Bramadero


En la Grecia clásica, era común que los hombres tuvieran sexo con otros hombres; se trataba como un rasgo de la virilidad.
Quizá no era tan común, la misma práctica entre mujeres, pero entre varones se le asociaba a elementos sociales de poder y enseñanza.
Los varones de mayor rango, principalmente mayores en edad, eran los “erastes”, o quienes tenían un rol activo durante el acto sexual; los “erómenos”, por el contrario, solían ser más jóvenes, y quienes debían ser sexualmente receptivos.
Tal era la usanza y la tradición.
De esta manera, cada hombre tenía, si bien la oportunidad de mantener una sexualidad homoerótica a su antojo, también la obligación de ser “erastes” o “erómenos” según su rango, su edad, y algunas otras circunstancias; era inalienable.
Esto es, que si un “erómenos” tenía a bien, adoptar un papel activo en el coito, la sociedad al enterarse, lo tachaba de insubordinado; y si a un “erastes” se le antojaba ser penetrado en el acto sexual por su compañero, la misma sociedad le volvía objeto de burla y escarnio.
Finalmente, aún entre los griegos, había una notoria intolerancia sexual.
Pero eso es lo que sucedía en aquél entonces, momento histórico en el que un hombre, solamente tenía a su disposición, una alternativa para buscar el placer homoerótico.
Años han pasado a montones, y sin duda, muchas cosas han cambiado conforme el tiempo ha transcurrido, hasta traernos a nuestra época.
La sexualidad masculina es un mundo completo por explorar, que se ha quedado rezagado en una cultura que da por sabido y entendido, el erotismo masculino.
La sexualidad de los varones se ha etiquetado por ser simple, sencilla, rápida, y meramente basada en los genitales.
A pesar de que se crea, que para los hombres, la gratificación sexual es un asunto meramente genital, en ellos también intervienen muchos sentimientos, emociones, estimulaciones, y deseos para alcanzar el placer sexual.
Para comenzar con el análisis, hay que partir de ciertos conceptos.
Según la Real Academia de la Lengua Española, “bramadero” es el lugar adonde acuden los ciervos y otros animales salvajes, cuando están en celo; en otro contexto, específicamente es un poste, al que se atan los animales para herrarlos, domesticarlos, o matarlos.
También, bramadero es sinónimo de “tragadero”, y este a su vez es de:
Agujero, desagüe, alcantarilla, sumidero, faringe, y garganta.
Otro sinónimo, viene a ser la figura del “bramador”, como el ser rugiente, chillón, y  vociferante
El verbo, bramar por su parte, significa manifestar ira con gritos y con extraordinaria violencia.
Por último, el sonido emitido por el bramador, se llama “bramido” es la voz del toro y de otros animales salvajes, grito dado en estado colérico o furioso, de mayor excitación.
El término de hombres que tienen sexo con hombres, se refiere a todo aquel varón, sexo biológico Hombre, que se identifique como Homosexual/bisexual, así como a quien no se identifique como tal, Heterosexuales, pero que practica el sexo con otro hombre.
La mayoría de los gays acostumbran definir, a un hombre que tiene sexo con otros hombres, como “gay reprimido”, “gay de closet”, pero en realidad, existen otras clases de hombres que tienen sexo con otros hombres, que no se reconocen a sí mismos como gays, y que probablemente no lo sean, pero por la situación, circunstancias, o el lugar en que se encuentran, pueden tener relaciones sexuales con otros hombres.
Para comenzar, hay que decir que existen hombres que se sienten mayormente atraídos por mujeres, pero que tienen sexo con hombres por dinero.
En este grupo, podemos incluir a los “strippers” que trabajan en los clubes, mayoritariamente gays.
También, están los masajistas, que ofrecen sus servicios a hombres, con un plus extra.
Los actores que tienen sexo con otros hombres en el cine porno, pueden no ser gays.
En este grupo, también se encuentran los jóvenes de la calle, que para sobrevivir, se convierten en trabajador sexuales, o también, está el hombre heterosexual seguro de sí mismo y sin compromisos, que provee servicios sexuales a cambio de dinero.
En muchos países de Latinoamérica, a los hombres que tienen sexo con hombres por dinero, se les conoce como “Mayates” o “Pegamachos”, los cuales se venden a los hombres solo como activos, es decir, solo penetran, reciben sexo oral, pero no dan besos, y por tanto, ellos no realizan el sexo oral al pene, aunque si puede ser de manera oral/anal.
Además, en Latinoamérica, mayormente existe el mito, que los “Mayates” o “Pegamachos” entre más hombres penetren, más varoniles y machos son.
También, la práctica sexual puede ser utilizada, como una droga para escapar de cierto dolor psicológico y/o emocional.
Al igual que con otras adicciones, el adicto al sexo, suele buscar cada vez mayor intensidad en sus prácticas sexuales, y su adicción asciende, al punto de necesitar una “dosis más alta” con el fin de satisfacer sus necesidades, y escapar o adormecer su dolor.
Esto es muy común también, en los adictos al porno.
Un hombre heterosexual, comienza su adicción consumiendo pornografía más bien “light”, heterosexual, pero con el tiempo, empezará a ver pornografía de sexo violento, y hasta pornografía con menores de edad o animales.
Hay muchos casos, en los que un hombre adicto al sexo heterosexual, busca tener sexo con otros hombres, como una manera de incrementar la intensidad de su acto sexual.
El instinto del desahogo sexual es inevitable.
En muchos casos, existen ciertas situaciones y circunstancias, en las cuales un hombre heterosexual, decide tener sexo con otro hombre, debido a la falta de otros “medios” para mantener relaciones sexuales.
Es probable, que el ejemplo más conocido sea el sexo entre hombres en las cárceles.
Los otros ámbitos de solo hombres, donde se puede dar esta situación, son la milicia, las casas de fraternidad, los jóvenes en las zonas campestres, o en las culturas que realizan segregación de género, en las cuales, el sexo con otros hombres está altamente disponible.
También, existen aquellas situaciones en las cuales, un hombre que no es gay, practica sexo con otros hombres, al estar fácilmente accesible, y requerir de poco esfuerzo para conseguirlo, como sucede en las paradas de camioneros, los parques, o los baños públicos.
De hecho, las personas que generalmente tienen una orientación heterosexual, pueden sentir deseos leves, u ocasionales, hacia personas del mismo sexo.
Algunos hombres jóvenes, suelen ser abiertamente sexuales, hacia otros hombres como parte de su desarrollo sexual.
Muchas veces, los jóvenes exploran y experimentan con el sexo con otros hombres, como forma de aprender acerca de su propia sexualidad, para descubrir que es lo que les gusta, y que es lo que no.
Es bastante común, que los hombres jóvenes comiencen a explorar su sexualidad con otros jóvenes a una edad temprana.
Los adolescentes, cuyas identidades aún no están definidas, suelen explorar su sexualidad, sin siquiera poseer una orientación eminentemente gay.
También tenemos a los personas que pueden relacionarse, íntimamente con personas de su mismo sexo, del mismo modo que el heterosexual, en algunos casos, las personas con una orientación homosexual, pueden sentir deseos leves u ocasionales, hacia personas del sexo opuesto.
La homosexualidad es una orientación sexual, y se define como la interacción sexual y/o atracción romántica, hacia individuos del mismo sexo. Etimológicamente, la palabra homosexual, es un híbrido del griego homo, que significa “igual” y que a veces se confunde con el significado latino, “hombre”; y el latín, sugiriendo una relación sexual y sentimental, entre personas del mismo sexo, incluyendo así el lesbianismo.
Existen hombres bisexuales, que practican sexo con otros hombres.
Habitualmente, se utilizan términos como “bi-curiosos” para los hombres que están en una relación de pareja con una mujer, o que se identifican como predominantemente heterosexuales, pero que también, encuentran a algunos hombres sexualmente atractivos, y desean tener sexo con ellos.
Sin embargo, muchos hombres, cuya orientación sexual es la homosexualidad, utilizan el término “bi-curioso” o “bisexual” en sí mismos, como una forma de ocultar su verdadera naturaleza sexual.
También, existen hombres que son verdaderamente bisexuales, o que no están interesados únicamente en mujeres, a la hora del sexo.
Algunos hombres que no se identifican a sí mismos como gays, pueden resultar atraídos sexualmente por determinados comportamientos, o partes del cuerpo masculino.
Por ejemplo, algunos hombres tienen al pene como fetiche; se ven a sí mismos, en situaciones en las cuales, quisieran practicar sexo oral, o simplemente ver el pene de otros hombres, pero que no tienen interés, ni se sienten excitados respecto al resto del cuerpo masculino.
Esta clase de hombres, siempre explicitan no tener ningún interés en estar involucrado emocionalmente, o en tener relaciones sexuales con otro hombre.
También existen varias prácticas del sado y del masoquismo, en la cual, el género del compañero sexual resulta irrelevante.
Por ejemplo, un hombre heterosexual, que gusta de ser azotado, o recibir palmadas en el trasero, podría sentirse cómodo, tanto con un hombre como con una mujer como compañero sexual, ya que lo que lo excita, es el comportamiento de su compañero, y no su género.
De la misma forma, en que no podemos asumir que un hombre que disfruta el sexo anal sea gay, estos ejemplos nos recuerdan, que el comportamiento sexual y la identidad sexual, son 2 cosas completamente diferentes.
Algunos hombres han manifestado, tener relaciones sexuales con otros hombres, debido a su estado de ebriedad, pero habría que investigar la razón verdadera por la cual tuvieron sexo con otro hombre, emociones-afectos, ya que como dice el dicho:
“No hay borracho que trague lumbre”
Los hombres necesitamos intimidad, sea cual sea el motivo, o la situación por la que uno como hombre, tenga relaciones sexuales con otro hombre, no lo sufras, no dañes a terceros, y por ningún motivo, te arriesgues a hacerlo sin protección, protégete, y se consiente de que el acto en cuestión, es para dar y recibir placer, sin penas, amarguras, ni arrepentimientos.
El cuerpo masculino es exquisito en toda su extensión, hay que “desgenitalizarlo” y disfrutarlo plenamente con el uso de tus los sentidos.
¿Pero qué pasa, si sólo a través de la muerte, se puede sosegar el deseo?
¿Una exploración sexualmente explícita del dolor y el deseo?
De eso nos habla el cortometraje mexicano Bramadero.
El director Julián Hernández, contó con el apoyo-complicidad de Roberto Fiesco, Daniel Alonso, y la Universidad Autónoma de México, para producir su cortometraje de más de 20 minutos, mudo/silente en el año 2007.
Los 2 actores que hacen bramar al espectador son:
Sergio Almazán (Jonás) y Cristhian Rodríguez (Hassen)
La fotografía cinematográfica de Alejandro Cantú, no dejó nada a la imaginación porque todo, absolutamente todo el amor homosexual, se ve directamente, aunque no explícitamente, debido a la falta de los primeros planos del porno, a primerísimo plano del pene erecto y su posterior eyaculación; aquí no vemos eso, pero lo que vemos es suficientemente artístico.
El cineasta demostró de esta manera, una vez más, “ser un director de cine congruente consigo mismo, para reflexionar sobre el tema homosexual”, pero también, constata su madurez para filmar sobre los planos de secuencia.
Bramadero va más allá del cine erótico, del subgénero gay, de toda expectativa dentro de la cartelera, porque invade el terreno cercano al porno.
Así vemos un pequeño espacio, arrebatado a la masa citadina; en la que Hassen y Jonás, apartados de la muchedumbre, logran encontrar ese lugar que les permite seducirse, acecharse, y atraerse, hasta lograr fusionarse en la perfecta sexualidad, que al convertir el sexo en deseo, y el deseo en amor, no les queda sino la muerte como opción ineludible, para conservar esa soledad impuesta y predestinada.
Una violenta ternura, arrastra a Hassen y a Jonás, hacia ese espacio en el que lo privado y lo público, pierde sus fronteras para dar lugar al sexo, al deseo, a la ira, y a la profunda necesidad de encontrar a ese otro que, con los besos, las caricias, los contactos, el sexo oral, y las penetraciones, se van convirtiendo en una sola naturaleza, en la cohesión de 2 elementos incompletos, que resultan en unidad; Hassen y Jonás se encuentran, coinciden, se observan, acechan como animales sexuales, se atraen, en un apareamiento imposible pero real, se desean, se aman, y tras un encuentro sexual contundente y revelador, en el que el verbo “amar” pudiese cobrar significado, no queda sino la opción de la muerte, para continuar en la inercia impuesta, en la inevitable realidad, que en medio de las luces de la noche, apenas podría ayudar a recordar el lúcido acto, que en la claridad del día, se encarnara en el erotismo homosexual, que rompe culpas, barreras, y prejuicios.
Ellos están condicionados, predestinados, a la soledad, sólo queda Jonás, desnudo y solitario, con la muerte de Hassen a cuestas, en medio de esa enorme masa anónima que es la ciudad, que lo acota en ese lugar de deseo que al final es silencio, donde la ira se ha robado las voces, el lugar de vida y muerte, el lugar de noche y día, el Bramadero.
En Bramadero, es espectador es testigo de la seducción “pornográfica” y de ese apareamiento auténtico pero imposible.
El sexo es franco y descubierto, como el nido, apenas compuesto de madera, concreto y metal, en el que Hassen y Jonás, se aman por un día y una noche.
Los claroscuros de la naturaleza de su encuentro, son finamente pintados.
Todo pasa por la contemplación visual, de ahí que el cortometraje sea mudo, silente:
Las pieles doradas, los cuerpos inquietantes que se balancean como tigres al acecho por su presa, los labios que se tocan, la culpa que estrangula.
Es ese estilo, que el director Julián Hernández ya ha hecho suyo; ese estilo en el que la imagen y los sonidos, son más importantes que las palabras.
Bramadero es una trama intrigante, que va develándose poco a poco, pero que va anunciando un desenlace trágico, el hecho que haya escenas de sexo explicito, no es gratuito, son necesarias para entender la historia, que no apunta a sutilezas físicas ni emocionales.
Hay una cierta crudeza de comportamiento, y una fuerte ambigüedad moral en el protagonista, al punto de no soportar ser vulnerable a perder una imagen o dominio de poder, y masculinidad, que lo lleva a poner por encima su orgullo, sacrificar el amor, el placer, el afecto, y quedarse en la soledad.
Podría dar otra lectura:
Como seres sexuales que somos, bien Bramadero pudo ser entre mujeres; el director nos presenta una historia, sin conocimiento previo de los protagonistas.
Podemos deducir que son obreros de la construcción o simplemente, indigentes, o usuarios del edificio como lugar de encuentros chaperos.
Vemos como el interés sexual por el apareamiento, se suscita en Bramadero de manera animal, violenta y con rasgos curiosamente felinos, de animales carnívoros que van tras su presa para saciar su hambre o necesidad.
Por un lado vemos contemplación, por otro, las miradas de inquietud por parte de Jonás que no puede aceptar que se siente atraído sexualmente por otro hombre.
El juego está servido y solo queda dejarse llevar por los instintos.
De ahí vemos ciertos pasajes a modo de ensoñaciones, en donde hay violencia de Jonás ante Hassan, seguramente debido ante una eventual “no aceptación del juego sexual” y por otra, la continuidad de la imagen, de ahí que hay que estar atentos para deducir que es real y qué es lo que sucede en la mente del extrañado Jonás que acaba de revelarse.
Así vemos como el escenario se presta para ello, vemos a toda la ciudad y la ciudad no los ve, como rasgo de una inmensa intimidad, no hay paredes, no hay cortinas, pero sobre todo, hay gente, y posiblemente también otros ojos que observan, pero que los protagonistas no logran contemplar.
Una vez dada la aceptación de Hassan, el sexo toma lugar, primeramente de manera activa, Jonás hace ver que no es pasivo, pero conforme avanza, se deja llevar por los placeres de la desinhibición y acepta la dominación de Hassan, hecho que no tenía cabida entonces en la mente de Jonás, y que produce que se den actos de violencia, que traen a la memoria, la culpa por una sexualidad recién descubierta y que quiere proteger, dando muerte al sujeto.
En Bramadero no hay vestigio de amor, es 100% sexo, como sexual y genital es la mayoría de la naturaleza masculina; y ese edificio como bramadero de los deseos sacrificados por la culpa y falta de aceptación, no de la evidente homosexualidad, sino de la liberación sexual.
Los personajes:
Jonás (Sergio Almazán):
Su edad oscila entre los 30 y los 33 años, es por tanto un hombre joven, varonil y atractivo.
Los ojos son grandes, inquietantes.
Todo en él pasa por la mirada, a través de la que se percibe el desorden de su alma.
Tiene un cuerpo largo y estilizado, macizo pero vigoroso, con la piel oscura, dorada.
Se desliza ligero, como si en el pasado, hubiera practicado deportes.
El cabello es negro, corto, pegado al cráneo.
Hassen (Cristhian Rodríguez):
Tiene alrededor de 23 años, de mediana estatura, tiene los pómulos pronunciados, conmovedores, el pelo abundante y grueso, la piel portentosamente oscura, el cuerpo alargado, aunque no lo parece, a causa de sus proporciones justas, que dan a su juventud un aire robusto y viril.
Tiene la sensualidad inocente, y la gracia de un muchacho de pueblo.
Su sonrisa es pura y fulgurante.
Los ojos son grandes, negros, y brillantes; la boca tiene el mismo resplandor que los ojos.
Las intensas escenas de sexo explícito de Bramadero, donde se cuenta la historia de 2 jóvenes que durante la construcción de un edificio en el centro de la ciudad, se reconocen atraídos, posiblemente enamorados y amantes, pero sólo a través de la muerte, pueden alcanzar el sosiego deseado; debido tal vez, al problema o culpa  que suscita descubrir el placer al ser pasivo sexualmente.
Estamos claros, en que no todos los hombres homosexuales o bisexuales, tienen que disfrutar el ser penetrado.
Un hombre puede honestamente, preferir ser activo en una relación con otro hombre, en eso no hay problema.
El problema está, en que se crea superior, o mejor que el que prefiere ser pasivo.
¿Qué aspecto de la relación, le da poder?
¿De dónde surge la idea de que el activo es mejor, o más hombre que el pasivo?
En realidad no hay justificación racional para esto, fuera del discurso machista falocrático.
La falocracia justifica la dominación de quien tiene el falo, sobre quien no lo tiene.
En la relación homosexual, implicaría que quien utiliza el falo, es superior a quien no lo usa.
Esta justificación es realmente una tontería, aún así, parece ser que hay gente que ha comprado la idea, de que se es menos por ser pasivo.
De ahí intuyo la decisión del personaje Jonás en Bramadero.
Se sigue teniendo como referencia, la imagen del macho machote.
Y peor aún, entre mucha gente gay, y hetero-latinoamericana, mientras más bruto más deseado.
Así que, pareciera haber una campaña de desprestigio contra los pasivos...
Curiosamente, no solo en Bramadero hemos visto el asesinato en los pasivos, también se vio en la internacionalmente premiada “The Silence Of The Lambs” (1991)
Pero ciertamente, es una decisión muy personal, aceptar el placer anal o no.
La decisión puede estar influenciada por el auto concepto, visiones de lo que es ser hombre, miedo al dolor, prejuicios, o simplemente ignorancia.
Las formas de expresión de la dominación son inagotables.
Estas van, desde que la pareja no la expresa explícitamente, a tener una relación de amo y esclavo.
Pero para que exista la expresión del dominio, antes debe existir un dominante, y un dominado.
Lo importante es, que sea cual fuere la forma de expresión de la relación de dominio, ambos mantengan su libertad.
Aún el esclavo, debe mantener su libertad a tal punto, que pertenecer a un amo sea una entrega de su voluntad, asumida libremente.
Cualquier cinéfilo, puede reconocer desde el inicio del cortometraje, su excelente contenido artístico, además de lo erótico, sin tapujos, actores bellísimos, la música lleva definitivamente, define la atmósfera de cada escena, y obviamente, el final es muy posible, el chico sociópata pasivo-agresivo, muy bien logrado, excelente directores... maravilloso, definitivamente, uno de los cortos más impactantes y bien logrados, de los muchos que he visto.
En Bramadero no hay diálogos, y eso le da un encanto muy peculiar, instintivo, además porque la música lleva el texto del cortometraje.
La mayoría de los espectadores que se acerquen a Bramadero, habrán visto antes, muchas películas porno de temática gay; por tanto, no les extrañará la estructura:
Encuentro, acercamiento, felación, penetración.
El director no huye de este esquema, más bien lo utiliza a conciencia, pero sabe que puede dignificar toda esa situación, y darle otra categoría, y para ello, utiliza toda la estética cinematográfica de fotografía, iluminación, movimientos, y actores, 2 cuerpos jóvenes impresionantes, ofreciendo en poco tiempo, como realmente duran los episodios de las películas porno, un disfrute para los sentidos.
¿Por qué no se puede hacer esto, si se hace bien?
Es cine, y nadie ha dicho que el cine, siempre tiene que tener un sentido social, una moraleja.

“El Bramadero puede ser un espacio colectivo disfrazado de particularidad, pero siempre, habrás de salir tan desnudo y sólo como llegaste”



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