Bad Day At Black Rock
“Suddenly you realize murder is at your elbow!
And there's no way out!”
Resulta que la japanofobia o miedo a Japón, se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a Japón o a aquello relacionado con la cultura japonesa.
Este término no suele ser utilizado como referencia a una fobia propiamente dicha, sino a sentimientos negativos de rechazo, discriminación, desconfianza, deshumanización y hostilidad en general hacia la cultura japonesa o a los japoneses en general.
Es, por tanto, una forma de xenofobia o de desprecio a los extranjeros.
Los sentimientos anti-japoneses van desde una animosidad hacia las acciones del gobierno japonés hasta el desprecio y racismo por los japoneses.
Esta clase de sentimientos de deshumanización fueron impulsados por propaganda anti-japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Es frecuente encontrar gente con japanofobia en Corea del Sur y China.
En el pasado, se caracterizaba a la cultura japonesa como la barbarie, y a los japoneses como subhumanos o evolutivamente inferiores.
La cultura japonesa se veía con sospecha y hasta con rechazo.
Más allá de que las pasiones se hayan aquietado desde que concluyó la Segunda Guerra, hay personas que consideran que Japón no ha pagado por todas las atrocidades realizadas durante la guerra.
Hoy, más allá de que el gobierno japonés haya tratado de hacer compensaciones, los sentimientos de hostilidad continúan existiendo, basados en los ecos de las agresiones militares del pasado.
También existen sentimientos anti-japoneses basados en cuestiones ecológicas, como por ejemplo, la caza de ballenas en el Atlántico sur por parte de los pesqueros japoneses o bien atribuyéndoles deslealtades en tratados comerciales.
Tanto en inglés, como en chino y en coreano, existen una variedad de términos despectivos para referirse a los japoneses.
Lamentable.
“Things change”
Bad Day At Black Rock es una película dramática de suspense dirigida por John Sturges en 1955 y protagonizada por:
Spencer Tracy, Robert Ryan, Lee Marvin, Anne Francis, Dean Jagger, Ernest Borgnine, Walter Brennan, John Ericson y Walter Sande.
Bad Day At Black Rock está basado en un relato corto de Howard Breslin.
Bad Day At Black Rock obtuvo 3 nominaciones a los Oscar como:
Mejor director, mejor actor principal para Spencer Tracy, y mejor guion original. Sin embargo, Bad Day At Black Rock ganó el premio de Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
El McCarthismo es el telón de fondo de Bad Day At Black Rock, ambientada 2 meses después de finalizada la Segunda Guerra Mundial en un pueblo del desierto californiano llamado “Black Rock” y trata sobre la especial sensibilidad de ciertos sectores racistas de la sociedad norteamericana, quienes desviaron sus frustraciones del colectivo negro al japonés, sobre todo tras el incidente de Pearl Harbor que provocó la entrada en la contienda del Tío Sam.
Sturges denuncia tal situación extremista que en algunas zonas, como Black Rock, llegó al paroxismo de una “conspiración de silencio” que privara de libertades a los ciudadanos de aquellos lares en relación con un turbio asunto ocurrido a un ciudadano de origen asiático y granjero japonés llamado Joe Komoko.
Bad Day At Black Rock es una película violenta pero sin sangre, la violencia se respira por la actitud de ese pueblo racista y sin ley, que esconde desde hace tiempo un secreto que el protagonista descubrirá.
Bad Day At Black Rock no es una obra maestra, pero si es una buena película con un reparto espectacular, y una historia que mantiene una cierta intriga e interés hasta el final.
El guión hace una excelente descripción de personajes, con especial atención al protagonista.
La dirección desarrolla el descubrimiento del secreto de Macreedy y el hostigamiento al que se ve sometido, de modo pausado y gradual, con lo que enriquece Bad Day At Black Rock y absorbe al espectador.
La fotografía hace uso de encuadres excelentes, escenas nocturnas iluminadas con sabiduría, un discreto recurso a la "noche americana", planos medios bien centrados en la pantalla de cinemascope y los travellings excepcionales como la presentación del tren.
La música de André Previn suena con fuerza y solemnidad, interpretada por una orquesta de viento y percusión.
Bad Day At Black Rock está bien lograda y construida por parte del realizador Sturges, que representa una historia de un hermético pueblo, intolerante, sanguinario, retratando a través de éste, el odio yanqui hacia los nipones en los años inmediatos posteriores al ataque de Pearl Harbor.
Reposando sobre la gran calidad de sus intérpretes, con una narrativa tradicional y lineal, este correcto ejercicio de suspenso a color termina siendo muy apetecible.
El principal aliciente de Bad Day At Black Rock es el conglomerado de estrellas que lo enriquecen, empezando por el remarcable e inolvidable Spencer Tracy, en el papel del manco que se enfrentará a impensados obstáculos, y más aún, inesperadas amenazas contra su propia vida cuando emprenda una investigación sobre un desaparecido sujeto.
Además, está el siempre eficiente y destacable Robert Ryan, representando una de las peores caras de la localidad, implacable opositor que pretende mantener el hermetismo en el que ha permanecido el pueblo.
Están también los duros Ernest Borgnine y Lee Marvin, aunque en papeles menores, como parte de los pobladores que le harán, literalmente, la vida imposible al buen Spencer.
Toda una constelación de estrellas, que, si bien ya maduras, no dejan de ofrecer un espectáculo bastante atractivo, y ciertamente, es lo que sucede con esta decente y entretenida película yanqui.
La acción de Bad Day At Black Rock tiene lugar en un día de 1945, acabada la Segunda Guerra Mundial.
Bad Day At Black Rock narra la historia de un hombre maduro, John J. Macreedy (Spencer Tracy), manco, bien trajeado, jubilado, que llega a la localidad perdida de Black Rock con el objeto de cumplir una última misión.
Sin embargo, el viejo John no tiene un momento de paz en Black Rock:
Ni bien apoya un pie en tierra, desde el puesto de vigilancia lo recibe un apático guardia que se niega a brindarle información y un grupo de pobladores le corta el paso antes de que pise el hotel para preguntarle qué buscaba de muy mala manera.
El motivo de la extraña visita de Macreedy es averiguar el paradero de un viejo amigo japonés y la situación adversa no parece hacerle cambiar de parecer.
En el hotel, le avisan que están todas las camas ocupadas, pero el buen hombre sube la escalera y se acomoda, sabiendo que eso no era cierto.
Así, uno a uno, los habitantes del pueblo le van metiendo palos en la rueda, sin que nadie jamás nos dé un indicio de lo que está pasando.
Es recibido con sorpresa y hostilidad creciente.
Bad Day At Black Rock muestra cómo las actitudes racistas y xenófobas pueden desencadenar tragedias personales y colectivas, injustas y rigurosamente punibles.
Los prejuicios y la intolerancia que las informan no tienen sentido, carecen de justificación, se alimentan de odio y engendran odio, inseguridad y angustia.
Se muestra una comunidad en la que el imperio de la ley ha sido desplazado por grupo de granujas a las órdenes de Reno Smith (Robert Ryan), un desalmado que mantiene a los convecinos sometidos a su capricho y aislados del exterior.
La presencia del forastero desestabiliza el precario equilibrio de dominación y sometimiento que rige al amparo del miedo.
La lucidez, astucia, valentía y su rechazo del miedo, por parte de Macreedy ponen en evidencia la debilidad del malhechor.
Son escenas memorables de Bad Day At Black Rock:
La lucha a golpes de Coley Trimble (Ernest Borgnine) contra Macreedy.
La defensa de éste frente a Reno en una noche cerrada.
El hostigamiento del jeep que conduce Macreedy por parte de Coley, y
La convincente denuncia de la debilidad de Reno por parte de Macreedy al haber confiado en cómplices en los que anida la traición.
Esa verdad en Bad Day At Black Rock es que Reno Smith era propietario de Adobe Flat, y Joe Komako (un protagonista ausente físicamente, pero presente al mismo tiempo) alquiló y perforó sus tierras, y después de Pearl Harbor, no pudo más, y eliminó al japonés-americano.
Macreedy termina por descubrir que Komoko, fue muerto por una turba animada por Reno, unos días después del ataque de Peral Harbor.
Al final Macreedy logra hacer “despertar” de su apatía a algunos de los moradores del pueblo, aunque sin ayuda de ellos se enfrenta con Reno y lo elimina.
Macreedy termina contándole al doctor de Black Rock, que la razón de ir a buscar a Komoko, obedecía a su deseo de entregarle, por su propia mano La Medalla de Honor, que ganó el hijo de Komoko, durante la invasión de Italia, al salvar la vida del propio Macreedy, a costa de perder la suya.
El “Doc” Velie (Walter Brennan) le pide que le entregue al pueblo la medalla, para que puedan recordar el día en que recobraron su dignidad.
Macreedy toma el tren que le llevara a Los Ángeles, después de un día aciago encontrando gran satisfacción de haber cumplido con su subordinado que le salvó la vida.
Bad Day At Black Rock nos oculta información desde el inicio, no nos pone en la piel de Tracy, que no sabe qué pasó en el pueblo, ni en la del pueblo, que no sabe quién es ese tipo.
Podríamos pensar que él es el malo:
Hacía cuatro años que el tren no paraba en Black Rock, y además su pinta es demasiado afable como para ser un buen tipo.
Pero el pueblo poco a poco se revela como una entidad que vive sumida en la culpa de un crimen cometido por unos cuantos años, pero asumido por todos.
Hasta el sheriff ha caído en el alcohol.
Por eso todos quieren estar solos, para no tener que enfrentar la culpa de lo que han hecho.
La llegada de Tracy y el posible desencadenamiento de otro crimen innombrable les dan una oportunidad de redención.
La trama de Bad Day At Black Rock es una auténtica mezcla de registros, empieza como un western puro, sigue como un thriller y termina como un film noir.
Bad Day At Black Rock es algo rara en varios sentidos principalmente por la citada mezcla de géneros pero también por el contenido "político", es toda una historia, muy arriesgada para la época de 1955, y que engloba una considerable carga humana.
Bad Day At Black Rock, pausada y solemne, denuncia el sinsentido del racismo, la xenofobia y la tiranía.
Bad Day At Black Rock exalta la resistencia al miedo y el imperio de la ley.
Por eso, Bad Day at Black Rock funciona a varios niveles:
Como película de entretenimiento no tiene tacha, porque maneja la tensión y el ritmo magistralmente; pero si vemos más allá, podemos incluso encontrar una buena lección moral, de hacer lo correcto incluso cuando se peligra por ello, sin esperar recompensa, simplemente porque es lo correcto.
Y es aquí donde Bad Day At Black Rock se revela como más que cine de entretenimiento, pues plantea un serio dilema moral, en el que, estoy casi seguro, todos nos veremos reflejados:
¿Conservar el pellejo y mirar a otro lado?, o
¿Actuar aunque corramos peligro?
Cada personaje en Bad Day At Black Rock encarna una faceta de este dilema, y no ninguno lo tiene fácil.
Ese tren que transporta a John Macreedy (Spencer Tracy) a Black Rock es como un puñal introduciéndose en el corazón rural de EEUU, todavía almacenando odio y rencor a todo el que es diferente a ellos.
La verdad es que tuvieron que ser muchos los hombres que sufrieron tremendas injusticias, por el mero hecho de ser de origen japonés, en tierras norteamericanas después del ataque nipón a Pearl Harbor.
Hombres que habían colaborado con su esfuerzo e incluso con sus vidas para el avance y el progreso del país, aplastante avance y progreso, por cierto, pero que vieron como eran arrastrados por la sinrazón y la injusticia al ostracismo, a la locura y a su eliminación como seres humanos.
Pocas veces hemos visto en cine el trato de este tema, por eso Bad Day At Black Rock, me parece un auténtico alarde de sinceridad, sentimiento de culpabilidad reconocido, y perdón a las personas que sufrieron ese expolio.
Einstein dijo:
“La vida es muy peligrosa.
No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”
Bad Day At Black Rock versa sobre lo mismo, el guión y la puesta en escena son más crueles con aquellos que no alzan su mano contra la injusticia que con los que practican la barbarie.
“The rule of law has left here, and the guerrillas have taken over”
And there's no way out!”
Resulta que la japanofobia o miedo a Japón, se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a Japón o a aquello relacionado con la cultura japonesa.
Este término no suele ser utilizado como referencia a una fobia propiamente dicha, sino a sentimientos negativos de rechazo, discriminación, desconfianza, deshumanización y hostilidad en general hacia la cultura japonesa o a los japoneses en general.
Es, por tanto, una forma de xenofobia o de desprecio a los extranjeros.
Los sentimientos anti-japoneses van desde una animosidad hacia las acciones del gobierno japonés hasta el desprecio y racismo por los japoneses.
Esta clase de sentimientos de deshumanización fueron impulsados por propaganda anti-japonesa durante la Segunda Guerra Mundial.
Es frecuente encontrar gente con japanofobia en Corea del Sur y China.
En el pasado, se caracterizaba a la cultura japonesa como la barbarie, y a los japoneses como subhumanos o evolutivamente inferiores.
La cultura japonesa se veía con sospecha y hasta con rechazo.
Más allá de que las pasiones se hayan aquietado desde que concluyó la Segunda Guerra, hay personas que consideran que Japón no ha pagado por todas las atrocidades realizadas durante la guerra.
Hoy, más allá de que el gobierno japonés haya tratado de hacer compensaciones, los sentimientos de hostilidad continúan existiendo, basados en los ecos de las agresiones militares del pasado.
También existen sentimientos anti-japoneses basados en cuestiones ecológicas, como por ejemplo, la caza de ballenas en el Atlántico sur por parte de los pesqueros japoneses o bien atribuyéndoles deslealtades en tratados comerciales.
Tanto en inglés, como en chino y en coreano, existen una variedad de términos despectivos para referirse a los japoneses.
Lamentable.
“Things change”
Bad Day At Black Rock es una película dramática de suspense dirigida por John Sturges en 1955 y protagonizada por:
Spencer Tracy, Robert Ryan, Lee Marvin, Anne Francis, Dean Jagger, Ernest Borgnine, Walter Brennan, John Ericson y Walter Sande.
Bad Day At Black Rock está basado en un relato corto de Howard Breslin.
Bad Day At Black Rock obtuvo 3 nominaciones a los Oscar como:
Mejor director, mejor actor principal para Spencer Tracy, y mejor guion original. Sin embargo, Bad Day At Black Rock ganó el premio de Mejor Actor en el Festival Internacional de Cine de Cannes.
El McCarthismo es el telón de fondo de Bad Day At Black Rock, ambientada 2 meses después de finalizada la Segunda Guerra Mundial en un pueblo del desierto californiano llamado “Black Rock” y trata sobre la especial sensibilidad de ciertos sectores racistas de la sociedad norteamericana, quienes desviaron sus frustraciones del colectivo negro al japonés, sobre todo tras el incidente de Pearl Harbor que provocó la entrada en la contienda del Tío Sam.
Sturges denuncia tal situación extremista que en algunas zonas, como Black Rock, llegó al paroxismo de una “conspiración de silencio” que privara de libertades a los ciudadanos de aquellos lares en relación con un turbio asunto ocurrido a un ciudadano de origen asiático y granjero japonés llamado Joe Komoko.
Bad Day At Black Rock es una película violenta pero sin sangre, la violencia se respira por la actitud de ese pueblo racista y sin ley, que esconde desde hace tiempo un secreto que el protagonista descubrirá.
Bad Day At Black Rock no es una obra maestra, pero si es una buena película con un reparto espectacular, y una historia que mantiene una cierta intriga e interés hasta el final.
El guión hace una excelente descripción de personajes, con especial atención al protagonista.
La dirección desarrolla el descubrimiento del secreto de Macreedy y el hostigamiento al que se ve sometido, de modo pausado y gradual, con lo que enriquece Bad Day At Black Rock y absorbe al espectador.
La fotografía hace uso de encuadres excelentes, escenas nocturnas iluminadas con sabiduría, un discreto recurso a la "noche americana", planos medios bien centrados en la pantalla de cinemascope y los travellings excepcionales como la presentación del tren.
La música de André Previn suena con fuerza y solemnidad, interpretada por una orquesta de viento y percusión.
Bad Day At Black Rock está bien lograda y construida por parte del realizador Sturges, que representa una historia de un hermético pueblo, intolerante, sanguinario, retratando a través de éste, el odio yanqui hacia los nipones en los años inmediatos posteriores al ataque de Pearl Harbor.
Reposando sobre la gran calidad de sus intérpretes, con una narrativa tradicional y lineal, este correcto ejercicio de suspenso a color termina siendo muy apetecible.
El principal aliciente de Bad Day At Black Rock es el conglomerado de estrellas que lo enriquecen, empezando por el remarcable e inolvidable Spencer Tracy, en el papel del manco que se enfrentará a impensados obstáculos, y más aún, inesperadas amenazas contra su propia vida cuando emprenda una investigación sobre un desaparecido sujeto.
Además, está el siempre eficiente y destacable Robert Ryan, representando una de las peores caras de la localidad, implacable opositor que pretende mantener el hermetismo en el que ha permanecido el pueblo.
Están también los duros Ernest Borgnine y Lee Marvin, aunque en papeles menores, como parte de los pobladores que le harán, literalmente, la vida imposible al buen Spencer.
Toda una constelación de estrellas, que, si bien ya maduras, no dejan de ofrecer un espectáculo bastante atractivo, y ciertamente, es lo que sucede con esta decente y entretenida película yanqui.
La acción de Bad Day At Black Rock tiene lugar en un día de 1945, acabada la Segunda Guerra Mundial.
Bad Day At Black Rock narra la historia de un hombre maduro, John J. Macreedy (Spencer Tracy), manco, bien trajeado, jubilado, que llega a la localidad perdida de Black Rock con el objeto de cumplir una última misión.
Sin embargo, el viejo John no tiene un momento de paz en Black Rock:
Ni bien apoya un pie en tierra, desde el puesto de vigilancia lo recibe un apático guardia que se niega a brindarle información y un grupo de pobladores le corta el paso antes de que pise el hotel para preguntarle qué buscaba de muy mala manera.
El motivo de la extraña visita de Macreedy es averiguar el paradero de un viejo amigo japonés y la situación adversa no parece hacerle cambiar de parecer.
En el hotel, le avisan que están todas las camas ocupadas, pero el buen hombre sube la escalera y se acomoda, sabiendo que eso no era cierto.
Así, uno a uno, los habitantes del pueblo le van metiendo palos en la rueda, sin que nadie jamás nos dé un indicio de lo que está pasando.
Es recibido con sorpresa y hostilidad creciente.
Bad Day At Black Rock muestra cómo las actitudes racistas y xenófobas pueden desencadenar tragedias personales y colectivas, injustas y rigurosamente punibles.
Los prejuicios y la intolerancia que las informan no tienen sentido, carecen de justificación, se alimentan de odio y engendran odio, inseguridad y angustia.
Se muestra una comunidad en la que el imperio de la ley ha sido desplazado por grupo de granujas a las órdenes de Reno Smith (Robert Ryan), un desalmado que mantiene a los convecinos sometidos a su capricho y aislados del exterior.
La presencia del forastero desestabiliza el precario equilibrio de dominación y sometimiento que rige al amparo del miedo.
La lucidez, astucia, valentía y su rechazo del miedo, por parte de Macreedy ponen en evidencia la debilidad del malhechor.
Son escenas memorables de Bad Day At Black Rock:
La lucha a golpes de Coley Trimble (Ernest Borgnine) contra Macreedy.
La defensa de éste frente a Reno en una noche cerrada.
El hostigamiento del jeep que conduce Macreedy por parte de Coley, y
La convincente denuncia de la debilidad de Reno por parte de Macreedy al haber confiado en cómplices en los que anida la traición.
Esa verdad en Bad Day At Black Rock es que Reno Smith era propietario de Adobe Flat, y Joe Komako (un protagonista ausente físicamente, pero presente al mismo tiempo) alquiló y perforó sus tierras, y después de Pearl Harbor, no pudo más, y eliminó al japonés-americano.
Macreedy termina por descubrir que Komoko, fue muerto por una turba animada por Reno, unos días después del ataque de Peral Harbor.
Al final Macreedy logra hacer “despertar” de su apatía a algunos de los moradores del pueblo, aunque sin ayuda de ellos se enfrenta con Reno y lo elimina.
Macreedy termina contándole al doctor de Black Rock, que la razón de ir a buscar a Komoko, obedecía a su deseo de entregarle, por su propia mano La Medalla de Honor, que ganó el hijo de Komoko, durante la invasión de Italia, al salvar la vida del propio Macreedy, a costa de perder la suya.
El “Doc” Velie (Walter Brennan) le pide que le entregue al pueblo la medalla, para que puedan recordar el día en que recobraron su dignidad.
Macreedy toma el tren que le llevara a Los Ángeles, después de un día aciago encontrando gran satisfacción de haber cumplido con su subordinado que le salvó la vida.
Bad Day At Black Rock nos oculta información desde el inicio, no nos pone en la piel de Tracy, que no sabe qué pasó en el pueblo, ni en la del pueblo, que no sabe quién es ese tipo.
Podríamos pensar que él es el malo:
Hacía cuatro años que el tren no paraba en Black Rock, y además su pinta es demasiado afable como para ser un buen tipo.
Pero el pueblo poco a poco se revela como una entidad que vive sumida en la culpa de un crimen cometido por unos cuantos años, pero asumido por todos.
Hasta el sheriff ha caído en el alcohol.
Por eso todos quieren estar solos, para no tener que enfrentar la culpa de lo que han hecho.
La llegada de Tracy y el posible desencadenamiento de otro crimen innombrable les dan una oportunidad de redención.
La trama de Bad Day At Black Rock es una auténtica mezcla de registros, empieza como un western puro, sigue como un thriller y termina como un film noir.
Bad Day At Black Rock es algo rara en varios sentidos principalmente por la citada mezcla de géneros pero también por el contenido "político", es toda una historia, muy arriesgada para la época de 1955, y que engloba una considerable carga humana.
Bad Day At Black Rock, pausada y solemne, denuncia el sinsentido del racismo, la xenofobia y la tiranía.
Bad Day At Black Rock exalta la resistencia al miedo y el imperio de la ley.
Por eso, Bad Day at Black Rock funciona a varios niveles:
Como película de entretenimiento no tiene tacha, porque maneja la tensión y el ritmo magistralmente; pero si vemos más allá, podemos incluso encontrar una buena lección moral, de hacer lo correcto incluso cuando se peligra por ello, sin esperar recompensa, simplemente porque es lo correcto.
Y es aquí donde Bad Day At Black Rock se revela como más que cine de entretenimiento, pues plantea un serio dilema moral, en el que, estoy casi seguro, todos nos veremos reflejados:
¿Conservar el pellejo y mirar a otro lado?, o
¿Actuar aunque corramos peligro?
Cada personaje en Bad Day At Black Rock encarna una faceta de este dilema, y no ninguno lo tiene fácil.
Ese tren que transporta a John Macreedy (Spencer Tracy) a Black Rock es como un puñal introduciéndose en el corazón rural de EEUU, todavía almacenando odio y rencor a todo el que es diferente a ellos.
La verdad es que tuvieron que ser muchos los hombres que sufrieron tremendas injusticias, por el mero hecho de ser de origen japonés, en tierras norteamericanas después del ataque nipón a Pearl Harbor.
Hombres que habían colaborado con su esfuerzo e incluso con sus vidas para el avance y el progreso del país, aplastante avance y progreso, por cierto, pero que vieron como eran arrastrados por la sinrazón y la injusticia al ostracismo, a la locura y a su eliminación como seres humanos.
Pocas veces hemos visto en cine el trato de este tema, por eso Bad Day At Black Rock, me parece un auténtico alarde de sinceridad, sentimiento de culpabilidad reconocido, y perdón a las personas que sufrieron ese expolio.
Einstein dijo:
“La vida es muy peligrosa.
No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa”
Bad Day At Black Rock versa sobre lo mismo, el guión y la puesta en escena son más crueles con aquellos que no alzan su mano contra la injusticia que con los que practican la barbarie.
“The rule of law has left here, and the guerrillas have taken over”
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