienes aseguran que el momento fue montado.
Después de ver la fotografía, el Presidente Franklin D. Roosevelt comprendió que dicha imagen sería un excelente símbolo para la próxima recaudación de bonos de guerra, por lo que ordenó que los marines identificados regresaran al país.
Utilizando una ampliación de la fotografía, Rene Gagnon identificó a los que participaron en dicho evento, aunque se rehusó a identificar al sexto hombre (Hayes), alegando que había prometido guardar el secreto de la identidad de dicha persona.
Gagnon había prometido no revelar la identidad de Hayes pues este había amenazado con matarlo.
Después de ser llevado a las oficinas centrales del Cuerpo de Marines e informarle que era una orden directa del Presidente que revelara la identidad, Gagnon aceptó identificar a Hayes.
Gagnon además se equivocó al identificar a Harlon Block como el Sargento «Hank Hansen», que no sobrevivió a la batalla, pero había participado en el alzamiento de la primera bandera.
Inicialmente John Bradley estuvo de acuerdo con la información proporcionada por Gagnon y el 8 de abril de 1945 el Cuerpo de Marines reveló públicamente la identidad de cinco de los participantes.
Sólo faltó la mención a Sousley debido a que el anuncio de su muerte durante la batalla no había sido emitido a sus familiares.
Los tres sobrevivientes hicieron una gira de recaudación que fue todo un éxito, logrando reunir la cantidad de $26,3 billones de dólares, más del doble de la meta inicial.
Bell Block, madre de Harlon, rechazó la versión oficial y aseguró a los medios que su hijo era quien efectivamente aparecía en la fotografía.
Inmediatamente a su arribo a Washington DC el 19 de abril, Hayes avisó del error en la identificación de Block a un oficial de relaciones públicas que le asignó la Marina.
Dicho oficial le dijo a Hayes que la información ya había sido publicada de manera oficial y le ordenó que guardara silencio al respecto.
Alrededor de año y medio después, y sumido en la depresión y el alcoholismo, Ira Hayes fue hasta Texas para informarle a la familia de Block que Harlon efectivamente había participado en el evento histórico.
“The real heroes are the ones left on the island”
A comienzos de 1951 Felix de Weldon fue comisionado para el diseño de The Marine Corps War Memorial, quien escogió la fotografía para reproducirla en bronce con una base de granito.
La construcción de la estatua tardó tres años en total.
Los tres sobrevivientes posaron para de Weldon, quien utilizó sus rostros como modelo.
Los rostros de los tres que no sobrevivieron fueron recreados en base a distintas fotografías.
The Marine Corps War Memorial fue dedicado formalmente el 10 de noviembre de 1954 por el Presidente Dwight Eisenhower, quien estuvo acompañado por el Vicepresidente Richard Nixon así como los tres sobrevivientes a la batalla.
Sorprendentemente, y a pesar de que su fotografía había servido de inspiración directa para el memorial, el nombre de Rosenthal no apareció por ningún lado, fue hasta varios años después en que su nombre se añadió en una placa en la base del monumento.
En la base de granito del Marine Corps War Memorial tiene dos inscripciones:
“In honor and memory of the men of the United States Marine Corps who have given their lives to their country since 10 November 1775”
“Uncommon Valor Was a Common Virtue”
Este último es un tributo del Almirante Chester Nimitz a los combatientes de Iwo Jima.
En 1961, el Presidente John F. Kennedy emitió un mandato ordenando que la bandera de los Estados Unidos ondease las veinticuatro horas del día, siendo uno de los pocos lugares oficiales donde esto es obligatorio.
Después de la muerte de Bradley en 1994, su familia fue a Suribachi tres años después y colocó una placa, elaborada con granito de Wisconsin y con la forma de dicho estado, en el lugar en que fue alzada la bandera.
Gagnon falleció el 12 de octubre de 1979 con el sentimiento de haber sido estafado por el gobierno.
El tercero de los sobrevivientes, Ira Hayes, tuvo una vida marcada por el abuso del alcohol después de regresar de la guerra.
Aunque tuvo una efímera fama e incluso apareció en la película de John Wayne, “Sands Of Iwo Jima”, vivió con la culpa de haber sobrevivido a la guerra.
Fue arrestado quince veces hasta su muerte, a los 32 años de edad.
En su honor se filmó una película con su biografía como tema central, además de una canción, “The Ballad Of Ira Hayes”, en voz la de Johnny Cash.
A modo de catarsis James Bradley, hijo de John, pasó cuatro años entrevistando a los familiares de los participantes en dicho evento y publicó el libro Flags Of Our Fathers.
Actualmente la fotografía está en posesión de Roy H. Williams, quien la compró en la finca de John Faber, historiador oficial de la National Press Photographers Association, quien la recibió de Rosenthal.
Ambas banderas se encuentran actualmente en el Museo Nacional del Cuerpo de Marines en Quantico, Virginia.
“Every soldier stands beside a hero”
Flags Of Our Fathers es una película estadounidense de 2006, dirigida por un ENORME Clint Eastwood y escrita por William Broyles Jr. y Paul Haggis, basada en la novela homónima de James Bradley y Ron Powers.
Protagonizada por Ryan Phillippe, Jesse Bradford, Adam Beach, John Benjamin Hickey, John Slattery, Barry Pepper, Jamie Bell, Paul Walker, Robert Patrick, Neal McDonough, Melanie Lynskey, Tom McCarthy, Chris Bauer, Judith Ivey, Joseph Cross, Harve Presnell, Len Cariou, David Patrick Kelly y Jon Polito
Flags Of Our Fathers estuvo nominada a dos Premios Óscar: sonido y edición de sonido.
Los hechos de Flags Of Our Fathers se centran en la Batalla de Iwo Jima desde la perspectiva estadounidense, a finales de la Segunda Guerra Mundial, y de la famosa imagen de los soldados estadounidenses alzando la bandera estadounidense, momento que inmortalizó el fotógrafo Joe Rosenthal.
Eastwood ha dirigido, paralelamente a este proyecto, otra película de la misma temática, pero ambientada y enfocada desde el bando japonés, la ENORME 硫黄島からの手紙 (Letters From Iwo Jima) cuyo estreno fue el 20 de diciembre, dos meses después de Flags Of Our Fathers.
Flags Of Our Fathers nos deja unas secuencias memorables del desembarco americano en las playas de Iwo Jima, con una factura técnica y estética impresionante, y que demuestra que muchas veces los héroes son tan falibles y humanos como cualquier otra persona, incluso el director cuestiona ese heroísmo y también pone en duda la capacidad de la sociedad americana a saber reconocer a los verdaderos héroes de la guerra, criticando también y de refilón los intereses financieros de ese conflicto bélico.
“No queremos que nos llamen unos héroes”
Ese podría ser el lema de los supervivientes de la célebre y fortuita fotografía, bajo la cámara siempre elegante de Eastwood, bien ayudado por la satinada fotografía de Tom Stern, despliega un relato dominado por dos localizaciones temporales que se intercalan en el tiempo.
En Flags Of Our Fathers, la Segunda Guerra Mundial estaba llegando a su fin, y los norteamericanos se aprestan a pisar suelo japonés en la isla de Iwo Jima.
Pero la batalla es descomunalmente cruenta y deja un tendal de bajas en ambos bandos.
Un puñado de soldados decide levantar una bandera en lo alto del monte que domina la isla, acto que es debidamente registrado por la prensa militar.
Sin embargo las autoridades deciden quedarse con la bandera como suvenir y ordenan levantar otra en la cima del monte.
Curiosamente la foto del segundo alzamiento sale mucho mejor que la anterior, y pronto causa sensación en la prensa.
Ahora los tres soldados sobrevivientes de Iwo Jima, y que alzaron la segunda bandera, son llevados a Norteamérica en la calidad de héroes e iconos de la nación, en virtud de la popularidad obtenida por dicha foto.
Pero la presión del gobierno y del público comienza a carcomerlos por dentro, especialmente porque se trata de una fama inmerecida, el pelotón que alzó la primera bandera fue exterminado en las arenas de Iwo Jima, y ellos son unos reemplazos montados por el gobierno para vender bonos de guerra.
Y ése será un estigma que los perseguirá durante el resto de sus vidas.
En Flags Of Our Fathers vemos la situación bélica en sí que va nutriendo a la otra parte donde vemos cómo esos "héroes", un calificativo que resulta totalmente vacío en términos prácticos, vuelven y deben enfrentarse a muchos problemas y presiones marketineras para las cuales no estaban preparados.
Allí está la fuerza dramática de Flags Of Our Fathers, cuando se retrata la humanidad de la heroicidad.
Lo interesante es que Flags Of Our Fathers no es una apología de una de las más grandes victorias de ese ejército sino que es un grito de protesta ante las falsas concepciones de heroísmo y grandeza que acompañan normalmente a este tipo de relatos.
Eastwood quiere dejar claro que una guerra no es un juego de niños, que los que salen vivos de ella no vuelven a ser los mismos, que el patriotismo en ese infierno no vale para nada.
Pero sobre todo, de héroes va la cuestión.
Cuestiona firmemente la heroicidad que se promulgó hacia los que volvieron de una guerra aún no acabada, heroicidad que tapa cuestiones económicas, heroicidad que se olvida de los muertos y de los que siguen a pie de cañón.
Flags Of Our Fathers no es un ataque hacia la guerra, tampoco un halago, pero Eastwood se quiere centrar en la ridiculez que supone las muestras heroicas hacia los soldados cuando ellos mismos aún están viviendo el infierno de los recuerdos.
“No soporto que me llamen héroe.
Lo único que hice fue intentar que no me mataran”, promulga Ira Hayes, el que peor lleva la vuelta a ese mundo norteamericano de propaganda.
“They fight for their country but they die for their friends”
La verdadera fuerza de Flags Of Our Fathers, también proviene de los pequeños gestos y las acciones secundarias de sus personajes.
Elementos como la inicial enemistad que posteriormente se convertirá en admiración mutua entre Ira Hayes (Adam Beach) y Rene Gagnon (un ajustadísimo Jesse Bradford)
En el inexistente contra plano que permite imaginar la tortura que se ha infringido a Iggy (Jamie Bell), mostrada solo en la mirada horrorizada de su amigo John Bradley (Ryan Phillippe)
En esa visita de Ira a casa del padre de uno de los soldados fallecidos, que poco después servirá para que este reanude su relación con su esposa, fracturada a partir de la irremediable ausencia de su hijo, y su confusión al reconocerlo como uno de los héroes de Iwo Jima.
Pero hay dos escenas que son muy dicientes de Flags Of Our Fathers justamente al inicio y al final.
La primera es una reflexión de uno de los veteranos en la que dice:
“Cualquier imbécil cree que sabe lo que es la guerra.
En especial, los que nunca han estado en una.
Nos gusta simplificar las cosas:
El bien y el mal, héroes y villanos.
Siempre abundan las dos cosas.
Casi nunca son lo que nosotros pensamos que son”
Es precisamente esa visión la que me atrae tanto de Flags Of Our Fathers, ese intento por alejarse de ver las cosas en blanco y negro, tratando de explorar toda la gama de colores que hay en medio.
La segunda escena de la que hablé es la escena final, a la manera de un álbum de recuerdos, en los títulos de crédito aparecen una serie de fotografías como auténtico homenaje a los que murieron.
La fotografía en la que gira la trama de Flags Of Our Fathers ha sido utilizada innumerables veces en publicaciones, estampillas y afiches, por ser considerada la fotografía más famosa de aquella guerra.
La fotografía fue tomada el 23 de febrero de 1945, sólo cuatro días después, de que los infantes de la marina estadounidense desembarcaran en la pequeña isla del Pacífico.
En 1999, la foto ocupó el lugar 68 entre las mejores 100 fotografías periodísticas del siglo XX, según encuesta realizada por la Universidad de Nueva York.
Existieron rumores acerca de que la foto había sido posada o falseada, situación que Rosenthal desmintió siempre.
Curiosamente, una fotografía similar fue tomada por Thomas E. Franklin, miembro del periódico Bergen Record, inmediatamente después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Aunque oficialmente es conocida como “Ground Zero Spirit”, es nombrada más frecuentemente como “Raising The Flag At Ground Zero”, en una clara alegoría a esta imagen.
En dicha fotografía se pueden observar tres bomberos alzando la bandera de los Estados Unidos en medio de las ruinas del World Trade Center poco después de los ataques.
Públicamente Franklin llegó a aceptar que en cuanto vio la escena notó coincidencias con la foto de Rosenthal.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la Fuerza Aérea de los Estados Unidos mantuvo una base en el lugar durante veinte años y un contingente de la Guardia Costera permaneció allí hasta 1968.
No fue sino hasta 1993 cuando la isla regresó a jurisdicción de Japón y actualmente funge como base marítima de las fuerzas de autodefensa del país, con una población sólo de 325 personas.
Los civiles no tienen acceso al lugar debido a las instalaciones militares y solo una vez al año, en el mes de marzo, se realiza un recorrido a la isla promovido por el Cuerpo de Marines, casi exclusivo para veteranos de dicha guerra.

“Heroes are something we create, something we need”


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