The Nutcracker

“The magic of music is so strong, getting stronger, it should break any shackle of another art”

Como suele suceder en Las Navidades, en muchos escenarios del mundo, las compañías de danza están presentando alguna de las incontables versiones de “The Nutcracker”; y The Royal Ballet es la primera compañía de ballet del Reino Unido.
La compañía tiene por residencia el Royal Opera House, Covent Garden de Londres, Inglaterra; y cada fin de año, en su programación está “Щелкунчик” o “The Nutcracker”, un cuento de hadas-ballet, estructurado en II actos, que fue encargado por el director de los Teatros Imperiales, Ivan Vsevolozhsky en 1891, y se estrenó el 18 de diciembre de 1892, en El Teatro Mariinski de San Petersburgo; formando parte de un doble estreno junto con “Iolanta”, la última ópera de Pyotr Ilyich Tchaikovsky.
La música de “The Nutcracker” fue compuesta por Tchaikovsky entre 1891 y 1892; y se trata de su Op. 71, y es el 3º de sus ballets.
En la producción original, la coreografía fue creada por Marius Petipa y Lev Ivanov; y el libreto fue escrito por Ivan Vsevolozhsky y el propio Petipa, basándose en la adaptación de Alejandro Dumas, padre, llamada “Histoire d'un Casse-noisette” (1844) del cuento “Nußknacker und Mausekönig” o “El Cascanueces y El Rey de Los Ratones” (1816) de Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, un escritor, jurista, dibujante y caricaturista, pintor, cantante/tenor y compositor musical prusiano, que participó activamente en el movimiento romántico de la literatura alemana.
El cuento de E.T.A. Hoffmann, es el que ha tenido más versiones, haciendo célebre al famosísimo ballet de Tchaikovsky, y especialmente en series de dibujos animados, y en la reciente película “The Nutcracker and The Four Realms” (2018)
La historia de Hoffmann trata sobre el nuevo juguete de la joven Marie Stahlbaum, “El Cascanueces”, recibido la noche de Navidad, que cobra vida y, después de derrotar al Rey Ratón tras una dura batalla, la lleva a un reino mágico poblado por muñecos.
Mientras que el relato de Dumas del cuento de Hoffmann es casi idéntico en la trama, esta fue la versión utilizada como base para el ballet, pero el nombre de Marie generalmente se cambia a Clara.
¿Por qué el personaje principal es un “cascanueces”?
El aspecto elegante y formal de Los Cascanueces, los transformaron en una de las figuras principales de las épocas navideñas; y cada cultura tiene su propia interpretación del significado de estos muñecos, pero la más expandida es la versión alemana:
Aseguran que son de buena suerte, y traerán prosperidad a los hogares.
Hoffmann se aprovechó de la asociación positiva del público con respecto a estas figuras, y creó un personaje lleno de valentía y vitalidad, para que fuera el principal de su obra.
Su contribución a la literatura, aumentó aún más la popularidad del muñeco, que forma parte de los objetos más coleccionados en todo el mundo.
La trama de la historia de Hoffmann, y la adaptación de Dumas, se simplificó en gran medida para el ballet en II actos; pues el cuento de Hoffmann contiene un largo “flashback” dentro de su trama principal, titulado “El Cuento de La Nuez Dura”, que explica, cómo El Príncipe se convirtió en “El Cascanueces”; y esto tuvo que ser omitido en el ballet.
Por su parte, Petipa proporcionó a Tchaikovsky instrucciones muy detalladas para la composición de cada número, incluso en cuanto al “tempo” y el número de compases.
Pero la finalización de la obra fue interrumpida durante un corto periodo de tiempo, debido a una visita del compositor a Estados Unidos durante 25 días, para dirigir los conciertos para la apertura del Carnegie Hall.
Tchaikovsky compuso algunas partes de este ballet en Rouen, Francia; y se dice que durante la composición de la música del ballet, Tchaikovsky discutió con un amigo, quien apostó a que el compositor no podría escribir una melodía basada en las notas de la octava en secuencia.
Tchaikovsky le preguntó, si importaba que las notas fueran ascendentes o descendientes, a lo que le respondió que no.
Esto dio lugar al “Grand adagio del Grand pas de deux”, en el II acto, el cual se suele bailar después del “Vals de Las Flores”
Al tiempo que la música de este ballet, se conoce, entre otras cosas, por su uso de “la celesta”, un instrumento que el compositor ya había empleado en su balada sinfónica “El Voivoda” (1891); y es el instrumento solista en “La Danza del Hada de Azúcar”, pero también aparece en otras partes del II acto.
El estreno de “The Nutcracker” fue dirigido por Riccardo Drigo, con Antonietta Dell'Era como El Hada de Azúcar, Pavel Gerdt como El Príncipe Coqueluche, Stanislava Belinskaya como Clara, Serguei Legat como El Príncipe Cascanueces y Timofei Stukolkin como Drosselmeyer.
Los roles de los niños, a diferencia de muchas producciones posteriores, fueron representados por niños reales en lugar de adultos, con Belinskaya como Clara, y Vasili Stukolkin como Fritz; y los estudiantes de La Escuela Imperial de Ballet de San Petersburgo.
Los personajes del ballet, según la traducción de los preámbulos a la edición soviética, son los siguientes:
El Presidente, esposa e hijos:
Clara/María y Fritz
Mariana, sobrina del Presidente; El Concejal Drosselmeyer, padrino de Clara y Fritz; El Cascanueces; El Hada de Azúcar, soberana de los dulces; El Príncipe Koklyush/Orgeat; El Mayordomo; El Arlequín; Tía Milli; El Soldado; Columbina; Mamá Gigogne/Mamá Jengibre; El Rey de Los Ratones; parientes, invitados, personas en vestuario, niños, ángeles, sirvientes, ratones, muñecas, conejos, juguetes, soldados, gnomos, copos de nieve, hadas, dulces, pasteles, confituras, moros, pajes, Princesas, séquitos, payasos, pastoras, flores, etc.
Cabe señalar que la historia varía de un montaje a otro, aunque la mayoría sigue el esquema básico; y los nombres de los personajes también varían.
En el cuento original de E.T.A. Hoffmann, la joven heroína se llama Marie o María Stahlbaum, y Clara o Klärchen es el nombre de una de sus muñecas.
En la adaptación de Dumas, en la que Petipa basó su libreto, su nombre es Marie Silberhaus.
Así pues, la protagonista puede aparecer con el nombre Clara, Marie o María, y con el apellido Stahlbaum o Silberhaus.
A continuación se muestra un resumen basado en el libreto original de Marius Petipa de 1892.
Acto I
Escena 1, en el hogar de Los Stahlbaum:
La obra empieza con una “Obertura en miniatura” igual que La Suite.
La música crea el ambiente de “cuento de hadas” mediante los registros altos de la orquesta.
El telón se abre, y muestra la casa de Los Stahlbaum en la víspera de Navidad, donde Clara, su hermano Fritz y sus padres, preparan decorando el árbol para la fiesta de esa noche con amigos y familia.
Las festividades comienzan; y se interpreta una “Marcha”
Cuando el reloj de búho de la abuela da las 8pm, un misterioso personaje entra en la habitación…
Es Drosselmeyer, un concejal local, mago y el padrino de Clara, que también es un talentoso fabricante de juguetes, que ha traído regalos para los niños.
Todos están felices, salvo Clara, quien no ha recibido un regalo todavía... Drosselmeyer les enseña entonces 3 muñecas de tamaño natural, que bailan.
Cuando terminan su danza, Clara se acerca a Drosselmeyer pidiendo un regalo; y  Drosselmeyer tiene otro juguete…
Es un Cascanueces, con la forma tradicional de un soldado en uniforme de formación.
Clara está encantada, pero su hermano siente envidia, y lo rompe.
La fiesta termina, y La Familia Stahlbaum se acuesta.
Mientras todos duermen, Drosselmeyer arregla El Cascanueces.
Cuando el reloj toca la medianoche, Clara se despierta, y ve que su ventana está abierta... de repente, los ratones comienzan a llenar la sala, el árbol de Navidad comienza a crecer, y El Cascanueces cobra vida.
Luego Clara se encuentra a sí misma en medio de una batalla entre un ejército de soldados de jengibre, y los ratones dirigidos por El Rey de Los Ratones.
Aquí, Tchaikovsky mantiene el clima de miniatura de La Obertura, colocando la mayor parte de la música de batalla en los registros altos de la orquesta.
El Cascanueces aparece para conducir a los soldados de jengibre, a los que se unen soldaditos de plomo, y muñecas que sirven como médicos para llevarse a los heridos.
Como El Rey de Los Ratones avanza hacia El Cascanueces aún herido, Clara le ayuda sosteniendo la cola del Rey de Los Ratones, y tirándole un zapato; y éste aprovecha la oportunidad, y apuñala al Rey, que muere.
Escena 2, en un bosque de pinos:
Los ratones se retiran, y El Cascanueces se transforma en un Príncipe.
Ambos viajan hacia un bosque de pinos, en el que los copos de nieve bailan a su alrededor.
Las hadas y Reinas bailan para darles la bienvenida; y la música expresa las maravillosas imágenes con un coro de niños sin palabras.
Cae el telón, y termina el I acto.
En el cuento original de Hoffmann, y en las versiones de 1985 y 2001, El Príncipe es el sobrino de Drosselmeyer, a quien El Rey de Los Ratones había convertido en un Cascanueces.
Todos los acontecimientos tras la fiesta de Navidad se solucionan por Drosselmeyer, al eliminar el hechizo.
Acto II
Escena 1, en El Reino de Los Dulces:
Clara, EL Cascanueces y Drosselmeyer, llegan al Reino de Los Dulces donde los recibe El Hada de Azúcar, su caballero y el resto de los dulces.
Se suceden una “Danza Española”, a veces identificada con el chocolate; una “Danza China” relacionada con el té; una “Danza Árabe” relacionada con el café; y una “Danza Rusa” a veces llamada “Bastones de Caramelo” cuya danza rusa es el “Trepak”
También, Mamá Jengibre y sus polichinelas, o bombones o payasos de La Corte en la versión de Baryshnikov; las flautas de lengüeta o pastoras de marzipan o mirlitones; El Hada de Azúcar y “El Vals de Las Flores”
Pero Las Danzas en El Reino de Los Dulces no siempre siguen el mismo orden…
Después de las celebraciones, Clara se despierta bajo el árbol navideño con su Cascanueces de madera, alegre por su maravillosa aventura, y cae el telón, terminando la obra.
En la versión de Balanchine, nunca se ve a Clara despertándose, sino que tras todas Las Danzas en El Reino de Los Dulces, ella y El Príncipe se deslizan en un trineo tirado por renos, y finaliza la obra.
El sueño ha sido real, como en el cuento original de Hoffmann.
La versión del Royal Ballet, también lo representa de esta manera.
Finalmente, el sobrino de Drosselmeyer, que había sido transformado en Cascanueces, reaparece bajo forma humana en la juguetería de su tío.
El estreno de “The Nutcracker”, sin embargo no fue considerado un éxito en su momento:
La reacción respecto a los propios bailarines fue ambivalente; y el libreto fue criticado por ser “desequilibrado”, y por no ser fiel al cuento de Hoffmann.
Por el contrario, la partitura de Tchaikovsky recibió una mejor acogida:
Algunos críticos lo describieron como “asombrosamente rico en inspiración detallada y de principio a fin, bella y melodiosa, original y característica”
Pero incluso esto no fue unánime, ya que algunos críticos encontraron la escena de la fiesta “pesada” y “El Gran pas de deux”... “insípido”
El trabajo de Tchaikovsky, no obstante, es reconocido por la sutileza de sus notas, tanto que Harold C. Schonberg, uno de los críticos musicales más famosos de Estados Unidos, lo recuerda diciendo:
“Su música es tan dulce, inagotable y súper sensual fuente de melodía, con un toque de neurosis.
Tan emotivo como un grito desde una ventana en una noche oscura”
Y es que en general, la música del ballet de Tchaikovsky, es una de sus partituras más populares.
La música pertenece al Período Romántico, y contiene algunas de sus melodías más memorables, varias de las cuales se escuchan con frecuencia en la televisión y el cine, especialmente durante Las Navidades.
“La Danza Rusa” o “Trepak”, es una de las piezas más reconocidas del ballet, junto con números tan célebres como “El Vals de Las Flores”, “Marcha” o “Danza del Hada de Azúcar”
Y es que el ballet contiene armonías asombrosamente avanzadas, y una riqueza de invención melódica sin igual en la música de ballet.
No obstante, la reverencia del compositor por la música rococó, y la música de finales del siglo XVIII, pueden detectarse en pasajes como “La Obertura”, “Entrée des parents” y “Tempo di Grossvater” en el I acto; y una novedad en la partitura original de Tchaikovsky, fue el uso de “la celesta”, un nuevo instrumento que el compositor había descubierto en París.
Él lo quería para caracterizar al personaje del Hada de Azúcar, debido a “su sonido dulce y celestial”; y aparece no sólo en su “Danza”, sino también en otros pasajes en el II acto.
Tchaikovsky estaba orgulloso del efecto de “la celesta”, y quería que su música se tocase rápidamente para el público, antes de que pudiera ser “descubierta”
Sin embargo, lo primero que escribió para “la celesta” está incluido en su balada sinfónica “El Voivoda” del año anterior.
En el ballet, también utiliza instrumentos de juguete durante la escena de la fiesta de Navidad.
Por otra parte, antes de su estreno, Tchaikovsky seleccionó 8 de los números del ballet, formando “La Suite The Nutcracker Op. 71ª”, concebida para tocar en concierto; y se tocó bajo la dirección del compositor, el 19 de marzo de 1892, con ocasión de una reunión de la sección de La Sociedad Musical en San Petersburgo; siendo popular desde entonces, aunque el ballet completo no logró su gran popularidad hasta los años de 1960.
El ballet original sólo dura unos 85 minutos si se representa sin aplauso, o un intermedio, y por tanto es mucho más corto que “Swan Lake” o “The Sleeping Beauty”
Sin embargo, algunas puestas en escena modernas, han omitido o reordenado parte de la música, o bien han insertado selecciones de otros lugares, aumentando así la confusión sobre Las Suites.
De hecho, la mayoría de las versiones más famosas del ballet, han reorganizado ligeramente el orden de Las Danzas, o incluso han modificado la propia música.
“La Suite The Nutcracker” por tanto, no debe ser confundida con el ballet completo.
El esquema siguiente de La Suite, representa la selección y secuencia escogida por el compositor:
I. Obertura Miniatura.
II. Danzas Características:
a. Marcha.
b. Danza del Hada de Azúcar, con un final distinto la versión del ballet.
c. Danza Rusa/Trepak.
d. Danza Árabe.
e. Danza China.
f. Danza de Los Mirlitones.
III. Vals de Las Flores.
Una 2ª Suite, menos conocida y menos frecuentemente tocada, de algunos de los otros números, ha sido grabada en alguna ocasión:
Acto I, Cuadro I: Nº 4 & 5
Acto II: Adagio del “Grand pas de deux”
Acto II: Introducción, Escena Danzante y Danza Española.
Acto II: Vals Final y Apoteosis.
En el cine, la película animada de Disney de 1940, “Fantasia” presenta un segmento que utiliza “La Suite del The Nutcracker”
A la gente le gustó la película, y comenzaron a interesarse por el ballet; y ese interés creció, cuando el montaje de “The Nutcracker” de George Balanchine fue televisado a finales de 1950.
Y entre las producciones más notables del ballet, está la del famoso bailarín, “Lord Of The Dance”, Рудо́льф Хаме́тович Нуре́ев o Rudolf Xämät ulı Nuriev, también conocido como Rudolf Jametovich Nureyev, que creó su propia versión del ballet en 1967, para El Ballet Real de Suecia, y se ha convertido en el más ampliamente interpretado en la historia.
Y es que el ballet ha sido representado en muchos lugares diferentes desde entonces, y se ha convertido quizás, en el más popular de todos los ballets en los países occidentales, principalmente representado en Navidad.
“Rien ne réussit comme le succès”
The Nutcracker es un musical del año 1968, dirigido  por John Vernon.
Protagonizado por Merle Park, Rudolf Nureyev, Geoffrey Cauley, Michael Coleman, Lesley Collier, Leslie Edwards, Alexander Grant, Carole Hill, Stanley Holden, Ronald Hynd, Ann Jenner, Betty Kavanagh, Gerd Larsen, Keith Martin, Kenneth Mason, entre otros.
El guión es de Rudolf Nureyev, basado en la historia de E.T.A. Hoffmann, “El Cascanueces y El Rey de Los Ratones”
Esta producción, estrenada el 29 de Febrero de 1968, fue filmada en Covent Garden, con Nureyev y Merle Park como protagonistas; y especialmente muestra a Nureyev en el doble papel de Drosselmeyer y El Príncipe; y como Clara a Merle Park; junto a los solistas y el cuerpo de baile del London Royal Ballet; con nuevos decorados y trajes hechos por Nicholas Georgiadis.
En la producción, William Bundy en la iluminación y producción escénica; James Thomas en la producción televisiva; en el departamento musical, John Lanchbery, conductor; y Charles Taylor, concertino.
Rudolf Nureyev es el coreógrafo; y Vassily Vainonev también coreógrafo en la variación del acto II del Príncipe, sin acreditar.
La acción ocurre en una fiesta de Navidad:
Clara (Merle Park), recibe un Cascanueces de juguete de su padrino Drosselmeyer (Rudolf Nureyev), quien mágicamente hace que las muñecas bailen para todos.
Cuando el hermano de Clara, Fritz (Keith Martin), rompe El Cascanueces, Drosselmeyer lo arregla.
Mucho más tarde, Clara entra en la habitación vacía, donde están colocados los juguetes, buscando su Cascanueces; y los ratones se han apoderado de la habitación, por lo que El Cascanueces cobra vida, y lidera una compañía de soldados de juguetes para luchar contra los ratones y su Rey (Ronald Plaisted)
Clara salva al Cascanueces del peligro, y él se convierte en un apuesto Príncipe (Rudolf Nureyev), que la lleva al Reino de Los Dulces.
Una vez allí, una revista de varios bailes nacionales, y El Hada del Azúcar entretienen a Clara.
Pero todo es un sueño… como se entera Clara cuando se despierta después de su baile con El Príncipe, y una vez más está en su casa con su familia, todos los cuales participaron en su ensueño.
Hay numerosas versiones de “The Nutcracker” por ahí, y tener que escoger y elegir entre ellos es cada vez más difícil.
Peor esta edición tiene su parte de grandes bailarines, con inclinación de cabeza a los directores escénicos y sus bailarines que realizan unas actuaciones poderosas en los bailes de “la secuencia del sueño”; y muestra la gracia controlada de Nureyev, en contraste con su poder cuando se libera.
Por sí solo, esto sería suficiente para justificar el visionado; sin olvidar al excelente baile de Merle Park, que muestra aquí lo buena que era.
Su “pas de deux” con Nureyev en el acto II, es uno que merece ser visto repetidamente, ya que ambos juntos producen un ballet de la mejor calidad.
Por otra parte, el director de orquesta dirige a la del Royal Opera House en una lectura alegre y vigorosa de la música maravillosamente atractiva de Tchaikovsky.
Como siempre, con esas legendarias escenificaciones grabadas para la posteridad, la calidad del video y el audio no son perfectas, pero son lo suficientemente adecuadas para apreciarlas, y entretenerse infinitamente con la maestría de Nureyev, Park y Tchaikovsky.
“Any time you dance, what you do must be sprayed with your blood”
En el año 2018 se cumplieron 80 años del nacimiento de Rudolf Nureyev, 25 años de su fallecimiento, y 50 años de esta histórica presentación de The Nutcracker en Covent Garden de Londres.
Y es que si la música de Tchaikovsky ya es impresionante, ver el ballet concebido, coreografiado, y bailado por Nureyev, uno se da cuenta de las imposibles posibilidades del cuerpo, la gracia, la elegancia y el génesis de la palabra perfección.
Y este filme captura a Rudolf Nureyev en la cima de su carrera; que con su legendario rendimiento, lo convierte en The Nutcracker definitivo.
Y es que The Nutcracker es un ballet mágico, debido a su sustento literario, que se basa lejanamente en “El Cascanueces y El Rey de Los Ratones” de Hoffmann; y a la desbordante imaginación de Marius Petipa en la incorporación de numerosos elementos fantásticos y oníricos, sumados a la maravillosa partitura sinfónica de Tchaikovsky, finísimo traductor de los sentimientos y vivencias íntimas de una niña burguesa e hipersensible, a través de un discurso instrumental refinado y perturbador, hacen de la obra, un paradigma del ballet clásico.
Así, el atractivo de este encantador espectáculo, que se ha transformado en el preferido de los países anglosajones para la época de Navidad, reside en que es un compendio de la danza académica más pura, de Petipa e Ivanov, con una narración infantil de claros tintes oníricos, y a su manera, psicoanalíticos, y que reclama vuelo de fantasía en su puesta en escena.
Esta simbiosis se da de manera contundente en la coreografía refinada y candorosamente teatral que nos legó Rudolf Nureyev, y que ahora, muchos teatros la reponen para cerrar el año coreográfico; que ya tienen a The Nutcracker como un ícono de estas festividades navideñas.
Por otra parte, el gran sentido de la teatralidad de Nureyev, hicieron de cada escena, ya sea cómica o dramática, algo notablemente vivo y sumamente rico.
Y muy en el fondo, esta versión de The Nutcracker, es un paseo por los temores infantiles, más que por el mar de golosinas habitual; pues hay murciélagos y ratones; cabezudos siniestros y extensas batallas.
El ballet se divide en II actos y 5 escenas.
Acto I
Escena 1, es Navidad.
Entre los invitados que llegan a la casa de La Familia Stahlbaum, se encuentra Drosselmeyer, el preferido por los niños.
Impacientes, los pequeños esperan que en el árbol se enciendan las luces de colores.
Llega el mago con su regalo para los niños:
Un teatro de marionetas; y la fiesta continúa; los abuelos también bailan superando los achaques propios de su edad, mientras los niños juegan.
Las marionetas:
Colombina, Arlequín y Saracino, inician su baile.
Todos están muy emocionados cuando el mago se quita su máscara:
¡Es Drosselmeyer!
Clara y Fritz, los hijos de Stahlbaum, le piden a Drosselmeyer que les regale las marionetas, pero éstas ya se las han llevado…
En su lugar, les regala un ridículo muñeco cascanueces; a lo que Fritz arrebata el muñeco a Clara, y lo rompe.
Ésta le consuela, echándole en la cama, y los invitados abandonan la casa después del baile, para finalizar la fiesta navideña.
Escena 2, ha anochecido, y la habitación donde se encuentra el árbol, adquiere un aire misterioso, casi milagroso...
Asustada, Clara va a ver a su muñeco enfermo, El Cascanueces; y melancólica observa como un búho se convierte en Drosselmeyer, mientras la mira con una sonrisa burlona.
A su señal, del suelo aparecen ratones encabezados por su Rey.
Clara quiere huir, pero las fuerzas la abandonan, y sólo consigue acercarse al árbol, que muy deprisa empieza a crecer, mientras todo a su alrededor cambia.
Los soldados de plomo cobran vida y, encabezados por El Cascanueces, inician una batalla contra los ratones.
Las fuerzas son desiguales, van venciendo los ratones, cuando El Cascanueces se queda sólo ante el ejército de roedores.
Clara lanza un zapato al Rey de Los Ratones, y consigue ahuyentarlos.
El Cascanueces yace en el suelo; Clara se acerca a él… y descubre que es un joven Príncipe; y él la mira agradeciendo su ayuda.
Escena 3, la habitación se convierte en un bosque invernal.
Unos levísimos copos de nieve bailan milagrosamente, mientras una estrella del árbol atrapa a Clara y al Príncipe Cascanueces, como en un sueño, introduciéndolos en una carroza que les conducirá hasta la cima del árbol.
Acto II
Escena 4, Juntos inician su viaje hacia la cima del árbol, pero los ratones les alcanzan, entablándose una nueva batalla.
En esta ocasión, El Cascanueces sale vencedor; y llegan al reino de los muñecos, donde son recibidos por 12 pajes.
El Príncipe narra lo sucedido, y cuenta cómo Clara le salvó, motivo por el que todos muestran su agradecimiento, celebrando una gran fiesta en honor de ambos.
Se despiden del Reino de Las Nieves, y siguen su camino por El Río de La Limonada, hasta llegar al Reino de Las Golosinas, donde La Reina de Los Dulces los espera con un agasajo en su honor, en donde varios bailarines de distintas partes del mundo, bailan para ellos.
Escena 5, finalmente, el mundo de ensueño de Clara se desvanece, y ella se despierta, dándose cuenta que todo ha sido un sueño…
Sus padres van a buscarla para que salga al portón a despedir a su padrino Drosselmeyer, que regresa a su taller de relojes y muñecos.
Creada por Nureyev en la década de 1960, esta coreografía fue influenciada por las teorías freudianas de interpretación de los sueños.
De esa manera, la trama reelabora los personajes, condensando al Príncipe del II acto y al padrino Drosselmeyer, en un mismo personaje e intérprete.
Y también hace un desplazamiento de las funciones heroicas del Cascanueces hacia la misma Clara, que repele a los ratones, arrojando sus otros muñecos.
Aunque el ballet con música de Tchaikovsky alude en su título a un rol central para el relato, en esta versión es casi tan decorativo como los enormes muñecotes instalados en las puertas del teatro.
Pero Nureyev hace que el artefacto “rompenueces” sólo se humanice para la lucha contra los ratones.
No hay reparto de regalos junto al árbol, y los bailes folklóricos del II acto no remiten tampoco a juguetes ni golosinas.
Nureyev vuelve a conectarlos con contenidos inconscientes, en donde bailan hermanos, padres y abuelos.
Por eso, en esta versión queda mucho más en evidencia que el efecto escenográfico de crecimiento del árbol navideño, sólo sirve para alterar las referencias de tamaño, y que Clara pueda luchar de igual a igual con los ratones.
También, en ese sentido de la igualdad, esta coreografía de la década del 60 fue una de las primeras experiencias de “danza queer” en el ballet clásico, ya que el género de los bailarines, no condiciona los roles que son bailados, por ejemplo:
Luisa, la hermana de Clara, hace un autómata con armas y bigote.
“La Danza China” es ejecutada por 3 varones.
Los pasos de Clara y El Príncipe, son bailados en frecuentes unísonos.
El Príncipe Encantado, no es solamente un “partenaire” elevador.
Así, la compleja musicalidad de la coreografía, disocia los movimientos de los personajes en función de diversos instrumentos de la orquesta.
Y esto también exige una adaptación del oído del público, que no debe esperar que todos los pasos se bailen en los tiempos fuertes.
Ni tampoco que las trayectorias sean irreversibles; pues muchas de las secuencias de piruetas comienzan en “dehors” o hacia afuera; y siguen en “dedans” o hacia adentro.
Del mismo modo, poco previsible, “El Vals de Las Flores” no abusa de las figuras de altura, pero está montado sin un frente, lo que paradójicamente favorece que sea muy disfrutado desde las butacas más altas del teatro.
No hay duda de que Nureyev era un bailarín virtuoso, pero además de su excelente técnica adquirida de la práctica implacable, también sabía cómo actuar en sus papeles de bailarín, dándole a su ballet, una realidad dramática igual a la del teatro o el cine.
Porque Rudolf Nureyev hizo una gran contribución a la reevaluación del ballet masculino y, al trabajar con coreógrafos contemporáneos, fue mucho más allá de las divisiones “clásico/moderno”
Su influencia en el ballet, se compara con el significado que tuvo La Callas en la ópera:
En la forma en que los personajes de la ópera se comportaron y cantaron, nunca fue la misma; y desde Nureyev, se ha vuelto esencial para los bailarines de ballet, poner un tremendo esfuerzo en sus roles.
Aquí, Rudolf Nureyev organizó The Nutcracker por primera vez en noviembre de 1967, para el Royal Swedish Ballet, tras la solicitud de Erick Bruhn.
Esta versión fue revivida varias veces en Londres, Milán, Buenos Aires y Berlín.
El libreto original de Alexandre Dumas, fue revisado por completo por Nureyev, quien le dio a su versión de The Nutcracker, una dimensión psicoanalítica:
Drosselmeyer y El Príncipe son la misma persona, representando al hombre ideal soñado por la heroína, listo para dejar su infancia, y convertirse un adolescente.
La misma determinación se encuentra tanto en el coreógrafo, como en el maestro del ballet, que es mantener la disciplina, y observar su herencia mientras se actualiza el rendimiento.
Al reagrupar los ballets clásicos, Rudolf Nureyev también dio nueva vida a las obras que conforman la herencia del ballet; y buscó poner al ballet en una secuencia dramatúrgica de eventos; destacando los aspectos psicoanalíticos de “Swan Lake”, “Sleeping Beauty” y The Nutcracker, que a menudo se suavizan en las producciones tradicionales, encontrando una motivación psicológica para el comportamiento de los personajes, “un paso o un encantamiento no tiene que ser estereotipado, pero sí la expresión de los pensamientos o sentimientos de un personaje”, dijo Nureyev.
Así, Rudolf libró al ballet clásico de sus rutinas convencionales; y mantuvo las variaciones bailadas por bailarinas, que tradicionalmente se transmitían de intérprete a intérprete, por las que bailaban los bailarines masculinos, o creaba más… y es que Nureyev inventó piezas de baile para los bailarines masculinos del cuerpo de ballet que, en los ballets de finales del siglo XIX, se reducen con frecuencia a una posición de “levantadores” o atractivos vestidores; y demostró una predilección por los conjuntos, con grandes movimientos diagonales de barrido, dividiendo los grupos por 2, 4 u 8, para construir el efecto de las “rondas”
Y dadas las miles de encarnaciones que ha sufrido The Nutcracker, desde producciones en pequeño, en estudios de pueblos pequeños; hasta grandes clásicos modernos, “El Grand pas de deux” de ballet del acto II, se ha mantenido notablemente intacto.
Con ligeras variaciones, la mayoría de los bailarines profesionales han visto su coreografía familiar en un momento u otro; y la radiante orquestación de Tchaikovsky, recuerda a los paseos elegantes, las celebridades y los desarrollos lentos, y con soporte.
Dicho esto, algunas versiones se desvían significativamente de la tradición.
En este clip de 1968, de Rudolf Nureyev y Merle Park en The Royal Ballet, The Nutcracker, con la coreografía del mismo Nureyev, tiene algunos elementos inusuales:
Durante los primeros momentos, apenas se asocia con Park…
En cambio, los 2 bailan al unísono de manera fascinante, y se nota desde la altura de sus piernas, hasta la inclinación de su “épaulement”
Para el dramático crescendo en la partitura de Tchaikovsky, Nureyev eligió un alzamiento sorprendente que desafía a la muerte.
Entonces, estamos enganchados…
Desde el torbellino de parejas que sigue, donde Nureyev lleva a Park sobre su hombro, la lanza en un giro, y la baja en un dramático chapuzón, a la postura final, con su cuna en la cucharada de su equilibrado “arabesque”, uno queda con la boca abierta.
Obviamente, Nureyev era el dueño de esta producción, porque la arrogancia de borrar al personaje del Hada del Azúcar es asombrosa, a menos que creamos que Clara se convirtió en ella, y que en ese caso, el disfraz no funcionó.
Esto nunca sucedería hoy, cuando la mayor cantidad posible de bailarines tengan la oportunidad de brillar.
¿Pura codicia profesional?
Realmente no lo creo, sino que da más fluidez, no es casual que algunos bailarines hagan varios personajes, o que algunos solo tengan uno.
En ese sentido, menos gente, mejor control... digo yo…
Al tiempo que se debe tener en cuenta el hecho de que esta producción se filmó en 1968, que la calidad de la película es deficiente y, por supuesto, los ingenieros de sonido no tenían la tecnología que tienen hoy; por lo que se puede oír a la audiencia, o los golpes de las caídas…
¿Pero qué importa?
Eso sí, nada mal caería una limpieza de audio y vídeo en HD, simplemente porque lo vale; y así corregir la iluminación, especialmente los hermosos decorados se ven bastante oscuros y sombríos, para una historia bastante festiva, que parecía casi una pesadilla…
¿Será acaso intencional?
Muchos hubieran preferido colores más brillantes y más navideños…
Esto se acentúa aún más con la escena con los ratones, que es demasiado amenazante, y con el rasgado y las garras del vestido de Clara, fue casi como un intento de violación…
Supongo que eso no era exactamente lo que pretendía Nureyev, pero me pareció que así era, los ratones deberían ser intimidantes, pero creo que eso se llevó a los extremos.
Lo único que me decepcionó, fue la imagen de la cámara de frente, con muchos planos generales, sin planos más cercanos… obviamente toma la acción, y desde un ángulo extraño.
Pero considero que sería imposible ante tanto movimiento escénico, pero el vestuario es hermoso en detalles y los escenarios son deslumbrantes, que vale la pena verlos más de cerca.
Y por ello, los valores musicales y de baile, donde la actuación es lo que realmente sobresale y lo que quiere ser expuesto.
La interpretación orquestal brilla con exuberancia, potencia y patetismo, mientras que la conducción se juzga perfectamente en el tiempo, el “Trepak” y “Marcha” son eficientes en la velocidad, y “El Gran pas de deux” está vivo de matices.
La coreografía, además de con los ratones, es impecable, especialmente la técnica de reflejo en “El Gran pas de deux” que es muy efectiva; y “muy Rudolf Nureyev”
También gustó la idea de que la familia de Clara fuera la que bailara en las danzas, así se cumple la idea para demostrar que estaba soñando con ellos.
Fue un toque muy interesante.
El baile es muy hábil, y se baila con emoción, y entre las danzas, la árabe es realmente divertida, y La Danza del Hada del Azúcar” es perfecta.
Por su parte, Merle Park maneja la difícil coreografía, sin movimientos de brazos o piernas fuera de lugar, es más convincente como bailarina que como niña.
Y Rudolf Nureyev está bien, y verdaderamente en su elemento en sus mejores años, y su Príncipe es guapo y muy masculino, su baile también se hace con líneas perfectas.
Sin embargo, no estaba tan seguro de su Drosselmeyer, pensé que habría funcionado mejor con alguien más viejo.
Él recorre el escenario, como maestro de su arte, como Rey de todo lo que él examina, como un genio; y percibes su poder animal, puro, restringido a lo suficiente como para no desatar a su bestia salvaje.
En resumen, este es un ejemplo de una leyenda, que castiga a otros bailarines simplemente brillantes en la oscuridad total, pero mantiene a los mejores, así que atención...
Y aquí, Nureyev usa todos sus conocimientos teatrales para contar la historia, y lo ayudan algunos diseños asombrosos.
En ocasiones, podía exagerar el contenido coreográfico de sus producciones, como lo atestigua en un solo demasiado largo para él mismo en su “Sleeping Beauty”
Sin embargo, desde la escena de la fiesta de apertura, todo funciona aquí, y su propia actuación demuestra, por qué él fue la estrella de ballet en la que se convirtió.
Su trabajo con los niños en el acto 1, es una alegría para la vista; y todos parece que estaban teniendo un momento inolvidable.
En el fondo, como se ha notado numerosas veces, es muy psicoanalítica; y se acerca mucho al cuento de Hoffmann, donde hay un costado muy negro y extraño, que Rudolf hizo aparecer; y se trata de una niña que crece y crece, al mismo tiempo que el juguete que recibió de regalo, hasta que este se vuelve un hombre.
Ella, la primera vez que lo ve, es una niña pequeña; y va creciendo en su espíritu y en su manera de danzar, para llegar a “la apoteosis” del “Gran pas de deux” donde se ve bailar directamente a un hombre y una mujer.
El interés del público, solo puede sostenerse si los intérpretes logran generar la duda sobre, si esto que está ocurriendo es un sueño, una pesadilla o si, quizás, este costado mágico de Drosselmeyer, una suerte de mago, padrino de la protagonista, ha sido una manipulación para convertir a Clara en una mujer.
Es una cuestión que se mantiene abierta… y en esta versión, no hay nada de cuento de hadas, ni caramelos ni confites.
Esos divertimentos, esas “superficialidades”, no existen para nada en la versión de Rudolf.
El sueño regresa en EL Cascanueces, bajo el control del doble del juguete que cobra vida y adquiere los modales de Drosselmeyer, el padrino que ayuda a Clara a dejar atrás su infancia ...
Porque los sueños se pueden utilizar para lograr una libertad que no está autorizado en el mundo real, como visto en otras obras:
Solor, fumando opio, puede encontrarse con su “bayadère”, su bailarín del templo indio, en otro mundo, el del Reino de Las Sombras…
El Cascanueces/Príncipe/Drosselmeyer, libera a Clara de sus pesadillas, para llevarla a un mundo maravilloso, donde ella se convierte en su Princesa…
Siegfried, reprimiendo su homosexualidad, se enamora en sus sueños con una mujer/cisne inalcanzable.
Así, los sueños aparecen como una venganza contra la vida, pero a veces la fortuna puede darle una mano al destino; así vemos a “Cinderella” o “Sleeping Beauty”
Y si los personajes tienen personalidades divididas, como:
Odette/Odile, Rothbart/Wolfgang, el tutor; El Cascanueces/Drosselmeyer; o tienen sus opuestos:
Lilac Fairy y Carabosse, Jean de Brienne y Abderam, Mercutio y Tybalt; el escenario puede dividirse igualmente en 2:
En la vida opuesta en el exterior, transeúntes en la calle, en The Nutcracker; y Washington Square en el rodaje de la película “Cinderella”; y la intimidad del hogar familiar, a menudo sorpresivo.
De ahí las aspiraciones del joven o jovencita para escapar de este mundo cerrado, aunque solo sea en su mente.
En definitiva, todo en este Nutcracker está hecho con amor y cariño; y con una técnica muy difícil, que la hace insuperable, aun hoy; y te apetece bailar… prueba algunos de los movimientos de Rudy:
Párese en una pierna, mientras que levantas la otra 90°
Lleve la pierna en la que está parado, a la misma posición de la 2ª pierna, con un movimiento de tijera.
Haz esto varias veces a la misma altura mientras te mueves por el escenario…
¡Imposible!
“You live because you dance, you dance as long as you live”
La danza perdió el 6 de enero de 1993, al que fue para muchos, el más importante bailarín de ballet del siglo XX, el ruso Rudolf Nureyev, un hombre polémico y complejo, lleno de divismo y de caprichos, pero con una personalidad escénica fuera de cualquier molde.
Su enorme capacidad de trabajo, su virtuosismo, su empeño en devolver al público contemporáneo los clásicos, y una seductora presencia que llegó hasta el cine, hicieron del tártaro, una estrella que atravesó el universo dancístico, dejando una huella imborrable.
Ahora, a 25 años de su desaparición, víctima del SIDA, desde todas partes recibe reverencia; y los principales teatros del mundo, a los que estuvo vinculado, le recuerdan y aún le aplauden.
Y pocos quieren ya hoy criticar al mito, a sus defectos, carencias y patinazos escénicos, que no fueron pocos; y prevalece una idea mítica y potente de elevación artística por encima de cualquier otra lógica; y su Nutcracker freudiano, hizo crecer a todos:
Al tener como base un cuento infantil, la obra se adapta a todo tipo de públicos.
Si bien, la ejecución requiere de un equipo altísimo de profesionales, tanto músicos como bailarines; el contenido puede ser visto por toda la familia; y la versatilidad del cuento, ha permitido que diferentes cadenas infantiles se aprovechen de las reacciones positivas de las audiencias para promocionar todo tipo de juguetes y distintos productos.
Uno de los casos más famosos, es la compañía Mattel, quien decidió utilizar a su juguete más vendido, la Barbie, para hacer una película que narrara la historia de The Nutcracker.
Hoy en día se mantiene fiel al espíritu de este clásico del ballet ruso, con detalles de época, y copos de nieve que bailan.
Con abundancia de papeles solistas, y los números de conjunto que ponen de relieve la técnica de primerísima clase de la compañía de ballet, en este clásico navideño.
Actualmente, The Nutcracker sigue siendo un imprescindible en el repertorio de la Compañía de Covent Garden; y sigue siendo el evento navideño más recordado y esperado.

“As long as my ballets are danced, I will live”



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