Advise & Consent

“Are the men and women of Washington really like this?”

La “ficción política” se emplea en la narrativa para comentar sobre políticas, eventos, sistemas y teorías; y sus obras, como las novelas políticas, a menudo critican directamente una sociedad existente, o presentan una realidad alternativa, incluso fantástica; y se solapa con la novela social , la novela proletaria y la científica de ficción social.
Se conoce como “asesoramiento y consentimiento” o “Advise and Consent” para promulgar fórmulas de proyectos de ley, y en otros contextos legales o constitucionales; puede describir 2 situaciones, ya sea cuando una rama ejecutiva débil de un gobierno promulga algo previamente aprobado por la rama legislativa, o donde la rama legislativa está de acuerdo, y aprueba algo previamente promulgado por una rama ejecutiva fuerte.
El concepto sirve para moderar el poder de una rama del gobierno, al requerir la concurrencia de otra rama para las acciones seleccionadas.
La expresión se usa frecuentemente en sistemas ejecutivos débiles, donde El Jefe de Estado tiene poco poder práctico y, en la práctica, la parte importante de la aprobación de una ley, está en su adopción por parte de la legislatura.
En los Estados Unidos, por ejemplo, “el asesoramiento y consentimiento” es una facultad del Senado para ser consultado y aprobar los tratados firmados, y los nombramientos hechos por El Presidente para que algunos ocupen cargos públicos, incluidos los secretarios del gabinete, Los Jueces Federales, los abogados de los Estados Unidos, y Embajadores.
Este poder también está en manos de varios Senados estatales, a los que se les consulta y aprueban varios nombramientos hechos por El Jefe Ejecutivo del Estado, como algunos funcionarios estatales, Jefes de Departamentos Estatales en el gabinete del Gobernador y Jueces Estatales, en algunos Estados.
El término “asesoramiento y consentimiento” aparece por primera vez en La Constitución de Estados Unidos en el artículo II, sección 2, cláusula 2, que se refiere al papel del Senado en la firma y ratificación de los tratados.
Este término se usa nuevamente para describir el papel del Senado en el nombramiento de funcionarios públicos, inmediatamente después de describir el deber del Presidente de nominar a los funcionarios; y establece:
“El Presidente tendrá poder, por y con el asesoramiento y el consentimiento del Senado, para hacer Los Tratados, siempre que concurran 2/3 de Los Senadores presentes; y él nombrará, y junto con el asesoramiento y el consentimiento del Senado, a embajadores, otros ministros y cónsules públicos, jueces de La Corte Suprema y todos los demás Oficiales de los Estados Unidos, cuyos nombramientos no están aquí estipulados de otra manera; y que se establecerá por ley:
Pero El Congreso puede por ley, otorgar el nombramiento de dichos oficiales inferiores, según lo consideren apropiado, solo en El Presidente, en Los Tribunales de Justicia o en los Jefes de Departamento”
Este lenguaje fue escrito en la Convención Constitucional como parte de un compromiso delicado, relacionado con el equilibrio de poder en el gobierno federal.
Pero muchos delegados prefirieron desarrollar un fuerte control ejecutivo en El Presidente, mientras que otros, preocupados por el control autoritario, prefirieron fortalecer El Congreso.
Así, requerir que El Presidente obtenga “asesoramiento y consentimiento” del Senado, logró ambos objetivos sin obstaculizar los asuntos del gobierno.
Según La Enmienda 25 , los nombramientos para el cargo de Vicepresidente, se confirman por mayoría de votos en ambas Cámaras del Congreso, en lugar de solo en El Senado.
Si bien, varios redactores de La Constitución de los Estados Unidos, como Thomas Jefferson y James Madison, creyeron que el rol requerido del Senado es asesorar al Presidente, luego de que El Presidente haya hecho la nominación, Roger Sherman creyó que “el asesoramiento” antes de la nominación, todavía podría ser útil
El Presidente George Washington adoptó la posición de que “el asesoramiento” previo a la nominación, era admisible pero no obligatorio.
La idea de que el asesoramiento previo a la nominación es opcional, se ha convertido en la unificación de la porción de “asesoramiento” del poder con la porción de “consentimiento”, aunque varios presidentes han consultado informalmente con los Senadores sobre las nominaciones y los tratados.
Así las cosas, hay mucho poder repartido…
“I mean why do you want me to lie?
If you're in, you're in; if you're out, you're out”
Advise & Consent es un drama del año 1962, dirigido por Otto Preminger.
Protagonizado por Walter Pidgeon, Don Murray, Charles Laughton, Henry Fonda, Franchot Tone, Inga Swenson, Peter Lawford, Burgess Meredith, Lew Ayres, Gene Tierney, Paul Ford, George Grizzard, Edward Andrews, Paul McGrath, Will Geer, Betty White, entre otros.
El guión es de Wendell Mayes, basado en la novela homónima de 1959, y “best-seller” ganador del Premio Pulitzer escrito por Allen Drury, donde denuncia la corrupción política en las altas esferas; al tiempo que es un gran estudio de personajes y del sistema imperante en las instituciones políticas.
En especial, explora la confirmación en El Senado de los Estados Unidos del controvertido candidato a Secretario de Estado, cuya promoción está en peligro, debido a la creciente evidencia, explorada en la novela, de que el candidato era un miembro del Partido Comunista.
Las respuestas de los personajes principales a la evidencia, y sus esfuerzos por difundirla o suprimirla, forman la base de la obra.
Por su parte, la película se centra en las maniobras políticas de sus Senadores, con una visión bastante realista de la magna Cámara, es decir, demagogia a diestro y siniestro, mentiras, difamación, “macartismo” y chantaje.
Todo ello utilizado por la clase política para “el bien común democrático”, y por supuesto por la democracia, a pesar de sus imperfecciones.
De esa manera encontraremos también hasta una pequeña trama paralela de índole homosexual, en la que un Senador pagará los pecados cometidos en su juventud, increíble para la época en que se rodó; y por otra parte, ya que se trata de una cinta estrenada en los años 60, desafiando las convenciones del Código Hays de Producción, y que supuso un revuelo en su estreno, más por esa razón, que por las malas artes empleadas por sus Senadores.
¿La doble moral de EEUU y Hollywood, quizás?
Por su parte, el título deriva del artículo II de La Constitución de los Estados Unidos, sección 2, cláusula 2, que establece que “El Presidente de los Estados Unidos designará y nombrará, junto al “asesoramiento y el consentimiento” del Senado, Embajadores, otros Ministros y Cónsules públicos, Jueces de La Corte Suprema y todos los demás Oficiales de los Estados Unidos”
La película está ambientada en Washington, DC, y sigue las consecuencias de la nominación de un hombre con un pasado oculto para ser El Secretario de Estado, pero que comete un perjurio en el curso de los procedimientos de confirmación.
Se dice que la historia se basa en el conocimiento de primera mano de Drury, sobre las personalidades y las prácticas políticas de finales de la década de 1950, incluido el episodio de 1954, en el que Los Senadores, Styles Bridges y Herman Welker, amenazaron con publicar a un homosexual en la familia del Senador Lester Hunt, si Hunt no renunciaba al Senado.
De hecho, el sitio web del Senado de los Estados Unidos dice:
“Basándose en las observaciones de Drury, uno puede adivinar en qué se basó el autor de sus Senadores ficticios:
Alben Barkley puede ser el líder de la mayoría; Robert Taft podría ser el líder minoritario; Kenneth McKellar puede ser El Senador del sur; el exagerado Senador Fred Van Ackerman, podría ser una caricatura de Joseph McCarthy; y el trágico Brigham Anderson, que se suicida en su oficina en El Senado, nos recuerda al Senador Lester Hunt de Wyoming, que se suicidó en el edificio Russell en 1954.
El Presidente y El Vicepresidente, se parecen mucho al Presidente Franklin D. Roosevelt y al Vicepresidente Harry Truman.
Todo el incidente podría estar basado libremente en El Caso de Chambers-Hiss”
Sin embargo, el libro no pretende ser “roman à clef”, y no pretende disfrazar una historia real.
Es decir, una novela en clave, donde ciertos personajes o situaciones, representan, de una forma más o menos explícita, a personas o situaciones reales.
Ocurre, entonces, que bajo la máscara de la ficción, el autor está contando una historia verdadera.
Drury consideraba a sus Senadores, ficticios, y otros como compuestos, y los tejía a través de libros sucesivos; y el autor no estaba interesado en perfilar a ningún individuo, sino en capturar toda la galería de personajes comunes que Washington había visto y volvería a ver…
También varias fuentes están de acuerdo, en que el personaje Robert Leffingwell, nominado a la novela para Secretario de Estado, representa a Alger Hiss.
Así, abordando la sugerencia de que el libro era “roman à clef”, Drury escribió un prefacio muy bien redactado, que solo se publicó en la nueva edición:
“Tendrá que tomar la palabra del escritor, porque es cierto.
Hay personas y eventos en este libro, como en cualquiera que son similares a personas y eventos en la realidad, pero no son las personas y los eventos de la realidad.
Las semejanzas que llevan, se transmutan a través de las observaciones, percepciones y entendimientos del autor, en algo mucho más allá, y básicamente muy diferentes de los originales en los casos en que se puede argumentar que existen”
En 2009, Scott Simon escribió en The Wall Street Journal:
“50 años después de su publicación, y con un éxito asombroso... la novela de Allen Drury sigue siendo el cuento definitivo de Washington”
Escribió de Drury que “el novelista conservador de Washington, era más progresista que los liberales de Hollywood”, señalando que el personaje de Brigham Anderson, el joven Senador que esconde una cita secreta homosexual durante la guerra, “es sincero y sin disculpas sobre su aventura”, e incluso llamándolo “el personaje más atractivo de Drury”
Y es que para que un funcionario público sea identificado como gay en el Washington de los años 50 y 60, no solo se trata de un suicidio profesional, sino también de un suicidio potencialmente real.
Sin embargo, Drury, un conservador anticomunista de su época, consideraba que el personaje era simpático, no un villano.
El asunto gay del Senador, escribió, “fue puramente personal y no perjudicó a nadie más”
Por otro lado, Drury creía que la mayoría de los estadounidenses eran ingenuos acerca de los peligros de la amenaza comunista liderada por los soviéticos para socavar al gobierno de los Estados Unidos, y se dijo:
“Drury creía que La Unión Soviética lideraba un movimiento comunista totalitario internacional, cuyo objetivo final era la dominación mundial, y que los comunistas estaban dispuestos a lograr ese objetivo por cualquier medio moral, inmoral o amoral, incluida la propaganda, mentiras, subversión, intimidación, infiltración, traición, y violencia.
Una tesis de Drury, fue que el liberalismo estadounidense contribuyó al éxito incremental del comunismo en su guerra contra el capitalismo democrático estadounidense”
Por ello, el filme Advise & Consent, fue una de las películas de Preminger, que cuestionaron primeramente El Código de Producción de La Asociación de Películas de Estados Unidos, y La Lista Negra de Hollywood; empujando los límites de la censura con su representación de un Senador casado, que está siendo chantajeado por un asunto homosexual en tiempos de guerra; siendo así, la primera película estadounidense importante, después de La Segunda Guerra Mundial, en mostrar un bar gay.
Y es que Preminger se enfrentó a La Lista Negra al elegir a los actores de izquierda como Will Geer y Burgess Meredith; y esta fue la primera de 5 películas en las que Preminger eligió a Meredith para trabajar.
Por su parte, Otto Preminger fue nominado a La Palme d’Or por esta producción, en El Festival Internacional de Cine de Cannes; y como nota curiosa, este filme está disponible en versión coloreada por ordenador.
Se rodó en lugares reales de Washington DC, como El Capitolio , el comedor del Treasury Building, El Monumento a Washington y La Sala de Cristal del Sheraton Carlton Hotel.
La acción sigue a Robert Leffingwell (Henry Fonda) que es el candidato presidencial a Secretario de Estado; pero antes de su aprobación por El Senado, ha de superar una investigación sobre su persona…
El Presidente del Comité, el idealista Brigham “Brig” Anderson (Don Murray), descubre un pasado de turbias maniobras políticas, incluyendo la pasada pertenencia de Leffingwell a una célula comunista.
Cuando Leffingwell testimonia sobre sus inclinaciones ideológicas, parece probar su inocencia... sin embargo, Anderson descubrirá más tarde, que ha mentido.
Pero a mitad del metraje, la historia toma otro giro:
El joven y guapo Senador Anderson, es chantajeado por El Senador Fred Van Ackerman (George Grizzard), que quiere asegurarse de que el candidato sea aprobado.
Y en juego está su romance gay con un compañero militar durante La Guerra de Corea, que se esconde en el matrimonio, y su vida familiar que se describe como “una buena vida normal en el hogar”
De esa manera se expone la falacia de lo “normal”; no discuten la homosexualidad de Anderson, que no formaría parte creíble de la ética de Hollywood de los años 60, sino que muestran el proceso más complicado de la opresión aplastante del armario que lo condena a uno.
El chantaje, la ridiculización y la impotencia.
Es El Senador sureño, Seabright “Seab” Cooley (Charles Laughton) quien le ofrece a Anderson la ayuda “de un amigo poderoso y astuto”
Esa es la forma en que el mundo, y Washington DC, realmente funciona.
Por su parte, Otto Preminger, con su especial habilidad para realizar películas con ritmo fluido, y también gracias al impresionante elenco de actores protagonistas, logra que una película de casi 2 horas y 20 minutos sobre una trama política no sea aburrida, tediosa ni complicada; sino que se convierta en una obra de gran interés para el público. 
Porque Preminger es conocido por su progresividad en películas tan importantes como “The Moon Is Blue” con el primer uso descarado de la palabra “virgen”, en “Carmen Jones” con el primer romance negro erótico; en “Anatomy of a Murder” con la primera discusión sexual cándida; y “The Cardenal” con la primera confrontación con el aborto, como una cuestión moral.
En estas películas y en otras, Preminger desafió las barreras culturales, los cambios en los hábitos de Hollywood, y la iluminación de las actitudes globales; e incluso mientras sorprendía a las audiencias de su época, Advise & Consent, que se centra en los chismes del congreso sobre un Senador con pasado gay, logró levantar cabezas fuera de la cuneta.
Y no es un filme que se siente optimista:
El Senador “encerrado” termina trágicamente, y aún en el armario.
Pero Preminger levantó la tapa de la cúpula del Capitolio, que aparece en el famoso gráfico publicitario de la película de Saul Bass, como un meme visual; y analizó, cómo se politiza la homofobia en los pasillos del Congreso, al detallar los métodos de cabildeo, subterfugios y votaciones intramurales.
Al tiempo que muestra cómo el pasado siempre cobra factura.
“This man is an eyewitness, under oath, Mr. Chairman”
Los años 60 supusieron por fin una época de mayor apertura en Hollywood, en la que empezaron a aparecer en las pantallas, algunos temas delicados que hasta entonces habían sido tabú.
Eso provocó entre otras cosas, el nacimiento de un cine político más atrevido, que denunciaba sin miedo, la delicada situación de entonces.
Y si por algo se había caracterizado Otto Preminger a lo largo de su carrera, era por desafiar valientemente a la censura de la época, y tratar abiertamente temas que estaban prohibidos en Hollywood, desde la implantación del Código Hays; por tanto, el que Advise & Consent incluyera el espinoso tema de la homosexualidad, no era nada nuevo para él.
Este filme también fue la última de las 4 películas que hizo Preminger con sentido político, y una de sus últimas importantes, pues Advise & Consent desafió tanto a la Motion Picture Association of America, como al Código de Producción y La Lista Negra de Hollywood; empujando los límites de la censura, con su representación de un Senador casado, que está siendo chantajeado por un asunto homosexual en tiempos de guerra.
Por otra parte, Preminger enfrentó La Lista Negra al elegir a los conocidos actores de izquierda; y mostró personajes ficticios, basados en personajes reales, involucrados en escándalos reales, como el personaje de Fonda, Leffingwell, que se basaba particularmente en el funcionario del Departamento de Estado, y espía soviético, Argel Hiss.
De esa manera, la historia inicia cuando El Presidente de los Estados Unidos (Franchot Tone) nombra a Robert A. Leffingwell como Secretario de Estado.
El Presidente del segundo mandato, que está enfermo, lo ha elegido en parte porque no cree que La Vicepresidencia de Harley Hudson (Lew Ayres), a quien tanto él como otros ignoran, continúe con éxito la política exterior de la administración en caso de que muera.
Pero la nominación de Leffingwell es controvertida en El Senado de los Estados Unidos, que, mediante sus poderes de “asesoramiento y consentimiento”, debe aprobar o rechazar la designación.
Tanto el partido del Presidente, la mayoría, como la minoría están divididos.
El líder de la mayoría, Robert “Bob” Munson (Walter Pidgeon), Senador de Michigan, apoya lealmente al candidato a pesar de sus dudas; al igual que el trabajador de la mayoría, Stanley Danta (Paul Ford), de Connecticut; y el mujeriego Lafe Smith (Peter Lawford), de Rhode Island.
El defensor de la paz y demagogo, Frederick “Fred” Van Ackerman (George Grizzard) de Wyoming lo apoya especialmente, a pesar de que Munson le ha aconsejado repetidamente que no agrave la situación.
Aunque también es parte del partido mayoritario, el presidente “pro tempore” y cascarrabias, Seabright “Seab” Cooley (Charles Laughton) de Carolina del Sur, detestan a Leffingwell por razones personales y profesionales, y encabeza la oposición.
El Comité de Relaciones Exteriores del Senado, entonces designa un subcomité, presidido por el miembro mayoritario, Brigham Anderson de Utah, para evaluar al candidato; pero el joven y devoto hombre de familia, está indeciso sobre Leffingwell… por lo que Cooley presenta dramáticamente a un testigo sorpresa, Herbert Gelman (Burgess Meredith), durante la audiencia del subcomité.
Como era empleado menor del Tesoro, testifica que estuvo brevemente en una reunión comunista con Leffingwell y otros 2 en la Universidad de Chicago.
Por su parte, Leffingwell niega la acusación, y cuestiona efectivamente la credibilidad de Gelman, pero luego le dice al Presidente, que había cometido un perjurio; y que Gelman estaba esencialmente en lo correcto.
Por lo que le pide al Presidente que retire su nominación, pero El Presidente se niega…
Por otra parte, Cooley identifica a otro miembro de la célula comunista, ya que uno había muerto… en el funcionario principal del Tesoro, Hardiman Fletcher (Paul McGrath), y lo obliga a confesar ante Anderson y Munson.
A pesar del cabildeo personal del Presidente, El Presidente del subcomité insiste en que La Casa Blanca retire la nominación, debido al perjurio de Leffingwell, o citará a Fletcher para que testifique.
El Presidente se niega airadamente, pero el líder de la mayoría admite que La Casa Blanca pronto tendrá que nominar a otro candidato.
Anderson retrasa el informe de su comité sobre Leffingwell, pero El Presidente envía a Fletcher fuera del país, enfureciendo al Senador.
Luego viene un giro dramático en la historia….
Anderson y su esposa, reciben llamadas telefónicas anónimas de los hombres de Van Ackerman, que advierten que a menos que el subcomité informe favorablemente sobre Leffingwell, aparecerá información sobre lo que ocurrió con “Ray” en Hawái.
Un preocupado Anderson, visita a un veterano del ejército, Ray Shaff, en New York; y Shaff admite que vendió evidencia de una relación homosexual pasada entre los 2.
Hudson, el amigo de Anderson, Smith, y otros, intentan aconsejar al Presidente con problemas pero, al no poder conciliar su deber y su secreto, Anderson se suicida.
El Presidente niega saber sobre el chantaje a Munson y Hudson; y le dice al líder de la mayoría, que se está muriendo, y que la confirmación de Leffingwell es vital.
Munson critica a Cooley por oponerse al candidato, pero no por exponer a Fletcher, lo que obligó a Anderson a soportar la presión solo.
No obstante, la muerte de Anderson permite al subcomité y al Comité de Relaciones Exteriores, proceder con la nominación.
Ambos informan favorablemente al pleno del Senado.
En La Cámara de Senadores, Cooley se disculpa por su “vengativa”; mientras él votará contra Leffingwell, y no le pedirá a otros que lo sigan.
Munson, conmovido por la acción de Cooley, cita “las circunstancias trágicas que rodearon la confirmación”
Aunque el líder de la mayoría votará por Leffingwell, permitirá un voto de conciencia de otros.
El llamado al quórum de Hudson, y la negativa del líder de la mayoría a ceder el piso, impiden que Van Ackerman hable hasta que Munson le pida los “Sí y No”, que termina el debate.
El líder de la mayoría, le dice a Van Ackerman que, si no fuera por la privacidad de Los Anderson, El Senado lo censuraría y lo expulsaría.
Por lo que Van Ackerman abandona la cámara antes de la votación.
El lado de Munson está ligeramente por delante, hasta que Smith vota inesperadamente contra Leffingwell; y el líder de la mayoría se prepara para que El Vicepresidente rompa el empate en favor del candidato.
Pero los agentes del Servicio Secreto entran a La Cámara, y Hudson recibe un mensaje del Capellán del Senado; y anuncia que no romperá el empate, lo que provocará el fracaso de la nominación, y que El Presidente falleció durante la votación.
Cuando se va con El Servicio Secreto, Hudson le dice a Munson que quiere elegir a su propio Secretario de Estado.
La película termina cuando Munson hace una moción para aplazar, debido a la muerte del ahora, ex Presidente.
Así, la función que nos ocupa se compone de 3 actos:
Primero, la designación por El Presidente de los EEUU de un nuevo Secretario de Estado; y la conmoción subsiguiente que dicha decisión provoca, comisión de investigación del Senado incluida.
Segundo, Leffingwell y su particular “Torquemada”, hombres con sólidos principios frente a frente, se ven abrumados por el peso de intereses y poderes que les superan, intereses que se mueven en la sombra, y que nunca muestran su verdadero rostro.
Tercero, tiene lugar la decisión final sobre el destino del nuevo Secretario de Estado, con resultados que nadie podría prever...
En todos ellos, el enérgico y genial Charles Laughton aporta su granito de arena, ejerciendo de inmejorable “Maestro de Ceremonias” como Senador de Carolina del Sur, que representa al perfecto “perro viejo” y conservador curtido en mil batallas políticas, y defensor acérrimo de principios completamente obsoletos.
Por si fuera poco, entre tanta testosterona y grandes ideales derramados sobre la pantalla, también encontramos un buen puñado de escenas en las que queda reflejada la condición humana de los personajes, algo más que políticos de cartón-piedra; y es aquí, junto a sus esposas, amantes, hijos o secretos inconfesables del pasado, cuando mejor observamos sus flaquezas y debilidades, y cuando resultan más vulnerables; por consiguiente, más creíbles, cercanas y actuales.
Y es que todos tienen algo que ocultar, todos esconden algo, nadie está a salvo de que el rival le saque un muerto del armario, hablando figuradamente; y una de las características del cine de Otto Preminger, es que su trabajo siempre es inteligente y sutil.
Aquí no es diferente, y nos muestra el juego sucio y los retorcidos métodos requeridos para sobrevivir en la alta política estadounidense:
Están los típicos temas, siempre que se trata de política estadounidense, es decir, la paranoia anticomunista, la utilización de la vida sexual para destruir carreras y vidas, la inteligente retórica y virtuosismo intelectual de los mejores oradores.
Y esta película viene a representar un ejemplo de los entresijos que se esconden tras las decisiones políticas de los dirigentes de muchos gobiernos:
Intrigas, investigaciones, adulaciones, acusaciones y otras actitudes poco honestas, que se practican de manera constante desde el poder, son puestas de relieve sin concesiones por Otto Preminger, el director de origen austriaco, que no gozaba de buena reputación ante lo que se consideraba oficialidad política estadounidense.
Tanto que todos los personajes de este film actúan sin escrúpulos, a veces en la sombra, para apoyar o eliminar al candidato; y se refleja en definitiva, una gran hipocresía en el mundo de la política, por lo que su mensaje sigue siendo actual, pues sólo hay que echar un vistazo a nuestro alrededor, para comprobar que nada ha cambiado:
Seguimos sufriendo la amoralidad de la casta política.
Volviendo a la película, la acusación de comunista, resulta trascendental en un país de larga tradición en “La Caza de Brujas”, y este tema lo sabe explotar Preminger sabiamente.
Con todos estos ingredientes, el director expone de manera directa, las vicisitudes de cada personaje, al mismo tiempo que crea un denso “thriller” político, en el que todos tienen algo que ocultar.
En efecto, se nos ofrece un perfecto retrato psicológico de cada político, salidos de la más pura realidad de las instituciones:
Un portavoz elocuente, un adulador en segundo plano, un candidato honrado en principio, y un adversario prepotente y quisquilloso; y Preminger se vale de detalles precisos para ilustrar ese “zoo” político, donde podremos ver a los maquinadores de un lado y del otro:
Los que actúan por simple y llano afán de venganza, los que ansían el poder a toda costa, los que reciben un fuerte salario, arrancado del erario público, por dormir irresponsablemente en cada sesión; los que están dispuestos al chantaje si lo creen necesario, los que hacen la vista gorda, los que se cobran los favores prestados…
Y nos damos cuenta entonces que, lo que allí vemos, realizado para recrear la política estadounidense de los años 1960; no ha cambiado en nada medio siglo después, y pareciera reflejada en un espejo la clase política de hoy.
Por ello, la trama de la película se centra en un Presidente con enfermedades terminales, que intenta preservar su agenda de política exterior mediante el nombramiento de un Secretario de Estado en el que tiene confianza.
Técnicamente, el nuevo Presidente puede despedir al Secretario de Estado y nombrar a quien quiera.
Sin embargo, El Secretario de Estado es el miembro principal del gabinete, y la muerte de un Presidente, a menudo requiere que el nuevo Presidente proporcione un sentido de continuidad para aliviar la ansiedad en el público.
Por eso, de los 9 Vicepresidentes que han tenido éxito en La Presidencia de EEUU, 8 por muerte y 1 por renuncia; 6 de ellos han mantenido a sus Secretarios de Estado en funciones durante algunos o todos sus mandatos.
En el giro de medio metraje, la acción se centrará en Anderson, ya no en Leffingwell.
Destacando los atributos físicos y sexuales de Don Murray, que tiene la apariencia sosa de ciertos políticos, pero también de actores que aprovecharon el erotismo gay de mediados del siglo XX como un anhelo sexual reprimido; pero su papel en Advise & Consent fue especialmente arriesgado, y la auto exposición de Murray con el pecho velludo, llevó a la polémica escena de Anderson en un bar gay de Greenwich Village, el “Club 602” cuando entra desesperado por enfrentarse a su ex amante, y detener el hostigamiento.
Por ello, Preminger fue atacado por hacer esta escena “extraña”, pero la corriente principal de Hollywood, nunca había representado un bar gay real, y para los estándares de hoy en día, la escena es suave y tranquila… pero para entonces fue todo un revuelo… y Preminger demuestra su inteligencia y simpatía a través de la canción del bar gay:
“Déjame escuchar una voz, una voz secreta”, cantada por Frank Sinatra.
Mientras tanto, la escena de Anderson empujando a su ex chantajista en la cuneta, no ilustra la desaprobación de Preminger, sino que es una imagen de homosexualidad y odio a sí mismo.
Así, Advise & Consent tiene como primera cualidad a destacar, el ser una película de diálogos, que no se hace pesada, y que incluso avanza a buen ritmo en su primera mitad.
Sin dramatismos ni excesos, el film se basa ni más ni menos en los diferentes enfrentamientos de todos los políticos para reafirmar su postura.
La imagen que da el film, es que los sucesos más importantes tienen lugar fuera de las reuniones del Senado, en reuniones extraoficiales en pasillos, o fiestas donde se planifica todo, de cara a los encuentros oficiales y públicos.
Y dada la naturaleza del film, resulta razonable que la dirección de Preminger se base sobre todo en los actores, y que por ello se escude con un reparto de primer nivel, entre los que destacan los nombres de Charles Laughton, Henry Fonda, Walter Pidgeon y Franchot Tone.
Sin embargo, uno de los rasgos más interesantes, y que también remarca su tono moderno, más allá de la elección del tema, es que carece de un claro protagonista.
En primera instancia, podría parecer que el personaje de Henry Fonda podría ocupar ese papel encarnando al clásico estadounidense honesto y con ideales, pero sorprendentemente es un personaje secundario, que desaparece en la última hora de film.
Inicialmente es el líder del partido mayoritario, quien más se acerca a ocupar ese papel, pero a mitad de película, el protagonismo pasa a ser del joven Senador Anderson…
De todos ellos, sin embargo, el actor que más destaca es el siempre infalible Charles Laughton, quien no desaprovecha el personaje tan jugoso que le ofrecen, y que tan bien se adapta a su estilo de interpretación.
Como Senador de Carolina del Sur, es no solo una muestra del típico político enchapado a la antigua y prejuicioso, sino también el clásico “viejo zorro” que se conoce todos los trucos, y mueve todos los hilos a su antojo, como quien disputa una compleja partida de ajedrez.
Lamentablemente, este sería el último papel de su larga carrera.
Así las cosas, el núcleo del film se basa en 2 conflictos morales bastante polémicos en la época, que acaban relacionándose entre sí:
En primer lugar, Robert Leffingwell coqueteó en su juventud con el comunismo, algo que si se llega a saber, le descalificaría automáticamente para ese cargo.
Para defenderse de esa acusación y escudar al Presidente, se ve obligado a mentir a La Comisión de Investigación cometiendo por tanto perjurio.
El tema de la paranoia comunista y el “macartismo” todavía seguía caliente en los años 60, y sin embargo, aquí Preminger ataca sin ningún tipo de rubor ese sistema que condena a hombres, simplemente por simpatizar con ciertas ideas políticas.
Más delicado es el siguiente tema que trata el film:
La homosexualidad.
Un tema absolutamente tabú durante décadas; y en este caso, el tema surge cuando El Senador Anderson, Presidente del Comité de Investigación, se niega a dar su aprobación, porque Leffingwell ha cometido perjurio.
Un Senador del partido, intenta presionarle haciéndole chantaje sobre un episodio oscuro de su pasado, en que Anderson tuvo una breve relación homosexual...
Aquí, Otto Preminger hace una crítica a toda la maquinaria de la política de Washington, con una gran sutileza, y desde todos los niveles posibles.
Su brillante uso de los diálogos, permite que el relato fluya a la perfección detrás de los personajes, aunque éste fue un hecho que no gustó a algunos críticos de la época, el exceso de diálogos, de tal manera que se hacía difícil de seguir, pero en una película política de esta entidad, y Preminger no lo pudo hacer mejor, consiguiendo que el espectador sea incapaz de comprender las ramificaciones de la trama, hasta que la película no está llegando a su fin, y aun así, éste no perderá la atención durante toda la duración del filme.
Un hecho común en la historia de la política, y en este caso, a 2 de los personajes de filme, es que tanto Fonda como candidato a Secretario del Estado, y Don Murray como El Senador Anderson, se convierten en víctimas cuando las consecuencias del pasado, vuelven para destruir el presente, en un caso el coqueteo con el comunismo; y en otro, la homosexualidad.
Pero muestra igualmente que en la alta política de Washington hay lugar para la honestidad a toda prueba, y para las bajezas más abyectas, así como para la expiación sincera de las culpas.
Buena prueba de ello, son las intervenciones finales del Senador Cooley, entonando de manera brillante un “mea culpa”, y solicitando expresamente el perdón de la cámara, y la réplica del Senador Munson, no menos emotiva, donde recoge el guante lanzado por su correligionario, a quien rehabilita ante todos sus colegas; de la misma forma que niega el perdón final al Senador que había perpetrado el chantaje a Brigham Anderson, a quien lanza una de las filípicas más duras que se recuerdan, al enfatizar el uso de la libertad:
“En El Senado lo toleramos todo:
Prejuicios, fanatismos…
El Senado está para tolerar la libertad.
Pero usted nos ha deshonrado…
Afortunadamente, nuestro país logra sobrevivir a patriotas como usted.
Podríamos solicitar un voto de censura y expulsarle, pero conviene que las flaquezas de Brigham Anderson no salgan a relucir.
Sean las que fueran.
Se puede usted quedar solo… con su vergüenza!”
Un dato muy Preminger, es que casi todos los personajes se basan en una persona real:
Lafe Smith se basa en John F. Kennedy; Orrin Knox se basa en Robert A. Taft; Fred Van Ackerman se basa en Joseph McCarthy; y El Presidente se basa en Franklin D. Roosevelt.
Incluso el chantaje de Brig Anderson, y cómo se resuelve, se basa en un incidente real.
Y la nominación de Leffingwell, se basa en la investigación de Alger Hiss, por parte del Comité de Actividades Anti-Estadounidenses de La Cámara; acusado de ser un espía soviético.
Además, el personaje de Burgess Meredith se basa en el espía soviético de la vida real, y en el apóstata comunista, Whittaker Chambers.
El intento de chantaje se basa en el caso del Senador de Wyoming Lester C. Hunt, quien fue chantajeado por miembros del Partido Republicano.
El Senador Styles Bridges, le dijo a Hunt que, si se postulaba para la reelección en noviembre, los detalles del arresto de su hijo, por solicitar la prostitución a un agente encubierto, terminaría “en todos los buzones de correo de Wyoming”
Hunt, finalmente accedió a retirarse, pero 11 días después, se suicidó en El Capitolio.
Aunque el personaje de El Presidente, interpretado por Franchot Tone, no tiene nombre propio en la película, en un momento dado en el guión, Munson, interpretado por Walter Pidgeon, lo llama “Russ”
Como dato, la película marcó el regreso de Gene Tierney, cuyo avance hacia el estrellato importante se produjo en la película de Preminger, “Laura” de 1944; pero se había retirado de la actuación durante varios años, debido a su lucha en curso con el trastorno bipolar.
Por su parte, Burgess Meredith, como Herbert Gelman, quien testifica contra Leffingwell en la audiencia de confirmación de este último, alegando que los 2 eran miembros de una célula comunista; en la vida real, Meredith fue nombrado “testigo poco amistoso” por El Comité de Actividades de La Cámara de Representantes, que casi arruinó su carrera.
Will Geer, quien interpreta al líder de la minoría en El Senado, también fue incluido en “La Lista Negra” por negarse a dar nombres ante el mismo Comité.
Mientras que Advise & Consent fue la última película de Charles Laughton, que sufría de cáncer durante el rodaje, y murió 6 meses después del estreno de la película.
Por cierto, se cuenta que había una genuina animosidad persistente entre Charles Laughton y Henry Fonda, derivada de que Laughton había dirigido a Fonda en la producción de Broadway en 1954 de “The Caine Mutiny Court-Martial”, durante la cual, Fonda había insultado a Laughton, y había hecho una burlona referencia a su homosexualidad, según su esposa Elsa Lanchester y otros.
Por otra parte, Peter Lawford era el cuñado de John F. Kennedy cuando se filmó la historia.
Él hace de Lafe Smith, identificado como un Senador de Rhode Island, y modelado en Kennedy, aunque en el libro de Drury el personaje representa a Iowa… pero mantiene la personalidad de Kennedy, en cuanto a lo “mujeriego”
Como dato, Evelyn Lincoln figura en el reparto, interpretando el papel de una invitada a la fiesta de Washington…
Pues resulta que ella era la secretaria personal del Presidente Kennedy, y que estaba desempeñando ese cargo en 1962, cuando se hizo esta película.
Se la puede ver cerca del comienzo de la secuencia de la fiesta, cuando Paul Ford le pide que baile.
También, este filme es importante para Betty White, pues hizo su debut en el cine, apareciendo en una escena como una joven Senadora de Kansas.
Un dato de interés, es que Preminger le ofreció a Martin Luther King Jr., un cameo como Senador de los EEUU por Georgia, aunque en ese momento no había Senadores afro-estadounidenses en servicio, según los informes, King consideró seriamente la oferta, pero finalmente la rechazó, sintiendo que podría causar hostilidad y perjudicar al Movimiento de Derechos Civiles.
También, al ex vicepresidente Richard Nixon se le ofreció el rol de Vicepresidente, pero se negó, y señaló algunos “errores evidentes” en el guión, presumiblemente incluyendo el hecho crítico de que, de conformidad con el artículo II de La Constitución de los EEUU, El Vicepresidente asume automáticamente el cargo del Presidente a la muerte del Presidente, y no habría podido emitir un voto de desempate como Vicepresidente, incluso si lo hubiera deseado…
Una curiosidad que, apareciendo en 2 escenas como El Senador McCafferty, quien, cuando se despierta de un sueño profundo, responde automáticamente.
“¡Me opongo, señor!
¡Me opongo!”, fue Henry F. Ashurst, de 87 años, uno de los primeros Senadores elegidos por Arizona, que cumplió 5 mandatos.
Ashurst murió el 31 de mayo de 1962, una semana antes del estreno de la película.
Para las escenas que tienen lugar dentro del Senado de los EEUU, Columbia Pictures desempolvó su conjunto de escenarios del Senado construido para “Mr. Smith Goes to Washington” (1939)
En definitiva, Otto Preminger, consciente del material que tiene entre manos, dirige sin molestar, dejando a sus anchas a la manada de fieras que se despedazan en una vibrante trama de intrigas y tejemanejes políticos.
Sin embargo, lo que se narra tiene bajones, no acapara la atención, y la película se hace larga, tediosa por su reiterativo discurso, y el final se queda muy por debajo de la intensidad lograda en los momentos del juicio o los trapicheos a puerta cerrada… como el personaje de Fonda que es dejado de lado…
Por ello, uno de los pocos detalles que se le achacan al film, son las breves escenas entre Leffingwell y su hijo… que pueden restarle a la película la naturalidad y rigurosidad que tenía hasta entonces, con los clásicos diálogos morales sobre decir la verdad, y un padre intentando explicar a su hijo, que el mundo es más complejo de lo que parece.
Pero podría interpretarse como una consecución generacional de nuevas políticas, al pasarse por tradición las ideologías de padre a hijo.
Y la película se hace algo más lenta cuando se pierde de vista al Senado, y se centra en el tema de Anderson y su homosexualidad, sobre todo en algunas de las conversaciones con su mujer.
Esos detalles, sin embargo, no empañan el resultado final.
El desenlace por ejemplo, resulta admirable, y una muestra más de la rigurosidad de Preminger y su rechazo a caer en el dramatismo fácil.
Donde no hay buenos ni malos, donde el chantajista de Anderson era un Senador que apoyaba a Leffingwell, y El Senador Cooley al final resulta ser medianamente benevolente, al decidir no airear el pasado de Leffingwell, permitiendo que se elija su candidatura con una votación; ni tampoco es un filme de ganadores ni perdedores.
El Presidente fallece durante la votación y, cuando ésta queda en empate, El Presidente del Senado decide sencillamente no dar el voto que falta para Leffingwell.
Ningún personaje se escandaliza con la conclusión, de hecho, ni siquiera vemos a Leffingwell, a quien hemos perdido de vista a mitad del film.
Simplemente se aceptan los hechos como son.
Y ésa parece ser la idea que subyace tras la película, pese a los sórdidos tejemanejes de los que somos testigos, todo sigue discurriendo con normalidad, como si estas conspiraciones fueran algo normal en el día a día del mundo político...
¡Que lo son!
Y nunca se nos dice, qué políticos son demócratas o republicanos, lo que impide la identificación simplista de la audiencia.
Esto logra un equilibrio moral que rara vez se ve en películas sobre identidades o políticas homosexuales; es el abierto patriotismo gay de Preminger, el que hace Advise & Consent sea moderno; pues enseña una lección sobre humanidad y honor político.
Todo muy “shakespeariano” donde “la discreción es la mejor parte del valor”
Sin olvidar tomar nota de la banda sonora de Jerry Fielding, y la voz de Frank Sinatra.
“I guess I've been wrong in many many things.
I don't suppose history will have much good to say of me.
I can't dwell on that.
I've done my best”
A nivel mundial, y en términos generales porque, como en todo hay apreciables excepciones, la clase política de los distintos países del mundo, es bastante inspiradora:
Inspira odio, desprecio, apatía, vergüenza… y todo porque la mayoría de ellos son arribistas, patrañeros y decididos enemigos de los intereses del pueblo.
Todos tienen como objetivo primero, el poder y el enriquecimiento personal; solo ejecutan las obras que les imponen las circunstancias; solo construyen cuando han asegurado su tajada; y solo se mueven hacia los intereses de la gente del común, cuando las presiones amenazan con volverlos impopulares.
¡Y nosotros los votamos!
Objetivamente, y en demasiados casos, los políticos son la peor peste de las naciones… o lo somos nosotros…
En efecto, como es sabido, el poder para nombrar a los jueces del Tribunal Supremo de EEUU, recae en El Presidente, con “el asesoramiento y consentimiento” del Senado.
Así, una vez firmada la propuesta del Jefe del Estado, esta se envía al Senado para su “Advise and Consent”
En este punto, una fase relevante del proceso de nombramiento es la “audiencia de confirmación”, que es un verdadero “juicio inquisitorial”, hoy en día muy mediatizado, donde el candidato tiene que defenderse de todas las criticas manifestadas por los allí presentes; y deberá responder sobre aspectos ideológicamente sensibles, decisiones judiciales adoptadas en el pasado, y sobre asuntos que pueden llegar a cruzar la línea de la vida privada del aspirante.
Finalmente, si adquiere la mayoría de La Cámara, El Presidente firmará oficialmente el nombramiento.
En concreto, un reflejo de esta sensibilidad a la elección de los jueces del Tribunal Supremo, ha sido el reciente, mediático y controvertido debate en la sociedad estadounidense sobre el nombramiento como Juez del Tribunal Supremo de Brett Kavanaugh, nominado por el horripilante Donald Trump; junto a cuestiones de carácter personal, que ha aflorado con intensidad la discusión de cómo podía afectar su filosofía jurídica a la futura jurisprudencia económica del Alto Tribunal.
Kavanaugh es un reaccionario político veterano, un vocero de intereses económicos poderosos, y un enemigo de la clase obrera; también fue el principal autor del reporte de Kenneth Starr al Congreso, sobre el escándalo sexual de Monica Lewinsky y Bill Clinton, estando en el epicentro del intento de un Golpe de Estado por juicio político en 1998 contra un Presidente que ganó 2 elecciones.
Unos años después, como abogado en La Casa Blanca de George W. Bush, Kavanaugh ayudó a formular sus políticas inconstitucionales y criminales de detención e interrogación, es decir, tortura.
Desde su nombramiento a La Corte de Apelaciones en 2006, Kavanaugh ha avanzado intransigentemente una agenda derechista, emitiendo un fallo tras otro en defensa de las grandes empresas, en contra del derecho al aborto y las regulaciones ambientales, y a favor de medidas autoritarias y antidemocráticas.
Es decir, es una figura repugnante de pies a cabeza; y como Juez de La Corte Suprema, consolidaría su carácter y dirección hacia la extrema derecha.
Fue por ello que los dirigentes demócratas y otras figuras políticas, buscaron bloquear la nominación de Kavanaugh con base, una vez más, en una acusación de mala conducta sexual.
Cabe resaltar, al no haberse cotejado con evidencia, no es más que una acusación; y en gran medida, la campaña en marcha fue un esfuerzo para enterrar los aspectos políticos más importantes de su candidatura a La Corte.
Christine Blasey Ford, una profesora de psicología en la Universidad de Palo Alto, California, acusó a Kavanaugh y a un amigo de agredirla sexualmente a principios de los ’80, cuando los 3 eran estudiantes de colegio.
El Presidente de La Comisión de Asuntos Judiciales del Senado, Charles Grassley, Senador Republicano de Iowa; solicitó que Kavanaugh y Blasey aparecieran en una audiencia; donde los argumentos y los métodos se han tomado prestados de la campaña #MeToo, donde “hay que creerle a ella”
Pero aun así, nadie supo qué pasó realmente...
Eso sí, Blasey  nunca buscó ser el centro de atención, y ha sido inundada de correos electrónicos y mensajes en redes sociales vulgares, e incluso amenazas de muerte, según una persona cercana a ella, quien habló desde el anonimato para discutir algo privado…
Si esta acusación se hubiera comprobado con hechos, en vez de los recuerdos de una persona, 35 años después, serían razones suficientes para rechazar la nominación de Kavanaugh.
Sin embargo, los argumentos en torno a este asunto, son perniciosamente similares a los que utilizan La Caza de Brujas sexuales en Hollywood y la prensa; o lo que ocurrió en El Senado en La Era del “macartismo”
No es casual, años antes, en la película de Otto Preminger de 1962, “Advise & Consent”, donde la develación de una relación homosexual lleva al suicidio de un Senador derechista estadounidense; mientras que el filme apesta al liberalismo de La Guerra Fría, acierta en una cosa:
Las acusaciones de conducta sexual inapropiada para alcanzar fines políticos, son tratadas como algo vergonzoso y nocivo a los principios mismos.
Tenemos el ejemplo en vida real del juicio político de Clinton, en el que Kavanaugh desempeñó un papel deplorable.
Sin duda, la política de los escándalos sexuales ha estado asociada con la ultraderecha; y ha sido la contribución de los demócratas, el Times, la revista Nation, y otros, en convertirla en una causa de la “izquierda”
Lamentablemente, pese a quien le pese, a este punto, sobre el caso Kavanaugh, solo se ha presentado una acusación de una persona…
Y de ser “inocente” Kavanaugh, demostraría el “modus operandi” en tiempos de Donald Trump, sin importar las acusaciones:
No menciones nada específico, solo niega, niega, niega.
En otras palabras, la negación de Kavanaugh es equivalente a una admisión de culpa.
Siguiendo la misma argumentación, hay mucho que no sabemos y probablemente que nunca sabremos con certeza, y luego sugiere lo contrario, que hay 2 cosas que sí sabemos… no hay ningún beneficio para las mujeres que presentan historias de acoso o agresión sexual, especialmente cuando el acusado es un hombre famoso y poderoso; y mientras que La Dra. Blasey no le ha dado al público ninguna razón para dudar de ella, lo mismo no se puede decir del Juez Kavanaugh, quien ha dado testimonios engañosos e imprecisos ante La Comisión de Asuntos Judiciales del Senado a lo largo de los años; como una referencia a su encubrimiento del papel que tuvo en la formulación de las políticas de detención durante El Gobierno de Bush.
No obstante, Blasey se ha vuelto una heroína y una parte substancial de la prensa corporativa y la élite política que, por cuestiones tácticas y oportunistas, se opone al Gobierno de Trump.
Mientras que el hecho de que Kavanaugh sea un verdugo derechista y deshonesto, no es prueba de que era un posible violador a los 17 años...
El punto principal, es que Brett Kavanaugh está siendo considerado para un nombramiento para el resto de su vida, a la máxima Corte del país, y existe una acusación creíble en su contra de agresión sexual.
El verdadero “punto principal” es que Dianne Feinstein, Patrick Leahy, Dick Durbin, Charles Schumer y el resto de Senadores Demócratas, junto a los editores del Times, no tienen ni el mínimo deseo de exponer a Kavanaugh como un defensor de la desigualdad social y la oligarquía corporativa, cuya defensa comparten plenamente.
Ni hablar de movilizar a la población en contra de dichas fuerzas y políticas.
Hacer eso, traicionaría sus propios derechos de clase, y expondría su registro de participar en todas las desastrosas políticas anti-obreras llevadas a cabo por varios gobiernos, tanto republicanos como demócratas.
Por ende, recurren a lo que ha sido la norma comprobada en décadas recientes:
Las acusaciones de mala conducta sexual.
Como en “Advise & Consent”, el carácter y la trayectoria de la controversia de Kavanaugh y Blasey, refleja ante todo la naturaleza podrida de la política burguesa, especialmente en su estado actual, y casi indescriptiblemente degradado.

“Fortunately, our country always manages to survive patriots like you”



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