Farewell, My Lovely


“To hell with polite drinking”

El ciclo del cine noir, falleció a finales de los 50, en parte por la sobresaturación del mercado, en que los recursos narrativos atrevidos, se convirtieron en clichés, la “femme fatale”, el primero de ellos, y en parte, porque la revolución cosmológica de los 60, hizo bruscamente obsoleto, todo ese cine en que las cosas sexuales debían ser reprimidas y sublimadas.
Para el cine noir quedaron entonces, 2 caminos posibles:
Uno de ellos, es la constante actualización de las convenciones propias del cine noir a tiempos más recientes, o a escenarios ajenos en principios al cine noir.
La otra, es retornar a la ambientación primigenia, y rodar películas “retro” que desde los 70, 80, 90 o 2000, revisiten los 40.
Pero para esto, tenía que pasar algo de tiempo, claro está, el necesario para calmar la sobresaturación, y desarrollar la autoconciencia necesaria para retomar ese viejo cine, jugar con sus claves, y hacerlo como se debe.
En los 70, hubo al menos, un par de apreciables adaptaciones de Raymond Chandler, el novelista noir por antonomasia.
Raymond Thornton Chandler, fue un escritor de novelas policíacas norteamericano, creador del popular detective privado, Philip Marlowe, y artífice fundamental de la llamada “novela negra”
Chandler revolucionó la típica trama de intriga y misterio de la literatura policíaca, reflejando la dureza de la vida urbana, y la corrupción social.
Sus obras reflejan la corrupción como el mecanismo central, que afecta a los protagonistas, y sus relaciones sustentadas en el poder del dinero.
Su estilo narrativo puede ser descrito como de un realismo sarcástico, y sobre todo escéptico, una prosa que narra con rapidez, exactitud, y sutileza sus ambientes, personajes y sucesos, a veces matizada por observaciones y frases de humor cínico que lo caracterizaron.
La escritura precisa y refinada, resulta de la feliz fusión de lenguaje literario y formas coloquiales, de metáforas coloridas y de “slang” americano crudo y vigoroso.
Chandler defendía en su prosa la elegancia, la literatura ante todo, a diferencia de la mayoría de autores de novela negra, que practicaban una prosa torpe, alejándose de las exigencias de escritura.
Junto con Dashiell Hammett, Raymond Chandler es el fundador de la novela detectivesca moderna de corte duro, que lleva las tramas criminales a la calle, a la sociedad, y amplifica los móviles del crimen, a factores sociales y a psicologías complejas.
Raymond Chandler contribuyó, de modo determinante, a la renovación del género policial, sobre el que escribió también, famosos ensayos, creó un personaje, y un estilo.
El héroe de sus novelas, es el investigador privado Philip Marlowe, protagonista y narrador de las historias, el idealista romántico bajo la apariencia cínica, que lucha contra una sociedad corrupta, siguiendo un código ético personal, y métodos no siempre ortodoxos.
Marlowe apareció inicialmente, en una historia corta llamada “Finger Man” publicada en 1934.
En esa aparición, sin embargo, Chandler no había desarrollado aún las características que se convertirían en su marca personal.
Philip Marlowe es un personaje típico de la novela estadounidense de detectives, iniciada por Dashiell Hammett, y la revista Black Mask, en la década de los 1920, donde los detectives privados eran observadores pesimistas y cínicos, de una sociedad corrupta, aunque tanto Marlowe como otro duro detective, el Sam Spade de Hammett, persisten en su deslustrado idealismo.
Bajo la piel del duro y bebedor detective privado, Marlowe es un individuo contemplativo y filosófico.
Marlowe adora el ajedrez y la poesía.
A pesar de no tener miedo al dolor físico, no usa la violencia para ajustar cuentas.
Su moral le permite resistir el hipnotismo de las “femme fatales”
Chandler se refería así, a su ideal de detective en general:
“Creo que podría seducir a una duquesa, pero estoy bastante seguro, de que no mancharía a una virgen”
El nombre de “Marlowe” probablemente derive tanto del poeta isabelino, Christopher Marlowe, como del narrador de la novela de Joseph Conrad, “Heart Of Darkness”, que usaba un deletreo distinto del apellido.
Todas sus novelas han sido llevadas con éxito a la pantalla, comenzando por la memorable “The Big Sleep” (1946)
Marlowe ha sido interpretado en la pantalla grande por:
Humphrey Bogart, George Montgomery, Robert Mitchum, Elliot Gould, Danny Glover, James Caan y James Garner.
En la radio, “The Adventures Of Philip Marlowe”, el personaje era interpretado por Van Heflin en la NBC, del 17 de junio al 9 de septiembre de 1947; y por Gerald Mohr en la CBS, del 26 de septiembre de 1948 al 15 de septiembre de 1951.
Powers Boothe hizo el papel de Marlowe, en la serie de televisión de la HBO “Philip Marlowe, Private Eye” de 1984 a 1986.
Pese a todo, Chandler tenía un actor que encarnaba para él a Marlowe, y de ello dejó constancia en “Raymond Chandler, Cartas y Escritos Inéditos” (1976):
“Si alguna vez, hubiese tenido la oportunidad de elegir a un actor de cine que representara mejor la imagen que yo tengo de él, creo que tendría que haber sido Cary Grant”
El propio personaje Philip Marlowe, se define a sí mismo de esta manera, en la novela “The Long Goodbye” (1953):
“Soy un investigador privado con licencia, y llevo algún tiempo en este trabajo.
Tengo algo de lobo solitario, no estoy casado, ya no soy un jovencito, y carezco de dinero.
He estado en la cárcel más de una vez, y no me ocupo de casos de divorcio.
Me gustan el whisky y las mujeres, el ajedrez y algunas cosas más.
Los policías no me aprecian demasiado, pero hay un par con los que me llevo bien.
Soy de California, nacido en Santa Rosa, padres muertos, ni hermanos ni hermanas, y cuando acaben conmigo en un callejón oscuro, si es que sucede, como le puede ocurrir a cualquiera en mi oficio, y a otras muchas personas en cualquier oficio, o en ninguno, en los días que corren, nadie tendrá la sensación de que a su vida le falta de pronto el suelo”
“I had two grand inside my breast pocket that needed a home, and I knew just the place”
Farewell, My Lovely es una película de suspense, dirigida por Dick Richards en 1975.
Protagonizada por Robert Mitchum, Charlotte Rampling, Silvia Miles, John Ireland, Harry Dean Stanton, Jack O'Halloran, Anthony Zerbe, Sylvester Stallone, Joe Spinell, Kate Murtagh, John O'Leary, Walter McGinn, entre otros.
Escrita por David Zelag Goodman, está basada en la novela “Farewell, My Lovely” de Raymond Chandler.
Obtuvo una nominación al Oscar como mejor actriz de reparto para Silvia Miles.
Farewell, My Lovely es la primera producción de Jerry Bruckheimer y cuenta con la banda sonora a cargo de David Shire.
La fotografía, de John A. Alonzo, recrea con maestría los ambientes lúgubres, sórdidos, y opresivos del cine negro de época.
El guión cuenta una historia absorbente, que incluye los tópicos del género:
La mujer fatal, numerosos personajes, muchos muertos, etc., y puntea la obra de sobria comicidad.
La dirección elabora el film con mimo y convicción; la puesta en escena es maravillosa, se nota mucho la mano de uno de los más grandes en esta materia, Dean Tavoularis, quien consigue recrear de forma espléndida, los escenarios donde se mueve la acción, transportándonos a un mundo idealizado por este tipo de novelas detectivescas.
Farewell, My Lovely es una interesante cinta del género de detectives, donde el realizador impregna un correcto ambiente de decadencia, corrupción, morbo, y podredumbre, correcto tratamiento, en el punto más bizarro de Los Angeles, prostíbulos, chulo, yonquis, bares de mala muerte, detectives privados, emboscadas, asesinatos, y balaceras, todo con la atmósfera de un constante rojo, luces rojas, que dan ese ambiente sórdido, subterráneo, y enfermo.
Farewell, My Lovely sería la 2ª adaptación de la historia de Raymond Chandler, y sería la más cercana al texto que la origina, que la primera adaptación, “Murder, My Sweet” (1944) de Edward Dmytryk, aunque claro, en aquel entonces se contó con la participación del inolvidable y entrañable Humphrey Bogart.
El director Dick Richards, realiza un aceptable trabajo, poniendo en escena la historia, ambientado una atmósfera de submundo “underground”, podredumbre, corrupción, asesinato, todo es moneda corriente en ese subterráneo universo, donde Marlowe encaja a la perfección, pero que inevitablemente lo ha colmado.
Y es que, en medio de una década extraordinaria para el cine estadounidense, plagada de thriller secos, y desprendidos de artificios, Richards se mandó una película deliberadamente a contrapelo.
Y le salió bien, muy bien.
En gran medida porque contó con uno de los mejores Marlowe del cine, para muchos el mejor de todos:
Al borde de los 60 años, Robert Mitchum encontró el tono justo, casi como de vuelta de todo, con un andar cansino, y el sombrero medio de costado, la mirada desganada, pero nunca perdida.
La acción de Farewell, My Lovely, tiene lugar en Los Angeles y alrededores, en los primeros años 40, con el trasfondo de La Segunda Guerra Mundial.
Se citan hechos como la invasión nazi de la URSS, el 22 de julio de 1941.
Farewell, My Lovely narra, a la manera de flashback, la historia de Philip Marlowe (Robert Mitchum)
El detective privado es requerido por Moose Malloy (Jack O'Halloran) para localizar a su antigua amante, Velma Valento, de la que no tiene noticias desde hace 6 años.
Philip se contacta con Tommy Ray (Walter McGinn), antiguo trompetista de la sala de fiestas donde trabajaba Velma, y con Jessie Florian (Sylvia Miles), que fue amiga y compañera de Velma.
La investigación le lleva a recorrer el submundo del crimen de Los Angeles, que le colocan ante situaciones peligrosas, ya que tiene que ver a personajes oscuros y de dudosa honestidad.
En estas circunstancias, no le resultará nada fácil, cumplir con su misión.
Así, vemos a Marlowe un poco de vuelta de todo, cansado, y hastiado del mundo y de su corrupción, que por debajo de su máscara de cinismo, y su afición a meterse en problemas, es una especie de último justiciero en pie, luchando porque este mundo sea un sitio algo mejor para todos.
La escena final, directa y extrema en su sencillez, lo dice todo.
Ese final, es algo que el Marlowe literario hubiera hecho.
Aunque la trama es complicada, por el gran numero de personajes siniestros a los que se enfrenta Marlowe, su punto fuerte es el aire de misterio, que emana al presentar una de las femme fatale más peligrosas y manipuladoras en el género, todo eso con un maravilloso diseño de producción, que capta brillantemente la época de los 40, con sus fondos y vestuarios, pero sobretodo, lo más importante, es la atracción escénica, que causa el carisma y cinismo del Detective Philip Marlowe, lo que mantiene Farewell, My Lovely dentro de lo aceptable.
Así las cosas, corroboramos que las actuaciones son correctas, tiene una breve participación un joven Sylvester Stallone, y claro, el siempre eficiente, el duro Robert Mitchum, encarnando al recio detective, fanático acérrimo de Joe DiMaggio, que se ve, como todos, engañado por la sensual Charlotte Rampling, mujer fatal que es el centro de todos los engaños e intrigas con semejanza de Lauren Bacall; y Sylvia Miles, interpretando a Jessie Halstead Florian, una ex-estrella alcohólica y desafortunada, que desde su vida miserable, trata de echarle los perros a un Marlowe inalcanzable.
John Ireland está bien también como Nulty, el detective cascarrabias, pero socio reluctante de Marlowe.
Y Jack O'Halloran como Moose, el matón persiguiendo a su Velma, aparece también relativamente poco, pero está descollante, a pesar de que le hace la vida a cuadritos al pobre Marlowe, hasta acaba uno queriéndolo y todo, porque cómo tan grandote y tan tontorrón, y tan embobado por su Velma...
Me encantó Farewell, My Lovely, desde un principio, en apenas unos segundos, la imagen ya me transportó a una historia de detectives, como yo imaginaba.
Las calles, el humo, el ambiente, se llega a respirar el aroma envolvente de una ciudad llena de ruidos y crímenes.
Todo eso, acompañado por un detective, interpretado por Robert Mitchum, que encaja a la perfección en la imagen que puede uno tener de un detective.
Con comentarios irónicos, llenos de acertado humor, que incluyen en algunos momentos sus pensamientos y deducciones.
Haciéndonos participes de lo que va pasando por la mente del protagonista, y como va atando cabos, en busca de la resolución del misterio.
Es destacable:
La escena del burdel, en la que Philip recibe 3 sonoras bofetadas, de una madame gorda y fuerte.
La entrevista con Jessie en su casa, sin sostén y en full escote seductor.
La huída en tropel de los clientes del prostíbulo tras oír disparos, etc.
Farewell, My Lovely apuesta por los valores que encarna Philip, las amistades y matrimonios interraciales, la dignidad de las personas de color, su igualdad con las demás, y la lucha contra el crimen.
La mayor aportación de Farewell, My Lovely al mito cinematográfico del detective Philip Marlowe reside, a mi juicio, en aquello que para muchos supone uno de sus mayores defectos.
Aquí tenemos, en efecto, a un talludo Robert Mitchum, en la piel de Philip Marlowe, que a los 57 años, protagoniza el relato dando vida a un personaje que destila madurez, serenidad, gravedad, melancolía, y sarcasmo; y a pesar de las suspicacias que en algunos levanta su elección para ese papel, a mí no se me ocurre, una vez vista Farewell, My Lovely, nadie mejor que él, para encarnar a ese detective en pleno tránsito hacia la vejez, triste, y cansado, que descubre que aunque su rostro y su cuerpo sigan teniendo el aspecto del mármol, sus músculos se han reblandecido, y sus reflejos están adormilados, en camino hacia la desaparición.
Así vemos como una quinceañera le patea la entrepierna; una alcahueta le abofetea, le droga, y se burla de él, cuando la amenaza con su pistola; recibe un sin número de puñetazos, y es noqueado varias veces de un golpe en la nuca.
Para colmo, si no he contado mal, hasta 7 muertes ve Marlowe en Farewell, My Lovely, a cual más estúpida, a cual más inútil.
Marlowe se siente desplazado, fuera de un mundo que le disgusta, y que empieza a prescindir de él.
Súbitamente, tras tantos años en el negocio, Marlowe cree ver el auténtico rostro de la muerte, y comprende apaciguado, con un último gesto de dignidad, que empieza a despedirse.
Así las cosas, el realismo no hizo más verosímil a la novela negra norteamericana.
El propio Chandler reconocía que, pese al carácter de sus historias, Marlowe era un personaje de fantasía, y que los investigadores de la vida real, resultaban más prácticos, y menos interesantes.
Era difícil pensar, que un detective ayudara a escapar a un prófugo de la justicia, o que siguiera a un ex presidiario demente en la búsqueda de una mujer...
El sentido del fracaso y la conciencia que impulsan a Marlowe, una conciencia individual que desenmascara aquello que se le pone delante; pero son esas actitudes, y esos rasgos, lo que hicieron convincente al personaje, no su mayor o menor adecuación con algún modelo.
La conciencia de Philip Marlowe dispara frases que, tantos años después, siguen interpelando a los lectores, y periodistas al redactar sus notas:
“Tenemos mafias, sindicatos del crimen y asesinos a sueldo, porque tenemos políticos corruptos y a sus secuaces en el ayuntamiento y en la asamblea legislativa.
El delito no es una enfermedad, es un síntoma”

“You've been beaten up, slapped, shot full of hop until you were as crazy as two waltzing mice; now let's see you do something really tough, like getting up”



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