Presque Rien


“Nous avons rencontré à la plage”

El amor es un concepto universal, relacionado con la afinidad entre seres, definido de diversas formas, según las diferentes ideologías y puntos de vista, es un concepto que nos hace pensar, que el amor es algo extremadamente bello, algo con que puedas contar con él, y en ocasiones, estoy de acuerdo que se aplica esta definición al pie de la letra.
Cuantas veces, no hemos escuchado de matrimonios que tienen más de 50 años, mas de 80 años, o simplemente mueren de viejos juntos, como un día se lo prometieron mutuamente, es algo que llamo, una manera de expresar el verdadero amor, una manera de indicar el nivel de responsabilidad que tiene la pareja, para que sigan aun enamorados, como la primera vez que se cruzaron las miradas.
Cuántos de nosotros hemos pensado, que el amor nos ha llegado a nuestra vida, sin saber que en cualquier momento, puede haber un adiós.
Cada pareja que ven en las calles, se da la impresión de que están perdidamente enamoradas, unas abrazadas, otras sonrientes, por tener a su lado su pareja ideal, algunas solo agarradas de la mano, pero con un lazo muy fuerte, que no permiten que se separen.
Pero algunos hemos puesto la mirada al último vagón del metro, a la llamada zona rosa, a antros de ambiente, a diferentes chats que ofrecen conocer personas en línea, realmente nos hemos puesto a pensar, si en ese ambiente; ¿existe eso llamado, amor?
“Respirez”
Presque Rien es una película dramática francesa, dirigida por Sébastien Lifshitz, en el año 2000.
Protagonizada por Jérémie Elkaïm, Stéphane Rideau, Marie Matheron, Dominique Reymond, Laetitia Legrix, Nils Ohlund, Réjane Kerdaffrec, entre otros.
El guión es de Sébastien Lifshitz y Stéphane Bouquet.
De entrada, hay que decir que la narrativa literaria tiene sus normas, que de una manera muy inteligente, pueden ser obviadas por los escritores, para conseguir la obra artística.
Recuerden:
“Sujeto, verbo y predicado”
En la narrativa fílmica también hay normas establecidas, no por academias, pero si por el uso, que sólo los directores se saltan, si ven la posibilidad de conseguir una película diferente, que pueda llegar a ser “una obra maestra”
Tanto en la literatura como en el cine, esas trasgresiones tienen que estar en función del lector, o del espectador, pues si estos se confunden, o no entienden, la obra es desechada por estos.
El desarrollo de Presque Rien consiste en un sinfín de saltos temporales, adelante y atrás, dejando huecos o lagunas sin contar, de forma que, es el espectador, el encargado de recomponer y reestructurar la historia.
La inocencia, entusiasmo, ansiedad, experimentación, e inexperiencia, nos permitirán acercarnos a la realidad de un primer romance homosexual, y lo que le marca.
No sólo si resulta para siempre, como lo son hasta que duran, si no que esos caminos nos pueden llevar a otros, en los que nunca sabemos, si pueden ser mejores tras el sufrimiento.
Presque Rien utiliza un interesante montaje fragmentado, tan en desuso actualmente, componiendo distintas tonalidades:
Luminosidades veraniegas, tenues luces otoñales entre hojas caídas de los árboles o fríos invernales, puestas en consonancia con las situaciones que describe.
La magia de Presque Rien reside en 2 ejes:
Uno es la extraordinaria calidad de sus actores, llamémoslo “creíbles”, como partes de la vida misma, y no de una película.
El segundo, reside en la mano del director, bailando entre 3 épocas diferentes, 3 estaciones climáticas, 3 colores, 3 sonidos, todos partes de la misma historia; en este sentido, inusual.
El director reincide en esa capacidad del cine francés para concebir, matizar, y rebuscar en los sentimientos.
Cuando Mathieu (Jérémie Elkaïm) viaja a Bretagne, Francia, para pasar unas vacaciones con su madre depresiva (Dominique Reymond), la pesada de su hermana Sarah (Laetitia Legrix) y su tía Annick (Marie Matheron), no sabe lo que le espera:
Las que en principio iban a ser unas vacaciones normales, como todos los años adquieren un cariz especial, cuando en la playa conoce a Cédric (Stéphane Rideau), un joven de su misma edad, 18 años.
Pronto, su amistad pasará la delgada frontera que la separa del romance, y juntos empiezan a vivir una historia de amor.
Ambos jóvenes están tan unidos, que hasta la tía de Mathieu, se da cuenta de que están manteniendo una relación, y al final de las vacaciones, decidirán irse a vivir juntos a Nantes, Francia.
Como, casi todo primer amor, el romance de los protagonistas no cuaja, sin embargo, lo importante es lo que supone para Mathieu.
Presque Rien puede pecar de adusta, o de un final extremo, por lo cortante; y tal vez allí, también exista magia, para que nosotros podamos seguir hilvanando la historia.
En Presque Rien, el director ha querido contarnos una historia, no de forma lineal, sino fragmentándola, y montándola, saltándose las reglas de continuidad.
Pero es el caso que no está bien hecha, y el espectador se confunde, y además, hay historias en la historia, que quedan en el aire, como otras que desconoces su origen.
Lifshitz nos relata esta historia de forma desordenada, dividida en 3 estaciones:
Verano, otoño, e invierno; ésta última ocurre 18 meses después, del inicio de la historia.
Esta división, también está relacionada con el ánimo de los personajes:
Más vivaces y locos en verano; más depresivos y melancólicos en invierno.
La que pareciera una apasionada historia de amor veraniego, acabó en “casi nada” en invierno, de ahí el título original en francés, “Presque Rien”
Pero creo, que lo que realmente pretende Presque Rien, es ir más allá que ese “primer verano” que el protagonista vive como primero, ya que es en el que comienza, por así decirlo, su vida sin máscaras, y sin ocultarse a sus familiares.
La historia de un primer amor, podría ser un relato íntimo y sencillo, por lo menos narrativamente hablando, pero se complica por la intención de su director de contarlo en varios tiempos, es decir, con continuos saltos temporales.
Dicho recurso me suele gustar, además implica una especial atención por parte del espectador, sin embargo, considero que para una película como Presque Rien, es innecesario, para colmo, resulta de lo más farragoso, o confuso por tener muchas cosas desordenadas, o superfluas.
Y es que no nos explican nada; simplemente nos exponen una serie de retazos de la vida del protagonista, y es el espectador el que debe reconstruir la historia en su cabeza, imaginándose qué ha ocurrido, qué ocurrirá, y hasta qué está ocurriendo.
Y es que hasta el propio final es muy poco “explicativo”
No obstante, se agradece de vez en cuando, enfrentarse a películas que no te lo dan todo masticado; y Presque Rien, con sus cosas buenas y malas, como mínimo, tiene el mérito de que no te permite ser un espectador pasivo.
“Qu'est-il arrivé?
Rien de grave?”
El cine francés es especial; tiene amantes y detractores.
Presque Rien se mal vende como un film de homosexualidad, y si bien ese es un ítem del guión, no lo es más que el análisis de las pasiones, depresiones, celos o intimismos de una pareja cualquiera.
A veces, un “amor” en común puede unir un amor verdadero.
Cierto o no, Presque Rien deja esperanza a un mundo, donde es posible “encontrar” ese “alguien” que se puede unir a ti.
Magnífica representación de una falta de padre, y una madre que está ahí, pese a los problemas que tiene.
Un “amor de verano” que todos hemos tenido, y que se acaban para abrirte a los más inesperados, en este caso, sin dejarlo cerrado en Presque Rien, ya que abre la puerta a otros, como al ex de tu ex, que incluso puede se presenta mejor.
Hay una curiosidad, desde el momento cuando Mathieu juega con su pene en el baño, pero lo interrumpen, o cómo juega con el pájaro muerto, hay cierta metáfora en ambas escenas que las ligan.
Hay una tremenda tentación provocada por la playa, que entre la sal y la arena, pero sobre todo, entre el sol y la desnudez, despierta el deseo.
El intercambio de miradas, perseguirse, besos, bailes y cantos nocturnos en la playa; los escarceos entre ellos son sinceros y, por lo tanto, sabrosos.
Nos muestran el deseo del uno por el otro, sus abrazos, sus besos, sus relaciones sexuales.
Nos muestran sus noches en la playa, besos, y caricias que tanteamos entre sombras.
Su relación es excitante, porque la tremenda química que tienen ambos es mostrada de manera natural.
Prueba esto, no sólo el desparpajo de los desnudos, sea curioseándose, acariciándose, o teniendo sexo; también que el descubrir la sexualidad ante los demás, es tratado desde distintos puntos de vista:
El reproche de la hermana, la indiferencia de la tía, y la aceptación de la madre, pero nunca se detiene demasiado en ello.
Todas ellas son mujeres solas, sin compañía de un hombre, y que curiosamente, el único hombre consigue novio.
Y la confesión de Cédric, de haber engañado a Mathieu, da a entender que era tentación de un verano, y da para suponer, porque Presque Rien nunca muestra una causa directa, que de ahí estalló la depresión.
Tentación de un verano, mudanza definitiva para Mathieu de su familia, y de aquella tentación.
Me da la impresión, que el “padre” no Cédric era su novio, amante de muchos años, y que Cédric se dio una “canilla al aire” con el inexperto de Mathieu.
Por otro lado, es el invierno el que brinda la imagen más memorable de Presque Rien:
La de 2 personas caminando por la playa, 2 personas de las que, por un momento, ni siquiera podemos distinguir si caminan hacia nosotros o si se alejan.
Se trata de Mathieu y Pierre (Nils Ohlund), ex-novio de Cédric, pero lo sabemos por sus voces que escuchamos, no por estos 2 errantes que vemos.
Presque Rien no habla de una historia de amor, si fueses así, al final Mathieu y Cédric acabarían juntos, sino de un chico homosexual que da sus primeros pasos en ese, su mundo, que todavía no conoce, y al cual accede de la mano de su primer amor, y una vez dentro, debe continuar solo, ya que ese primer amor ya ha cumplido su cometido, introducirle en eso que no conocía.
A pesar de estar hundido y desolado, Mathieu se acaba dando cuenta, de que puede superar su soledad, no es el fin de su vida, y su primer amor de verano solo fue un instrumento, un medio, una experiencia para hacerle crecer como persona, y madurar, y que en el mundo hay más como él, de ahí ese final en la playa con Pierre, que dicho sea de paso también fue “utilizado” por Cédric anteriormente.
Presque Rien es una historia de aceptación y superación personal.
Para nadie, esta comprada la felicidad, el aseguramiento de esta es improbable, y pronto, o cuando menos lo esperas cambia, y cambia para mal o para bien, tú decides, tu vida ahora está en peligro, te enamoraste, sentiste lo que es amor, sentiste lo que es el verdadero amor, en todos los aspectos, y en todos los sentidos.
Las lagrimas no son sufrientes, el dolor es extremo, es más que un dolor, es como cuando un niño, por primera vez experimenta el alejamiento de su madre por unos instantes, esto es más que algo que duele, es una decepción de vida, es una misa de un funeral, es la muerte de tu felicidad, de tu confianza, ahora todo ha cambiado para ti, se ha ido tu alma, y solo vive tu cuerpo, caminas, y respiras pero es como si no estuvieras aquí, eres un inconsciente, alguien que habla pero no siente , tu destino por fin te enseño, lo que en verdad es la muerte de un sentimiento en común, y moriste pero no del todo, aun puedes respirar aun puedes soñar, y puedes caminar, y lo mejor de todo, aun puedes sentir.
Todo es cuestión de cerrar un capítulo y abrirse a la vida, que amor siempre habrá.

“Il se sent bizarre de retourner là-bas”



Comentarios

  1. Muy buenas analogías las del final.

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  2. Buena película, te confunde a veces y tienes que estar pendiente de todo para crear tu propia historia. Al final...Amor de verano, mi primer amor, amor de estudiante,ya se terminó....

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