Gran Torino


“Get the fuck out of here”

Los miao, llamados en chino: 苗族; en pinyin: Miáo zú; en vietnamita: Mèo o H'Mông; en tailandés: แม้ว -Maew- o ม้ง -Mong-; en birmano: mun lu-myo; o en hmong: Hmoob/Moob, son un grupo étnico internacional, que viven principalmente en las zonas montañosas del sudoeste de la República Popular China.
Es una de las nacionalidades reconocidas de forma oficial en este país, de los cuales, otros viven en Vietnam y en Tailandia.
Los miao tienen su propia lengua, una variante de las lenguas hmong-mien, que se hablan en todo el sudeste asiático.
Esta lengua tenía su propio alfabeto escrito, que se ha ido perdiendo a lo largo del tiempo.
En la actualidad, la mayoría de los miao, hablan el chino como lengua cotidiana.
Posteriormente, se fueron desplazando hacia las zonas más al sur de China, instalándose también, en los vecinos Vietnam y Laos.
Los hmong vivían al norte de Laos en relativa paz y tranquilidad, hasta que en la década de los 50, y con la promesa de un buen sueldo, formación militar, y un futuro brillante, más de 9,000 hmong, que llegarían a ser 18,000, pasaron a formar parte de un proyecto secreto, que pocos años después, acabaría con su participación en La Guerra de Vietnam, donde ejecutaron centenares de misiones de alto riesgo.
Durante La Guerra de Vietnam, los hmong lucharon al lado de los estadounidenses, por lo que al final de la contienda, el nuevo régimen comunista les persiguió, y muchos tuvieron que exiliarse, siendo ayudados, por ejemplo, por los luteranos, para encontrar asilo en Estados Unidos, y más concretamente, en la región del Medio-Oeste.
Tras la retirada estadounidense, Vietnam decidió atacar Laos, y los hmong fueron declarados “enemigos prioritarios” y aniquilados.
Más de 100,000 hmong trataron de huir hacia Tailandia, pero sólo 40,000 lograron llegar allí, donde pasaron a formar parte de campos de refugiados, donde eran humillados.
100,000 más murieron durante el transcurso de la guerra, pero aun así, no fue hasta finales de 1975, cuando el Gobierno estadounidense, decidió dar estatus de refugiado político a los hmong que lo solicitaran.
Según escribió en 1996, el veterano de Vietnam, Jack Austin Smith, de los 3 millones de hmong que se calcula vivían en esa zona en los años 50, sólo 200,000 consiguieron salvarse.
Varios miles aceptaron la oferta del Gobierno estadounidense, y actualmente se cree que unos 180,000 hmong viven en los EEUU.
Roger Warner, por ejemplo, escribía en The Asia Times:
“Obama debería hacer de esto un tema prioritario, y periódicos como Los Angeles Times, agencias como Reuters, televisiones de todo el mundo y, especialmente, una infinidad de periódicos locales de Sacramento, Minnesota, o Indiana, se han sumado a la reivindicación con toda clase de reportajes sobre su situación actual, donde muchos simplemente sobreviven, sin lograr adaptarse a un ritmo que no tiene nada que ver con su filosofía de vida”
“How many swamp rats can you fit in one room?”
Resulta que las bandas de jóvenes o pandillas, ejercen un papel estructurador en muchas zonas del mundo, cosa que explica el sentimiento ambiguo que generan en los residentes locales, en parte temerosos, pero también, en parte capaces de relacionarse con la sociedad de bandas mejor que con las instituciones oficiales, de la cuales, normalmente solo ven las manifestaciones represivas.
La etnicidad por tanto, aunque es un rasgo fundamental de nuestras sociedades, sobretodo como fuente de discriminación y estigma, no puede inducir comunas por sí misma.
Más bien, es probable que se incorpore a la religión, la nación, o la localidad, y tienda a reforzar la especificidad.
De ahí que la figura del fundamentalismo religioso, el nacionalismo cultural, o las comunas territoriales son, en general, reacciones defensivas.
Reacciones contra 3 amenazas fundamentales:
Reacción contra la globalización que disuelve la autonomía de las instituciones, las organizaciones, y los sistemas de comunicación donde vive la gente.
Estas reacciones defensivas, se convierten en fuentes de sentido e identidad, mediante la construcción de códigos culturales nuevos, a partir de materiales históricos.
Esta manera de construir la identidad, gira esencialmente alrededor del principio de la identidad de resistencia.
La identidad legitimadora parece que ha entrado en una crisis fundamental, a causa de la desintegración rápida de la sociedad civil, heredada de la era industrial, y del declive del estado nación, que era la principal fuente de legitimidad.
En efecto, su fuerza y capacidad para proporcionar refugio, consuelo, certeza, y protección, provienen precisamente de su carácter comunal, de su responsabilidad colectiva, que borra los proyectos individuales.
La capacidad de adaptabilidad que exige la sociedad contemporánea, hace que los procesos de creación de nuestra identidad, se vean maltrechos en el tránsito de un estadio a otro.
Una de las motivaciones más importantes para la creación de las comunas culturales, es el sentimiento de exclusión de las tendencias de poder y riqueza imperantes.
De ahí que el hecho de pertenecer a una determinada raza, tiene menos peso a la hora de asumir la pertinencia a una comuna cultural, que el sentimiento de exclusión.
Es este el principal motivo que facilita la integración de muchos jóvenes, que son seducidos por las formas comunitarias, como medio para reforzar su identidad.
Los procesos de urbanización, y después de suburbanización, producidos en las ciudades norteamericanas a mediados de los años 50, han provocado una concentración de inmigrantes más alta en los barrios periféricos.
Los rasgos principales que han provocado la creación de esta “infraclase” son la segregación espacial, una economía de la información desequilibrada, y una política pública errónea.
La violencia, es uno de los rasgos más destacados de la creación de la identidad de las bandas juveniles.
Las bandas se presentan en estas sociedades, como elementos estructuradores, pero a la vez, amenazantes.
Buena parte de los conflictos en los que se ven envueltas las bandas, acaban resolviéndose con la utilización de las armas.
“Ever notice how you come across somebody once in a while you shouldn't have messed with?
That's me”
Gran Torino es una película dramática, dirigida y producida por Clint Eastwood.
Protagonizada por Clint Eastwood, Christopher Carley, Bee Vang, Ahney Her, John Carroll Lynch, Cory Hardrict, Brian Haley, Geraldine Hughes, Dreama Walker, Brian Howe, Doua Moua, Sarah Neubauer, Chee Thao, entre otros.
Gran Torino es un drama urbano, con trazos de comedia, escrito por Nick Schenk.
El guion original, se inspiró en los suburbios de las afueras de Minneapolis, Minnesota, pero los cineastas decidieron producir Gran Torino, en el estado de Michigan, en Detroit y alrededores, conocido como El Centro Tradicional del Mundo Automotriz, sede de las compañías General Motors, Ford y Chrysler; y una fuente importante de herencias de música popular, famosa por los 2 apodos de la ciudad, “Motor City” y “Motown”; siendo el estado, el mayor productor de automóviles y camiones de Estados Unidos, y siendo Gran Torino, una de las primeras películas, en aprovechar la nueva ley del estado, sobre los paquetes de incentivos para las producciones cinematográficas, de hecho, gran parte de la comunidad hmong, fue utilizada como extras.
Con un elenco principalmente hmong, Gran Torino cuenta con la participación de 2 hijos de Eastwood:
Kyle en la banda sonora, y Scott, interpretando a Trey, un pequeño papel como el novio de la protagonista femenina.
Eastwood quería describir a los hmong, de la forma más auténtica posible, empezando por contar en el reparto, con actores exclusivamente hmong, para esos papeles de Gran Torino.
La directora de reparto, Ellen Chenoweth, enseguida descubrió que no había muchos actores hmong profesionales, en las listas del Sindicato de Actores.
“Esto supuso mucho trabajo:
Intentar conocer las comunidades hmong, progresar, ganarnos su confianza, y averiguar quien quería participar en Gran Torino.
No se hizo por la vía normal.
Tuvimos que acercarnos a ellos, e intentar ganarnos su confianza”, comenta Chenoweth.
A pesar del éxito posterior, Gran Torino fue rechazada por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, en la 81ª ceremonia de entrega de los premios Oscar, cuando no obtuvo nominación alguna, que llevó a las duras críticas tanto de críticos especializados, como de espectadores, igualmente, sentían que la academia también, hubiera rechazado deliberadamente a:
“WALL-E”, “The Dark Knight” y “Revolutionary Road” de las entonces, 5 categorías principales.
En Gran Torino, se tratan temas tan diversos, como la familia, el respeto, el miedo, la amistad, la justicia, el sacrificio, y la muerte.
Todos están conectados y representados, de diferente manera, a través de Walt Kowalski (Clint Eastwood) y Thao Vang Lor (Bee Vang), que comparten como nexo la esperanza, evocada por un “Gran Torino”
Se pretende abordar temas universales, desde la óptica de lo social.
Gran Torino evoluciona de una manera brillante, y logra en todo momento, despertar sentimientos dispares:
Goza de un sentido del humor directo y rudo, pero a la vez, como casi todas las películas de este genio, es profundamente sentimental y humana.
Opta por la vía de la evolución, como la teoría de Darwin:
El rechazo hacia lo extraño, evoluciona hacia el respeto, la aceptación, y la adaptación.
El miedo evoluciona hacia la afrontación.
La falta de experiencia, evoluciona hacia la profesionalidad, gracias al aprendizaje y al trabajo.
El dolor por los pecados, evoluciona hacia la catarsis del sacrificio...
Eastwood distrae, divierte, perturba, e indigna a partes iguales, en una historia en la que él es el único protagonista.
En tiempos donde prima lo políticamente correcto, y donde dar “matices” a los personajes, parece la única premisa, Eastwood aboga por una película donde la diferenciación es clara entre buenos y malos, donde todo huele ha “ya visto” pero a nuevo, donde en manos de cualquier otro, sería una historia aburrida, y mil veces visto, sólo la presencia de Eastwood, levanta y supera con creces las expectativas iniciales.
En todo momento, demuestra ser dueño de la situación, conduciendo con seguridad el relato, llevándonos hábilmente, por los caminos que en cada momento elige; ya sea los del humor, o los del nudo en la garganta.
“God, I got more in common with these gooks than I do with my own spoiled-rotten family.
Jesus.
Happy birthday”
Gran Torino gira alrededor del personaje llamado Walt Kowalski, quien es también a su manera, un último pistolero, un superviviente de una era perdida de barrios blancos, con jardines y céspedes verdes, y barbacoas los domingos; tiempos en los que su hogar, estaba flanqueado por otros como él, muchos descendientes a su vez de polacos, que tras haber combatido en La Guerra de Corea, habían conseguido un trabajo estable, y habían formado una familia.
Esos tiempos acabaron desapareciendo, y tras perder a su esposa, Walt se encuentra solo y a la deriva.
Así Kowalski ve su mundo cambiado para siempre, y su ligazón con el pasado, tiene forma de coche, el modelo de un Ford Gran Torino, y al que mima como a un verdadero hijo, como hacen miles de americanos desde tiempos inmemoriales, en el que es uno de los mayores, y más genuinos hobbies estadounidenses.
Sin embargo, ese coche es todo lo que le queda de su anterior vida perfecta.
Su nueva realidad, es un barrio degradado, poblado por coreanos hmong, y una familia que se preocupa más por sus posesiones, que por él mismo.
Ese es el panorama de Walt, un veterano de guerra, que vive con su perra Daisy en Highland Park, Michigan.
Este jubilado malhumorado, detesta a los asiáticos, y vive en un barrio antes poblado por familias blancas y trabajadoras, pero recientemente, invadido por inmigrantes asiáticos.
Todo cambia, cuando descubre a un joven hmong, llamado Thao, intentando robar su Gran Torino, para poder pertenecer a una banda callejera, y que tanto él como su hermana Sue Vang Lor (Ahney Her), están siendo presionados por la misma.
Sorprendiéndose a sí mismo, Walt decidirá ayudar a los 2 jóvenes.
El agradecimiento de la comunidad hmong, forzará el cerrojo de prejuicios de Kowalski, quien poco a poco, con su permanente gesto de protesta en la cara, tendrá que resignarse, y aceptar a la familia coreana de los Vang Lor en su vida.
Y será en esa otra vida, y en esa otra familia, donde encontrará lo que le falta en la suya propia:
Cariño verdadero, respeto por las tradiciones, y un joven, Thao, que se interesa por él, a diferencia de sus propios hijos, más preocupados por su dinero, y de meterle en una residencia para adultos mayores, que de su salud, una salud por cierto, cada vez más inestable.
Su cariño por Thao, y por su hermana, pronto chocará con los intereses de la banda de delincuentes hmong, lo que devendrá en una guerra entre Kowalski y los pandilleros coreanos.
Mientras trata de hacer de Thao un hombre hecho y derecho, lo que incluye unos alucinantes diálogos con Martin (John Carroll Lynch) el barbero de Walt, el veterano de Corea reflexionará, no sólo sobre el problema con los pandilleros, sino además, con su presente y su futuro.
Así, Walt renuentemente al principio, empieza a relacionarse con la familia de Thao, incluyendo su hermana Sue, y la cultura Asiática.
También, se da a la tarea de asegurarse, que las pandillas dejen en paz a los indefensos, especialmente a Thao, a quién Walt empieza a llevar de la mano, por el camino de una vida decente y trabajadora.
En el último acto de enseñanza que Walt regalará a Thao, el viejo veterano le hará comprender, que los verdaderos hombres, los grandes machos protectores, no son aquellos que se toman la justicia por su mano; que el mito del tipo duro que dispara y olvida, no existe, y que al final de todo, sea una vida, o un día con sed de venganza, hay que tener confianza.
Confianza en la gente, confianza en la justicia, confianza en que el sistema, a veces, puede funcionar.
Es entonces cuando, en esa inolvidable escena final, Eastwood, jugando con nosotros, y con la imagen que a través de los años nos hemos formado de él, nos da también a nosotros, una lección, pues lo que esperamos que suceda nunca llegará a pasar.
En el encendedor grabado que sostiene en su mano tenemos el mensaje, el desenlace, y el adiós a un icono cinematográfico.
Quizás sea un adiós, con suerte será un hasta luego, pero sea como fuere, seguiremos teniendo, esperemos que por mucho tiempo, al Eastwood contador de historias, al último gran clásico de Hollywood, a, en definitiva, uno de los mejores directores de cine de la historia.
Y es que Eastwood maneja Gran Torino, como más que nada, la relación que sostienen los 2 personajes principales, que serían Walt y el joven hmong llamado Thao, y como esa relación, va cambiando y fortaleciéndose, mientras pasa el tiempo, como ambos personajes van encontrando lados de sí mismos que no conocían, como un viaje interior.
En este caso, el título de la película es “Gran Torino” ya que este auto es pieza clave en la historia, en como la relación principal entre los personajes, y la que carga la película, se lleva a cabo a partir del auto.
De alguna manera, tenemos la noción que, Gran Torino es una especie de conmovedora historia de 2 personajes encontrándose, pero al mismo tiempo, cimentada por un esqueleto narrativo de una historia de venganza, retribución, y sangre derramada, al menos eso podemos inferir cuando vemos como Clint Eastwood, se convierte en un tipo “vigilante” o “vengador” al enfrentarse sin miedo, a las peligrosas pandillas de su inestable vecindario.
“There.
You finally look like a human being again.
You shouldn't wait so long between hair cuts, you cheap son of a bitch”
La actuación de Eastwood como peculiar anciano cascarrabias, cuyo antisocial carácter se magnifica en un contexto que, en principio desprecia, y en el que después se integra, es lo más destacado de este estudio psicológico, sobre un hombre marcado por su pasado bélico, y por su estancia en un escenario presente, del que se siente totalmente desplazado, sea en la interacción familiar, o con maneras prejuiciosas hacia sus vecinos asiáticos.
Así, tras la muerte de su esposa, Walt se sienta tranquilamente en su porche, con una caja de cervezas, acompañado de su fiel perra, mientras observa orgulloso el Ford Gran Torino de 1972, que él mismo ha limpiado y encerado.
O bien, se corta el pelo en su peluquero de toda la vida, con el que comparte conversaciones de lo más soez y entretenido.
O bien, se junta con algunos conocidos en un bar, para beber y contar chistes de alto contenido racista, por cierto, para pasar el tiempo.
Walt vive en su burbuja, y los acontecimientos que afectan a sus vecinos asiáticos, serán los que le abrirán a la realidad exterior, por mucho que no le gusten nada, ni sus vecinos ni esa realidad, que escapa a su entendimiento.
En esos gestos de asco, podemos ver a un Eastwood que se comporta de acuerdo a su edad, como un viejo cascarrabias, terco, huraño, racista, y cínico.
Estas características las usa a su favor, para darnos comentarios sarcásticos y situaciones, que a pesar de su profundo significado, son un deleite por su aparición en el momento justo, para sacarnos una sonrisa.
Como curiosidad; Walt muestra también, una desagradable propensión a escupir conforme avanza el metraje, Walt se da perfecta cuenta, de que su final está cerca, algo que demuestran sus esputos sanguinolentos, y los resultados médicos que recibe, una condición de enfermo terminal.
Clint Eastwood, en la vida real, detesta el tabaco, y siempre que ha tenido que fumar en pantalla, desde “La Trilogía del Dólar” de Sergio Leone, lo ha hecho de mala gana, pudiendo quizá en Gran Torino, resarcirse algo del tema, uniendo directamente tabaco con cáncer de pulmón, toda una declaración de principios.
Otra característica del personaje, muchas veces repetida a lo largo de su carrera, probablemente la que más veces ha definido a sus personajes, es su inicial individualismo, o independencia respecto al resto, algo que poco a poco se va suavizando, a veces de forma indirecta, o casual, para transformarse en un antihéroe, que se convierte en líder y/o apoyo espiritual de algún personaje denostado, o de algún grupo poco ortodoxo, y desfavorecido por la sociedad.
El progreso del personaje principal, que termina modificando el odio y el desagravio que mueve muchos de sus comportamientos, por la redención, está serenamente filmado, en un proceso de reflexión, con lugar para el drama social y familiar, y también para la comedia de amigos dispares, con escenas iniciáticas y choque cultural.
Como en la mayor parte de su filmografía, la acción se produce en Estados Unidos, en este caso, en un barrio de una ciudad del Medio-Oeste, en la región industrial de los Grandes Lagos, el rodaje se efectuó en el estado de Michigan, como apunté  anteriormente.
Pero ya no es una típica ciudad industrial en la que la convivencia, “El Sueño Americano” y el “American Way Of Life” están presentes por doquier, sino que presenta un nuevo ambiente degradado, en el que un barrio anteriormente acomodado, se ha convertido en una especie de gueto multirracial conflictivo, donde Walt parece ser el único e irreductible ejemplo, de lo que una vez fue bienestar y convivencia pacífica, pero en el momento actual, precisamente él está en continuo conflicto con todo lo que le rodea.
Comienza así, a atisbarse uno de los temas que suele estar implícito en la mayoría de los filmes dirigidos por Eastwood, la crítica de “El Sueño Americano”
Kowalski representa a los Estados Unidos que alguna vez fueron una nación basada en sueños y promesas, por las que Kowlaski luchó, y que ahora han quedado enterradas ante la ola de inmigración, y el desinterés de la nueva generación.
No es casualidad que las bandas sean grupos étnicos bien definidos:
Latinos, asiáticos, negros, que utilizan las calles como centros de batalla.
Mientras tanto, los hijos de quienes forjaron esa nación, miran para otro lado, desdeñando el país que han heredado, y permitiendo de manera egoísta, que se consuma, mientras ellos estén bien.
Pero Eastwood no solapa la situación, la critica de dura manera.
Demuestra una y otra vez, la doble moral americana que acepta inmigrantes, pero los rechaza, que ama más al dinero que a las personas, y a una juventud que sólo le interesa ella misma.
Pero desde la perspectiva de Eastwood, no todo está perdido, pues él encuentra en sus vecinos, inmigrantes por supuesto, esa esperanza de que haya personas que aún quieren luchar por “El Sueño Americano”
En especial, esa esperanza de superación y  oportunidad, se ven reflejadas en Thao Vang Lor, a quien Kowlaski rescata, y trata de poner en el buen camino.
Al hablar de multirracialidad, hay que hacer una salvedad, pues está claro que Estados Unidos es probablemente, la nación con mayor mezcla de culturas y razas en su seno.
Pero, en este caso, en la sociedad del nuevo milenio que muestra Gran Torino, asistimos a una nueva concepción de la absorción de inmigrantes, y es la irrupción de oleadas de inmigrantes de procedencias poco comunes, respecto a las tradicionales “grandes minorías” que arribaron a Norteamérica, que tendrán mayores dificultades para integrarse, y adaptarse a esa cultura norteamericana dominante, fundada sobre un sustrato cultural mayoritariamente anglosajón y cristiano.
Precisamente, la inclusión del elemento racial asiático, plantea el problema de convivencia ya no sólo entre los “blancos anglosajones cristianos” y el resto de grupos étnicos históricamente mayoritarios, en la sociedad norteamericana: afroamericanos, hispanos, etc., sino de esta “primera oleada de minorías étnicas” con la “segunda oleada” de inmigrantes a partir de mediados del siglo XX, que aquí se personaliza en los asiáticos en general, y los hmong en particular.
De hecho, Eastwood va un poco más allá, y plantea la paradoja de que su personaje de origen polaco, es la nueva minoría del barrio, un hombre que se encuentra un consultorio médico, lleno de orientales, hindúes, y árabes, y que vive en un barrio multiétnico, con sus pacíficos vecinos hmong, y otras familias asiáticas, además de las bandas juveniles: afroamericanas, hispanas y orientales, que han convertido el barrio, en un lugar peligroso.
El coprotagonista de Gran Torino, Thao, recién llegado a su nueva residencia, se encuentra desubicado en un medio que no les es familiar.
En medio de este conflicto identitario, se encuentra con 2 ejes, alrededor de los cuales articular su identidad.
Por un lado, la banda juvenil de hmong, le aporta una herramienta de refuerzo de su identidad, a través de un entorno comunal similar.
Por otro, un modelo individualista, al que accederá a través de Walt Kowalski, como una figura masculina, paterna, carente en el hogar de Thao.
Cabe destacar, la importancia que tiene el vehículo “Ford Gran Torino ‘72” dentro de la trama, partiendo de la base que es un modelo de coche de la marca Ford, el que da nombre a la película.
Los modelos elegidos para la recreación de los atributos de cada banda, son un “Honda Civic ‘92” y un “Chevrolet Camaro ‘77”
El fabricante del Honda Civic es la empresa Honda, que tiene origen japonés.
El coche de serie, se diferencia del modelo que conducen los jóvenes hmong por las modificaciones a las que ha sido sometido.
Se le ha añadido un alerón, y se ha cambiado el color del capó, que en este caso, es diferente al del resto del coche.
La empresa Chevrolet, por su parte, tiene una importante tradición en México.
Este país, se convirtió a mediados del siglo pasado, en uno de los grandes productores de estos tipos de coche.
Lo más significativo en la construcción de los rasgos particulares de la pandilla hispana, es la utilización del rap, como música que escuchan los mexicanos.
El rap es una de las principales formas del arte, propio de las bandas juveniles.
En este caso, aparte de tratarse de un rap en español, que muestra rasgos de su cultura, sirve para suturar los elementos que componen la escena.
Así vemos todas esas representaciones de las bandas, relacionadas con el automóvil que tienen en común, la unidad de sus miembros dentro del mismo, la protección del coche, y la capacidad de movilidad conjunta.
Este dispositivo creado alrededor del coche de la banda, contrasta con la escena final de Gran Torino.
Thao conduce el Ford Gran Torino en solitario.
El pequeño está a los mandos de un coche genuinamente americano, que no comparte más, que con el perro de Kowalski.
La escena final, cierra el círculo de la creación de sentido entorno a la automoción, representada en Gran Torino.
El Ford Gran Torino, fue un coche producido por la Ford Motor Company, para el mercado de EEUU, entre 1968 y 1976.
Inicialmente, fue una versión de lujo de tamaño intermedio del Ford Fairlane, que Ford USA, produjo entre 1962 y 1970.
Después de 1968, el nombre de Fairlane se mantuvo en los modelos base, con menores niveles de ajuste de los modelos que llevaban el nombre de Torino.
D ahí que durante este tiempo, se consideró al Torino, una subserie del Fairlane.
En 1970, el nombre de Torino se había convertido en el nombre principal, y el Fairlane era ahora una subserie del Torino.
En 1971, el nombre de Fairlane fue eliminado por completo, y todos los modelos fueron llamados Torino.
En 1972, se introdujo un nombre nuevo modelo en el Gran Torino y Gran Torino Sport, como Ford había eliminado ya el GT, nombre del modelo, en lugar del nuevo Gran Torino.
Así fue como en 1972, Ford Motor Company introduce al mercado de los “muscle cars” el Ford Gran Torino, disponible en 9 modelos.
Los más famosos llegaron a ser el Gran Torino Sport  y Gran Torino GT, después de su lanzamiento, causo furor y éxito en todos los mercados, superando en ventas, al Chevelle de la competencia Chevrolet.
El rasgo más distintivo del Ford Gran Torino, es la máscara delantera, un diseño futurista, que de inmediato ganó el interés público, debido a su diseño masculino en “boca de pescado” con parrilla; los parachoques, el delantero con un estilo único, y el trasero recto, con los focos incorporados.
Así el Ford Gran Torino se “humaniza”, y empieza a representar diversos ideales estadounidenses; hasta que dejó de producirse, en 1976.
El Gran Torino, que aparece durante el largometraje, es un símbolo de unión entre los 2 protagonistas, tan diferentes a priori pero, en realidad, con muchas cosas en común.
Gracias al vehículo, la amistad entre ambos se irá forjando, acompañada por recuerdos, problemas de bandas, y buenas intenciones, en un viaje a la conciencia, sobre todo de Walt.
Ese Ford Gran Torino, que da nombre a la película, como el símbolo de esos Estados Unidos, que irremediablemente, y por pura ley de vida, pasa a ser conducido por otras manos, es la metáfora lúcida de estos tiempos de globalización y multiculturalidad.
El Ford Gran Torino, funciona con otro símbolo, como espejo del alma de Kowalski, en definitiva, un reflejo de sí mismo.
El estado de las relaciones entre los personajes, aparecen reflejados en el vehículo.
Al principio, el auto aparece tapado, o bien, el encuadre no lo recoge en toda su magnitud, no siendo hasta bien avanzada la trama, cuando alcanzamos a ver el vehículo en su totalidad; lo que podría revelar, de qué modo el huraño Kowalski va tomando contacto con su entorno, poco a poco.
Así, a Thao se le presentan 2 modelos distintos, nuevamente, entre los que tiene que elegir:
El primer modelo se basa en la comuna cultural como medio para “proporcionar refugio, consuelo, certeza, y protección, que provienen precisamente de su carácter comunal, de su responsabilidad colectiva, que borra los proyectos individuales, que comporta satisfacciones inmediatas, y está representado por el Honda Civic compartido por la banda.
El segundo, basado en el individualismo, el esfuerzo personal, y la recompensa a largo plazo, que está representado por el Ford Gran Torino, que no consigue hasta el final del metraje.
En la lectura del testamento, sabemos que Kowalski ha dejado en herencia, el Ford Gran Torino a Thao.
El testamentario explicitará la cesión, a cambio de una condición:
“… ni le pongas un enorme alerón de marica, como hacen todos los “rollitos de primavera”, si puedes evitar hacer todo esto, será tuyo”
Esto hace pensar, que se trata de un rasgo distintivo de las bandas, o los jóvenes próximos a estas realidades.
Vemos también, que el otro vehículo que Walt utiliza, tiene un papel importante.
Sue se encuentra en medio de una agresión racista y machista, por parte de la banda de los afroamericanos.
Una vez ha sido aislada de Trey, el novio que la acompaña, que ha quedado relegado a un segundo plano, desde donde es incapaz de reaccionar, solo la aparición de Kowalski es capaz de sacarla del conflicto en el que está inmersa.
Su llegada se produce mediante esa camioneta, lo que parece ser una Ford F100 ‘64.
En primera instancia, lo vemos aparecer en una esquina del plano general, que nos sitúa en un barrio residencial deprimido, donde ocurre la acción.
El autor de la obra, utiliza el recurso de la dilación, para aumentar las expectativas sobre el desenlace del conflicto.
Este se resuelve con la llegada de la camioneta Ford F100, la utilización de la coacción armada, y huida del lugar de los hechos, también con la misma camioneta.
En este caso, el vehículo tiene un sentido más funcional que simbólico, en comparación con los ejemplos anteriores.
Pero también, tiene un papel importante en la resolución del conflicto.
Es entonces, un Ford Gran Torino de 1972, un elemento que le sirve a Eastwood como ejemplo paradigmático de la cultura del automóvil, una reminiscencia de “El Sueño Americano” y del “American Way Of Life” que todos, independientemente de su extracción social, laboral o étnica, valoran como una seña de identidad, como un elemento que define la propia personalidad
“Alright, here's the deal:
You stay away from Thao, understand?
You tell your friends to stay away from Thao.
And if they don't listen to you, you tell 'em you don't wanna see them anymore.
That's it.
Got it?”
La confluencia de la presencia de las bandas, el mal estado de las vías, los desperdicios, y la basura en entornos residenciales, encuentra el paradigma en el barrio donde convive Kowalski y la familia de Thao.
Al modelo del entorno, relacionado con las bandas juveniles, es la basura y los desperdicios, por el lado de los cuales pasan Sue y Trey, segundos antes de encontrarse con la banda de afroamericanos.
La maleza en las aceras, poco cuidada, y la basura alrededor, son los elementos comunes en las zonas que podemos identificar, como zonas habituales de las bandas.
Esta característica de barrio deprimido, es ilustrada repetidas veces en diferentes situaciones, relacionadas con el entorno más próximo de Walt.
Una de las muestras más evidentes de este rasgo, es la reconstrucción de la casa de enfrente de Kowalski.
Este encargo, que hará el americano para redimir la culpa de Thao, por el intento de robo, arranca el camino iniciático hacia la construcción de Thao, como un joven integrado en la sociedad.
Pero no solo sirve para mostrar la capacidad de superación del individuo, sino que construye el espacio diegético, como un entorno marginado, en el que los individuos que lo habitan, pueden tender a sentirse poco integrados.
Para las 2 casas principales de la historia, la casa de Walt y la de Thao y Sue, justo al lado, los directores de exteriores, y el diseñador de producción, encontraron 2 casas vecinas, que cumplían todos los requisitos.
“Lo que buscábamos en la casa de Walt, era una casa que pareciera como si alguien la hubiera cuidado toda su vida”, describe el productor Robert Lorenz.
“Envejecimos el resto de las casas de esa calle, para mostrar el mal estado en que estaban las casas que rodeaban a Walt”, agregó.
No obstante, la casa de Thao también necesita la ayuda de Walt, como símbolo pater familias ausente en el hogar hmong, para ser reparada.
El pequeño sin experiencia, recordemos que la única experiencia en la familia es la madre, de ahí que hace trabajos de jardinería, y otros específicos del género femenino dentro de su cultura hmong, pide ayuda a Kowalski, a causa de un problema en las tuberías de su casa.
En medio de la reparación, este se queja del fuerte calor que hace en la casa.
En este momento, Thao enciende el ventilador instalado en el techo.
El efecto que produce en el espectador, es que aquel aparato puede caer en cualquier momento.
La mostración de este aspecto de la casa es, como mínimo, no es poco necesario para el avance de la historia; por lo que se puede pensar, que se trata de un mecanismo, utilizado por el autor, para ilustrar esta realidad de espacio precario, con omisión de la figura paterna explicita en el estado del entorno, en el que se desarrolla la acción.
“Jesus Christ.
What are you, half Jew or somethin'?”
Curiosamente, Gran Torino es una película profundamente católica también.
Y decimos esto, porque vemos como el sacrificio y la redención, atraviesan toda la trama.
Eastwood se enfrenta, insinuando cierto agnosticismo, o ateísmo, en esta etapa madura del californiano.
En este caso, Walt muestra en un principio, un auténtico desprecio por la religión, refiriéndose por ejemplo, al joven sacerdote Janovich (Christopher Carley) que intenta acercarse a él, como “un niñato que acaba de salir del seminario”, o como “un virgen de 27 años, que no sabe nada de la vida, y al que le gusta coger de la mano a las viejecitas supersticiosas, y prometerles la eternidad”, aunque su relación se irá suavizando conforme avance el metraje, si bien en el plano personal, porque no cambiará de actitud respecto a su fe, salvo cuando se acerca su final, y cumple uno de los deseos de su fallecida esposa, al confesarse con este joven sacerdote.
El film como la vida misma, es circular, de ahí que la primera imagen con la que abre Gran Torino, es una iglesia católica, la de su barrio, en la que el joven e inexperto padre, trata de dar un sermón.
La idea del sacrificio, empieza a tomar forma cuando Walt observa el comportamiento de sus abúlicos nietos, así como el de las pandillas que derrochan su tiempo sin trabajar, y fastidiando a los demás.
Walt conoce a su vecino oriental, el pequeño Thao, a quien le enseña oficios como el valor y el premio del sacrificio, y sirve de guía en su vida.
En este aspecto, Walt adquiere un rol mesiánico, con el niño hmong, además de descubrir “personas” en la familia asiática con fuertes rasgos espirituales, vemos el bautizo y la conversación con un hombre hmong de mucha espiritualidad; Walt llega a confesar:
“Tengo más en común con estos chinos, que con mi propia familia”
Apegado a las tradiciones, y sin quererlo, este norteamericano conservador y malhumorado, se convierte en guardián y protector de la familia, su salvador.
Pero Walt no es un santo, y aquí entra en juego, el tema de la redención.
Walt peleó en La Guerra de Corea, donde hubo muchos hmong que murieron, y carga consigo, un par de esas muertes; Thao intentó unirse a una pandilla, e intentó robar el Torino de Walt.
Por tanto, Thao pagará su error con trabajo/sacrificio, mientras que Walt... terminará crucificado.
Otro elemento interesante, que nos deja Gran Torino hacia su impactante final, es la crítica a la justicia, y la ley, una de las grandes constantes del cine de Eastwood.
Walt ya ha vivido lo suficiente, como para saber que la justicia no siempre obra de la forma más correcta, es algo que él ya vivió en persona, en La Guerra de Corea, cuando tenían que “matar niños” sin importar nada más que la propia supervivencia.
Eastwood muestra así, de una forma poco heroica, pero en este caso, poco escabrosa, el triunfo de la moral frente a la violencia, aunque no lo hace por medio de un inspector de policía, que se toma la justicia por su mano; sino mediante un sacrificio personal, que ayudará a los agentes de la ley, a hacer efectiva la paz en el barrio en el que habitaba Walt.
Gran Torino se toma su tiempo, para desarrollar acciones y relaciones entre personajes; utilizando la iluminación de Tom Stern, veterano colaborador de Eastwood, para crear claroscuros que marcan los cambios en el personaje de Walt, su relación entre la luz santificadora, y la oscuridad en la que esconde sus pecados, son claves para comprender al protagonista.
Él deberá encontrar un objetivo en su vida, idea que le inculcará a Thao, contraria a la vida fácil que le ofrecen los pandilleros, la cual solo posee violencia.
Derivado de esta última idea, encontramos un tema que Eastwood ha tratado hasta la saciedad, la omnipresente posesión de armas, y su uso privado en Estados Unidos, algo muy recurrente en el cine norteamericano, y mundial, en las últimas décadas.
En Gran Torino, Walt hará apología de las armas, utilizando su viejo rifle reglamentario, tanto para defender su “espacio”, su casa, y su jardín; como para intimidar a las bandas juveniles que campan a sus anchas por el barrio.
Incluso con su huesuda mano, fingirá llevar una pistola en el bolsillo, para después apuntar a sus “enemigos” con su dedo índice, como imitando a alguno de esos personajes del western, que el propio Eastwood encarnó.
De un inicio, Walt intenta mediar en el conflicto de forma verbal.
Las formas de violencia simbólica, se intercambian en forma de insultos y descalificaciones, entre la banda y el anciano.
Su continúa retenida por los afroamericanos.
El siguiente paso que utiliza Walt, es simular una pistola con sus dedos.
Esto solo consigue la estupefacción entre los miembros de la banda, pero no consigue el cometido del americano, que es liberar a Sue de su destino.
Finalmente, Walt hace uso de la violencia real.
Saca un revolver y apunta a los afroamericanos.
Es entonces, cuando consigue que estos dejen irse a la muchacha.
Al igual como en la anterior ocasión, en la que intentan raptar a Thao de forma violenta, no es hasta que los miembros de la banda se topan con el rifle de Walt, cuando dejan de intentar su cometido.
Además de utilizar la violencia como modo de resolución de los conflictos, también la utilizan para articular sus mensajes.
Thao debe integrarse en la banda, pero este se resiste.
Esto tiene unas consecuencias que, además de afectar a Thao, afectan también a su familia.
Disparan a la fachada de su casa, y violan a su hermana como forma de represalia.
Suponemos que quienes abusaron de Sue fueron sus pares, los hmong pandilleros, pero también hace sospechar, que pudieron ser los hispanos como desquite de un enfrentamiento anterior con ellos, o los afroamericanos, por el careo que tuvo, también anteriormente.
En este mismo sentido, la banda utiliza la violencia contra su cuerpo, y contra las herramientas que permiten su trabajo.
Intenta eliminar los valores propios de la individualización de Thao, que trabaja y no acepta los valores de la comunalización; así se trata de utilizar la violencia, como medio de infligir su mensaje.
Por tanto, Walt intenta alejar a Thao, de este modo de gestión de los conflictos.
Peor este le pide venganza, su conducta pasiva evoluciona en violenta, quiere vengar los perjuicios que ha recibido, él mismo y su hermana, y no le importa arriesgar.
Kowalski, en cambio, le ofrece calma.
Sabe que no tiene nada que perder, la enfermedad podrá con él igualmente.
Hacia el final, la banda espera la llegada de Thao, ellos también buscan resarcir la negativa del niño a entrar a la banda.
Esta es la primera suposición, que los códigos de la violencia por la que ellos rigen su forma de actuar, les ha hecho pensar, pero que no se cumple.
La segunda suposición, basada en los mismos principios, será determinante.
El único fuego que se espera que utilice Walt, es el de las armas.
Esta suposición errónea, les cuesta la vida de la pandilla en libertad, ya que serán arrestados horas más tarde.
La estetificación de la muerte, con una ralentización del plano en el que Walt cae abatido, y la posición que adopta en forma de cruz, una vez ha aterrizado, muestran como esta actitud de huida de la violencia, acaba siendo beneficiada incluso con una muerte bella.
En cambio, los asesinos serán desposeídos de su imagen digna, al ser presentados en medio del jardín, arrodillados, y en medio de vigilancia policial, ante el asombro, o beneplácito, de la vecindad circundante.
Walt se sacrificará para ayudar a los agentes de la ley, y a sus vecinos, por medio de una paradójica situación, en la que él rechaza el uso de las armas, reconociendo que él mismo ha podido caldear demasiado el ambiente en el barrio, al usarlas como intimidación, mientras que sus enemigos caerán en desgracia, precisamente al utilizarlas.
Incluso entonces, plantea una situación positiva, como es la aparición de un policía hmong en la escena del crimen, apuntando a que una integración racial es perfectamente posible si los cauces son los normales.
Así se cierra el círculo de Gran Torino, en una iglesia, en un réquiem de violencia.
“You mean Hmong?
No, no, it's not Humong, it's Hmong”
El guión de Gran Torino, no es que resulte muy original, sobre los temas tratados en un ambiente de tensiones sociales, en algunas actuaciones secundarias, en especial los pandilleros, son más bien de segunda fila, y el propósito y consecuencias de las acciones principales, resultan bastante previsibles, pero la interpretación de Clint es fenomenal, al igual que la creación de su antihéroe con reminiscencias del propio.
Gracias a Gran Torino, los hmong están finalmente en el mapa, siendo esta la primera película en la que se describen personajes de la comunidad hmong, la cual es una etnia de 18 clanes, distribuida entre las montañas de Laos, Vietnam, Tailandia, y otras partes de Asia, que se trasladó con muchas penalidades a Estados Unidos, tras su participación en La Guerra de Vietnam.
En cada aspecto de la producción, la comunidad hmong en conjunto, contribuyó tremendamente a dar un toque exclusivo, y auténtico al proyecto.
Además del casting, los asesores hmong ayudaron con el diálogo, el vestuario, y los elementos de diseño.
De hecho, Eastwood contrató a numerosos ayudantes y artesanos hmong, para que trabajaran en el equipo.
Deborah Hopper, diseñadora de vestuario, investigó en Internet, y asistió a un festival hmong, donde consultó a numerosos vendedores, para que la ayudaran a conseguir la autenticidad de los trajes hmong.
“Fuimos donde las mujeres hmong compran algunos de sus atuendos contemporáneos y tradicionales” comenta Hopper.
“Una de las cosas que aprendí, es que las madres enseñan a sus hijas, a hacer sus trajes tradicionales”, de hecho, Ahney Her trajo su propio vestuario, hecho a mano, que utilizó para interpretar a Sue.
Aparte de las ceremonias de “Soul Calling”  o “Evocación de Los Espíritus” que celebraban en la casa hmong, Sue y Thao también tuvieron ocasión de ponerse sus trajes de ceremonia tradicionales, para honrar a Walt.
“Son muy recargados”, describe Hopper.
“Tienen muchas monedas colgando, las monedas representan la riqueza de la familia.
También son muy coloridos.
Las mujeres llevan turbantes, y los hombres pueden llevar un chaleco, o cinturones cruzados.
Cuando los vi, pensé que eran únicos y maravillosos.
Algo que jamás había visto”, concluyó.
Eastwood señala, que los hmong se definen a sí mismos, como una cultura con su excepcional herencia, a diferencia de una nacionalidad.
“Tienen sus propias religiones, su propio idioma, y se consideran su propia gente”, explica.
“Muchos de ellos, han tenido que enfrentarse a muchas dificultades tras La Guerra de Vietnam.
En su tierra, las cosas no eran demasiado agradables, y por eso, la iglesia luterana y muchas organizaciones individuales, hicieron todo lo posible para traerlos a EEUU.
Tuvieron que soportar penalidades, así que es gente muy fuerte, muy decidida”
Respecto a la banda sonora, también incluye rap hmong, y latino, que refleja la música que escuchan los personajes, y un tema del grupo de rap de Elvis Thao, “Rare”
“Muchos de los que se presentaron a las pruebas eran raperos”, comenta Lorenz.
“Algunos consiguieron papeles y otros no, pero todos presentaron su música.
Era tan apropiada, que pusimos toda la que pudimos en Gran Torino”, comenta.
Kyle Eastwood, hijo de Clint Eastwood, junto con Michael Stevens, compusieron la música de la banda sonora, que posteriormente orquestó y dirigió Lennie Niehaus, cuya asociación con Clint, se remonta a la película “Tightrope” (1984)
El tema principal de Gran Torino, lo interpretan el pianista/cantante de jazz británico, Jamie Cullum, y Don Runner.
La letra es de Eastwood, Cullum, el hijo del director Kyle Eastwood, y el socio compositor de Kyle, Michael Stevens.
“Juntos crearon este tema”, cuenta Lorenz.
“Y Kyle y Mike lo usaron para inspirarse en la música del resto de Gran Torino”
Respecto a algunas escenas, las cuales son muchas, rescato una en especial, la cual ya quisiera algún actor joven, en tener el sex appeal a los 78 años de Eastwood, con el valor de llegar a esa edad, atreviéndose a hacer una escena en la bañera, solo los grandes hacen eso.
En definitiva, Gran Torino es una película que esconde una gran lección moral.
Una historia que merece ser incluida en la categoría de “hito cinematográfico” y que nadie debe perderse.
“Relax, zipperhead.
I'm not gonna shoot you.
I'd look down too, if I was you.
You know, I knew you were a dipshit the first time I ever saw you, but I never thought you were worse with women than you are at stealing cars... Toad”
Gran Torino es probablemente, el film más personal de su realizador, una especie de homenaje a sus grandes personajes, y también, una reflexión sobre grandes temas que ha planteado anteriormente, como la madurez, la soledad, el concepto de antihéroe, frente al héroe clásico, las dudas sobre la naturaleza de la ley, frente a una correcta diferenciación entre el bien y el mal, y una crítica al fin de “El Sueño Americano”
Además de ser el mayor éxito de taquilla de su carrera tras las cámaras hasta el momento, Gran Torino es más que probable, su último papel protagonista, convirtiéndose así, a la vez, en un verdadero epitafio interpretativo, y en una especie de resumen de sus inquietudes como director, a lo largo de su carrera.
Gran Torino se cierra con una situación similar, a la forma que tuvo de comenzar, con un funeral.
Pero no es un funeral cualquiera.
Es el final del alter ego del director, de ese viejo cascarrabias, que ha pasado por muchas vicisitudes en su vida, que ha servido y amado a su país, pero que critica algunos aspectos de su situación social actual, y que se ha sacrificado para ayudar a los demás, y combatir así la injusticia.
La despedida como actor de Eastwood, se aprecia en el aroma crepuscular que desprende cada fotograma, siendo su final épico, el detonante definitivo.
Eastwood vuelve a demostrar, una vez más, ser un genio de la narrativa, un virtuoso de cómo se hacen las películas, abriendo el abanico de su relato, de la forma más sencilla y clásica posible.
Cada secuencia nos va descubriendo, poco a poco, un aspecto más de los personajes y de la historia,  en una magistral puesta en escena, donde predominan abiertamente los símbolos:
Una medalla, un coche, un mechero; sin olvidar la magnífica presentación de los personajes, por ejemplo, al comienzo, en la misa por la difunta esposa, basta ver los gruñidos, y la cara de asco de Kowalski, para descubrir cuánto desprecia unos valores que no son los suyos; o de qué forma se presenta al personaje de Thao, esto es, leyendo un libro por la calle, basta esta figurativa imagen, para valorar que este muchacho no tiene nada que ver con la banda callejera que lo acosa sin respiro, a él y su familia.
Todo ello apoyado por apenas un par de melodías, más que suficientes.
¿Qué haremos cuando el ENORME Clint Eastwood nos deje para siempre?
Eastwood se ha dirigido, a sí mismo, en 22 largometrajes, mientras que no ha aparecido en pantalla bajo su dirección, sólo en 7 ocasiones.
En realidad, Gran Torino parece no sólo una historia humana, y otro gran film de Eastwood, sino la despedida de los personajes que hicieron al Eastwood actor inmortal, especialmente los urbanos:
Callahan, Shockley, el sargento Highway, Pulovski... el pistolero urbanita ha colgado definitivamente la pistola.
Si en “Unforgiven” enterró definitivamente al irónico y aprovechado “Hombre Sin Nombre”, Gran Torino ha enterrado a Callahan, y con él, a los cowboys, los policías, los detectives, y los justicieros.
Su personaje en Gran Torino, tiene una serie de rasgos definitorios, que lo convierten en una especie de resumen de los grandes papeles, que ha legado para la posteridad, en su carrera como actor.
Incluso, tiene también ciertos matices autobiográficos, como el hecho de que fuera un veterano de La Guerra de Corea, un conflicto durante el cual, Eastwood estuvo enrolado en el ejército americano, aunque fuera como instructor en California, y sin llegar a ser destinado al verdadero lugar del conflicto.
La imagen icónica de un anciano, Eastwood alzando la mano, como si fuera un revólver, es una clara auto referencia, que nos indica el fin de un mito, de un personaje, y de un tipo duro.
El ocaso de un ídolo, una mirada irónica y nostálgica, a una vasta carrera como actor, que parece tocada a su fin.
Y es que Gran Torino también posee, a su modo, esencia de fantástico western moderno y urbano.
Prueben a sustituir los coches por caballos, imagínense que las bandas callejeras son en realidad forajidos, que el escenario donde se teje la acción, es un pueblo sin ley, y miren a Kowalski, como a esos pistoleros solitarios que tienen moral propia, y deciden hacer justicia por su cuenta.
Sin olvidarnos del arma, por un dedo.
Si de despedidas estamos hablando, no se extrañen de la interpretación que propongo.
Al fin y al cabo, estamos hablando de un tipo que fue “un jinete pálido” y que cabalgó a lomos de caballo, por los desiertos de Almería.
Ya sabía, por tanto, de lo que estaba hablando…
Cierro diciendo que la ignorancia y el patriotismo americano, alimentan a una sociedad, y la hace peligrosa... pero siempre hay historias como estas, que nos dicen, que debajo de lo que hemos aprendido, hay buenas personas, y lo cambian todo.
Y como las letanías:
Nadie se cabrea como Clint Eastwood.
Nadie envejece como Clint Eastwood.
Nadie sonríe con la ternura de Clint Eastwood.
Nadie tiene tanta gracia, cuando insulta como Clint Eastwood.
Nadie es tan duro como Clint Eastwood.
Ningún duro es tan tierno como Clint Eastwood.
Nadie rueda una película tan sencilla, con un resultado tan brillante como Clint Eastwood.
Nadie tiene el encanto, ni el talento de Clint Eastwood.
Nadie es como Clint Eastwood.
¿De verdad te jubilas?
Pues gracias por todo.

“In 1952, we were sent up to take out a Chinese machine gun nest.
It shredded us up pretty good.
I was the only one who came back that day.
Not long after, they gave me a silver star...
Here, I want you to have it”



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