Vargtimmen

“Ulvtiden är tiden mellan natt och gryning när de flesta dör, när drömmen är djupare, när mardrömmar är mer verkliga, när insomniacerna trakasseras av deras största rädsla när spöken och demonerna är mer kraftfulla...”
(La hora del lobo es el momento entre la noche y la aurora cuando la mayoría de la gente muere, cuando el sueño es más profundo, cuando las pesadillas son más reales, cuando los insomnes se ven acosados por sus mayores temores, cuando los fantasmas y los demonios son más poderosos...)

La historia del cine consigna que, a partir  de los años 70, la representación del horror en la cinematografía moderna cambia, ya no son extraterrestres o monstruosas criaturas quienes nos amenazan, ahora es el hombre mismo, el temor viene desde adentro, condición que provoca que el horror se vuelva antropocéntrico, esto es, situaciones que colocan al ser humano en los bordes de la locura y el deseo obsesivo.
Durante más de 60 películas para cine y televisión, el director sueco Ingmar Bergman demostró estar interesado en aquello que se esconde en nuestro mundo interior, en hacer visible lo invisible, y mostrar los mecanismos que rigen nuestra conducta, tanto con nosotros mismos, en soledad; como con los otros, en pareja.
Y a través de la magia de la cámara, se adentró en las contradicciones y sombras de nuestros pensamientos, ideas y actos; y en sus películas, el movimiento no era exterior, sino interior, como si las formas que muestra la pantalla, fueran solo el eco de algo más profundo e insondable, que no se aprecia de forma clara, pero que se intuye gracias a su excepcional dominio de la palabra, del diálogo, a la complejidad de sus personajes, y a la maestría de su puesta en escena, con la que era capaz de llegar a donde nadie había llegado, para explicar la crisis existencial del hombre moderno, por un lado; y la crisis de la pareja, léase matrimonio, por el otro.
Estos 2 temas se convertirían en los epicentros fílmicos de Bergman, el director por excelencia de la introspección, que convirtió la cámara de cine en el espejo perfecto para investigar, indagar y diseccionar el alma humana.
Y para un poeta como él, “el lobo” no era un simple animal, sino el peligro que a todos nos acecha, tal y como recogen los cuentos, la locura potencial que cada uno llevamos dentro de nosotros.
Sin olvidar los simbolismos, dobles lecturas, teorías del arte, juego de espejos, técnica al servicio de una brillante puesta en escena, densidad filosófica, paso de lo ridículo a lo sublime, economicidad narrativa, y respeto máximo por su historia y por sus personajes, todos ellos eran los ejes básicos de la filmografía del cineasta sueco; porque para Bergman, la fantasía sólo puede crear libremente paisajes, personajes y situaciones hostiles al artista, quien siempre arriesga ser víctima de la esquizofrenia.
“...Och om vi är vakna är vi rädda”
(…Y si estamos despiertos, tenemos miedo)
Vargtimmen es una película sueca, de suspense y fantasía, del año 1968, escrita y dirigida por Ingmar Bergman.
Protagonizada por Max von Sydow, Liv Ullmann, Erland Josephson, Gertrud Fridh, Ingrid Thulin, Gudrun Brost, Naima Wifstrand, Ulf Johansson, Bertil Anderberg, Georg Rydeberg, entre otros.
El director sueco, Ingmar Bergman, hace un ejercicio de exorcismo ante su público, una aguda, lúcida y por qué no, amarga reflexión sobre la “canibalización” del arte y el vampirismo intelectual, temas recurrentes en su filmografía de aquel período; y cabe recordar que cada film de Bergman era saludado por la crítica del momento, como un acontecimiento cultural de primer orden, gracias al marchamo de autor metafísico y angustiado a la búsqueda de un Dios obcecado en su silencio, y a su inveterado éxito en festivales internacionales.
Nos encontramos pues ante un filme de horror, probablemente el más sombrío y turbador de toda la filmografía “bergmaniana” porque Bergman siempre ha estado obsesionado y fascinado por los demonios internos que la imaginación puede crear y, como ningún otro cineasta, ha explorado los misterios más profundos del alma y la mente humana.
Por tanto, esta es una película surrealista, gótica y de terror oscuro, con su magnífica cinematografía en blanco y negro, proporcionada por Sven Nykvist, amigo de Bergman desde hace mucho tiempo, montada como una visión aterradora de la mente de un loco.
Bergman, originalmente concibió gran parte de la historia como parte de un guión no producido, llamado “The Cannibals” o “The Maneaters”, pero un grave ataque de neumonía, lo llevó a dejar el proyecto mientras se encontraba en el hospital; y consideró que era potencialmente demasiado caro en concepto y ejecución; por lo que lo abandonó para hacer la película más “barata”:
“Persona” (1966)
Sin embargo, Vargtimmen, que se traduce al español como “La Hora del Lobo”, tiene elementos de aquella película, pero también se inspiró en la ópera “Die Zauberflöte” de Wolfgang Amadeus Mozart; y en la novela “Der Goldne Topf. Ein Märchen aus der neuen Zeit” de E.T.A. Hoffmann, así como en algunas de sus propias pesadillas.
Además, la descripción de estar encerrado en un armario cuando era niño, fue un recuerdo que lo inspiró; al tiempo que incluye a la locura, particularmente de como lo experimenta un artista, así como la sexualidad y las relaciones, transmitidas en un estilo surrealista, y con elementos del folklore.
Por su parte, los analistas han encontrado alusiones a las leyendas de vampiros y hombres lobo, no es casual que el propio Bergman haya sido un admirador del filme “Dracula” (1931); así como otros autores también han relacionado el trabajo con la vida de Bergman, y su relación con Ullmann.
El propio Bergman dijo que estaba experimentando su propia “Hora del Lobo” cuando concibió esta historia; y según se cuenta, esta hora es aproximadamente las 4:00am, cuando la resistencia del cuerpo es mínima.
También se dice que el título se extrae del folclore sueco, donde “la hora del lobo” se refiere al período de 3am a 5am, supuestamente “cuando ocurren la mayoría de las muertes y los nacimientos”
El folclorista, Bengt af Klintberg, recordó que en 1964, Bergman encargó al director de teatro, Niklas Brunius, que investigara la leyenda de la hora, y Brunius le preguntó a Klintberg sobre eso; Klintberg descubrió, que el término no tenía raíces en el folklore sueco, aunque hubo una “hora fantasma” entre la medianoche y la 1am.
Bergman afirmó, que se encontró con el término “hora del lobo” en una fuente latina… más tarde dijo que “se liberó de esa hora al finalizar la producción”
Como dato, la película fue seguida por las películas temáticas de Bergman:
“Skammen” (1968) y “En Passion” (1969) donde el hilo de la violencia se entromete en las vidas ordinarias de los personajes; por lo que las 3 películas a veces se llaman “La Trilogía de Fårö”; pero también se le llama “La Trilogía sobre La Identidad”
Así las cosas, en Vargtimmen ronda la idea de, si al estar mucho con una persona, nuestras identidades tienden a parecerse… llegando al límite de esta idea:
¿Se podría amar tanto a una persona, que las identidades se fusionaran?
El film suma drama psicológico, horror y terror; y es el único trabajo de Bergman que incluye elementos de horror; y según varios críticos, acusa influencias de Fellini, Resnais y otros realizadores europeos del momento.
No obstante, tras el estreno, la película tuvo críticas negativas en Suecia… pero ahora ha tomado la leyenda de “filme de culto”
La fotografía principal se llevó a cabo en los estudios Hovs Hallar y Råsunda en Estocolmo, y en la isla de Fårö, donde La costa de Hovs Hallar se usó particularmente para tomas exteriores.
El rodaje duró del 23 de mayo al 23 de noviembre de 1966.
La acción dramática tiene lugar en la isla de Baltrum, próxima al continente europeo, y explora la desaparición del pintor ficticio, Johan Borg (Max von Sydow), que vivía allí con su esposa, Alma (Liv Ullmann); mientras estaba plagado de visiones aterradoras e insomnio.
Y es que Johan padece alucinaciones, por lo que no quiere ver a nadie, tiene miedo de la oscuridad y habla poco.
Él pinta retratos y composiciones de figura humana.
Es introvertido, retraído, inseguro e inestable; mientras Alma, de unos 28 años, es atractiva, inocente, resistente, y está muy enamorada de Johan.
Durante “la hora del lobo”, entre la medianoche y el amanecer, Borg le cuenta a su esposa sobre sus recuerdos más dolorosos... y le muestra sus pesadillas que dibuja en su cuaderno de bocetos.
Posteriormente, una mujer visita a Alma, y le incita a leer el diario de Johan…
Al hacerlo, Alma se entera de que Johan se ha reencontrado en la isla con Veronica Vogler (Ingrid Thulin), una mujer con la que compartió años de su vida.
Luego él informa a Alma, de que están invitados a una cena en El Palacio del Barón von Merkens (Erland Josephson), en la otra parte de la isla…
En El Palacio, Alma descubre que las personas que allí se encuentran, tienen las mismas características que los personajes de las pesadillas de Johan que éste ha dibujado en su cuaderno... y durante la noche, los invitados asisten a una representación un aria de “Die Zauberflöte” de Mozart en un teatro de marionetas…
De vuelta a casa, Alma cuenta a Johan que ha leído su diario, y él a su vez le confiesa cómo ha matado a un chico que le había tentado y provocado en un acantilado…
Luego, uno de los personajes del Palacio, les visita para invitarles a otra fiesta en la que estará Veronica Vogler, y les deja una pistola para protegerse.
Alma, celosa, pide explicaciones sobre la relación de Johan con Veronica, y éste le dispara y vuelve al Palacio a encontrarse con Veronica.
El cadáver de Veronica yace en una de las salas, pero, al acariciar Johan su cuerpo, vuelve a la vida.
Alma, que sólo ha sido herida, explica cómo, tras dispararle, y salir, Johan volvió, escribió durante horas, y luego salió al bosque...
Alma sale tras él, sin encontrarlo.
Con este film, donde realidad y sueño se imbrican de tal manera que la delgada línea que las separa se difumina irremisiblemente, y que toma prestadas algunas de las características del género de horror, pero que más bien se inscribe en la tradición del “fantastique” sueco, ambientado en decorados rurales; Bergman consigue su obra más sombría, marcando un hito en el cine europeo de los años 60.
Y es que para Bergman, el verdadero terror es el fantasma de la libertad creativa ante un público insaciable, ávido por devorar su obra; donde el tema principal de la obra, viene dado por el tormento espiritual que sufre el artista dedicado a la creación.
La narración, por tanto, se basa en el diario que ha escrito personalmente, y que Alma lee en funciones de narradora.
Aquí, a Bergman le preocupa, sobre todo, analizar cómo y en qué medida, el público y los críticos pueden provocar en el ánimo de un artista sensible, frustraciones dolorosas, angustia, fatiga crónica, estrés y deterioros psicológicos.
La tensión habitual que se da entre artista y público, tiende a manifestarse de modos diferentes y a través de medios diversos, que conviene tener en cuenta.
Donde las críticas asociadas a burlas, no son infrecuentes, son hirientes siempre, y a veces perturbadoras, como las que le dedican al artista los siniestros personajes del Palacio; y en otras ocasiones, los críticos desautorizan una obra, aplicándole el estigma de “trabajo de encargo”, sin profundizar en el análisis y consideración de los valores artísticos del mismo; porque con frecuencia no se valora la importancia de la libertad artística del autor, y no se le presta el respeto que merece.
De esa manera, el público tiende a minusvalorar la libertad de creación, imponiendo criterios restrictivos, cánones y prejuicios.
En otras ocasiones, la crítica humilla al artista, hiere su amor propio, y afecta a su dignidad.
Bergman lo explica mostrando cómo maquillan de payaso a Johan durante la fiesta; y a veces, el artista castigado y maltratado por la crítica, se ve abocado a temores, terrores, miedos y angustias que perjudican su capacidad de trabajo y minan su salud; por lo que pueden aparecer obsesiones, alucinaciones, etc.
Por ello, en sus sueños surrealistas, Johan ve al público como un conjunto de muertos en vida, que le atacan y le hieren.
Al tiempo que Bergman explica la importancia de la inspiración, la necesidad de ir en su busca, la dificultad de encontrarla, y la prioridad que para el artista tiene dar con ella.
La tensión entre la paternidad de Johan, personificada por Alma; y la inspiración, prefigurada por su musa, Veronica Vogler; es objeto de atención; pues la inspiración no tiene un comportamiento franco y constante:
Engaña, huye, se alía con el mal, se burla del artista, se hace la muerta, muere, resucita si el artista la acaricia, etc.
en definitiva, esta impresionante e inquietante película, trata sobre la pérdida de cordura de un artista atormentado, y la convierte en otra obra magnífica obra de Ingmar Bergman, el más cercano al género de terror que dirigió con sus actores habituales; y algo que hace de Vargtimmen, una de las películas más relevantes de Bergman, es porque continúa hablando de identidades confusas e inventadas, de narcisismos mediocres, de la exposición hacia los demás, y de los demonios que surgen al hacerlo, y que canibalizan todo lo que encuentran a su paso.
El terror, por tanto, es el fantasma de esa libertad; y vale que en realidad no vemos ninguna de las obras del pintor, lo cual creo yo que es muy acertado, pues para eso tenemos la película.
“Är det sant att en kvinna som lever länge med en man hamnar som den där mannen?
Jag menar, hon älskar honom och försöker tänka som han och ser som han.
De säger att du kan ändra en person”
(¿Es verdad que una mujer que vive mucho tiempo con un hombre, termina siendo como ese hombre?
Quiero decir, ella lo ama y trata de pensar como él y ver como él.
Dicen que puede cambiar a una persona)
Los años 60 marcan el inicio del horror moderno, con “Psycho” (1960) de Alfred Hitchcock, ya no son los seres sobrenaturales quienes nos amenazan, sino personas comunes y corrientes, pero profundamente perturbadas.
Los espacios íntimos y cotidianos, como la ducha o la alcoba, se convierten en escenarios ideales para el crimen; y el horror se vuelve antropocéntrico, se aproxima a la fragilidad humana, se difumina entre la locura y el deseo.
Hitchcock plasmó con maestría, el encuentro de una mujer con el primer “psycho killer” moderno, Norman Bates; y años después, con Vargtimmen, Ingmar Bergman planteó una premisa que complementa el universo del horror psicológico de esa década:
¿Qué pasa cuando estás enamorada de un psicótico?
¿Hasta dónde estaríamos dispuestos a perder la razón por amor?
Hitchcock y Bergman, solamente coinciden en abordar el terror desde el punto de vista psicológico, pues parten de procesos creativos, estéticas y formas de incitar el miedo, completamente diferentes:
Hitchcock es el amo del suspense, cuya genialidad de provocar expectativa y sorpresa al mismo tiempo, pensemos en la clásica escena del asesinato en la ducha de Marion Crane; luego se convertiría en la fórmula del “slasher” film tipo “Friday The 13th” y “Halloween”; mientras que Bergman es más sutil:
Lentamente cava un vacío en sus personajes hasta trasladarlos a una alucinación colectiva, o real, donde el patetismo y el delirio afloran, principalmente, durante “la hora del lobo”
Todo inició unos cuantos años antes de filmar Vargtimmen, cuando Bergman había iniciado el guión de una película traducida al español como “Los Devoradores de Hombres” que tuvo que interrumpir indefinidamente, pues una bronconeumonía lo arrastró al hospital donde ideó “Persona” (1966), película protagonizada por Bibi Andersson como Alma, y Liv Ullmann como Elizabet Vogler, que explora la pérdida de identidad de 2 mujeres, después de estar sumergidas en una misma situación por determinado tiempo.
De esta maravillosa indagación visual de la personalidad y del guión de una película fallida, nació Vargtimmen:
La aproximación de Bergman al terror más visceral, pero también a la psique y a la complejidad de las relaciones humanas.
Filmada en blanco y negro para provocar juegos de luz y oscuridad, con un montaje suelto, acompañado de la música Lars Johan Werle, el terror está principalmente guiado por la máxima “bergmaniana”:
“Me concentro en la cara.
Los fondos son un acompañamiento”; y supone además, la culminación de la influencia expresionista en Bergman, tanto desde un punto de vista estético, con la extraordinaria fotografía de Sven Nykvist; como conceptual.
En este sentido cabe recordar que la esencia del expresionismo, es la interpretación subjetiva del mundo, predominando la imaginación y lo onírico sobre el realismo.
Esto es lo que ocurre en el filme, donde la realidad se confunde con la imagen atormentada que tiene de la misma el protagonista, de modo que con frecuencia, lo que vemos en pantalla no es más que la exteriorización de esos fantasmas y demonios internos que lo acechan.
Y a pesar del manto aparente de terror que cubre la película, se trata más bien de una exploración a los rincones más oscuros de la condición humana, en las que se manifiestan las constantes de su autor; una película sobre el horror, probablemente la más sombría y perturbadora de toda la filmografía “bergmaniana”; una obra en la que el cineasta sueco reflexiona sobre las relaciones destructoras que tienen lugar entre el artista y su público; al tiempo que reflexiona acerca de la relación entre el artista y sus insaciables seguidores; el tormento espiritual que sufre el pintor, persona de gran sensibilidad, frente a las críticas por su trabajo, y también sobre el miedo que sufre éste al exponerse.
Al fin y al cabo, estamos ante una película de terror, de terror psicológico y espiritual, donde ninguno de los personajes que vemos en El Palacio existe realmente, pues se encuentran en la psique de Johan, y son su gran tormento.
Así, desde el principio del film, asistimos a una clara voluntad por parte del autor, de desvelar el revés de la trama, la tramoya, el artificio; y emplea para ello un discurso “metacinematográfico” que tiene como objetivo, mostrar los medios de los que se sirve el artista para representar la ficción.
Como la voz “en off” del ajetreo que precede a la filmación de una escena durante los títulos de crédito iniciales, y en pantalla en negro, la propia voz del director dando la orden de acción, da comienzo a la representación.
Con esto, Bergman nos deja claro que nos hallamos ante una ilusión; y ante una película onírica, que sigue la lógica de un sueño, o más bien de una pesadilla.
Además, el director utiliza un mecanismo propio de la literatura del XIX para lograr capturar la atención y, sobretodo, la emoción del espectador para suspender su incredulidad, y hacerle partícipe de esa historia que está a punto de empezar.
Él quiere hacernos creer, que esa historia cayó en sus manos por arte de magia, y quiere explicárnosla; además, vamos a acceder a un diario, ese género tan de moda en el siglo XIX, mediante el cual, el lector accedía a lo más íntimo del personaje, en este caso, el atormentado artista Johan.
De esa manera, Bergman nos está haciendo sentir especiales:
Vamos a acceder a un contenido secreto, a una revelación, a la verdad íntima y profunda de una persona que ha desaparecido misteriosamente, que ha roto con su vida normal, y se ha vuelto loco.
Porque el director busca la certeza de que como espectadores, hayamos percibido el artificio, la ficción, la mentira.
Por tanto, la narración, desde sus inicios, revela el mecanismo ilusorio y, en más de una ocasión, a lo largo de su desarrollo, esta situación vuelve a explicitarse.
Alma, esposa del pintor, ejerce de narradora mediante la lectura del diario personal de su marido; y en él se encuentran extrañas historias, claramente inspiradas en la obra de E.T.A Hoffman, que nos trasladan al interior de una mente enferma, torturada y enigmática.
El pintor, Johan Borg y su joven esposa embarazada, llamada Alma, un nombre muy simbólico, viven en la pequeña isla de Baltrum.
Ella ha convivido con un marido de mente atormentada, afectado por alguna de esas enfermedades tan desconocidas y aterradoras como la esquizofrenia, la paranoia o la manía depresiva; y él comparte bocetos con Alma, de las terribles visiones que ha tenido, y comienza a darles nombres, entre ellos:
El Hombre Pájaro, Los Insectos, Los Comedores de Carne, El Maestro de Escuela y La Dama con Sombrero.
A medida que su insomnio empeora, Alma permanece despierta a su lado…
Los fantasmas de Johan, los fantasmas de la corrupción, la depravación, la lujuria, la muerte, la envidia, los celos, la ira y los terrores de su infancia, han sido también los de Alma.
Pero ella le ha tendido su mano y su hombro, y su callada compañía cuando los desquiciantes espectros, bastante semejantes a los engendros deformes de “El Aquelarre” de Goya, han asaltado una y otra vez las frágiles defensas del artista.
Por ello, la titánica y admirable lucha de la abnegada esposa, ofrece a Johan consuelo y apoyo, un asidero, un puerto estable al que regresar de sus periplos de pesadilla por los precipicios de la locura.
Pero un día, una señora mayor se detiene en la casa, posiblemente es la transfiguración de la duda, y la ancianidad por la experiencia; y le dice a Alma que lea el diario de Johan, que se esconde debajo de su cama.
Con ello, Alma descubre que Johan está obsesionado no solo por los desconocidos reales o imaginarios, sino también por las imágenes de su ex amante, Veronica Vogler.
También lee que El Barón von Merkens se acercó a Johan, que vive en un Palacio cercano.
Posteriormente, el pintor y su esposa los visitan, y después de la cena, la esposa del Barón muestra a la pareja en su dormitorio, donde tiene un retrato de Veronica y Johan.
Después de que abandonan El Palacio, Alma expresa a Johan su temor de perderlo con los demonios, así como su voluntad de perseverar si esto sucediera.
Una noche, Alma vuelve a estar despierta con Johan, mientras él le habla del “vargtimmen” o “La Hora del Lobo”, durante el cual, según dice, “ocurren la mayoría de los nacimientos y muertes”
También relata el trauma de su infancia, de estar encerrado en un armario donde, como decían sus padres, vivía una persona pequeña.
Luego recuerda una confrontación con un niño pequeño mientras pescaba en la isla, que culminó con la matanza del niño.
Alma está conmocionada por las confesiones de Johan…
Heerbrand, uno de los invitados de Los von Merkens, se presenta en la casa de la pareja para invitarlos a otra fiesta en El Palacio, agregando que Veronica Vogler está entre las invitadas.
Por lo que Johan coloca una pistola sobre la mesa, para protegerse contra “animales pequeños”, y se va, pero Johan y Alma comienzan a pelearse por su obsesión con Veronica; y Johan finalmente toma la pistola, y dispara a Alma, tras correr hacia El Palacio.
Allí, Johan asiste a la fiesta; y se revela que los invitados del Barón, son los demonios que Johan describió a Alma; y mientras se apresura por El Palacio en busca de Veronica, conoce a Lindhorst, quien se aplica los cosméticos en la cara pálida, y lo viste con una bata de seda.
Luego lleva a Johan a ella; y la encuentra al parecer, muerta.
Cuando él mira sobre el cuerpo, ella de repente se sienta, y se ríe; posteriormente, Johan es atacado físicamente por los demonios, y huye hacia la maleza.
Alma, quien resultó herida por uno de los disparos, pero solo queda con una cicatriz, busca en el bosque a su marido.
Ella es testigo de los ataques contra él, antes de que él finalmente desaparezca, dejándola sola en el bosque…
Más tarde, Alma comparte su historia y el diario de su marido.
Se pregunta si el hecho de que ella y Johan hayan vivido juntos durante tanto tiempo, y se hayan hecho tan similares, fue por qué podía ver a sus “devoradores de hombres”, y si ella habría podido protegerlo mejor si lo hubiera amado menos o más.
Vargtimmen es un drama intimista, con toques de terror psicológico; es una película dramática, porque al director, ante todo, le interesa explicar el movimiento interno de sus personajes, su evolución y su lucha interior; por lo que recupera el sentido clásico del término “drama”, acción teatralizada, por su grandioso dominio de la puesta en escena, y por su inmensa destreza a la hora de dirigir actores en el campo fílmico.
Peor es sobre todo, una película terrorífica, porque algunas de las situaciones que presenta, son escalofriantes, y porque utiliza un imaginario visual, en determinadas ocasiones cercano al terror de los años 30 de Universal Studios, en personajes de reparto completamente siniestros, irreales y vampíricos; y al expresionismo alemán, con claroscuros, sombras y encuadres imposibles.
De esa manera, Vargtimmen se mueve entre lo siniestro y lo grotesco, categorías estéticas muy relacionadas con el terror:
Es siniestro por su facilidad para extrañar, volver ajeno y lejano, aquello que tenemos más cerca, en este caso, la relación amorosa de un matrimonio normal; y grotesco por su capacidad para recrear el mundo interior atormentado de ese artista que encuentra en el varón y sus secuaces, la encarnación de sus fantasmas, y la ocasión idónea para cruzar al otro lado de la orilla.
Pero Vargtimmen suele considerada como película fantástica o de terror, quizás la más pura dentro del género de la filmografía de Bergman; consideraciones que, en general, han venido dadas más por cuestiones argumentales o temáticas.
Cierto es que, desde ese punto de vista, es innegable que la película propone un itinerario terrorífico, que materializa un terror interior; pues interesa por la extraordinaria adecuación estructural entre fantasmas exteriores y fantasmas interiores, pesadillas y realidades, y por la entonación fantástica con que Ingmar Bergman dibuja este paisaje espectral.
En efecto, el cineasta procede a conformar un territorio onírico, irreal y fantástico, a partir de la construcción de la película y de sus imágenes.
No obstante, no se debe olvidar que, desde determinado momento, la carrera de Bergman está recorrida por un elemento fantástico que contraviene el relato y la realidad que esta contiene, sobre todo en las obras que van de finales de los años 50 a comienzos de los 60, de una manera formal, visual.
En este sentido, Vargtimmen quizás supone uno de los ejemplos más extremos en su filmografía, más explícitos, de romper los contornos de lo real mediante elementos fantásticos que, aunque su procedencia dentro de la ficción puede dar pie a interpretaciones, lo cierto es que surgen integrados en un territorio propicio para tal ruptura y, por tanto, para el cuestionamiento de nuestra percepción de lo real.
Eso sí, el cineasta sueco tenía claro desde el principio las secuencias de apertura y de cierre, con Alma dirigiéndose a la cama de manera directa, y casi de manera documental.
Por ello, la película arranca informando al espectador de que está basada en lo que Alma contó, presumiblemente, al director, y en los diarios de Johan.
Una pretendida objetividad que, al poco de avanzada la película, se pervierte de manera total, para dar paso a una subjetividad absoluta en la que se rompen los marcos comunes de la narración, tanto en la estructuración de la película, como en la construcción de las imágenes.
Este procedimiento da habida cuenta de la perturbación interior de Johan y de sus demonios, esos antropófagos, y Bergman lo traduce mediante una ruptura del relato tradicional, conduciendo el filme a los derroteros fantásticos en tanto a que la supuesta realidad, y el concepto que de ella tenemos, y de su representación cinematográfica, quedan pervertidos por una figuración que tiende a una abstracción en la que las imágenes se presentan portadoras de sensaciones y de ideas, más que de datos debidamente ordenados, para conformar una narración al uso.
Como ya se ha mencionado, uno de los temas centrales de la filmografía de Bergman, es el ocaso del matrimonio y de la familia; y en Vargtimmen presenciamos la decadencia en la relación matrimonial de Johan y Alma, quienes al comienzo de la película, al llegar a la isla, se encuentran en estado de plenitud, simbolizado por ese manzano en flor que custodia la casa, y que al final de la película, se pierden el uno al otro, tras la desconcertante desaparición de Johan, metáfora de la imposibilidad de lograr la armonía con el otro, y del fracaso de la institución matrimonial.
Entre ambos polos se halla el conflicto interno que amenaza a Johan, su locura y su caos interno, simbolizado por ese cuervo negro portador de la oscuridad que le engulle hasta hacerlo desaparecer.
Y en el fondo, la narrativa es una historia de amor:
Johan, un pintor, y Alma, su mujer, arriban a una isla desierta, un ámbito de tranquilidad que sirva como válvula de escape a sus problemas.
Sin embargo, al caer la noche, las fisuras de su relación se hacen patentes, él vive atormentado por su pasado, cuyos secretos, ella descubre clandestinamente al leer su diario, y revisar su cuaderno de bocetos.
Alma intuye la obsesión de su marido por su ex esposa, revelándole que ha leído su diario, y él le confiesa que ha matado a un adolescente que le tentó, provocó y atacó durante una sesión de pesca en un acantilado.
La confesión de ambos, origina la aparición de una serie de personajes, a cuál más inusual, que les traslada literalmente a los terrenos de lo liminal, resultando difícil separar lo real de lo imaginario, pues se trata de sujetos excéntricos, burgueses, cuya maldad se asemeja a los vampiros, y que Bergman denomina antropófagos.
Los caníbales no están afuera, sino adentro, son parte integrante de la realidad interna, reencarnación antropófaga de miedos, culpas y deseos reprimidos, que generan miedo, porque están dentro de uno mismo, y no hay manera de evadirlos.
¿Cómo escapar de uno mismo?
En un magnífico ejercicio de síntesis narrativa, utilizando la cámara fija y con un plano medio de Alma, el audio desplaza a la imagen, y el personaje cuenta todo lo que hay que conocer; a sus espaldas, el ulular del viento genera la atmósfera del film, la naturaleza rebelde como indicativo de la condición mental de los personajes, la soledad de la isla para recalcar el aislamiento; la isla, no como espacio físico, sino como lugar mental, como ubicación psicológica, terreno propio de la psique.
Uno de los grandes aciertos, es la fotografía en blanco y negro, debida a la cámara de Sven Nykvist, quien con su lente, busca provocar fuertes contrastes entre luces y sombras, haciendo patente la influencia expresionista en Bergman, tanto desde el punto de vista estético como conceptual, y en este sentido impera la tesis fundamental de la corriente expresionista, la interpretación subjetiva del mundo, donde lo imaginario y lo onírico, se imponen sobre la realidad.
El uso de blancos saturados en los exteriores, y negros que van de las penumbras a las sombras, da el toque enfermizo y fascinante, haciendo la historia hipnótica, provocando que siga el desarrollo de la trama, como si de una realidad se tratase, sumergiéndose en ella, identificándose, permitiendo que sus emociones y razonamientos, den respuesta a las abstractas interrogantes planteadas.
Los 2 protagonistas, representan pues 2 polos opuestos de la existencia:
Johan, atrapado en el principio de muerte; y Alma, representante del principio de vida e inminente madre.
La mirada sensible, frágil y vulnerable de Alma, es la mirada arquetípica de la feminidad; mientras que la de Johan, por el contrario, es orgullosa, melancólica y guerrera, propia del arquetipo masculino.
El matrimonio se comunica de forma desigual y abrupta, mediante los largos monólogos de Johan, y los densos silencios de Alma.
Esta incomunicación se acentúa a través de varios recursos técnicos de planificación, de encuadre y del uso de la luz; por ejemplo, cuando la pareja llega a la isla, cuando están en su mejor momento, aparecen siempre juntos en cuadro, como si fueran parte de un mismo ser.
A partir de ese primer episodio de desembarque, la pareja empieza a distanciarse emocionalmente, y también a través de la cámara, que los muestra en distintos planos, subrayando su separación:
Uno de los 2, puede aparecer iluminado, y el otro oscurecido, o uno puede aparecer en un plano, y el otro en otro contraplano mientras dialogan, o mejor dicho monologan.
Presenciaremos su íntima desintegración como pareja, por lo que en momentos puntuales, la oscuridad los engullirá como parábola de su tránsito a la otra orilla, de la que pocos consiguen volver, allí donde se fragua la locura y la cordura nos deja abandonados.
A pesar del manto de terror que cubre a Vargtimmen, ésta es una película de amor incondicional, y una exploración a los rincones más obscuros de la condición humana, en la que se manifiestan las preocupaciones “bergmanianas”, como también presentes en “Persona”, por lo que no es casualidad que las protagonistas de ambas películas se llamen Alma, probablemente como un gesto para contraponer la máscara exterior y racional de las personas, versus el alma anímica y emotiva; ni que sus antagonistas, si es que así podemos llamarlas, se apelliden Vogler.
En Vargtimmen como en “Persona” está latente la humillación; el deseo inconsciente de matar al niño nonato; la trasgresión del espacio cotidiano, en el caso de “Persona”, por el silencio; o en Vargtimmen, por la falta de sueño; así como la inquietud de Bergman de abordar, desde el punto de vista femenino, el deterioro de la identidad a causa de las relaciones humanas, por lo que esta película termina con una desgarradora insinuación:
“¿No es verdad que cuando una mujer vive mucho tiempo, no es verdad que al final, ella es igual a ese hombre?
Porque lo ama e intenta pensar como él, y ver como él.
Dicen que el amor puede cambiar a una persona.
¿Será por eso que empecé a ver esos fantasmas?
¿O estaban allí de todas formas?
Quiero decir, si lo hubiese amado menos, y no me hubiese importado nada de lo que lo rodeaba:
¿Podría haberlo protegido mejor?”, dice Alma al final del relato.
Por otra parte, el estilo de ciertas escenas ha sido descrito como surrealista, casi expresionista o gótico; y en apariencia, la psicosis de Johan es producto de los celos y el desamor, pero su obsesión va más allá:
En Johan existen un deseo de fusionarse con la amada, incluso quizás de fagocitarse, es decir, de cumplir literalmente las palabras bíblicas de ser “una misma carne”, de devorar en un sentido psicótico y metafísico al ser amado.
De ahí que Johan se proyecte en estos seres antropófagos, El Hombre Pájaro o La Anciana en proceso de descomposición, antes de convertirse en la patética imagen de un payaso afeminado; en un hombre completamente devastado.
No es causal que Johan ha sido interpretado como el “alter ego de Bergman”, y la película sea interpretada como la historia de la desintegración de un artista, que también argumenta y refleja la propia revelación de Bergman.
Pero también se puede leer como una historia del artista autodestructivo, que no puede mantener una relación con la realidad; y como en “Persona”, fue sobre la desintegración de una personalidad, y la humillación del artista; y se remarca que Johan se encuentra en una encrucijada en la que debe elegir entre 2 mundos:
La vida real y sus visiones de pesadilla.
Muy sutilmente, se considera si Johan puede temer que es homosexual, y la perversidad de Johan se manifiesta en el travestismo, el masoquismo y la necrofilia, sin embargo, ninguno de estos necesariamente indica homosexualidad.
Respecto a las visiones artísticas con la opresión de un grupo de aristócratas, ya que la gente del Palacio se convierte en vampiro, y la irrealidad del mundo de Johan se hace cargo; los planteamientos de un vampirismo metafórico, símbolo inequívoco de una situación de crisis, y la pérdida de la identidad, tratados en “Persona”, tienen un importante reflejo, por ejemplo, a través de citar que el personaje de la ex mujer de Johan, Veronica, se apellida Vogler, igual que uno de los personajes de “Persona”; la insistencia de hacer sentir al espectador que se encuentra frente a una película; y el miedo del artista que experimenta Elizabeth Vogler en “Persona” es el mismo que experimenta Johan.
Sobre la leyenda del hombre lobo, también se informó que contiene temas de fisión y conflicto; y de sexualidad confusa; según parece, la noción central de la película sobre el canibalismo, con el temor de ser consumido, está vinculada a la licantropía y la leyenda de La Caperucita Roja , donde estas leyendas también están asociadas con el despertar sexual… de ahí la presencia del niño, como un ser en constante exploración de la identidad, y la anciana como elemento de la experiencia.
Sobre el tema de la identidad de una persona, se dice que “se absorbe en la otra tras un largo periodo de tiempo”
Los von Merkens y otros, son manifestaciones del propio odio de Johan y Alma, porque ella lo ama, y debe estar presente en la inquisición fantasmagórica de su marido; y en una segunda lectura, la tentación fáustica del Barón von Merkens hacia el pintor, podría entenderse como una especie de tentación del nuevo burgués hacia el artista moderno, al que logra seducir con su poder y sus Palacios de antaño.
“Gracias.
Al fin he alcanzado el límite.
El vaso se ha roto.
¿Pero qué reflejan esos cristales?
¿Puedes decírmelo?”, dice Johan.
Al respecto, si bien reconoce que la locura es un tema importante, es la comprensión de que es imposible que una persona conozca realmente a otra, y Alma se da cuenta de que ella nunca entendió a su marido.
Varios autores han relacionado a la pareja de la historia con las relaciones de la vida real de Bergman, y se teoriza que durante la producción, Liv Ullmann estuvo “en paz” con el mundo, mientras que su genio novio no lo estuvo… de hecho, Bergman había abandonado a su esposa, Käbi Laretei y a su hijo Daniel, por Ullmann, pero Vargtimmen está dedicado a Laretei; lo que sugiere que la historia del artista en proceso de desintegración, debía explicar a Laretei por qué los dejó.
Por otra parte, el personaje del “Hombre Pájaro” se relaciona como la inversión irónica de Bergman de la ópera “Die Zauberflöte” de Mozart, y Johan afirma que “es probable que El Hombre Pájaro esté relacionado con Papageno”
El Hombre Pájaro representa el autoconocimiento corrupto y un mal natural sentado en la sexualidad infantil; y en paralelo con la obra de E.T.A. Hoffmann; estos incluyen los nombres de los personajes:
Lindhorst, Heerbrand y Veronica.
En una escena, Johan describe el asesinato de un niño, pero es ambiguo si la historia de Johan es real o imaginaria.
Bergman había dicho, que el niño representa a su propio demonio interno, y que la lucha del niño con Johan, debe parecer “orgásmica”, por lo que se conecta al niño con el recuerdo de Johan de su infancia, cuando fue encerrado en un armario como castigo, y creía que una pequeña persona vivía en el armario.
Y se sugiere que el niño es el diablillo de la identificación, un incubo inverso o una visión de la sexualidad regresiva, y que el asesinato no resuelve los problemas de Johan, ya que después de arrojar el cuerpo a las aguas, el cuerpo vuelve a flotar la superficie; pero Bergman deja que la ambigüedad se apodere de la narrativa en general, terminando sin explicación alguna, y abriéndose a todo tipo de interpretaciones; y con ello el maestro ha vuelto a conseguir una obra maestra; donde finalmente se crea la duda, si Alma ha estado sola todo el tiempo, o no.
Del reparto, Max von Sydow ejerce como alter ego de Bergman, como el artista como fugitivo, retirándose al pequeño mundo de su isla, y gradualmente girando sus pensamientos sobre sí mismo, hasta que sueño y realidad emergen en una terrorífica colisión.
Inicialmente, Bergman había planeado elegir a Bibi Andersson y Liv Ullmann en “The Cannibals”, habiendo conocido a Ullmann a través de su colaborador habitual, Andersson, en una calle de Estocolmo.
La Ullmann propuso una reunión en 1964, y dijo que Bergman la reconoció, y le preguntó si quería trabajar con él.
Ella más tarde se convirtió en amante de Bergman, y quedó embarazada de su hija Linn.
Después de una separación, Bergman le dijo que había escrito al personaje embarazada, Alma, para ella.
“Le envié por correo el guión de Vargtimmen, y ella regresó a Fårö de Noruega para el papel”, dijo el director.
Ullmann dijo que tenía poca comprensión del tema durante la producción, pero reconoció los rasgos de Bergman en el personaje de von Sydow; y durante el rodaje, incluida la escena de su monólogo, se asustó imaginando que Bergman podría degenerar como el personaje.
Ella dijo que no había ensayos ni discusión sobre el significado de la película; y durante la producción, Ullmann partió a Noruega para dar a luz, y volvió a filmar sus últimas escenas con una almohada debajo de la ropa.
De esa manera, la película cimentó la posición de Ullmann como una de las principales actrices escandinavas.
Por su parte, Erland Josephson estaba ocupado como director gerente del Royal Dramatic Theatre, pero deseaba un papel en Vargtimmen, ya que había visto versiones anteriores del guión de “The Cannibals” y decidió que hacer una película aterradora, sería divertido.
La parte de Naima Wifstrand como La Dama del Sombrero, fue su último papel en el cine.
Como dato, existe una versión anterior de la película, con un dispositivo de encuadre meta-cinemático adicional.
En el prólogo, que dura unos 7 minutos, se ve a Bergman en el plató dirigiendo a sus actores.
El epílogo, que dura aproximadamente 1 minuto, nos muestra el conjunto que se está demoliendo, y el equipo que se marcha.
Estas secuencias son las únicas diferencias con la versión comúnmente vista.
Bergman declaró, que él mismo cortó estas secuencias antes del lanzamiento general de la película, ya que llegó a la conclusión de que solo eran “autoengaños”
A pesar de esto, existe una versión sueca de 35mm de la versión original, más larga, aunque no está disponible en el video doméstico en ningún formato.
Los mejores momentos, por enumerar algunos son:
El primer monólogo de Ullmann, la presentación de la gente del Palacio, esos enfoques son magistrales, son auténticos retratos de personas y sus psicologías en unos pocos segundos de enfoque.
No olvidar la cena, con esos movimientos tan rápidos de cámara.
Otro momento increíble, tanto por la música como por la acción, es el momento que mata al niño que estaba con Johan en la playa.
En general, el blanco y negro aquí toma tonos que no había visto anteriormente.
Y el fantástico monólogo de la noche, cuando Johan comenta sus temores y narra la historia del niño...
Llegamos al final, y creo que no hay ningún momento de desperdicio, desde el momento en que se adentra al Palacio una vez más, hasta la narración de Ullmann de lo sucedido en el bosque; son escenas a cual mejor, la escena cuando escuchan música con la mujer del gorro, los celos del amante de Veronica, la escena de Veronica muerta, y la aparición de sus miedos en ese momento; y luego la escena con Ullmann narrando la escena del bosque, y la presencia de los “fantasmas” en el bosque, tanto en colorido, actuaciones, cuidado de la fotografía, son escenas impecables, simplemente un cine genial.
Pero es en ese último y fascinante tramo, donde Johan se ve humillado, vejado y finalmente devorado por aquellos que se presentaban inicialmente como sus admiradores, secuencias que representan el miedo del artista, a no estar a la altura de las exigencias de su clientela.
Por último, la partitura de Lars Johan Werle, se emplea solo en la segunda mitad de la película, con la música que acompaña la escena en la que Johan asesina a un niño que emplea flautas, clarinetes y tubas; y luego oboes y cuernos, seguido de flautas, trombones y violines.
Aparte de la música, los gritos del niño son el único sonido en la escena.
Se cuenta que la partitura de Werle sufrió alteraciones durante la grabación y en la postproducción, y parte de ella se improvisó.
La banda sonora también incluye “Partita No. 3 en La menor” de Johann Sebastian Bach y segmentos de “Die Zauberflöte” de Mozart, grabada por el director húngaro, Ferenc Fricsay.
“Nu är du själv, men inte dig själv; Ett idealiskt tillstånd för ett möte mellan älskare”
(Ahora eres tú mismo, pero no tú mismo; un estado ideal para un encuentro entre enamorados)
¿De qué nos habló la película de Bergman?
Vargtimmen es en esencia, una exploración hacia los temores de los seres humanos, un film inquietante, y de lo mejor que puede verse en el género de terror; pues es estando dormido que se tienen pesadillas, y despiertos... tendremos miedo.
Todos tenemos pesadillas, todos alguna vez le tuvimos miedo a la oscuridad, todos hemos despertado a media noche…
¿Pero alguna vez viste tu reloj, y eran las 03:33?
Los misterios que rondan “la hora de la muerte” el llamado “tiempo muerto” o “la hora del diablo”, son muy variados, todo depende de la perspectiva de como veamos las cosas.
Desde el punto de vista religioso, la hora 03:00am es a hora contraria a la muerte de Jesús, ya que según algunos, su muerte fue a las 03:00pm; y al ser la hora contraria de la muerte del hijo de Dios, los demonios y malos espíritus salen a asustar creyentes.
Y desde un punto de vista más científico, esto está relacionado completamente con los terrores nocturnos:
Desde nuestros orígenes, el hombre ha tenido que escapar de la oscuridad para sobrevivir a los depredadores de la noche; y durante esas horas, nuestros sentidos se agudizan y nuestra imaginación vuela, por lo que podemos tener pesadillas, parálisis del sueño, o despertar de forma brusca… así como utilizar nuestros sentidos y dejar volar la imaginación.
Una leyenda nórdica, quiere ver en el transcurso de la noche al alba, entre la madrugada y el amanecer, es “la hora del lobo”
Es un instante de incandescencia, una luz que no ciega a nadie, y que estiman como una dádiva providencial los fotógrafos.
Aparte del sustento neurofisiológico, que parece tener la ancestral creencia escandinava, por aquello de los sutiles cambios que a esa hora marca el reloj biológico de cada quien, ayudándolo a bajar el telón o a abrir la puerta de la curiosidad; no es extravagante referirla al final de un siglo o un milenio que se demora en el umbral, y acaso permite entrever, cuando mucho, ciertas figuras borrosas...
Por su parte, el estado de consciencia es aquel en que se encuentran activas las funciones neurocognitivas superiores; que determina la percepción y el conocimiento del mundo psíquico individual, y del mundo que nos rodea.
En psiquiatría y psicología, el delirio,  del latín “de-lirare”, que es “salir del surco al labrar La Tierra”, es un síntoma propio de las psicosis.
Este no debe ser confundido con “delírium” o “Síndrome Confusional Agudo” pues son entidades diferentes.
En psicopatología, se define “delirio” como una creencia que se vive con una profunda convicción, a pesar de que la evidencia demuestra lo contrario.
No debe ser confundido con confabulación, dogma, ilusión y otros efectos de percepción alterada.
El concepto de “delirio” es utilizado usualmente dentro del contexto neurológico o psiquiátrico; y por sí mismo no es considerado un trastorno mental, ya que diferentes trastornos mentales, comparten la característica común de la presencia de delirios.
Algunos de los trastornos mentales que cursan con delirios, son los enmarcados dentro del ámbito psicótico:
La esquizofrenia, manía, trastorno bipolar o depresión con síntomas psicóticos.
Pero también nos habla del delirio “extraño” que son todas aquellas creencias que están fuera de la realidad reconocida por la ciencia, como creer que es posible robar el pensamiento, o resucitar a personas fallecidas.
Sin olvidar el llamado “Delirio de Polo Actitudinal por Depreciación” que son aquellos delirios persecutorios, de condenación y de autoinculpación, como El Síndrome Windigo, Síndrome de Capgras, Síndrome de Frégoli, “folie à deux”, la licantropía, heutoscopia o heutoscopía, Síndrome de Inmigración, Síndrome de Las Prisiones, etc.
En definitiva, y según Bergman, “La Hora del Lobo” no es un momento concreto que nosotros podamos controlar con la herramienta de la palabra o de la razón, es más bien un espacio abstracto y metafísico, que viene a nuestro encuentro, aquel en el que emerge nuestra fragilidad, nuestro miedo y nuestros fantasmas más terribles, aquellos que incluso nos ocultamos a nosotros mismos para sobrevivir.
Sin embargo, también es un lugar de creación, de posibilidad y de energía, el momento en que nace la vida, y, por tanto, la conciencia humana.
“La Hora del Lobo” es el punto de encuentro entre la vida y la muerte, donde se abre y se cierra el ciclo misterioso en el que todos estamos inmersos, donde nos encontramos con lo más verdadero y terrible de nosotros mismos.
Por ello, Vargtimmen es una película fundamental en la historia del cine; una obra que sienta los principios del cine que explora las psiques perturbadas y divididas.
Pero no es solo eso; se pueden rastrear las influencias de Vargtimmen en la cinematografía que la precedió, en todos aquellos filmes en los que el componente onírico tiene un papel fundamental, en aquellos en los que aparecen mezclados distintos planos de realidad, en cineastas como Herk Harvey a Cronenberg; de Tarkovski a todas las películas de David Lynch.

“Se vad du vill se!”
(¡Ves lo que quieres ver!)



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