The Ides Of March

“Ambition seduces.
Power corrupts”

Ciertos momentos clave del calendario tenían nombre propio.
Los idus, por ejemplo eran los días 13 de cada mes, excepto en marzo, mayo, julio y octubre que se celebraba el día 15.
Entre ellos destaca el conocido como "idus de marzo" que designaba al día 15 del mes dedicado al “dios de la guerra” Marte, el mes de Martius según los romanos.
O lo que es lo mismo, el 15 de marzo para los hispanoparlantes.
Otras referencias del calendario romano eran las calendas, el primer día de cada mes, y las nonas, el quinto día de cada mes excepto en marzo, mayo, julio y octubre, que era el séptimo día.
Como curiosidad, la fecha es famosa porque Gaius Iulius Caesar fue asesinado en el idus de marzo del año 44 a.C.
Según el escritor griego Plutarco, Caesar había sido advertido del peligro, pero había desestimado la advertencia:
“Lo que es más extraordinario aún es que un vidente le había advertido del grave peligro que le amenazaba en los idus de marzo, y ese día cuando iba al Senado, Iulius Caesar encontró al vidente y riendo le dijo:
Los idus de marzo ya han llegado; a lo que el vidente contestó compasivamente:
Sí, pero aún no han acabado”
Al momento de su muerte, Iulius Caesar no era Emperador, nunca lo fue; Caesar ostentaba el título de “Dictador y Cónsul Vitalicio” de la República Romana.
De hecho, una de los motivos de su asesinato es que lo acusaban de pretender convertirse en Rey.
El primer gobernante romano que aceptó el título de Emperador, fue el sucesor de Iulius Caesar, Octavio, también llamado Caius Iulius Caesar Augustus.
En contra de lo esperado y luego del conflicto interno a causa del asesinato
de Iulius Caesar, Octavio se convirtió en Emperador y logro devolver la paz al
Imperio Romano.
Aunque el Calendario Romano fue sustituido por los días de la semana modernos alrededor del siglo III, los idus se siguieron usando coloquialmente como referencia durante los siguientes siglos.
Shakespeare en su obra “The Tragedy Of Julius Caesar” en 1599 los citaba al escribir la famosa frase:
“¡Cuídate de los idus de marzo!”
Los “Idus de marzo” es una tragedia.
La debilidad humana y el afán de poder se abren paso hasta exterminar el alma de los personajes y el desastre acaba siendo inevitable.
Pero lo que te deja helado es que el desastre no es ningún apocalipsis, es el sistema mismo.
Podría haber sucedido ayer.
Aquí.
Entre nosotros.
Y no lo sabríamos.
Pero lo habría podrido todo.
“I'm not a Christian.
I'm not an Atheist.
I'm not Jewish.
I'm not Muslim.
My religion, what I believe in is called the Constitution of United States of America”
The Ides Of March es una película de 2011 escrita, dirigida y producida por George Clooney y protagonizada por Ryan Gosling, George Clooney, Paul Giamatti, Marisa Tomei, Philip Seymour Hoffman, Evan Rachel Wood, Jeffrey Wright, Max Minghella y Jennifer Ehle.
Inicialmente The Ides Of March iba a ser lanzada bajo el título de “Double Vision”, y está basada en la obra de teatro “Farragut North” representado en el Off-Broadway de 2008.
The Ides Of March es una adaptación de esta obra, aclamada por la crítica, sobre el ex consejero demócrata, Beau Willimon, centrada en las primarias a la carrera presidencial en Iowa.
Willimon decidió escribir el guión tras trabajar junto al ex presidente del Partido Demócrata Howard Dean, cuando éste se presentó como candidato a las elecciones primarias en 2004.
Algunos de los pósters de The Ides Of March utilizados en la campaña del Gobernador Mike Morris, interpretado por Clooney, fueron inspirados en los carteles creados por el diseñador gráfico Shepard Fairey, utilizados en la campaña de Barack Obama en 2008.
Ya el afiche sugiere lo que se va a ver en The Ides Of March:
Detrás del rostro que ve el lector en la tapa de la revista, se oculta otro personaje.
La identidad pública es una máscara, que esconde otra identidad, la verdadera, que no se muestra.
The Ides Of March estuvo nominado al Oscar como mejor guion adaptado para Grant Heslov y George Clooney y es la cuarta incursión de Clooney en la dirección.
The Ides Of March es un thriller político que denuncia los inevitables caminos de corrupción en época electoral.
Clooney, siempre comprometido con la realidad detrás de cámaras, vuelve a darle un duro golpe ideológico al sistema político.
Es cierto que hoy en día, con todos los escándalos de corrupción que se ventilan por los medios, esas cosas bajas de la política ya no sorprenden a nadie.
Así, desde este punto de vista, The Ides Of March no tiene nada de revelador; pero no deja de ser interesante su planteo del dilema moral al que se ve enfrentado el candidato:
¿Cuál es el precio que se está dispuesto a pagar para ganar unas elecciones?
¿Hasta dónde comprometer sus ideales?
¿Conseguir el éxito electoral a toda costa, sin importar lo que haya que entregar?
¿Mantenerse fiel a los buenos valores, a riesgo de quedar a medio camino en la carrera?
La forma en que The Ides Of March resuelve este conflicto deja flotando en el aire un mensaje de sabor amargo, y no muy esperanzador.
Con la premisa de su título, que hace referencia a la traición de Brutus a su padre, Iulius Caesar, Clooney desarrolla una trama alegórica, escala de prioridades y valores de quien aspira al poder.
La muerte del idealismo, la sangre fría, y el proceso de inhumanización forman parte de la hipótesis formulada aquí, bastamente asumida pero aun así de necesaria reformulación.
Siguiendo un argumento lineal clásico, vamos descubriendo como son los entresijos de unas primarias en los USA, y como a veces los papeles de marioneta, y de quien maneja los hilos van alternando.
The Ides Of March habla sobre la pérdida de la inocencia, de la pérdida del idealismo, donde lo importante no es para quien trabajes, sino conseguir el éxito, ser el ganador para asegurarte el futuro.
El mensaje y los ideales dan lo mismo, lo importante es haber triunfado aún a pesar de haber apostado por un candidato ajeno a nuestras convicciones.
The Ides Of March narra cómo se lleva a un hombre hasta la Casa Blanca, esa carrera tan ardua de primarias y debates para conseguir el apoyo de congresistas y senadores en cada estado, con todas sus consecuencias.
Pero no se detiene a pintar a unos como buenos o malos porque todos son ambas cosas dentro de la política, sólo depende de cómo les afecte.
Así las cosas, tenemos la figura de Stephen Meyers (Ryan Gosling), un joven e idealista asesor de campañas políticas al servicio del gobernador demócrata de Pensilvania, Mike Morris (George Clooney)
Stephen afrontará el mayor desafío de su carrera profesional al tratar de conseguir que Morris sea elegido por el Partido Demócrata para enfrentarse al candidato republicano en las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2004.
Meyers contará con la ayuda del director de la campaña, Paul Zara (Philip Seymour Hoffman), para tratar de conseguir el apoyo del estado de Ohio para Morris, lo cual garantizaría su nominación.
Meyers es tanteado por Tom Duffy (Paul Giamatti), el jefe de la campaña del otro pre-candidato demócrata, ofreciéndole un puesto de importancia en la campaña del bando contrario, pero éste se niega.
Meyers se verá involucrado en el mundo de la política, pleno de traiciones, cruel y mentiroso, en el que nada es lo que parece; sus ideales tratarán de permanecer por encima de la corrupción, sin conseguirlo.
Un drama entre la moral y la política donde parece no tener puntos comunes.
Y ese final, tan inmoral, la victoria del chantaje por parte de Gosling, dispuesto a dar un pequeño discurso a la prensa me resultó arrolladora.
La pregunta queda en pie:
En un nido de traiciones…
¿Quién es hoy día Iulius Caesar?
¿Y quién puede quedar libre de pecado?
Mucho he discutido con amigos sobre el final de The Ides Of March, y sobre el hecho de quién es Caesar.
En cuanto al final, para mí no es un final abierto.
Sería abierto si creemos en la posibilidad de que Stephen termine denunciando la trama de corrupciones.
Yo, personalmente, creo que el fin es cerrado porque, una vez Stephen se hace con el puesto de Zara mediante un chantaje al candidato, una vez que Molly Stearns (Evan Rachel Wood) ha muerto, Stephen ha enterrado su integridad.
El final para mí señala la amarga ironía de una fachada de integridad en un mundo falso.
O bien, en cuanto a quiénes son las víctimas y los verdugos, también disentimos.
Para mí, Stephen fue víctima de su inocencia y de su torpeza.
A raíz de ahí, fue a su vez víctima de los manejos de Tom Duffy, de Paul y de la prensa representado por la periodista Ida Horowicz (Marisa Tomei)
Su actitud posterior es un deseo de restitución que lo lleva a perderse a sí mismo.
Otra interpretación nos señalaría a Stephen como un trepador desde el comienzo, que se ve después de una guerra cruzada y sale victorioso, etc.
The Ides Of March, con una loable narración circular, presenta a la perfección los duelos, alianzas, lealtades y traiciones que se viven en una campaña electoral, pero pudiendo extrapolarse a la perfección muchas de las morelejas de su trama a cualquier ámbito de la vida, pues aunque muchos de los acontecimientos se centran en los delicados y procelosos mundos de la carrera presidencial, llamando George Clooney especialmente la atención sobre la manipulación que se puede ejercer sobre el electorado, también pueden extraerse conclusiones valiosas aplicables al día a día, lo que hace que The Ides Of March no se convierta en una obra hermética, sino que constituya un valioso estudio de las relaciones humanas en liza por el poder.
Sin embargo, el principal inconveniente de The Ides Of March se basa en la intensión de generalizar lo que aquí se desarrolla, dando a entender que todos los procesos electorales en Estados Unidos están basados en la mentira, en la corrupción, la traición y la venganza…
¿Y por qué no?
Es por eso que, si bien The Ides Of March lo intenta, son muchas las situaciones en las que el relato quiere limitarse a describir este preciso y particular hecho, pero sin intención, con la aparición de comparaciones y algunas referencias históricas, se abre el camino para que la generalidad aparezca y funcione contrariamente a la intensión de The Ides Of March.
Se torna difícil poder relacionar la verosimilitud de la historia con el mundo que la misma representa.
Pese a este inconveniente, el reto al que se enfrenta Ryan Gosling en The Ides Of March es el de presentar una evolución fulminante y hacernos creíble la transformación sin que se antoje repentina o injustificada y sin denotar esas maneras ya desde el arranque.
Enigmático en cada una de sus conversaciones, va dejándose ver a su pesar, y lo que sale a flote al final sospechamos que, más que ser una renovada esencia, obedece a su verdadero temperamento, que tardaba en aflorar.
Sabiamente, The Ides Of March excluye casi por completo a la familia de este joven, se menciona al padre, pero es un engaño, y tampoco se le presentan relaciones antiguas o mediadas.
Esto nos hace pensar que para él el partido es su familia, no porque esté casado con la campaña, como dice él mismo, sino porque la decepción que sufre es la que sentiría un hijo adolescente al darse cuenta de que su padre es un humano falible.
El agregado de nombres célebres, en forma de cartel atrayente, supera la individualidad de la interpretación de cada uno.
Paul Giamatti y Philip Seymour Hoffman, que me parecen más sobresalientes que el protagonista, están tratados como si fuesen hermanos que tienen que repartirse por igual el pastel, como Caín & Abel, y si uno dispone de un momento para marcarse un discurso, el otro más adelante disfrutará de un ratito para lucirse.
Este apoyo de potentes secundarios refuerza enormemente The Ides Of March, además de por la posibilidad de contar con estos dos actores, porque la trama se solidifica con aparentes construcciones en paralelo, y porque a ellos se trasladan casi todos los debates que el guion trata de establecer.
Son, asimismo, los personajes más matizados y, aunque no sufran una evolución como la de Gosling, sus tonos grises ya los hacen ricos desde el inicio.
Evan Rachel Wood y Marisa Tomei cuentan con papeles casi anecdóticos, en el primer caso como mero detonante, pues debe de ser que el relato transcurre en un mundo de hombres.
Clooney ha sido demasiado benevolente consigo mismo, quiero decir, con su personaje.
El senador aparece siempre de fondo, recitando consignas tan maravillosas como increíbles.
Su interpretación es buena y su aspecto contribuye a que el candidato parezca el ideal, pero su retrato es tan positivo que no es que cueste creérselo, es que casi carece de interés.
El defecto que se le atribuye, por mucho que podría haber aportado, es lo que resulta es ajeno a él.
Da la impresión de que el actor, director y guionista hubiese querido jugar al rol con las elecciones y hacerse la ilusión de lo que habría pasado si en realidad se hubiese metido en política.
Pero, por mucha mierda que The Ides Of March crea presentar, estoy seguro de que el verdadero mundillo sería mucho más despiadado que el retratado.
Que el poder corrompe parece algo que no solo tenemos constatado, sino asumido.
Me resulta más interesante observar que en política son necesarias las concesiones incluso cuando se albergan intenciones encomiables.
El apoyo a un gobernador con ideas bastante alejadas del programa del candidato, que resulta imprescindible para continuar campaña, ya lo habíamos visto en anteriores propuestas audiovisuales.
Más allá del lucimiento personal de los actores, reluce la sobriedad y el acierto en la puesta en escena de un relato en el que quedan muy pocos cabos sueltos, a pesar de su complejidad, y que no tarda nada en convertirse en un ambicioso y remarcable thriller político, de imprescindible visionado para todos los interesados en saber cómo se mueven las fichas en las más altas esferas sociales, aquellas que reinan por encima de todas las demás.
Clooney nos brinda un escalofriante relato sobre juego de votos por el que debe pasar todo líder de este planeta.
Un juego antropófago de máscaras, de mentiras, complots y apuñaladas traperas.
Un juego en el que los dilemas morales, tan estimulantes como traicioneros, están por doquier.
Un juego en el que el más pequeño error penaliza todos los logros conseguidos hasta entonces, contagiándonos del cinismo reinante, esta es quizás la moraleja más positiva.
Un juego en el que se gana... o se muere.
Sería una de las renuncias necesarias que tiene que hacer un político, no porque se haya dejado corromper ni debido a su naturaleza ambiciosa y materialista, sino porque se convierte en el único camino posible hacia un triunfo tras el cual aplicar los ideales que con tan loable voluntad se están intentando llevar a cabo.
“All the reporters love you.
Even the reporters that hate you still love you”
Tras observar la sobria y elegante puesta en escena de Clooney, dos aspectos interesantes que deja como conclusión la lectura de The Ides Of March:
Primero, para ser un buen periodista, primero hay que ser una buena persona.
Y segundo, esta fábula sin temor alguno, quita la máscara, en una perfecta justificación, y ver la realidad de los entresijos de la política y los políticos.
Cuan bajo es la política y las componendas.
Un mundo disfrazado, del que es mejor no ver la realidad, aunque todos nos hacemos “los ciegos”
The Ides Of March no cuenta nada nuevo, aunque lo hace en un momento muy oportuno.
George Clooney ha decidido autoproclamarse como defensor de la conciencia liberal americana, un papel que, en su día, cumplieron realizadores como Alan J. Pakula o Sidney Lumet, obsesionados por exorcizar los fantasmas de la corrupción que estaban acabando con la inocencia americana.
Es, decíamos, una vieja historia, y Clooney, que no tiene un pelo de tonto, nos lo avisa desde el mismo título, que remite al Iulius Caesar histórico y shakespeariano.
Lo que no está tan claro, y esa es la novedad de The Ides Of March, es quién traiciona a quién, quién clava el puñal y quién se lo deja clavar.
Ahí está la dimensión universal y contemporánea de The Ides Of March:
Si la víctima lo es, es por culpa de su desmedida ambición, disfrazada de demócrata idealismo.
Clooney no habla solo de la política de su país, sino de lo fácil que es contagiarse con el virus del poder, que lo corroe todo.
Lo hace a la manera clásica:
Con un puñado de actores inspiradísimos, desde el ENORME Ryan Gosling hasta Seymour Hoffman, magníficos, con un endiablado sentido del ritmo, casi propio de una “screwball comedy” y con un cinismo a prueba de bombas, que no deja títere con cabeza.
Si los políticos gozan ya de mala reputación, The Ides Of March no sirve para mejorar la opinión que se tiene de ellos, sino para todo lo contrario, sirve para avivar el debate sobre las maneras de actuar, a veces nada lícitas de los gobernantes, esa extraña clase social que a base de jugar sucio, mentir y regalar sonrisas llega a gobernar el mundo.
Si hay algo que The Ides Of March quiere dejar dicho; es que la política, más que una ideología social, es una es una actividad siniestra que envuelve a la persona hacia su lado más oscuro; y vemos esto a diario en la política moderna, donde muchos candidatos políticos se ven inmersos en temas altamente controversiales.
El juego de la democracia es sencillo, hasta un niño podría entenderlo.
Existen varios candidatos que deben conquistar el favor de la gente con derecho a votar.
Hay una población/comunidad/nación que debe gobernarse, y este privilegio, o responsabilidad, recaerá en la persona cuyas ideas y planes supongan un mayor beneficio común.
No importan sus orígenes, ni su aspecto físico, ni los medios de los que disponga en la vida privada.
Todo participante empieza con las mismas posibilidades de victoria, y debe confiar solamente en la honestidad, nobleza y bondad de su discurso.
Si reúne estos requisitos, el éxito está más que garantizado, pues la verdad y el bien siempre acaban imponiéndose...
... y si alguien se lo cree, es su problema.
Quizás en este mundo cruel sigue existiendo un pequeño hueco para todos los ideales mencionados, pero no menos cierto es que este supuesto exige contemplar la existencia intrínseca de otro juego.
Más despiadado, más turbio, más malvado, más injusto.
En el juego de votos, el que más importa, hay quien lucha con valentía, con nobleza, con bravura... y muere.
Hay quien se remite a la frialdad e irrefutabilidad de los números... solo para que se le escupa a la cara.
Hay quien gana todas las batallas... y pierde la guerra.
Hay incluso quien intenta cambiar, o al menos denunciar, el sistema... y como por arte de magia, la cabeza se le desprende del resto del cuerpo.
The Ides Of March permite que sea objeto a diversas interpretaciones:
¿Ha sido una historia de iniciación?
¿Es la historia de un trepador que sabe esconder sus cartas?
Que el espectador decida…

“You can lie, you can cheat, you can start a war, you can bankrupt the country, but you can't fuck the interns.
They get you for that”



Comentarios

Entradas populares