Swan Lake

“Looking from a choreographical view point, a number of details make this last version of Swan Lake by Rudolf Nureyev stand out from the other choreographer”

Los Mitos de La Danza sirven para ponernos al día de la historia de los grandes ballets de la música rusa, y sobre todo de Tchaikovsky.
“Swan Lake” es uno de los ballets clásicos tradicionales más conocidos en todo el mundo, y es un cuento de hadas-ballet, estructurado en IV actos, que fue encargado por El Teatro Bolshoi en 1875, y se estrenó en 1877.
La música fue compuesta por Pyotr Ilyich Tchaikovsky; y se trata de su Op. 20, y es el 1º de sus ballets.
En la producción original, la coreografía fue creada por Julius Reisinger; y el libreto se cree que fue escrito por Vladimir Petrovich Beguichev y Vasily Geltser, basándose en el cuento alemán “Der Geraubte Schleier” o “El Velo Robado” de Johann Karl August Musäus.
La obra transcurre entre el amor y la magia, enlazando en sus cuadros, la eterna lucha del bien y del mal.
La protagonizan El Príncipe Siegfried, enamorado de Odette, joven convertida en cisne por el hechizo del malvado Von Rothbart; y Odile, el cisne negro e hija del brujo.
Se desconoce, qué tipo de procesos de colaboración hubo entre Tchaikovsky y Reisinger; y parece que en un principio, Tchaikovsky trabajaba sin pleno conocimiento de los requisitos específicos de Reisinger; y probablemente tenía algún tipo de instrucción al componer “Swan Lake”, ya que tenía que saber, qué tipo de danzas se requerirían; pero a diferencia de las instrucciones que el compositor recibió para las partituras de “Sleeping Beauty” y “The Nutcracker”, en esta ocasión, no hay instrucciones por escrito que se hayan conservado.
Desde comienzos del siglo XIX, hasta principios de la década de 1890, las partituras para ballets, casi siempre eran escritas por compositores conocidos como “especialistas”, es decir, compositores que eran muy hábiles en anotar la música ligera, decorativa, melodiosa y rítmicamente clara que estaba en ese momento en boga para el ballet.
Tchaikovsky estudió la música de estos “especialistas”, como el italiano Cesare Pugni y el austríaco Leon Minkus, antes de ponerse a trabajar en “Swan Lake”; y tenía una opinión bastante negativa de la música de ballet “especialista” hasta que la estudió en detalle, quedando impresionado por la variedad casi ilimitada de contagiosas melodías contenidas en sus partituras.
Tchaikovsky admiraba más que ninguna, la música de ballet de compositores como:
Léo Delibes, Adolphe Adam y Riccardo Drigo.
Y admirada enormemente la partitura de Adam para “Giselle” de 1844, que presentaba la utilización de la técnica conocida como “leitmotiv”, que era asociar determinados temas con ciertos personajes o estados de ánimo, una técnica que utilizaría en “Swan Lake” y más adelante en “Sleeping Beauty”
Pero también Tchaikovsky se basó en composiciones anteriores por la partitura de “Swan Lake”; e hizo uso de material de “El Voivoda”, una ópera que había abandonado en 1868; “El Gran Adagio”, también conocido como “El Dúo de Amor” de la 2ª escena de “Swan Lake” que fue modelado a partir de un aria de esa ópera; igual que “El Valse des Fiancées” de la 3ª escena.
Otro número que incluía un tema de “El Voivoda”, fue el “Entr'acte” de la 4ª escena.
En abril de 1876, la partitura estaba completa, y comenzaron los ensayos.
Por su parte, Reisinger empezó a dejar de lado ciertos números que él calificó como “no aptos para el ballet”; e incluso inició la coreografía de las danzas con música de otros compositores, pero Tchaikovsky protestó, y sus piezas fueron restituidas.
Y es que el entusiasmo de Tchaikovsky con “Swan Lake” es evidente por la rapidez con la que compuso.
Encargado en la primavera de 1875, la pieza se creó en 1 año completo.
La primera representación tuvo lugar el 4 de marzo de 1877, en El Teatro Bolshoi de Moscú; coreografía de Julius Reisinger; dirigido por Stepan Ryabov; con escenografía de Karl Valts para los actos II & IV; de Ivan Shangin para el acto I; de Karl Groppius para el acto III.
La función fue a beneficio de la bailarina Pelagueya Karpakova, también conocida como Polina Karpakova.
Ella misma interpretó el papel de Odette junto con el primer bailarín del Teatro Bolshoi, Victor Gillert como Príncipe Siegfried.
Karpakova, probablemente también bailó la parte de Odile, aunque no se sabe con certeza.
Como curiosidad, la bailarina rusa, Anna Sobeshchanskaya, para la que estaba programado originalmente el papel de Odette, fue retirada del estreno, cuando un funcionario del gobierno de Moscú se quejó de ella, afirmando que había aceptado varias piezas de joyería cara de él, sólo para luego casarse con un compañero bailarín, y vender las piezas por dinero en efectivo…
Así Sobeshchanskaya fue sustituida por Pelagueya Karpakova, que bailó el papel de La Reina Cisne.
Pero el estreno no fue bien recibido, obteniendo una crítica casi unánime acerca de los bailarines, orquesta y escenografía; y por desgracia, la magistral partitura de Tchaikovsky, se perdió en la debacle de la pobre producción; aunque hubo algunos que reconocieron sus virtudes, y la mayoría consideró que era demasiado complicado para el ballet.
Los propios críticos en general, no estaban familiarizados con el ballet o la música, sino más bien con el melodrama hablado; y la música de Tchaikovsky les pareció “demasiado ruidosa, demasiado wagneriana y demasiado sinfónica”
Los críticos también arremetieron contra la coreografía de Reisinger, que pensaron que era “poco imaginativa, y en conjunto poco memorable”
La producción no triunfó debido a esas y otra razones:
Los orígenes alemanes de la historia de “Swan Lake”, fueron “tratados con desconfianza, mientras que la historia en sí fue considerada “estúpida” con apellidos impronunciables para sus personajes”
La bailarina de Odette, y probablemente Odile, aunque esto nunca ha sido demostrado con certeza; fue una solista secundaria, y “no especialmente convincente”
A pesar de este recibimiento negativo, con el público y los críticos alegando que la música era demasiado compleja para ser una pieza de ballet; en la actualidad, la obra se considera una de las más valiosas de Tchaikovsky, y lo elevó a la esfera de los más importantes compositores de ballet.
Los personajes principales de “Swan Lake” son:
La Princesa Odette, es La Reina de Los Cisnes y El Cisne Blanco; o también La Princesa Cisne; que es la heroína de la historia, una hermosa Princesa que se ha transformado en un cisne blanco durante el día, y que sólo se transforma en su aspecto verdadero y humano de Princesa durante la noche.
El Príncipe Siegfried, es el héroe de la historia, un apuesto joven que se enamora de Odette.
Rothbart, es el antagonista de la historia, un malvado brujo, que ha encantado a Odette para que se convierta en un cisne blanco durante el día, pero para que se transforme en su forma verdadera y humana de Princesa durante la noche.
Odile, o “El Cisne Negro” es la malvada bruja e hija de Rothbart, la antagonista secundaria, que se transforma en Odette con la ayuda del malvado brujo Rothbart, su propio padre, para que Siegfried caiga en una trampa suya, y lo engañe por completo.
Otros personajes secundarios:
Benno von Sommerstern, un amigo del Príncipe Siegfried; La Reina Soberana, madre del Príncipe Siegfried; Wolfgang, su tutor; Los Barones von Stein; Freiherr von Schwarzfels y esposa; un heraldo, un lacayo; y caballeros y damas de La Corte, los amigos del Príncipe, heraldos, invitados, pajes, aldeanos, sirvientes, cisnes y polluelos.
La historia sigue así:
Prólogo/En un bosque oscuro:
Sólo se incluye en algunas versiones, acompañada por La Obertura, que muestra la transformación real por la que La Princesa Odette es convertida por primera vez en un cisne.
Acto I
En un magnífico parque ante un Palacio:
El Príncipe Siegfried celebra su 21º primer cumpleaños con su tutor, amigos y campesinos, en uno de los jardines.
Las diversiones son interrumpidas por La Reina Madre de Siegfried y sus damas de honor, que se preocupa por el estilo de vida despreocupado de su hijo.
La Reina recuerda a su hijo, que la noche siguiente deberá escoger una esposa durante el baile real de celebración oficial de su cumpleaños.
A la fiesta estarán invitadas jóvenes muchachas, entre las más hermosas de la comarca, y El Príncipe deberá elegir a una de ellas como futura esposa.
Esto causa una gran melancolía en Siegfried, ya que no puede casarse por amor… mientras su amigo Benno, y el tutor, tratan de levantar su estado de ánimo con problemas.
Al caer la noche, Benno ve una bandada de cisnes volando por encima, y sugiere una partida de caza; por lo que Siegfried y sus amigos toman sus ballestas, y parten en busca de los cisnes.
Acto II
En un claro junto al lago, en un bosque junto a las ruinas de una capilla; la noche está iluminada por La luna:
Siegfried se ha separado de sus amigos; y llega al claro junto al lago, mientras que una bandada de cisnes blancos se posa cerca.
Él apunta con su ballesta a los cisnes, pero se queda helado cuando uno de ellos se transforma en una hermosa doncella y Princesa llamada Odette.
Al principio, ella está aterrorizada de Siegfried, pero él promete no hacerle daño.
Entonces, ella le cuenta que es Odette, La Reina Cisne, que ella, sus compañeras y amigas, son víctimas de un terrible hechizo lanzado por Rothbart, el malvado brujo con forma de búho:
Durante el día se convierten en cisnes, y sólo vuelven a su forma humana por la noche, a la orilla del lago encantado creado a partir de las lágrimas de los fallecidos padres de Odette; y el conjuro sólo puede romperse, si alguien que nunca ha amado antes, jura amar a Odette siempre.
Aparece Rothbart, y Siegfried amenaza con matarlo, pero Odette intercede, ya que si muere antes de que se rompa el hechizo, nunca se podrá deshacer.
Rothbart hace que las jóvenes vuelvan a convertirse en cisnes para evitar que El Príncipe rompa el hechizo; y Odette se aleja convertida en cisne.
Al desaparecer Rothbart, las doncellas cisne llenan el claro.
Benno y sus compañeros, también llegan y apuntan con sus ballestas a las doncellas.
Siegfried les detiene justo a tiempo, y los despide.
Ahora, a solas con Odette y las doncellas cisnes, Siegfried se dispone a ganar la confianza de Odette.
Se enamoran mutuamente, pero a medida que llega el amanecer, el hechizo arrastra a Odette y a sus compañeras de regreso al lago, y hace que se transformen en cisnes blancos de nuevo.
Acto III
En una sala opulenta en El Palacio se celebra la fiesta donde Siegfried deberá elegir esposa.
Entra La Reina Madre junto a Siegfried, y El Maestro de Ceremonias da comienzo al festejo.
Se presentan las jóvenes casaderas, y La Reina le pide a Siegfried que baile con 6 Princesas, y que elija una como una prometida.
Siegfried se queja de que él no ama a ninguna de ellas; y piensa en Odette, se niega a escoger esposa, y su madre se enfada con él.
En ese momento, El Maestro de Ceremonias anuncia la llegada de un noble desconocido y su hija…
Es El Barón y el malvado brujo Rothbart, que llega disfrazado a la fiesta con su hija, la malvada bruja Odile, convertida en Odette.
El malvado brujo Rothbart, ha transformado a su hija Odile en Odette, para que para Siegfried vea casi idéntica a Odette en todos los aspectos, excepto que viste de negro, en lugar de blanco.
Así, El Príncipe, hechizado por el brujo, cree ver a Odette en Odile, convertida en Odette.
Odette, transformada en un cisne blanco, aparece como una visión, y en vano trata de advertir a Siegfried, de que está siendo engañado.
Pero Siegfried permanece ajeno, y proclama ante El Tribunal, que tiene la intención de hacer su esposa a Odile, convertida en Odette.
La Reina Madre acepta, y Siegfried le jura a Odile amor eterno; a lo que Rothbart se descubre, y muestra a Siegfried una visión mágica de Odette, transformada en un cisne blanco, a lo lejos...
Odile entonces deja de tener el aspecto de Odette, y se transforma y recupera su verdadero rostro de Odile, contenta con haber engañado a Siegfried, habiéndole hecho creer que estaba transformada en Odette, su amada, querida y adorada.
Siegfried se da cuenta de su terrible error y, abatido por el dolor, corre desesperado hacia el lago.
Acto IV
En la orilla del lago, las jóvenes-cisnes esperan tristemente la llegada de Odette.
Ella llega llorando, desesperada por la traición de Siegfried, y les cuenta los tristes acontecimientos de la fiesta en El Palacio.
Las doncellas cisnes tratan de consolarla, pero ella se resigna a la muerte.
Aparece Siegfried implorando su perdón; ella lo perdona, y la pareja reafirma su amor.
Pero Rothbart aparece, e insiste en que Siegfried cumpla su promesa de casarse con Odile, después de lo cual, Odette se transformará en un cisne para siempre.
Siegfried y Odette luchan contra él, pero todo es en vano, pues el maleficio no puede ser deshecho.
Siegfried elige morir junto a Odette, así que los 2 enamorados se suicidan lanzándose al lago.
Ese sacrificio de amor, rompe el hechizo de Rothbart sobre las doncellas cisnes, haciéndole perder su poder sobre ellas, y morir.
Al amanecer, se ve aparecer sobre el lago los espíritus de Odette y Siegfried, ya juntos para siempre, subiendo a las regiones celestiales.
El ballet tiene finales alternativos, de hecho, existen muchos diferentes, que van desde romántico a trágico.
Para el estreno de 1877, en el ballet original, Siegfried lucha con Rothbart, y le arranca una de sus alas, destruyendo así sus poderes.
Siegfried ha roto el hechizo de las doncellas cisne, y se casa con Odette.
Por otra parte, los títulos para cada número, están tomados de la partitura original publicada; y algunos se titulan sencillamente como indicaciones musicales, aquellos que no se están traducidos de sus títulos franceses originales.
Y muy a pesar de la pobre reacción ante el estreno, el ballet se siguió representando; contrario a su gran reconocimiento actual, esta obra estuvo rodeada de reveses desde su estreno; además de su pobre producción inicial, de la cual se han perdido algunos registros, las creaciones de la música y la coreografía original, no fueron paralelas debido a desacuerdos técnicos entre las partes, pues Tchaikovsky, poco familiarizado con la composición de ballets, trabajó de forma rápida, innovadora y despreocupada en una partitura que terminaría desconcertando a Reisinger.
Sin embargo, el 15 de enero de 1895, en El Teatro Mariinski de San Petersburgo, esta misma obra logra su primer gran éxito con una nueva coreografía a cargo de Marius Petipa y Lev Ivanov.
Las primeras ideas que tuvo Tchaikovsky acerca de “Swan Lake” fueron olvidadas, y la música que él compuso para el concierto de Bolshoi desapareció.
Y a pesar de las numerosas versiones, composiciones, historia y estructura que existen de este “cuento de hadas”, a la fecha no se ha creado uno que represente la idea principal que Tchaikovsky tuvo cuando comenzó a escribir la música de este recital.
Posteriormente, los deslumbrantes éxitos, en San Petersburgo, de “Sleeping Beauty” (1890) y “The Nutcracker” (1892), originados de la colaboración de Tchaikovsky con el talentoso Marius Petipa, garantizaron “la venganza” del compositor; y fue después de la repentina muerte de Tchaikovsky, debida oficialmente al cólera, pero quizás por una cuestión de suicidio, el 6 de noviembre de 1893, que el coreógrafo francés pensó en exhumar la partitura para “Swan Lake”
Así, la creación real de “Swan Lake” con coreografía de Marius Petipa y Lev Ivanov, que se convirtió en la versión de referencia, tuvo lugar el 27 de enero/15 de enero según el antiguo calendario ruso en 1895, 2 años después de la desaparición del compositor; y permaneció desconocido durante bastante tiempo en Occidente.
Fueron gracias a la popularidad de Los Ballets Rusos de Diaghilev, con “Sleeping Beauty”, quienes interpretaron la versión Petipa-Ivanov, reorganizada por Fokine, por primera vez en Londres en 1911, con Mathilda Kschessinksa y Vaslav Nijinski.
En 1936, Serge Lifar organizó varios extractos de “Swan Lake” en La Ópera de París en Francia, y luego en 1946, Victor Gsvosky recuperó la totalidad del II acto con Yvette Chauviré y Serge Peretti en El Palais Garnier.
Pero no fue hasta 1954, cuando el London Sadler's Wells Ballet, fue invitado al Palais Garnier, y en 1956, cuando la compañía Nemirovitch-Dantchenko del Teatro Stanislavski de Moscú, actuó en El Théâtre du Châtelet, que los parisinos descubrieron la versión completa de “Swan Lake”
Sin embargo, la versión completa no se incluyó en el repertorio del Ballet de La Ópera de París hasta 1960, en la forma de la versión de Vladimir Burmeister.
Posteriormente, fue esta versión la que se realizó desde El Palais Garnier “a la Cour Carrée” en el Louvre, en 1974 y 1976; y El Palais des Sports, hasta la nueva producción de Rudolf Nureyev en 1984.
Total, es difícil constatar, cuántas versiones de este ballet han sido creadas hasta el presente, o cuántas existen activas en repertorios de compañías de la actualidad.
Las que más éxitos obtienen, se derivan del montaje de Petipa/Ivanov de 1895, considerado el definitivo; desde entonces, numerosas revisiones y puestas en escena mantuvieron fresca esta subestimada obra, de modo que para mediados de los años 40 del siglo XX, empezó a ser ampliamente reconocida como “paradigma del ballet”
El “Swan Lake” bailado con la música de Tchaikovsky, es actualmente uno de los más reputados títulos del ballet mundial, y una de las mayores exportaciones artísticas de La Rusia Imperial, así como una de las obras emblema del compositor.
Bailarines tan geniales, como Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, han dejado su huella en esta duradera obra maestra; y entre las puestas en escena más comentadas de años recientes, existen las que llevan las rúbricas de figuras de gran prestigio como Rudolf Nureyev, hecha para El Ballet Estatal de Viena, en 1964.
Y es que Fonteyn y Nureyev fueron una pareja de bailarines de ballet increíbles.
Su técnica, representación y elegancia, hicieron que se volviera al gusto por el ballet, y más gracias a “Swan Lake”
“One body and one soul”
Swan Lake es un musical del año 1966, dirigido por Truck Branss.
Protagonizado por Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn.
El guión es de Vladimir Beghitchev y Vasili Geletzer.
Swan Lake es uno de los ballets más populares, perteneciente al repertorio internacional de ballets clásicos; y a pesar de ser tan conocido, es una obra brillante del magnífico compositor Tchaikovsky, y sigue siendo ya desde hace años, una parada obligatoria para el público amante de la danza.
La combinación entre la exquisita música de Tchaikovsky, junto con la fascinante y típica historia de romance trágico, hace posible que los mejores bailarines muestren los elementos más impresionantes de su técnica, y la magia de su interpretación en las elaboradas coreografías grupales y solísticas.
Esta producción fue hecha por Robert Maxwell, con la cinematografía de Günther Anders, el montaje de Gunther y Mariha Runne; el diseño de producción de Nicholas Georgiadis; la dirección de arte de Fritz Jüptner-Jonstorff, con decorados de Gabriel Bauer y Fritz Jüptner-Jonstorff; y con el diseño de vestuario de Nicholas Georgiadis.
John Lanchbery como director musical y Rudolf Nureyev como coreógrafo.
Esta rara grabación de la histórica interpretación de las leyendas de la danza, Rudolf Nureyev y Margot Fonteyn del ballet clásico, realizada en La Ópera de Viena en 1966, con los solistas y el cuerpo de ballet del Vienna State Opera Ballet, fue llamada en alemán “Schwanensee Op. 20 (Ballet in 4 acts)”, que los mismo que “Lago de Los Cisnes”; siendo el único gran ballet del repertorio con la legendaria pareja, capturada en una película.
No obstante, al ser una película editada, no en vivo, tenga que se han cortado los bailes en el III acto.
Aquí, Odette & Odile es interpretada por Margot Fonteyn; y El Príncipe Siegfried por Rudolf Nureyev.
El evento tuvo lugar el 15 de octubre de 1966, en la Wiener Staatsoper, o La Ópera Estatal de Viena.
Por su parte, Rudolf Nureyev bailó en 51 de las 126 presentaciones de esta producción del Vienna Opera Ballet, entre 1964 y 1988; y se dijo que hubo 89 llamadas al escenario, solo la primera noche en Viena.
Por tanto, este evento está en “El Libro Guinness de Los Récords” por cantidad de “curtain calls”
Y de todas las versiones en video que existen actualmente en el mercado, esta es considerada histórica.
Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev, fueron y serán una de las parejas más carismáticas de la historia de la danza, pues ambos tenían una técnica depurada y un talento excepcional, que después de 4 décadas nos siguen emocionando y sorprendiendo.
La versión coreográfica de Nureyev, es bellísima, y en ella podemos apreciar su gran conocimiento del cuerpo, y de las posibilidades expresivas de la danza clásica.
En cada número podemos encontrar detalles en la combinación de pasos, siempre favoreciendo y estilizando el movimiento de los bailarines con gran calidad estética y exigencia técnica.
En todo momento hay belleza y equilibrio, tanto en las variaciones de los solistas como en las coreografías grupales.
Un cuerpo de baile en excelente estado físico, algo que Nureyev supo aprovechar.
Por otra parte, la excelente dirección musical del Maestro Lanchbery, pone el broche de oro para que hasta los menos entendidos amen Swan Lake.
En lo personal, Nureyev y Fonteyn estaban en su mejor momento.
Pero por qué Nureyev optó por escabullir la música tradicional de “El Cisne Negro” es un misterio de la producción.
Es un defecto evidente, aunque Fonteyn hace lo mejor que puede, “fouettes” y todo, en su coreografía acuosa para el dramático “pas de deux”
Y como producción, esta restauración de alta definición nunca antes vista de este ballet histórico, hace que todo el arte de este increíble dúo cobre vida en la pantalla grande, tal como se merece.
Porque Nureyev y Fonteyn revolucionaron el mundo del ballet al cruzar las fronteras entre el ballet clásico y la danza moderna.
Aclamado como la mejor asociación de ballet de todos los tiempos, Nureyev dijo una vez, que bailaban con “un cuerpo y una sola alma”
De esa manera, Swan Lake brinda no sólo la oportunidad de ver destacados “pas de deux” de los principales solistas, sino también lucir a toda la compañía en brillantes momentos.
Iluminados por La Luna, los solos del Príncipe y Odette/Odile junto con la espectacularidad de los bailes del Palacio, convierten a Swan Lake en un clásico ballet lleno de inspiración y romanticismo.
Finalmente, a pesar del drama y la tragedia, el ballet termina con el amor triunfando por encima de los deseos y las envidias humanas.
“To me, Swan Lake is one long daydream of Prince Siegfried.
Reared on romantic reading, his desire for infinity has been fired and he refuses the reality of the power and the marriage forced on him by his tutor and his mother.
To escape from the dreary destiny that is being prepared for him, he brings the vision of the lake, this “elsewhere” for which he yearns, into his life.
An idealized love is born in his mind, along with the prohibition that it represents.
The White Swan is the untouchable woman, The Black Swan the reverse mirror image, just as the evil Rothbart is a corrupt substitute for Wolfgang, the tutor.
And so when the dream fades away, the sanity of the prince does not know how to survive”
Ver Swan Lake con la pareja protagonista, Margot Fonteyn y Rudolf Nureyev en un momento cumbre de la historia de la danza… no se puede pedir más.
Estas 2 estrellas brillan en el firmamento conjuntamente, y su gracia se duplica hasta limitar con la perfección en el arte.
La “prima ballerina assoluta”, la inglesa Dame Margot Fonteyn, era considerada la mejor del ballet clásico de su tiempo.
Expresiones como “técnica perfecta, gran musicalidad, armonía de movimientos y delicada lírica”, siguen acompañando la recordada trayectoria profesional de esta bailarina.
Su elegante línea y refinado estilo, que hacían de ella el símbolo por excelencia de la bailarina clásica, fueron causa de que muchos otros coreógrafos realizaran ballets para ella.
Como dato personal, Fonteyn estuvo casada con Roberto Arias, diplomático y playboy panameño, y su vida se dividió entre bailar y cumplir los roles de la esposa de un Embajador; pero también tuvo otra pareja:
¡La artística!
Cuando en 1961, Rudolf Nureyev escapó de Rusia; la coreógrafa Ninette de Valois lo invitó a bailar en Londres como partenaire de Fonteyn, quien ya había sido consagrada estrella del Royal Ballet de Londres, en La Gala anual organizada por Margot Fonteyn para La Royal Academy of Dancing.
Mientras que él le pidió que bailara “Spectre de La Rose” con ella, ella ya estaba comprometida a hacer esto con John Gilpin, y de todos modos no estaba seguro de cuán bien se adaptarían ella y “este joven ruso”
Por lo tanto, Nureyev bailó “Black Swan” con Hightower y un solo, “Poème tragique”, hecho para él por Frederick Ashton.
La Gala llevó al Royal Ballet a invitarlo a bailar “Giselle” con Fonteyn en la próxima temporada, y también en “Swan Lake”, “Don Quixote pas de deux”, “Les Sylphides” y “Sleeping Beauty” con las bailarinas invitadas:
Sonia Arova e Yvette Chauviré.
Entre ratos, Nureyev también bailó con Bruhn, Arova y Hightower en Cannes y París, interpretando piezas creadas o representadas por 2 hombres, e hizo su debut en New York en la televisión, sustituyendo al lesionado Bruhn en El Festival de Las Flores de Bournonville, en el dueto de “Genzano” con Tallchief; luego en el escenario con el Chicago Opera Ballet de Ruth Page.
Si bien, esta alianza Nureyev/Fonteyn que daba el efecto de no perdurar demasiado, fundamentalmente por los 43 años de edad de Fonteyn, y cuyas intenciones eran las de retirarse definitivamente de la profesión; persistió con marcado éxito a lo largo de varios años de actuaciones.
Así se sentaron las bases para su carrera posterior; un vínculo duradero con el Royal Ballet, apariciones frecuentes con otras compañías, el inicio de sus actividades como productor y coreógrafo para Nureyev, y quizás sobre todo su asociación con Fonteyn.
Ambos bailaron con muchos otros compañeros, que casi siempre se veían mejor en consecuencia, pero estaban muy orgullosos de lo que habían logrado juntos.
Él, a los 23 años de edad, le dio a los 42 un nuevo estallido de energía y comprensión; y ella lo inspiró y lo ayudó a establecerse.
Cada uno aprendió mucho del otro, y bailaron en sus mejores momentos juntos.
“Quería mucho bailar con ella en Leningrado, y mostrar lo que habíamos logrado, desafortunadamente, cuando se le permitió bailar allí, ella se había retirado, y yo había superado mi mejor nivel”, dijo Nureyev; al tiempo que dio su explicación de su extraordinario éxito:
“No fue ella, ni fui yo, fue la igualdad del objetivo”
Y es que la gente estaba tan ansiosa por verlos juntos, que su agente cobraba mucho más por ellos, que la suma de sus ya altas tarifas individuales.
No es causal que ambos permanecieran amigos íntimos de toda la vida también.
Pero de todos sus trabajos, Swan Lake fue un ballet particularmente importante en la carrera de Rudolf Nureyev:
Poco después de su triunfo en “The Shades” con El Ballet Kirov en 1961 en El Palais Garnier, la estadía de la compañía soviética se extendió por 2 semanas en El Palais des Sports, y debutaron el 1 de junio con Swan Lake, bailada por Alla Ossipenko y Rudolf Nureyev en la versión coreográfica de Constantine Sergueyev, después de Petipa e Ivanov.
Nureyev ya era idolatrado por el público, y tenía que aparecer tan a menudo como fuera posible, ya fuera en “The Shades” o en Swan Lake.
Acababa de aprender el papel del Príncipe Siegfried, y para entonces solo lo había bailado 2 veces en Leningrado, antes de irse a París.
En 1963, Rudolf Nureyev bailó Swan Lake con El Royal Ballet en la producción de Nicholas Sergueyev, el ex director de escena en El Teatro Mariinski, que huyó de Rusia con todas las notaciones de Petipa; revisado por Ninette de Valois, con la ayuda de Frederick Ashton para “La Danza Napolitana”
Nureyev no dudó en agregar un solo que había compuesto para El Príncipe en el I acto, y luego otro en el sacrosanto II de Lev Ivanov.
De repente, le había dado al bailarín masculino un papel importante, y había creado un personaje con su propia identidad, en lugar de un compañero aburrido e incoloro, cuya única función era llevar al bailarín principal durante los adagios.
Fue gracias a Nureyev, que el bailarín se convirtió en el igual del femenino en el ballet clásico; y bailó esta producción con Margot Fonteyn, en noviembre de 1963 en El Teatro Champs Elysées de París.
Al año siguiente, en La Ópera de Viena, la pareja creó la primera coreografía original de Swan Lake, compuesta completamente por Rudolf Nureyev, con decoraciones y vestuario de Nicholas Georgiadis, que es esta versión magníficamente filmada en color por Unitel.
Rudolf Nureyev, también bailó la versión legendaria del coreógrafo soviético, Vladimir Bourmeister en El Palais Garnier, pero esta vez incluyó el tradicional “Cisne Negro” en el III acto.
De esa manera, este Swan Lake es un gran ejemplo de la utilidad del cine en la grabación de actuaciones de ballet clásicas.
Y para esta versión de Nureyev, se fotografió en un color más agradable del que suele ser el caso, brindando a aquellos que nunca han visto a Nureyev y Fonteyn en el escenario, una oportunidad muy razonable para disfrutarlos en la pantalla.
La película ha sido bellamente producida, especialmente vestida y decorada por Nicholas Georgiadis, y está bien montada, como un relato honesto a la bondad del espléndido baile
El I acto tiene lugar en el jardín del castillo del Príncipe Siegfried:
Es su 21°cumpleaños, y el joven está celebrando la ocasión en el jardín de su Palacio, con jóvenes de los estados de alrededor, que han venido a rendirle tributo.
Cuando todos empiezan a divertirse en la fiesta, el buen humor es perturbado por la entrada de La Reina y sus damas de honor; pues observa a sus amigos con considerable desdén… y Siegfried se altera cuando su madre le señala que debe escoger pronto una esposa.
Su indicación, en el fondo, es una orden, y Siegfried la rechaza obstinadamente.
Por la noche, su cumpleaños se celebrará formalmente con un baile en La Corte, y allí, entre las más hermosas damas de la comarca, debe escoger a su futura esposa.
Siegfried ve que toda discusión es imposible, y parece que se somete a su voluntad.
El Bufón intenta restaurar el espíritu de la feliz ocasión; y la noche comienza a caer...
El Bufón, su amigo, sabe que Siegfried debe distraerse en lo que queda de la velada; y oye el sonido de alas agitadas por encima, mira hacia arriba, y ve en el cielo hermosos cisnes salvajes en pleno vuelo.
El Bufón sugiere, que El Príncipe forme una partida de caza, y vaya en busca de los cisnes; y Siegfried accede.
El II acto ocurre a la orilla del lago:
La partida de caza comienza, y a una pequeña distancia de ellos, se están deslizando plácidamente los cisnes; y conduciendo al grupo de cisnes hay una hermosa ave...
El Príncipe camina a lo largo de la orilla del lago hacia los cisnes; cuando está a punto de seguirlos, ve algo en la distancia que le hace vacilar.
Se para cerca de la orilla, luego se retira rápidamente a través del claro para esconderse.
Ha visto algo tan extraño y extraordinario, que debe observarlo detenidamente en secreto.
Apenas se ha escondido, y entra en el claro la más hermosa mujer que nunca ha visto.
No puede creer lo que ven sus ojos, puesto que la joven parece ser a la vez cisne y mujer.
Su hermosa cara está enmarcada por plumas de cisne, que se unen a su pelo.
Su vestido, puro y blanco, está embellecido con suaves plumas de cisne, y en su cabeza descansa la corona de La Reina de Los Cisnes.
La joven piensa que está sola y aterrorizada, todo su cuerpo tiembla, sus brazos se aprietan contra su pecho en una actitud, casi desvalida, de autoprotección; y retrocede ante El Príncipe, moviéndose frenéticamente, hasta el punto de caer desesperadamente al suelo.
El Príncipe, ya enamorado, le ruega que no se marche volando, y ante su miedo, El Príncipe le indica que nunca le disparará, que la protegerá.
Ella es Odette; y El Príncipe la saluda y dice que la honrará, pero le pregunta:
¿A qué se debe que sea La Reina de Los Cisnes?
El lago, le explica, fue hecho con las lágrimas de su madre.
Su madre lloraba porque un hechicero malvado, Von Rothbart, convirtió a su hija en La Reina Cisne; y seguirá siendo cisne, excepto entre la media noche y el amanecer, a no ser que un hombre la ame, se case con ella, y le sea fiel.
Siegfried apoya las manos en su corazón, y le dice que la ama, que se casará con ella, y que nunca amará a otra, y promete su fidelidad.
Ahora, indignado por el destino de su amor, quiere saber dónde se esconde Von Rothbart; y justo en este momento, el mago aparece a la orilla del lago…
Su cara parecida a la de un búho, es una odiosa máscara, tiende sus garras haciendo señas para que Odette vuelva a él; y señala amenazadoramente a Siegfried.
Odette se mueve entre ellos, suplicando piedad a Von Rothbart, y El Príncipe le dice que debe ir la próxima noche al baile de Palacio; pues acaba de cumplir la mayoría de edad, y debe casarse, y en el baile debe escoger a su novia...
Odette le replica que no puede ir al baile, hasta que no se case, hasta que Von Rothbart no deje de tener poder sobre ella, de otro modo, el hechicero la descubriría, y su amor peligraría.
Cuando los amantes han dejado el claro, las huestes de Odette, todos los cisnes que, como ella misma, asumen forma humana sólo en las horas entre la medianoche y el amanecer, entran bailando desde la orilla del lago.
El III acto tiene lugar en El Gran Salón del Castillo del Príncipe Siegfried:
El baile está a punto de comenzar, embajadores de tierras extranjeras, ataviados con sus brillantes trajes nativos, han llegado a rendir tributo al Príncipe en su cumpleaños; y se anuncia la llegada de hermosas muchachas, invitadas por La Reina como posibles novias para su hijo.
Pero Siegfried piensa sólo en el claro a la orilla del lago, y en su encuentro con Odette; a lo que su madre le inquiere a que baile con sus invitadas...
Siegfried baila de forma automática e indiferente, y se sume en una profunda melancolía.
Pronto un heraldo se apresura a informar a La Reina, de que una extraña pareja ha llegado… no sabe quiénes son, pero manifiesta que la mujer posee una extraordinaria belleza.
Un caballero alto y con barba entra con su hija.
Cuando el caballero se presenta a sí mismo y a su hija Odile, a La Reina; Siegfried, perturbado casi hasta perder el control, mira fijamente a la hermosa joven.
Está vestida de sobrio negro, pero es la viva imagen de su querida Odette.
Se trata de Von Rothbart, que se ha transformado a sí mismo y a su fingida hija para engañarlo, y rompa la promesa hecha a Odette, de que nunca amará a otra.
La Reina tiene ahora esperanzas de que su hijo se case con una dama de rango, como Odile aparenta ser, e invita a Von Rothbart a sentarse a su lado en el estrado.
Odile ha logrado enamorar a Siegfried, y éste piensa que no es otra que Odette…
Mientras bailan los 2 jóvenes, Odette se deja ver en la distancia, y hace señales a Siegfried, de que si continúa en esa actitud, puede ser fatal para ella.
Luego, Siegfried se aproxima a Von Rothbart, y pide la mano de Odile; y éste da inmediatamente su consentimiento.
En ese momento hay un estrépito de trueno… la sala de baile se oscurece, rápidos destellos de luz muestran a los asustados cortesanos abandonando el salón de baile, La Reina Madre aturdida, y a Van Rothbart y Odile de pie ante El Príncipe en triunfo final de auto revelación.
Siegfried no puede soportar sus risas, odiosas y crueles, y se vuelve para ver en la distancia la patética figura de Odette.
Buscándole desesperadamente, con su cuerpo agitado por los sollozos, cae al suelo atormentado por su falta.
El IV acto tiene lugar a orillas del lago:
Las doncellas cisne se han agrupado a la orilla; cuando aparece llorando Odette, e intentan consolarla.
Le recuerdan que Siegfried es solo un humano, que podría no haber conocido el hechizo, y podría no haber sospechado del plan de Von Rothbart.
Siegfried entra corriendo en el claro, y busca frenéticamente a Odette entre los cisnes.
Le toma entre sus brazos, pidiéndole que le perdone, jurándole su amor infinito.
Odette le perdona, pero le dice que no sirve para nada, pues su perdón se corresponde con su muerte.
Cuando aparece Von Rothbart, Siegfried le desafía, quien tras la lucha, es vencido por la fuerza del amor del Príncipe a Odette.
De esa maneara, lo que emerge de este ballet filmado, es una mezcla satisfactoria de teatro y cine; con moderación de buen gusto, la producción cinematográfica evita todas las tentaciones de mejorar la magia con efectos especiales visuales, y la magia que existe puede encontrarse en la fuente:
En la música de Tchaikovsky.
El manejo sensacional de Rudolf Nureyev de la escena final inolvidable, y es muy diferente de la actuación habitual en el escenario.
“Para mí, Swan Lake es un largo sueño del Príncipe Siegfried.
Criado en la lectura romántica, su deseo de infinito ha sido encendido, y rechaza la realidad del poder y el matrimonio que le impusieron su tutor y su madre.
Para escapar del triste destino que se está preparando para él, él trae a su vida la visión del lago, este “otro lugar” que anhela.
Un amor idealizado nace en su mente, junto con la prohibición que representa.
El Cisne Blanco es la mujer intocable, mientras El Cisne Negro es la imagen inversa del espejo, al igual que el malvado Rothbart es un corrupto sustituto de Wolfgang, el tutor.
Y así, cuando el sueño se desvanece, la cordura del Príncipe no sabe cómo sobrevivir”, dijo Nureyev.
Ya omnipresente en el mundo del ballet como elemento para la transformación, para la purificación y para la regeneración, el tema del agua podría atraer a Nureyev, el coreógrafo, cuyos héroes y heroínas tratan de alejarse de su situación, su entorno, su cerrado y sofocante mundos, y escapar al a menudo imaginario “en otro lugar”
Por ello, Swan Lake, basado en un tema imaginario con este amor del Príncipe por una joven/ave, que es una criatura poética e irreal, es el servidor de numerosas interpretaciones simbólicas y psicológicas.
En la versión Petipa/Ivanov dictada por la tradición rusa, el interés coreográfico y dramático se centra en la bailarina que interpreta y baila un doble papel:
Odette, vitrina de cisnes blancos, y Odile, seductora de cisnes negros peligrosos; y El Príncipe reducido para convertirse en el instrumento del destino.
Pero Nureyev revirtió completamente la situación; y en 1962 en Londres, al final del I acto, se tomó la libertad de introducir una nueva variación, coreografiada alrededor del “andante sostenuto” que precede al “pas de trois” en la partitura, y que solía ser cortado habitualmente.
Este solo melancólico y soñador, que expresa el anhelo de Siegfried por un mundo ideal, fue considerado tan bueno, que El Royal Ballet lo ha mantenido en las diversas versiones de Swan Lake que han seguido desde entonces.
Y para octubre de 1964, cuando Nureyev realizó su propia versión de la obra completa en La Ópera de Viena, coreografió el papel del Príncipe, y sobre todo desarrolló su psicología, utilizando fantasías que lo llevan a la ruina mientras corre frenéticamente, la ilusión de una mujer/cisne.
El carismático bailarín, creó Swan Lake en la medida en que la coreografía, que, contrariamente a las producciones anteriores, convirtió al Príncipe en el personaje principal de la acción dramática:
En primer lugar triste, presa de la melancolía; luego enamorado, y finalmente engañado y terminando destruido.
De hecho, el resultado solo podría ser trágico con Rothbart poniendo en marcha una terrible tormenta que se tragó a Siegfried en las olas.
Y 20 años después, su creación se profundizó y se radicalizó:
La mujer/cisne apareció repentinamente en un sueño…
Todo tuvo lugar en la cabeza de Siegfried.
En comparación con su versión de Viena, Nureyev reintrodujo un prólogo en el que podemos ver al Príncipe durmiendo en un sillón, y perturbado por una pesadilla:
Un ave de presa captura a una niña que se transforma en un cisne, y es llevada al cielo.
Esta visión pronostica el final del ballet, y puede interpretarse a la luz de un análisis freudiano:
“En una sección de sus documentos científicos relacionados con la fuga del buitre, Leonardo da Vinci se interrumpe repentinamente, siguiendo un recuerdo que se arrastró repentinamente sobre él, desde lo más profundo de su infancia.
Parecería que estaba destinado a interesarme tanto por el buitre como recuerdo uno de mis primeros recuerdos de cuando todavía estaba en la cuna:
Un buitre que viene directamente hacia mí...
Leonardo revela de manera oscura pero clara, al vincular su tren de investigación con la fantasía del buitre, y enfatizar el vuelo de las aves como un problema en el que, por alguna extraña peculiaridad del destino, se habría visto obligado al trabajo.
Escrito en un estilo profético, un pasaje muy oscuro en sus notas sobre el vuelo de las aves muestra mejor el gran interés emocional que lo vinculaba al deseo de poder imitar el arte de volar él mismo:
Este gran pájaro tomará su primer vuelo desde la parte posterior de su gran cisne...
¿Y por qué tantos hombres sueñan con poder volar?
El psicoanálisis proporciona la respuesta aquí:
Porque volar o ser un pájaro es solo una forma oscura de otro deseo…. el deseo de poder volar, como un sueño, no significa nada más que el deseo intenso de ser capaz de actividades sexuales”, dijo Sigmund Feud en “Leonardo da Vinci y un recuerdo de la infancia” (1943)
Entonces Odette, El Cisne Blanco, y su opuesto, Odile, El Cisne Negro, son proyecciones mentales del deseo de Siegfried.
Rothbart, el ave de presa, se convierte en el doble malvado del tutor, Wolfgang, quien ejerce un control genuino sobre la mente del Príncipe como director de su conciencia.
Así, Siegfried experimenta un sentimiento de culpa obsesivo cuando rechaza lo que su madre le ofrece con amor:
El poder, habiendo alcanzado la mayoría de edad, él va a reinar; y la libertad de elegir a sí mismo, como una prometida, ya que es una edad para estar casado.
No queriendo ni lo uno ni lo otro, como ambos lo asustan, en el fondo no quiere crecer ni ser parte del mundo adulto, y se refugia en sus sueños; y podríamos creer que Siegfried es un adolescente autista.
Además, Rudolf Nureyev le pidió al diseñador de escenografía, Ezio Frigerio, que construyera un área de la prisión, una especie de santuario, un diseño escénico para “el encarcelamiento” desde estas altas paredes blancas y góticas que a veces permiten ver un poco del agua blanca de los lirios de Claude Monet.
Por otro lado, los trajes de Franca Squarciapino, con sus colores apagados, como si se vieran a través de un filtro borroso, también participaron en este efecto de ensueño.
Y al leer en un segundo nivel, se podría decir que Siegfried prefería enfocar su afecto en una criatura sublime pero inaccesible, sin duda para reprimir su homosexualidad latente, pues vive en su palacio rodeado de hombres jóvenes:
Tal como lo reveló la “Polonaise” en el I acto, en lugar del “Baile de Las Copas”, que generalmente se realiza por parejas.
Finalmente, es posible encontrar varios ecos autobiográficos en este Swan Lake:
Con la autoridad de un padre temido contra el que tuvo que luchar, el combate de Siegfried y Rothbart en el IV acto, “es difícil matar al padre”; en este entusiasmo, esta devoción por un ícono de la mujer que él admira y respeta:
¿Dame Margot, o se trata de una transformación del Ballet en sí, que su padre le había prohibido continuar?
En todos los casos, la versión final de Swan Lake de Rudolf Nureyev, en 1984, está muy lejos de la insipidez generada por las interpretaciones simplistas, y con sus extensiones psicoanalíticas, sigue la línea de las versiones de John Cranko a John Neumeier, quien en 1976, convirtió a su Príncipe en El Rey Luis II de Baviera, perseguido por sus delirios; respirando en el ballet clásico, una lógica teatral y audacia que los coreógrafos contemporáneos, desde Mats Ek hasta Matthew Bourne, no dudaron en inyectar en los viejos mitos.
Para René Sirvin, Crítico de ballet para “Le Figaro”:
“Mirando desde un punto de vista coreográfico, una serie de detalles hacen que esta última versión de Swan Lake de Rudolf Nureyev se destaque de otros coreógrafos:
En el acto I, el coreógrafo transforma el “Pas d’action” en una brillante variación para Siegfried, y “El Baile de Las Copas” en un “Polonaise” magistral, solo para los bailarines, 16, divididos en 4 grupos.
En el acto II, que mantiene la coreografía de Ivanov, Nureyev restaura la variación del Príncipe que solía ser cortada habitualmente después del “Baile de Los Grandes Cisnes”
En el acto III, el famoso “pas-de-deux” del Cisne Negro se convierte en un “pas-de-trois” con el lanzamiento de una brillante variación de Rothbart, quien también participa en el adagio inicial de la pieza.
Y en el acto final, al igual que Vladimir Burmeister, y usando la misma música:
Extracto de un “pas-de-seis” que fue escrito para el acto III, y que solía ser cortado habitualmente, el coreógrafo pone un gran refrán para la última reunión del desesperado amante, antes del final.
De esa manera, al final, mientras que en la versión ejecutada en Viena, Siegfried se ahoga en el lago, cuyas aguas ha provocado el desbordamiento del malvado Rothbart; en la versión de la Ópera de París, Rothbart se eleva hacia el cielo, como un ave de presa que sostiene a La Princesa Odette, transformada para siempre en un cisne, triunfante en sus garras; mientras que Siegfried, reconociendo la imagen de su sueño premonitorio, observa con una expresión salvaje, mirando fijamente en sus ojos.
Pero en la versión de Viena tenemos un ritmo tan exacto, que los 2 protagonistas hacen uno, al compás de la música tan hermosa de Tchaikovsky; porque el ritmo llega a la exactitud y a la inabordable belleza del arte de la danza, como milagro indecible en los grandes “pas de deux”
No es casual, la gran humildad artística de Nureyev al declarar:
“Al final de Swan Lake, cuando ella dejó el escenario, en su gran tutu blanco, la habría seguido hasta el fin del mundo”
Y como grabación, a pesar del tiempo pasado, es comparable a muchas producciones actuales; con el blanco fragante de los cisnes levantados del fondo oscuro, la cámara prácticamente utilizada solo en el plano largo o medio tiro, levantada desde la perspectiva de la audiencia en el parquet, y dibujada, diagonalmente desde arriba, vemos la coreografía de Nureyev en una bella escritura en el celuloide, son momentos de perfección, reflejos no solo de la coreografía, sino sobre todo de su grabación en la película.
Y es que solo la grabación de Swan Lake de Tchaikovsky, que se emitió en el primer programa de la televisión alemana, logró domesticar el ballet en su sensual abundancia, su elegancia y su estética en la pantalla.
Por primera vez, el trabajo de cámara adecuado y los trucos televisivos, se introdujeron en la adaptación coreográfica y la precisión técnica de la danza; y conjugaron una riqueza adicional con el cambio en el punto de vista de la cámara, el brillo de las opciones de imagen que nunca inhibían el flujo de movimiento:
El indeleble efecto Degas, el atractivo gráfico del brillante parpadeo de ballet en el fondo oscuro, la navegación de una belleza casi incorpórea. en la habitación.
La composición de la imagen como contrapunto a la composición coreográfica, mejora del sueño, del éxtasis de la danza en la imagen.
Y todavía hay algo fascinante al respecto:
Los trajes y el decorado exudan una atmósfera de cuento de hadas que encantó, mientras que la dirección del video es sencilla.
Tal vez, aunque en ocasiones carece de intimidad, debido a la falta de primeros planos para acomodar a Fonteyn, quien de alguna manera ha superado su mejor nivel, pero al menos sigue siendo hábil y no superflua.
La coreografía es maravillosa, una vez más para acomodar a Fonteyn, que se adapta a ella, y tiene muchos buenos momentos, en particular, el “Pas-de-deux” que es exquisito en todos los sentidos imaginables.
La ejecución orquestal y la dirección, son de primer orden.
Al igual que Rudolf Nureyev, encontré que su estilo de Príncipe era generalmente noble, aunque poco afeminado al principio, sobre todo por el maquillaje; pero es maravillosamente masculino y guapo, y uno olvida cualquier reserva como sus maquillajes, cuando baila tan bien como con una bravura.
Carisma y bellas líneas, Margot Fonteyn no está en su mejor momento, con algunos de sus movimientos un poco más lentos, y un par de problemas de equilibrio en el acto II, sin embargo, en su mayor parte es muy elegante, física y en baile, su estilo es impecable e interpreta a Odette/Odile con gran personalidad, que incluso con algunos momentos no tan buenos, es tan fascinante verla.
En definitiva, una pareja mítica en una representación que cualquier aficionado debe ver; aunque cuenta que en la actuación de su Swan Lake en La Ópera de París en diciembre de 1984, Rudolf Nureyev fue aún más lejos...
“At the end of Swan Lake, when she left the stage  in her great white tutu I would have followed her to the end of the world”
¿Qué contribuye en el mundo de la danza clásica, a que Swan Lake sea el ballet más apreciado de todos los tiempos?
Por más que su hechizante historia recorre toda la gama de emociones humanas, el consenso popular se inclina a señalar la música de Tchaikovsky, “el más admirado compositor de música de ballet en la tradición clásica que jamás haya existido”, como la mayor responsable, por estar repleta de ricas melodías muy apropiadas para danzar, y sumamente bellas y agradables de escuchar.
Por otra parte, comenzando por las notas del tema melancólico y misterioso del oboe, que anuncia la presencia de La Princesa Cisne junto al lago, los ritmos, ya sean rápidos o lentos, han inspirado y aún inspiran coreografías líricas, fluidas, y hasta un tanto dramáticas, si se quiere, que ofrecen gran oportunidad de lucimiento a los intérpretes.
Así, a lo largo de la larga y compleja historia de las puestas en escena de Swan Lake, la de 1895 ha servido de base para muchos montajes.
Casi todos los coreógrafos han mantenido en gran medida la coreografía tradicional, que se considera prácticamente “Sagrada”; y el papel de Siegfried con el tiempo ha ganado relevancia, debido sobre todo a la evolución de la técnica del ballet.
Por su parte, Rudolf Nureyev no solo había reajustado completamente las fuerzas dentro del ballet, sino que también había agregado una profundidad y una realidad psicológica a los personajes que se adaptaban mucho mejor al espíritu de la nueva generación de bailarines; y a lo largo de su carrera, Rudolf ha impuesto no solo su nobleza, su brío y su carisma en innumerables versiones de Swan Lake, sino que también bailó, con igual placer, el papel de Rothbart en su propia producción, en particular en El Grand Palais, durante las celebraciones del Bicentenario de La Revolución Francesa en 1989.
De esa manera, la pareja Fonteyn/Nureyev fue la más famosa pareja de danzas en la historia del ballet clásico; era tan grande la pasión que despertaban en el público, que llegaban a provocar hechos insólitos en sus actuaciones.
Tal es así, que durante una función en Viena, fueron llamados 89 veces a escena para saludar al público presente en la sala que vibraba de emoción y entusiasmo.
Pronto, fueron famosos y alabados por todo el mundo, tanto por su impecable interpretación de los ballets del repertorio tradicional, como por las coreografías que se crearon especialmente para ellos.
En especial, Fonteyn intervino también en diversas producciones cinematográficas y ballets televisivos, y se retiró en el año 1970, pasados los 50 años de edad, lo que era toda una hazaña para una bailarina con tanta continuidad en la actuación y con tanta desenvoltura y agilidad que sorprendía notablemente a su público, como a los críticos en la materia.
A partir de entonces, ella se instaló definitivamente en Panamá.
Luego del fallecimiento de su esposo, se traslada a una quinta denominada La Quinta Pata, que ella consideraba su paraíso personal; hasta que murió a los 71 años de edad.
Swan Lake no solo se circunscribe al ballet, sino que aparece en un gran número de bandas sonoras de películas, programas de televisión, videojuegos, etc.; así como versiones hechas por artistas musicales de todo el mundo.
En 1968, en “Funny Girl” con Barbra Streisand en el papel de Fanny Brice, baila en una parodia cómica de Swan Lake; en el año 2000, en “Billy Elliot” al final de la película, el protagonista aparece bailando en la versión del coreógrafo Matthew Bourne; y en 2011, en “Black Swan”, dirigida por Darren Aronofsky y protagonizada por la oscarizada Natalie Portman, se enfoca en los 2 personajes femeninos de Swan Lake:
La Princesa Odette, a veces llamada “Cisne Blanco”, y su duplicado malvado, Odile, El Cisne Negro; y se inspira en la historia del ballet, aunque no la sigue literalmente.
Por su parte, la banda sonora de Clint Mansell, contiene música del ballet, con una reestructuración más elaborada para adaptarse al tono de horror de la película.

“Perfect”



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