The Most Dangerous Game

“God made some men kings, some beggars.
Me, He made a hunter.
My hand was made for the trigger”

El hombre ha pasado a lo largo de su historia por diversas etapas que lo han llevado del salvajismo a la civilización, pero cuál es entonces la diferencia entre estas 2, expliquémoslo de la siguiente manera:
En el salvajismo no hay reglas, implora la ley del más fuerte, aquí no existen las instituciones; en cambio, en la civilización existen las reglas, instituciones, hay civilidad y “respeto”, existe El Estado de Derecho.
En 1877, Lewis Henry Morgan publicaba su clásico de la antropología, “La Sociedad Primitiva”, en el que postulaba una suerte de evolucionismo de las sociedades humanas que se desplegaba en 3 fases principales:
Salvajismo, Barbarie y Civilización.
Esta teoría “morganiana” estaba claramente influida por Darwin y Spencer, y de alguna manera, el propio discurrir del tiempo histórico la ha puesto en entredicho, sin necesidad de acudir a sus numerosos críticos posteriores.
El simple hecho de que en la actualidad aún asistamos a situaciones y sociedades humanas como las que permiten la violación en grupo y el sometimiento de la mujer a ridículos “rituales de purificación”, habla bien a las claras de que el salvajismo y la barbarie persisten, y que no evolucionan por su propia naturaleza, ni siquiera por la ejemplaridad frente a formas superiores de convivencia.
En “La América Hispana”, la superior civilización española acabó con el canibalismo ritualizado, y La Inquisición se aseguró de reprimir todo tipo de prácticas mágicas y horrendas que pudieran surgir en el seno de sociedad hispano-católica.
Tras 200 años de independencia e influencia anglosajona, conocemos bandas juveniles y narcotraficantes que se dedican al asesinato ritual, e incluso al canibalismo.
De nada sirven las infantiles llamadas a la “humanidad” y la “educación” si éstas no van seguidas del palo.
¿Acaso creen que acabarán con esas bárbaras costumbres de La India, “paraíso espiritual para algunos”, manifestándose, llamando a la razón…
Los británicos gobernaron India, y extrajeron sus recursos.
Además, en nombre de la tolerancia y el respeto entre culturas, permitieron que los bárbaros hindúes mantuviesen sus costumbres, y cultura mística.
Y en esas estamos...
Teniendo que aguantarnos las arcadas cada vez que leemos barbaridades en la prensa… o en el cine.
La figura del psicópata en el cine, aún estaba dando sus primeros pasos cuando se estrenó “The Most Dangerous Game” en 1932, una adaptación de un relato corto de Richard Connell.
El relato original había causado furor, y se centraba en 2 hombres que luchaban a muerte en una remota isla, debido a que la obsesión por la caza de uno de ellos le había llevado a utilizar a seres humanos tras considerar que los animales no eran ya un reto…
¿Acaso eso tiene pinta de “Reality Shows” al que vemos como si fuera un programa más…
“Here on my island, I hunt the most dangerous game”
The Most Dangerous Game es una película de suspense y aventura, del año 1932, dirigido por Ernest B. Schoedsack & Irving Pichel.
Protagonizado por Joel McCrea, Fay Wray, Leslie Banks, Robert Armstrong, Noble Johnson, Steve Clemente, James Flavin, William B. Davidson, entre otros.
El guión es de James Ashmore Creelman, basado en la novela homónima escrita en 1924 por Richard Connell, siendo la primera versión de la película de esa historia.
Publicada ampliamente en antologías, es considerada el trabajo más conocido del autor, y una de las historias cortas, más antologizadas de todos los tiempos; que presenta como su personaje principal, a un cazador de New York que naufraga en una aislada isla en El Mar Caribe, donde es cazado por un aristócrata cosaco.
La historia es una inversión real de los safaris de caza mayor de África y Sudamérica que estaban de moda entre los ricos estadounidenses en la década de 1920; pero La película tuvo unos cambios:
EL protagonista llamado Rainsford, fue renombrado “Robert” en lugar de “Sanger” y  además se le añadieron a la historia otros 2 personajes principales:
Los hermanos Eve y Martin Trowbridge.
El filme fue producido por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, donde el tema de la caza y el sinsentido de la misma que se plantea en la obra, no debe ser tomado a la ligera; de hecho, los propios directores estaban en contra de la caza como elemento lúdico de la sociedad actual, creencia que les sirvió como motivación para implicarse de manera muy personal en la película; donde su principal valía es la creación de una tenebrosa atmósfera, y la caracterización desquiciada de un psicópata.
Esta caza del hombre por el hombre, expone al ser humano como el único animal capaz de encontrar placer con el asesinato, por lo que resulta muy interesante, a pesar de su simpleza argumental.
Como dato, la película fue coloreada inicialmente en 1992, y nuevamente usando tecnología mejorada en 2008, por Legend Films, en honor a su 75° aniversario, donde Ray Harryhausen trabajó en el diseño de color de la película.
Sin embargo, acotar que la película tenía originalmente 76 minutos de metraje, y algunas escenas de “gore” en exceso, fueron eliminadas tras el estreno, haciendo la película más corta, en 63 minutos.
El rodaje tuvo lugar de noche, y en los mismos escenarios donde 1 año después se estrenaría “King Kong” (1933) probablemente debido a los efectos especiales que se requieren más tiempo; de hecho se usaron 2 de los mismos actores:
Fay Wray y Robert Armstrong; y al ser ambas películas filmadas en simultáneo, “King Kong” se rodó de día.
Es por ello que varios de los técnicos, como:
Cooper, Creelman, Schoedsack y Steiner; como los actores:
Wray, Armstrong, Noble Johnson y Steve Clemente, aparecen también en ambos títulos.
Pero The Most Dangerous Game se rueda en California, en Rancho Palos Verdes, Long Beach, San Pedro Bay y Redondo Beach; y en los platós de RKO Studios, con un presupuesto de $200.000; donde la mayoría de los decorados de pie de “King Kong” (1933) se usaron en la realización de esta película, incluida la puerta, que finalmente se quemó en la secuencia “Quema de Atlanta” de “Gone With The Wind” (1939)
La acción inicia en el mar, mientras un grupo realiza una travesía por un canal de la costa occidental de Sudamérica, a bordo de un yate de lujo, El Capitán empieza a preocuparse por el hecho de que las luces que marcan la presencia de las rocas, no aparecen en el mapa; sin embargo, el resto de los pasajeros le convencen de seguir con la ruta establecida.
Entre estos se incluye Robert “Bob” Rainsford (Joel McCrea)
Tiempo después, el navío colisiona con una roca, provocando una explosión cuando el agua inunda la sala de calderas.
En consecuencia, sobreviven 3, entre ellos el propio Rainsford, pero 2 fallecen devorados por tiburones.
Tras avistar una exuberante isla en el horizonte, Bob se dirige hacia ella.
La isla es el lugar que da visibilidad al espacio indefinido en el que habitan la perversidad y la brutalidad humanas; y junto a ellas se hallará la locura, los afanes de matar, los deseos sanguinarios y las pasiones sádicas.
Pero también oculta en el silencio de su lejanía, muestra los extremos a los que puede llegar la monstruosidad humana.
Una vez allí, Bob llega a un lujoso castillo, donde es recibido por un expatriado ruso, El Conde Zaroff (Leslie Banks), que es un entusiasta de la caza al igual que el náufrago.
Zaroff, es aficionado a la caza mayor, que fue herido en la cabeza por un búfalo en África.
El accidente le dejó secuelas físicas en el rostro y mentales; y mediante la manipulación de las señales marítimas, él provoca naufragios frecuentes.
Zaroff es de media edad, se ha criado en Crimea, es de ascendencia cosaca, y alcanzó el grado de General Zarista.
Es culto, aficionado a la lectura, y toca bien el piano; pero es mentiroso y obsesivo.
Contrapone a Zaroff el personaje de Bob Rainsford:
También aficionado a la caza; estudioso del tema y autor de varios libros famosos de aventuras de caza; pero para él, la caza es un deporte sometido a reglas y limitaciones, un juego reglado, y una afición sujeta a plazos, control de armas y licencias.
En ocasiones, duda de que sea un deporte legítimo, y no acepta su validación en base a hechos naturales, como la conducta de la fauna depredadora.
Situado en la isla, y sometido a condiciones específicas, Bob se comporta de un modo asimilable al de su antagonista:
Monta trampas malayas, trampas de tigre y otras, con lo que demuestra que en el interior del alma humana, incluso en la de las personas pacíficas e inocentes, se ocultan instintos capaces de impulsar conductas tan brutales como las simbolizadas por el arco tártaro, la rueda de las torturas, la sala de los trofeos, la tenebrosa casa gótica, etc.
Es entonces cuando Rainsford conoce a un grupo de personas que han corrido su misma suerte:
Eve Trowbridge (Fay Wray), y su hermano Martin (Robert Armstrong), los cuales estaban acompañados por 2 marineros que, por razones que ellos desconocen, están desaparecidos…
Durante esa misma noche, Zaroff revela su pasión por la cacería, y cómo mató a un búfalo africano, pero tras admitir que empezó a aborrecer el deporte, decidió crear “el juego más peligroso” en su isla, un juego en el que ahora Rainsford deberá tomar parte para sobrevivir.
Así, Zaroff le ofrece a Rainsford un trato que literalmente no puede rechazar:
Escapar de ser asesinado por El Conde por burlarlo durante varias horas, y él queda en libertad.
Tras la muerte de su hermano, Eve elige acompañar al intrépido cazador en su viaje a través de ajustes impenetrables de la selva, donde nacerá también el romance entre ellos.
¿Podrá la experiencia deportiva de Robert, salvarlo de las artimañas de Zaroff?
The Most Dangerous Game es una película que sorprende por el perfecto encajamiento de las técnicas cinematográficas con la historia que narra, teniendo en cuenta que la película es de 1932, donde se destaca en el uso de la profundidad de campo, de los decorados, del “travelling”, perfectos encuadres, acertado uso del sonido y de la música, impecable combinación de planos largos y primeros planos, dominio del espacio y del tiempo...
Con un castillo transilvano en medio del Pacífico, piedras humeantes, ambientes lóbregos, mazmorras, la horrorosa sala de los trofeos, una isla misteriosa, pantanos espantosos, magníficamente recreados en un estudio, naturaleza peligrosa, abismos, selvas...
También desde lo técnico hay que destacar la utilización de varios “travellings” con la intención de acentuar el carácter malsano y opresivo que se respira en el filme; al tiempo que los directores saben usufructuar muy bien la utilización de las cámaras, siempre colocadas en lugares estratégicos como para que el relato sea más estimulante desde el aspecto estético-visual.
Porque la historia es macabra y siniestra de principio a fin, además es opresiva y amenazante en gran parte del metraje, gracias a un ágil ritmo narrativo con el cual se despliega una aventura terrorífica de supervivencia, que deja de trasfondo algunas moralejas ecologistas, que invitan a reflexionar en forma crítica sobre las conductas humanas en las cacerías por deporte.
Y es que en parte, el argumento propone que el espectador se ponga en el lugar de la presa, que debe correr por su vida en desigualdad de condiciones; y para ello se desarrolla una trama en donde es el ser humano que en forma vil, decide salir a cazar a su misma especie, porque ya no le basta con matar a seres inferiores.
Una historia sumamente enfermiza y perversa en su contenido; y llena de sexualidad oculta.
En el fondo, es una de las mejores y más literarias películas de los grandes días del terror, es especialmente eficaz en su gradación de las palabras a los hechos, con esa larga, feroz y bellamente fotografiada secuencia de caza, en la que la presa humana triunfa empleando irónicamente toda su habilidad animal.
Todo esto se cuenta en una película muy sencilla, cuyo metraje apenas supera la hora de duración, pero es también una de las más intensas muestras de cine comercial de la época, en cuanto a su tratamiento de las secuencias de acción y todo un placer para aquellos seguidores de ese exotismo fantasioso que sólo en la ficción se puede dar.
Por todo ello, probablemente debido a los efectos especiales que se requieren fue una película pionera en muchos aspectos:
En primer lugar, por poseer unos efectos especiales alucinantes, teniendo en cuenta que el filme se realizó en 1932; y en segundo lugar, el guión está repleto de interesantes reflexiones acerca de la naturaleza humana y sus contradicciones, sin olvidarnos del mensaje final...
Sin olvidar el realmente fascinante elenco principal, Wray, McCrea y Banks, que lograron actuaciones de primera clase; y una suprema banda sonora de Max Steiner.
“We'll have capital sport together I hope”
La historia del cine ha demostrado en innumerables ocasiones, la injusticia patente en muchas películas que permanecen en el olvido, bien porque quedan eclipsadas por otras de mayor calado, destinadas desde el principio a figurar entre esas películas que reciben el aplauso de crítica y público; o bien por su condición de “filme maldito” en la época en la que se estrenó.
Rescatada por las mentes cinéfilas más inquietas, la razón por la que The Most Dangerous Game no haya sido considerada hasta hace poco tiempo, “una obra de culto” estriba en los 2 factores citados:
Por un lado, su codirector es recordado por esa obra magna que es “King Kong” (1933) realizada en simultáneo con The Most Dangerous Game, pero mucho más ambiciosa en sus pretensiones, y mucho más reconocida.
Con lo cual, The Most Dangerous Game se ha visto, en comparación, empequeñecida y valorada por un sector bastante más selecto.
Y por otro lado, lo insólito de la propuesta del filme que nos ocupa, era demasiado subversivo como para hacer sombra a otros monstruos más acordes con el gusto del público de la época, sobre todo los de Universal.
Así las cosas, los productores, Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper, conformaron una de las duplas más peculiares de la historia de Hollywood.
Mientras que Cooper ofició como piloto durante La Primera Guerra Mundial, Schoedsack fue camarógrafo de un noticiero donde pronto se destacaría por su valentía.
Los caminos de ambos se cruzarían una vez finalizado el conflicto bélico, dando vida a una lucrativa sociedad que se mantuvo en pie durante varios años.
Siempre en la sombra, y como segundo de a bordo de numerosos proyectos, Ernest B. Schoedsack compuso una filmografía que se sirvió de la ficción de género, para extrapolar los terrores nocturnos de un Estados Unidos en bancarrota, un país deslavazado por La Gran Depresión y expectante por el destino de la vieja Europa.
Las consecuencias del Crack del 29, despertaron la creatividad de una serie de autores que, valiéndose de propuestas de terror que se erigieron como universales, edificaron un mundo de fantasías siniestras, donde los monstruos cohabitaban con el temor y la hesitación.
Un cine que representaba la solidificación de los fantasmas del pasado, donde no solo había cabida para las políticas sociales y financieras, o el panorama bélico coetáneo, sino también para la principal piedra sobre la que se construyó un universo desigualitario:
El Imperialismo, o cómo el mundo occidental engulló todo lo que le rodeaba como sinónimo de poder y estrategia.
Schoedsack, al igual que su amigo y compañero Merian C. Cooper, con el que completaría un carrera llena de éxitos, siempre se mostró muy interesado en ese proceso erosionante, donde se enfrentaban naturaleza y progreso, ingenuidad y burocracia; por lo que ambos quisieron dar un paso más en sus meteóricas carreras, y le ofrecieron a RKO Radio Pictures, un proyecto protagonizado por un simio gigante que pasaría a la historia:
King Kong.
Sin embargo, su calado presupuestario generó incertidumbre en el estudio, por lo que antes de todo ello, RKO encargó al dúo de productores, un trabajo más modesto, tangente a la serie B, tanto en formas como en inherencia, que llegó a ser titulado como “The Most Dangerous Game”, y en esta ocasión, con Schoedsack compartiendo el timón directoral con Irving Pichel.
Así se creó una de las joyas de la mítica productora RKO, a caballo entre el género de terror y el de aventuras, que resulta clave por presentar a un “monstruo” enteramente humano, en un tiempo en el que estaban de moda los seres sobrenaturales como “Dracula” y “Frankenstein” de Universal.
Y es que The Most Dangerous Game es también una película bastante influyente, cuya sombra se ha venido proyectando sobre todas aquellas producciones que han trabajado sobre la premisa paradójica del “cazador cazado”
Al tiempo recordar que las películas de la década de 1930, a menudo presentaban mundos imaginarios y exóticos, traídos a la vida en escenarios de sonido; por lo que para nosotros, hoy en día, los decorados son “irreales”, creaciones de imaginación limitada y presupuestos limitados.
Pero la mayoría de esas películas, están justificadamente en el rango B; y algunos no lo son, y entre ellos se encuentra este relativamente poco visto filme.
Aquí, Schoedsack y Cooper venían medios apretados con los números del presupuesto, ya que los decorados construidos para el proyecto que estaban rodando inicialmente, el megaclásico “King Kong”, les habían salido muy caros, y decidieron montar de apuro, una segunda película para recuperar costos, utilizando los mismos sets; así fue como filmaron de noche este filme, mientras que el día, lo dedicaban a seguir elaborando la inolvidable aventura del simio gigante.
Y tanto sería el talento de este equipo, que la película de relleno terminó por convertirse también en un clásico por mérito propio.
El guión de James Ashmore Creelman, adaptó una historia de Richard Connell, con algunos diálogos brillantes acerca de la dicotomía entre salvajismo y civilización que afecta al ser humano.
El filme, de ritmo absolutamente impecable, se beneficia de un excelente diseño de producción, destacando el lujoso, a la vez que lúgubre, interior de la fortaleza de Zaroff, y la reconstrucción de unos escenarios de densa jungla.
La gran fotografía de Henry Gerrard, que remite al cine expresionista, y la sobresaliente partitura de Max Steiner, completan un conjunto realmente estimulante; donde la estética es estupenda, fiel reflejo de la influencia “draculiana”
La acción tiene lugar “en tiempo actual”
En 1932, un yate de lujo navega a través de un canal frente a la costa occidental de Sudamérica; donde El Capitán está preocupado por las luces del canal que no coinciden con las listas, pero los pasajeros adinerados lo disuaden rápidamente de cambiar de rumbo por el tiempo, incluido el famoso cazador de caza mayor, y autor Bob Rainsford.
Es una noche tranquila, con los alegres pasajeros que se relajan tomando unas copas y un juego de cartas; donde Bob y sus compañeros están debatiendo si la caza es en absoluto deportiva para el animal que está siendo cazado, después de que un amigo le pregunta, si intercambiaría lugares con un tigre que había cazado recientemente en África.
Bob responde que hay 2 tipos de personas en el mundo:
Los que cazan, y los que son cazados.
De pronto, la nave encalla, causando que la nave naufrague violentamente.
El agua inunda la sala de calderas, lo que hace que el barco explote, y se hunda en el canal.
Rainsford y otros 2 logran escapar y aferrarse a los restos, pero los otros sobrevivientes son devorados por tiburones.
Bobo nada a una pequeña y exuberante isla llamada Isla Baranka; y al vagar por la jungla, ve que las luces del canal de la costa cambian, y sospecha que el barco se desvió deliberadamente hacia su destino; al tiempo que se topa con un lujoso “chateau”, donde se convierte en el invitado del expatriado ruso, El Conde Zaroff, un colega entusiasta de la caza.
Pero Zaroff comenta que la desgracia de Rainsford no es infrecuente; de hecho, 4 personas de un naufragio anterior, aún están con él:
Eve Trowbridge, su hermano Martin y 2 marineros.
Esa noche, Zaroff presenta a Rainsford a los Trowbridge, y revela su obsesión por la caza; y cuenta que durante una de sus cazas, un búfalo del Cabo le infligió una herida en la cabeza.
Eventualmente se aburrió con el deporte, para su gran consternación, hasta que descubrió “el juego más peligroso” en su isla; a lo que Rainsford le pregunta si quiere decir tigres, pero Zaroff lo niega…
Más tarde, Eve comparte sus sospechas de las intenciones de Zaroff con el recién llegado...
El Conde llevó a cada marinero a ver su sala de trofeos, en días diferentes, y ambos han desaparecido misteriosamente.
Ella cree que su anfitrión es responsable, pero Bob no está convencido.
Entonces, Martin también desaparece.
En su búsqueda por él, Rainsford y Eve terminan en la sala de trofeos de Zaroff, donde encuentran la cabeza de un hombre montada en la pared.
Entonces, Zaroff y sus hombres aparecen, llevando el cuerpo de Martin...
Zaroff espera que Rainsford vea el asunto como él, y se siente gravemente decepcionado, cuando Bob lo llama “loco”
Él decide que, como Bob se niega a ser un compañero de caza, debe ser la próxima presa; y si él puede mantenerse vivo hasta el amanecer, Zaroff le promete a él y a Eve su libertad.
Sin embargo, nunca ha perdido el juego de lo que él llama “ajedrez al aire libre”
Eve decide ir con Rainsford, y los 2 logran inicialmente evitar a Zaroff y sus perros; pero finalmente son atrapados por una cascada.
Cuando Rainsford es atacado por un perro de caza, Zaroff dispara, y el joven cae al agua...
Zaroff lleva a Eve a su fortaleza para disfrutar de su premio, sin embargo, fue el perro quien recibió un disparo, no Rainsford; y éste aparece mientras Zaroff toca el piano por placer.
Zaroff dice que Rainsford lo golpeó, y le dio la llave del cobertizo para botes, pero Rainsford lo descubre sosteniendo un arma detrás de su espalda.
Ambos luchan, luego sus secuaces se meten, donde Bob los mata e hiere mortalmente a Zaroff.
Mientras Rainsford y Eve se alejan en un bote a motor, el moribundo Zaroff intenta dispararles; y sin éxito, sucumbe a sus heridas, cayendo de una ventana, sirviendo como alimento de sus frenéticos perros de caza.
The Most Dangerous Game tiene como principal atractivo, a un psicópata tremendamente loco, un aristocrático en decadencia, que preside un castillo insular custodiado por guerreros cosacos; que personifica el arquetipo de villano de género, pero ajustado al presente cronológico.
Este noble venido a menos, rige un microuniverso donde se rechaza a lo foráneo, transformado en un simple trofeo que premia una actitud tan pueril como atávica.
Una coyuntura que conecta con la reflexión anterior sobre la anatomía ideológica que acompañó a las ententes colonizadoras de las naciones europeas.
La imagen de Zaroff, como un hombre inteligente y dotado para las artes, paradójicamente encaja con la visión ulterior del gran caudillo del siglo XX, Adolf Hitler, representación paradigmática del miedo.
Y a este apelan Pichel y Schoedsack como eje narrativo, con un acurado manejo de la tensión.
Los realizadores remarcan su comodidad en el empleo del plano americano como modo de desnudar las personalidades de los roles cabeceros:
Héroe y malvado, a los que se le une una sensacional Reina del Grito; pero sin vacilar en la utilización del plano general, para ofrecer un mayor dinamismo en la puesta en cuadro.
El resultado, como no podría ser de otra manera, es una escenificación de la aventura pura, basada en una sincronía entre los resortes narrativos, su carácter lúdico y el espíritu paradójico que exhala el metraje.
Liviandad que no está reñida con una ortodoxia en la realización que subraya el talento de Schoedsack para, a través de lo aparentemente mundano o manido, transfigurar un libreto exiguo, en una historia extraordinaria.
Y la prueba la encontramos en el lirismo de su epílogo:
Una escena que en texto plano está subyugada por el convencionalismo pero que, gracias a la maestría de su director, se eleva como un broche mágico que justifica al cine como un mecanismo que se declara vencedor ante la muerte.
Una salvaguarda también válida para un noble, cuya alma sigue vagando en la ficción del hoy y del mañana, tanto en la ficción como en la realidad.
Y es que estamos ante un título que surgió antes de que El Código Hays entrase en vigor, por lo que The Most Dangerous Game pudo tratar abiertamente ciertos temas escabrosos, lo cual provocó que luego fuese sepultada durante varias décadas, negándose a sus productores, cualquier posibilidad de ser reestrenada durante mucho tiempo.
Por suerte, para todos, eso no ha impedido que pase a la posteridad como la primera gran película de Hollywood sobre el tema que ahora nos ocupa.
Es en este marco temático, que es posible distinguir ciertos guiños a la sexualidad de algunos de los personajes, cuya inclusión no hubiese sido posible tras la aplicación del Código Hays en el año 1934; porque dicho código establecía la suspensión de toda producción que bajara el estándar moral del espectador, y además, censuraba cualquier tipo de descripción de perversiones sexuales o conductas lascivas.
En el caso particular del Conde Zaroff, él actúa como si estuviera constantemente excitado, lo que se refleja en la forma como juguetea con su cigarrillo y en su particular tono de voz.
Entre sus líneas de diálogo se pueden encontrar frases como:
“Solo luego de matar, el hombre puede conocer el verdadero éxtasis del amor”, lo que refuerza la idea que el personaje cree que la violencia está fuertemente ligada al sexo.
Una carga sexual aún mayor, puede ser encontrada en el personaje interpretado por Fay Wray, quien no estaba presente en la historia corta original.
En el relato de Connell, la confrontación entre Rainsford y Zaroff era básicamente una batalla por la sobrevivencia; mientras que en el film, pese a que su personaje exhibe una actitud más bien pasiva durante la cacería, su presencia cambia el sentido del duelo entre los cazadores, ya que comienzan a actuar como 2 animales que luchan por la posesión de una pareja con quien aparearse.
De hecho, poco antes de que Zaroff deje ir a sus invitados en dirección a la selva, para posteriormente ser cazados, señala que “la hembra no debe ser asesinada”, insinuando que luego de capturar y asesinar a Rainsford, él pretende abusar sexualmente de Eve.
Mientras que la primera mitad del film, bien podría encasillarse dentro del género del horror gótico, tanto por su estética como por los diversos paralelismos que Zaroff presenta con personajes como Drácula, como por ejemplo, el hecho que ambos sean aristócratas que residen en lúgubres castillos, y que el primero se describa a sí mismo como un hombre que “duerme de día y caza de noche”; la segunda mitad es un “thriller” de sobrevivencia, cuyo escenario es el primitivo mundo de la jungla.
En ese sentido, Rainsford no es una víctima pasiva, y pese a la promesa que será liberado si puede eludir a su captor, él está decidido a luchar por su vida, exponiendo la hipocresía de Zaroff, quien no está dispuesto a jugar limpio.
Esto marca otra línea temática dentro del relato que resulta interesante analizar:
Si la emoción de la persecución es lo único que motiva al villano, entonces sería justo asumir que el aburrimiento que le provoca la caza tradicional, es lo que lo ha empujado a la locura.
Por tanto, el sádico Conde está experimentando una suerte de crisis existencial.
El tema de la existencia y su significado, siempre ha sido una parte vital del género del horror; por ejemplo, mientras que Drácula explora el horror de vivir para siempre, el monstruo de Frankenstein enfrenta el horror de haber nacido sin pedirlo.
En The Most Dangerous Game, Zaroff enfrenta una gran paradoja; si nuestras metas y ambiciones son lo único que le da significado a nuestra vida:
¿Qué sucede cuando las alcanzamos?
¿Debemos establecer otras metas y ambiciones?
¿Pero qué sucede si también alcanzamos esas nuevas metas?
Y si no logramos nuestros objetivos:
¿Eso nos convierte en fracasados?
The Most Dangerous Game no ofrece respuestas sencillas, pero si logra que el espectador al menos se cuestione algunas de estas interrogantes que buscan explicar el psicopático comportamiento de Zaroff.
Una de las mejores formas de introducir a un villano, es equipararlo lo máximo posible al héroe de la función, con la diferencia esencial de que cada uno de ellos decide aplicar su ideología de forma completamente opuesta.
Eso es algo que The Most Dangerous Game ya hereda del relato de Connell, aunque la cinta de Irving Pichel y Ernest B. Schoedsack tiene su diferencia:
Dejando de lado el efectivo prólogo, la diferencia más sustancial es la introducción de 2 hermanos que están viviendo en la mansión de Zaroff, a la espera de poder abandonar su isla.
Uno de ellos es un borrachín bastante molesto, que llega a crear el deseo en el espectador de que tiene que ser eliminado de una forma u otra, lo cual podría verse como una solución audaz, para que nos identifiquemos más con el asesino, pero a la hora de la verdad, no fue más que una imposición del productor, quien quería así criticar la excesiva glamurización del alcohol en el cine...
Más efectiva resulta la presencia de Fay Wray, quien aparecería en la mítica “King Kong” (1933), aquí interpretando a Eve, el evidente objeto de deseo de los protagonistas; esto se haría más patente en posteriores adaptaciones del relato de Connell, que a la hora de la verdad, bebían más de The Most Dangerous Game que del original literario.
Así se logra profundizar un poco más en su rivalidad, y alargar el metraje; por lo que conviene recordar que ya de por sí, apenas supera la hora de duración; sin hacer grandes sacrificios a cambio.
Pero no todo es tan típico:
La trama de la película sí hace un esfuerzo por desmontar algunos preceptos masculinos que en ese entonces eran considerados naturales, y que aquí se cuestionan, tales como la caza por deporte, y su insinuación de poder del hombre sobre la naturaleza; una idea aquí revertida que hace que el protagonista termine poniendo en tela de juicio su propia actitud.
Las dudas sobre Zaroff no tardan en disiparse, dando paso a un interesante duelo dialéctico con el héroe interpretado con convicción por Joel McCrea, pero a la hora de la verdad, es indiscutible que el único personaje con capacidad para fascinar al público, es nuestro malvado psicópata, quien considera que no hay diferencia alguna entre cazar animales o humanos, siendo ahí donde surge la confrontación, ya que por lo demás, defienden ideas muy similares.
Pichel y Schoedsack no dudan en reforzar todo lo posible la autoridad de Zaroff, el plano de presentación o ese “travelling” escaleras abajo que acaba con un primer plano de Banks; pero será durante la cacería cuando echen el resto, y consigan que The Most Dangerous Game siga funciona como un perfecto mecanismo de relojería, cuando se abandona el tono pausado en beneficio de un vertiginoso aumento del ritmo, con cambios de plano mucho más rápidos; incluso hay algún momento en el que debió usarse la aceleración de la imagen...
Se consigue así, que el espectador se sumerja en el frenesí de la caza, pero sin dejar de lado el enfrentamiento intelectual entre héroe y villano, con el segundo anticipando en todo momento los movimientos del primero, y sabiendo siempre cómo reaccionar ante cualquier adversidad.
Sólo al final, habrá sorpresas, repleto de imágenes poderosas gracias al trabajo de ambientación, reutilizado en “King Kong”, y a la dirección de Pichel y Schoedsack.
El clímax de persecución magistralmente rodado e inusualmente intenso para la época, con su sucesión de planos rápidos y creciente peligro, algo que resalta mucho más teniendo en cuenta que, hasta ese momento, la trama se había sostenido principalmente a través de diálogos; se ve con el corazón en un puño, siendo de un prodigio absoluto, junto a la música de Max Steiner que acompaña a las imágenes de forma trepidante.
Y es que The Most Dangerous Game plantea una de las ideas más crueles, por su conexión con nuestra realidad, que ha dado el cine fantástico:
El hecho de que el ser humano se reduzca a su condición animal, al igual que lo hace cada día cualquier ser vivo que acaba en nuestra mesa del comedor; aunque esta idea nos la muestra cualquier película en la que los protagonistas ocupan el último escalón de la cadena alimenticia; véase “Jaws” (1975) o cualquier filme de bichos gigantes de los 50; la novedad aquí está en que el sujeto de la amenaza es otro ser humano, con lo cual estaríamos más cerca de “The Texas Chainsaw Massacre” (1974)
Solo que aquí, el psicópata, como buen cazador, ha sustituido la sierra mecánica por el arco y la escopeta; y por supuesto, tiene mucha más clase que cualquier miembro de la familia de Leatherface, algo que lo emparenta más con Hannibal Lecter; y está más cercano al Conde Drácula, con esa extraña hospitalidad con la que recibe a sus huéspedes, la elegancia de sus modales; incluso en alguna coincidencia de su hábitat, la interminable escalera circular que sube a los dormitorios; que, como con aquél, no está exento de algún que otro secreto escondido en alguna de sus habitaciones, como la sala de los trofeos.
Pero en este juego de coincidencias, encontramos una diferencia fundamental que es lo que la convierte en una obra memorable:
El horror no proviene de lo sobrenatural, sino de la naturaleza humana misma.
Es decir, con un punto de partida propio de los filmes de terror clásico:
La llegada a un lugar desconocido, con su impenetrable castillo gótico, y con una escenificación aún más artificiosa, se ha realizado una película en la que en ningún momento se ha cuestionado la realidad de los hechos.
Nos encontramos ante el Drácula más real que nunca nos haya ofrecido la historia del cine, con el Drácula que somos nosotros mismos.
Pero también esta es una película de aventura, de acción y supervivencia, básicamente basada en el duelo de actores entre la gran estrella del “western” Joel McCrea, y el shakesperiano Leslie Banks.
Banks crea un villano memorable, que sin duda fue inspiración para muchos otros.
Su Zaroff es hombre de acción, pero refinado, cosmopolita y más loco que una cabra senil.
Quizás sea el primer psicópata simpático de la historia del cine.
Mientras que McCrea es muy creíble en las escenas de acción, y ofrece una buena réplica a Banks, pero ni mucho menos supera la brillante actuación del actor británico.
El enfrentamiento a vida o muerte entre los protagonistas, es de una fuerza arrolladora, entremezclando inteligencia y los más salvajes instintos primarios en un todo convulso; con furiosos “travellings” entre la espesura, transmiten toda la locura homicida de la caza, el horror de ser perseguido hasta la muerte, etc.
Y Rainsford, que sintiéndose acosado, aún encontrará tiempo para razonar:
“Esos animales que yo cacé, ahora sé cómo se sentían”, al tiempo que le hemos oído hablar anteriormente de su trabajo, la caza, la cual defiende como deporte en una discusión con un doctor que le increpa con respeto, pero sin sensiblerías:
“A la bestia de la jungla, que solo mata para comer, la llaman salvaje.
Y al hombre, que caza por deporte, lo llaman civilizado”
Y es no olvidar que Rainsford es un cazador, y como él mismo afirma:
“Jamás va a cambiar”
Todos estos apuntes magistralmente instalados al principio de la película, ayudan no solo a conocer de manera rápida a cada uno de los personajes, sino que nos muestran de manera directa, el problema moral al cual deberá enfrentarse Rainsford.
Él descubrirá en sus propias carnes, lo que sienten esos pobres tigres a los que él mata simplemente por placer; y se supone que hay que simpatizar y, aún peor, empatizar con semejante esperpento... pero es el hecho que comparte el gusto por la caza de Zaroff, al igual que la creencia que sus eventuales presas disfrutan ser empujadas a su muerte; lo que provoca que no lo juzguemos mal al final...
¡Perdón!
Por su parte, el personaje de Eve Trowbridge, interpretada por Fay Wray, se introdujo para dar mayor carga dramática al enfrentamiento entre Zaroff y Rainsford y, por qué no, para introducir un elemento sexual en todo el fregado, pues el propio Zaroff lo comenta en varias ocasiones, en clara alusión a lo que va a pasar si termina venciendo en su macabro juego.
Wray, es empleada aquí como damisela en apuros, y reclamo femenino que, por supuesto, termina siendo codiciada sexualmente por el villano, y cuya imagen gritando en medio de la selva, enfundada en un vestido rasgado es, en sí misma, un arquetipo del cine de entonces.
The Most Dangerous Game significó el debut en el cine de Leslie Banks, como un caricaturesco pero a la vez siniestro personaje, cuya caracterización fue una constante de este tipo de historias hasta hace relativamente muy poco:
Fuerte acento extranjero, pervertido sexualmente, y con algún tipo de cicatriz o deformidad.
Banks es, sin lugar a dudas, la presencia más intensa de la película, y su memorable actuación, lo encasillaría en roles de villano durante muchos años.
Como dato, fue durante La Primera Guerra Mundial, que Leslie Banks sufrió una lesión desfigurante que paralizó el lado izquierdo de su cara; pero nunca dejó que esta lesión interrumpiera su carrera, y regresó al escenario después de su liberación del servicio en 1918, y en 6 años, fue una estrella internacional de teatro.
Como uno de los actores británicos más populares en Broadway durante la mayor parte de la década de 1920, desde su aparición en la producción de “Peter Pan” en 1924, como El Capitán Hook, esta limitación física fue aprovechada por los directores, quienes enfocaban su perfil derecho cada vez que querían que Zaroff se mostrara como un hombre civilizado, encantador, e incluso algo compasivo.
Muy por el contrario, cuando el rostro del villano es enfocado en su totalidad, deja en evidencia su naturaleza dual, despiadada y megalómana.
Como se citó, un personaje deudor en muchos aspectos del Drácula de Tod Browning, aunque de mayor calado psicológico.
Banks por su parte, logra convertir a Zaroff en un personaje particularmente escalofriante, quien constantemente está tocándose la cicatriz que recorre su frente, y que simboliza su fragmentada personalidad; y su elección para dar vida a Zaroff, se revela como un acierto indiscutible, algo especialmente valioso si tenemos en cuenta que fue su primer papel en el cine sonoro.
Es obvio que su herida de guerra en la cara, resulta esencial para dar ese aire siniestro que necesitaba el personaje, pero Banks esquiva todo exceso en beneficio de una actuación fría y contenida, aunque luego es capaz de helarnos la sangre, únicamente a través del uso de sus expresivos ojos, atención sobre todo al tenso duelo de primeros planos con el protagonista.
Y es que Zaroff es la versión cinematográfica de esa figura familiar de la literatura rusa, el aristócrata eternamente aburrido, cuya anomia solo puede ser derrotada por desviaciones extremas.
En el caso de Zaroff, resulta que él, un hábil cazador desde la infancia, solo es llevado a una vida vibrante al acechar y matar a la presa más peligrosa:
El Ser Humano.
Irónicamente, Zaroff es por supuesto malvado, pero también es extrañamente comprensivo.
¿Qué hay que hacer cuando puede comprar cualquier cosa, y solo la caza más extraordinaria le traerá felicidad?
En ese sentido, su sala de trofeos se hace comprensible, su diversión sangrienta es casi “simpática”; y Banks es muy efectivo en este papel, donde se mueve entre la cultura y la carnicería.
Sin embargo, El Conde Zaroff dice ser un cosaco; pero en la realidad, los cosacos eran famosos por su igualdad dentro de las filas; y no tenían títulos.
Y si Zaroff no resulta tan inquietante de entrada, Pichel y Schoedsack intentan despistarnos un poco, y centran el foco en Ivan (Noble Johnson), el temible criado de Zaroff, que parece estar deseando aniquilar a los protagonistas.
Tan efectiva resultó su presencia, que en RKO no dudó en repescar a Johnson para el rodaje de “A Game of Death”, segunda y no especialmente inspirada adaptación cinematográfica del relato de Connell, en la que se llegaron a reutilizar planos de The Most Dangerous Game para reducir costes.
Curiosamente, Noble Johnson era un afroamericano de múltiples talentos que fue amigo de la infancia de Lon Chaney; siendo esta la primera instancia conocida de un actor negro que trabaja como blanco, para interpretar a un personaje originalmente caucásico.
Por otra parte, la figura del borracho Armstrong, es un elemento requerido del guión, y se supone que debe ser molesto; pues en el momento en que se estrenó esta película, la prohibición todavía estaba vigente, pero la ley fue ampliamente ignorada.
El productor, Merian C. Cooper, se mostró muy crítico con el consumo de alcohol y con la glamurización de la embriaguez en las películas; al tiempo que el deleite de Zaroff en sus hazañas de caza, también fue deliberada más allá de las necesidades de la historia, minimizando su glamour en otras películas de la época.
Recordar que esta película fue estrenada antes de que El Código Hays fuera ampliamente aplicado; y como resultado, tanto Joel McCrea como Fay Wray, lograron escapar usando relativamente poca ropa en comparación con otras películas de la época.
En pocos años, sin embargo, la película sería considerada “indecente y demasiado reveladora”, tanto que se prohibió su relanzamiento, y no se mostró públicamente durante varias décadas.
La única pena que queda, es que RKO decidió recortar 15 minutos del metraje original de la película, por las reacciones que hubo durante los pases de prensa hacia ciertas escenas especialmente escabrosas, que habrían reforzado aún más la bestialidad del psicópata Conde; pero quedan pequeñas muestras de ello en la parte ambientada en la sala de trofeos, y a veces sugerir es mejor que mostrar, pero considero que incidir más en ello, hubiese mostrado más de la perturbadora personalidad de Zaroff, sin la necesidad de que Banks hiciese nada más que estar allí explicando lo que hay a su alrededor… por lo que The Most Dangerous Game es hija de su época.
Las escenas de la sala de trofeos, de hecho eran mucho más largas en la versión preliminar de 78 minutos:
Había más cabezas en jarras, también había un marinero demacrado, relleno y montado junto a un árbol donde fue empalado por la flecha de Zaroff; y otra figura de cuerpo completo rellena, con los cuerpos de 2 de los perros de caza montados en un agarre mortal.
Las audiencias de vista previa, se encogieron y se estremecieron ante la cabeza en la botella, y las cabezas montadas, pero cuando vieron las figuras montadas y escucharon el diálogo de Zaroff que describía en detalle, cómo había muerto cada hombre, comenzaron a dirigirse hacia la salida, por lo que estos disparos desaparecieron…
¡Que lamentable!
Como dato, algunos de los gritos de los marineros cuando el barco se hunde, son los mismos gritos de los marineros en “King Kong” (1933), cuando Kong los sacude del tronco… y los perros de Zaroff, eran grandes daneses cedidos por Harold Lloyd; que si bien son grandes, los grandes daneses no son especialmente amenazadores, por lo que su piel fue posteriormente oscurecida, y fueron filmados en un ángulo especialmente bajo, para hacerlos parecer más amenazadores.
También, The Most Dangerous Game no sólo es una muy buena película, sino que también utiliza técnicas de filmación realmente modernas, teniendo en cuenta que los directores de la época usaban planos estáticos cuasi teatrales, la cámara de Schoedsack es móvil, y se acerca a los protagonistas desde grandes distancias hasta cerrar en primerísimos planos, como la toma que parte desde la escalera de la mansión, que culmina en el rostro de Leslie Banks.
Ese tipo de innovaciones, sería constante en el resto de los títulos que rodó la dupla; desde las memorables escenas de King Kong, hasta la secuencia del club en “Mighty Joe Young” (1949)
También uno puede leer a The Most Dangerous Game como una alegoría de los tiempos en donde fue filmada.
Recordemos que en ese momento, la gente estaba empantanada en lo peor de la depresión mundial del año 29 y, aquellos que se encontraban en una posición solvente, y completamente alejada de la crisis, eran vistos con resentimiento.
De ese modo, la historia surge como un enfrentamiento de clases, en donde los aristócratas inundados en dinero, deciden matar su aburrimiento… liquidando gente obrera y/o desocupada.
Por último, la banda sonora del Maestro Max Steiner, uno de los mejores compositores de la época, que crea una partitura instrumental vigorosa, en la que predominan las ambientaciones dramáticas y trágicas; donde se destaca el acompañamiento de la secuencia de caza, con una composición dominada por el sonido del cuerno de guerra.
Otro corte memorable, es el que describe el rapto de una muchacha por el sirviente cosaco; y como música adaptada, ofrece la composición “A Moment in the Dark”  de C. Lombardo.
“It is the natural instinct.
The blood is quickened by the kill.
One passion builds upon another.
Kill, then love!
When you have known that, you have known ecstasy”
El primer lustro de los años 30 del siglo pasado, fue generoso en películas de terror con el cine de Hollywood, especialmente por Universal; que acababa de sufrir El Crack del 29, y con la gran debacle económica del gigante, King Kong, derribado desde su alta torre; el cine mostraba la situación en la que se encontraban los ciudadanos y la sociedad en la que vivían.
Monstruos ficticios que reflejaban horrores reales.
Una pantalla espectral que alojaba entre sombras expresionistas, los miedos que todos dejaban por un momento en las salas de cine, liberando así sus vidas de pesar.
Por supuesto, no fue solo el cine de terror el que reflejó la grave crisis sufrida; el cine de gánsteres o, de manera especial, y quizá la más virulenta, el cine musical, también dejaron para nosotros, clarísimas claves de ello.
En verdad, cualquier película de esa época, sea cual sea el género al que se adscriba, reflejará, aunque sea de forma no premeditada, pistas sobre la sociedad en la que se gestó.
Pero sí que algunos géneros fueron más explícitos en mostrar la realidad, y cómo no, fueron los géneros más alejados de ella, los que mejor lo hicieron.
La primera sorpresa de The Most Dangerous Game, es que no nos ofrece un monstruo como en las otras, o al menos no un monstruo como tal en su aspecto físico:
Aquí el monstruo adquiere rasgos humanos, es un hombre elegante, educado y refinado, de modales exquisitos y un definido gusto por el arte.
De aquí en adelante, el cuento de Richard Connell ha sido adaptado para la película varias veces, y su concepto básico ha sido tomado prestado para numerosas producciones y episodios de series de televisión, con mayor o menor éxito; mezclando un relato de aventuras y horror exótico al que ya estamos acostumbrados desde:
Gilligan's Island, Lost in Space, Get Smart, Fantasy Island, Slave Girls from Beyond Infinity, Predators, Deliverance, Rambo, Battle Royale, o The Hunger Games…
Donde la obvia influencia de Zaroff, la encontramos en Drácula o en el mismísimo Hannibal Lecter; o en la trama en todas las películas posteriores sobre caza y tortura de humanos por diversión, como “Hostel” cuya influencia ha llegado a permear gran parte de la ficción, incluso hasta nuestros días, donde el público quedó seducido por este formato de aventuras “selváticas”, de terror lúdico y exótico, que llegaría a fomentar incluso leyendas de comportamientos similares, en la vida real.
No es casual que se crea que The Most Dangerous Game haya inspirado al asesino en serie llamado “Zodiac”, que de hecho, fue referenciado en la trama de la película de David Fincher, “Zodiac” (2007), donde el personaje de Jake Gyllenhaal reconoce citas de la película en cartas del asesino del zodíaco, enviadas a la oficina del periódico donde trabaja, sobre todo en su algoritmo de 3 partes:
“El hombre es el animal más peligroso de todos para matar”
Pero obviamente, la película más significativa de estas adaptaciones, y la única en utilizar los personajes originales, fue la versión de RKO de 1932; que pese a su fracaso inicial, fue reivindicada por el tiempo, y su influencia se ha trasladado incluso a la vida real, tanto negativamente, inspirando a asesinos en serie que se cobraron varias vidas humanas a costa de creerse Zaroff, como también se creó “juegos” como el “paintball” que nació de una conversación sobre esta obra.
La vida imitó al arte en Robert Christian Hansen, un hombre conocido en los medios como “Butcher Baker” o “El Panadero Carnicero” que fue un asesino en serie estadounidense, entre los años 1970 y 1983, que secuestró, violó y asesinó entre 17 y, posiblemente, más de 30 mujeres, en los alrededores de Anchorage, Alaska; cazándolas en el bosque, especialmente armado con un cuchillo y un rifle Ruger Mini-14. pero también con otras armas.
Inicialmente rechazado por las chicas atractivas de su escuela, creció odiándolas, y alimentando fantasías de cruel venganza.
A través de su infancia y adolescencia, Hansen se describía como una persona callada y solitaria, que tenía una relación disfuncional con su padre dominante; y era frecuentemente acosado en su escuela, debido a sus problemas de acné y por su tartamudez.
En aquel tiempo empezó a cazar, y frecuentemente encontraba un refugio en ese pasatiempo; donde las primeras víctimas dejaron de ser animales, para pasar a ser humanas, mujeres jóvenes de entre 16 y 19 años, y las posteriores prostitutas y strippers que permitieron descubrirlo; siendo arrestado y encarcelado en septiembre de 1983, y sentenciado a 461 años sin posibilidad de libertad condicional; muriendo el 21 de agosto de 2014, a  los 75 años, del padecimiento prolongado de una enfermedad no revelada.
Mientras que el “paintball” comenzó como un juego de caza entre 2 amigos en los bosques de Henniker, New Hampshire.
Originalmente fue bautizado como “National Survival Game”, pues no era considerado un deporte en esa época; y en 1976, Hayes Noel, un comerciante, Bob Gurnsey y el autor Charles Gaines, estaban discutiendo el reciente viaje de Gaines a África, y sus experiencias cazando búfalos africanos; e inspirado en parte por The Most Dangerous Game, crearon el “paintball”, un juego donde se acecha y caza mutuamente; recreando la misma adrenalina que venía con la caza de animal.
Tras esto, licenciaron la franquicia en otros estados, el derecho a vender sus armas, pintura y gafas protectoras.
Como resultado de su monopolio, entraron en beneficios en sólo 6 meses; donde antes, las partidas a menudo duraban horas, mientras los jugadores se acechaban entre sí, y dado que cada jugador sólo tenía un número limitado de cartuchos, los disparos eran raros.
Entre 1981 y 1983, fabricantes rivales empezaron a crear productos competidores, y fue durante esa época cuando el deporte despegó.
No obstante, en varias legislaciones, el uso del “paintball” se ha regulado, pues se lo considera perjudicial a nivel educativo, enseñando la guerra como una actividad lúdica.
Hay controversia en este tema, puesto que el “speedball” ha pasado de ser una simulación de la guerra, a un deporte reconocido…
Todo lo anterior se une a esta película fantástica, para arraigar de manera indeleble en nuestra mente; y de cómo la civilización y el salvajismo son fáciles de confundir, de cómo nuestra percepción de la verdad, es solo una cuestión de puntos de vista; y como se ha demostrado en una infinidad de oportunidades en el cine, los monstruos más escalofriantes, son aquellos que el espectador puede visualizar viviendo en la casa contigua a la suya, que es precisamente el caso de Zaroff.

“This world's divided into two kinds of people:
The hunter and the hunted.
Luckily I'm the hunter.
Nothing can change that”



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