Silent Wagner


“I believe in God, Mozart, and Beethoven”

Los wagnerianos estamos de fiesta este año 2013, ya que es el bicentenario del nacimiento del compositor alemán Richard Wagner.
Wagner fue un compositor, director de orquesta, poeta, ensayista, dramaturgo, y teórico musical alemán del Romanticismo.
Destacan principalmente sus óperas, calificadas como “dramas musicales” por el propio compositor, en las que a diferencia de otros compositores, asumió también el libreto y la escenografía.
Y es que la influencia de Wagner se extendió también a la filosofía, la literatura, las artes visuales, y el teatro; pero el principal legado artístico de Richard Wagner son sus obras operísticas.
A diferencia de otros compositores de ópera, que generalmente dejaban la tarea de escribir un libreto, texto y lírica, a otros, Wagner escribió sus propios libretos, a los que se refería como “poemas”
Además, Richard Wagner desarrolló un estilo compositivo, en el que el papel orquestal, es igual que el de los cantantes.
De hecho, la forma italiana del realismo operístico, conocido como “verismo”, le debe mucho a la reconstrucción wagneriana de la forma musical.
Richard Wagner transformó el pensamiento musical, con la idea de la “obra de arte total” o “Gesamtkunstwerk”, la síntesis de todas las artes poéticas, visuales, musicales y escénicas, que desarrolló en una serie de ensayos, entre 1849 y 1852, y que plasmó en la primera mitad de su monumental tetralogía “Der Ring des Nibelungen”
La tetralogía supone 15 horas de representación, siendo la única obra de tal magnitud, que se representa con regularidad en los escenarios de todo el mundo.
Sin embargo, las ideas de Richard Wagner, sobre la relación entre la música y el teatro, cambiaron nuevamente, y reintrodujo algunas formas operísticas tradicionales en las obras de su última etapa, inclusive, instrumentos de su invención.
De formación autodidacta, sus progresos en la composición fueron lentos y difíciles, agravados por una inestable situación financiera, la necesidad de dedicarse a tareas ingratas como:
Las transcripciones de partituras, dirección de teatros provincianos, y las dificultades para dar a conocer sus composiciones.
Las obras de Wagner, particularmente las de su último periodo, que se corresponden con su etapa romántica, destacan por su textura contrapuntística, riqueza cromática, armonía, orquestación, y un elaborado uso de los leitmotiv, que son temas musicales asociados a caracteres específicos, o elementos dentro de la trama.
Como apunté, Wagner fue pionero en varios avances del lenguaje musical, como un extremo cromatismo, asociado con el color orquestal, o la ampliación del cosmos armónico, a través de un continuo desplazamiento de los centros tonales, lo que influyó en el desarrollo de la música clásica europea.
En estas obras, se elimina la separación entre números, entre recitativos y partes cantadas, de modo que todo el drama queda configurado como un fluido musical continuo, de carácter sinfónico, en el que la unidad viene dada por el empleo de unos breves temas musicales, los leitmotiv, cuya función además de estructural, es simbólica:
Cada uno de ellos viene a ser la representación de un elemento, una situación, o un personaje que aparece en el drama, como sucede en el cine.
Su ópera “Tristan und Isolde” se describe a veces, como punto de inicio de la música contemporánea.
Wagner, asentado en su nueva vida doméstica, dedicó sus energías a completar su obra más ambiciosa:
El ciclo de 4 óperas: un “prólogo” y 3 “jornadas”, que se conoce como “Der Ring des Nibelungen”, al que dedicó más de 25 años de su vida.
En 1869, Richard Wagner volvió a la composición de “Siegfried”, terminando el acto III, en 1871.
“Götterdämmerung” fue compuesta entre 1869 y 1874.
Por la insistencia del Rey Ludwig Otto Frederik Wilhelm o Luis II de Baviera, se realizaron “preestrenos especiales” de las 2 primeras obras del ciclo, “Das Rheingold” y “Die Walküre”, en Münich, entre 1869 y 1870, pero Wagner quería completar el ciclo, para representarlo en un teatro de ópera nuevo, y especialmente diseñado.
Richard Wagner hizo construir su propio teatro de ópera, El Festspielhaus de Bayreuth, para escenificar sus obras del modo en que él las imaginaba, y que contienen diseños novedosos.
Allí, tuvo lugar el estreno de “La Tetralogía del Anillo” y “Parsifal”, donde actualmente se siguen representando sus obras operísticas más importantes, en un Festival anual, a cargo de sus descendientes.
Su ópera final, “Parsifal” (1882), fue la única escrita, especialmente para su Festspielhaus de Bayreuth, y descrita en su partitura, como un “Bühnenweihfestspiel” u “obra de festival para la consagración del escenario”, la cual tiene una línea argumental sugerida por elementos de la leyenda de El Santo Grial; aunque también toma elementos de la renuncia budista, inspirados en sus lecturas de Schopenhauer.
Richard Wagner sufrió un primer ataque al corazón en Berlín, en 1881, y el segundo en Bayreuth, donde ya repuesto, estrenó el 26 de julio de 1882, “Parsifal”, dando 16 funciones, en las que el III acto de cada una de ellas, fue dirigida por el propio compositor.
Wagner se trasladó a Venecia, para recuperar su salud ya muy deteriorada; pero en 13 de febrero de 1883, moría en dicha ciudad.
El día 18, fue enterrado en el jardín de Wahnfried, en Bayreuth, donde después se enterró también a su esposa.
A Richard Wagner también se le conoce, por haber creado las óperas:
“Rienzi”, “Der Letzte der Tribunen”, “Der Fliegende Holländer”, “Tannhäuser und Der Sängerkrieg Auf Wartburg”, “Lohengrin” y “Die Meistersinger Von Nürnberg”; así como otras obras orquestales, como “Siegfried Idyll”
El tratamiento del compositor del cristianismo en la ópera, su erotismo, y su supuesta relación con el nacionalismo alemán, y el antisemitismo, han continuado la controversia por razones no musicales.
Sus óperas, escritos, política, creencias, y estilo de vida poco ortodoxos, hicieron de Richard Wagner una figura controvertida.
Después de su muerte, el debate sobre sus ideas, y su interpretación, en particular en Alemania durante el siglo XX, mantuvo su perfil controvertido.
Sus comentarios sobre los judíos, han generado debates acalorados, que continúan influyendo, en la forma de considerar sus obras por los ensayos que escribió de naturaleza racial, a partir de 1850, y su supuesta influencia en el antisemitismo de Adolf Hitler, de hecho, el Führer fue un admirador de Wagner, y vio en sus óperas, una encarnación de su propia visión de la nación alemana.
Los nazis usaron la parte del pensamiento del compositor, que les fue útil para su propaganda, e ignoraron, o suprimieron el resto.
Aunque el propio Hitler era un ardiente seguidor de “El Maestro”, gran parte de la jerarquía nazi no lo era, y estaban profundamente resentidos con la posibilidad de asistir a esas largas epopeyas, debido a su insistencia.
Existen pruebas, de que la música de Richard Wagner fue usada en el campo de concentración de Dachau, entre 1933 y 1934 para “reeducar” a los presos políticos por la exposición a “música nacional”
Sin embargo, no existen evidencias que sustenten la afirmación, algunas veces sostenida, de que se usó su música en los campos de exterminio nazis durante La Segunda Guerra Mundial.
Fuera de controversia, Richard Wagner tuvo una vida que se caracterizó, hasta sus últimas décadas, por el exilio político, relaciones amorosas turbulentas, pobreza, y repetidas huidas de sus acreedores.
Su agresiva personalidad, y sus opiniones, con frecuencia demasiado directa, sobre la música, la política, y la sociedad, lo convirtieron en un personaje polémico, etiqueta que todavía mantiene.
El impacto de sus ideas, se pueden encontrar en muchas de las artes del siglo XX.
A lo largo del último siglo y medio, la música de Richard Wagner, y en particular su tradición operística, ha sido fuente de inspiración para pensadores de casi todas las disciplinas.
Entre ellos se cuentan filósofos, científicos, dramaturgos y cineastas.
Un dato menos conocido, es que una composición suya ha estado asociada, nada menos que a la gestación del concepto de bioética.
Efectivamente, cuando Fritz Jahr, pastor protestante, teólogo, filósofo y educador alemán, acuña por primera vez el término y el concepto de “Bio-Ethik” o “Bioética” en 1927, lo hace inspirado en un pasaje de la obra póstuma de Wagner, “Parsifal”, cuyo primer acto nos confronta con la muerte de un cisne, a manos de un cazador furtivo, interpelando nuestra sensibilidad para con la muerte del otro.
Desde las referencias iniciales a Fritz Jahr, y a la versión cinematográfica del “Parsifal” de Wagner, pasando por el “Turandot” y “Tosca”, de Giacomo Puccini, o “Andrea Chénier”, de Umberto Giordano, existe una vasta tradición, que ahonda en la complejidad ética a través de la música.
Un ejemplo reciente, es el abordaje del espinoso tema de “la transferencia analítica” propuesto por David Cronenberg en el film “A Dangerous Method”
A través del subtexto musical que ofrecen distintas óperas de Richard Wagner, el director aporta una cuerda suplementaria, para acceder a la difícil relación entre Freud y Jung.
La fama de Wagner, se basa tanto en sus creaciones musicales que representan la máxima expresión del romanticismo en la música europea, como en sus ideas revolucionarias, sobre la teoría y la práctica de la composición operística.
Wagner comenzó su carrera como compositor de ópera convencional, pero cuando comenzó a trabajar en “Der Ring des Nibelungen” ya estaba creando una forma dramática musical totalmente nueva.
La música dramática wagneriana, se apoya en el drama griego que Wagner modelaba para sus textos, en la obra de William Shakespeare, y en los versos del poeta alemán, Friedrich von Schiller.
En su tratamiento de la armonía, Wagner llevó el sistema tradicional de tonalidades hasta sus límites, rompiendo las convenciones que imperaban en las relaciones de tonos y acordes y que, tras el exacerbado cromatismo de obras como en “Tristan und Isolde”, que inevitablemente conducirían a la atonalidad del siglo XX.
Y es que en el siglo anterior, la ópera era una sucesión de números independientes:
Arias, recitativos, dúos, interludios, y finales; para Wagner, en el drama musical, un principio fundamental era la subordinación de todas las artes, incluida la música, a las necesidades dramáticas de la historia, al menos en teoría, ya que en la práctica, Wagner como cualquier compositor, tendía a dar prioridad a la música.
Su leitmotiv, o motivo principal, permite un desarrollo temático continuado, y las complejas evoluciones de los diferentes leitmotiv, aumentan la emoción del drama.
En la ópera post-wagneriana se aprecia una mayor unidad dramática, consecuencia de la tremenda influencia que el arte que Richard Wagner ejerció, sobre todas las formas musicales.
Gustav Mahler afirmó una vez, muy acertadamente:
“Sólo hubo Beethoven y Richard Wagner; y después de ellos, nadie”
“The oldest, truest, most beautiful organ of music, the origin to which alone our music owes its being, is the human voice”
Silent Wagner es un film dramático, mudo, dirigido por Carl Froelich y William Wauer, en el año de 1913.
Protagonizado por Giuseppe Becce, Olga Engl, Manny Ziener, Ernst Reicher, Miriam Horwitz , Max Maximilian, William Wauer, entre otros.
La labor de dirección fue compartida; así como la cinematografía de Silent Wagner estuvo a cargo de Carl Froelich, y el diseño de producción a cargo de William Wauer.
Originalmente, Silent Wagner, concebida bajo en nombre de “The Life And Works Of Richard Wagner” fue producida durante un período, en el que la viuda de Wagner, Cosima von Bülow, no solo todavía vivía, sino que también, tenía un poder casi ilimitado en Alemania; por tanto, Silent Wagner parece tanto más notable, por plantear preguntas delicadas sobre la identidad del padre de Wagner, sugiriendo que el compositor, “supuesto antisemita”, en realidad podría haber tenido una parte judía, si Ludwig Geyer fuera su padre biológico, como algunos han argumentado.
Silent Wagner fue producida para conmemorar el primer centenario de la muerte de Richard Wagner, en la cual, Carl Fröhlich conocido como Carl Froelich, debutaba en la dirección cinematográfica, precisamente con este título.
Como dato, sorprende la gran duración de Silent Wagner, más de 80 minutos, en una época en la que todos los filmes mudos, apenas tenían 10 minutos de duración.
Se adelantaba así, en 2 años, al “Birth Of A Nation”, de D.W. Griffith, considerado el primer largometraje mudo de la historia del cine.
Es, así, Silent Wagner, el primer biopic de la historia, y siendo así:
¿Qué mejor personaje que Richard Wagner?
Silent Wagner fue lanzado por primera vez, el 20 de noviembre 1913, y está considerado como el primer “biopic” de la historia del cine.
Además de por su carácter pionero, Silent Wagner tiene el aliciente de estar rodada, solo 30 años después de la muerte de Richard Wagner, y con su viuda Cosima, todavía viva, gobernando los designios de Bayreuth.
De hecho, la autobiografía de Wagner, “Mi Vida”, había sido editada de forma oficial tan solo, 2 años antes, en 1911.
Por lo general, Silent Wagner se describe como el primer film mudo “largo”, en momentos en que la mayoría de las películas mudas, duraban 10 minutos como máximo.
Silent Wagner tiene una duración de más de 80 minutos, y recientemente, fue restaurada con inter-títulos en inglés, pero conservando el tintado original de 1913.
Silent Wagner es una revelación acerca de muchos aspectos de la vida de Wagner, una de las primeras películas realmente dramáticas, así como la preservación de la exactitud histórica de los decorados, y el vestuario de la época.
Hay que recalcar, que Silent Wagner no tiene sonido alguno.
Sus personajes son los siguientes:
Giuseppe Becce es Richard Wagner, Olga Engl es Cosima Wagner, Manny Ziener es Minna Planer, Miriam Horwitz es Mathilde Wesendonk, y Ernst Reicher es el Rey Luis II de Baviera.
Como dije anteriormente, Silent Wagner está considerada por la historia del cine, un retrato artístico del compositor, ha llegado a convertirse hoy día, casi en una película documental.
De hecho, se ha dicho que Giuseppe Becce, actor protagonista, y compositor de la música, desarrolló el rol de Wagner a la perfección, además de un parecido físico absoluto.
Curiosamente, Becce se convertiría con el tiempo, en un prestigioso compositor de bandas sonoras para películas para:
Fritz Lang, Michael Curtiz, F.W. Murnau, Georg Wilhelm Pabst, o Leni Riefenstahl, además de dar vida a Wagner, Becce también fue el encargado de componer la música de acompañamiento de Silent Wagner.
Pero por razones de derechos de autor, Silent Wagner no podía tener composiciones originales de Wagner, ya que a Cosima Wagner le parecía horrible, todo el carácter de Silent Wagner, así que Becce compuso música, que sonaba como la de Wagner, pero por la que no se le pudiera acusar de plagio.
Para el re-estreno de Silent Wagner, en el Festspielhaus de Baden-Baden, este 22 de mayo de 2013, en las numerosas escenas que incluyen óperas de Wagner, el compositor Bernd Schultheis, ha elaborado una versión orquestal de la música original de Giuseppe Becce, interpretada por la Deutsche Staatsphilharmonie Rheinland-Pfalz, bajo la dirección, por primera vez, de Frank Strobel, en torno a las celebraciones del Bicentenario.
Para la edición en DVD, Silent Wagner ha sido completamente restaurada, partiendo de los negativos originales, y entre sus extras, cuenta con los comentarios del director de cine Tony Palmer, autor de la célebre serie de televisión sobre Wagner, protagonizada en 1983, por Richard Burton y Vanessa Redgrave.
También, se ha revisado el título “The Life And Works Of Richard Wagner”, ya que ahora la película se reedita bajo la denominación de “Silent Wagner”
La banda sonora actual, ofrece una gran calidad, gracias a su muy cuidada restauración.
El Wagner joven era un romántico rebelde; el Wagner adulto, un revolucionario decidido.
Pero junto a estos atributos simpáticos, queda el recuerdo de un furibundo antisemita, basta con leer su extenso ensayo sobre “El Judaísmo en La Música”, verdades y contradicciones, con las que nos confrontamos al estudiar su vida.
Sin olvidar, el oscuro capítulo de los nazis, que se apropiaron de la obra de Wagner, y la usaron como emblema ideológico muchos años después de su muerte, apoyados por sus descendientes.
Y es que Richard Wagner es herencia alemana propiamente dicha.
“Mild und leise wie er lächelt, wie das Auge hold eröffnet seht ihr's, Freunde?
Seht ihr's nicht?”
Creo que ya es necesario, que se realice un verdadero documento cinematográfico verídico y real, en consonancia con el espíritu de Richard Wagner, que hoy en día, aún no existe, podría representar un broche de oro en el Bicentenario del Maestro de Bayreuth.
La presencia del gran creador musical en el arte cinematográfico, enormemente fecunda a lo largo del siglo XX, podemos verla en tres vertientes:
Las biografías filmadas, desde la primera de 1913, año del primer centenario, paradójicamente realizada en cine mudo, hasta 2 obras maestras:
“Ludwig”, de Luchino Visconti en 1972, en la que Wagner es interpretado por Trevor Howard; y la célebre serie dirigida por Tony Palmer entre 1982 y 1983 para la televisión británica, con un insuperable elenco de actores, encabezados por Richard Burton en el rol protagonista.
En la primera de dichas obras, utilizó Visconti, casi como tema fijo de la banda sonora, una breve “elegía” de la última época del compositor, que hasta ese momento había permanecido inédita.
La segunda vertiente, fue la presencia literal de la música wagneriana en el cine de grandes autores.
En este caso podemos ver 2 ejemplos, como especialmente significativos:
“Ritt der Walküren” que abre el III acto de “Die Walküre”, utilizada por Federico Fellini en su “8 ½” (1963), y por Francis Ford Coppola en la famosa secuencia de la destrucción por helicópteros estadounidenses, de una aldea vietnamita en “Apocalypse Now” (1979), y es “Un Chien Andalou” (1929) que hace sonar Luis Buñuel, en el tremendo final del “Abismos de Pasión” (1953), una de sus películas mexicanas, tan caótica como genial.
La tercera faceta, es la influencia de la música wagneriana, en los grandes compositores que escribieron bandas sonoras para el cine de Hollywood, durante la primera mitad del siglo XX.
El exilio de artistas europeos como:
Wolfgang Erich Korngold, Max Steiner, Bernard Herrmann, Miklós Rózsa y otros, y su fichaje por los grandes productores, da inicio a la potenciación de las bandas sonoras que, en mi opinión, convierten a Wagner, en el padre de la música cinematográfica.
No solo por su música propia, sino por la profunda influencia de su método narrativo, mediante la repetición, superposición, y alternancia de motivos musicales, como “la técnica leitmotivica” en la dramatización fílmica que caracteriza con esos motivos a los personajes, los escenarios, y las situaciones.
Y ello, por no hablar del influjo de su arte orquestal, que explica la utilización de grandes orquestas sinfónicas, de hasta un centenar de atriles, en la grabación de las bandas, etc.
Leipzig y Bayreuth, estos 2 nombres, que aluden a la ciudad natal y al lugar donde se consumaron los sueños artísticos de Richard Wagner, sin olvidar Venecia, ciudad donde el 13 de febrero murió, hace 130 años, delimitan el ciclo vital de su ajetreada vida errante, y lógicamente, también el inabarcable espectro de actos conmemorativos del bicentenario del nacimiento en Alemania, país a punto de rendirse ante la fiebre y fervor wagneriano.
Leipzig se ha volcado, literalmente, en los fastos del bicentenario.
El año wagneriano comenzó de facto, ya el pasado 01 de noviembre, al cumplirse 150 años del estreno mundial del preludio de “Die Meistersinger von Nürnberg”, 6 antes del estreno muniqués de la ópera, en el marco de un concierto, dirigido allí por el propio Wagner.
Esta obra, más “Parsifal”, “El Anillo” y las 3 óperas primerizas, aglutinan buena parte de los actos conmemorativos.
También, el fragmento operístico “Die Hochzeit”, compuesto entre 1832 y 1833.
Comencemos, entonces, con el rótulo “Wagner - 200” que nos acompañará durante todo el calendario cultural de 2013, para festejar el bicentenario del nacimiento.
En las temporadas de ópera del mundo entero, figuran:
“Lohengrin”, “Parsifal”, “Der Fliegende Holländer” y, sobre todo, “La Tetralogía Der Ring des Nibelungen”, la saga medieval en 4 óperas, sobre “El Ocaso de Los Dioses”
Katharina Wagner, bisnieta del compositor, la pondrá en escena por primera vez en versión comprimida para una sola velada, en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Leipzig por su parte, aborda igualmente el tema Wagner en el cine.
Desde la película de cine mudo de Oskar Messter en 1913, pasando por las de dibujos animados y documentales, como el grandioso “Stephen Fry on Wagner”
Y es que Wagner sigue presente en las bandas sonoras, sin olvidar ciertas facetas de su personalidad.
Por ejemplo, el tratado por su bisnieta Katharina en el documental “Wagner y sus mujeres”, un aspecto nada desdeñable, y caótico, en la variopinta vida infiel del compositor.
Por lo que el programa conmemorativo, alrededor del mundo, es apabullante:
Con un centenar de conciertos musicales, representaciones dramáticas y operísticas, exposiciones, simposios, y conferencias, presentaciones de nuevas obras biográficas, y monográficas, más todo un cúmulo de actos complementarios de diversa índole, incluido un concurso de cortometrajes, jalonan en muchas ciudades “El Año Wagner”
Leipzig y Bayreuth aunaron esfuerzos y medios, para organizar en cooperación, un programa de actos, principalmente musicales.
Entre ellos, la interpretación de las 3 óperas primerizas, excluidas del “canon bayreuthiano”:
“Die Feen” ésta solo en versión de concierto, “Das Lieberverbot” y “Rienzi” un variado programa didáctico infantil y juvenil, así como una versión de “El Anillo” reducido a 4 horas.
Reputadas orquestas, directores, e intérpretes, desfilarán para presentar en la ciudad emblemática del wagnerianismo, piezas musicales menos conocidas de Wagner, como su único oratorio “Das Liebesmahl der Apostel” y obras de compositores contemporáneos suyos, que en algún sentido, escribieron obras afines, o relacionadas con él, por ejemplo, Meyerbeer, que tanto le influyó, o Verdi, cuya admiración por Wagner no era correspondida en la misma medida.
Porque Wagner es uno de los grandes, no sólo compositor, sino también director de orquesta, director de escena, escritor, filósofo, y dramaturgo.
Y como todos los grandes, es uno de los artistas más controvertidos, que hasta hoy, moviliza a todo un séquito que oscila entre sus ciegos seguidores, y los que lo rechazan radicalmente.
Su obra es de una gran trascendencia; el historiador Thomas Nipperdey, lo caracterizó como “memorable”, conquistador del mundo, renovador musical en “La Colina Verde de Bayreuth”, creador de una nueva forma operística, a quien ya en vida, se consideraba representante de su época.
El uso nefasto que los nazis hicieron de su música, y el hecho de que el Festival de Bayreuth, creado en su día por el compositor, se convirtiera en lugar de culto para Hitler y sus huestes, terminó de impregnar a Wagner, de un aura sombría de la que aún no se ha desprendido.
En el año 2013, la polémica sigue rodeando su figura, a pesar de los esfuerzos de directores de orquesta como Daniel Barenboim y Zubin Mehta por normalizar su obra.
Incluso, cada vez hay más músicos judíos que interpretan sus partituras.
Veremos qué nuevas controversias nos depara su bicentenario.
Por el momento se puede decir que Wagner, 200 años más tarde, está para nada, silente.

“Wagner’s music is better tan it sounds”
Mark Twain.



Comentarios

Entradas populares