La Noche de Los Lápices
“Tómala vos, dámela a mí, por el boleto estudiantil”
Si hacemos una revisión exhaustiva por las diversas dictaduras de los países latinos o del mundo, nos encontramos con que todos sus dirigentes, o sino su gran mayoría, han sido o fueron militares, por tanto, debemos necesariamente tener una conciencia histórica activa que nos mantenga alerta de lo que vemos, porque si no, no tendría ningún sentido conocer la historia, y no lo digo de forma maniquea, más por el contrario, conocer todos los matices que llevan a un fin para así poder tener un profundo análisis sobre el acontecer y su impacto.
Recordemos que la historia es el acontecer humano en todo su trayecto por el mundo y nos sirve para aprender y conocer las consecuencias de otras generaciones.
Argentina en los años 70 no parecía un lugar muy propicio para los adolescentes con “hambre” de cambio y esperanza de revolución.
Se conoce como La Noche de los Lápices a una serie de 10 secuestros de estudiantes de secundaria, ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad de La Plata, Argentina.
Este suceso fue uno de los más representativos dentro de la represión impuesta por la dictadura militar argentina, ya que las desapariciones se realizaron sobre estudiantes, en su mayoría, menores de edad.
El caso tomó notoriedad pública en 1985, luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, en el Juicio a las Juntas.
Sin embargo, 4 de los estudiantes secuestrados sobrevivieron a las posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura.
En general, las víctimas fueron en su mayoría estudiantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), rama estudiantil del peronismo revolucionario, de La Plata, ciudad capital de la provincia de Buenos Aires.
Esta agrupación, junto a otras escuelas, había reclamado en 1975, ante el Ministerio de Obras Públicas, el otorgamiento del boleto de autobús con descuento estudiantil secundario.
Esta circunstancia, junto al testimonio de uno de los sobrevivientes, Pablo Díaz, ha popularizado la hipótesis de que los secuestros hayan sido consecuencia directa de aquel reclamo, sin embargo, otros sobrevivientes, como Emilce Moler, afirman que ese reclamo específico no tuvo ninguna incidencia en el episodio del 16 de septiembre.
Volviendo a Pablo Díaz, afirma que el boleto estudiantil, que habían conseguido los estudiantes secundarios en septiembre de 1975, fue suspendido en agosto de 1976 con la intención de detectar, mediante un trabajo de inteligencia, quiénes eran los líderes, a quienes llamaban “potenciales subversivos”, en cada escuela e ir a buscarlos.
Al respecto, menciona un documento de la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires llamado “La Noche de los Lápices”, firmado por un comisario mayor de apellido Fernández.
El operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército y por la Policía de la provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps.
Los secuestrados fueron:
Claudio de Acha (17 años, desaparecido), Gustavo Calotti (18 años, sobreviviente), María Clara Ciocchini (18 años, desaparecida), Pablo Díaz (18 años, sobreviviente), María Claudia Falcone (16 años, desaparecida), Francisco López Muntaner (16 años, desaparecido), Patricia Miranda (17 años, sobreviviente), Emilce Moler (17 años, sobreviviente), Daniel A. Racero (18 años, desaparecido) y Horacio Ungaro (17 años, desaparecido), pero ellos no fueron ni los primeros, ni los últimos estudiantes secundarios secuestrados en la ciudad.
Según la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como “subversión en las escuelas”, y que “los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban:
Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5ª, 8ª y 9ª de La Plata y 3ª de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires"
"Hubo un tiempo en que fui hermoso, y fui libre de verdad"
La Noche de Los Lápices fue dirigida en 1986 por Héctor Olivera y protagonizada por Alejo García Pintos, Vita Escardó, Pablo Novak, Adriana Salonia, Pablo Machado, José María Monje, Leonardo Sbaraglia, Héctor Bidonde, Tina Serrano, Lorenzo Quinteros, entre otros.
La Noche de Los Lápices es un desgarrador relato real, de las barbaridades cometidas por los militares durante la dictadura argentina respaldada por EEUU y de sus bastardos colaboradores cómplices del silencio, la tortura y muerte de adolescentes, cuyo único delito fue el luchar por sus derechos.
La Noche de Los Lápices se basa en el libro homónimo de María Seoane y Héctor Ruiz Nuñez (obra teatral) y Daniel Kon y Héctor Olivera (adaptación), la cual recrea el suceso real conocido por el mismo nombre.
La Noche de Los Lápices narra la historia desde el comienzo de las protestas estudiantiles hasta 1980, cuando el único sobreviviente fue liberado.
La primera parte desarrolla la actividad de los adolescentes, concluyendo con la razzia en la que fueron secuestrados y encarcelados.
La segunda narra las circunstancias de la prisión, la tortura y muerte de los jóvenes, desarrollando paralelamente la situación de los encarcelados, de sus familias y de sus captores.
Centrado más en el desarrollo psicológico de los personajes que en el contexto económico y social, La Noche de Los Lápices narra la historia de una manera que podría desarrollarse en cualquier régimen autoritario, concentrándose en la situación de los seres humanos bajo extrema presión, y resulta de obligada emisión en todas las escuelas y universidades, para la toma de conciencia por parte de la juventud del horror que pueden llegar a provocar los regímenes militares y la falta de libertad.
La Noche de Los Lápices tiene como protagonista a Pablo Díaz (Alejo García Pintos ), el único sobreviviente confirmado del grupo de los 7 jóvenes secuestrados en septiembre de 1976.
Digo confirmado porque de los otros 6 no se sabe nada, sus madres ni siquiera tiene una respuesta concreta de su fallecimiento o de su liberación; por eso, ya se han hecho medianamente famosas “Las Madres de La Plaza de Mayo”, quienes se siguen reuniendo en la nombrada plaza para pedir justicia con la desaparición de sus hijos, unos estudiantes de diferentes colegios se les quitó el “boleto estudiantil”, que suponía un descuento en el precio del transporte.
Por esta razón, realizaron una protesta en la que participaron miles de jóvenes de los colegios de Bellas Artes, el Colegio Nacional y la Escuela Nacional.
La policía ya estaba preparada para resolver esta protesta, de modo que ante la llegada de los estudiantes, reprimieron e hirieron a muchos jóvenes.
María Clara Ciocchini (Adriana Salonia), Claudia Falcone (Vita Escardó), Claudio de Acha (Pablo Machado), Daniel Racero (Leonardo Sbaraglia), Horacio Ungaro (Pablo Novak), y Francisco López Muntaner (José María Monje) pertenecían a un grupo político, lo cual fue causa de lo que luego pasaría.
En la madrugada del 16 de septiembre del 1976 entre las 0.30 y las 5.00 llegó una comisión militar a cada una de las casas de los estudiantes que pertenecían al grupo político.
Los secuestradores, que dijeron ser policías de La Plata, fueron sacando de sus casas a los jóvenes mientras los maltrataban y amenazaban a sus padres con armas.
Con el secuestro de los 6 estudiantes se dio inicio al hecho ocurrido conocido como “La Noche de Los Lápices”
Amordazados, fueron llevados a un centro de detención clandestino junto a otros estudiantes que habían participado en las protestas.
Fueron torturados con picanas, pringues eléctricos, o arrancándoles las uñas para tratar de sacarles información sobre los grupos políticos a los que pertenecían y sobre el movimiento de protesta; las jóvenes, dos de las cuales se encontraban embarazadas, fueron violadas.
Luego fueron traspasados a cuartos pequeños e individuales, los chicos en calzoncillos amordazados y con los ojos vendados.
Se les alimentó con agua y pan únicamente.
La mayoría de los estudiantes secuestrados fueron asesinados y sus cadáveres hechos desaparecer.
Gracias a los relatos de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, se pudo reconstruir esta parte de la historia y realizar la película La Noche de Los Lápices, la cual tiene una fuerza expresiva muy grande.
La descripción del lugar de retención es idéntica al lugar verdadero en el que los encerraron, y la inocencia de aquellos jóvenes de pensar que iban a salir pronto, mezclada con unas célebres canciones de “Sui Generis”, hacen de La Noche de Los Lápices algo que deja huella.
Sin embargo no deja de tener un fuerte sentido moralista que en ciertas ocasiones raya con la poca profundidad de algunas escenas y la exageración de manejos de cámara “melodramáticos”; este proceder es tal vez el que le aporta una fuerte dosis de realismo a La Noche de Los Lápices, el cual sencillamente no dejará insensible al espectador que se sentirá con la impotencia y el ímpetu bastante como para empezar a “rasguñar las piedras”
La Noche de Los Lápices no es una súper producción para Hollywood o para competir por grandes galardones a nivel internacional, pero sí es un excelente trabajo que no tiene interés en vender, sino de mostrar con la mayor fidelidad de los acontecimientos y eso toca lo más profundo en el tema de las desapariciones forzadas en Argentina y en todo latino América.
“Todos los fines de año, levantá la copa por nosotros”
El tema, casi siempre a decir del mismo tipo de gente que asegura que el “Holocausto jamás ocurrió”, se presta para la propaganda y la parcialidad, sobre todo en virtud de que corre el rumor de haber sido éste un proyecto financiado por el entonces presidente Raúl Alfonsín, elegido democráticamente.
Es factible, muy poco a mi parecer, aunque, por ejemplo, existe en esos dominios una organización llamada “Las Madres de La Plaza de Mayo” compuesta por mujeres que perdieron a sus hijos y familiares en circunstancias similares a las del evento que La Noche de Los Lápices describe, quienes, pese a las versiones que cualquiera pueda darles, no pueden usarlas de consuelo ni otro sustituto al hecho de que sus seres queridos continúan ausentes, o ya han sido encontrados muertos.
Ciertamente, podemos identificar algunos de los métodos de este grupo de adolescentes con lo que ahora los gobiernos identifican como vandalismo y hasta "guerrilla"
Sin embargo, se trataba de medidas, excluyendo siempre la violencia, para recobrar un justo privilegio que ya habían ganado y se les sustrajo arbitrariamente.
Algunos de los estudiantes involucrados eran decididamente mediocres, como se muestra abiertamente en algunas escenas, mientras otros simpatizaban con ideas revolucionarias y se preocupaban, tal vez al punto de que pareciera importarles más que integrarse productivamente a la sociedad como “buenos” estudiantes, por un orden donde imperara la igualdad y la justicia social.
Sin embargo, como las personas que perdieron a sus seres queridos durante este régimen pueden confirmarlo, éstas bajo ninguna circunstancia constituyen razones aceptables para privar a nadie de la libertad ni quitarle la vida.
Según el testimonio de Pablo Díaz, sobreviviente de este amargo episodio en el cuál se basa el guión de La Noche de Los Lápices, y a quien se le acredita como “asesor”, incluso uno de los oficiales se le acercó, dejándole ver su rostro y pidiéndole disculpas, justificando sus acciones con el sobado argumento de que estaba cumpliendo órdenes; hecho que insinúa la culpabilidad y remordimiento de parte de algunas de las instancias que perpetraron los crímenes que La Noche de Los Lápices denuncia, aun en el momento en el que se estaban desarrollando.
Acusaciones graves lo son, sin duda, que sin embargo no habrían tenido lugar en un producto exhibido masivamente si a más de uno no le constara que, en realidad, se trata de un producto lamentablemente basado en hechos reales.
La historia de La Noche de Los Lápices sirve para no cometer los errores del pasado.
El mundo debe saber qué barbaridades ha sido capaces de llevar a cabo algunos gobiernos, y es por ello que no se puede dejar pasar la ocasión de ver una película como La Noche de Los Lápices, basada en hechos reales, que por supuesto, tiene algunos pequeños cambios por motivos argumentales que no alteran el espíritu ni la veracidad de lo acontecido, ya que no sólo nos permite reflexionar sobre la importancia de estos testimonios como prueba de las violaciones a los derechos humanos, sino también sobre la necesaria transmisión de ese pasado a las nuevas generaciones.
Fomentar el desarrollo de nuevos interrogantes, fortalecer otras miradas sobre el pasado político en la Argentina, y Latinoamérica, y debatir sobre los lugares de participación de los jóvenes en el ámbito educativo y por fuera de éste.
¿Hasta cuándo vamos a seguir pensando que un militar puede necesariamente poner orden en un país?
“¿Cuántas personas conocieron a través de la película “La Noche de Los Lápices” que están desaparecidas?
Siete.
Bueno les faltan 29.993”
Pablo Díaz
Si hacemos una revisión exhaustiva por las diversas dictaduras de los países latinos o del mundo, nos encontramos con que todos sus dirigentes, o sino su gran mayoría, han sido o fueron militares, por tanto, debemos necesariamente tener una conciencia histórica activa que nos mantenga alerta de lo que vemos, porque si no, no tendría ningún sentido conocer la historia, y no lo digo de forma maniquea, más por el contrario, conocer todos los matices que llevan a un fin para así poder tener un profundo análisis sobre el acontecer y su impacto.
Recordemos que la historia es el acontecer humano en todo su trayecto por el mundo y nos sirve para aprender y conocer las consecuencias de otras generaciones.
Argentina en los años 70 no parecía un lugar muy propicio para los adolescentes con “hambre” de cambio y esperanza de revolución.
Se conoce como La Noche de los Lápices a una serie de 10 secuestros de estudiantes de secundaria, ocurridos durante la noche del 16 de septiembre de 1976 y días posteriores, en la ciudad de La Plata, Argentina.
Este suceso fue uno de los más representativos dentro de la represión impuesta por la dictadura militar argentina, ya que las desapariciones se realizaron sobre estudiantes, en su mayoría, menores de edad.
El caso tomó notoriedad pública en 1985, luego del testimonio de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, en el Juicio a las Juntas.
Sin embargo, 4 de los estudiantes secuestrados sobrevivieron a las posteriores torturas y traslados impuestos por la dictadura.
En general, las víctimas fueron en su mayoría estudiantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), rama estudiantil del peronismo revolucionario, de La Plata, ciudad capital de la provincia de Buenos Aires.
Esta agrupación, junto a otras escuelas, había reclamado en 1975, ante el Ministerio de Obras Públicas, el otorgamiento del boleto de autobús con descuento estudiantil secundario.
Esta circunstancia, junto al testimonio de uno de los sobrevivientes, Pablo Díaz, ha popularizado la hipótesis de que los secuestros hayan sido consecuencia directa de aquel reclamo, sin embargo, otros sobrevivientes, como Emilce Moler, afirman que ese reclamo específico no tuvo ninguna incidencia en el episodio del 16 de septiembre.
Volviendo a Pablo Díaz, afirma que el boleto estudiantil, que habían conseguido los estudiantes secundarios en septiembre de 1975, fue suspendido en agosto de 1976 con la intención de detectar, mediante un trabajo de inteligencia, quiénes eran los líderes, a quienes llamaban “potenciales subversivos”, en cada escuela e ir a buscarlos.
Al respecto, menciona un documento de la Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires llamado “La Noche de los Lápices”, firmado por un comisario mayor de apellido Fernández.
El operativo fue realizado por el Batallón 601 del Servicio de Inteligencia del Ejército y por la Policía de la provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps.
Los secuestrados fueron:
Claudio de Acha (17 años, desaparecido), Gustavo Calotti (18 años, sobreviviente), María Clara Ciocchini (18 años, desaparecida), Pablo Díaz (18 años, sobreviviente), María Claudia Falcone (16 años, desaparecida), Francisco López Muntaner (16 años, desaparecido), Patricia Miranda (17 años, sobreviviente), Emilce Moler (17 años, sobreviviente), Daniel A. Racero (18 años, desaparecido) y Horacio Ungaro (17 años, desaparecido), pero ellos no fueron ni los primeros, ni los últimos estudiantes secundarios secuestrados en la ciudad.
Según la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) la policía bonaerense había preparado un operativo de escarmiento para los que habían participado de la campaña por el boleto estudiantil, considerada por las Fuerzas Armadas como “subversión en las escuelas”, y que “los adolescentes secuestrados habrían sido eliminados después de padecer tormentos en distintos centros clandestinos de detención, entre los que se encontraban:
Arana, Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes, Jefatura de Policía de la Provincia de Buenos Aires y las Comisarías 5ª, 8ª y 9ª de La Plata y 3ª de Valentín Alsina, en Lanús, y el Polígono de Tiro de la Jefatura de la Provincia de Buenos Aires"
"Hubo un tiempo en que fui hermoso, y fui libre de verdad"
La Noche de Los Lápices fue dirigida en 1986 por Héctor Olivera y protagonizada por Alejo García Pintos, Vita Escardó, Pablo Novak, Adriana Salonia, Pablo Machado, José María Monje, Leonardo Sbaraglia, Héctor Bidonde, Tina Serrano, Lorenzo Quinteros, entre otros.
La Noche de Los Lápices es un desgarrador relato real, de las barbaridades cometidas por los militares durante la dictadura argentina respaldada por EEUU y de sus bastardos colaboradores cómplices del silencio, la tortura y muerte de adolescentes, cuyo único delito fue el luchar por sus derechos.
La Noche de Los Lápices se basa en el libro homónimo de María Seoane y Héctor Ruiz Nuñez (obra teatral) y Daniel Kon y Héctor Olivera (adaptación), la cual recrea el suceso real conocido por el mismo nombre.
La Noche de Los Lápices narra la historia desde el comienzo de las protestas estudiantiles hasta 1980, cuando el único sobreviviente fue liberado.
La primera parte desarrolla la actividad de los adolescentes, concluyendo con la razzia en la que fueron secuestrados y encarcelados.
La segunda narra las circunstancias de la prisión, la tortura y muerte de los jóvenes, desarrollando paralelamente la situación de los encarcelados, de sus familias y de sus captores.
Centrado más en el desarrollo psicológico de los personajes que en el contexto económico y social, La Noche de Los Lápices narra la historia de una manera que podría desarrollarse en cualquier régimen autoritario, concentrándose en la situación de los seres humanos bajo extrema presión, y resulta de obligada emisión en todas las escuelas y universidades, para la toma de conciencia por parte de la juventud del horror que pueden llegar a provocar los regímenes militares y la falta de libertad.
La Noche de Los Lápices tiene como protagonista a Pablo Díaz (Alejo García Pintos ), el único sobreviviente confirmado del grupo de los 7 jóvenes secuestrados en septiembre de 1976.
Digo confirmado porque de los otros 6 no se sabe nada, sus madres ni siquiera tiene una respuesta concreta de su fallecimiento o de su liberación; por eso, ya se han hecho medianamente famosas “Las Madres de La Plaza de Mayo”, quienes se siguen reuniendo en la nombrada plaza para pedir justicia con la desaparición de sus hijos, unos estudiantes de diferentes colegios se les quitó el “boleto estudiantil”, que suponía un descuento en el precio del transporte.
Por esta razón, realizaron una protesta en la que participaron miles de jóvenes de los colegios de Bellas Artes, el Colegio Nacional y la Escuela Nacional.
La policía ya estaba preparada para resolver esta protesta, de modo que ante la llegada de los estudiantes, reprimieron e hirieron a muchos jóvenes.
María Clara Ciocchini (Adriana Salonia), Claudia Falcone (Vita Escardó), Claudio de Acha (Pablo Machado), Daniel Racero (Leonardo Sbaraglia), Horacio Ungaro (Pablo Novak), y Francisco López Muntaner (José María Monje) pertenecían a un grupo político, lo cual fue causa de lo que luego pasaría.
En la madrugada del 16 de septiembre del 1976 entre las 0.30 y las 5.00 llegó una comisión militar a cada una de las casas de los estudiantes que pertenecían al grupo político.
Los secuestradores, que dijeron ser policías de La Plata, fueron sacando de sus casas a los jóvenes mientras los maltrataban y amenazaban a sus padres con armas.
Con el secuestro de los 6 estudiantes se dio inicio al hecho ocurrido conocido como “La Noche de Los Lápices”
Amordazados, fueron llevados a un centro de detención clandestino junto a otros estudiantes que habían participado en las protestas.
Fueron torturados con picanas, pringues eléctricos, o arrancándoles las uñas para tratar de sacarles información sobre los grupos políticos a los que pertenecían y sobre el movimiento de protesta; las jóvenes, dos de las cuales se encontraban embarazadas, fueron violadas.
Luego fueron traspasados a cuartos pequeños e individuales, los chicos en calzoncillos amordazados y con los ojos vendados.
Se les alimentó con agua y pan únicamente.
La mayoría de los estudiantes secuestrados fueron asesinados y sus cadáveres hechos desaparecer.
Gracias a los relatos de Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes, se pudo reconstruir esta parte de la historia y realizar la película La Noche de Los Lápices, la cual tiene una fuerza expresiva muy grande.
La descripción del lugar de retención es idéntica al lugar verdadero en el que los encerraron, y la inocencia de aquellos jóvenes de pensar que iban a salir pronto, mezclada con unas célebres canciones de “Sui Generis”, hacen de La Noche de Los Lápices algo que deja huella.
Sin embargo no deja de tener un fuerte sentido moralista que en ciertas ocasiones raya con la poca profundidad de algunas escenas y la exageración de manejos de cámara “melodramáticos”; este proceder es tal vez el que le aporta una fuerte dosis de realismo a La Noche de Los Lápices, el cual sencillamente no dejará insensible al espectador que se sentirá con la impotencia y el ímpetu bastante como para empezar a “rasguñar las piedras”
La Noche de Los Lápices no es una súper producción para Hollywood o para competir por grandes galardones a nivel internacional, pero sí es un excelente trabajo que no tiene interés en vender, sino de mostrar con la mayor fidelidad de los acontecimientos y eso toca lo más profundo en el tema de las desapariciones forzadas en Argentina y en todo latino América.
“Todos los fines de año, levantá la copa por nosotros”
El tema, casi siempre a decir del mismo tipo de gente que asegura que el “Holocausto jamás ocurrió”, se presta para la propaganda y la parcialidad, sobre todo en virtud de que corre el rumor de haber sido éste un proyecto financiado por el entonces presidente Raúl Alfonsín, elegido democráticamente.
Es factible, muy poco a mi parecer, aunque, por ejemplo, existe en esos dominios una organización llamada “Las Madres de La Plaza de Mayo” compuesta por mujeres que perdieron a sus hijos y familiares en circunstancias similares a las del evento que La Noche de Los Lápices describe, quienes, pese a las versiones que cualquiera pueda darles, no pueden usarlas de consuelo ni otro sustituto al hecho de que sus seres queridos continúan ausentes, o ya han sido encontrados muertos.
Ciertamente, podemos identificar algunos de los métodos de este grupo de adolescentes con lo que ahora los gobiernos identifican como vandalismo y hasta "guerrilla"
Sin embargo, se trataba de medidas, excluyendo siempre la violencia, para recobrar un justo privilegio que ya habían ganado y se les sustrajo arbitrariamente.
Algunos de los estudiantes involucrados eran decididamente mediocres, como se muestra abiertamente en algunas escenas, mientras otros simpatizaban con ideas revolucionarias y se preocupaban, tal vez al punto de que pareciera importarles más que integrarse productivamente a la sociedad como “buenos” estudiantes, por un orden donde imperara la igualdad y la justicia social.
Sin embargo, como las personas que perdieron a sus seres queridos durante este régimen pueden confirmarlo, éstas bajo ninguna circunstancia constituyen razones aceptables para privar a nadie de la libertad ni quitarle la vida.
Según el testimonio de Pablo Díaz, sobreviviente de este amargo episodio en el cuál se basa el guión de La Noche de Los Lápices, y a quien se le acredita como “asesor”, incluso uno de los oficiales se le acercó, dejándole ver su rostro y pidiéndole disculpas, justificando sus acciones con el sobado argumento de que estaba cumpliendo órdenes; hecho que insinúa la culpabilidad y remordimiento de parte de algunas de las instancias que perpetraron los crímenes que La Noche de Los Lápices denuncia, aun en el momento en el que se estaban desarrollando.
Acusaciones graves lo son, sin duda, que sin embargo no habrían tenido lugar en un producto exhibido masivamente si a más de uno no le constara que, en realidad, se trata de un producto lamentablemente basado en hechos reales.
La historia de La Noche de Los Lápices sirve para no cometer los errores del pasado.
El mundo debe saber qué barbaridades ha sido capaces de llevar a cabo algunos gobiernos, y es por ello que no se puede dejar pasar la ocasión de ver una película como La Noche de Los Lápices, basada en hechos reales, que por supuesto, tiene algunos pequeños cambios por motivos argumentales que no alteran el espíritu ni la veracidad de lo acontecido, ya que no sólo nos permite reflexionar sobre la importancia de estos testimonios como prueba de las violaciones a los derechos humanos, sino también sobre la necesaria transmisión de ese pasado a las nuevas generaciones.
Fomentar el desarrollo de nuevos interrogantes, fortalecer otras miradas sobre el pasado político en la Argentina, y Latinoamérica, y debatir sobre los lugares de participación de los jóvenes en el ámbito educativo y por fuera de éste.
¿Hasta cuándo vamos a seguir pensando que un militar puede necesariamente poner orden en un país?
“¿Cuántas personas conocieron a través de la película “La Noche de Los Lápices” que están desaparecidas?
Siete.
Bueno les faltan 29.993”
Pablo Díaz
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