Deliverance


“What did happen on the Cahulawassee River?”

El cine de los 70, sabe como pocos, hacerte pasar un buen rato con su estética y filosofía directa y desinhibida.
En muchos casos, el género de aventuras, con una dosis de terror, y sin ningún remilgo, es el que se beneficia de esta manera de hacer cine:
Pesimismo hacia el ser humano, o una óptica menos romántica, y más unida a nuestros instintos más primitivos…
Durante los primeros años de la década de los 70, no proliferaron en el cine norteamericano, las películas “medicina” que te hacían, o te hacen creer más en el ser humano, sino que surgieron una ristra de películas, que ponían al espectador frente a sus instintos más oscuros, y que planteaban con humanidad descarnada, la dureza del ser humano, dominado por los instintos de la naturaleza.
Acto seguido, salta a la palestra otro tipo de naturaleza:
La humana, que tiñe los parajes vírgenes de sangre, de demencia, de incertidumbre, y transforma lo que había sido un plácido viaje, en una turbia espiral de deliberación, e instinto de supervivencia.
El instinto mezclado con la auténtica vehemencia del ser humano, que deja tras de sí la crudeza y la voracidad de unos actos capaces de engullir cualquier tipo de sentimiento.
Son películas que golpean al espectador de manera brutal; de ahí surge una reflexión oscura y catártica.
En la vida, uno puede toparse con un hecho tan inesperado y terrible, que de repente transforma nuestra personalidad, hasta tal grado, que uno mismo no se reconozca, porque de hecho, queda marcado y refundado para siempre.
¿Quién dijo que la naturaleza era un lugar seguro y confortable?
¿Cómo sobreviviría el anestesiado urbanita, a la hostilidad de la naturaleza en estado puro?
¿Somos lo suficientemente aptos para la vida, si se produjera un retorno forzoso al Paleolítico?
¿Y si estamos solos en medio del bosque, y todos los que nos rodean, hombres y lobos, son lobos?
“Four men ride a wild river.
A weekend turns into a nightmare”
Deliverance es una película de terror psicológico y suspenso, de 1972, producida y dirigida por John Boorman.
Protagonizada por Jon Voight, Burt Reynolds, Ned Beatty, Ronny Cox, James Dickey, Billy McKinney, entre otros.
Deliverance está basada en la novela del mismo nombre, de James Dickey, quien tiene un pequeño papel de sheriff; el guion fue escrito por él mismo, y por John Boorman, a pesar de no figurar en los créditos.
Deliverance obtuvo 3 nominaciones al Oscar:
Mejor película, director y montaje.
Totalmente rodada en escenarios naturales, Deliverance logra transmitir una crudeza y un realismo pocas veces visto.
Gran parte de esto, se debe a sus protagonistas, quienes realizaron prácticamente todas las escenas de riesgo, sin valerse de dobles.
Las extensas secuencias de ellos, arriba de las canoas atravesando los rápidos, son de una veracidad increíble.
Deliverance fue rodada mayormente, en los estados de Georgia, Carolina del Sur y Carolina del Norte en EEUU.
El tema más famoso de Deliverance, “Dueling Banjos” fue un éxito, y llegó a ganar un disco de oro, que Boorman guardaba en su casa, hasta que fue robado por Martin Cahill, el delincuente irlandés cuya vida contaría en la película de 1998, “The General”
Considerada como una de las mejores películas de la historia por muchos; la revista New York Times, consideró a Deliverance, como una de las “1000 mejores películas de todos los tiempos”
Deliverance nos muestra la aparición del miedo, en donde menos creemos que lo podemos llegar a encontrar.
La supervivencia y el contacto íntimo con la naturaleza, presentes en otras películas de Boorman, son los temas principales; nos muestra cosas, tales como la unión entre el hombre y la naturaleza, la supervivencia, y las consecuencias de tomar decisiones arriesgadas.
Deliverance toma la forma de un viaje iniciático salvaje, brutal, terrorífico, y misterioso.
El viaje por el curso de un río, que está destinado a su desaparición por la construcción de una presa.
Un río que depara sorpresas desagradables; lo que al principio parece una aventura, y una superación de obstáculos: rápidos, rocas… se convierte en una pesadilla eterna.
Este viaje lo llevan a cabo 4 hombres de la ciudad:
Lewis Medlock (Burt Reynolds), Ed Gentry (Jon Voight), Bobby Trippe (Ned Beatty) y Drew Ballinger (Ronny Cox)
El nexo de unión de los 4 personajes es Ed, que es el único que conoce a todos.
El objetivo:
Es el descenso del río en canoas.
Cada uno tiene un ánimo diferente, frente a este reto que dibuja sus personalidades.
Ed y Drew son 2 urbanitas, que creen en el sistema, y cómodos como padres de familia; Drew además, es un ferviente creyente en la democracia y la justicia.
En Ed, se intuye que dentro de su aparente comodidad busca algo más…
Bobby parece ser el más frágil y vulnerable, es el gracioso del grupo, y el que parece menos apto para la aventura.
Y Lew es el rebelde, el que despotrica contra el sistema social, el que quiere fundirse con la naturaleza salvaje, y tomarse la vida como aventura y juego.
Uno de los aspectos más interesantes que ofrece Deliverance, a lo largo de este duro viaje iniciático, es como cada uno de los personajes, va cambiando de rol cuando entra en juego el instinto de supervivencia.
El viaje ya no es una aventura, sino una cuestión de vida o muerte.
Los 4 viven en sus carnes, la violencia, y tienen que optar entre emplearla para llegar al otro lado del río, o rehusar a ella, y morir en el intento…
Los 4 tienen que llegar a distintos pactos, pensando cuál de ellos les hará vivir mejor en el futuro, en un viaje que les va a cambiar la vida a todos.
“This is the weekend they didn't play golf”
Deliverance nos dice, que nos encontramos ante un thriller con ribetes de terror, en las que los protagonistas deben hacer frente a una amenaza, aislados en medio de la naturaleza, un entorno salvaje y hostil.
Deliverance nos lleva a concluir, que su relación con el género es un poco más esquinada de lo que podría parecer:
Los pasajes de tensión, aunque poderosos y fundamentales, no ocupan un espacio predominante, que casi invierte más tiempo, en los instantes previos y posteriores al conflicto.
Eso nos indicaría, que a John Boorman, antes que la descarga de adrenalina, quizás le interese más el discurso que subyace en la historia de 4 urbanitas, que abandonan la ciudad, con la intención de atravesar un río salvaje y, una vez allí, son víctimas de una terrible agresión.
Su importancia en el hecho, de que Deliverance no se decante por la aventura, sino por la exploración de la excitación y el miedo que, según el autor, sobreviene al “encontrarse desprotegido en una situación donde la ley, y lo que llamaríamos civilización, no están presentes”
Como si aquel viejo axioma que dice:
“Todo aquél que no respete a la naturaleza, correrá el peligro de perecer en ella”, Lewis y sus compañeros, se ven abocados también, a un destino incierto, al minusvalorar el peligro que puede entrañar un lugar tan inhóspito, con gentes prácticamente aisladas de la civilización.
Al inicio, escuchamos las voces de los protagonistas, hablando de su próxima excursión en canoa al “último río salvaje, virgen, limpio y sin joder del sur” antes de que una presa lo convierta en un lago.
“¡Van a destrozar todo el paisaje!”, exclama Lewis (Burt Reynolds) en medio de un alegato ecologista sui generis que, como no tardaremos en comprobar, guarda más relación con su deseo de encontrar un espacio, en el que reafirmar su masculinidad, que con una preocupación real por el medio ambiente.
Curiosamente, en el idioma original, inglés, se emplea, de forma nada casual, la palabra “rape” para describir la acción del hombre sobre la tierra.
Así las cosas, Lewis será el cabecilla de la expedición, completada por Ed, Bobby y Drew.
Pocos datos conoceremos sobre sus vidas, sólo lo estrictamente necesario, para saber que Lewis y Ed se conocían previamente, y que ha sido este último, quien ha traído a los otros 2 a la excursión.
No hace falta más, lo que importa es situar a estas 4 figuras en un entorno que les es extraño, en el que se sienten inseguros, incapaces de tratar con él, y con sus lugareños.
Desde un principio, Deliverance muestra el choque entre 2 culturas muy distintas:
La rural y la citadina.
Los campesinos aparecen como seres hoscos y desconfiados, ante la presencia de los visitantes.
Algunos de ellos, incluso, son mostrados como personajes casi grotescos, resaltando sus deficiencias físicas y culturales.
Este recurso se utiliza para remarcar la separación entre ambos mundos, y acentuar la sensación de entrar en un universo extraño.
Deliverance nos muestra la forma en la que los protagonistas se sienten con respecto a estos lugareños.
Los ven como algo exótico, y los tratan de manera ligeramente altanera y condescendiente.
Al comienzo, se sucede una escena memorable, que marca el tono de lo que vendrá.
Mientras están detenidos en una estación de servicio, buscando alguien que los pueda guiar hasta el río, Drew se trenza en un “duelo” musical con Lonnie (Billy Redden) un chico local.
Él con una guitarra, el joven con un banjo.
El chico tiene una extraña apariencia, que implica alguna deficiencia genética, causada seguramente, por las relaciones entre familiares.
Y si bien, ambos parecen disfrutar de este juego, la actitud final del joven, quien no emite palabra, demuestra recelo y hostilidad hacia el visitante.
El muchacho, en definitiva, es quien gana el duelo.
Esta es una escena, según mi punto de vista, ambivalente.
Por un lado, nos muestra la posibilidad de unión entre estos 2 mundos.
Como 2 seres tan diferentes pueden lograr acercarse, interactuar.
Pero, principalmente, ese duelo nos preanuncia lo que se avecina.
Estos “bichos de ciudad” están comenzando un viaje por un submundo que desconocen, y donde cualquier cosa puede ocurrir.
Y, de hecho, va a ocurrir.
El muchacho se negará a estrecharle la mano al forastero, y cuando se reencuentren más adelante, su presencia parecerá indicar, que los 4 protagonistas se adentran en un territorio desconocido.
Será la coda a las distintas advertencias, con las que los paletos, a la manera de cierto cine de terror, habrán intentado disuadirles de su empresa.
“Sometimes you have to lose yourself before you can find anything...
A couple more months, she'll all be gone... from Aintry on up.
One big dead lake”
Las actuaciones son muy destacables.
Se nota por qué Burt Reynolds fue una estrella en la década del 70.
Era un actor carismático y de gran presencia.
Aquí, su fuerte apariencia, y aire pedante, dan justo con su personaje, especie de líder del grupo que se muestra como el más experimentado, en medio de la naturaleza.
Y que parece disfrutar, por momentos, de la situación límite vivida.
Ned Beatty asume el rol más arriesgado, tanto emocional como físicamente, ya que su personaje, el más vulnerable, es quien sufre el peor abuso por parte de los atacantes.
Ronny Cox como el hombre calmo, lleno de justicia.
Y Jon Voight brinda otra perfecta actuación, en una época notable de su carrera, como quien terminará siendo el líder, a la fuerza, del grupo.
Acá lo que interesan son los choques culturales, y la evolución de las personas.
Funcionan mayormente como caricaturas del hombre urbano típico:
Profesionales exitosos, soberbios y prepotentes, que miran al resto de los individuos diferentes, desde la altura que les brinda su propia cultura.
Y mientras tanto, están los montañeses, “La América Profunda”, ignorante y conservadora, que son extremadamente reacios a los extraños en su tierra.
Si bien, Deliverance es un film con los pies enteramente puestos en la tierra, uno no deja de notar, que los montañeses son ilustrados como una masa de gente bruta y deforme.
Son analfabetos, hoscos, deficientes física y mentalmente, y Deliverance se encarga de mostrar dichas deformaciones, de manera de que uno puede pensar en relaciones incestuosas, y problemas genéticos por doquier.
Pero de los 4 aventureros, es interesante el personaje de Burt Reynolds, que se arroja con el rol de líder del grupo, subrayando la debilidad burguesa de sus compañeros, y pretendiendo una comunión con el entorno, que no es tal:
Su supuesta destreza es postiza, comprada, como el sofisticado arco que utiliza para pescar, y su propia palabrería, se volverán en su contra, al partirse su canoa y fracturarse la pierna.
A lo largo de toda la trama, diserta continuamente sobre la naturaleza, la lucha, el instinto animal, se jacta de conocer un medio en el que se desenvuelve con aparente soltura.
Pero algo no encaja del todo; en una ocasión, Drew dirá de él que “ha estudiado el bosque, pero no lo siente.
Quiere fundirse con la naturaleza, pero no lo consigue”
Y es cierto.
Pese a que es Bobby quien vive en sus propias carnes la vejación más explícita, la evolución de Lewis de héroe de acción, a bulto de carga, nos da las claves de la puesta en crisis de un modelo de masculinidad fatua, que Boorman retrata como quebradiza, inútil y patética.
Ni el hecho de que Ed logre acabar con el segundo cazador, significará una evolución en su hombría, tan sólo le proporcionará culpa y pesadillas, ni la experiencia traumática y la pérdida.
Drew morirá en el río, roto su cuerpo por el impacto contra las rocas, servirá para estrechar los lazos de camaradería entre estos hombres:
“Será mejor que no nos veamos durante un tiempo”, sugiere Bobby al despedirse de Ed.
Ed es, de alguna forma, el mejor compañero de batalla; es en el que más confía, cuya compañía le es más placentera.
Tendrá una prueba personal, al enfrentarse a un ciervo en el bosque, cuando todos duermen:
No podrá matarlo, y su rostro será reflejo del temor que le causa, el provocar daño a otro ser vivo, miedo que habrá de abandonar más adelante de forma radical.
En cuanto a Bobby y Drew, ni siquiera se plantean la situación de forma tan vital.
Para ellos, este fin de semana, han cambiado el golf por una pequeña e insignificante aventura.
Drew es un tipo afable, simpático, un tanto bobalicón incluso.
Y Bobby se lleva la peor parte.
La violación es, sencillamente, salvaje:
Obligado a desnudarse, es perseguido y sodomizado por uno de los lugareños (Bill McKinney), que le obliga a chillar como un cerdo, mientras su amigo desdentado (Herbert “Cowboy” Coward), contempla la escena, y ríe histéricamente.
Obviamente, Lewis debería defender al grupo, guiarlos a la salvación.
Pero en la huida, cuando vuelcan las canoas, se rompe una pierna:
Se ha convertido en una carga para todos, es un bulto inútil.
Bobby ha sido violado, su mente está en otra parte, traumatizado.
Y es físicamente, el menos ágil de los 4, orondo y poco hábil.
Drew es la voz de la razón, partidario de acudir a la policía, y confesar lo que ha pasado; pero Lewis ha matado a uno de los violadores, y todos lo han enterrado, un hecho que puede arruinar sus vidas.
En el accidente con las canoas, Drew sale disparado, y muere horriblemente, su cuerpo roto contra unos troncos flotantes, ironías del destino, la oportunidad y la desgracia se unen en la tragedia.
Al final del viaje, sólo aguarda la mentira, la traición a unos principios morales que creían protectores, pero que se han demostrado insuficientes para afrontar los retos de la supervivencia.
Los días que pasan allí, a la espera de que Lewis reciba el alta del hospital, asemejan en su aspecto y actitud, a veteranos de guerra, traumatizados, decrépitos, llorosos, y magullados, vestidos todos con ropas idénticas, prestadas por los ancianos que les acogen.
Solamente Bobby, parece disfrutar de esta hospitalidad, sin duda, un falso placebo con el que trata de engañar a su cerebro; prueba de ello, es la insustancial conversación durante la cena.
Ed, por su parte, no puede olvidar nada de lo acontecido, teniendo que encargarse, además, de dar la mala noticia a la viuda de Drew y sus hijos.
Pero tienen que seguir con sus vidas…
De esta forma, en Deliverance, la acción, “la violación”, de las máquinas sobre la naturaleza, adquiere una nueva dimensión, más allá de la voracidad económica y del impacto medioambiental.
Para Boorman y Dickey, no es sino una manera de ocultar, de sepultar, de olvidar en definitiva, la irreconciliable distancia que separa al hombre moderno, de un lugar en el que ya no tiene cabida.
Al igual que los filmes de expedicionarios, estos hombres se han internado en terrenos más allá de las fronteras de la civilización y, por tanto, fuera de sus leyes.
Lo que aplican Lewis, y el resto de los personajes, es la más pura Ley de la Jungla.
En esta gran jungla llamada Tierra, donde el animal más peligroso, no es otro que el ser humano.
Quizá el elemento más importante de Deliverance, sea la tensión palpable entre los protagonistas, durante el transcurso de la historia.
Su enfrentamiento moral y práctico, a la hora de discernir cómo abordar la situación a la que están sometidos, y su “pacto sellado” sobre la información de los dantescos acontecimientos vividos, son los que verdaderamente dan título a Deliverance.
“Machines are gonna fail and the system's gonna fail... then, survival.
Who has the ability to survive?
That's the game:
Survive”
Maravilloso e inquietante, es el duelo de banjos, alucinante la escena de la violación de Ned Beatty, con esos dientes postizos... y como acaba el muy machote Burt Reynolds.
El continuo descenso de las canoas, en un viaje cada vez más complejo.
El ascenso de Ed a una montaña.
El protagonismo que adquiere el arco con flechas, y como pasa de Lew a Ed… y su significado…
Nada sobra en una película dura y sin concesiones, y sin embargo, plagada de momentos bellos, otros inquietantes, y los de más allá, definitivamente entre el horror y la violencia.
Destaca en ella, la memorable escena musical del duelo de banjos, entre el personaje de Ronny Cox, tocando la guitarra, y un extraño chico mentalmente discapacitado, pero muy habilidoso con el banjo.
Grandioso ese duelo, y durísimo retrato de “La América Profunda” solo en esos pocos minutos, de puro disfrute irracional, la melodía, hito de la música bluegrass, por otra parte, consigue que ambos mundos se comuniquen de forma efectiva, que encuentren un ámbito común de humanidad.
Cuando cesa la música, solo puede haber instinto y miedo...
Esta escena, adelanta en gran medida, el espíritu del resto de Deliverance.
Existe un bulo, que circula por internet, sobre la escena del duelo de banjos.
Según dicen, la escena no estaba preparada, y en realidad, el niño era el hijo autista de la gasolinera, donde el equipo paró a repostar.
Uno de los actores, tocó su guitarra, y el niño se puso a contestarle, mientras su padre bailaba.
Según el bulo, todo es fruto de una casualidad magnífica, y del acierto del director en grabar y editar aquella “improvisada” escena.
El niño actor, al que un doble banjista doblaba en los planos cortos, tenía entonces 16 años, y se llama Billy Redden.
Aunque sin duda alguna, la escena que siempre será asociada a Deliverance, es la violación de Bobby.
Había leído varias versiones, sobre el rodaje de esa escena, y hasta ahora, casi estaba convencido de que el loco de Boorman, había contratado a 2 locos lugareños, para que atormentaran al pobre Beatty.
Pero investigando un poco, he dado con unos fragmentos de la autobiografía de Burt Reynolds, que seguramente deben ser una fuente algo más fiable.
Para empezar, y viendo los créditos, el montañés que viola a Bobby, es Bill McKinney.
Según un pequeño fragmento del libro, palabra de Reynolds:
“Creía que el otro tipo, Bill McKinney, estaba un poco ido.
Solía levantarme a las 5 de la mañana, y le veía correr desnudo, a través del campo de golf, mientras los aspersores regaban la hierba.
Un tío raro, se mudó a L.A. después de Deliverance, y trabajó en un montón de películas de Clint Eastwood.
Siempre interpretaba a psicópatas, pero los interpretaba bien.
Con mi sentido del humor negro, él me divertía.
Pero conforme nos acercábamos a la escena de la violación, le pillaba observando a Ned Beatty de una forma extraña y desconcertante.
Ned se percataba, y miraba a otra parte.
Aunque McKinney no fuera un “redneck” de mente débil, por lo visto hizo pasar angustias al pobre Beatty de todas formas.
Antes de rodar la escena, McKinney se acercó al orondo actor, y le musitó algunas palabras.
Un alterado Beatty, llamó al director, y Boorman tuvo que ir y calmarle.
En vista de que la escena prometía ser problemática, Boorman trajo más cámaras, ya que no parecía que el nervioso Beatty fuera a estar dispuesto, a aceptar más de una toma.
Cuando el director gritó “¡acción!” comenzó el particular “vía crucis” de Ned Beatty”
McKinney comenzó a improvisar todas esas frases sobre cerdos, y esos chillidos, y según Reynolds, cuando el montañés intenta cabalgar sobre el pobre Bobby, fue otra salida de madre del retorcido McKinney.
Durante unos agobiantes minutos, McKinney torturó psicológicamente a Beatty, hasta que Reynolds intervino, y apartó al actor aprendiz de “psycho”, dejando a Beatty en un mar de lágrimas.
En otra versión de la historia, McKinney ha desmentido las palabras de Burt Reynolds.
Sea como fuere, Boorman logró rodar una de las escenas más perturbadoras de la historia del cine, que provocó reacciones realmente tensas, en el público de los primeros 70.
Pareciera que hay otras violaciones, además de la de Ned Beatty, como es la construcción de la presa, que terminará por inundar el valle, y hacer desaparecer al río y al pueblo.
Es la cultura urbana que viola el status quo de la sociedad campesina.
Los amigos citadinos, son representantes de esa invasión, y son salvajemente castigados por los lugareños.
Y el comentario final, que dice uno de los policías de la zona a Ed y al sheriff, cuando les informa que su cuñado ha desaparecido hace 3 días, por tanto se trata de uno de los perturbados que les atacaron y, como bien dijo Lewis, si les juzgarán en aquel lugar, probablemente el jurado estaría lleno de parientes, porque todos están vinculados familiarmente entre ellos, con las consiguientes taras mentales que ello produce, y que se muestran en Deliverance sin pudor alguno.
Sublime y morbosamente inquietante.
Como dato clave, para entender el tono que buscaba Boorman en las escenas, las mismas que eran bastante riesgosas por cierto, fueron ejecutadas sin dobles de riesgo, o sea por los propios protagonistas.
Cabe destacar, ni una sola nota musical, tan sólo se usaron los sonidos del bosque, y el golpe del río en las canoas.
Sin embargo, me parece buena, la banda sonora de Eric Weissberg.
Deliverance sirvió de inspiración, posteriormente, para multitud de filmes del género terror, aunque ninguno ha tenido la garra y el éxito de éste.
“Weeeeeeee!”
A Deliverance se considera, una de las primeras películas con presupuesto americano, que criticó el conflicto de Vietnam, en donde unos forasteros, llegan a un territorio donde no son bienvenidos, y desarrollan actividades que no son del agrado de la gente del lugar, a la que tratan burlonamente, y con prepotencia, puesto que se consideran mucho más listos y civilizados que ellos, al principio creen tener todo bajo control, pero poco a poco, se les va la cosa de las manos, aunque de manera lo suficientemente sutil, como para que no tuviera problemas de distribución en Estados Unidos.
Deliverance también funciona como una historia de ritos de aprendizaje.
Sorprendentemente, el héroe predestinado, Burt Reynolds, es puesto fuera de combate antes de tiempo, y corresponde a Jon Voight, uno de los más blandos del grupo, convertirse en el puño justiciero, y líder de los supervivientes.
La transformación de Voight es asombrosa, sutilmente termina por convertirse en un individuo completamente diferente al final.
Como en las “road movies”, los individuos ya no serán los mismos cuando lleguen a su destino.
Deliverance es un film único.
Un drama de acción y suspenso, que retrata la permanente lucha del hombre contra la naturaleza, y contra el hombre mismo.
Que nos muestra, cómo toda nuestra percepción de la vida, y el modo en que la encaramos, pueden cambiar drásticamente en cualquier momento.
Y que nos recuerda, que el horror más inimaginable, no sólo se encuentra a la vuelta de la esquina, sino también en nuestro interior.
Deliverance es un análisis sobre la violencia intrínseca en el ser humano, “El hombre fue, es, y será, un lobo para el hombre” (Hobbes), las ansias de supervivencia, en la que los protagonistas se enfrentan, tanto a la naturaleza salvaje como a otros seres humanos más salvajes aún, y la mentira que podemos llegar a elaborar, para eludir responsabilidades mayores, y para intentar ocultar una verdad bastante incómoda, no importa realmente quien lo empezó, sino como acaba la cosa.

“It Is A Matter Of The Law!”



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