All That Jazz

“All that work.
All that glitter.
All that pain.
All that love.
All that crazy rhythm.
All that jazz”

Según la Real Academia la palabra espectáculo hace referencia a una función o diversión pública celebrada en un teatro, en un circo o en cualquier otro edificio o lugar en que se congrega la gente para presenciarla y a cualquier cosa que se ofrece a la vista o a la contemplación intelectual y es capaz de atraer la atención y mover el ánimo infundiéndole deleite, asombro, dolor u otros afectos más o menos vivos o nobles.
Un ejemplo de espectáculo, es All That Jazz, y que curiosamente, continúa siendo una de los exponentes más intensos del género musical, y a la vez una mirada de enorme humanidad sobre la vida de los trabajadores del espectáculo.
Su cruce de lenguajes, sus varios planos de acción y sus desplazamientos de sentido hacen que All That Jazz roce por momentos la genialidad.
“Ladies and gentleman, let me lay on you a so-so entertainer, not much of a humanitarian, and this cat was never nobody's friend.
In his final appearance on the great stage of life - uh, you can applaud if you want to - Mr. Joe Gideon!”
All That Jazz es una película musical estadounidense de 1979, dirigida por Bob Fosse e interpretada por Roy Scheider, Jessica Lange, Leland Palmer, Ann Reinking, Ben Vereen, Cliff Gorman, John Lithgow, Wallace Shawn, entre muchos otros.
El guion, escrito por Robert Alan Aurthur y Bob Fosse, es de carácter semi autobiográfico, basado en la vida y carrera profesional como bailarín, coreógrafo y director de Bob Fosse.
All That Jazz fue ganadora del premio Oscar a la Mejor Dirección Artística, al Mejor Diseño de Vestuario, al Mejor Montaje y a la Mejor Banda Sonora; y estuvo nominada a 5 premios más:
Mejor película, actor principal (Roy Scheider), director, guión original y cinematografía.
Por ejemplo, el montaje, y no creo que haya mejor ejemplo de un montaje ejemplar que la secuencia del casting del inicio de All That Jazz.
Es impresionante, además de contar con una ambientación musical que la hace todavía mejor.
All That Jazz fue ganadora del Premio Palme d’Or del Festival Internacional de Cine de Cannes.
All That Jazz está inspirada en el intenso período de trabajo de Bob Fosse cuando editaba su película “Lenny” (1974) y simultáneamente preparaba el musical “CHICAGO”, para Broadway en 1975.
All That Jazz es un musical nada convencional que, a través de la historia de un implacable coreógrafo, retrata la dureza, el esplendor y la decadencia de la gente del mundo del espectáculo, a quienes el triunfo les niega a veces la posibilidad de otros afectos.
All That Jazz retrata la otra cara del show, lo que ocurre entre bastidores.
La narración se desarrolla mediante un largo flashback que recoge recuerdos del pasado, impresiones del presente y alucinaciones del protagonista.
El punto de vista se presenta distorsionado, alterado o incluso modificado por el estado de aturdimiento del personaje.
El relato combina realidad, fantasía, subjetivismo y autocrítica.
Su justificación responde al deseo del protagonista de revisar los hechos más importantes que han marcado hitos en su vida de éxitos y fracasos.
La narración expone sus opiniones, inquietudes, ambiciones, deseos, frustraciones y afectos.
Algunos críticos han visto en el juego de elementos inconscientes, subconscientes, alucinatorios, fantasiosos y siempre incompletos, fragmentarios y confusos, paralelismos con el film “8½” de Fellini de 1963 y también dedica un guiño de simpatía a Stanley Kubrick.
All That Jazz fue una película incomprendida en su época y con el tiempo ha ido ganando fuerza y empaque.
Los momentos musicales son excepcionales, sobretodo el momento erótico-festivo de la presentación definitiva del espectáculo ante los productores, de un alto voltaje sensual.
Los secundarios y como no, el elenco de bailarines, hace de All That Jazz un conjunto vibrante, un canto a la vida aunque pueda parecer contradictorio, lleno de ternura y de excelentes números musicales.
Roy Scheider realiza el mejor papel de su vida quedando en nuestras retinas para siempre ese aire canalla y mujeriego que destilaba en cada uno de los fotogramas.
El montaje de All That Jazz es trepidante, la fotografía tiene reminiscencias setenteras, el vestuario es contemporáneo e intemporal y así podríamos seguir alabando una obra maestra del celuloide de obligado visionado.
La acción principal de All That Jazz tiene lugar en New York City, y contiene recuerdos del pasado profesional y personal del protagonista y fantasías atemporales.
El protagonista es Joe Gideon (Roy Scheider), un afamado coreógrafo adicto a su trabajo, es escenógrafo y director de cine, que ha alcanzado la fama, vive preocupado por la muerte, es fumador, algo paranoico, mujeriego, bebedor, adicto al trabajo y desconfiado.
Le gusta vestir de negro y trabajar al límite.
Está preparando un macro espectáculo musical que le ocupa montones de horas y a la vez está montando un filme sobre un conocido cómico.
Sobrelleva toda esta actividad entre cigarrillos, mujeres, alcohol, antiácidos, colirios etc. para poder mantener vivo su mayor espectáculo:
La propia vida.
Su condición física va empeorando y a medida que se ve abocado a esa posible muerte empieza a flirtear en una segunda realidad con un bello ángel de la muerte llamado “Angelique” (Jessica Lange)
Una premonición montada en paralelo que llevará al inevitable ataque al corazón del protagonista y una posterior operación a vida o muerte.
La lenta recuperación hospitalaria acabará, con el tiempo, en nuevas juergas dentro de su propia habitación hasta que los nuevos excesos le llevarán a la muerte.
Una muerte representada en los últimos minutos como un show teatral y televisivo lleno de elementos psicodélicos y ese magnífico tema "Bye Bye Love" donde el artista se despide de todos sus amantes, amigos y colaboradores.
Según Irving Berlin, "There's No Business Like Show Business"
Ésta es la razón por la que, obviamente, "There's No People Like Show People", la canción de Berlin que cierra All That Jazz en la voz de Ethel Merman, viene a resumir el singular proceso existencial de Joe Gideon y de cuantos, como él, sucumbieron, gozosamente, a los encantos de la farándula.
Como números musicales que podemos disfrutar en All That Jazz, tenemos entre otros:
"On Broadway", número coral de indudable fuerza y colorido.
"Take Off With Us", de Lebowsky y Tobías, dominado por una sensualidad tórrida y agresiva, de alto contenido erótico.
"Bye Bye Love", de Felice y Boudleux Bryant, como complejo, chirriante y, a pesar de todo, soberbio número musical.
La banda sonora, de Ralph Burns, se presenta cuidada y es brillante.
Combina temas de jazz, pop y melodías de Broadway.
Como música añadida, aporta temas conocidos como “There’s No Business Like Show Business”, de Irving Berlin, y clásicos o barrocos de corte de Vivaldi.
Los números musicales, que al fin y al cabo es lo que cuenta en películas de este tipo, pueden llegar a hacerse pesados por lo que respecta a su duración, pero en absoluto molesta.
De hecho, pareciera como si al bueno de Fosse ni siquiera le hubiese importado lo más mínimo la estructura de su historia a la hora de mantener el ritmo, porque lo importante era centrarse en la decadencia del personaje que al fin y al cabo es él mismo.
Las secuencias oníricas y surrealistas también se agradecen en ese sentido.
“I don't know where the bullshit ends and the truth begins”
Tal es la honestidad que el director se nos ofrece desnudo para que observemos su particular opinión sobre temas tan dispares como el amor, las obsesiones, la autodestrucción excusada en conceptos creativos, la temeridad ante lo inevitablemente temible, la angustia, la furia y claro, todo aquello que no logo definir porque minuto a minuto se convierten en el espíritu de Fosse, algo que podemos ver pero no tocar.
Está en cada uno de nosotros aceptar sus tesis sobre los grises del comportamiento humano, en particular el de los artistas, y nos encontramos en absoluto libres para no considerarlas relevantes.
No es mi caso y por eso valen estas líneas como ejercicio de comprensión.
All That Jazz es el réquiem pagano, delirante y socarrón de un coreógrafo canalla en el proceso de crear un espectáculo musical de Broadway, de montar la última película que ha rodado, otro guiño real, como director que fue, y de repaso por su propia vida, con la muerte como interlocutora, aquí interpretada por una bella Jessica Lange en plan "Dama Blanca"
Apuntar que All That Jazz es visionario no sólo en el sentido estructural, sino en que el propio Fosse murió de un infarto unos 10 años más tarde, como su alter ego Gideon.
Números musicales reales y oníricos, incorrección política, un "El Show Debe Continuar" aun encontrándonos cerca del final de nuestra existencia.
Una reflexión musicalizada, algo triste y sarcástica sobre la vida y la muerte, las cosas por hacer y las ya hechas, con y sin remedio.
La reflexión de un hombre cuyos días empiezan con Vivaldi, aspirinas, duchas, en ocasiones con olvidado cigarrillo en la boca, anfetaminas y una pose optimista ante el espejo recitando el mantra "Showtime, Folks".
All That Jazz es una mirada a la parte más dura, laboriosa y desagradecida de la farándula; al morir con las botas puestas; a la obsesión por el trabajo; a la familia unida pero rota; a la recepción de la muerte con una sonrisa.
Una película algo extraña pero de innegable magnetismo, originalidad y calidad.
Dicen los críticos que All That Jazz es una especie de "autobiografía" de Bob Fosse, para mí es mucho más, es una declaración de intenciones sobre una forma de vivir, una manera de entender la vida, que no iba a cambiar, ni por su maltrecho corazón.
Una forma de explicar muchas cosas, sobre su profesión, sobre el entramado de zancadillas y obstáculos que se deben superar para conseguir montar la obra que uno quiere, no la que le imponen.
Una declaración de amor, al baile, y, paradójicamente, a la vida; y una manera de explicar a las mujeres de su vida, amantes, esposa, y en especial, a su hija, que verdaderamente las quiso, aunque, como diría Sinatra:
“Las quiso a su manera...”
Porque los genios suelen ser así, con su propia manera de entender la vida, y la muerte.
Porque a veces, una profesión no es un trabajo, es lo que eres, forma parte de ti, y cada paso de baile es como ese toc-toc del corazón que te mantiene vivo...
All That Jazz no sólo supuso una reinvención y revitalización de los musicales en su momento, sino que me parece un musical cinco estrellas, y más allá de su género, una genialidad como película.
Sólo alguien como Fosse podía convertir en una fiesta su propia muerte.
Fosse creó el cine musical moderno y pasa al Olimpo de directores brillantes con tres películas que rozan la belleza.
Un “Cabaret” con gotas incisivas de “Lenny”, una y otra vez recordada en el montaje cinematográfico en el que trabaja Gideon, y una despedida que invita a All That Jazz.
¿Qué dirán o recordarán de nosotros cuando hayamos muerto?

“It's showtime, folks!”



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