House on Haunted Hill

“The doors are locked at midnight”

Una “casa embrujada” o “casa encantada”, es un edificio o construcción donde supuestamente ocurren apariciones o fenómenos paranormales; y según la leyenda popular, una casa embrujada puede contener a fantasmas, poltergeist, o hasta demonios; y a veces, estas presencias según se informa, siguen frecuentando el mundo físico después de que un acontecimiento trágico ocurrió en la propiedad, como un asesinato, una muerte accidental, o un suicidio.
Más explicaciones científicas de la percepción de que una casa está encantada, incluyen malinterpretar los ruidos presentes de forma natural en las estructuras, los sueños de vigilia, la sugestibilidad, y el efecto de las sustancias tóxicas en ambientes que pueden causar alucinaciones.
Antiguamente, se daban casos donde, acaecidos hechos de este tipo, se decidía que, en lugar de permitir que continuara sirviendo a la vida doméstica, la propiedad pasara a ser clausurada de forma que, en muchas ocasiones indefinida o prolongada, permitía que su estructura se deteriorase a causa de la falta de mantenimiento; de ahí que se tienda a entender que, si una casa presenta esta característica, quiere decir que es “una casa embrujada”
La forma más conocida de representar esta circunstancia, era mediante tapias que se colocaban en puertas y ventanas de la propiedad.
Por otra parte, según la parapsicología, en una casa encantada se produce en realidad el fenómeno llamado “infestación”, que es la aparición de distintos fenómenos extraños e inexplicables, como el poltergeist, en un lugar determinado sin que se deje ver en ellos una intención comunicativa interactiva.
No se trata del fenómeno denominado “fantasma”, sino de otra cosa diferente…
Según La Iglesia Católica, la infestación es la posesión de un lugar por un espíritu no humano o demonio, pero no de una persona; y según la parapsicología, esos fenómenos reproducen antiguas impregnaciones de tensiones emotivas extremas, generadas por los habitantes antiguos del lugar; sus penas y alegrías, ilusiones y desengaños, pasiones y desesperanzas no resueltas, euforias desorbitadas y trances agónicos, que quedan “grabados” literalmente en el lugar, y cada cierto tiempo se reproducen como un eco débil o residuo sin tener contenido verdadero, como una cinta magnetofónica o visual que se pusiera en marcha cada cierto tiempo, o en unas condiciones apropiadas.
Y si aparece una forma humana, por ejemplo, no demuestra tener una intención comunicativa, ni responde de forma interactiva a nada, y repite siempre la misma conducta, y otras veces se oyen ruidos, aromas, golpes, se encienden o apagan luces y se mueven objetos, o partes de objetos de forma arbitraria o absurda, y desciende violentamente la temperatura, pero siempre de forma descontrolada e irracional.
El fenómeno se manifiesta sólo durante un periodo de tiempo determinado, y luego desaparece, y puede confluir con otros distintos.
El elemento constante en el desarrollo del hecho, suele ser una persona que actúa como repetidor o refuerzo del residuo intensificándolo y haciéndolo más perceptible cuando está presente en el lugar.
Dicha persona suele estar sometida a una gran tensión emotiva o estrés afectivo, o estar pasando a la pubertad o a la menopausia.
De esa manera, las casas embrujadas son elementos comunes en ficciones literarias o cinematográficas de horror y ficción paranormal; y han aparecido durante mucho tiempo en la literatura.
El primer informe sobreviviente de una casa encantada, proviene de una carta escrita por Plinio “El Joven” a su patrón Lucias Sura, en la que describe una villa encantada en Atenas; y más autores modernos de Henry James a Stephen King, también los han incluido este tema en sus escritos; por lo que la casa embrujada se utiliza como un dispositivo de trama en la ficción gótica o de terror o, más recientemente, en la ficción paranormal; en castillos encantados y mansiones.
En el cine, la estructura de una casa embrujada puede ser cualquier construcción desde un antiguo castillo europeo, hasta una pequeña casa en un suburbio de construcción reciente; sin embargo, muchos autores y directores de cine, prefieren la arquitectura de principios del siglo XX o anterior, particularmente las mansiones oscuras, como por ejemplo, la histórica Ennis House de 1924, diseñada por Frank Lloyd Wright en Los Feliz, California, cuyo diseño se basa en los antiguos templos mayas, y a veces se la conoce como un ejemplo de Arquitectura del Renacimiento Maya; debido en parte a su detalle destacado, que es la ornamentación en relieve en sus bloques textiles, inspirada en los relieves simétricos de la arquitectura Puuc en Uxmal.
A partir de diciembre de 2018, la casa Ennis, que no está embrujada, se cotiza en venta a $23 millones.
Pero es por el diseño exótico del edificio, que lo convirtió en un lugar atractivo para los cineastas de Hollywood; aunque se ha usado como un lugar de rodaje, ya en 1933, la casa por primera vez tuvo mórbida fama proporcionando en el exterior su fachada por el filme de serie B, “House on Haunted Hill” (1959)
“Fear can make people do amazing things”
House on Haunted Hill es una película de terror del año 1959, dirigida por William Castle.
Protagonizada por Vincent Price, Carol Ohmart, Alan Marshal, Richard Long, Carolyn Craig, Elisha Cook Jr., Julie Mitchum, Leona Anderson, Howard Hoffman, entre otros.
El guión es de Robb White; y la historia está basada ligeramente en la novela de Agatha Christie, “And then there were none” y en la novela “The Haunting of Hill House” (1959), que es una novela de terror gótica, escrita por la autora estadounidense, Shirley Jackson; considerada como “una de las mejores historias de fantasmas publicadas durante el siglo XX”
Eso sí, como la novela de Jackson, esta película se basa en el terror en lugar del horror para provocar emociones, utilizando relaciones complejas entre los eventos misteriosos en la casa, y la psique de los personajes.
Sobre el set de filmación, mientras que las tomas exteriores de la casa se filmaron en la histórica Ennis House; la mayor parte de la película se filmó en escenarios de sonido, representando el interior del casa en una combinación de estilos, incluyendo La Victoriana de 1890, con candelabros de gas y apliques.
Por su parte, el cartel de la película incluía una ilustración de una casa en un tercer estilo, el de una extravagante estructura románica de 4 pisos.
Para entonces, el director William Castle, decidió abandonar Columbia Pictures para desarrollar sus propias películas de bajo presupuesto, y lo hizo con la solvencia por la que era conocido, pero haciendo hincapié en el proceso de “marketing” asociado; es decir, no era tan importante el resultado final, sino cómo se vendía para atraer a la platea más joven e impresionable.
Así, los cárteles de sus cintas vendían los detalles más escabrosos de sus producciones, y los títulos eran lo más rimbombantes posibles; pero House on Haunted Hill, es quizás mejor conocida por un truco llamado “Emergo”, que era la instalación de un sofisticado sistema de poleas cerca de la pantalla del teatro, que permitía que un esqueleto de plástico volara sobre la audiencia durante una escena correspondiente al final de la película.
Es gracias a ese tipo de trucos, que la película fue un gran éxito; tanto que Alfred Hitchcock se percató de ello en la taquilla, e hizo su propia película de terror de bajo presupuesto, que se convirtió en el éxito aclamado por la crítica:
“Psycho” (1960)
La acción gira alrededor de un excéntrico millonario, Frederick Loren (Vincent Price), quien junto con su esposa Annabelle (Carol Ohmart), ha invitado a 5 personas a una “fiesta de casa embrujada”, ellos son:
El piloto de pruebas, Lance Schroeder (Richard Long); la columnista del periódico, Ruth Bridges (Julie Mitchum); el psiquiatra Dr. David Trent (Alan Marshal) que se especializa en histeria; Nora Manning (Carolyn Craig) que trabaja para una de las compañías de Loren; y el dueño de la casa, Watson Pritchard (Elisha Cook)
Quien se quede en la casa por una noche, ganará $10.000
Los invitados no se conocen entre sí, ni tampoco al anfitrión, pero necesitan dinero… y en un momento dado, empiezan a ocurrir sucesos extraños…
A medida que avanza la noche, los huéspedes quedan atrapados dentro de la casa con una variedad de terrores.
House on Haunted Hill es un filme aceptable a grandes rasgos, que si bien no deslumbra ni causa verdadero horror, al menos tiene una premisa y una confección narrativa bastante sólida y pensada como para asombrar en algunas oportunidades con las vueltas de tuerca narrativas que aparecen cerca del final.
Posee bastante suspense que esconde algo fundamental detrás de las apariencias mostradas en el desarrollo de los hechos narrativos, que se funde en forma ecuánime entre el terror sobrenatural y el “thriller” pseudo-policial de suspense, donde tenemos varios sospechosos de pergeñar un homicidio perfecto.
Allí radica el gran mérito del filme:
Desde la ambigüedad planteada en la dudosa exposición de los hechos, los fantasmas amenazantes o humanos vengativos en sus intenciones, o un mix de ambas situaciones.
Así juga con el espectador al mostrar dobles tramas e intrigas entre el matrimonio anfitrión de la fiesta; y mezcla con saludable irreverencia, el mencionado tópico terrorífico de “la casa habitada por crueles espíritus vengativos” junto con premisas más propias de los “whodunit” o ¿Quién lo hizo?, que es la base del cine de detectives; así como un punto de salaz carnalidad, gracias a los modelitos de Carol Ohmart y un soterrado, desapacible e incorrecto humor negro que aparece ya desde la presentación de la función y sus intenciones, acometida por el carismático Vincent Price, cabeza parlante, Maestro de Ceremonias; y dentro del contexto de la trama, personaje del todo equiparable al director de cine de terror.
De hecho, cuando Castle da rienda suelta a estas características más atípicas, la mansión de los horrores alcanza la plenitud de su sabor, con los tétricos tejemanejes del tortuoso matrimonio de excéntricos millonarios; el ser humano como principal presencia maléfica de la casa encantada, el poder de la codicia, etc.
Porque en el apartado estrictamente perteneciente al horror, la notable ambientación gótica, y la siempre estimulante participación del icónico Vincent Price, no consiguen suplir el envejecimiento de unos recursos sorpresivos que, desde una perspectiva actual, y después de haber sido mil veces reproducidos, imitados, superados y parodiados por filmes posteriores, parecen más ligados a series infantiles tipo “Scooby Doo”, o incluso a las barracas de feria, orgullosa adscripción esta última de un cine conmemorado a la pura diversión de su público, celebrado con viveza por la imagen de ese ocurrente “gimmick” o trucaje del esqueleto volador; entrañables en todo caso, a causa de su inteligente empleo dentro del argumento del filme y, hay que confesarlo, por la asequible longitud del metraje.
Curiosamente, la presencia de Price resulta aquí un arma de doble filo al estar el público habituado a su caracterización de eterno villano, lo que hasta cierto punto estropea un poco la revelación final...
Pero creo que con esta película se da uno de esos casos en los que una obra deja de ser cine, para convertirse en historia del cine, en reunión de una serie de elementos de estilo atribuibles a gran parte del cine de terror posterior, siendo una de esas cintas que ninguno de los presentes conocemos en su estado más puro, en la época, pero que siempre pertenecerán al imaginario popular, como uno de los símbolos de una sociedad más inocente y más capacitada para la fantasía.
Con respecto a su valor dentro del subgénero de las casas encantadas, ahí resulta más complicado pronunciarse, porque su tramposo final pone en duda siquiera su clasificación, pero entendamos el legado de su alargada sombra.
De hecho, House on Haunted Hill fue una de las películas más rentables de Allied Artists de ese período, que cayó en el dominio público.
A pesar de la amplia disponibilidad en el video doméstico, el titular actual de 2018, de La Biblioteca de Allied Artists, Warner Bros., aún recibe reservas para copias de 35mm.
Como dato, la edición del DVD de 20th Century Fox, contiene una nueva versión coloreada por computadora, y una copia restaurada en blanco y negro.
Para 1999, fue estrenado un “remake” homónimo, que tuvo una secuela en 2007 titulada “Return to House on Haunted Hill”, recibiendo críticas abrumadoramente negativas.
Pero eso no detuvo a la saga, pues en 2017, se estuvo desarrollando otro “remake” y una precuela de la película original, que será escrita por la hija de Castle, Terry Castle.
“Do you remember the fun we had when you poisoned me?”
Hay un argumento muy entrañable dentro del cine de misterio clásico, más que clásico, vetusto; que es la subvariante de “las casas encantadas”, aquel en el que se descubre que todo lo que hemos visto ha sido una engaño, una estafa orquestada para aprovecharse de los temores de un puñado de incautos.
Así se ajusta el tópico a lo que los anglosajones conocen como “Old, Dark House”, es decir, “Casa Vieja y Oscura”, que va más allá del tropo de casas encantadas al estilo gótico, hechizadas por algún espectro, y al que se acogen clásicos como esta; pero House on Haunted Hill va más allá, porque la principal influencia de esta variante del género, no es la literatura victoriana de fantasmas, sino el policiaco y el “whodunit”, los libros de misterio de moda en el primer cuarto de siglo XX.
Es decir, es una mezcla de policíaco “a lo Agatha Christie”, pero con ambientación de película de fantasmas; por lo que la película adquiere una dimensión metanarrativa muy clara, no solo por su empleo de los tópicos, sino por la ingeniosa ficción de William Castle, un director singularísimo pero muy inteligente, que iba a dirigir “Rosemary’s Baby” en los 60, pero decidió que la película precisaba de una aproximación seria y dura, y cedió el asiento a un joven llamado Roman Polanski, pero reservándose el puesto de productor.
Como aquí, Castle plagó muchas de sus producciones de los llamados “gimmicks” o trucos baratos, a menudo propios de barraca de feria, para llamar la atención de los espectadores.
Estos iban desde falsos seguros de vida por si el espectador fallecía de miedo durante la proyección, a “Rincones del miedica” al que se mandaba a los espectadores más aprensivos, pasando por dispositivos que aplicaban pequeñas descargas en los asientos; y House on Haunted Hill, tenía uno de sus “gimmicks” más aparatosos:
Un esqueleto de plástico que sobrevolaba las cabezas de los espectadores.
Lo sensacional de la idea, es que ese mismo esqueleto es controlado en la película para atemorizar a los personajes, con lo que no solo se lleva a cabo un ingenuo y adorable efecto metanarrativo, sino una declaración de intenciones.
Esto es, sabemos que todo esto es una ficción, una farsa…
Y cómo no va a serlo, con esos gritos exagerados del inicio, esa interpretación afectadísima del siempre increíble Price, que lleva la película mucho más allá de lo que ella misma pretende; ese argumento lleno de sótanos, personajes que pierden el conocimiento, trampillas con ácido, pasadizos secretos, muertos que no lo son, atroces desmembramientos de broma... la película es perfectamente consciente de sus excesos y los abraza, les pone un lacito, y los brinda al espectador en una entregada declaración de amor al género, sus tópicos y sus fantasmas.
Así vemos cómo Frederick Loren, un excéntrico millonario, invita a 5 personas a una fiesta que está organizando para su 4ª esposa, Annabelle; en una casa supuestamente embrujada que ha alquilado, que promete dar a cada uno, $10.000 con la estipulación de que permanezcan toda la noche en la casa, después de que las puertas se cierran a medianoche.
Los invitados son:
Un piloto de pruebas, una columnista del periódico, un psiquiatra que se especializa en histeria, una trabajadora de una de las compañías de Loren, y el dueño de la casa.
Todos son extraños tanto para Los Loren como para los demás, y sus únicos puntos en común, son una necesidad desesperada de dinero.
Pero Los Loren tienen una relación tensa; y Frederick está convencido de que Annabelle intentó envenenarlo para adquirir su riqueza, lo que Annabelle niega firmemente, atribuyendo sus sospechas a la paranoia y los celos.
Pritchard cree que la casa está verdaderamente obsesionada por los fantasmas de los asesinados allí, incluido su propio hermano; y da un recorrido por la casa, incluido un sótano lleno de ácido, que fue utilizado por un residente anterior para matar a su esposa.
Pero cuando Lance y Nora se quedan atrás para explorar más el sótano, Lance se queda encerrada en una habitación vacía, y recibe un golpe en la cabeza, mientras que Nora se enfrenta a una figura amenazadora que toma por un fantasma…
Posteriormente, Annabelle le advierte a Lance en privado, que su esposo está tramando algo, y que ella sospecha que él asesinó a su 2ª y 3ª esposas.
Al reunirse en la planta baja, a los invitados se les dicen las reglas de la fiesta, y cada uno recibe una pistola calibre .45 ACP para su protección.
Al encontrarse con otras apariciones, Nora decide no pernoctar, pero los cuidadores cierran las puertas 5 minutos antes, lo que elimina la opción de las manos de los huéspedes.
Lance se enfrenta a Nora, quien le dice que un asaltante invisible la estranguló, y la dejó por muerta.
A la luz de las advertencias de Annabelle, ambos sospechan de Loren.
Él le dice a ella, que permanezca fuera de la vista para que su atacante todavía piense que está muerta... y al escuchar un grito, Lance y el Dr. Trent encuentran el cadáver de Annabelle, suspendido, para sugerir que se ahorcó, pero la ausencia de una percha inmediatamente despierta sospechas de asesinato.
Para sobrevivir a la noche, Lance y el Dr. Trent proponen que todos se queden en sus habitaciones, y disparen a cualquiera que entre; por tanto, los inocentes no tendrán razón para abandonar sus habitaciones, y el asesino debe quedarse quieto o admitir su culpabilidad.
Pero Nora es expulsada de su habitación al sótano por el fantasma de Annabelle.
Despertado por los sonidos fantasmales, Trent concluye que se trata del asesino, y propone que él y Loren se separen para registrar la casa.
Lance descubre una habitación secreta al final del pasillo del 2º piso, pero una vez que entra, la puerta se cierra detrás de él, atrapándolo.
En cambio, Trent se encuentra con Annabelle, quien había fingido su muerte con un arnés y sedantes colgantes... y se revela que secretamente son amantes, y los 2 han orquestado varios percances para manipular a Nora para que mate a Loren.
Nora, al ver a Loren entrar al sótano con un arma en la mano, le dispara...
Después de que ella huye, Trent se desliza para deshacerse del cuerpo de Loren en la tina de ácido.
La bodega, o posiblemente la película en sí misma, se oscurece, y hay un sonido de asfixia, un chapoteo y el sonido de la disolución en el ácido...
Annabelle camina hacia el sótano, ahora poco iluminado para confirmar que su esposo está muerto; y todas las puertas se cierran misteriosamente; y un esqueleto se levanta del ácido, la acusa con la voz de Loren, y la persigue...
Cuando se aleja de ella hacia el borde de la tina de ácido, extiende una mano y la empuja; fuera de balance, ella cae en la tina.
Loren emerge de las sombras, sosteniendo la unidad de control del titiritero que usó para manipular el esqueleto, la tenue luz ocultaba los cables, y reveló que había conocido su trama todo el tiempo.
Después de que Nora, Pritchard y la Sra. Bridges liberan a Lance de la habitación secreta, Nora les dice que le disparó a Loren.
Cuando llegan a la bodega, Loren explica que él había cargado su arma con salvas, que Trent y su esposa planearon matarlo, y que ambos encontraron su fin en la cuba de ácido.
También implica que reclamará defensa propia y, si bien es responsable de su muerte, no será condenado.
Pero Pritchard sigue convencido de que la casa está embrujada, con Trent y Annabelle ahora sumados a sus filas de fantasmas, y que él será la próxima víctima.
Pues bien, House on Haunted Hill es en resumidas cuentas una película de intriga, disfrazada de una de terror, más concretamente de temática sobrenatural.
Destapado el pastel, nos damos cuenta de que es un timo; y el director William Castle era especialista en esto de ofrecer algo que resultaba engañoso.
En resumidas cuentas, podría ser la trama similar a la de un crimen perfecto, un hombre que se las ingenia para asesinar a su esposa; y la esposa que es una cabrona que también se lo quería cargar, así que el film nos muestra una batalla entre ambos, a ver quién es el que consigue quitarse de en medio primero.
El resto de los personajes son puro relleno, pero Vincent Price se expone como maestro de todas las marionetas en este macabro evento.
No obstante, el director sí intenta meterle algún elemento sobrenatural, pues hay un personaje concreto que advierte de que la casa realmente está encantada, a pesar del drama que monta Vincent Price.
Si eso era verdad o no, no lo sabremos, pues el film culmina demostrándonos que todos los supuestos fantasmas eran producto de una serie de tretas y engaños que acojonaban a las personas que estaban en la casa.
Ahí radica el gran encanto de este film, de crearse sobre un engaño para encima justificar sus carencias de presupuesto; y por ello, este es uno de los filmes más populares del director; y no sería desacertado calificar a Castle como una suerte de “Alfred Hitchcock de la serie B”, donde hay múltiples paralelismos entre la carrera de ambos directores.
Pero ciertamente no hay dudas de que él era un genio de “marketing”; y a la distancia, uno no sabría distinguir quién terminó imitando a quien, o al menos quién tomó las recetas del otro director.
A pesar de que se trata de una las historias de casas embrujadas más famosas que se hayan llevado a la pantalla, hasta el punto de tener hoy en día su propio remake y todo; donde sus evidentes méritos residen en motivos puramente extra cinematográficos, especialmente su capacidad de influenciar trabajos que resultaron ser, a todas luces, muy superiores tanto en estilo como sustancia.
Todo esto hace que tenga su puesto destacable en esa década de bisagra entre los horrores góticos, y lo que se ha dado por llamar “el cine de terror moderno”
House on Haunted Hill, es también una de las películas más famosas de William Castle, un director que tenía más de feriante que de cineasta, y que muchas veces suplía las carencias de sus películas con extravagantes trucos utilizados durante la proyección:
El Emergo, que consistía en un esqueleto de plástico que “levitaba” sobre la platea en el momento indicado, con las consecuentes explosiones histéricas entre el público joven que acudía a las películas de miedo, y que sin duda alguna representaban la audiencia ideal de Castle y compañía.
Sin embargo, el éxito de esta historia de fantasmas, tiene probablemente menos que ver con artimañas publicitarias, y más con la presencia como protagonista del actor Vincent Price, quien una vez más demuestra que es capaz por sí solo de subir el caché de cualquier película en la que se apersona.
Por otra parte, a lo largo de su metraje, la acción se sucede con la rapidez de la época; pues el libreto está plagado de diálogos, pero son rápidos y chispeantes, merced a esos papeles tópicos de los que hablábamos.
Por supuesto, los elementos macabros pertenecen a una época donde los efectos especiales no estaban muy desarrollados, por no hablar del escaso presupuesto; y efectivamente, los sobresaltos escasean y más son motivo de cachondeo, uno que guarda una buena dosis de respeto.
Y es que su presentación puede ser barata, pero su colocación es milimetrada.
Todo lo cual, la atmosfera se ve beneficiada de una forma increíble por una banda sonora maravillosa, una que sí pone los pelos de punta a pesar de prodigarse el 90% del metraje:
Un órgano espectral, que podría ser la envidia de cualquier “giallo”, evidenciando el deseo de Castle por construir una cinta de terror genuino.
Y si las apariciones y demás, mención especial al legendario esqueleto de su apoteósica y afectada conclusión, no son el plato fuerte de la función, lo es el protagonismo de Vincent Price, como siempre perfecto en un papel cínico y elegante.
Se cuenta que William Castle había relatado la historia a Vincent Price…
A Price le gustó la idea, y dio lugar a una colaboración de 2 filmes:
House on Haunted Hill y “The Tingler” (1959)
Por otra parte, Carol Ohmart y Carolyn Craig, son la perfecta encarnación de la dualidad femenina, vista desde el prisma de los 50, con esa “femme fatale” y la adorable secretaria impresionable, respectivamente.
Como decía, muy divertido y campechano el espíritu “pulp” que se respira a lo largo y ancho de toda la película; desde la decoración de la casa hasta las vestimentas y peinados de sus personajes.
Otro tanto para la nostalgia, quizás, desmedida.
Como dato, Julie Mitchum, hermana de Robert Mitchum, llevaba un gran anillo bahá'i en el set.
El director se dio cuenta de esto, y pensó que agregaría un poco de misterio a su personaje, por lo que organizó una toma con un primer plano extremo del anillo; donde la inscripción en la piedra, es una caligrafía árabe que se traduce como “Dios es el más glorioso”
También, Alan Marshall, quien interpreta al elegante inglés entre el grupo que espera sobrevivir una sola noche, había sido un popular actor secundario en la década de 1930, con papeles prominentes junto a Greta Garbo y Charles Laughton.
Pero su vida terminó dramáticamente cuando murió en el escenario interpretando a uno de los múltiples esposos de Mae West, durante una presentación en vivo de su obra “Sextette”
Una curiosidad en la lista de créditos final, incluye al “Esqueleto como sí mismo”
House on Haunted Hill sobresale por el inicio, en pantalla negra, con gritos y sonidos para generar miedo; esa oscuridad total, acompañada por ruidos horribles que resuenan en una gran sala de cine, habría sido muy aterradora en esos días; y lo más probable es que el efecto se pierda hoy en el espectador moderno, al ver la película en una pantalla de televisión más pequeña, y sin el sistema de sonido teatral, el volumen y la oscuridad total.
Todos esos registros de sonidos espeluznantes, efectos de sonido y música fueron utilizados por el director, cuando los observó comúnmente en fiestas de Halloween y atracciones de casas embrujadas improvisadas.
A pesar de todo, House on Haunted Hill contiene varios errores de producción:
Al inicio, cuando Frederick disparó la pistola a escasos centímetros de la oreja izquierda de Annabelle, ella no muestra ninguna reacción a ese efecto, aunque, como mínimo, el ruido extremadamente fuerte debería haberlo hecho.
Annabelle se queja de que su esposo invitó a todos los invitados, y son desconocidos, pero el psiquiatra es su amante en secreto, y la ayudará a tratar de asesinarlo durante la fiesta.
¿No les parece extraño que su esposo lo haya invitado?
Ella obviamente no sugirió que lo hiciera...
Si los cuidadores son personas reales:
¿Cómo pueden pararse en la puerta sin decir una palabra, y desaparecer de repente?
¿Cómo flota la esposa en el aire, se desliza por el sótano, y no es vista por Lance cuando pasa por la puerta de la habitación contigua donde él está esperando?
Ella no reacciona a un grito espeluznante junto a ella:
¿Ella está sorda y ciega?
Si ella es ciega:
¿Cómo se dirige hacia ella y se va a través de esa puerta?
Cuando Annabelle desciende después de colgarse, la cuerda de soporte está demasiado floja y, obviamente, no soportaría su peso.
Se puede reconocer que la siguiente escena estaba destinada a ser un efecto especial espeluznante, pero se realizó de manera bastante incómoda:
Annabelle había fingido su muerte al ahorcarse para engañar a su esposo y a los invitados, y obviamente para asustar a Nora hasta el punto de la histeria.
Lo que explica por qué el fantasma de Annabelle “flota” detrás de la ventana de Nora, pero no se materializa dentro de la habitación como lo haría un fantasma real…
Sin embargo, esa secuencia no explica, cómo la cuerda logró deslizarse a través de la ventana, y se enrolla alrededor de los tobillos de Nora, y luego retrae la ventana nuevamente…
Puede haber funcionado mejor, si la cuerda hubiera tirado físicamente de los tobillos de Nora, dejándola gritando mientras se aferraba a algo, y luego simplemente se retiraba de nuevo por la ventana.
Nos queda un susto acojonante, cuando la vieja fantasma con camisón negro se aparece de repente, chillando al lado de Nora en una habitación del sótano... el supuesto fantasma de la vieja, resultó ser la casera espeluznante que era “ciega”, pero vaya susto.
El falso suicidio de Annabelle, esposa del anfitrión, era un plan llevado a cabo por ella misma que estaba compinchada junto a David, uno de los invitados para crear miedo entre los asistentes a la fiesta, y que Nora, asustada, matase al millonario anfitrión; y así, Annabelle y David podían heredar juntos la fortuna de su marido, cometiendo un crimen perfecto; pero llega un giro sorprendente final:
El anfitrión no estaba muerto, porque desde el principio fue consciente del plan de su mujer para matarle, ideando él mismo cómo matar a su mujer y a su amante, desde la escena de las pistolas.
En general, se puede decir que los personajes están bastante bien dibujados, especialmente el atormentado y a veces cómico dueño de la casa; pero el tratamiento que se le da tanto a la trama como al suspense planteado por Castle, es demasiado ingenuo hoy, como para constituir realmente un “thriller” adulto actual.
Es por esto que la escena final desenmascara a la película como lo que en el fondo es, una película de serie B muy limitada.
Pero de nuevo, estas anécdotas teñidas de encanto, proporcionan una dimensión entrañable al trabajo de Castle y Robb White, este último guionista habitual al que hay que reconocerle el mérito de unas historias directas y divertidas con mucha escasez de medios; y con respecto al paso del tiempo, donde más se nota es en la definición de personajes:
Jovencitas aterradas, aguerridos pilotos de carreras, esposas fatales, borrachines atormentados, misteriosos y elegantes millonarios…
Todos supeditados al tópico que los compone, y sin ninguna evolución en su trayectoria.
Como si de una obra de teatro clásico se tratase, House on Haunted Hill posee una estructura propia del teatro, donde los actores abordan sus papeles con una pasión exagerada que termina por resultar poco creíble.
No obstante, la distancia de los años otorga a esta faceta ese aire naif del que hablaba, convirtiendo los 70 minutos que dura, en un verdadero viaje a la nostalgia más pura; quizás con un sesgo de tristeza al comprobar que el cine de serie B actual, se deja en el tintero la iteración con el espectador, parte fundamental de la carrera de Castle.
No tanto en su sentido literal, sino más bien en la consideración de lo que desea el público al otro lado de la pantalla.
No nos tomen por tontos señores productores, queremos la magia del Séptimo Arte, su poder de evasión y evocación; porque House on Haunted Hill consigue trasladarnos a una fantasía macabra, donde todo luce siniestro, sin duda, gracias a la ambientación provista por esa mansión “art decó” que se erige desde el primer minuto en importante baza de la película.
Y resulta curioso que el guión esconda una trama gótica en su núcleo, cuando el entorno no podría intentar ser más distinto.
Nada de qué preocuparse, todos los tópicos y clichés terminan por ser divertidos; por no hablar que algunos de los cuales, y que ha día de hoy parecen abusivos, se pre-configuraron en cintas como esta.
¿Un grupo de personas atrapadas en una edificación maldita?
Por último, la música popular del tema, originalmente tenía letras inquietantes de Richard Kayne, pero solo la versión orquestal se usó en la película final.
Para que conste en acta, las letras son las siguientes:
“Hay una casa en Haunted Hill, donde todo está solo y quieto.
Solo y quieto y el fantasma de un suspiro.
Cuando susurramos adiós persiste encendido.
Y cada noche da un grito de corazón roto.
Hay una casa en Haunted Hill, donde el amor caminaba, hay un extraño escalofrío.
Extraño, silencioso…
Hay recuerdos que anhelan, que nuestros corazones regresen y una promesa que no cumplimos…
Pero nosotros nunca volveremos.
No, nunca volveremos a la casa en Haunted Hill”
“Annabelle, you'd do it again if you thought you'd get away with it, wouldn't you?”
Según el escritor científico, Terence Hines, los lugares fríos, los crujidos y los ruidos extraños, suelen estar presentes en cualquier hogar, especialmente en los más antiguos, y “esos ruidos pueden confundirse fácilmente con el sonido de pasos de personas inclinadas a imaginar la presencia de un difunto inquilino en su casa”
David Turner, un químico retirado, sugirió que “los rayos circulares” podrían causar que objetos inanimados se muevan de forma errática...
Ese tipo de iluminación, es un fenómeno eléctrico atmosférico inexplicable, y potencialmente peligroso, cuyo término se refiere a informes de objetos luminosos y esféricos, que varían desde el tamaño de un chícharo, hasta varios metros de diámetro.
Aunque generalmente se asocia con tormentas eléctricas, el fenómeno dura considerablemente más que el destello de un rayo de un segundo.
Muchos informes tempranos afirman que la bola eventualmente explota, a veces con consecuencias fatales, dejando atrás el olor a azufre…
Los datos científicos sobre el rayo esférico natural, siguen siendo escasos debido a su poca frecuencia e imprevisibilidad; y la presunción de su existencia, depende de los avistamientos públicos informados, que han producido resultados algo inconsistentes; y debido a las inconsistencias, y a la falta de datos confiables, la verdadera naturaleza de los rayos esférico siguen siendo desconocidos…
Por otra parte, el investigador escéptico, Joe Nickell, escribe que en la mayoría de los casos que investigó, encontró explicaciones plausibles para fenómenos inquietantes, como ilusiones físicas, sueños de vigilia y los efectos de la memoria.
Según Nickell, el poder de la sugerencia junto con “el sesgo de confirmación” desempeña un papel importante en la percepción de las apariciones.
El “sesgo de confirmación” es la tendencia a buscar, interpretar, favorecer y recordar información de una manera que confirma las creencias o hipótesis preexistentes de una persona; y afirma que a medida que se piensa que una casa, posada u otro lugar embrujado, se ve acosado y se reportan más y más encuentros fantasmales; y que cuando se les da a las personas que esperen eventos paranormales, tienden a notar aquellas condiciones que confirmarían sus expectativas.
El toxicólogo, Albert Donnay, cree que la exposición crónica a sustancias como el monóxido de carbono, los pesticidas y el formaldehído, puede provocar alucinaciones del tipo asociado con las casas embrujadas; y especula sobre la conexión entre la prevalencia de las lámparas de gas durante La Era Victoriana y los comienzos de las historias del siglo XX, de avistamientos de fantasmas, que lo describen como “El Síndrome de La Casa Encantada”
Donnay dice que el envenenamiento por monóxido de carbono, ha estado vinculado a casas encantadas desde al menos la década de 1920, citando un artículo publicado en 1921, sobre una familia que sufrió dolores de cabeza, alucinaciones auditivas, fatiga, melancolía y otros síntomas asociados con las casas embrujadas.
Otros especialista sugirieron que las apariciones percibidas, los puntos fríos y los toques fantasmales, son anomalías perceptivas causadas por variaciones en los campos magnéticos naturales, o creados por el hombre; sin embargo, un estudio realizado por el psicólogo Chris French y otros, no encontró ningún vínculo.
El profesor de psicología, Frank McAndrew, explica lo que los psicólogos ambientales llaman “legibilidad” que es la facilidad con que se puede reconocer un lugar, organizarse en un patrón y recordarse, y cómo una casa embrujada típica, puede tener un diseño confuso, y ser bastante diferente.
Lo contrario de la legibilidad.
Finalmente cabe decir que en una encuesta realizada en Gallup, en 2005, el 37% de los estadounidenses, el 28% de los canadienses y el 40% de los británicos, expresaron la creencia de que las casas podrían ser “embrujadas”

“Darling, the only ghoul in the house is you!”


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