Stigmata


“How is your faith these days?”

El tema de ciertas verdades y documentos, ocultos por la Iglesia Católica, no es ninguna novedad, y ha significado una rica veta de fantasía ampliamente explotada en la literatura y cine recientes.
Tocar temas religiosos, y condimentarlo con maldiciones, crea mucho ambiente, ya que es un tema que toca fibras sensibles.
Existe muy poca investigación sobre las “estigmas”, pero la existencia de la Iglesia Católico-Romana, y su impacto en el mundo, es profundo.
Estamos hablando de una institución, que ha durado más que cualquier Imperio en la historia de la Civilización.
Ha durado 3 veces más que el Imperio Romano, y 2 veces más que la más duradera de las dinastías chinas.
Para discernir los simples hechos, sin decidir si pueden o no ser explicados por causas sobrenaturales, la Historia nos cuenta, que muchos “estáticos”, personas que han tenido experiencias místicas, llevan en sus manos, pies, costado, y sienes, las señales de la pasión de Cristo, con sus correspondientes intensos sufrimientos.
Tales señales, son llamadas “estigmas visibles”
Otros padecen únicamente los sufrimientos, sin mostrar señal externa alguna, y este fenómeno se denomina “estigma invisible”
A lo largo de la historia, se han documentado muchos casos de personas que, sin causa aparente, padecieron estigmas, es decir, heridas estimadas semejantes a las que habría sufrido Jesús de Nazaret durante su pasión.
No se tiene conocimiento de ninguno antes del siglo XIII; pero el primero de quien se tiene noticia, es San Francisco de Asís (c. 1181-1226) como el primer estigmatizado, cuyos estigmas eran de una clase que no se ha vuelto a ver posteriormente:
En las heridas de manos y pies, se hallaban raspaduras de carne en forma de clavos.
Los de un lado, tenían cabezas redondas; los del otro, tenían puntas largas, que se doblaban para arañar la piel.
La humildad del santo no pudo impedir, que muchos de sus hermanos hayan sido testigos, con sus propios ojos, tanto en vida del santo como después de su muerte, de la existencia de heridas tan maravillosas.
Ese hecho ha sido atestiguado por varios historiadores contemporáneos.
Se conoce después, el caso de la Beata María de Oignies (c. 1177-1213), beguina, caso que por ser poco conocido, pasó prácticamente inadvertido.
También destacan otros estigmatizados como:
Santa Catalina de Siena; la Venerable alemana Teresa Neumann; la laica pasionista Santa Gema Galgani; y el Santo capuchino, Pío de Pietrelcina.
Hubo 20 estigmatizados en el siglo XIX, los más famosos fueron:
Anne Catherine Emmerich (1774-1824), agustina; (Beata, N.T.) Isabel Canori Mora (1774-1825), terciaria trinitaria; Anna María Taigi (1769-1837); María Dominica Lazzari (1815-48); María de Moerl (1812-68) y Luisa Lateau (1850-83), franciscanas, entre otros.
Y sin duda, el estigmatizado más sobresaliente del siglo XX, ha sido el Beato Pio de Pietrelcina (1887-1968), capuchino italiano.
Su existencia, está tan bien fundamentada históricamente, que por regla general, ya ni siquiera, la cuestionan los no creyentes, quienes ahora solamente buscan darles una explicación natural.
Los estigmas, del latín “stigma”, y este a su vez del griego “στίγμα” son señales o marcas, que aparecen en el cuerpo de algunas personas, casi siempre devotas cristianas.
Estas heridas, son similares a las heridas infligidas sobre Jesús, durante su crucifixión, según la iconografía cristiana tradicional; así, muchos estigmatizados suelen tener marcas en las palmas de las manos, y no en el antebrazo, punto donde se clavaban los clavos a los crucificados.
Las diversas confesiones cristianas, consideran que pueden ser de origen sobrenatural, bien un don de Dios, o una intervención diabólica, o causadas por el mismo sujeto que las porta, ya sea intencionalmente, o por razones de origen psicosomático, es decir, la persona en cuestión es tan religiosa, que su cuerpo espontáneamente desarrolla heridas parecidas a los estigmas, como reacción a sus procesos mentales.
La Iglesia Católica, cuando los considera auténticos, y don divino, afirma que son participación de los sufrimientos de Jesús.
Reconoce unos 250 casos de santos y beatos, que han portado estigmas; estos pueden ser visibles o no, sangrientos o no, permanentes o no.
Los estigmas invisibles, según la Iglesia Católica, pueden producir tanto dolor como los visibles.
Es por eso, que la iglesia ha establecido criterios para determinar la autenticidad de los estigmas.
El término “Cinco Llagas de Jesucristo” hace referencia a las 5 heridas que recibió Jesús en su crucifixión.
Se cuenta que estando vivo, le fueron infligidas las perforaciones de ambas manos y pies, practicadas por los clavos que lo asieron a la cruz; y una vez muerto, y como modo de asegurarse de su fallecimiento, recibió una herida en el costado derecho, practicada con una lanza que le atravesó el tórax, hasta alcanzar el corazón.
El tipo de heridas, refleja su correspondencia con la Pasión de Jesús, a través de las siguientes señales:
Heridas en manos o muñecas, semejantes a las causadas por estacas.
Heridas en los pies, semejantes a las causadas por estacas.
Heridas en la cabeza, semejantes a las provocadas por la corona de espinas.
Heridas en la espalda, semejantes a las de látigo en la Flagelación.
Herida en un costado, semejantes a las causadas por lanzas.
Cabe señalar que los estigmas no tienen que ser en el lugar exacto de la crucifixión de Cristo; eso no significa que sean falsas, o que sean causadas por la mente.
Dios hace el milagro, pero respeta las limitaciones humanas.
Entonces, los estigmas aparecen en las manos, posiblemente porque así imagina el estigmatizado que las sufrió Cristo.
Esto no ocurre por histeria ni hipnotismo; los estigmas no se infectan; aparecen espontáneamente en el cuerpo, mientras la persona está en éxtasis; no ceden ante el tratamiento médico; sangran copiosamente y por largos períodos;  están acompañados de fuertes dolores tanto físicos como morales, la falta de dolor es una mala señal, que pone en duda la autenticidad de los estigmas porque, de ser auténticos, son participación en los sufrimientos de Cristo.
Los estigmas auténticos no se pueden explicar por causantes naturales.
Además, la persona practica la virtud heroicamente, particularmente, un gran amor a la humildad y a la cruz.
Es importante señalar que la Iglesia no canoniza a nadie, tan solo por ser estigmatizado.
Algunos parasicólogos, niegan toda obra sobrenatural, y la pretenden vanamente de explicar los estigmas produciendo imitaciones.
Por el contrario, la Iglesia, al canonizar santos que han llevado estigmas, reconoce en ellos, la autenticidad de una experiencia sobrenatural.
Existen hechos referidos a las llamadas “estigmatizaciones verdaderas” para los cuales, no se encontró una explicación científica:
Mientras que las heridas comunes cicatrizan en personas sin problemas de coagulación de su sangre, las ciencias médicas no logran la curación de los estigmas mediante tratamiento alguno.
A diferencia de las heridas naturales de cierta duración, las de los estigmatizados no emiten olores fétidos.
Hubo una sola excepción conocida; la de Santa Rita de Casia (1381-1457), quien habría recibido en su frente, una herida causada por una espina arrancada de la corona de Jesús crucificado.
Aunque su olor era repulsivo, la herida nunca supuró, ni causó ninguna alteración mórbida de los tejidos.
En cambio, al morir, el cadáver de Santa Rita, emitía una intensa fragancia dulce.
A veces, las heridas emitían aromas exquisitos, como en los casos de Juana de la Cruz, priora franciscana del convento de Toledo, y la Beata Lucía Brocadelli de Narni (1476–1544) una mística católica italiana, beatificada en 1710.
En el Evangelio de Juan, cuando Jesús entra en el Cenáculo con las puertas cerradas, y saluda a los discípulos, muestra los estigmas para identificarse.
A Tomás le dice:
“Mete tu dedo en mi costado”
La consternación de los apóstoles es también un hecho revelador de este misterio.
Este fenómeno muestra la eficacia de la salvación de Cristo en la Cruz, y permanece de manera particular, en el signo de los estigmas, convirtiéndose en un dato distintivo de la eficacia redentora y salvadora de la fe.
No intentare resolver la cuestión; por tanto, la ciencia médica no parece estar aún tan avanzada, como para admitir una solución definitiva.
“Hey, you know what's scarier than not believing in God?
Believing in him.
I mean, really believing in him.
It's a fucking terrifying thought”
Stigmata es una película de terror estadounidense, dirigida por Rupert Wainwright, en el año 1999.
Protagonizada por Patricia Arquette, Gabriel Byrne, Jonathan Pryce, Nia Long, Rade Serbedzija, Enrico Colantoni, Thomas Kopache, Dick Latessa, Portia de Rossi, Ann Cusack, Patrick Muldoon, Shaun Toub, entre otros.
El guión es de Tom Lazarus y Rick Ramage.
Stigmata es parte indiscutible de ese grupo de películas, con temática religioso-apocalíptica, que proliferaron cerca del nuevo milenio.
Stigmata no trata de posesiones demoníacas, ni de la lucha del bien contra el mal, sino de un misterio que involucra el choque entre la “verdadera espiritualidad” y la alta jerarquía eclesiástica.
Como dato, Stigmata no fue proyectada en El Salvador; así lo han decidido las autoridades de espectáculos públicos del país, por considerar que Stigmata atenta contra el orden público y los valores religiosos de la mayor parte de la población nacional.
El Director, David Wainwright, cuenta lo que le atrajo a esta historia:
“Estoy fascinado con la idea, de que esta era una historia profundamente religiosa, sobre alguien que no es religioso, una no-creyente que fue tocada por la religión, de una manera poderosa y perturbadora”
El mayor mérito de Stigmata, es conseguir que toda la trama, que podría haber caído fácilmente en el disparate, gracias a una intensa, y en ocasiones reveladora labor de documentación, cobre fascinante verosimilitud.
En Stigmata, el personaje Frankie Paige (Patricia Arquette) escribe y habla en Arameo, una lengua antigua, parecida al Hebreo que se hablaba en los tiempos de Jesús, y que ha sido casi olvidada; se dice que era el idioma en que Jesús hablaba.
William Schniedewind, Profesor Asistente de Estudios Bíblicos y Lenguas Semíticas en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), fue contratado para recrear cómo sonaría el idioma arameo, si se hablase como 2000 años atrás.
“El problema de usar el arameo de los tiempos de Jesús, es que no tiene vocales”, explicó Schniedewind.
De manera que se tuvo que reconstruir las vocales, de modo que se pudiera hablar.
“No tenemos a nadie que hable el Arameo del Primer Siglo en Galilea…
Y hablarlo como entonces, en comparación con el arameo moderno, es como comparar el inglés de Chaucer con el moderno.
Existe una diferencia enorme”, explicó.
Para completar los vacíos existentes, en el conocimiento sobre los estigmas, se convocó a expertos en religión antigua, y también a sacerdotes que habían tenido experiencia con casos de exorcismos, así como a académicos especializados en historia antigua, que conocían bien el origen de las religiones modernas.
Stigmata trata sobre el deseo de Dios de comunicar un mensaje al mundo:
“Si puedes ser parte del Reino de Dios interior, vivirás para siempre”
La iglesia retiene esta verdad, de modo que Dios habla a través de una atea; que curiosamente, maldice a Dios y a la Iglesia.
Sin embargo, la relación entre los estigmas y el supuesto “Evangelio escondido” no existe, son 2 cosas totalmente distintas.
Sólo sirve para captar la atención de los espectadores curiosos, con un tema muy interesante, los estigmas, y despertar en ellos, la aceptación de Stigmata, sin discernimiento.
Pretendiendo fundamentar Stigmata en hechos reales, se concluye con un enunciado escrito, que reza más o menos:
“En 1945 fue descubierto en Nag Hammadi, Egipto “Las Palabras Secretas de Jesús” conocido como el Evangelio de Tomás.
El Vaticano inmediatamente consideró el escrito hereje.
Dicho escrito existe en realidad, y contiene las palabras atribuidas a Jesús”, que se repiten en Stigmata, como parte del imaginario evangelio arameo:
“Parte un madero y allí estoy yo; levanta una piedra y me encontrarás allí”
Pero la Iglesia Católica jamás vio este escrito como una amenaza; al contrario, estudiosos de todo el mundo, católicos y no, se dieron a la tarea de abordar este fascinante descubrimiento.
Por el contenido, rápidamente fue identificado como perteneciente a un movimiento que tuvo su auge durante los siglos II-III d.C., llamado “gnosticismo”
Pero los cristianos de los siglos II-III, con exponentes como Orígenes y Atanasio de Alejandría, tuvieron que defenderse de este movimiento, que distorsionaba la figura de Jesús, asumiéndolo como “el principal gnóstico”
El que se haya descubierto recientemente el “Evangelio de Tomás” significó para la Iglesia Católica, y para los investigadores de todo el mundo, una fabulosa oportunidad de confirmar lo que ya se conocía, y de tener más elementos de juicio para estudiar aquella época.
Sobre todo, ha confirmado una hipótesis que ya existía:
Que circulaban como un género literario propio colecciones de dichos de Jesús.
Esta hipótesis sirvió desde 1838, de base para explicar el origen de muchos pasajes evangélicos que se encuentran en Mateo y en Lucas, pero no en Marcos.
A esta colección hipotética de dichos de Jesús, que sirvió de fuente para Mateo y Lucas, se le llamó “Q” en alemán “Quelle” o “Fuente”
Así, esta obra encontrada en el códice II de Nag Hammadi, conocida como “El Evangelio de Tomás”, es paralela en estilo a “Q”, pero no a los evangelios canónicos.
Por tanto, no es un evangelio; y no es un original, sino copia de copias anteriores que ya circulaban, al igual que sucede con los fragmentos que conservamos de los verdaderos evangelios.
¿En qué consistió el descubrimiento de Nag Hammadi?
En 1945, unos campesinos descubrieron en Nag Hammadi, Egipto, unos códices de papiro, que después fueron fechados alrededor del siglo IV d.C.
Lo cierto es que, hacia el año 370, los libros fueron escondidos en una gran vasija sellada, y enterrados en una cueva cercana, entre las rocas, donde permanecieron ocultos durante casi 1600 años, hasta que 3 hermanos campesinos, volvieron a sacarlos a la luz.
En realidad, desde hacía siglos, se sabía de la existencia del “Evangelio de Tomás”
Hipólito de Roma hacia el año 230, Orígenes hacia el 233, Eusebio de Cesarea hacia el 310; y Felipe de Side hacia el 430, hablan de él, diciendo que era un libro escrito por herejes.
Pero nunca habíamos podido saber qué decía exactamente, ya que jamás había sido encontrado.
Ahora sabemos, que se trata de un libro de 20 páginas, con 114 dichos, y frases de Jesús.
El contenido más asombroso, se encontraba en el 2° de los 12 códices descubiertos:
En los folios 33 al 52, 20 páginas en total, se encontraba un texto en lengua copta, antiguo egipcio, en perfectas condiciones, con las siguientes palabras finales: “Evangelio Según Tomás”, y consta 114 dichos atribuidos a Jesús de Nazaret, que comienzan con la fórmula:
“Jesús dijo” o “Él dijo”
Enfatizan en la sencillez, en la sinceridad, y en la renuncia al poder mundano.
De esos 114 dichos, 63 ya los conocíamos por los Evangelios de la Biblia; otros 12 están parcialmente citados en los Evangelios; y sólo 39, son dichos completamente nuevos de Jesús.
¿En dónde residía el interés de los códices de Nag Hammadi?
En que formaban parte de una biblioteca “gnóstica”
Es decir, por 1ª vez, los estudiosos tenían a mano, y podían leer, de fuentes directas, la doctrina y las ideas de la famosa corriente herética llamada “gnosticismo”
¿Y qué es el gnosticismo?
Se trata de un movimiento surgido a comienzos de la era cristiana, cuya doctrina consistía en una mezcla de judaísmo, cristianismo, filosofías griegas, y religiones orientales.
Y enseñaba, entre otras cosas, que el hombre tiene un alma buena, que existía desde toda la eternidad, al lado de Dios, y un cuerpo malo.
La única forma de salvar el alma, era mediante el conocimiento de ciertas enseñanzas secretas, de ahí que “gnosticismo” viene de la palabra griega “gnosis”, que es conocimiento.
Pero no todos podían entender estas revelaciones, pues muchos eran demasiado carnales.
Por eso, la doctrina gnóstica estaba reservada sólo a ciertas personas que se consideraban “elegidas”
El gnosticismo se infiltró en las comunidades cristianas de los primeros siglos, las cuales empezaron a enseñar que Cristo era el gran “Revelador”, enviado por Dios para enseñar esa doctrina secreta.
Los santos Padres y los teólogos cristianos de los siglos III y IV, reaccionaron duramente, y rechazaron el gnosticismo.
Hasta ahora, nosotros conocíamos al gnosticismo, sólo por las críticas y los juicios descalificadores que los escritores cristianos nos habían dejado al combatirlo, lo que hacía muy difícil saber objetivamente, lo que en verdad enseñaba.
Ahora, con la biblioteca gnóstica de Nag Hammadi, por 1ª vez, se pudieron conocer, de primera mano, las obras originales de esta corriente que tanto perturbó a la Iglesia.
Para los creyentes, el Evangelio atribuido a Tomás no tiene, pues, ningún valor.
Y lo mismo sucede con cualquier otro evangelio que exista, o pueda aparecer en el futuro.
Pero no sólo por la razón que dijimos antes, o sea porque formaba parte de la literatura de un movimiento herético, sino por un motivo mucho más terminante:
Porque, como decía Orígenes en el siglo III, cualquier otro Evangelio que no sean los 4 que figuran en la Biblia “han sido compuestos por gente que se lanzó a escribir sin estar investida de la gracia del Espíritu Santo”
Es decir, para la Iglesia católica, únicamente los 73 libros que figuran en la Biblia, entre ellos los 4 Evangelios, constituyen La Palabra de Dios.
Esta convicción fue definida como “Dogma de Fe” por el Concilio de Trento, el 8 de abril de 1546.
Pero a quien no quiera aceptar la imposición de un Concilio, le bastará echar una mirada al Jesús que aparece en “El Evangelio de Tomás” para darse cuenta, de que es muy diferente del que conocemos por los 4 Evangelios bíblicos.
En efecto, aquel Jesús se presenta como un revelador de doctrinas secretas, y sostiene que uno se salva sólo con “saber” ciertas verdades.
En cambio el Jesús de los Evangelios canónicos, enseña cosas muy distintas.
Afirma que no basta con saber doctrinas para salvarse (Mt 5,19); que no basta con rezar para entrar en el Reino de Dios (Mt 7,21); que la mujer puede encontrar la salvación sin convertirse en varón (Lc 10,38-42); y que al final de nuestras vidas nos juzgarán por lo que hayamos hecho, no por lo que hayamos conocido (Mt 25,31-46)
Creer que “El Evangelio de Tomás” con sus enseñanzas secretas, tiene algo que completar a los Evangelios de la Biblia o, peor aún, puede sustituirlos, es no haber entendido nada del Maestro de Nazaret.
¿Dónde se encuentra actualmente El Evangelio de Tomás?
Se encuentra en el Museo copto del Antiguo Cairo, en Egipto.
Es y siempre ha sido propiedad del pueblo y gobierno egipcios, no del Vaticano ni de ningún grupo religioso.
El contenido parece destruir los fundamentos de la Iglesia, porque pone en boca de Jesús, palabras de las que se deduce que la Iglesia es una mediación innecesaria entre Dios y el hombre.
Parece hacer referencia a una especie de panteísmo:
Dios está, de forma real y verdadera, en todo lo que vemos, pues es el principio por el cual son todas las cosas.
De ahí que Stigmata es un ejemplo de cine religioso actual, donde las pretensiones son poco religiosas.
Se puede decir, más bien, que es cine pseudo-religioso, ya que no suscita ninguna actitud auténticamente religiosa.
El objetivo es descalificar a la Iglesia Cristiana, utilizando elementos verdaderos, para construir una ficción.
Es una crítica destructiva, ya que no propone ni construye nada.
A los sacerdotes, buenos o malos, se les presenta, por principio, muy alejados de la austeridad que prometen: buen vino, buen tabaco, lujo, etc.
La espectacularidad de la imagen, de la luz y la sombra, de las formas fantasmagóricas, el elemento constante de la lluvia, y del mal tiempo, la sangre, las posesiones, todo tipo de fenómenos sobrenaturales, etc., son elementos para captar y mantener la atención del espectador.
Stigmata nos propone, el creer en todo tipo de fenómenos parapsicológicos, con algún fundamento en el Evangelio, o fuera de él, pero por otro lado, nos dice que no debemos creer algo tan posible, como que la institución de la Iglesia fuera más o menos estructurada en sus inicios por Jesús: discípulos, apóstoles, Pedro…
En cuanto a los hechos narrados, las impactantes acusaciones a la Iglesia, no razonadas y expuestas como evidencias, etc., hacen un gran daño a aquellos espectadores que teniendo inquietudes religiosas, y que no están acostumbrados a ser críticos ante los mensajes que le llegan.
De principio, no debemos aceptar nada que no se apoye en alguna razón.
A partir de ahí, las razones que se den, han de ser discutidas.
Ninguna razón presenta Stigmata, para apoyar con solidez, la tesis de que la Iglesia no fue fundada por Jesús...
“El reino de Dios está en tu interior, y a tu alrededor, no en las mansiones de madera y de piedra.
Parte un leño por la mitad, y allí estoy”
Con todo lo anterior, Stigmata cayó como una bomba en los círculos creyentes, de modo que muchos se lanzaron a averiguar con avidez, si era cierto o no, que existía ese Evangelio.
Y grande fue su sorpresa al comprobar que, efectivamente, tal Evangelio existía.
La profundidad teológica la hace una película que es mal interpretada por la mayoría de la audiencia.
En los demás apartados técnicos, tampoco hay error:
La fotografía, la ambientación, la música, y hasta los títulos de crédito, son excelentes.
Stigmata debe ser visto como un thriller sobrenatural, que intenta arrimar algunas pautas temáticas, vistas con mayor éxito en “The Exorcist” (1973) a las insufribles constantes estéticas de MTV, y el efectismo sin medida, preocupándose primordialmente sus hacedores, en conseguir un aspecto visual, confundido con atmósfera, fosco, claustrofóbico, y desasosegante en el dolor y posesión de su protagonista femenina.
Stigmata posee un poder de impacto visual muy influyente en el resultado final.
Su director maneja al borde del exceso la cámara, y pone a su servicio todo tipo de recursos expresivos, que dan mucha más fuerza a las imágenes.
También, los efectos de sonido, la voz de la protagonista cuando está poseída es realmente escalofriante, contribuyen a crear la atmósfera de desasosiego, que no cesa en 100 minutos llevados con muy buen ritmo, y estética videoclipera.
Sin embargo, en Stigmata hay varias incongruencias:
El sacerdote Andrew Kiernan (Gabriel Byrne) dice que los estigmas se reciben a los 23 años; pero San Francisco los recibió a los 42 o 43 años, y el Padre Pío a los 31 años…
Si bien las heridas de Cristo fueron en sus muñecas, y no en las palmas de sus manos, los estigmatizados los recibieron en las palmas de las manos.
La diferencia no es importante, porque los estigmas tienen un valor simbólico; pero Frankie Paige recibe las heridas en las muñecas, supuestamente recibe los estigmas porque es poseída por el alma del padre Paulo Alameida (Jack Donner), pero el padre Alameida tiene las heridas en las palmas de las manos...
Primero dice, “El mensajero no es importante”, pues Frankie no cree Dios, y hasta reniega de Él, y lo maldice; pero sobre el final, dice “el mensajero debe creer y tener fe”...
Los caracteres que aparecen en la pared, que escribe la “Frankie poseída”, no son del arameo del tiempo de Jesús.
Corresponden al hebreo del tiempo de Ezequías, quien reinó en Jerusalén del 727 al 698 a.C.
Colocando cerca de cada letra, su transliteración correspondiente, si es que significa realmente algo, lo único coherente que se puede encontrar, es la palabra “yashud” o “que devasta”, la cual se encuentra también, en el Salmo 91,6.
Stigmata intenta criticar el silencio y la ocultación de material, en esta ocasión “El Evangelio de Tomás” por parte de la Iglesia Católica, en pos de su propio beneficio como institución, alejándose de los verdaderos postulados cristianos, y de su supuesta misión en La Tierra, para proseguir con sus dogmáticas pautas de poder y autoridad; sin embargo, aquellos que conocen la Biblia, reconocerán estas verdades, no como una revelación suprimida, sino como principios prominentes de las enseñanzas básicas de la Biblia:
Lucas 17:21: No dirán: “!Mirad, aquí está!” o “!Allí está!” Porque el reino de Dios está en medio de vosotros.
Hechos 17:24: Este es el Dios que hizo el mundo y todas las cosas que hay en él. Y como es Señor del cielo y de la tierra, él no habita en templos hechos de manos.
1 Corintios 6:19: ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?
2 Corintios 6:16: Porque nosotros somos templo del Dios viviente…
1 Corintios 3:9: Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois huerto de Dios, edificio de Dios.
Y otros…
hay que recordar que los 4 Evangelios en la Biblia son:
Mateo, Marcos, Lucas y Juan.
La posibilidad de que se haya escrito algo más cercano a Jesús que los evangelios con los que contamos, existe, aunque es pequeña.
Por otro lado, desde hace mucho, se viene manejando la idea de que es probable que haya existido lo que se llama un “Protoevangelio Arameo de Mateo”, que se perdió, y que sirvió de base para el actual Mateo griego.
Esta hipótesis está basada en una mención que hace un tal Papías.
Y es un hecho casi seguro, como lo menciono más arriba, que debió existir un escrito que contenía dichos de Jesús; similar en estilo al “Evangelio de Tomás” y que sirvió de fuente para los evangelios de Mateo y Lucas.
Dicho escrito, conocido como “Q” es una mera hipótesis, que no se encuentra en ninguna parte, pero cuyas huellas detectamos en Lc y Mt.
Pero volviendo a la pregunta, de si es posible que algún apóstol, fuera de los 4, haya escrito algo parecido a una biografía, o una bitácora de actividades de Jesús, sólo puedo decir, que nos movemos en el mundo de los posibles.
No hay elementos, ni para afirmarlo, ni para negarlo.
Aunque las razones que lo hacen poco probable son:
Que el arte de escribir estaba reservado a unos cuantos, y ninguno de los discípulos de Jesús parece haber sido un escriba, ya que los principales eran pescadores.
Las formas escritas de los evangelios, vieron la luz seguramente, contratando alguien apropiado.
Y por cierto, las comunidades eran pobres, por eso los manuscritos más antiguos son de papiro, material más barato que el pergamino, y generalmente con muy mala letra, lo cual indica, que los escribas contratados, no eran de lo más profesional que digamos.
No hay ningún testimonio que indique, que alguien escribiera algo de manera inmediata.
Sin embargo, hay algo muy interesante:
Cada vez se afirma más la idea entre los estudiosos, de que Jesús hablaba de tal manera, como un orador excepcional, que sus frases cortas e intensas, estaban diseñadas para ser memorizadas y repetidas rápidamente, lo cual facilitó su posterior puesta por escrito.
¿Y qué de El Evangelio de Tomás?
“The messenger is not important”
En cuanto al reparto, el papel de Patricia Arquette no me ha convencido del todo, y menos usando sus ropas con el obvio color rojo sangre, me pareció patético y demasiado predecible; sin embargo, considero que Gabriel Byrne mantiene muchísimo mejor su calidad como actor, y logra interpretar correctamente un papel que le pega bastante.
De los secundarios, decir que están estereotipados hasta el extremo, sobre todo, ese cardenal interpretado por Jonathan Pryce, que no tiene desarrollo ninguno, es malo porque sí, porque en toda película de intriga, debe de haber un antagonista, pero no nos explican sus motivos.
Sería frustrante ver Stigmata, y esperar una visión profunda sobre esta manifestación religiosa, ya que apuesta por un simple despliegue efectista e “impactante” de aquello que descartamos como Fe ciega e histérica.
Es esta visión lo que mantiene Stigmata, en una inquietante ambigüedad con respecto a aquello que muestra, y que explicaría, al menos hasta cierto punto, el que se publicitara como algo que no es.
Antes, debemos distinguir en el discurso, un explícito ataque a la burocracia eclesiástica, un fuerte cuestionamiento a la “rigidez” con que se maneja El Vaticano.
Sí, el ataque apunta a altas esferas de la Iglesia Católica, cuestionando su accionar oscuro y corrupto, en cuanto a cuestiones de fe.
El discurso se apuntala en un hecho particular de ocultación de evidencias, que comprometen la estabilidad y solemnidad del organismo religioso.
Para eso, Stigmata desarrolla un guión que redunda en insoportables mamarrachos teológicos.
En primer lugar, se intenta mezclar todo con contrastes evidentes:
“El estigmatizado es una persona muy devota y religiosa”
Entonces vemos que la víctima de los flagelos de Cristo, será una chica de vida licenciosa, y viciada en los placeres mundanos.
¿Fundamento?
Ninguno, contradecir la normativa religiosa supongo.
Estoy de acuerdo, si la idea era criticar a la Iglesia, pero podrían haber utilizado un planteo más fundamentado y prolijo, pero ensuciar los conceptos teológicos con aberraciones espirituales, no es el camino que un espectador inteligente y perspicaz esperaba.
Y es que, los arrebatos de Frankie son tan brutales y despiadados, que hacen realmente dudar de la supuesta “benevolencia de ese Dios que la ha elegido”
El mismo padre Kiernan, no duda en atribuir su posesión a un demonio, hasta que una mirada más detallada, le revela que se trata más bien, de un mensaje destinado supuestamente, a remover los cimientos de la Iglesia, revelando un secreto que ha permanecido oculto por casi 20 siglos.
Encima, en Stigmata aparecen escenas hurtadas de otras, como la levitación de la víctima, flagrante choreo a “The Exorcist” (1973), el tema de la conducta de la estigmatizada, que agravia con un repertorio de blasfemias al sacerdote, y muchas más que denotan una coincidencia con el exitoso filme de William Friedkin.
Más confusiones, aportan el hecho de que la estigmatizada, en vez de santificarse más bien parece poseída por el diablo, al presentarse con caras deformadas, otro robo, y al no soportar las cruces y demás bártulos religiosos.
Ni hablar de lo irrisorio que me resultó, cómo se intenta demostrar la podredumbre interna de los estamentos de la Iglesia, al ver a la curia hablando por celular en códigos, y mandando email encriptados, como agentes de KGB o CIA.
Parece que la New Age ha olvidado a Lutero, precursor de teorías tales, como que no hay que fabricar imágenes de santos ni de Jesús claro, de que la oración es directa con Dios, y sin necesidad de un intermediario como pudiera ser un sacerdote, y que la Iglesia está fundada en la Biblia, y en que los creyentes pueden reunirse donde les plazca, sin necesidad de que sea un edificio...
En la escena en la que la protagonista, poseída y desfigurada, escribe en la pared lo hace de derecha a izquierda, y en arameo.
Lo curioso es, que en el centro está escrito de izquierda a derecha, y se lee perfectamente la palabra “azazel” que es el nombre del demonio sin cuerpo, que posee los cuerpos en el film “Fallen” (1998)…
Como curiosidad, rodando la escena que transcurre en el metro, se llenó un vagón entero de especialistas, que fingían ser los pasajeros del mismo.
Patricia Arquette y Nia Long, eran las únicas que no lo eran.
Para hacer más económica la escena, los productores emplearon diversos planos del metro, que habían sido descartados del montaje final del film “Money Train” (1995)
En resumen, Stigmata es otra de tantas películas desaprovechadas, en las que hay un buen planteamiento y nada más.
Eso es algo que me jode muchísimo, ya que todos los seres humanos, tenemos alguna que otra idea interesante, pero para hacer una película, no puede quedarse todo en una simple premisa, por mucho que intenten vendernos que el relleno es parte importante.
Al final, Stigmata es una película que sacude nuestros pensamientos, durante un buen rato; y luego se recuerda porque, es de aquella clase de experiencias, que nos trae a la memoria que, lo que suele contársenos como historia, casi siempre sucedió de otra manera.
“I'll not let you destroy my church!”
Uno de los propósitos de Stigmata era mostrar a la iglesia como una empresa en donde las cosas que podrían dañar su imagen simplemente decían que era una herejía  y arreglaban todo, y como “El evangelio de Tomas” dice:
“Dios está en todas partes” entonces no habría la necesidad de asistir a un templo que en este caso, sería la iglesia.
Otro de los propósitos, era mostrar a la iglesia con muchas mentiras, esto quiere decir, que la iglesia no es consecuente, en donde se manejan intereses y los ocultan por medio de mentiras, y también utilizando el nombre de Dios  para así proteger su imagen ante el mundo.
En Stigmata se critican muchas cosas, como los estigmas, en cuanto a este tema, lo que nos quieren dar a entender, es que la fe se puede ver desde diferentes puntos de vista, y a la vez cuestionándola, haciéndonos la pregunta:
¿Por qué los creyentes tienen que sentir dolor y sufrimiento?
También el celibato es muy criticado, teniendo a la vez un propósito de hacer a la gente más humana, en cuestión de los sacerdotes, porque ellos son personas como nosotros, y sentirán cosas como nosotros, la única diferencia que hay, es que ellos entregaron toda su vida al servicio del Señor, por lo que tienen que renunciar a muchas cosas, como el dinero, que es también criticado en Stigmata, y uno de los más importantes el poder que se ve en toda magnitud, al cohibir de la verdad a todo el mundo, en este caso, sobre el nuevo evangelio, el de Tomas, que es el argumento para proteger esa imagen, que tanto les preocupa para ser creíbles.
Creíble es el monje capuchino italiano, padre Pío, que se había hecho famoso por la estigma, un fenómeno según el cual, algunos privilegiados muestran en las manos y los pies, las llagas de Jesús en la cruz.
El monje fue canonizado por Juan Pablo II en 2002.
Su fama trascendió los límites monásticos en los que vivió, para llegar a seducir a estrellas como la actriz Sofía Loren, y el cantante de ópera Andrea Bocelli.
Pero hoy, el historiador Sergio Luzzatto, está por poner en duda, la capacidad de Pío de imitar a Cristo.
En su libro “Padre Pio Miracoli e Politica Nell'Italia del Novecento”, Luzzatto pone en duda, la validez de la estigma del monje.
La versión de Luzzatto, se basa en el testimonio de una boticaria, María de Vito:
“Él me dijo que el ácido era para desinfectar jeringas, y también me pidió un calmante, llamado valda”
Según la misma misiva, el mismo pedido se repitió un mes después, incluyendo 4 gramos de un calmante llamado “veratrine”
Al darse cuenta de que no lo tenía en su farmacia, le hizo el pedido a su primo, el mismo que se negó, porque sospechaba que lo usaría para fingir la estigma:
“Creo que el ácido carbólico puede ser usado por el Padre Pío para irritar las heridas de sus manos”, sentencia la carta de María de Vito.
¿Dudas?
Lo más grave de las acusaciones del libro de Luzzatto, es que este testimonio fue presentado ante las autoridades vaticanas, encargadas de estudiar los milagros de los candidatos a santos.
Pero El Vaticano rechazó ese testimonio, y realizó su propia investigación.
Según esta pesquisa, las llagas son auténticas.
El problema es que no se trata de una conspiración de enemigos del monje.
Dos papas, Juan XXIII y Pablo VI, mostraron sus dudas sobre la presunta santidad del fraile.
Se cuenta que Francesco Forgione, tomó el nombre de Fray Pío, cuando entró a la orden de los Capuchinos en 1903, como homenaje al papa Pío V, santo patrón de su nativa Pietrelcina, en el sur de Italia.
Desde muy joven, Pío pareció insinuar que algo extraño le estaba ocurriendo.
¿Señales?
“En medio de las palmas de mis manos, aparecieron marcas rojas, del tamaño de un centavo, acompañadas de un dolor agudo en el medio de las llagas”, le escribió a su asesor espiritual, el Padre Benedetto.
Cuando su mentor le preguntó, si tenía visiones, y si experimentaba los dolores de los azotes, y de la corona de espinas, que son elementos vitales de la estigma, el padre Pío se apresuró a decir que sí.
Por supuesto, que quienes siguen al pie de la letra la versión oficial, han reaccionado con mucho enojo ante el libro de Luzzatto.
¿Pedido sospechoso?
De Vito viajó en 1919, a San Giovanni Rotondo, cerca de Foggia, en el sur de Italia, y se pasó un mes con el monje, en un peregrinaje destinado a consolidar su admiración por un hombre que, para ella, representaba el sufrimiento mismo de Jesucristo.
“En vísperas de mi partida a Foggia, el Padre Pío, y con gran secretismo, me pidió que no le dijera nada a sus hermanos, y me entregó personalmente una botella vacía... para regresarla de Foggia, a San Giovanni Rotondo, con 4 gramos de puro ácido carbólico”, dice el documento.
“Queremos recordarle al señor Luzzatto que, de acuerdo con la doctrina católica, la canonización lleva en sí, la infalibilidad del Papa”, advierte la Liga Católica contra la difamación.
Muchos católicos, se sienten incómodos con el concepto de la infalibilidad papal, por considerar que, ni el propio pontífice, se salva de cometer errores en cuestiones de fe.
Al mismo tiempo, las dudas expresadas sobre la autenticidad de los estigmas del Padre Pío, que los protegía con mitones de los que rara vez se despojaba, no son nuevas.
Lo que hace el libro de Sergio Luzzatto, es sumarse a quienes consideran que es tiempo de dejar de alimentar a la iglesia de mitos improbables.
Pero el padre Pío es un símbolo en la historia italiana de la posguerra, un imán poderoso para quienes creen, que el fraile capuchino, es un interlocutor entre lo terrenal y el Cristo que murió en la cruz.
Sólo hay un modo de probar, científicamente, que la imaginación, o sea la autosugestión, puede causar los estigmas:
En vez de hipótesis, deben producirse hechos análogos en el orden natural, o sea heridas no relacionadas con una idea religiosa.
Nunca se ha hecho eso.
En lo tocante al flujo de sangre, se ha objetado que sí se han dado casos de sudor sanguíneo, pero el Dr. Lefebvre, profesor de medicina en Lovaina, ha respondido que tales casos, habiendo sido examinados por médicos, resultaron ser originados por enfermedades específicas, y no por causas morales.
Más aún, se ha probado, a través del examen en el microscopio, que el líquido rojo que se exuda no es sangre.
Su color se debe a una substancia particular, y no procede de ninguna herida, sino que se debe, como el sudor, a una dilatación de los poros de la piel.
Se puede argumentar que, minimizamos indebidamente, el poder de la imaginación, ya que ésta, unida a una emoción, puede producir sudor y, así como la simple idea de tener un caramelo en la boca produce abundante salivación, también los nervios, influenciados por la imaginación, pueden producir la emisión de un líquido, y éste puede ser sangre.
La respuesta a eso, es que en las instancias mencionadas existen glándulas, sudorífera y salival, que en su estado normal, segregan un líquido especial, y es fácil comprender que la imaginación puede causar dicha secreción; pero los nervios adyacentes a la piel, no terminan en glándulas que emitan sangre, y sin tal órgano, no pueden producir el efecto en cuestión.
Lo que se ha dicho de las heridas de los estigmas, se aplica por igual, a los sufrimientos.
No hay prueba alguna experimental de que la imaginación pueda producirlos, especialmente en su forma violenta.
Otra explicación de tales fenómenos, es que los pacientes se causan las heridas a sí mismos, ya fraudulentamente, ya en estado de inconsciencia, durante ataques de sonambulismo.
Sin embargo, los médicos siempre han tomado las debidas precauciones para prevenir esas causas de error, procediendo muy estrictamente, sobre todo en los tiempos modernos.
La fascinación persiste.
¿Cómo ha tratado Dios de llegar hasta ti?
No pido perdón a todos los católicos de vida cómoda y burguesa, que al leer este artículo han sentido el alivio de verse defendidos en sus enclenques convicciones; no les pido perdón por haberles truncado la oportunidad de sufrir, y de cuestionar y purificar su fe.
No pido perdón a los no creyentes y escépticos contra la Iglesia, que ven en este artículo, un recurso de la maquinaria clerical para defender su supervivencia:
No les pido perdón, por haber contribuido con mi falta de humildad, a aumentar su resentimiento y su parcialidad.
Pido perdón solo a Dios, por haber contribuido a hacer de la racionalidad de la fe una idolatría.
La verdad:
¿Quién me perdona si digo mentiras?
Sólo Dios.

“Jesus said... the Kingdom of God is inside you, and all around you, not in mansions of wood and stone.
Split a piece of wood... and I am there, lift a stone... and you will find me”



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